CAPÍTULO DIECISIETE

12 de enero, 2017

Todo mi día anterior consistió en pensar en Jasha y lo que habíamos hecho y Dios, se siente como si él aún me estuviera follando.

Cuando se marchó no pude dormir, aunque era lo que más deseaba. Mi hermano llegó media hora después de haberse ido Jasha y agradecí de que no se hayan encontrado.

David insistió en que nos encontráramos con su amiga Daría, pero tuve que decirle que no se podía porque tenía cosas del trabajo —primera vez que le miento a mi hermano—, necesitaba descansar, además mi coño aún estaba y está sensible por lo rudo que fue Jasha.

Dormí parte de la tarde y toda la noche, creo que el hombre dreno toda mi energía, diferente a él porque en la mañana cuando lo vi con solo una toalla rodeando su cuerpo parecía listo para iniciar su día, en cambio, yo me sentía terriblemente agotada.

—¿Entonces no volverás a bailar? —Viera llegó hace poco y aún no le he contado lo que me hizo Lev o lo que hice con Jasha.

—Aún no lo sé, lo más probable es que no, entonces deberé buscar otro lugar en el cual trabajar —mis ahorros no son lo suficiente, pero no me siento capaz de volver al bar y subirme a una tarima.

—Tal vez sigas bailando solo para Jasha.

—No lo creo, ya ves que en las últimas noches no estuvo en el bar y por eso me tocó volver a bailar para el público —me estremezco al recordar cuando Lev me siguió hasta mi camerino.

Si el novio de Viera no hubiese llegado en ese momento, seguramente Lev habría abusado de mí. Entonces mi primera vez no la hubiera disfrutado y estaría marcada de por vida.

—Mmm, sobre eso debo decirte algo —vacila en su hablar.

—¿Qué?

—Nadie le dijo a Ágata que te llamara, ella estaba al tanto de que tú no podías bailar para el público.

Mierda.

—Ella dijo que mi baile comenzaría en diez minutos.

—Y tú le creíste —dice.

—¿Qué más podía hacer? —pregunto, aunque sé que ella tampoco tiene la respuesta—. Llevaba días sin hacer bailes y seguía recibiendo el dinero, pensé que él no volvería y me tocaba volver a bailar para el público.

—Pudiste preguntar, no sé.

—Ágata es la de los recados, así que le creí.

—A veces eres un poco ingenua, pudiste venir a mí, mi camerino no está muy lejos del tuyo.

¿Cómo le explico que creí que el hombre se había aburrido de mí? Que pase a paso veloz hasta estar en el camerino y que empecé a bailar sin importarme nada porque un hombre me hizo pensar que se podrían aburrir de mi inexperiencia.

—Bueno, ya no hay nada que hacer —camino hacia la cocina para poder servirme más café.

—Yura está en problemas y Ágata parece no volver al bar, bueno, eso creemos— me giro abruptamente para mirarla.

Ágata es de las más antiguas allí, ¿Por qué se iba a ir? Esa mujer es como Viera en ese lugar, todos la adoran por su belleza y sus maravillosos shows que siempre la dejan desnuda.

—Posiblemente se haya tomado un descanso —digo, aunque muy en el fondo algo me dice que no es así.

—Hay muchos rumores, pero elijo el tuyo.

—¿Cuáles?

—Que tu ruso la desapareció —pongo los ojos en blanco al escucharla decir que Jasha es mío, no sé cuántas veces debo corregir eso.

El hombre es solo mi amigo —dicho por él—, pero es un idiota, ya que sus acciones y palabras me mostraron lo contrario.

Viene a mi casa, me proclama como suya, me folla como un puto animal, quiere exigirme cosas que no le corresponden y luego dice que solo soy una amiga.

Que creí, ¿Qué me iba a dar chocolates, rosas y luego pedirme matrimonio? El nivel de ilusión me llegó muy alto.

Que se vaya a la mierda.

—¿En qué piensas? —pregunta Viera cuando me quedo en silencio.

—¿Crees que él le haga eso a alguien? —la risa de Viera se escucha por todo el lugar.

—Ese hombre es capaz de muchas cosas, pero no me compete decir algo que él no te ha revelado.

Mi amiga parece conocerlo muy bien, como no, es el hermano de su hombre, como ella llama a Alexey.

—Parece que conoces mucho de él.

—Conozco mucho de mi hombre, del tuyo sé poco.

Pongo los ojos en blanco por enésima vez.

—Si le haces ese gesto a Jasha te aseguro que te dejará el culo rojo —jadeo al escucharla.

Ya tengo el culo y el coño rojo, el primero por sus azotes mientras me follaba y el segundo por la intensidad de sus embestidas, eso sin contar las marcas de mi cuerpo que empiezan a tornarse púrpuras.

Mentiría si digo que no me gusta ver sus marcas en mi cuerpo, estas borraron las que Lev había dejado y no me causan náuseas o miedo al verlas.

—Parece que estás recordando algo muy cachondo —se burla mi amiga— si no fueras virgen juraría que estás recordando una follada.

¿Cómo te digo que estoy recordando la mejor y única follada de mi vida?

—¿A qué hora te recoge tu hombre? —miro el reloj de la pared que indica que son casi las cinco de la tarde.

Debo ir por David, ya se está acercando la hora en la que debo recogerlo. Me insistió en que quería ir con Daria a un lugar y que la madre de la niña los acompañaría, así que acepté porque podía quedarme en mi cama recargando energía.

—Acabo de recibir un mensaje de él donde dice que está a veinte minutos.

—¿A dónde te llevará? —pregunto.

—Quiere que conozca a su madre.

—¿No es muy pronto para eso?

¿Cuánto llevan? ¿Seis, ocho meses?

—No, llevamos casi un año, así que lo veo bien.

—¿Tú cuando lo llevarás a tu casa?

Quiero ver eso. Quiero estar ahí cuando Viera entre con ese hombre y ver la reacción de sus padres y Boris al ver que su niña está saliendo con un hombre de casi dos metros, con innumerables tatuajes y que su aura grita peligro.

—Este fin de semana, ya le dije a mis padres que llevaré al hombre con el que estoy saliendo.

—Boris pegará el grito en el cielo.

—Boris puede morderse el codo, pero no puede hacer nada —dice—. Él ha llevado como veinte mujeres a la casa y yo nunca le he dicho nada.

—Pero siempre me cuentas cuando está por declarárseme, me estás ahuyentando de ser tu cuñada —borneo.

—Serás mi cuñada, ya que me casaré con Alexey y tú con Jasha.

Escupo mi café al escucharla.

—¿Eso nos hace cuñadas? —pregunto y estoy segura de que no.

—Entonces piensas en casarte con tu ruso —no me está preguntando, está asegurando como si esas palabras hubieran salido de mi boca.

—No me casaré con él —bueno, no es algo que esté pensando.

Además, él me dejó las cosas claras, pero también me dijo que no podíamos tener nada por el momento.

—No puedo tener relaciones por el momento. Soy un hijo de puta y tengo enemigos donde quiera que voy.

—No quiero exponerte a ti y a tu hermano, si se enteran de que estoy contigo vendrán por ti y tu pequeño hermano.

Está pensando en la protección mía y de mi hermano, me repito esto cada vez que recuerdo su respuesta a Boris.

—Soy un amigo.

Es el primer hombre que no quiero que sea mi amigo, tal vez sea porque es el primero con el que me acuesto. Pero más allá del sexo, ese hombre hace que mi cuerpo tiemble, mi piel se erice y las palpitaciones de mi corazón incrementen.

—Yo creo que sí, tal vez no ahora, pero serás la esposa de Jasha.

—Ay, Dios —murmuro.

—¿Te imaginas? El magnate dueño de la compañía informática más prestigiosa de Rusia y el mundo, contrae matrimonio con una de las mejores bailarinas del momento.

—No me hagas reír —regreso hasta el pequeño sofá y tomo asiento—. ¿Debo recordarte que mi carrera acabó hace cuatro años? Bueno, realmente nunca inicio.

—Aún tengo esperanzas de que vuelvas a ser esa maravillosa bailarina.

Yo también sueño con eso, pero es realmente imposible. Con veinticuatro años, una lesión no recuperada completamente y cuatro años de pausa, mi sueño de ser una bailarina reconocida murió.

Levanto mi pantalón y le señalo la enorme cicatriz que tengo en mi pierna.

—¿Te dice algo esto?

—Bueno, cambiaré la noticia —aparta su mirada de mi pierna y me mira—. El magnate dueño de la compañía informática más prestigiosa de Rusia y el mundo, contrae matrimonio con una de las mejores maestras de baile del momento.

—Eso está mejor —tal vez no pueda ser bailarina, pero algún día podré abrir un pequeño estudio de baile donde instruya a las más pequeñas.

—Entonces si piensas en casarte con ese ruso tuyo —insiste.

Dios, deberías eliminar estas tres palabras del lenguaje de mi amiga.

—No lo sé, tal vez yo lo piense, pero él no.

—Bueno, eso es pan comido, alejamos a Kira y el resto lo hace tu sexy trasero junto a tus bailes que lo tienen hipnotizado.

—¿Ella es su novia? —una pregunta ridícula, ya que él me dijo que no tenía nada con ella.

—Creo que no, pero los he visto muy unidos —mis ánimos decaen al escucharla.

¿Si me mintió y si tiene algo con ella?

—Le preguntaré a mi hombre que se encuentra en la puerta de tu casa.

Eso es otra cosa que quiero saber, ¿Cómo saben esos dos donde vivo?

—Me cuentas como te va visitando a tu suegra.

—Deséame suerte, quiero gustarle a la señora Agnia.

—Estoy segura de que le encantaras, solo procura mantener la boca cerrada.

Viera suelta una estruendosa risa que se ve interrumpida por un golpe en mi puerta.

—Mi hombre.

Niego al verla correr para abrirle a Alexey. El hombre lleva un traje gris oscuro que lo hace lucir jodidamente sexy —que me guste mi ángel «diablo» no significa que no pueda apreciar la belleza de otros hombres—, Alexey me sonríe y más que sonrisa parece una mueca que podría causar miedo.

—Elena —levanta su mano en señal de saludo.

—Alexey —devuelvo el saludo.

Ahora debo llamarlo por su nombre y no como todos los apodos que le tenía «imbécil, idiota, carotas y demás», el hombre me demostró que no es nada de eso.

—Procura que Viera tenga la boca cerrada o de lo contrario espantara a tu madre —menciono y me arrepiento cuando el brillo de tristeza destella en los ojos de Alexey.

—A mi madre le gustaban las habladoras, así que habla un poco más para que pueda aceptarte.

—Te lo dije —celebra Viera.

La pareja se despide y abandona mi apartamento, pero la palabra le gustaba quedo haciendo eco en mi mente.

Habló de su madre como si estuviera muerta, sacudo mi cabeza para sacar eso de mi mente. Si la señora Agnia —que por lo visto tiene un nombre hermoso—, estuviera muerta, él le habría dicho a mi amiga.

Al percatarme que son casi las seis decido salir ya, la noche pinta terrible, así que recogeré a mi hermano antes de que la lluvia empiece.

—Xavier, déjeme le ayudo en eso.

Saliendo me encuentro con el señor Xavier que se encuentra cargando unas cajas, así que decidí ayudarlo con algunas.

—¿Qué haríamos nosotros sin ti? —menciona y sonrió.

La pregunta debería ser, al revés, ¿Qué haríamos David y yo sin el señor Xavier y la señora Leticia?

—No podrías tener quien te ayude con las cajas —bromeo dejando la última caja en su mesa.

—Espera, te invito a tomar algo por la ayuda —ofrece, pero me niego.

—Voy por David antes de que inicie la lluvia, no quiero que mi chico se enferme.

—Eso está bien, pinta una noche terrible.

—Nos vemos al volver, tal vez vayamos hoy a casa de la señora Leticia y tomemos té.

—Esa vieja no me dejará entrar a su precioso hogar.

Estos viven peleando, pero sé que en el fondo la señora Leticia le tiene un gran aprecio a Xavier.

Ambos viven solos, la señora Leticia no pudo tener hijos por problemas y para mala suerte perdió a su esposo en la guerra, lo contrario al señor Xavier, quien tuvo dos hijas que nunca lo visitan o lo llaman.

Algunos no aprovechan lo que tienen. Yo daría mucho por volver a tener algunos minutos con mis padres.

—Tal vez sí, yo la convenceré, nos vemos en la noche —me despido.

Camino hacia la librería donde está mi hermano junto a su amiga, para mi buena suerte queda muy cerca de nuestro apartamento.

Mientras mis pasos avanzan siento como si alguien me estuviera observando lo que me hace caminar más rápido hasta que alguien pone una mano sobre mi hombro.

—¡Elena! —Boris grita cuando mi rodilla va a su entrepierna.

—Yo... lo s-siento —tartamudeo por la impresión, ¿Por qué venía como un ladrón? Pudo acercarse normal.

—Me ibas a dejar sin hijos.

—No debiste llegar a mí así, me lleve un buen susto.

—Y yo un buen golpe, ¿A dónde vas?

—Por David.

—Te acompañaré.

No le digo que no es necesario, ya que igual vendrá detrás de mí. Caminamos y un silencio incómodo nos rodea y estoy segura de que Boris está a punto de preguntar algo.

—Ese amigo tuyo, tiene aspecto de malo —bueno, no era una pregunta.

—¿Por qué lo dices?

—Su torso está todo tatuado y juraría que su mirada me aseguro que me iba a matar si no me alejaba de ti.

Me rió entre dientes, si supiera que el hombre que llevará su hermana el fin de semana es igual, se moriría.

—Es una buena persona.

—Si tú lo dices —no pasó desapercibido la ironía en su voz— nunca me has dejado dormir en tu casa.

—Porque no ha sido necesario.

—¿Sabes que me gustas? —freno mi andar, pero no menciono nada, tampoco soy capaz de mirarlo.

¿No tenía otro momento para decir esto?

—Somos amigos, ¿lo sabes? No quiero perder tu amistad.

—¿Te gusta él? —no respondo, lo que parece darle una respuesta—. Está bien.

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Espero este disfrutando la lectura.

Para adelantos de este libro, los ya publicados y los próximos a ser publicados pueden seguirme en mis redes sociales donde aparezco como Leidygm18. 

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