CAPÍTULO CATORCE

10 de enero, 2017

Trabajar y elaborar planes con los hombres ha sido muy difícil teniendo a Elena en mi cabeza. La mujer parece haberse instalado en mi mente sin pedir permiso y estar completamente cómoda allí y sin alguna intención de salir de ella.

Los dos días que he venido a la cabaña he estado distraído y todos lo han notado, pero me limito a no decir por qué mi mente está en otro lugar, aunque Alexey es el único que parece saber lo que está sucediendo en mi cabeza.

Necesito ir a ver a mi mujer, tocarla y hacerla mía para disipar esta jodida obsesión, aunque estoy seguro de que no desaparecerá, al contrario, se hará mucho más grande.

—¿Deberíamos parar? —la pregunta de Alessandro me trae de nuevo a la realidad—. Tus pensamientos te tienen fuera de sí.

—Sigamos —ignoro sus palabras sobre mis pensamientos.

—A este paso te daré una paliza y tu cuerpo no será nada para tu guerra —asegura Alessandro.

—Pelea con Ronald, voy a descansar —me alejo del hombre y tomo asiento en las escaleras mientras veo al alemán acercarse.

—Voy a partir tu trasero, asesino —asegura Alessandro, parece que su ánimo ha mejorado estos dos días.

—Ya lo veremos, carnicero —mierda, el nombre que tiene Alessandro en el bajo mundo es lo más horrible que hay.

¿Carnicero? Quién diablos permite que lo llamen así.

Los movimientos de los hombres son rápidos, pero ninguno logra darle un golpe al otro. El alemán es mucho más ágil que Alessandro, al ser más delgado, sus movimientos tienden a ser más seguros y rápidos.

—¡Apuesto diez mil dólares al alemán! —grita Dritan desde algún lugar.

—Verás que me quedaré con tu dinero —asegura Alessandro con una jodida sonrisa.

Le doy un último vistazo a los hombres antes de ponerme de pie e ingresar a la cabaña, quiero hablar con Alexey, ya que estos dos días me ha estado evitando. Necesito que me diga que me está ocultando, aunque si él no abre la boca, iré al bar y descubriré que ha pasado.

—Hermano.

—Voy saliendo —dice sin tomarse el tiempo de mirarme.

Dos zancadas me hacen llegar hasta él. Lo agarro de la parte posterior de su cuello sin ejercer nada de fuerza.

—No tan rápido, tenemos que hablar —digo.

—Me encontraré con Viera, así que no puedo hablar contigo.

—Joder, llevas dos días evitándome, desde que te pregunte por Elena —me paro frente a él y lo miro mientras espero que hable, pero se mantiene en silencio—. ¿Qué mierda me estás ocultando?

—No te oculto nada —no es capaz de sostener mi mirada.

—Lo haces. Joder, me estás cabreando con toda esta mierda.

Trato de mantener un tono de voz bajo, pero saber que mi hermano me está ocultando algo me rompe. Desde que nos arrebataron una familia, él ha sido lo único que tengo y en quien confió ciegamente, pero ahora mismo me está cabreando.

—¿Quieres saber qué pasó? —rompe el silencio—. Pregúntale a ella, no tengo el derecho de decirte nada.

Mierda.

—¿Fue Pavel? —No sé qué pasó, pero recuerdo la mirada de Pavel y el deseo que había en ella cuando hablaba de Elena.

—Solo ella puede decirte que paso, su secreto conmigo está a salvo.

Si Pavel toco a mi mujer lo voy a matar, no me importa que mis jodidos planes se vean interrumpidos. Si el hijo de puta puso un dedo sobre Elena, juro que tendrá una muerte lenta y dolorosa.

Agarro la chaqueta que llevaba y salgo de la cabaña dejando a todos atrás.

—Ella no está en el bar, no ha ido desde viernes —dice mi hermano.

Ignorando aquello continuo mi camino. Quiero llegar a la casa de Elena y que me diga que sucedió.

—jefe —Néstor tira su cigarrillo en cuanto me ve.

—Vamos para la casa de Elena —digo.

Debí saberlo. Pavel se interesó en Elena y no estaría tranquilo hasta tenerla. Joder, seguramente obligo a la mujer a estar con él, el hijo de puta es un depravado de primera.

—Mierda —gruño, golpeo el asiento de adelante descargando mi rabia.

Tal vez mi reacción en la reunión también lo impulsó a tener a la mujer, después de todo utilizará cualquier cosa para hacerme daño y si noto que Elena me interesa, no dudaría ni un segundo en herirla.

Jesús.

—Hoy estás muy lento —digo notando que el auto casi no se mueve.

—Voy en la velocidad permitida.

Velocidad permitida mi culo.

Cuarenta minutos después estamos al frente de un pequeño edificio, espero relajarme un poco antes de subir al apartamento de Elena, no quiero asustarla a ella y a su hermano que seguramente estará con ella.

—¿Quiere que lo espere? —pregunta Néstor.

—Sí, te enviaré un mensaje cuando esté allí por si cambio de opinión.

Cuando entro al pequeño edificio escojo las escaleras, el apartamento de Elena está en la cuarta planta del lugar y no me es difícil llegar allí caminando.

Debo buscar un lugar mejor para ella y su hermano. El niño está enfermo y no debería vivir en un lugar como este.

Freno mi andar cuando veo a un hombre parado frente a la puerta de Elena, este está acariciando la mejilla de Elena y ella no se ve reacia al toque.

¿Es su novio? No lo creo. No me hubiera dejado tocarla de la manera en que lo hice si tuviera novio.

Espero a que este se aleje antes de acercarme al apartamento.

—Boris, te dije que... —Las palabras de la mujer mueren en cuanto me ve.

Su mirada está llena de sorpresa, no se esperaba verme aquí. Creía que era el hombre ese.

Mis ojos recorren su cuerpo, el cual está enfundado en una bata que cubre hasta sus rodillas.

Mierda. Estaba con ese hombre en su casa con ese simple trapo sobre ella.

Empujo la puerta haciendo que ella se haga a un lado y entro al pequeño apartamento como si hubiese sido invitado. Mi mirada recorre el lugar y es más pequeño de lo se ve desde afuera.

Definitivamente, la tengo que sacar de este lugar.

—¿Qué estabas haciendo con ese hombre? —Pido una explicación como si la mereciera.

—Estás loco —murmura ella—. ¿Cómo sabes dónde vivo?

—Yo todo lo sé, Elena, ahora responde a mi jodida pregunta —exijo— ¿Quién era ese?

Creo haber escuchado ese nombre, pero ahora mismo no lo recuerdo.

—Deberías irte —dice sin responder mi pregunta.

—Elena —la mujer sigue ignorándome, rodea su pequeño cuerpo con sus brazos.

—Debes irte —insiste.

¿Cómo puedo estar sintiendo celos por una mujer que apenas conozco hace un par de meses?

Mi mirada recorre nuevamente su cuerpo y quisiera quitarle la bata y ver completamente su cuerpo. Mi mirada se detiene en unas marcas que hay en su cuello, estas están desapareciendo, pero reconocería esas marcas en cualquier lugar, son huellas.

—¿Quién te hizo daño? —pregunto—. Joder, ¿Quién te golpeo?

En su frente hay un hematoma el cual no había visto por estar pensando en estupideces.

Su lengua humedece sus labios y creía que iba a hablar, pero sigue haciendo silencio.

—¿Fue Pavel? —pregunto.

—No conozco a nadie con ese nombre —dice.

Su mirada me dice que no está mintiendo.

—¿Fue ese tal Boris? —si fue él, aún tengo tiempo para alcanzarlo y hacerlo pagar por haber tocado a mi mujer.

Maldito loco, ella no es tuya.

—No.

—¿Quién te tocó?

—Nadie, ahora debes irte.

Da unos pasos hacia la puerta, pero antes de que pueda abrirla se lo impido.

—reconozco estas marcas y estoy seguro de que no disfrutaste cuando te las hicieron —murmuro—. Mi hermano dijo que tú me dirías.

—¿te lo dijo? —su voz es un susurro desgarrado.

—Sí —miento.

—Yo... —su voz se quiebra cuando intenta hablar.

—¿Tú?

—Si tu hermano te dijo no hay nada más que decir —algo fuerte le paso y joder, me está matando que no me diga que es.

No me había sentido así hace mucho tiempo, ninguna mujer se había metido en mi piel como lo hace Elena y no, no solo es el deseo que siento por su cuerpo, es algo más profundo.

El gris de sus ojos se ve más oscuro por las lágrimas que está reteniendo.

—Me estás jodiendo —susurro con mis labios muy cerca a los suyos.

Su mirada oculta tanto. Mi pobre chica está pasando por tanto ella sola y quiero ayudarla, pero no encuentro como.

—¿Dónde está tu hermano? —pregunto.

—¿Cómo es qué?

—Yo lo sé todo.

—Mi vecina lo está cuidando —contesta.

—No vas a decirme quién te tocó, ¿verdad? —me estoy conteniendo a no besarla, pero sus malditos labios me están tentando— mi hermano nunca rompe una promesa y si te prometió que no contaría nada, no lo hará.

—Tu hermano me salvó —confiesa.

—¿De qué? Dime y te juro que mataré a quien te hizo daño, dime quién se atrevió a tocar a mi mujer.

—¿Tu mujer? Estás loco —empuja mi cuerpo del suyo, pero no me muevo ni un centímetro.

—Todos saben que tú eres mía.

—No, no lo soy.

—Desde que nos cruzamos en esa calle supe que eres mía.

Se aparta de mí y el movimiento hace que la bata descubra parte de su pecho dejándome ver una mordida muy cerca de sus tetas.

Sujeto su mano y la arrastro hasta sentarla en el pequeño sofá que hay en el espacio. Sin permiso o medir su reacción separo la bata descubriendo su cuerpo, los dos gemimos a la vez. Ella por mi reacción y yo por las marcas que hay en su piel.

—¿Te violaron? —estoy a nada de estallar, de destruir todo a mi paso, quiero encontrar al culpable de esto y arrancar su piel por lo que le hizo a Elena.

Recuerdos de mi pasado llegan a mí. Ver la piel de Elena y el miedo en sus ojos me recuerdan a mi hermana. Ver como todos esos hombres la atacaron y yo no pude hacer nada, por más que luchamos, no pudimos salvarla.

—Nena, ¿Quién te hizo esto? —mi voz es apenas un susurro ahogada, me arrodillo para quedar frente a ella.

—No me violaron —susurra—. Pero no voy a hablar de lo que paso.

Por primera vez me toca, lleva una de sus manos a mi mejilla y acaricia mi piel haciéndome sentir una quemazón.

¿Qué miserable se atrevió a tocarla de esta manera? Aunque no la haya violado, tocaron su cuerpo sin su permiso y la lastimaron.

—Conseguiré a la persona que te hizo esto, lo volveré nada, pero antes haré que se arrastre ante ti —sus ojos brillan de una manera diferente—. El hijo de puta que se atrevió a tocarte tiene los días contados.

Me pongo de pie y antes de dirigirme a la salida me inclino hasta que mi rostro está frente al de ella.

—Eres mía y haré cualquier cosa para que estés bien —aseguro.

Tomo sus labios sin un permiso y para mi suerte ella corresponde a mi beso, un gemido se le escapa y debo separarme de ella, no puedo tomarla en este momento porque mi rabia me cegó y no quiero lastimarla.

Le doy un último beso y abandono su apartamento, debo hacer varias cosas en este momento, pero primero iré al bar y comprobaré las grabaciones. Estoy seguro de que todo pasó allí.

—Vamos a cosmos —le informo a Néstor cuando me subo al auto.

—¿Todo bien? —pregunta este.

—¿Tú lo sabías?

Néstor es cercano a mi hermano, tal vez Alexey le haya contado algo, aunque lo dudo. Nosotros no rompemos nuestras promesas.

—¿Qué?

—Alguien trató de abusar a Elena —el horror es evidente en el rostro de Néstor.

Este lleva muchos años junto a nosotros y sabe lo que le pasó a mi hermana.

—¿Sabes quién fue?

—Estoy a punto de averiguarlo.

"—Como te atreves a ocultarme algo como esto".

Envió un mensaje a mi hermano.

"—La mujer me hizo prometer que no diría nada, ¿te lo contó todo?".

"—Sí, y mataré al hijo de puta".

"—Tienes negocios con los Morozo, no creo que al padre le agrade que mates a su hijo".

Hijo de puta. Desde que vino a reunirse conmigo no me agrado para nada.

Al llegar a cosmos me encuentro con Yura al cual le había enviado un mensaje solicitando que estuviera en el bar para la revisión de las cámaras.

—Yo no le dije que bailara, cuando volví ella ya estaba en la tarima —dice cuando la grabación muestra a Elena en la tarima.

—Pues debiste bajarla, sabes lo que te dije —muerdo, me enoja que no sigan mis órdenes.

—Creí que usted ya la había dejado.

—Te dije que la mujer es mía, que no quiero a ningún hombre junto a ella y mucho menos quiero que esté en la jodida tarima bailando para la multitud.

El rostro de Yura se torna pálido.

—Ágata fue quien le dijo que debía ir a la tarima.

—Pero se supone que te tengo a ti como jefe.

Sigo viendo las imágenes hasta que aparece Lev detrás de Elena, pero me llama la atención que el hombre sepa su nombre.

Cuando ambos entran al camerino de Elena, las imágenes se acaban, pero los gritos de Elena se escuchan claramente.

—La violó —los ojos que Yura se abren más de lo normal.

—No lo hizo, por eso estás con vida, pero Ágata tendrá que pagar por esto.

Hago que lleven a la mujer a uno de los depósitos mientras otros hombres van en busca de Lev.

No asesinó a mujeres o niños, pero Ágata acaba de cavar su tumba al hacer que mi mujer baile para el jodido público. Nadie más debe verla bailar y mucho menos con tan poca ropa.

Lev, por otro lado, le daré una muerte lenta, pero lo haré arrastrarse frente a Elena por lo que hizo.

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Espero este disfrutando la lectura.

Para adelantos de este libro, los ya publicados y los próximos a ser publicados pueden seguirme en mis redes sociales donde aparezco como Leidygm18.

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