Capítulo Nueve

- Es tranquilo, ¿Cierto? - sin mirar a la persona de la que provenía esa voz asenti. - Me gusta mirar este paisaje, siempre me tranquiliza. - me acerque a la ventana y la abrí, un fuerte viento atravesó esta, cerré los ojos y el viento desapareció de la nada. - No hagas eso, es peligroso.

- Lo siento, Mamapika. - Lo mire y fruncio el ceño por el apodo, puse una sonrisa de oreja a oreja y luego jale su mejilla izquierda. - No Frunzas el ceño, que te van a salir arrugas. - entrecerre los ojos y con mi dedo índice le di un leve golpesito donde se formaron sus arrugas.

- ¿Por que mamapika? - Detuvo mi mano que apretaba su mejilla y la alejó, mire su mejilla roja.

- Eres como lo era mi madre, siempre preocupándose por mi y dándome regaños a cada segundo. Es bueno, me recuerdas mucho a ella. Aun recuerdo ese día obscuro, mi madre murió cuando yo tenia trei... - me di una bofetada mental, mi vida en la otra dimensión no puede ser revelada. - tres meses de nacida, segun lo que dijo papá.

- ¿Pero como lo recuerdas? - me miro extrañado. - Digo, eras apenas una bebé. - me alze de hombros.

- Solo por fragmentos, día obscuro, ataúd, todos llorando. No podía asimilarlo, ni siquiera sabia lo que era un árbol. - Tuve que inventarme un rollo, Kurapika le miro con su boca abierta en forma de una perfecta letra 'o'.

- ¿Que edad tienes, Honey? - comenzó a tocar mi cabello rubio.

- Tengo diesiocho.

- ¿¡Eres mayor que yo!?, ¡Pero pareces de doce! - me miro de arriba a abajo, yo frunci el ceño.

- ¡Solo me ganas por cinco centímetros! — infle las mejillas, me cruce de brazos haciendo un puchero. — Deberias respetar me mocoso. — Kurapika soltó una leve risita, y apretó su estomago.

— Lo siento, lo siento. — Después de un rato dejo de hacer ruido alguno, apoyo su mano al marco de la ventana, y miraba el amanecer. Se veía tan calmado, los mechones de su cabello meneados ahora por una suave brisa, eso indicaba que estábamos descendiendo; sonreí al ver a la waifu rubia en paz. — ¿Por que quieres ser cazadora? — formulo mientras me miraba de reojo, suspire.

— Los beneficios que da la tarjeta... Y también quiero descubrir quien era mi madre, me dijeron que era una cazadora muy buena y que murió en un accidente de avión... Pero es sospechoso, ¿Por que un buen cazador moriría en un bobo accidente de avión?, Hasta un mono sabria como salvar su trasero. No creo que mamá sea tan estúpida para morir así, debe tener un plan para mi; lo pienso descubrir.

— Te ves bastante decidida, es una causa bastante buena... — su voz se apagó, seguramente estaba pensando en su objetivo de venganza. Cuando miraba a Kurapika en televisión siempre sentí rabia del que no pudiera superar las muertes, vivir la vida como se la merece; aun así teniendo ese camino libre decidió hundirse en obscuridad, donde su corazón siempre esta oprimido y de su cabeza nunca sale el sentimiento de venganza de su mente, los recuerdos de ese día y de su infinito odio hacia el Ryodan. Amaba su determinación pero también era su perdición, sus malos estados de salud, hacían preocuparme aunque fuera un dibujo animada.
Esta vez era diferente, lo podía tocar, podía abrazarlo y decirle que toso estaba bien, pero se que no aceptaría mi pena. Quiero cuidar su salud al igual que la de todos los chicos. Evitar que Gon se hunda en venganza también, que Killua no colapse y que Leorio... Bueno a Leorio siempre lo note bien, solo que él también se preocupa mucho por este torpe rubio.

— ¿Por que quieres ser un cazador? — Le devolví la pregunta, la respuesta era bastante obvia, aun así abrazarlo sin que el supiera el por que seria bastante extraño. Pude notar como pasaba saliba nervioso.

— Lo clan... Fue asesinado por un grupo peligroso hace cuatro años. Quiero venganza, matar a cada uno que se involucro en el asesinato de mi clan, de mi madre, de mi padre, de mis amigos y de todos y cada una de las personas que perdieron la vida, debí morir junto a ellos, si no hubiera salido a buscar un doctor... — Pronto se dio cuenta de sus palabras, paro en seco y su mirada se obscureció. Kurapika en verdad estaba colapsando mentalmente, tratando de ser fuerte mientras esconde todo lo que le pasa; el síndrome del superviviente que padece es bastante alarmante. Me acerque a el y lo abracé, este se sorprendió y solo se quedo inmóvil. Estaba bien sabia que Kurapika no mostraría lágrimas aquí, esta vez no, ni otra vez, no tenia ni tiempo para llorar.

— ¿No quieres ir a descansar mientras aterrizamos? — el asintió, tome su mano y camina los a una de las habitaciones se sentó en la cama y yo me recoste en la que estaba al lado, esperamos a que el dirigible aterrizara. Tendríamos tres días de descanso, en los cuales podre pensar el plan que quiero poner en marcha.

Misión salvar a Killua.

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