7
«Bajo el cielo de Hyrule, en tierras mágicas y ancestrales, donde el destino entrelaza sus hilos inmortales, se teje un lazo eterno de amor y coraje sin final, en la epopeya de dos almas que se entrelazan en un ideal.
Fue en tiempos inmemoriales, cuando la Trifuerza brilló, la princesa del tiempo tomó una decisión sin temor. Cambió el curso de la leyenda con su poder divino, y así nació la historia del héroe y la vidente, destino...»
Impa guió a Link a través de unas escaleras pequeñas posicionadas al lado de su podio; escondidas apenas por una trampilla en el piso de madera.
Al llegar al último escalón, el joven observó curioso las paredes de lo que parecía ser una pequeña biblioteca, o un archivero. Había muchos estantes de libros en aquella estancia. Algunos mucho más grandes y pesados, otros más enanos, medio vacíos, pero la mayoría tenían un aspecto vetusto. Casi ancestral.
—Verás, Link... esta leyenda, la que tú y yo nos conocemos de memoria; la del héroe elegido y la princesa que unen fuerzas siempre para vencer al mal... no es una versión completa, ni real.
Link inclinó una de sus cejas con impacto.
—¿Es... falsa? ¿No es verdad?
—No, no me malinterpretes. Claro que es real. Esa es la primera leyenda que existió; el héroe y la princesa siempre han estado destinados a esto. Pero hay algo más... —explicó la mujer, mientras sus manos de dedos cortos y delgados se alzaban para tomar un libro que, a su altura, quedaba bastante arriba en un estante. Desempolvó su portada negra. A pesar de que las inscripciones y decoraciones del título estaban hechas en un dorado brillante y fastuoso, no solo estaban percudidas por los años, sino que estaban en una escritura incomprensible—. Algo de lo que nadie habla, algo que solo la familia real, y su círculo más cercano de sheikahs, pueden saber...
El misticismo de la conversación no evitaba poner a Link con los nervios de punta. Sentía una extraña sensación el estómago, y la boca seca. Mientras Impa abría el libro, cambiaba el peso de una pierna la otra. Inquieto.
—Este libro era parte de la biblioteca real, en el castillo de Hyrule. Fue uno de los pocos documentos que lograron rescatarse tras el cataclismo y está dicho que se trató de algún tipo de diario..., más como un anecdotario de una princesa de la antigüedad —reveló la mujer, abriendo las amarillentas páginas del libro en sus manos, con tanto cuidado que hasta parecía que tenía miedo de que al mínimo tacto se desintegraran de viejas. Justo al medio, pareció encontrar lo que buscaba. Un dibujo más o menos detallado de lo que parecía ser una mujer y muchas anotaciones ilegibles a los lados—; hay otro rol, más o menos fundamental, haciendo falta en la leyenda: la vidente de los tiempos.
Impa dejó que Link sostuviera el libro en sus manos —aún a una altura lo suficientemente baja como para que ella alcanzara a explicarle con señalizaciones lo que diría a continuación—. Link frunció el ceño con impresión, mirando fijo a Impa, como si tratase de descifrar la veracidad en sus palabras. ¿La «vidente»? ¿Esa no era la persona mencionada en la prueba, los carteles?
Bajó la mirada, recordando, procesando. Impa señaló con uno de sus dedos la imagen de la que debía ser la vidente. El dibujo, originalmente hecho en grafito, estaba demasiado borroso como para poder distinguirse bien. Pero en la silueta de esa mujer de cabello corto, resaltaban unos mechones pelirrojos. Unos ojos verdes. Una mirada misteriosa pero atrapante, atractiva.
Y pronto, los recuerdos de un cabello rojo ondeante volvieron a su mente.
—Esta joven, tal como el héroe, está destinada a reencarnar cada vez que el mal despierta y amenaza con adueñarse de Hyrule. Tal como tú, Link. —prosiguió la mujer, ganando la atención del chico una vez más e incitándolo a dejar sus pensamientos imprecisos—. Eso es porque al igual que tú, ella porta la trifuerza del valor. Pero solo una parte.
El rubio alzó las cejas, estupefacto. Pero pronto la imagen de su trifuerza incompleta le llegó también a la mente. Así como las palabras de aquel poema.
—La trifuerza... ¿Está partida?
Impa asintió, lentamente.
—Así es, Link. A pesar de que, por espíritu y disposición, tú eres el heredero legítimo de la parte del valor, hace mucho tiempo que aquel fragmento de trifuerza no te pertenece solo a ti.
—Tiene sentido... Cuando intenté sacar la Espada Maestra, solo una mitad se hizo presente —señaló él, mirando involuntariamente hacia el dorso de su mano derecha—. Pero, a pesar de que no tengo recuerdos muy claros de mi vida antes del cataclismo, antes de ser guardia de la princesa, no recuerdo haber visto la trifuerza así antes...
La mujer asintió, como en señal de que comprendía a lo que se refería, con una sonrisa pequeña y ambigua.
—Eso es porque, actualmente, no tienes un vínculo con la vidente.
—¿Lo tuve alguna vez?
Los ojos nubosos de Impa le miraron fijamente, sabiendo, tal vez por su expresión en la cara, que él intuía la verdad.
—Tú mismo me dijiste que es así. Recuerdas a la joven que se llevó la espada que doblega al mal... Y la única persona capaz de blandir esa arma, además del héroe elegido, es la vidente de los tiempos... Esa chica, que alguna vez formó parte de tu pasado, es la vidente.
Link tragó pesado, tratando de procesar todos los nuevos detalles que se le venían presentando. De repente, tantas dudas se arremolinaban en su mente que apenas podía controlarlas. Le costaba creer que lo que Impa le decía era cierto, pero todo cuadraba con lo sucedido. Al final, aquella chica había robado su espada. La había sacado, la había podido blandir, sin desfallecer. Retrocedió unos pasos, caviloso, haciendo un esfuerzo por sostener el libro en sus manos.
—Pero... ¿Cómo? ¿Cómo lo hizo? ¿Cómo es que ella puede tomar la espada, cuando se supone que nadie más podía?
—... Tenemos la teoría de que la espada debe reconocer en sus manos la calidad que da el tener medio fragmento del valor —explicó la mujer, luego de algunos segundos—. Las leyendas dicen que es capaz de portarla, porque la espada conoce sus manos. Porque alguna vez fue ella quien la sacó de su pedestal en primer lugar, quien la blandió, en vez del héroe elegido. Pero a pesar de que esos detalles fueron escritos por la mismísima princesa de la era de los tiempos, a ciencia cierta, nadie lo sabe.
Relamió sus labios, regulando el estrés de repente le tensaba la espalda. No podía descifrar sus sentimientos, siendo que tenía un mar tempestuoso por cabeza, pero trato de templarse, rectificando su postura.
—Pero... ¿Por qué el cambio en la historia? ¿Y por qué nunca me enteré de esto en el pasado? ¿Las cosas siempre fueron así? —indagó. No podía mantener a raya su curiosidad, por más que quería. Era todo muy abrupto.
Impa solo cedió en su pequeña sonrisa para torcer las cejas en un gesto que indicaba cierta intranquilidad.
—Link, lo que tienes que saber es que su rol y el tuyo son muy importantes en la historia de Hyrule —acentuó ella, sin responder a sus preguntas, pero invitándolo a adoptar inconscientemente esa rigidez en su postura que generaba la mención de su responsabilidad—. Tienes que recuperar la Espada Maestra, pues es la única arma capaz de hacerle frente a Ganon, y ya que la vidente está con los Yiga..., tienes que recuperarla también a ella. Ya cometimos el error en el pasado de prescindir de su presencia. No podemos hacerlo de nuevo.
—Pero... ¿Por qué es tan importante? ¿Quién es ella? ¿Por qué está con los Yiga? —continuó él, aunque la actitud de Impa permaneció firme, sacándole el libro de las manos suavemente, para cerrarlo. Como daba por cerrada esa parte de la conversación.
—Se los explicaré todo, a su debido tiempo. Tienes que encontrar la guarida de los Yiga y traer a esa chica a como dé lugar. Su aparición es muy importante para el triunfo de tu destino. Tráela a Kakariko cuanto antes... verás cómo todo se aclara para ti, lentamente.
Una vez más, el misticismo de Impa desconcertaba a Link inevitablemente. Pero como si en su discurso ella hubiera usado unas palabras mágicas, pronto el sentido del deber se apoderó de él. No sabía lo que pasaba, ni lo que ese cambio estaba por implicar en su vida, pero sabía que tenía una nueva misión que cumplir. Para bien o para mal, una prórroga más.
.
.
.
.
N/A: srry por la tardanza, es la uni que no me deja tiempo aaa. Pero este finde hay dos actualizaciones c: para ponernos al día
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top