17

«Link... Link...»

Una voz difusa, con eco. Al fondo de una habitación vacía. Tal vez al fondo de su propia cabeza.

—Link... —abrió los ojos.

Frente suyo, la silueta áurea y resplandeciente de la princesa. Su figura, aunque borrosa, titilaba con un halo dorado, contrastando con el negro, el rojo y el marrón de la destrucción alrededor de ellos.

No tuvo tiempo para hablar, Zelda se apresuró; su rostro compungido, su visión apenas pudiendo mantenerse nítida.

—Link, debes darte prisa.... Debes hacerla recordar.

«¿A quién?» quiso preguntar. Y aunque la voz no le salía, la respuesta fue obvia. La mirada de la princesa se volvió profunda por un segundo, después su imagen comenzó a desvanecerse. Ella se miró a sí misma y de pronto, repitió con premura:

—Debes darte prisa, tienen que venir. No pierdas el tiempo en sentimentalismos, Link. Hazla recordar. Tiene que recordar, tienes que...

Su imagen se fue desvaneciendo, así como sus palabras. Link alzó la mano, como tratando de alcanzarla, pero fue en vano. La luz de la princesa desapareció, dejándolo en la oscuridad. En el horizonte negro, el castillo de Hyrule.

Entonces despertó.

Respiró profundo, trató de relajarse. Los hombros le pesaban, el corazón le hincaba.

Miró por la ventana de la habitación de la posada donde había pasado la noche. Los pájaros aún no trinaban, pero los advenimientos del sol ya se hacían visibles por entre las montañas de la aldea.

«Debes darte prisa...»

Apretó los labios.

જ⁀➴

Poder ver la luz del día de nuevo no se sentía como cualquier cosa, especialmente si sentía que ni siquiera había llegado a estar acostumbrada a ella. Tapó el brillo cegador del sol con sus manos, cuando miró al cielo; respiró el aire del alba.

Observó los contornos del pueblo de Kakariko con algo de fascinación. La mañana teñía de anaranjados y amarillos las casitas, los caminos y los huertos. Todo era siempre tan distinto de día... Pensó que incluso durante las míseras misiones en que había salido de la guarida, había podido observar sólo el panorama nocturno. La euforia le volvió como una oleada.

Ni siquiera sabía a dónde iban, o qué sería lo que harían. Lo único que sabía era que estaba totalmente expectante, totalmente impaciente.

Link la miró desde atrás; su postura inquieta, sus labios que apenas buscaban evitar formar una sonrisa, nerviosa, emocionada. Pero no se pudo dar el lujo de seguirla admirando, pues pronto la pesada mirada de Impa y de los Sheikah guardianes tras de ella, se intensificó. Se acercó más al portal de la casa de la líder, donde aún yacían.

Ella le dio una mirada cómplice con sus ojos negros. Link asintió. Sabía a lo que se refería.

—¿A dónde vamos a ir? ¿Nos vamos ya? —preguntó ella rápidamente, acercándose al chico de repente, con una sonrisa radiante en la cara. Apenas reparando en su semblante funesto—, ¿me van a quitar esto? —señaló las cadenas, que aún tenía puestas en pies y manos.

—Illyria, hay una última condición en lo que a su viaje respecta —comentó Impa, llamando su atención. Ella sintió, desde el erizar de su piel, cómo su cuerpo se ponía a la defensiva.

Miró a la anciana con desconfianza, especialmente cuando uno de los guardias detrás suyo se acercó con lo que parecía ser un artefacto extraño entre las manos. Miró la sonrisa ambigua de Ced, tras la maya que cubría su boca. Se veía como una burla, como sorna incluso. Ella hizo una mueca.

Especialmente cuando notó en ese artefacto la semblanza que tenía a unas esposas.

—¿Qué es eso?

—Necesitaré que Link pueda mantener supervisión de ti en todo momento. Es importante que no te alejes demasiado de él, espero que comprendas que, dadas las circunstancias, no nos podemos fiar del todo... por eso los voy a enlazar con este aparato.

—¿¡Es una cadena!? —se alarmó ella, viendo cómo sin siquiera preguntarle, sin que él reclamara, la mujer asignaba y afianzaba uno de los extremos a la muñeca derecha de Link.

—Son solo esposas, para mantenerlos cerca... —explicó, restándole importancia, dirigiéndose ahora hacia ella, con la intención de amarrarla. Tampoco pareció que le fuera a pedir permiso.

—P-pero, no es necesario —medió Illyria, quitando la mano rápido antes que de que Impa la tomara. Atrayéndola a su pecho, con cara de horror.

El semblante de Impa se tensó ligeramente.

—Illyria, por favor. Lamento que tenga que ser así, pero es solo para poder localizarlos.

—Y para mantenerme atada a él —apuntó Illyria—, no es necesario... Si quieren que esté de su lado, confíen en mí.

El rostro de Impa aún más serio, firme.

—Espero que comprendas las razones por las que no podemos hacerlo.

Illyria estuvo a punto de reclamar una vez más, por lo que Link posó una mano en su antebrazo, consiguiendo que ella engullera sus palabras. El chico no dijo nada, en sus ojos azul de mar era legible el mensaje:

«Tranquila. Confía»

No debió haberle parecido tan simple el confiar en su miradita, pensó ella mientras apretaba los labios y desviaba sus ojos. Extendió el brazo hacia la anciana, condenándose a quedar atada a él. Pero era eso, o quedarse de prisionera en Kakariko y no tener ni una oportunidad de escapar más certera... o bien, no tener ni una oportunidad de ver el mundo. Sí, era eso. Debía ser más inteligente, menos impulsiva, se convencía.

Finalmente, cuando aquella esposa metálica, de una estela azul apenas visualizable le había aprisionado la muñeca, Impa consiguió recuperar la sonrisa impasible de su rostro. Se dirigió a Link, una última vez.

—Espero tener algún informe de ustedes, pronto. Recuerda que siempre pueden darse una vuelta por la aldea de nuevo... —mencionó ella—, me gustaría saber su progreso.

El chico asintió, silente. Mediaron algunas palabras más, apartándose cada vez un poco más. Illyria los vió secretearse aún frente a sus narices y rodó los ojos, preguntándose cómo se suponía que debía confiar en ellos si actuaban así incluso frente a ella.

Cruzada de brazos, su mirada se fue hacia Ced y Rolko. El segundo, la miraba curioso ante lo sucedido, hasta divertido, por lo que arrugó la nariz hacia él. Ced, por otro lado, tenía una mirada pesada. Seria, hasta funesta. Pero por la forma en que habló, pudo distinguir lo que parecía ser una pequeña sonrisa en sus labios:

—Nosotros también estaremos al pendiente... —susurró, en dirección a ella. De pronto la cadencia de su voz se había asemejado a la de una amenaza ambigua, algo que ella no acabó de comprender. Pero que le hizo tensar los músculos de la espalda.

જ⁀➴

No podía evitar mirarla, ni siquiera sonreír, su rostro estaba maravillado, más iluminado que nunca; extasiado ante las vistas. A pesar de que el aire frío que exhalaba la pradera de Hyrule a esas horas de la mañana le ponía la nariz roja, no dejaba de admirar la pradera de pasto verde y danzante, ni los horizontes cercados por altas colinas de brezos y setos.

No habrían pasado ni quince minutos desde que habían dejado atrás a la aldea de Kakariko, ni siquiera tenía idea de a dónde se dirigían, pero el solo hecho de pensar en embarcarse en una aventura ya era suficiente para pintarle una sonrisa perpetua en los labios.

Lo cierto era que ni siquiera él sabía a dónde iban.

Illyria sintió su mirada y entonces él pudo ser consciente de la sonrisa boba que tenía encima. Mordió su labio, con vergüenza, pero ella no pareció reparar demasiado en eso. No sabía porqué disfrutaba tanto de esa visión, pero sentía que en el fondo, se podía identificar con ella. Había experimentado esa emoción alguna vez, pero no podía ser capaz de expresarlo así. Verlo en alguien más, siempre era algo que le gustaba apreciar.

Sí, era eso.

—¿Y bien? ¿A dónde vamos a ir?

—¿A dónde quieres ir?

Alzó una ceja entonces, ladeó la cabeza.

—¿Cómo? ¿No sabes... a dónde vamos?

Link sonrió un poco más amplio. La luz del sol golpeaba su piel, sentía su calor. Veía sus rayos reflejándose en los cabellos rubios del joven, resaltando un brillo dorado.

—Te dejo elegir. —explicó—. Creo que has esperado mucho para esto... Y, bueno, en realidad podríamos teletransportarnos a cualquier lado con la tableta sheikah...

Sus ojos se iluminaron entonces, abrió la boca con sorpresa, sin poder creer que lo dijera en serio. Comenzó a pensar en todas las opciones, todos los lugares tan geniales en el vasto reino de Hyrule de los que alguna vez había escuchado: Pensó que como se verían, en las anécdotas que había leído en esos diarios de viaje donde había oído hablar de ellos por primera vez.

Él había pasado los días anteriores considerándolo mucho. Pensaba que, a pesar de todo, no debía ser una buena opción llevarla tan directamente a los lugares donde podría encontrar recuerdos. Illyria se veía muy reacia a ellos, y muy reacia a aceptar que había un pasado tras ellos. Tal vez, la mejor opción, era simplemente conocerla como era. Como la nueva ella. Al final, le brindaba el mismo sentimiento cálido que en el pasado. Tal vez sería el recuerdo de la amistad que alguna vez parecieron tener, tal vez, sería el contacto hyliano. Lo único que sabía era que su felicidad le agradaba. Y, de alguna manera, no quería llevar las cosas con prisa.

Aún a pesar del eco que resonaba en su mente. «Link, tienes que venir rápido»

«Link... Eres nuestra última esperanza» con más fuerza, retumbó en su mente. Cerró los ojos, intentando disipar esa voz apremiante.

Intentando ignorar esa apremiante necesidad de volver a su camino. Ese acuciante sentimiento de estar yendo por el camino equivocado. De no estar dando suficiente. De prolongar el desastre.

—¿Y entonces?

—La playa... —dijo al fin, de manera espontánea. Casi no pareció habérselo pensado demasiado. Miró a Link sus ojos brillantes, resplandecientes, como dos jades bajo el más chispeante rayo de sol—. ¡Quiero ir a la playa! He escuchado tanto de la costa Ona Ona... Lo he leído. Pero vamos a pie, es mejor. Quiero saber cómo se ve. Si es cierto que la arena es tan fina y suave como dicen, si el mar realmente huele y sabe a sal... ¿Cómo siquiera huele la sal?

Link asintió entonces, casi sintió sus mejillas acalambrarse de lo mucho que llevaba sonriendo. Miró el camino que se alargaba frente a ellos, sintiendo e imaginando una ruta ahora trazada en su cabeza. Los horizontes de Hyrule se alzaban frente a ellos, con un panorama lleno de posibilidades.

—Allá vamos, entonces.


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N/A: No Link procrastinando en sus deberes como yo con la tarea de la uni 💀

Ahora sí, ahora sí, juro que después de esto se pone más movido aaa. Nos vemos la próxima sem 👍👍👍

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