Rumbo a Buenos Aires
A la mañana siguiente, tras despedirse de sus padres y de sus amigas, Gabriella y Mameha subieron al avión que las llevaría rumbo a Buenos Aires.Durante el viaje, la chica no paraba de tocarse el dije del collar que Diego la regaló hace años, y no paraba de pensar en lo mucho que le echaba de menos, además de soñar con la posibilidad de volver a verle.
-Si sigues tocándote tanto el dije acabará rompiéndose-señaló Mameha al ver a Gabriella tan pensativa.
-Lo siento Mameha, es que estoy nerviosa por el viaje- mintió la chica.
Tras oír aquello, la mujer decidió creerse lo que le decía Gabriella y volvió su lectura aún sabiendo que lo que le acababa de decir la chica era mentira.
Nada más aterrizar en la capital, Mameha y Gabriella se dirigieron hacia la nueva casa y al ver que las cajas de la mudanza ya habían llegado, decidieron empezar a desempacar hasta que Mameha le dio permiso a la joven para que fuera al Studio On Beat para pode hacer la solicitud de ingreso, pues sus padres le habían explicado que entrar en aquel estudio era muy complicado, pero también le dijeron que ella estaba lo suficientemente capacitada para comvertirse en una gran artista musical.
En cuanto la muchacha llegó al estudio no pudo evitar sorprenderse al ver a tantos adolescentes bailando por todas partes. Sin duda aquel luga era mágico. Así que, sin perder ni un momento decidió curiosear un poco por el edificio hasta que entró en el aula de música, donde había un teclado eléctrico y, como si una fuerza invisible la empujara hacia él, Gabriella se colocó detrás del instrumento y comenzó a tocar una canción que había compuesto desde hacía poco, aún no tenía letra, pero escuchar la música hacía que poco a poco los sentimientos de la chica comenzaran a salir.
Gabriella estaba tan concentrada en la canción, que no se dio cuenta de que había otra persona en la sala. Era una chica de pelo castaño y vestía un vestido color rosa pastel.
-Oh, perdona no sabía que hubiera alguien más aquí-.
-No, en realidad la culpa ha sido mía, ni siquiera debería estar aquí-.
-No pasa nada, tranquila. Por cierto, me llamo Gabriella-.
-Encantada, yo soy Violetta-.
Tras presentarse, las chicas salieron del aula de música y comenzaron a conocerse un poco mejor.
-...¿Así que has venido desde Japón para ingresar aquí?-.
-Sí, quiero convertirme en cantante-.
-Debe de ser increíble vivir en un lugar tan exótico como Japón, además de aprender el idioma-.
-Sí, mis amigas fueron las que me enseñaron-.
Pero, tras decir aquello Gabriella empezó a acordarse de sus amigas y Violetta, al darse cuenta de su expresión, comenzó a disculparse por su insensibilidad, aunque la joven le dijo que no tenía porqué hacerlo.
-Estoy segura de que entrarás en el estudio, se ve que tienes mucho talento-respondió Violetta muy sincera.
-Gracias, seguro que tú también lo tienes-.
De repente, las chicas oyeron unas voces que no paraban de llamar a Violetta y en cuanto ella y Gabriella se giraron, vieron a dos chicas: La primera tenía el pelo negro y vestía un vestido de lunares y la segunda vestía un traje hippie y su pelo era anaranjado y rizado.
-Vilu, te estábamos buscando- dijo la chica del vestido de lunares con acento italiano.
-Oh chicas perdonad, es que había ido un momento al aula de música y al final me entretuve hablando con una nueva amiga- contestó Violetta.
-Encantada, me llamo Gabriella-.
-Igualmente, nosotras somos Francesca y Camila- respondió la chica del pelo negro.
-¿Has venido para ingreasr en el estudio?- le cuestionó Camila con interés.
-Si, pero empecé a curiosear por aquí y se me olvidó por completo ir a por la hoja de ingreso- explicó Gabriella un poco avergonzada.
-No te preocupes, si quieres te podemos acompañar al despacho de Pablo-se ofreció Violetta.
-Es el director del estudio, es muy simpático seguro que te caerá muy bien- le explicó Francesca.
En cuanto llegaron al aula de profesores, las tres nuevas amigas de Gabriella le dijeron que en cuanto terminase de hablar con Pablo, las fuera a buscar fuera del edificio para poder conocerse un poco mejor. Así que, en cuanto Violetta, Francesca y Camila se marcharon, Gabriella llamó a la puerta y cuando entró vio que en la sala había un hombre joven quien al verla lle preguntó:
-Tú debes de ser Gabriella Santiago, ¿verdad?. Soy Pablo, el director del Studio On Beat-.
-Encantada de conocerte, venía a buscar la solicitud de ingreso-.
-Pues has venido al lugar indicado- le dijo el hombre a la vez que abría un archivador para coger el documento- Es increínle lo mucho que me recuerdas a tus padres-.
-¿Conoces a mis padres?- le preguntó la chica muy sorprendida.
-Sí, nos conocimos en este estudio y seguimos siendo amigos desde entonces, lo último que supe de ellos fue que tu padre era un famoso director de orquesta y que tu madre había decidido convertirse en profesora de piano en un colegio después de retirarse del ballet-.
-Es cierto, aunque les he animado para que vuelvan a cantar-.
-Eso está bien, ambos tienen mucho talento. Un talento que estoy seguro que has heredado también-.
Tras darle el documento, además de anunciarle que las pruebas de ingreso serían dentro de tres días, Gabriella salió del despacho, pero nada más salir de la sala chocó con un chico.
-Oh, lo siento mucho de verdad, estaba un poco distraído- dijo el chico desconocido.
-No, no te preocupes- respondió la muchacha sin levantar la vista.
Entonces, cuando Gabriella se fijó en el chico con el que había chocado se fijó en que era muy guapo. Tenía los ojos verdes y el pelo negro, y también llevaba una guitarra colgada a la espalda.
-De nuevo te pido perdón- se volvió a disculpar el chico preocupado.
-Y yo de nuevo te pido que no tienes que hacerlo, en realidad he sido yo quien ha tropezado contigo-.
Ambos adolescentes se quedaron mirando durante varios segundos hasta que la chica, muy tímidamente le explicó al desconocido que debía marcharse ya que la estaban esperando.
-Espera, antes de irte, ¿puedes decirme cómo te llamas?-.
-Me llamo Gabriella, ¿y tú?-.
-Yo soy Tomás-.
-Ha sido un placer conocerte Tomás- dijo la joven a la vez que alargaba su mano para que el chico se la estrechara.
-Igualmente Gabriella- contestó Tomás con una sonrisa encantadora.
Al final, tras separarse, Gabriella salió del estudio para reunirse con sus nuevas amigas, sin poder creerse aún lo que acababa de pasarle con aquel chico.
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