Seth Allen y su nueva vida

El sol de la mañana brilla ardientemente en ese cielo azul despejado, cubriendo con sus cálidos rayos todo aquel jardín en florecido que yace debajo de el. También se le podía ver a un joven de largos cabellos azul oscuro, recibiendo esa calidez del sol, sentando en una silla de ruedas, cerca de las flores de verano. Un verano que está por terminar.

Su flequillo cubría no solo su cincelada frente también sus pobladas cejas, esos mechones de cabellos casi unían con sus tupidas pestañas las cuales se mueve constantemente por la luz.

Él levantó su mano hacia arriba queriendo cubriendo los rayos del sol que caí sobre su rostro pero, la luz se filtró entre las rendijas de sus delgados y muy bonitos dedos, deslumbrado esos hipnoticos colores de su tierna y sensual mirada.

Azul oscuro y color miel eran los colores de sus ojos, acentuando con su suave piel de terciopelo, tan suaves como sus labios, carmesí. Tan sexis y apetitosos cual fresa envuelta en caramelo.

—Me enviaron a tomar sol como un bebé recién nacido.—Su voz sonaba aguda pero también un poco somnoliento. 

Pese a su semblante un poco melancólico, él posee una belleza sin igual con rasgos fáciles muy armoniosos, finos como sus pómulos y esa barbilla delgada.

‹Aun sigo sintiendo como si fue ayer cuando despierte de ese largo sueño, no recuerdo nada de ese tiempo estando dormido. Mi mente es una página completamente en blanco, como un niño recién nacido que a venido al mundo a crear recuerdos inolvidables, conocer a sus padres.

Aunque en sí no soy un niño, soy un joven de 24 años. Pero eso no quita el hecho que me siento alguien renacido, alguien completamente libre de unos grilletes atados a mis manos y pies que no se porque los tenía, ya tampoco importa.

Lo que si tengo muy presente es esa voz amable, diciéndome; "Todo estará bien a partir de ahora, Seth, ese nombre te lo dio tu madre por lo tanto siento que es justo que lo sigas teniendo. Ya puedes irte y vivir una vida libre, prometo proteger y darles un final feliz a lo que te mantiene atado aquí." Escuchar eso fue liberal.

Esa voz me saco de la oscuridad donde estaba y me indicó el camino a la luz al final del túnel, tal vez fue una ilusión mía no lo sé, pero trasmitió tanta confianza que solo le dije; gracias por salvarme, no sé de qué me salvó pero tenía que decirle gracias.› Deja caer su espalda sobre el respaldo de la silla.

Mira hacia el frente entrecerrados su mirada para poder apreciar esos grandes árboles, sacudiendo sus ramas fuertemente, ya se sentía cerca el otoño.

—Todo me sigue pareciendo extraño pero al mismo tiempo hay una paz en mi corazón, es como si una carga pesada se hubiese desvanecido de mis hombros.—Susurro, llevando su mirada en la dirección de esas hermosas petunias, rojas.

‹Desperte de ese profundo coma hace como dos meses, me explicaron que me declaro con muerte cerebral tras ingresar a mis 19 años, con graves lecciones en mi cabeza. Que había muerto cinco minutos después de entrar al quirófano.

Que le dijeron a mis padres que yo no volvería a despertar, por mas que los médicos hicieran lo que hicieran era imposible cuando tenía muerte cerebral, pero mis padres no podían resignarse a dejarme ir tan fácilmente. Era su bebé, su único hijo que les había costado poder tener luego de tantos intentos fallidos en aquél entonces.

Ellos no quisieron desconectarme y me dejaron en esa camilla de hospital, no podían decime adiós sin darme un tiempo o esperando un milagro. Por eso decidieron mantenerme conectado e intubado durante cinco años, y fue justamente ese día en que iba hacer desconectado que desperté de ese coma.

Volví abrir mis ojos ya siento un joven de 24 años, y cuando desperté mis padres estuvieron a punto de tener un infarto, no podían con la emoción. Cayendo al suelo de rodillas mientras le agradecían a Dios por permitirme despertar y permitir que me quedara mucho más tiempo junto a ellos.

Eso me desconcertó y sobre todo mi pecho se estrujó al ver su demacrado semblante, son una pareja de esposos de unos 43 años, bien parecidos. Sin embargo, el cuidarme y trabajar por largas horas para poder pagar las facturas del hospital, también les había pasado facturas a ellos dos.› Él espera salir rápido del hospital para empezar ayudarles a sus padres, ya no quiere verlos en ese estado.

Quiere estudiar y trabajar al mismo tiempo para darle lo mejor a sus padres, ahora era su turno de cuidarlos siempre y principalmente que su piel deje de verse áspera y se vuelva tersa, saludable.

—Tengo que volver a mi habitación o mis padres se preocuparan por estar tanto tiempo expuesto al Sol.—Gira la silla de ruedas.

Anda en una silla no porque no pueda caminar, no. Solo sus padres siendo sobreprotectores, tiene miedo que él se tropiece con algo, caiga y se vuelva golpear la cabeza. Si aun no es dado de alta es por lo mismo, le siguen haciendo chequeos aunque él ya no quiere eso.

Esos chequeos no son nada baratos y sus padres a penas pueden sostenerse, tampoco quiere que trabajen tanto hasta el grado en que sus cuerpos se deterioren.

Él quiere vivir por muchos años con sus padres, se podría decir que se conocen desde hace dos meses, pero el cariño y amor que ellos le demuestran a su hijo es imposible para él, no querer a sus padres, desear ser feliz a su lado.

‹Me desviare de camino para llegar mas rápido a mi habitación, si paso por el area de los infantes entonces será mas rápido. Es la primera vez que pasaré por está área...›

—¡Mi mamá dice que no tienes madre y eres un repugnante bastardo!—Vocifero, procede a dejar salir una carcajada junto a sus amigos, mientras señala con burlas al pequeño niño, bien tenía nos 8 años. De cortos cabellos, carmesí, peinado estilo príncipe.

Ese insulto hizo que el joven Seth dejara de mover su silla, había algo en eso que lo hacía sentir incómodo y ansioso pero no tenía planeado prestarle atención, mucho menos meterse en la pela de niños.

—No debería de interesarte si tengo o no una madre.—Sus manitas se volvieron un puño.—Ese es solo mi problema.

Sus grandes ojos era como ver unas preciosas gema de color rosado, a punto de cristalizarse y volverse añicos de dolor por tales palabras. No quería prestarle atención a eso pero le dolía que a cada rato le dijeran que no tiene mamá.

—Ahora veo de donde viene tu educación, tan vulgar como tú madre.—Da la medía vuelta.—Ya estás grande como para discutir con un niño de 8 años.—Niega con la cabeza.—Madura.

No le iba a dar la oportunidad de verlo lastimado a esos chicos, un años mayor que él, era mejor irse a seguir escuchandolós.

—¡Detente y solo tengo 9 años!—Lo agarra de la mano—¡Eres un bastardo que la mato al nacer y todavía te haces el digno!—Escupe.—Mi mamá dice que eres un asesino, si fueras mi hermano ya te huera...¡Ay!—Cayo de trasero al suelo.—¡¿Quién fue?!—Mira a todos los lados.

—¡Oh, lo siento!—Lleva la mano a su boca.—Me percate de un mal olor y solo quería sellar a ese inodoro andante.—Sonríe dulcemente.—¿Me de vuelves mi zapato?

—¡Me acabas de comparar con un inodoro!—Su cejo se frunció y sus ojos marrón oscurecen.—¡Tú un monstruo con diferentes ojos!

—¿Eras tú el que apesta a mierda?—Cubre su nariz.—Y gracias por halagar mis ojos, aunque siento un poco de envidia en tu voz. ¿Quieres sacarme los ojos para dárselos a tu madre?

—Yo, no...—Es la primera vez que se queda sin palabras, discutir con la persona enfrente de él, era como escucharse asimismo burlándose de los demás pero en este caso, era de él. Eso no le agradó.

—Si, eres tú el de la apeste no hay duda de eso.—Sigue hablando ya que ese pequeño se callo avergonzado.

Para ser un niño de 9 años tenía mucha presencia, sus ondulados cabellos rubios cayendo sobre su pequeño rostro, si así de bien parecido sus padres tampoco deben de ser nada simples ya que, ese niño si emana clase, aunque al abrir la boca todo eso se desvanece.

—¡Sabe quién...!

—¿Me debería de importar?—Bosteza.—¿Eres acaso Dios? Si lo eres podría darme mucho dinero, me conformo con un millón.

Dios, ¿qué hago aquí discutiendo con este niño? Sin embargo, no me gusta su comportamiento. Como puede decir tan duras palabras aunque la culpable es su madre y su repugnante manera de educarlo.

—Yo soy...

—¿Entonces no eres Dios?—Se decepciona.—A mis ojos solo eres un niño caprichoso, mimado que no le importa dañar los sentimientos de las demás personas. Porque prefieres hablar antes de ponerte a pensar lo que tus palabras causarán.—Mira fijamente a ese niño.—¿Dime que sentirías tú si estuvieras en el lugar de él?

—Yo... Yo Tengo a mi madre...

—No te estoy diciendo y mucho menos preguntando si tienes o no tienes madre, solo quiero que te pongas en su lugar. ¿Puedes hacer eso?

De este chico no puedo sentir nada malo, solo que su madre lo ha estado criando de mala manera. Cómo ella ve la vida y quiere que los demás lo vean.

—Sí.—Bajo su cabeza.—Si puedo.—El chico no podía refutar ni ponerse en contra de Seth, por lo que fue muy obediente, ¿quizás fue por qué es la primera vez que le hablan con dureza?

—Vamos.—Agarra la mano del chico cabello carmesí.—Tú eres él, él eres tú.—Conecta su mirada con esas gemas rosadas.—Dile lo que él te gritó.

—Yo...—No está bien hacer eso, mostrar mis sentimientos es sinónimo de debilidad, es lo que siempre me dice mi niñera.

Que debo de aceptar lo que me dicen como si fuera nada, como si no importará lo mas mínimo. Tampoco debo de decirle a mi padre porque eso solo dañaría a mí padre, que se sentiría culpable por mi nacimiento.

Pese a eso, porque en el instante en que está persona apareció, me defendió, esa enseñanza de mi niñera flaquearon y se terminó por derrumbar al momento en que sentí la calidez de su mano, sosteniéndo la mía para que deje de temblar.

—Está bien sino lo quieres hacer.—Sonríe.—No tienes porque ponerte en su nivel, pero aveces es importante sacar lo que tienes dentro o terminarás asfixiado.—Palmea la manita del pequeño.

No sé cómo era mi vida antes de caer en coma, pero no hay duda de que soy amado por mis padres, sin embargo. Somos una familia que no llega ni a clase media por lo que así como a este niño lo molestan a mi también me debieron de acosar por ser pobre y por eso me siento un poco identificado con él.

—No eres un asesino, no mataste a nadie y tú madre allá, en el cielo.—Apunta el cielo azul.—Estará muy triste de ver a su bebé sufriendo...—Guardo silencio al ver las grandes gotas de agua caer de esos bonitos ojos.

—¡¡Aaaahh!!—Grito con todas sus fuerzas.

El pequeño ya no pudo más y solo dejó salir todo lo que sofocaba su corazón, lo que había estado ignorado pero no por eso dejaba de doler.

—Váyanse y si me doy cuenta que andan diciendo tonterías.—Saca su lengua y luego finge que sus dedos es una tijera.—¿Entienden?

—¡Sí!—Salen corriendo.

Solo quedando él y el chico que cayó en sus brazos, sin parar de llorar mientras dice, "no mate a mamá, mi nacimiento no la mato" a lo que el joven responden;

—Claro que no, seguramente ella te amaba y saber que lograste conocer el mundo le puso muy feliz.—Pobre niño, debió estar aguantando mucho todo este pesar.—Ella se fue tranquila sabiendo que quedabas en buenas manos, las de tu padre...¿es buen padre, verdad?

—¿Qué pasaría si no lo fuera?—Preguntó, su voz grave y sensual hizo eco en el oído del joven, tras susurrarle sobre el oído.

—¡¿Qué demonios?!—Instintivamente cubre sus oídos, girando su rostro hacia un lado.—Otra persona sin modales...¡Un gigante!—Exclamó al ver ese semental que bien estaba midiendo entre 1.93 metros de alto.

Seth sintió que estaba siendo jalado por magnetismo al encontrarse con esos ojos rasgados de intenso y brillante color negro, al igual que su corto cabello, con mechones sueltos sobre su frente y gruesas cejas suavemente arqueadas.

Solo bastaba un segundo para correr el peligro de quedar hipnotizado ante esa mirada penetrante y cautivadora, tan cautivador como su corpulento cuerpo. Tiene una exquisita espalda y hombros anchos de ensueño al igual su estrecha cintura.

—¡P-Padre!—Empezo a tartamudear el pequeño, nervioso.—¿Me escuchaste...?

—No, no vi ni escuché nada.—Sobre la cabeza del pequeño cayó el saco de su padre, sintiéndo un extraño sentimiento pero muy agradable.

—Entiendo.—Sonríe ligeramente.

El pequeño no quería mostrarle ese lado a su padre, es por eso que su padre lo cubrió con su saco. Para no permitir que vean los ojitos hinchados de su pequeño.

—Ya que está tu padre aquí, me voy yendo.—Este hombre desprenden un olor que me hace sentir raro, quizás su colonia tenga algo extraño.—Cuiadate.—Es mejor manterse alejado de ellos, solo hora me doy cuenta que son personas de dinero.

—Espere.—El pequeño lo detiene.—Me gustaría invitarlo a comer, como muestra de agradecimiento.

—No es necesario, con que hayas aprendido algo después de esto, eso es todo.

—Pero...

—¡Seth!—Exclamó con alivio a ver a su hijo.

—¡Mamá!—Se asustó al ver cuan cansada se veía.—¿Qué pasa?—Va hacia ella, alejándose de ellos dos.—¿Pasó algo en el trabajo?—Limpia con un pañuelo el sudor en la frente de ella.

—Nada de eso.—Abraza a su hijo.—Solo fuí a tu habitación y al no verte me asusté.—Contiene sus lágrimas.

—Lamento preocuparte.—Corresponde el abrazo de ella.—Me tarde un poco mas de lo habitual tomando el sol—Puede escuchar los latidos de su corazón.—Volvamos, ¿no dijiste que me traerías algo rico?

—Sí.—Se enderezara.—Lo deje en la habitación.—Empuja la silla de ruedas.—Es tu guiso favorito.

—Ya quiero probarlo.

Tanto padre como hijo quedaron en el olvido, para el adulto es la primera vez que le pasó algo así, siendo tratado como nada importante.

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