Capítulo 41
Nota: Este es el último capítulo. Un millón de gracias a todos los que habéis leído, votado y comentado, sois lo mejor. Acabo de subir la portada del nuevo Bellarius que actualizaré los lunes para que lo podáis guardar en la Biblioteca. Los jueves voy a un subir una historia de Bellatrix x Grindelwald, si os interesa también he subido la portada. En cualquier caso gracias de nuevo por vuestro apoyo, os adoro como Bella a los dragones bebé.
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Al día siguiente Sirius acudió a Zermatt. En una entidad bancaria le transfirió a Rose el triple de la cantidad que le pidió a Bellatrix por el vestido. Por su parte la bruja mandó las joyas de su madre a un taller de orfebrería mágica. Los duendes se ocuparon de extraer los diamantes negros de las joyas y tallarlos en piedrecitas más pequeñas. Una vez terminado el proceso, se los enviaron a la diseñadora. Diez días después Bellatrix recibió el vestido más bonito que había visto nunca. Rose lo acompañó de una nota:
Querida Bellatrix:
He cerrado la tienda estos días para poder centrarme en tu vestido y así he terminado antes de lo previsto, para que os podáis casar cuanto antes. Os habéis confundido con la transferencia: habéis ingresado mucho más de lo necesario, dame tu número de cuenta y os devuelvo lo que sobra.
Espero que te guste y te quede bien. Se lo ha probado Nellie, que tiene tus medidas, y dice que ojalá pudiese casarse consigo misma. Te manda recuerdos.
Espero que tengáis una gran boda, un abrazo enorme a ti y a Sirius,
Rose.
PS. ¡Hola, soy Nellie! Rose no me deja escribirte porque dice que digo muchas tonterías, he tenido que robarle la carta cuando se ha ido a currar. Ayer se me coló un gato en la tienda y se durmió encima de las empanadas porque estaban calentitas. Me pareció mal molestarlo y lo dejé. Luego las vendí y ni siquiera cobré extra por el condimento gatuno. Me considero la mejor persona que conozco.
Bellatrix se echó unas buenas carcajadas con la absurda nota de Nellie. Después se probó el vestido. Le sentaba como un dragón en el hombro: estupendamente. El corpiño resultaba deslumbrante con el brillo de los diamantes negros que enmarcaban su escote. La falda caía hasta las rodillas y resultaba ligera, con mucho vuelo y pequeños destellos. La mortífaga nunca sintió especial interés por la moda, solo sabía lo que le contaba Narcissa, ella tenía ocupaciones más importantes. Pero aún así aquella prenda la hizo sentirse realmente especial y eso la hizo sonreír.
Contestó a la nota dándole las gracias a Rose y explicándole que consideraba que su trabajo valía más de lo que pedía. Añadió otra carta para Nellie relatándole tonterías del cariz de las suyas. Se las ató a una de las lechuzas que se encargarían de entregarlas en el Intercambiador de Correo Mágico: las aves entregaban ahí las cartas dirigidas a quienes no conocían la magia y los magos encargados las reenviaban por correo muggle. Bellatrix jamás había usado ese servicio, pero para todo había una primera vez...
-¡Hoy va a ser el día más feliz de mi vida! –exclamó Sirius cuando se despertó dos días después.
A su lado, Bellatrix sonrió aún medio dormida. Habían pedido hora para casarse esa tarde y los dos estaban ansiosos porque llegase el momento.
-Para alguien que ha resucitado, escapado de la cárcel y ganado una guerra el listón de la felicidad está alto... -se burló la bruja.
-Si les hubieses preguntado a mis amigos, hubiesen visto mucho más probable que resucitara a que me casara, sin ninguna duda.
"¡Y que lo digas!", se escuchó una voz en la lejanía, "Aunque sospeché algo porque cada vez que insultabas a tu prima soltabas algo como 'Maldita y sensual Bellatrix'... No decías lo mismo de Snape". Al momento Bellatrix protestó. Ya habían tenido varios altercados por el asunto del cuadro de James. Sirius hablaba casi todos los días con él y a veces se olvidaba de volver a guardarlo. Le echó la bronca a su amigo por espiarlos e intervenir y lo subió a la buhardilla pese a sus protestas. Después preparó el desayuno y se sentaron juntos a disfrutar de las tortitas con frutos del bosque. Cuando terminaron, pasaron al salón.
-Bella, quería preguntarte una cosa... -empezó Sirius dubitativo- Sé que queremos casarnos los dos solos, pero ¿te parecía mal si...?
-No, Sirius –suspiró ella-, ya te dije que no me importa que venga bebé Potter, sé que es importante para ti.
El animago la abrazó con gratitud. Utilizó el espejo de doble dirección que Bellatrix le había devuelto para comunicarse con su ahijado. Le explicó que había dejado en su mesilla un traslador por si había alguna emergencia. Unos minutos después Harry apareció en la cabaña y abrazó a su padrino. Después se dirigió a la mortífaga que no se había levantado del sillón. No había hablado con ella desde antes de la guerra, la situación era un tanto violenta para ambos.
-Bellatrix... Gracias por todo, por lo que conseguimos en la guerra y sobre todo por...
Con un leve gesto de cabeza, señaló a su padrino. La bruja entendió que la frase se completaba con "Sobre todo por salvar a mi padrino de todas las formas posibles, ya que creí que tras la guerra se suicidaría sin ti". Tras unos momentos de silencio, Bellatrix respondió:
-De nada, bebé Potter. No es que me emocione compartir casa otra vez...
-Me iré mañana, no te preocupes –se apresuró a comentar el chico-. Molly no para de invitarme a comer desde que estoy con Ginny, creo que quiere casarnos ya...
Sirius sonrió y Bellatrix comentó encogiéndose de hombros que de todas formas hacían falta dos testigos, así que Harry tendría su utilidad.
-Supongo que en el juzgado tendrán a alguien para que sea el otro... -murmuró ella.
-Bellatrix Black –escuchó una voz grave a su espalda-, si piensas que vas a celebrar una sola de tus bodas sin mí, es que tu inteligencia ha decaído a niveles alarmantes.
Bellatrix se giró y se levantó de un salto. "¡Roddy!" exclamó corriendo hacia él. El mago la abrazó con fuerza y ella se dio cuenta de que lo había añorado más de lo que creía. Sin soltarla, Rodolphus le susurró que la echaba de menos y que se alegraba mucho de que fuese feliz. No hubo lugar a más confidencias porque Sirius carraspeó.
-¿Quieres decirme algo, Black? –comentó el mortífago con sorna- Me contó Bella en sus cartas que te gustó el regalo de Navidad. ¿Algo que agradecerme?
Sirius se tragó el orgullo y le dio encarecidamente las gracias. De hecho, estaba deseando enseñarle el cuadro a Harry. Sabía que un regalo así tenía valor incalculable y sus palabras igual no eran suficientes... Al momento Bellatrix abrió la boca para proponer un trío. Entonces recordó que bebé Potter estaba presente, desde luego él era todo lo contrario a sus fantasías eróticas así que tuvo que callarse. Le indicó a Sirius que subiese a enseñarle el cuadro a Harry mientras ella y Rodolphus se ponían al día.
-Buena idea. Ardo en deseos de que me cuentes qué te parece mi casa, cómo te trata este para ver si le permito casarse contigo y sobre todo cada detalle sobre tu reaparecida amante muggle –comentó el mortífago acomodándose en el sofá.
Bellatrix asintió con una enorme sonrisa mientras los otros dos magos subían a la buhardilla. Harry se emocionó mucho ante el retrato de su padre, Sirius pensó en ofrecerle que se lo quedará él, pero lo pensó mejor. "¡Al cuerno! Yo conocí antes a James, Harry ya tiene muchos amigos, no necesita a otro de dos dimensiones" reflexionó internamente. Quería a su ahijado, pero el amor tiene sus límites.
Cuando una hora después volvieron al salón, Sirius tuvo que apretar la mandíbula de la rabia ante la imagen que los recibió. Rodolphus seguía sentado en el sofá, pero Bellatrix se había transformado en jaguar. Estaba tumbada panza arriba con la cabeza en el regazo del mago mientras él le rascaba y acariciaba con ambas manos. El animal tenía los ojos cerrados y ronroneaba de placer. Rodolphus captó la mirada de Sirius y comentó con suficiencia:
-Quizá algún día, Black, llegues a ser mejor marido de lo que fui yo (eso espero o te mataré), pero jamás me igualarás como rascador de grandes felinos.
Sirius tuvo que admitir con rabia que así era. De hecho, de no haber estado Harry, él mismo se habría transformado para recibir una buena sesión de caricias. Pero tuvo que aguantar las ganas. Se marchó con su ahijado a la cocina y juntos prepararon la comida. Cuando estuvo lista comieron los cuatro. Al terminar, Rodolphus extrajo unos papeles de su capa y se los tendió a Bellatrix.
-Mi regalo de boda.
La mortífaga los leyó con curiosidad. Eran las escrituras de esa casa, de esa cabaña de lujo en la que había pasado las Navidades más felices de su vida. Y Rodolphus la había puesto a su nombre.
-¡Pero a ti te encanta esta casa! ¡La construiste para ti porque te parecía el lugar más bonito del mundo! –exclamó su exmujer.
-Lo más bonito del mundo es tu sonrisa, Bella. O tu ceño fruncido, o tus crucios. Yo nunca he pasado mucho tiempo aquí, sin embargo tú eres feliz (e incluso has empezado tu propia familia de dragones) así que quiero que te la quedes.
Sin saber qué decir, profundamente emocionada, Bellatrix le abrazó de nuevo.
-¿Y a mí qué me regalas? –preguntó Sirius con sorna.
-A la que en el fondo siempre consideraré mi mujer, ¿te parece poco?
Sirius no pudo replicar ante eso. Era verdad: tenía a Bellatrix y no necesitaba nada más. Un par de horas después se prepararon para la ceremonia. Los tres magos se vistieron con túnicas de gala. Sirius estaba impresionante y Rodolphus también, aunque comentó que no se había esforzado mucho para no eclipsarlo. Al lado de ambos magos Harry se sentía como Ron con la vieja túnica de la tía abuela Tessie. Aún así no paraba de sonreír al ver a Sirius tan feliz. Cuando Bellatrix bajó con el vestido morado que brillaba casi tanto como sus ojos, los tres se quedaron sin habla. Fue Rodolphus el primero en reaccionar:
-Os informo de que acabo de abandonar la homosexualidad –declaró con solemnidad- y exijo volver a casarme contigo, Bella.
Bellatrix se echó a reír y agradeció el cumplido. Sirius reaccionó por fin y exclamó que de eso nada. Ante lo que Rodolphus respondió con rapidez: "Está bien, Black, volveré a ser gay por ti". Su exmujer soltó otra carcajada. Eran los dos hombres de su vida y le hacía mucha gracia lo diferentes que eran y los dramas que eso conllevaba. Sirius no supo qué responder, Rodolphus ganó esa partida.
-Vamos, quiero casarme ya –murmuró Sirius cogiendo a Bella de la mano para salir de casa.
Se aparecieron en Galtic para no perder tiempo y entraron al juzgado mágico. Le pidieron a la bruja que oficiara la ceremonia lo más breve posible y así fue. Realizaron un conjuro de unión similar al juramento inquebrantable, solo la muerte podría separarlos (y aún así, ambos estaban seguros de poder burlarla otra vez). Se prometieron quererse siempre con la pureza de los dos niños que se hacían dibujos en Navidad y con la intensidad y la locura que solo ellos poseían. Fue una boda preciosa, íntima y con una magia que ningún conjuro igualaría jamás.
-Te quiero, Trixie –susurró Sirius contemplando embobado sus alianzas.
-Te quiero, Sidi –respondió ella besándole.
Cuando salieron del edificio ya había anochecido. El animago tenía una cena sorpresa: la había organizado junto con los encargados del Santuario en la pradera alpina que servía de hábitat a los dragones. Se dirigieron hasta ahí sin soltarse de la mano mientras bromeaban con Harry y Rodolphus que seguían emocionados tras la ceremonia.
-¡Mira, Rod, este es Zyru! –exclamó la bruja feliz de poder presentarle a sus ahijados de los que tan orgullosa se sentía.
Pese a que los manjares que les sirvieron eran deliciosos, Bellatrix apenas probó bocado: pasó casi toda la cena jugando con los dragoncitos y presentándoselos a los magos. Harry no les cayó especialmente bien, a Sirius lo respetaban y de Rodolphus no se fiaban hasta que comprobaron que era muy bueno acariciándolos. Jugaron con ellos durante horas. Volvieron a casa ya de madrugada. Acomodaron a sus invitados a toda prisa y se encerraron en su habitación.
-Con calma, Bella, es la primera vez que voy a hacer el amor con mi mujer, tiene que ser especial –comentó Sirius entre risas mientras la mortífaga desgarraba los botones de su camisa.
-Sí, sí, especial pero desnúdate ya, que tenemos que consumar muchas veces para estar seguros de cumplir bien el ritual.
-Todas las que quieras, nena, todas las que quieras –murmuró él acariciándole el muslo mientras su mano trepaba bajo su vestido.
Apenas durmieron esa noche y solo salieron de la cama cinco minutos para despedirse de Harry y Rodolphus. Después volvieron corriendo al dormitorio dispuestos a no separarse nunca, nunca más.
Un mes después regresaron a Inglaterra pues Sirius quería conocer al recién nacido Teddy. Bellatrix asistió al cumpleaños de Draco y no olvidó la otra visita que tenía pendiente. Entró en la pastelería muggle en la esquina de la calle del Callejón Diagon y espetó como la primera vez:
-¿Hay algo comestible aquí?
Nellie levantó la vista con ojos brillantes y declaró:
-¡Yo misma!
Después de reírse y ponerse al día, fueron a saludar a Rose. La modista había tenido que cambiar de local a uno más grande pues no dejaban de llegarle pedidos. No tenía ni idea de cómo había sucedido, pero estaba altamente emocionada por el éxito de sus vestidos. Bellatrix no le contó que mandó una foto de su boda al Profeta especificando dónde había conseguido el impresionante vestido. Aún así la muggle sospechó que había tenido algo que ver y le estaba muy agradecida.
En febrero Sirius y Bellatrix regresaron a su cabaña en Suiza y no volvieron a Inglaterra hasta julio. Quedaron a comer con Rose y Nellie en la casa de ambas y en cuanto pusieron un pie dentro, Nellie exclamó:
-¡Bella! ¿¡A que eres una bruja!? ¡Lo sabía, sabía que eras una bruja!
Sirius miró a su mujer frunciendo el ceño en un gesto de reproche, pero Bellatrix parecía genuinamente sorprendida. Estaba segura de no haber revelado el secreto...
-¡Nellie! –la regañó Rose- No puedes contarlo...
-¡Pero Bella lo es! ¿¡A que sí, a que sí!? –exclamó la muggle muy excitada- ¿A que tienes un palo mágico y sabes volar y has ido a Hog... Hoguard...? ¡Como se llame ese sitio!
-Eh... -murmuró la bruja desconcertada- ¿Sí?
-¿De dónde habéis sacado esa información? –preguntó Sirius.
-¿Recuerdas que te hablé de mi ahijado? Mi sobrino Robert de diez años –aclaró Rose.- Acaba de cumplir once y vino una mujer a explicarnos que... Bueno, que es mago y lo han aceptado en el colegio de magos. Al parecer puede suceder aunque no haya ningún mago en la familia...
Los Black suspiraron aliviados por no haber sido ellos los que metieron la pata. Rose también al comprobar que realmente eran magos y por tanto ella tampoco había revelado nada. Nellie sin embargo no paraba de dar saltitos ilusionada pidiéndole a Bellatrix que hiciera algún truco. Su amiga sacó la varita y la complació. Le preguntó cómo había sabido que ella también lo era.
-¡Es evidente! –proclamó Nellie- Si existe alguien que sea bruja en este mundo tenías que ser tú. Además eso explica bastantes cosas... Como los pasteles con forma de caldero que me traías de joven, el remedio milagroso para la resaca, las preguntas que haces siempre sobre cosas obvias como que por qué una fotografía no se mueve... Seguro que eres la mejor bruja del mundo.
Bellatrix asintió ligeramente avergonzada al darse cuenta de que no era tan discreta como creía... Aunque también la halagó que Nellie la considerara la fuente absoluta de la magia.
-Siempre pensé que simplemente eras especial y por eso hacías cosas raras y nunca te pregunté para no hacerte sentir mal. Pero ahora todo tiene sentido –concluyó Nellie sonriente.
La bruja la abrazó agradecida por su comprensión y su cariño.
-Entonces podemos invitaros a comer en el Callejón Diagon –intervino Sirius-, conozco un sitio que os va a encantar.
Ambas asintieron ilusionadas y desde entonces las incluyeron también en sus planes mágicos siempre que visitaban Inglaterra.
Fuera de esos periodos, los Black se afincaron en su casa en las montañas suizas. También viajaron por todo el mundo, corrieron aventuras en los más exóticos parajes y hubo avistamientos de un jaguar y un perro gigante jugando juntos en los lugares más insólitos. Volaron sobre hipogrifos y dragones (Zyru y sus hermanos siempre consideraron a Bellatrix su mamá humana) y se besaron y persiguieron bajo tormentas que Bóreas creó para ellos. Los dos vivieron sabiendo que no fue el ritual de sangre sino el amor lo que venció a la muerte.
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