Capítulo 26
A la mañana siguiente Sirius sintió que le golpeaban en el hombro, pero aún así siguió durmiendo. No funcionó, le seguían molestando. Gruñó con fastidio, estaba muy a gusto. Entonces escuchó que alguien susurraba en su oído:
-Rod acaba de volver, te va a pillar aquí.
Sirius abrió los ojos con horror. Tenía a Bellatrix entre sus brazos, parecía mucho más alegre y relajada que la tarde anterior. Olía muy bien y su piel era realmente suave, le encantaba tenerla para él solo. Pero no la tenía. Se levantó de un salto y se vistió a toda velocidad. Recuperó su varita e iba a salir por la puerta cuando su prima le detuvo:
-Te lo encontrarás por el pasillo, sal por la ventana –indicó abriéndola con un gesto de varita.
-¡¿Estás loca?! ¡Es mucha altura! –exclamó él intentando no levantar la voz.
-Usa un hechizo para frenar la caída, es de tercer curso, Sidi. O sal por la puerta, pero si te pilla...
En ese momento se escuchó un ruido en la antesala de las habitaciones de la mortífaga. Sin pensarlo, Sirius saltó por la ventana. Logró utilizar un arresto momentum y la caída ocurrió a cámara lenta, así que no se hizo daño al alcanzar el suelo.
-Por las calvas de Merlín... –masculló camino a la entrada de la mansión- Toda mi juventud viajando de cama en cama y nunca me había visto en una así, ¡es que es ya lo último!
En su fuero interno decidió que había valido la pena y repetiría sin dudar; aunque eso no anulaba el temor a Rodolphus Lestrange. Se sentó a la mesa del desayuno donde ya estaban sus amigos. Marlene le preguntó distraída mientras se servía bizcocho dónde había pasado la noche. Él respondió que trotando por los bosques y a nadie le sonó extraño. Sirius empezó a preocuparse por la imagen de chalado que tenían de él.
El causante del ruido no había sido Rodolphus. No. Fueron Kreacher y Didi en una de sus habituales trifulcas por quién de los dos era el favorito de la señorita Bella. El mortífago subió a la habitación de su mujer diez minutos después. La encontró medio tumbada en la cama leyendo el Profeta. En cuanto lo vio, bajó el periódico y le sonrió.
-Ven, túmbate conmigo- lo invitó dando una palmada sobre el colchón.
Rodolphus contempló la cama con aprensión. Su mujer soltó una carcajada y comentó:
-No te preocupes, acabo de ducharme y Didi ha cambiado las sábanas.
El mortífago suspiró aliviado y se tumbó junto a ella. Bellatrix se acurrucó junto a su pecho mientras él le acariciaba el pelo.
-¿Qué, qué tal fue anoche?
-Impresionante –murmuró la bruja poniendo los ojos en blanco para acentuar la emoción-, aún me tiemblan las piernas. Muchas gracias, Roddy. ¿Crees que podrías hacerlo hoy otra vez?
-Cielo, si le amenazo todos los días va a resultar un tanto extraño. Sé que a ti te pone y a él le da más morbo así (como a todos los hombres), pero no quiero parecer un paranoico.
-¡No lo eres! Lo serías si fuesen imaginaciones tuyas, pero realmente se está tirando a tu mujer, así que... Tienes motivos de sobra para amenazarle –respondió sonriente.
Rodolphus no pudo evitar sonreír también, Bellatrix estaba preciosa cuando lo hacía. Y le encantaba verla tan feliz. Aún así suspiró con dramatismo:
-De verdad que no sé por qué hago esto...
-Porque me quieres. Y yo te quiero a ti, mucho –respondió besándolo en la mejilla y después en el cuello.
-A él le quieres más, al final me pondré celoso de verdad.
-Son amores distintos.... Además –añadió con una sonrisa pícara-, le he hecho saltar por la ventana como a un amante de tres al cuarto.
Rodolphus se echó a reír y la estrechó más junto a su cuerpo.
-Estás fatal, ma belle, estás fatal...
-Se lo merece por estar con la imbécil esa.
Precisamente "con la imbécil esa" estaba Sirius en ese momento. Llevaba semanas posponiéndolo pero decidió que no podía esperar más. Así que después del desayuno salió con Marlene a dar una vuelta por los bosques y sin ambages ni excusas comentó:
-Marly, creo que deberíamos dejarlo. Lo que estamos viviendo nos supera y creo que ambos quisimos estar juntos para no sentirnos tan solos. Pero me parece egoísta seguir fingiendo que nuestra relación tiene futuro cuando lo veo tan poco probable...
La bruja le miró con la boca abierta sin saber qué decir. Al final con frialdad replicó:
-¿Ah, no? Habla por ti, serás tú el que no ves futuro.
-¿Cuál nos ves tú? –preguntó él con suavidad.
-Eh... Pues... Bueno, depende de cuándo sea la guerra y eso, pero... ¡Estar juntos, al menos! Ya estuvimos juntos en el colegio...
-Sí, yo creo que eso es lo que sucede: queremos aferrarnos a eso como si las cosas no hubiesen cambiado, pero sí que lo han hecho.
Los siguientes diez minutos estuvieron plagados de gritos y reproches, la mayoría por parte de la rubia. Sirius se limitó a asentir y dar su punto de vista. Por supuesto Marlene siguió desahogándose:
-¡Si no estuviésemos aquí encerrados no dudaría de que te estabas tirando a otras! Eres incapaz de...
-Si consideras que soy así, no creo que tengas ningún interés en estar conmigo, ¿no? Mereces a alguien mejor, Marlene.
La bruja volvió a resoplar airada y le miró con profundo odio. Le espetó que tuviera suerte, a ver quién más lo aguantaba con su carácter y sus traumas. Sirius respondió que probablemente solo el whisky y la observó marchar. No salió de la mansión, sino que se largó a encerrarse en la habitación que compartían. El animago avisó a Kreacher y le ordenó que se apareciera en su dormitorio y recogiese sus escasas posesiones. No quería que se las destrozara. El elfo obedeció y se las dejó en uno de los salones. Él siguió vagando por los jardines con sensación de pesar, aunque con un tinte de liberación por haber terminado una relación que siempre estuvo vacía.
-¡Sirius! –le llamó Tonks cuando volvió del trabajo a medio día.
-¿Qué hay, Dora? –respondió él imitando su habitual saludo- Recuerda que hoy hay luna llena y tu novio está aún más deprimido de lo habitual. Salúdale que se anima solo con verte.
-Sí, luego. ¿Puedes buscar a Harry y llevarlo a la sala de entrenamiento? La del pasillo del fondo de la primera planta.
El animago asintió viendo que se trataba de algo serio. Diez minutos después, ellos dos junto con Harry y Ted se hallaban en la sala en cuestión. Lupin apareció el último. Tonks murmuró que ya estaban todos y cerró la puerta.
-No, falta tu novia, ¿dónde está? –le preguntó Ted a Sirius.
-Yo qué sé, probablemente en la cama con el estúpido de Lestrange –respondió disimulando la rabia.
Sirius vio cómo todos le miraban extrañados y fruncían el ceño. Entonces se dio cuenta de que su cerebro le había traicionado y había respondido sin pensar.
-¡Ah! Había creído que... Marlene está...
-De momento es mejor que seamos solo nosotros –le cortó la auror-. Veréis, he estado investigando con Kingsley. Es evidente desde el principio que hay un traidor en la Orden y tenemos que averiguar quién. Voy a confiar en que no es ninguno de nosotros cinco...
-Muy bien, ¿algo nuevo? –preguntó Lupin.
-Hemos empezado con Bellatrix. Es muy difícil rastrearla, Severus dice que a las reuniones de mortífagos no acude desde que supuestamente huyó, pero Voldemort también lleva semanas desaparecido, así que podría quedar con él perfectamente. En el Callejón Knockturn también dicen que la han visto, pero bueno, eso prueba nada... Necesitaríamos algo más para marcarla como traidora y de momento no lo tenemos.
-Si es ella cubrirá bien sus huellas –aseguró Harry-, no se dejará ver donde no le venga bien.
-Ya, eso pensamos nosotros también. Así que hemos continuado con Marlene, lo siento, Sirius, pero necesitamos estar seguros de que...
-Lo hemos dejado –informó él con desgana-. Y tienes razón: hay que investigarlo todo, demasiada gente nos ha traicionado. Sigue.
Hubo unos segundos de silencio en los que dudaron si darle el pésame. Viendo que el animago no quería hablar del tema, Tonks continuó como si nada:
-Bien, pues la hemos investigado. Me he reunido con los sanadores franceses amigos suyos que según ella vinieron para ayudarnos.
-¿Existen? –inquirió Harry.
-Sí, existen. Y es cierto que hablan con Marlene por la chimenea (lo hicieron ayer) y a veces se reúnen en persona.
-Entonces queda descartada –sentenció Ted.
-Bueno, algo no cuadra del todo... -murmuró la auror retorciendo entre sus dedos un mechón de pelo que ese día lucía azul- Como os digo es verdad lo que nos contó, pero no parece que su relación sea tan estrecha como cuenta. Podría ser simplemente porque quiere ponerse en valor y magnificar su trabajo, aunque...
-¿En qué sentido? –la interrumpió Sirius.
-No han venido a Inglaterra porque ella se lo pidiera, salió de ellos. Son una asociación con sede en Estrasburgo que trabaja con víctimas en zonas de conflictos. En previsión de lo que pudiera pasar, optaron por venir. Con Marlene hablan una vez al mes por la chimenea y otra en persona, pero ella no les ha contado mucho de la causa. Lo cual podría ser porque no quiere darles información de Harry o nada que nos comprometa... Pero digamos que estaban aún "por convencer", a Kingsley y a mí no nos ha costado nada. Ya os digo que estaban por la labor, por eso es raro que ella no se haya esforzado más en integrarlos. Aunque tampoco sabemos si podemos confiar plenamente en ellos... Ese es el problema, en estos tiempos todo resulta paranoico.
Hubo unos minutos de silencio mientras debatían el significado de aquello. Finalmente convinieron que podía no significar nada, no era en absoluto concluyente. No podían acusar a Marlene de traidora solo por eso. Tonks explicó que habían investigado a más miembros de la Orden –los Weasleys, Snape y Mundungus- y de ellos no tenían nada.
-¿Entonces qué podemos hacer?
-Tengo ideas... -murmuró Tonks- Pero necesitaría algo más sólido sobre de quién sospechamos. Contadme otra vez paso por paso lo que sucedió con Dumbledore.
Harry repitió la historia con paciencia y Sirius añadió los detalles que recordaba. Tonks comentó que resultaba sospechoso que apareciera Rodolphus justo en el momento en que murió Dumbledore. Harry apuntó que el mortífago solía pasear por los jardines a esa hora.
-Además fue quien recuperó el cadáver. De no ser por él igual el asesino se lo hubiese llevado para registrarlo... O simplemente para profanarlo, en la primera guerra Voldemort montaba espectáculos grotescos con los cadáveres de sus víctimas para burlarse y aumentar el terror –recordó Ted.
-Ya, pero no podemos dejar de tener en cuenta que es un mortífago, igual que su mujer. No podemos confiar en él tan fácilmente –apuntó Lupin.
-Claro y está el asunto de la varita desaparecida y que él fue el primero en tocar el cuerpo y cerrar la herida... Vamos a preguntarle –decidió Tonks.
-¿El qué? –inquirió Harry- "Hola, señor Lestrange, ¿tendría la bondad de contarnos si usted o su mujer están tras el asesinato de Dumbledore? Muchas gracias. Una casa preciosa, por cierto".
-Bah, ya improvisaremos –le restó importancia la auror-. ¿Dónde estará?
-En la biblioteca, le he visto antes –comentó Lupin-. Pero no creo que debamos ir todos cual aquelarre...
-Cierto. Venid vosotros dos –les indicó Tonks a Harry y a Sirius-, le diré que para mi investigación necesito recabar datos de lo que sucedió y vosotros fuisteis los primeros en llegar a la escena.
Les pareció un plan –ni bueno ni malo, simplemente un plan- y como no tenían nada mejor que hacer... Pusieron rumbo a la biblioteca. Ahí le encontraron, en su sofá favorito leyendo un libro en un idioma que ni siquiera reconocieron. Para fastidio de Sirius, tumbada con la cabeza en su regazo estaba Bellatrix, esta vez en su forma humana puesto que también estudiaba documentos con atención. La bruja les preguntó con desprecio qué querían, su marido ni siquiera levantó la vista.
-¡Pasar tiempo con mis titos favoritos! –exclamó Tonks alegremente.
-¿Somos tus favoritos? –preguntó Rodolphus sin dejar de leer- Vaya disgusto se va a llevar Lucius...
-¡Joder, no recordaba que ese pavo es familia mía! –exclamó Tonks dándose una palmada en la frente- En fin, mejor olvidarlo de nuevo. El caso es que estoy investigando el asesinato de Dumbledore y quería repasar lo que sucedió. Como tú llegaste el primero junto con Harry y Sirius me preguntaba si te importaría contarme lo que ocurrió.
Lentamente, Rodolphus cerró el libro y empezó a relatar su versión ante las atentas miradas de Harry y Tonks. No así Sirius, que lo único que podía contemplar era la forma en que con la mano izquierda el mortífago acariciaba suavemente el rostro de Bellatrix. Cómo odiaba a ese hombre. Aunque también se alegraba de que su prima no viviese atrapada en una relación vacía...
-Y eso es todo –concluyó-. Después acudió McKinnon, Lupin, tú y todos los demás. Le entregué el cuchillo a Shacklebolt. Supongo que no habéis averiguado nada.
-No. El cuchillo no tenía maleficios permanentes, ni descubrimos el fabricante, ni nada... -murmuró Tonks- Quien lo usó sabía lo que hacía.
En la versión del mortífago no había nada nuevo, ningún hilo del que tirar. Así que la auror le pidió que conjeturara qué podía haber sucedido. Al igual que su mujer el día previo, comentó que estaba seguro de que era obra de Marlene: ella avisaría a cualquier mortífago o rastreador de que Dumbledore estaría desprotegido (o quizá Harry pero con él no tuvieron oportunidad) y se apostó fuera hasta que el mago salió del perímetro.
-¿Pero algo en Marlene te hizo sospechar? ¿Su reacción no te pareció natural? –inquirió Tonks.
La auror era buena con los interrogatorios. Había aprendido que normalmente cuando un sospechoso hablaba revelaba en sus respuestas más sobre sí mismo que sobre la persona a la que acusaba.
-Su reacción fue genuina, pero aunque fuese culpable era de esperar: ver muerto al considerado como el mago más poderoso de nuestro tiempo impresiona. Es indiferente que sepas que va a suceder, jamás pensamos que sucumbiría sin tan siquiera defenderse...
-Entonces no hubo nada que te llamara la atención -atajó Sirius.
-Sí, hubo algo –respondió Rodolphus con calma-. McKinnon acudió corriendo apenas un minuto después de que sucediera. Adujo que estaba en el salón hablando en la chimenea y la habían alertado nuestros gritos. Yo reformé esta mansión y me encargué de la insonorización de los muros.
-¿Insonorizaste toda la casa?
-Casi toda. A mi mujer y a mí nos gusta variar de lugar para perfeccionar las artes amatorias y no veo necesario que los elfos nos escuchen.
Bellatrix soltó una carcajada y levantó la cabeza lo justo para besarlo en los labios. Después miró de reojo a su primo a tiempo para ver cómo su rostro adquiría el color del vino. Por su parte Harry estaba también colorado de la vergüenza. Así que Rodolphus concluyó su disertación:
-Dada la distancia que separa la verja de entrada del edificio es absolutamente imposible que McKinnon escuchase nada. Ni desde el salón ni desde ninguna otra estancia de esta planta.
Esa información cambió la realidad para los presentes. Empezaron a buscar en sus cabezas el modo de justificarlo.
-Igual estaba abierta la ventana–apuntó Lupin.
-Es un ventanal del suelo al techo que solo Didi abre con magia para ventilar a primera hora –aclaró Rodolphus.
Tuvieron que aceptar que eso era difícil de justificar. Harry y Sirius se maldijeron por no haberse dado cuenta del detalle. Bellatrix se incorporó y exclamó alegremente: "¡Veis, por eso me casé con él! ¡Mi Roddy es el más inteligente del mundo!". Sirius apretó los puños con rabia mientras la mortífaga se reacomodaba sentada sobre el regazo de su marido apoyando la cabeza en el hueco de su cuello. Tonks acercó con su varita otro de los sofás y se acomodó también al darse cuenta de que la reunión iba para largo. Ahora sí tenían motivos reales para desconfiar de Marlene. Harry y Sirius se sentaron junto a ella.
-Vamos a ver, desde el principio –murmuró la auror haciendo memoria-. Lo primero fue el ataque al tren, ¿qué hizo Marlene ahí?
-Estaba en Grimmauld conmigo –recordó Sirius-. Vino con Remus y conmigo cuando a mí me avisó Mundungus. Luchó con varios mortífagos, al menos el rato que yo la vi...
-Sí, pero no mató ni hirió a ninguno –apuntó Harry-. Luego le pedí ayuda para curarte y no supo.
-Eso no prueba nada –apuntó Sirius-, nosotros intentamos no matar, solo apresar. Y solo los conocidos de Snape saben curar ese maleficio.
-Es verdad –reconoció su ahijado-. Después de eso echó a correr para buscar una zona donde aparecerse y buscar ayuda.
-Vale, nada raro ahí –decidió Tonks-. Lo siguiente fue el ataque a la Madriguera. ¿Qué hizo ahí?
-Nada... -murmuró Sirius haciendo memoria- Yo no recuerdo que hiciera nada raro, huir como el resto...
Por mucho que estrujaron sus memorias ninguno de los tres recordó nada. Entonces Bellatrix perdió la paciencia:
-Potter, te he enseñado a controlar tus pensamientos, la oclumancia requiere mucho más que cerrar la mente. Deberías ser capaz de bucear en tus recuerdos y revivir los detalles.
Harry asintió nervioso. Con esfuerzo se sumió en el estado de control y concentración que requerían las artes de la mente. Cerró los ojos y Bellatrix le fue guiando con su voz. El resto contemplaron con interés, parecía que Harry ya no estaba con ellos. Con voz casi automática empezó a relatar lo que veía:
-Marlene fue la primera en advertir que había fuego rodeando la Madriguera. Sirius se hizo cargo y nos mandó recoger nuestras cosas. Lo hicimos y volvimos al salón. Tonks advirtió que la red flu no funcionaba esa noche. Marlene sugirió salir al bosque de detrás, era la única opción.
Todos asintieron, así lo recordaban. Hasta ese punto todo normal.
-Entonces le preguntó a Sirius si había cogido la cartera que os regaló Hagrid. Sirius dijo que sí, la sacó del bolsillo y cayó de su bolsillo la pluma azul. Fue Marlene la primera que aseguró que era del pájaro de Bellatrix y que nos había rastreado con ella, aunque Sirius aseguró que él no la guardó.
-¿Cómo sabía ella de la existencia de Bóreas? –le interrumpió la mortífaga.
-Se lo contamos nosotros, encontramos la pluma cuando Bóreas te sacó de Grimmauld –explicó Sirius.
-Fue ella –sentenció Bellatrix-. Si tú no la guardaste, es porque fue ella. Se la guardó en Grimmauld para acusarme más adelante y la metió al bolsillo de tu chaqueta. Yo no estuve ahí, no pude hacerlo.
-Dijo que lo habrías hecho con algún hechizo invocador para que se le colara a Sirius... -murmuró Harry.
-Sería una magia muy compleja... podría hacerlo, pero no lo hice. Además, fue ella la que te hizo sacar la cartera para que la pluma cayera y la vierais.
Eso fue más difícil de rebatir y todos quedaron en silencio. Rodolphus fue el siguiente en hablar:
-El Señor Oscuro es astuto y le gusta tener espías. Cuando atacó a su familia, probablemente le ofreciera a ella conservar la vida a cambio de servirle como espía. El instinto de supervivencia prima sobre cualquier otro (o tal vez el miedo), pero por una o por otra, conseguiría que aceptase.
-Se supone que me odia, que detesta estar aquí y teme por su vida –añadió Bellatrix-, sin embargo no hay manera de que se largue. Probablemente porque quiere estar cerca de Potter, el objetivo final será él. Pero dentro de la casa y con todos nosotros rodeándolo le es imposible.
-Bueno, pero ella dice que es porque quiere... -empezó Harry.
-Sí, ya. Quiere estar con su Siriusín –ironizó Bellatrix- pero aún así seguro que... ¿Qué pasa?
La mortífaga se interrumpió al ver los rostros demudados de los tres miembros de la Orden. Al final Sirius carraspeó y sin mirarla respondió con rapidez que Marlene y él lo habían dejado. Bellatrix abrió los ojos con sorpresa pero no replicó. En su lugar lo hizo Rodolphus:
-Dado tu carácter y tu fama... me arriesgaré a aventurar que la has dejado tú, Black, y que eso la ha contrariado. Pese a eso aquí sigue, en casa de tu prima.
No completó el razonamiento, no hizo falta. Todos cavilaron que en el lugar de Marlene se hubiesen marchado dando un portazo con la cabeza bien alta. Al Caldero Chorreante, a casa del algún amigo o a donde fuese... A no ser que necesitaran estar cerca de la Orden para informar a Voldemort. Harry adoptó el papel de abogado del diablo porque no podían permitirse una equivocación:
-Igual está pensando en algún sitio al que ir, en estos días no es nada fácil encontrar un refugio. Además, el último que intentó marcharse de esta casa fue Dumbledore... Mirad cómo terminó. Es normal que le dé miedo salir.
Todos convinieron que en eso tenía razón. Desde luego si al final se marchaba, quedaría descartada. Ninguno de los tres quiso reconocer que los Lestrange podían estar en lo cierto. Finalmente Tonks resumió el pensamiento general:
-Es todo circunstancial, nada lo suficientemente convincente para acusarla. No hay más pruebas contra Marlene que contra Bellatrix... Así que tendremos que ser creativos.
El resto asintieron lentamente. Iban a marcharse cuando Tonks recordó algo:
-Por cierto, tito, ¿tu hermano te contó algo?
-Mi hermano... -murmuró Rodolphus lentamente- No, Rab no sabe nada, el Señor Oscuro nunca revela sus bazas.
El resto asintieron, era lo que cabía de esperar. A Sirius le llamó la atención que seguía sin usar el nombre de Voldemort, pero a muchos en la Orden les pasaba, así que no le dio importancia. Tras observar con rabia cómo Bellatrix volvía a ovillarse junto a su marido, se marchó con el resto. En un susurro y en francés, como se comunicaban cuando no querían que nadie les escuchase, Bellatrix comentó:
-La ha dejado.
-¿Ves, mi amor, como no es necesario usar crucio para torturar a alguien?
Bellatrix asintió con una sonrisa cruel.
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