Capítulo 25

A media mañana, cuando Harry continuaba con sus clases de aparición con Sirius, la elfina los avisó de que había llegado Dumbledore.

-Seguro que quería venir nada más levantarse, pero se ha retrasado para hacerse el interesante –masculló Harry.

Sirius sonrió y le acompañó a encontrarse con el director.

-Ah, Harry, Sirius, buenos días –saludó el director-. ¿Estamos solos en casa?

-No –respondió el mayor-, Marlene también está.

-Ah, perfecto, ¿y nuestra querida Bellatrix?

-Creo que no. No suele estar por las mañanas –respondió Harry.

-Perfecto, perfecto, más intimidad –contestó el anciano sonriente.

En el salón principal se encontraron con Marlene, que les preguntó si podía usar la chimenea para una conferencia. Al estar la mayoría de aliados escondiéndose de Voldemort y sus seguidores les era muy difícil contactar con ellos, así que lo hacían vía flu. Los tres magos respondieron que por supuesto. Sirius los acompañó a otro salón y se despidió para que pudieran tener su "clase privada" con tranquilidad. Dado que en casa todo el mundo parecía ocupado, se marchó a una de las salas de entrenamiento para matar el rato.

Al igual que a su prima para él el tiempo también corría veloz cuando entrenaba, así que estuvo casi dos horas. Recogió todo y salió para ver si Harry y Dumbledore habían terminado. Efectivamente así era. La expresión de Harry era neutra, así que Sirius no supo deducir qué tal había ido. Comprobaron que Marlene seguía charlando en la chimenea, así que acompañaron fuera al director para que pudiera aparecerse. Mientras se dirigían a las verjas, se cruzaron con Rodolphus que tenía por costumbre pasear por los jardines cada mañana. Sirius y él siempre se saludaban sucintamente con un gesto de cabeza, pero en esa ocasión, el mortífago se detuvo al pasar a su lado.

-Quería comentarte una cosa, Black.

Sirius les indicó a Dumbledore y a Harry que siguieran y miró al mago con curiosidad.

-Dime.

-A ver cómo enfoco esto... -murmuró Rodolphus pensativo- ¿Recuerdas cuando creyeron que acababas de asesinar a Pettigrew y una docena de Magos Golpeadores te atacaron a la vez para detenerte?

-Por supuesto –respondió Sirius sin entender a dónde quería llegar.

-Pues todo ese sufrimiento será como beber felix felicis en caso de que le pongas un dedo encima a mi mujer, ¿lo entiendes?

Sirius logró mantener la expresión apática. Un segundo después consiguió incluso impostar una mueca de desprecio.

-¿Perdón? –le espetó con frialdad- No sé a qué te refieres, pero...

-Me refiero a que veo como la miras y tú nunca has sabido guardarte la varita en el bolsillo. Pero lo harás esta vez, porque te aseguro que soy un enemigo que prefieres no tener en tu contra –le advirtió Rodolphus.

El animago notaba un sudor frío recorriendo su espalda. ¿Los habría visto la noche anterior? ¿O alguna de las veladas previas? ¿Habría notado algo en Bellatrix? Quiso creer que no, no parecía tener nada concreto, solo sospechas. Así que siguió haciéndose el tonto ofendido.

-Mira, no sé qué clase de perversiones os irán a vosotros, pero te aseguro que yo estoy con Marlene y...

Un grito de auténtico terror enmudeció a Sirius. Ambos magos se giraron con las varitas alzadas y comprobaron lo que pasaba. Justo en el borde del perímetro de protección de la mansión se hallaba Harry. Y medio metro más allá, Dumbledore tendido en el suelo. Sirius y Rodolphus echaron a correr. Ambos estaban muy en forma y les costó escasos segundos recorrer los metros que los separaban. Sirius detuvo a Harry apresándolo por la espalda antes de que hiciera una tontería y Rodolphus levitó el cuerpo de Dumbledore para introducirlo en el área protegida.

-¡NOOO, NOOO, DUMBLEDORE! –gritaba Harry desesperando intentando zafarse de los brazos de su padrino.

-¡¿Qué ha pasado?! –preguntó Sirius.

-¡No lo sé, no he visto a nadie! ¡En cuando ha puesto un pie fuera se ha caído, le han lazando algo y...! -entonces el chico alzó la vista como esperando más armas arrojadizas.

-Dentro de esta zona no pueden lanzar nada, aunque sepan que estamos aquí –le tranquilizó Rodolphus arrodillándose junto a Dumbledore para comprobarle el pulso.

Le bastaron unos segundos para negar con la cabeza. El mago más poderoso de todos los tiempos estaba muerto. Parecía una marioneta a la que le habían cortado los hilos. Lucía muy pálido y su expresión seguía siendo de calma absoluta, pero ya no respiraba. Un puñal con el mango de plata en forma de serpiente sobresalía de su pecho. Con cuidado, Rodolphus retiró el arma y cerró la herida.

-¿¡Qué haces!? –chilló Harry- ¡Estás destruyendo pruebas!

-No son pruebas si conducen hacia personas incorrectas –murmuró el rubio.

-Sabemos de sobra a quién conducen –comentó Sirius también alterado.

Por si la escena no fuese lo suficientemente tensa y dramática, Marlene salió de la mansión y corrió hacia ellos. Había oído los gritos y se sumó a ellos al contemplar la escena. Le hizo repetir la historia a Harry, que seguía en shock agachado junto al cuerpo de su mentor. Volvió a relatar lo mismo: se acercaron al borde pues dentro del perímetro de seguridad no podían aparecerse, Dumbledore puso un pie fuera y al instante el puñal voló hacia él. Frente a ellos solos había bosques y no vio a nadie. Él se salvó porque se quedó dentro del área de la mansión. Marlene escuchó con interés y en cuanto vio el puñal en la mano de Rodolphus sentenció:

-Creo que no hay duda de quién ha sido. Os dije que no había cambiado y no me escuchasteis. Y ahora Bellatrix ha matado a Dumbledore.

-¿Tienes alguna prueba que sustente tu teoría? –preguntó Rodolphus con calma- Alguna más allá de tus paranoias derivadas de tus celos patológicos, claro.

-¿Pruebas? –se burló ella- Es un puñal con una serpiente, no conocemos a nadie más que maneje esas armas.

Harry no sabía qué pensar, aquel argumento era sin duda bueno. Él había visto a Bellatrix entrenar y jamás había conocido a un mago o bruja tan letal con los cuchillos.

-Efectivamente, solo le falta llevar grabadas sus iniciales. ¿Crees que mi esposa es tan necia como para cometer un crimen semejante y dejar su huella de forma tan clara? –preguntó el mortífago con calma.

-¿Insinúas que alguien pretende inculparla? –preguntó Harry con reticencia.

-Parece evidente.

-Ya, y casualmente no está en casa... -comentó Marlene burlona.

-No suele estar nunca. Ante la más mínima posibilidad de cruzarse contigo, Bella preferiría encerrarse en Azkaban.

-¡Y ahí es donde debería estar! –bramó la rubia.

-Creo que tú eres la más interesada en ello... ¿Les has indicado a tus misteriosos amigos cuál sería la mejor forma de inculparla? –aventuró Rodolphus.

"¡Cómo te atreves!" exclamó la rubia sacando la varita furibunda. Antes de que pudiera pensar en un hechizo, salió despedida varios metros hacia atrás hasta terminar inconsciente en el suelo.

-¿Se puede saber qué hace esa imbécil amenazando a mi marido? –espetó Bellatrix que acababa de llegar- ¿Y porque estáis tod...?

Se interrumpió al descubrir el cadáver de Dumbledore. Aunque parecía simplemente dormido, no le hizo falta preguntar. Había visto más muertos que vivos a lo largo de su vida. Se quedó paralizada contemplándolo mientras su cerebro parecía trabajar a toda velocidad. Su marido le refirió la historia que Harry había contado.

-Alguien les dijo dónde está la mansión, no pudo revelar la ubicación exacta o habría muerto por los maleficios protectores, pero sí aparecerlos fuera del terreno no protegido. No sabemos cuánto tiempo llevan ahí fuera o si esperaban a Potter... -caviló Rodolphus.

Harry y Sirius seguían contemplando la escena en silencio, casi tan pálidos como el finado y con la palabra atragantada en la garganta. La cosa empeoró cuando volvieron de sus misiones Lupin, Tonks y Ted. Todos chillaron, lloraron y se abrazaron angustiados como primer paso; el segundo fue la desconfianza. A Marlene le costó recuperar la consciencia, pero no despertó más calmada... Le gritó a Sirius que hiciera algo, pero el animago seguía completamente bloqueado. Siempre era Dumbledore quien aparecía (aunque siempre fuese en el último momento) a solventar esos asuntos indicando a cada uno lo que debía hacer.

Avisaron al resto de la Orden que fueron acudiendo y llorando la tragedia. A Hagrid tuvieron que conseguirle una poción tranquilizante porque parecía que iba a morir también del disgusto. Para sorpresa de nadie, todos compartían la opinión de Marlene: Bellatrix era la principal sospechosa. Si no se habían abalanzado sobre ella todavía era porque estaban demasiado conmocionados para actuar.

-Rod –murmuró la mortífaga-, sigues en contacto con tu hermano, ¿verdad?

-Sí. No es sencillo, pero puedo quedar con Rab.

-Hazlo entonces. Necesitamos saber si ellos saben algo.

-No te pienso dejar sola con estos buitres –murmuró su marido estrechándola entre sus brazos de forma posesiva.

Bellatrix le sonrió y apoyó la cabeza en su hombro. "Sabes que sé defenderme" susurró. Rodolphus lo sabía, no podrían hacerle daño en su propia mansión. Además ella sí podía aparecerse dentro del perímetro, pero aún así... Le llevaría varias horas contactar con su hermano, no regresaría hasta la mañana siguiente y le daba miedo que para entonces su mujer estuviese en Azkaban.

-Te prometo que cuando vuelvas te estaré esperando en la cama –aseguró ella mirándole con cariño.

Al final Rodolphus tuvo que aceptar. Bellatrix le besó y le observó marcharse. Entonces McGonagall intentó esclarecer la situación. Volvieron los gritos, acusaciones, amenazas... La mortífaga los contemplaba con gesto altivo, pero alerta por si tenía que actuar. Lupin intentó también calmar los ánimos:

-Vamos a ver, Bellatrix, ¿dónde estabas esta mañana?

-Lejos de aquí, haciendo mis cosas –respondió ella simplemente.

-¿Y podemos saber qué son "tus cosas"? –preguntó Snape burlón.

-No, tu cerebro es demasiado pequeño para procesarlo.

Más bramidos, más insultos y expresiones de rabia. McGonagall les mandó callar y sorpresivamente todos obedecieron. Se giró hacia la mortífaga y le comentó con severidad:

-Te das cuenta de que esto no pinta bien, ¿verdad? Todos los hechos apuntan a ti.

-No. Yo no soy tan imbécil como para dejar un puñal que señale directamente hacía mí. De lo que me doy cuenta es de que habéis decidido cuál es la conclusión y estáis forzando los hechos para que encajen.

-Eso ya lo ha mencionado tu marido, gracias –la cortó Marlene-. Pero yo creo que sí eres así de soberbia: deseas demostrarnos que una vez más puedes salir impune de tus crímenes.

-¿Crees que se nos ha pasado algo por alto, Bellatrix? –preguntó McGonagall ignorando a la rubia.

-Sí, lo más importante –sentenció Bellatrix- ¿Por qué tuvo que salir Dumbledore del área de protección? ¿Por qué no usó la chimenea como siempre?

-Porque Marlene estaba hablando con... -empezó Harry.

-¡Vaya sorpresa! ¡McKinnon bloqueando la única salida segura! –exclamó Bellatrix con dramatismo- Otra pregunta: ¿quiénes sabían que hoy vendría Dumbledore?

-Lo dijo en la reunión de ayer –recordó Lupin-. Estuvimos Harry, Sirius, Marlene, Snape, Ted y yo...

Marlene iba a lanzarse a protestar, pero viendo que la mortífaga tenía más preguntas, McGonagall la mandó callar con un gesto. Bellatrix le pidió a Harry que relatara lo sucedido desde que esa mañana apareció el director. El chico intentó aplacar su dolor e hizo memoria:

-Bueno... Apareció por la chimenea, Didi nos avisó a Sirius y a mí de su llegada. Fuimos a reunirnos con él en el salón principal pero...

-¿Pero? –le animó Shackelbolt.

-Pero Marlene nos dijo que necesitaba usar la chimenea, así que fuimos a otra sala.

-¡Y la necesitaba! –exclamó la rubia- ¡He pasado años reclutando gente desde el exilio, podéis hablar con ellos si queréis y...!

-Esto es lo que se llama duda razonable –comentó Tonks pensativa.

-¿¡De verdad vais a creer a esta psicópata antes que a mí!? –bramó Marlene atónita- ¡Por qué iba yo a hacer eso, el Señor Oscuro mató a toda mi familia!

-Pero a ti te dejó vivir... ¿Por algún motivo concreto? –murmuró Bellatrix.

Al instante la rubia se lanzó a argumentar que logró escapar, que lo pasó muy mal teniendo que abandonar a sus seres queridos y que ella jamás cometería semejante traición. Además les recordó que la especialidad de Bellatrix era manipular a la gente. La morena le agradeció que ensalzara sus virtudes. Hubo mucho debate, no sabían si podían seguir fiándose de la mortífaga y eso suponía un peligro enorme. Snape sugirió usar veritaserum pero ambas mujeres se negaron en redondo; no podían arriesgarse a desvelar sus secretos. Bellatrix les recordó que llevaban meses en su casa, convivía con Harry a diario y no le había sucedido nada. Pero ni siquiera el chico sabía que pensar. Al final la directora decidió someterlo a votación como si de un juico del Wizengamot se tratase.

-¿Quiénes creéis que Bellatrix es culpable?

Marlene, Moody, Molly y Snape fueron los primeros en alzar sus manos. Se les sumaron Bill y Fleur y finalmente también Arthur.

-¿Quiénes creéis que no lo es?

Al principio nadie reaccionó. Fue Tonks la primera que alzó su brazo. Su padre y Lupin la siguieron. Después Shacklebolt. También, con bastantes dudas, Harry los imitó. La propia Minerva se les sumó. Hagrid parecía completamente indeciso y no se veía capacitado para decidir nada, pero la nueva directora le recordó que era miembro de la Orden y Albus le quería mucho, era su deber opinar. Así que confiando en el criterio de Harry y Minerva, Hagrid se unió a ellos.

Bellatrix los contemplaba de brazos cruzados, sin entender qué sucedería si perdía. Entonces vio en manos de quién estaba su destino. Solo había una persona que había confiado en poder abstenerse; pero cuando calculó que eran siete contra siete, sospechó que no tendría opción.

-Tiene que decidir, Black –sentenció McGonagall.

Todas las miradas se dirigieron a Sirius. Nadie se atrevió a exhortarle para que votara en su favor puesto que parecía estar sufriendo una lucha interna muy dura. Lentamente declaró:

-Bellatrix no mataría a alguien sin darle la oportunidad de defenderse. El honor de los Black (y de cualquier duelista que se precie) no se lo permitiría. Yo no creo que haya sido ella.

Pese a las protestas del resto, McGonagall dio –temporalmente- el asunto por cerrado. Moody, Tonks y Shackelbolt aseguraron que iban a investigarlo, pero de momento se centraron en Dumbledore. Pensaron en ocultar su muerte, era lo último que necesitaba Voldemort para campar por sus anchas por el mundo mágico. Pero por un lado, seguro que Él ya estaba enterado y estaba detrás del asesinato. Y por otro, sería muy complicado ocultárselo a todo Hogwarts. Para no sembrar el pánico, optaron por declarar que lo habían encontrado muerto en su despacho (puesto que Rodolphus había eliminado la herida del puñal). Hagrid tomó el cuerpo sin cesar su llantina y se preparó para volver al colegio con Snape y McGonagall. Tras comprobar la túnica, Snape preguntó:

-¿Dónde está su varita? Es costumbre enterrar al mago con su varita.

Hubo varios minutos de búsqueda y hechizos de invocación pero la varita del director no apareció. Al principio creyeron que se le habría caído. Después que el asesino la habría sustraído, pero Harry no había visto nada. Finalmente tuvieron que posponer ese asunto también. Los tres profesores volvieron al castillo e informaron de que al atardecer celebrarían el funeral en los terrenos de Hogwarts. El resto de miembros se marcharon a sus casas, no querían pasar en el lugar del crimen ni un minuto más. Bellatrix también se marchó. Entonces llegó el siguiente problema:

-¿Y nosotros qué hacemos? –preguntó Tonks.

No hizo falta detallarlo. Todos comprendieron que se refería a si se sentían seguros con la idea de quedarse en la mansión de una presunta asesina.

-Seguimos sin tener otro sitio seguro donde quedarnos, pero... -empezó Lupin.

-Ya no es por nosotros, creo que debemos sacar a Harry de aquí para que esté lo más seguro posible –apuntó Marlene-. Quizá en casa de...

-Eh, que yo me puedo cuidar solo –apuntó el chico-. Ya no sé de quién fiarme pero es verdad que los meses que llevo aquí ha sido el periodo más largo sin sufrir ningún ataque. Si Bellatrix está con Voldemort tengo la sensación de que no hará nada dentro de su propia mansión. Aunque solo sea por tenerla vigilada, deberíamos quedarnos.

Meditaron unos segundos sobre la observación de Harry. Al final tuvieron que mostrarse de acuerdo, no se les ocurría nada mejor.

-Marlene, si quieres puedes ir a mi casa con mi mujer –ofreció Ted-. Aunque hacen registros de vez en cuando, a quien buscan es a mí, tú estarás a salvo.

-Gracias, Ted, pero me quedo. De sobras sabéis que me espeluzna la idea, pero no pienso dejar a Siri solo con...

-No me llames así.

-...esa psicópata. Somos una familia: si nos quedamos, nos quedamos todos.

Se miraron y los seis residentes de la mansión Black estuvieron de acuerdo. No comieron nada de lo que Didi y Kreacher habían preparado, el asesinato de Dumbledore les había quitado el apetito. Sirius le preguntó a su ahijado qué quería el director esa mañana. Harry abrió los ojos sorprendido, le resultaba extrañamente lejana su conversación con Dumbledore a pesar de que solo habían transcurrido unas horas. Ya jamás volvería a hablar con él. Pese a que le utilizaba como peón para sus planes, seguía ocupando un lugar importante en su corazón.

-Lo que sospechaba: quería averiguar si yo sabía algo sobre Bellatrix. Como se enteró ayer de que me enseñó oclumancia, sospecha... sospechaba que hemos estrechado lazos. No me ha preguntado directamente, ya sabes que le encantan los rodeos de palabras, pero su objetivo era ese.

-¿Le has contado algo? –preguntó Sirius- Aunque ahora ya da igual...

-No. Nada del chivatoscopio ni de los horrocruxes. Le he preguntado cómo iba él con ese tema, si había localizado alguno más y me ha dicho que en ello estaba. Pero no parecía sincero, no le he visto realmente interesado en ellos. Creo que Bellatrix fue franca en eso: los horrocruxes no eran el objetivo principal de Dumbledore.

-Hablando de eso... -murmuró Sirius- Tenemos que conseguir que destruya los que tiene.

Harry mostró su aquiescencia y se quedaron en silencio tirados en el sofá de la habitación del chico. Se les pasaron las horas así, sin apenas hablar, recordando en silencio los momentos que habían pasado con el más famoso director de Hogwarts. Al caer la tarde se reunieron con el resto junto a la chimenea. Como Harry deseaba asistir al funeral, se pondría su capa invisible y acudiría sin separarse de Tonks en ningún momento.

-Tenemos también la capa de repuesto que Moody le prestó a Sirius –comentó Lupin-, podéis venir uno de los dos.

-Ve tú –le indicó Sirius a Marlene-, no soy partidario de los funerales, es la única celebración en la que no sirven whisky.

El resto sonrieron con tristeza y su novia aceptó y se cubrió con la capa. Habían temido que el animago quisiese acudir y de nuevo le diese igual aparecer resucitado como si nada, pero no fue así. Sirius no deseaba ver a decenas de magos llorando, le recordaría demasiado a los Potter a cuyo funeral no pudo asistir. Así que los otros cinco se marcharon por la chimenea. Él se sirvió un whisky y después salió a correr por los bosques en forma de perro. Se le hizo de noche así.

Cuando volvieron del funeral tampoco les apeteció cenar. Se encerraron en sus respectivas habitaciones y liberaron contra su almohada las lágrimas que en público prefirieron contener. Sin embargo Sirius, tras horas de correr por los bosques sí que agradeció las viandas. Cenó casi por los seis y después vagó por los pasillos con desgana. Había sido un día raro e incómodo, estaba harto de días así, en su vida había demasiados.

En uno de los oscuros pasillos se cruzó con Bellatrix. La costumbre, al igual que con su marido, era ignorarse. Pero en aquella ocasión Sirius vio en el rostro de su prima un profundo agotamiento. Quizá, si realmente era inocente, se sentía mal por lo sucedido, porque desconfiaran de ella y la tratasen de nuevo como a una criminal. Tal vez incluso lamentaba la pérdida de Dumbledore, aunque según ella era cuestión de meses que sucediera. Así que sin poder evitarlo y contrariamente a su naturaleza, Sirius la miró a los ojos y preguntó:

-¿Te encuentras bi...?

No pudo terminar. La bruja se abalanzó sobre él y le besó. Él respondió al gesto sorprendido pero incapaz de rechazarla. Ella le empujó varios pasillos hasta llegar a su habitación. Entraron y siguieron devorándose con ansia.

-Oye, nena, esto no es buena idea –apuntó él mientras ella le desnudaba-. Lestrange sospecha algo, me ha amenazado con torturarme si te toco...

-¿Y eso es un problema? –preguntó burlona empujándolo a la cama- ¿Te da miedo el bueno de Roddy? Lo entiendo. Es mucho más fuerte, poderoso y atractivo que tú...

-¡Ahora vas a ver quién es fuerte y poderoso! –exclamó él ofendido.

Bellatrix rió ante lo fácil que era manipularlo. Sirius sabía que así era, pero en ese momento todo le daba igual. Puesto que se jugaban la vida a manos de un marido celoso (con motivo), decidieron aprovechar la situación durante varias horas.

Cuando terminaron, reposaron unos minutos para recobrar el aliento. Seguidamente Sirius recuperó su ropa, la besó en la mejilla y murmuró: "Buenas noches, nena". La bruja apenas respondió con un gruñido. Se giró dándole la espalda y se tapó con las sábanas. "Vete con ella, como siempre" masculló de forma casi inaudible. El animago frunció el ceño sorprendido.

-¿Quieres que me quede?

-No, lárgate –respondió la bruja con los ojos cerrados.

Su primo dudó durante unos segundos. Pero finalmente volvió a tumbarse en la cama y se metió bajo las sabanas junto a ella. Le pasó un brazo por la cintura y la atrajo hacia sí esperando la protesta y el puñetazo. No los recibió.

-Oye, tu marido...

-No volverá hasta mañana.

Sirius asintió en la oscuridad más tranquilo, pero aún así escondió su varita bajo la almohada, por si acaso. Creyó que no habría más conversación, pero entonces Bellatrix susurró:

-¿A ella también la llamas nena?

-Solo a ti –respondió él besándola en el hombro.

No hablaron más, simplemente durmieron juntos. 

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