—Hemos llegado — Suspiré aliviada, cuando Black Jack aterrizó en la colina mestiza, a un par de metros de la entrada. — Finalmente, de nuevo estamos aquí.
Los caballos alados de mis amigos son los siguientes en tocar el suelo después de nosotros, cada uno, tratando de no caerse por el abrupto aterrizaje. Leo principalmente, tuvo que aferrarse a la crin de su caballo para evitar caerse de frente, mientras gritaba como niña asustada.
—Fue estupendo. —Exclamó Piper, con una enorme sonrisa en mi dirección,y acto seguido, se baja de su caballo con ayuda de su novio.
Percy es el primero en bajar del caballo que compartimos, de un solo salto bastante ágil y lleno de soltura. Luego, se miró con curiosidad los pies desnudos, a los cuales el césped probablemente cosquilleaba. Parecía que fuese la primera vez, desde hace mucho tiempo, que sentía un césped tan frondoso como el que pisaba. Segundos después, se olvidó de ésto y me pasó una mano caballerosa.
—¿Necesitas ayuda para bajar? — Me preguntó amablemente, y aun así, sentí algo de indignación por el gesto. No era una princesita frágil aquí. (De acuerdo eso sonó muy a feminista extremista de la legión contra los hombres).
—¿Estás bromeando, no?— Le devolví algo mosqueada, — Puedo yo solita bajarme del pony, tranquilo. —Apenas había acabado de decir eso, Black Jack relinchó como muy ofendido, a la par que abrió sus gigantescas alas repentinamente, y se echó a correr antes de que me hubiese bajado.
Lo primero que pensé fue que iba a caerme de bruces en el suelo, muy patéticamente, pero antes de que eso sucediese... Percy ya me había cogido entre sus musculosos brazos, sujetándome contra su bien definido pecho. Y claro que después, mi mano cayó casualmente sobre sus anchos hombros (sin dobles intenciones) para aferrarme mejor.
— ¿Qué decías? — Dijo irónico, con una sonrisa torcida pintando sus labios.
Me limité a solo rodarle los ojos sin decir palabra alguna. Cuidadosamente, como si temiera hacerme daño, me puso sobre mis propios pies de vuelta. Me quedé parada frente a él por unos largos segundos que me parecieron eternos, en los cuales nuestras miradas se entrelazaron y la mano que sostenía mi cintura, siguió allí, llenándome de calidez con su tacto.
— Se siente agradable... — Susurró repentinamente, más para sí mismo, sin apartar la mirada. Sus labios me llamaron, pero resistí a su canto a pesar de que era casi imposible- La forma en que mi mano se ajusta perfectamente sobre tu cintura. Es como si hubiese encontrado su lugar...
Todo dentro de mí, se puso cálido, y ligero. Como si flotara.
— No bromees así. — Musite con cierto temblor en la voz, mientras pestañeaba como loca. —- Debes aprender a mantener algunas cosas dentro de tu cabeza, muchachote... — le di unas palmadas en su pecho. Era tan duro, pero suave de alguna forma. — O te traerá un par de problemas.
Luego de decir aquello, giré y me dirigí hacia el resto, mientras él se mantenía cerca mío, como si fuese mi guarda espaldas personal. Mirando todo a su alrededor al mismo tiempo con curiosidad y asombro.
-— ¿Crees que nos estén esperando? —- Me preguntó Hazel, acercándose también hacia mí. -— Son apenas las diez o las once...
-— Tampoco estoy segura de eso. —- Murmuré con un tinte de tristeza rodeando mis palabras, recordando a los demás tripulantes de nuestro barco. De los cuales muchos estarán esperando su regreso... Un regreso que nunca llegaría. —- Supongo que no hay de otra, que ir a averiguarlo y enfrentar las consecuencias.
Bajé la vista decepcionada, sin embargo, Hazel posó una mano reconfortante sobre mi hombro, dándome a la vez una mirada llena de cariño y ánimo.
-— No fue tu culpa, Annabeth.
— ¿No? — fue imposible no utilizar algo de sarcasmo. — Eso no es lo que pensarán muchos. —Suspiré agotada. —Como sea, hay que movernos...
— Espera, Annabeth. —Me detuvo Jason, antes de que diese un paso. —- Aún no hemos hablado de lo que haremos con Percy.
—- ¿A qué te refieres? -— Preguntó Leo, confundido, pero yo lo comprendí antes de que él se explicara.
-— ¿Crees que sea buena idea que todos sepan que es un Dios? Es decir, podría poner las cosas un poco... —-buscó las palabras adecuadas —- tensas en el campamento.
-—Deberíamos preguntarle a Quirón. —- Asiento en concordancia, yo también ya lo había pensado. —- Él sabrá aconsejarnos
—Mientras tanto, tenemos que darle algo de ropa moderna a Percy. — agregó Piper, apuntando a todo el atuendo del azabache con una sola mano. — No podemos meterlo al campamento vestido así, y esperar a que nadie le preste atención. Sí es que algunos están aún despiertos, aún así, no podemos arriesgarnos.
—Sea como sea, va a llamar la atención de todos modos. — bufé cansada, y no me di cuenta de lo que dije hasta que Piper volvió a repetirlo con un tono pícaro.
— ¿Eso quiere decir que llama tu aten...?
— ¡Jason! — Grité su nombre, interrumpiendo a Piper en media frase, el rubio me miró exaltado y esperó a lo que diría. — ¿Puedes ir a tu cabaña a traer un poco de ropa para Percy? Si no es mucha molestia...
— De acuerdo. — Asintió, aunque no se veía muy convencido. — Creo que puedo despistar a algunas arpías para que no me atrapen. Pero no prometo que sepa elegir la ropa para él.
— Iré contigo. — Anunció Piper, (fingiendo como que no había pasado nada) y sin perder ambos más tiempo. Evitaron la entrada e ingresaron por el bosque para evitar ser advertidos por algunos campistas con insomnio.
Mientras ellos cumplían aquella pequeña misión. Nosotros nos quedamos resguardados tras algunos árboles, sentándonos sobre el césped ligeramente mojado para esperar. Desde mi posición, podía ver la zona de las cabañas sumidas en una absoluta oscuridad. Ninguno de ellos tenían las luces prendidas, ni siquiera una lámpara prendida había para cortar la obscuridad que los rodeaba como un manto.
Esta noche, nadie nos esperaba. Probablemente todos nos habían tomado por muertos... Y en efecto, la mayoría que habían estado en aquel barco lo están, exceptuándonos a nosotros. Mis ojos hormiguean por las lágrimas que tratan de escaparse de ellos, pero las contengo con todas mis fuerzas, mis amigos no podían verme desmoronarme. Ellos confiaban en mí y en mi fortaleza.
Desde la rabillo de mi ojo, noté que Percy me estudiaba silenciosamente con detenimiento. Pestañeo un par de veces para alejar las entrometidas lágrimas que quieren caer, y entonces me volteo para encontrarme con su mirada serena y penetrante. Se había sentado a mi lado, apenas dejando unos centímetros de distancia entre nosotros como un fiel cachorrito que teme separarse de su amo y se le pierda.
— ¿Lloras por tu tripulación muerta? — Me preguntó de improviso, sin tacto alguno. — Debes saber que no fue tu culpa.
— Gracias. — Musité con pesimismo, en la semiobscuridad, sus ojos se veían tan oscuros y feroces como las profundidades del mar en donde casi me había ahogado. — Sé qué lo dices para que no me sienta mal, pero sé que fue por mis malas decisiones. DEBÍ haber hecho algo, como hija de Atenea...
—En serio, —Percy negó convencido. — No había nada que pudieses hacer. Mi padre... Por alguna razón, estaba decidido a hundir su barco... No había forma de que se salvarán... A no ser... — se detuvo, y todo su rostro se contrajo en una mueca dolorosa. Apartó la mirada, y vi como tragaba saliva. — Ha sido culpa mía.
No entiendo a que se refiere al principio, pero segundos después me hago una idea clara de lo que quiere decir. Él me había salvado, solo a mí, había estado allí y observó a mi tripulación morir. Sin mover un solo dedo. No le había importado el resto ni un pepino cuando pudo haber hecho algo. ¿Entonces por qué yo? ¿Qué vio de diferente en mí, para ayudarme?
— ¿Por qué Poseídon querría matarnos? — De repente, se me ocurre que tal vez no fue él, ¿y si fue Percy? — ¿Fue una tormenta al azar o realmente dices que fue a propósito?
— Estaba hablándole... Creí que no me escuchaba, — murmura, entrecerrando los ojos como intentando recordar algo lejano. Quiero agarrarlo de los hombros y zarandearlo hasta que me explique las cosas. — Le pedía que me contestara... Pero como siempre, me ignoró. Y luego mandó aquella tormenta, justo cuando ustedes estaban sobre mí... No lo entiendo... O tal vez...
— Tú estabas allí... — Susurré, sintiendo algo de resentimiento nacer en mí poco a poco. — ¿Por qué me salvaste a mí? — Exigí, frunciendo el ceño en confusión. — ¡¿Por qué solo a mí y no al resto?!
— ¿Querías morir?
—No, sólo... — Titubeé, apretando mis puños. — Quiero entender por qué.
Se mantiene callado por un desesperante momento, y antes de que volviera a hablar dice:
— Yo iba matarte... — Confesó, como si hablase de algo tan natural. Puso los pelos de mis brazos en punta. — Los tiburones iban a destrozar tu cuerpo y dejar nada más que huesos triturados. Como un acto de misericordia, pensaba matarte más rápido para que no sufrieras...
— ¿Qué hice en mi inconsciencia para que cambiarás de opinión? — Le pregunté intrigada. — ¿Por qué me salvaste a mí?
— Porque tienes unos ojos muy bonitos. — Contesta, y sonríe ligeramente, con miedo y ternura.
Me quedé helada, y subí mis cejas hasta muy alto, tanto como podían de la impresión. También, sentí como mis mejillas se ruborizaban y un aleteo de mariposas se hacen notar dentro de mi estómago.
— Me estás diciendo... ¿Qué me salvaste solo por tener ojos lindos? — Repetí, y el suelta un ligero bufido, viéndose acorralado.
— Eso y... — me miró serio. — Apareciste justo antes de que yo desapareciera. De alguna forma, tú me salvaste a mí en realidad. Annabeth, tú volviste a darme un propósito en mi larga existencia.
— ¿Cuál propósito?
— El de protegerte. — Sentencia. — te prometo, mientras yo exista en este mugroso mundo. No habrá ser sobre la tierra que pueda tocarte. — Su voz cambia, y suena a un juramento. — Mataré a quién sea, que ose hacerte daño.
>>Lo juro, por el río estigio.
●●●●
Lamento que esta historia no tenga muerte, sangre, agonía y destrucción. Pero esta es simplemente, una bella historia Percabeth para los dulces corazones que aman este ship y que además les gustaría ver una buena historia de "Percy Dios".
Sin que este sea un antisocial, sociopata y genocida. Que mata a todos los Dioses sólo por que le pica el culo y se le metió el chamuco. UNA HISTORIA DE PERCY DIOS QUÉ TENGA LÓGICA. LÓGICA.
😂😂 no me ofende, (hace rato he superado las críticas) solo me sorprende las pelotas que tiene para hacerlo.
💔 nena, aún así, cuanta crueldad 😢😂
Psd: Tuve una recaída. Fea. Estoy de vuelta, pero me estoy cuidando de no pasar de nuevo mis límites...
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top