2- Las ventajas de ser un Dios

El sol no deja de resplandecer asquerosamente caliente como una prostituta sobre nuestras cabezas en ésta pequeña isla, y me apuesto a cien monedas de bronce, a que Apolo estaba riéndose de nosotros en este mismo momento, mientras veía como nuestra piel se fritaba por su culpa.

Mi espalda estaba mojada en sudor, mi cara estaba sudada, e incluso mi trasero estaba húmedo del mismo líquido. Era realmente asqueroso, pero inevitable; natural, pero incómodo. Así que, no tenía de otra más que de hacer caso omiso a mis fluidos corporales, y seguir con mi búsqueda exhaustiva de cocos...

En compañía de un niño... Un niño que resultó ser un Dios... Un niño que solo usa shorts y nada más. Ok. Un niño Dios con aspecto de modelo de doce años que solo usa shorts y nada más. Bueno, podría estar en peores situaciones así que, ¿no hay porqué quejarse, no?

— ¿Por qué sí tienen sed, no beben el agua del mar? — Me preguntó el niño—Dios ingenuamente, y voltee a verlo de inmediato para ver si bromeaba, pero él no lo hacía. — A mí, el mar me revitaliza siempre.

— Bueno... — Inicié formando una sonrisa divertida, decidiendo explicarle el porqué de forma simple y rápida.  — Porque el agua tiene sal y eso probablemente nos mataría. Es decir, a mí y a mis amigos semi—mortales solamente.

— Oh. — se limitó a decir al entender, y aparté la mirada de la suya luego de unos momentos, donde admiraba el lindo color de sus ojos. Admitía que sentía algo de envidia por esos orbes tan peculiares y únicos, los míos eran solo grises. Un aburrido y monótono gris.

Valiendo un pepino la redundancia, sigo con mi larga búsqueda de cocoteros en esta isla. Perseus y yo, ya habíamos logrado juntar tres, pero aún nos faltaba al menos cinco cocos más para lograr contener a aquellos tanques rusos que son los estómagos de mis amigos.

Pero al menos, no estábamos solos en ésto, Piper y Jason también estaban ayudándonos a buscar (más jugando entre ellos en realidad) algunos cocos, y cogían una y que otras frutas que pudiesen ser comestibles al mismo tiempo. Mientras que el niño a mi lado, no disimulaba al mirarlos abiertamente con curiosidad, todo el tiempo en que ellos se abrazaban o se besaban de vez en cuando, "supuestamente" a hurtadillas de nosotros.

No estaba muy segura de si dejar que un niño viera ese tipo de actividades de adultos fuera bueno, (o debía taparle los ojos) pero luego tenía que recordar que era un Dios después de todo... Y no creía que estuviese corrompiendo la inocencia de alguien que era mucho más viejo que yo por unos cuantos milenios.

— Mira, Perseus... — Lo llamé, desviando su atención de la máquina— incontrolable—de—besos de allá. Sujetaba en mis manos otro coco que encontré, que por suerte, era lo suficientemente grande como para contentar el estómago de Frank. — Ya tenemos cuatro, creo que, podríamos ir a descansar porque hace demasiado calor, ¿qué te parece?

Él asintió de acuerdo, jugando con el coco que encontró en sus manos, como si se tratara de una pelota de boley. Sus manos lo lanzaban y lo atrapaban en el aire sin esfuerzo alguno, mientras aún les echaba un vistazo de reojo a la pareja de Piper y Jason, en el momento justo en que se besaron con fogosidad. Carraspeé incómoda, y acto seguido, sacudí una mano frente su rostro para que volteara hacia mí de nuevo.

— Bien. — asentí con una sonrisa, cuando se fijó en mí. — Eres un buen niño, ¿sabes? Para nada tan revoltosos como mis hermanos pequeños. — acaricié las hebras de su pelo con ternura, y éste se sonrojo ligeramente ante mi toque, lo cual solo me dieron ganas de acariciarlo aún más. Era demasiado mono para ser sano a mi corazón. — Me caes muy bien, pequeño.

—¿Sí? — Me preguntó intrigado, con un brillo especial en sus ojos aguamarina. — ¿Mucho?

— Sí, señor. — Le confirmé con honestidad, a la vez que, despreocupadamente, estiraba mis hombros hacia atrás y adelante para tratar de quitarme la rigidez que no me abandonaba. — Ahora vayamos de nuevo con mis amigos, ¿si? Veamos sí Leo ha logrado crear un ventilador por arte de magia o...

— Quiero preguntar algo. — Pidió Percy de repente, más ordenando que pidiendo en realidad...

Me lo quedé mirando con curiosidad, tenía muchas ganas de saber que me preguntaría en realidad. Porque estaba cien por ciento segura de que cualquier cosa que proviniera de este niño, nunca sería predecible. ¿Cuánto conocimiento sabía? ¿Por qué había adoptado éste aspecto? ¿Por qué nadie sabía de su existencia? Había tanto que también quería preguntarle, pero primero debía ganarme su confianza.

— Okaaay. — Me encogí de hombros, regalándole toda mi atención. — Dime pequeño, ¿qué quieres saber?

— ¿Qué es lo que hacen esos dos de allá? — Demandó saber Perseus, refiriéndose obviamente a los besadores Piper y Jason. — ¿Por qué no dejan de juntar sus bocas a cada rato, como si necesitarán robar el oxígeno del otro?

No pude evitarlo, me eché a reír allí mismo por la adorable ignorancia del pequeño. Me había reído tan fuerte, que incluso desvíe momentáneamente la atención de Piper en mí, aunque segundos después volvió a su misión de explorar la cavidad bucal del hijo de Zeus.

— Ellos, solo se están besando. — Finalmente contesté, tomando aire, mientras golpeaba una ramita llena de gusanos del suelo. — Porque son novios, y eso hacen los novios. Porque se gustan demasiado, y esa es la única forma de demostrarse mutuamente cuánto se aman...

Entonces, justo cuando acabé de decir aquello, Percy, con toda la inocencia del mundo, (creo) apuntó hacia Piper y Jason (quienes seguían besándose) para preguntar con mucha seriedad.

— ¿Tú y yo, podemos besarnos como ellos? — Inquirió, y mis cejas se dispararon hasta mi coronilla por reflejo.

Wow. Fue lo primero que mi mente pensó. Y mentiría si dijera que la pregunta no me había descolocado un poco, por el estupor y la incomodidad. Al menos había acertado en lo de "impredecible" con referente a este niño. Y cuando pensé que las cosas no podrían ponerse más raras, él vuelve a preguntarme...

— ¿Puedo darte un beso de nuevo?

—¡¿QUÉ?! — Chillé con voz aguda. —  No. No. No. — negué tartamudeando sin poder controlarlo. —  ¡No podemos besarnos como ellos! Para nada, nunca. Jamás.

— ¿Por qué? — Su voz lastimada, casi rompe mi corazón, y me golpeo mentalmente por haber dado una respuesta tan apresurada e insensible. (Bien hecho Chase, haz llorar al niño que te salvó la vida) — No entiendo...—siguió murmurando.

— Porque..., eh, tú, escucha... ¿Percy? — se me ocurrió llamarlo así, era un diminutivo bonito, y pareció gustarle cuando lo oyó. —  ¿Puedo llamarte así? — él asintió nuevamente con más energía. — Lo de besarme. Eso es imposible, porque tú eres un niño... Y yo soy una chica de dieciocho años...

— Pero yo ya te di un beso... — Me interrumpe Percy abruptamente, y el recuerdo llega de inmediato a mi mente llenándome de bochorno. — Cuando te estabas muriendo frente a mí...

— Sí, lo sé. — asentí varias veces, mientras me hacía tiempo en encontrar las palabras adecuadas para explicárselo. — Pero eso fue diferente. Yo estaba ahogándome, y tú me diste aire... Lo que Piper y Jason hacen... Es porque son novios, y así demuestran que se quieren.

— ¿Podemos nosotros ser novios?

— Nop. — Respondí sin dudar, mientras un sudor frío pasaba por mi espalda.

— ¿Por qué? — Exigió sumamente preocupado. — ¿Hubieras preferido morirte a que te diera un beso?

—¡No! ¡Eso no tiene nada que ver! — Bufé cansada, tenía ganas de rodar los ojos con frustración. — Percy, ya te dije porqué, ¡ahgr!

Por ésto me mantenía alejada de los niños, ellos hacían demasiadas preguntas a cada minuto, y al mismo tiempo, había tan poco que podían saber para que no resultarán lastimados. Era realmente cansador entonces, andar eligiendo cuidadosamente las palabras que decir para no herirlo...

Porque, era un Dios después de todo...

Un niño Dios... Y solo imaginen, es muy fácil. ¿Qué pasaría si él se molestara? Ah, ¿ya lo adivinaron, eh? Exacto, yo estaba totalmente segura, que a pesar de su dulce aspecto de niño bueno. Si este chiquillo hiciera un berrinche... Las cosas se pondrían muy feas para todos nosotros a partir de allí.

Debía ser cuidadosa. Ahora más que nunca, cuando su mirada parecía presagiar una terrible tormenta que podría arrasar con toda esta isla en segundos.

— Ya te lo dije, yo soy más grande y... ¿vieja? — Tal vez no era la palabra adecuada para usar pero, era la primera que se me ocurrió. — Y tú solo eres un niño, sería malo. (Y probablemente iría a la cárcel si los mortales nos vieran) Los novios solo pueden ser... eh. Pueden ser...

— Te lo diré de una forma muy simple, pequeño hermoso. — Me corta Piper, causándome a la vez un respingo asustado por su repentina aparición a mi lado junto con Jason, sin darme cuenta, se habían acercado hasta nosotros y al parecer habían escuchando la mayor parte de nuestra conversación. — Sí tú fueras igual de grande que Jason, probablemente Annabeth sería tu mejor amiga, tu novia, tu amante y tu esposa en un santiamén...

— ¡PIPER MCLEAN! — Grité su nombre indignada, quedándome con la boca abierta mientras negaba con reprimenda.

— ¿Cómo...?— Percy miró a Jason con interés. — ¿él?

— Así es. — Piper asintió, dándole una fuerte palmada a los bíceps de su hombre y luego regalándole una enorme sonrisa marca hija de Afrodita a Percy. — Grande como éste fortachón. De otro modo, sería pedofilia, y eso es ilegal. Annabeth tendría problemas con la ONU.

Y dicho eso, Percy se quedó totalmente callado a partir de ese momento, luciendo muy ensimismado en sus propios pensamientos, cavilando sobre quién sabe qué cosa. Le envié una mirada agradecida a Piper a escondidas, la cual ella me contestó con un guiño coqueto.

Después de eso, Piper y yo caminamos juntas al frente, mientras Percy y Jason iban en nuestra retaguardia, haciendo cosas de hombres. Ambas estábamos tan concentradas, que apenas y nos dimos cuenta cuando Jason echó un grito muy exaltado y corrió para ponerse a nuestro lado, con un rostro desencajado por el estupor.

— ¡¿Qué sucedió, Jason?! — Demandó Piper alarmada, girando igual que yo para ver que había detrás de nosotros. Esperábamos algún monstruo, jamás lo que se apareció a continuación— ¿Qué sucede?

Y entonces, Piper y yo comprendemos de inmediato su reacción sobresaltada, en el momento en que divisamos a Percy que volvía a aparecer de dentro de unos matorrales muy largos que habíamos pasado sin dificultad hace unos minutos. Ahora, lo sorprenderte fue...

Ver a "ese" Percy acercarse a nosotros. Y lo que nos dejó con la boca abierta a los tres fue que, ahora, él ya no se veía como un niño de doce años. Ni hablar.  Demonios, no, para nada lucía más como un niñato. Tanto que los cocos que sostenemos Piper y yo, se caen de nuestras manos, y oigo como ella exhala un chillido estupefacto ante tanta perfección que se muestra frente nuestros ojos, indignos de tanta belleza.

Él camina hacia nosotros tranquilamente como si nada pasara en lo absoluto, como si ignorara por completo el efecto devastador que había disparado en el autoestima viril de Jason, y lo primero que pasa por mi mente es: "¡Por el sagrado ombligo de Atenea! Aquello sí que era un Dios Griego".

Con toda y las letras. En sus sixpack no cabía ni la más mínima duda de que ahora lo fuera.


Pregunta:

¿Preferirían los capítulos así de cortos y ligeros o más largos tipo escondas del sol?

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top