CAPÍTULO 12: CONFUSIÓN

CAPÍTULO 12: CONFUSIÓN

–Sammy... –Anderson no lo pudo resistir más y se incorporó lo suficiente para que sus labios encontraran los de Sam. Por un momento, se olvidó de Henry, del tiroteo en el McKinley, que no estaban solos... Sólo existían ellos mientras se besaban. No era un beso inocente, aunque tampoco era tan subido de tono que pudiera parecer que se les iría de las manos. Era un beso desesperado, en el que se reflejaba lo que se amaban y lo que se habían echado de menos.

El beso duró unos segundos, pero una voz los interrumpió...

–Todo despejado. –Un policía gritó después de que él y sus compañeros registraran todo el edificio sin encontrar a la persona que supuestamente había realizado los disparos, ni heridos, ni arma.

Sin embargo, eso pareció despertar a Blaine, que recordó lo que estaba pasando. Una expresión de pánico se dibujó en su cara y se levantó corriendo. Tina, que no entendía el comportamiento de su mejor amigo, se levantó rápidamente y se lanzó a los brazos del líder de New Directions, evitando así que se alejara. Por mucho que hubiera problemas entre Sam y él, jamás se perdonaría si lo dejaba abandonar a las personas que quería. Se habían repuesto a rupturas mucho más dramáticas, también se repondrían de esa.

Pronto, el resto de miembros del coro se abrazaron a ellos, aliviados de que todos habían salido ilesos de esa situación tan tensa y valorando más que nunca lo que se querían.

Sam llegó a su casa agotado. Todos los alumnos habían sido interrogados para ver si alguien sabía algo sobre los disparos. Mary y Dwight habían dejado a los gemelos con Henry y habían ido a buscarlo. Estaban aliviados de que todo hubiera sido un susto, pero sabían que había algo en la mente de su hijo, lo que les preocupaba.

Decidieron que iban a tomar un té, para intentar relajarse y escuchar lo que el más joven tuviera que decir. Sentían que necesitaba desahogarse y ellos querían estar para él. Henry también se unió, aprovechando que los niños estaban durmiendo.

–¿Qué te preocupa? –El padre preguntó mientras su madre le ponía la taza de té enfrente.

–Blaine... –El joven suspiró.

–¿Qué ha pasado? ¿Sabes algo? –Mary cuestionó angustiada, lo que hizo que su hijo la mirara extrañado. Su madre siempre se había preocupado por el que había sido su mejor amigo, pero eso parecía algo más.

–¿Mamá?

–Lo siento, hijo. Pam está muy preocupada y... Sabe que le pasa algo, pero no sabemos qué. Me ha dicho que te preguntó si había alguien acosándolo y dijiste que no... Cielo, si mentiste no vamos a castigarte... ¿Sabes algo de lo que le pasa? –La mujer acarició la cara del mayor de sus hijos.

–¿Por eso me preguntó? ¿Cree que hay alguien acosando a Blaine? –Los ojos verdes del adolescente buscaron los de Mary, que lo miraba con aprensión.

–¿Qué es lo que sabes de Blaine antes de que llegara a Dalton? –Dwight decidió ayudar a su esposa.

–Sé que tuvo algún problema con algunos compañeros y sufrió bullying. ¿Por qué? –Sam estaba perdido.

–Cariño... –La mujer suspiró. –En un baile lo golpearon entre varios con tanta fuerza que los médicos dudaron de que fuera a sobrevivir. Tuvo pesadillas y estuvo mucho tiempo recuperándose, no solo de las heridas físicas, también de las psicológicas. Pam se ha dado cuenta de que está volviendo a tener comportamientos semejantes a los de esos días.

–No sé quién puede ser... Hace unos días los chicos del equipo de fútbol americano estuvieron hablando de chicas y me preguntaron por Blaine como si fuera uno más, no había malicia en sus preguntas. Me dijeron que porque yo era bisexual no tenía que dejar de hablar de mi pareja. Creo que ellos no han podido ser. –El joven comenzó a explicar.

–New Directions queda descartado... ¿Otros equipos? ¿Las Cheerios tal vez? –El padre insistió.

–Si fueran las Cheerios, Kitty les habría arrancado la cabeza ya, eso te lo garantizo... No he visto a Blaine con nadie del equipo de Hockey o de baloncesto... No sé, no tengo ni idea... –Sam estaba desesperado. –Aunque últimamente no entiendo nada relacionado con Blaine...

–¿A qué te refieres? –Henry intervino en la conversación por primera vez. En el fondo, estaba celebrando haber conseguido asustar a Anderson. No entendía como el resto del mundo apoyaba esa forma de vida.

–Me ha besado... No sé si por el miedo, porque realmente sigue amándome... No lo sé, nada de lo que hace últimamente tiene sentido. –El menor confesó.

–¿Y si...? –La madre miró a su marido. Tenía una idea de lo que podía estar pasando, pero temía darle esperanzas a su hijo para que después fueran en vano y realmente no fuera eso lo que había pasado.

–¿Y si? –El joven la animó a hablar.

–¿Y si la persona que sea lo ha amenazado por su relación contigo en vez de por ser gay? –Dwight preguntó, entendiendo perfectamente a qué se refería su hijo.

–¿Hay alguien que haya aprovechado vuestra ruptura para acercarse a ti? –Henry intervino, le interesaba que todos pensaran eso. Tenía que desviar las sospechas de la homofobia, entre otras cosas porque así jamás llegarían a él.

Sus tíos no sabían lo que había pasado, sus propios padres se avergonzaban de ese comportamiento y lo habían ocultado para que no los juzgaran también a ellos. Toda su familia había sido muy tolerante con respecto a la homofobia, por lo que él era el diferente. En su mente, él era el único que veía las cosas como debían ser.

Sabía que, si sospechaban que era la homosexualidad el motivo del temor de Anderson, acabarían llegando a ese capítulo de hacía unos años. No le interesaba porque, con sus padres sin querer ayudarle, sólo contaba con sus tíos.

–No... Nadie ha querido ligar conmigo... –El adolescente se encogió de hombros, sin saber qué hacer.

–Creo que lo único que podemos hacer es estar alerta... Si hay cualquier cosa rara, la compartís con nosotros. Pam nos llama todos los días porque está muy preocupada por Blaine... Y cielo, intenta hablar con Blaine para que te cuente qué le pasa...

Mary sonrió hacia su hijo, aunque no le correspondió. Había visto lo felices que eran Blaine y Sam y no podía encontrar un motivo para que, de repente, sin motivo alguno, todo acabara. La preocupación de la señora Anderson no era la obsesión de una madre que veía cosas que no existían, ella también las veía también.

Sólo podía esperar que todo se solucionara pronto y que pronto vieran a los dos chicos, como amigos o como algo más. Porque ambos eran buenos chicos y merecían ser felices. Desde que estaban separados, ninguno estaba bien y eso era lo que deseaba que terminara...

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