Oppaaaaaaaaaa

Prosigue. – Digo aparentando tranquilidad. No es que la idea de conocer a alguien guapo esté por arrancarme de la cama, soy superficial a veces pero no tengo tiempo para tonterías, es la idea de ver algo directo de uno de mis países favoritos, y mezcladito mucho que mejor. Mi yo interior sonríe recordando mi mezcla favorita: Daniel Henney. Casi babeo al recordar.

- Sabía que tendría tu atención. – Dice Phoebe sonriendo con suficiencia y yo aprieto los puños para no aventarle lo que tengo a mano, la lámpara en el buró luce tentadora. La muy ingrata me conoce, ha visto uno que otro dorama conmigo y solemos babear juntas. Pero desde Ángel nuestros babeos han sido reducidos ya que esos dos suelen pasarse el tiempo uno encima de otro.

- Si crees que solo porque está guapo saldré de aquí.

- No, sé que pasas de muchas cosas últimamente. Pero también sé que podrá contigo la curiosidad y querrás verlo y si te cura mucho que mejor. ¿A qué quieres oírle hablar en coreano? ¿A que sí? A lo mejor y te deja decirle Oppa. – termina con una enorme carcajada y muy a mi pesar sonrío.

- No le diría Oppa aunque de ello dependiera mi vida, ya no tengo edad para cursilerías, pero sí tengo curiosidad.

- Es guapo.- Me asegura entusiasmada porque lo conozca.

- Ajá. –Digo levantándome con cuidado. Es curioso, soy consciente de las malditas ampollas ahora y no cuando forcejeé con la loca de Phoebe. –Simplemente es lo más cerca que probablemente estaré de Corea, triste sí, pero me conformo y me muero de curiosidad.

- Lo sé. –Dijo mi amiga con otra de esas sonrisitas sabihondas y claro, le dirigí otra mirada asesina. Lo que no sabe es que soy inmune a la testosterona por mucho que venga envuelta en delicia coreana.

¿Había dicho que era inmune a la testosterona? Já, já y más já.

Creo que a las mezclas donde se incluye una parte coreana no lo soy. Mi ingenio, astucia e inteligencia que yo aseguraba tenía en cantidades suficientes se fueron, lo vi y me quedé muda. No ayuda el que en estos momentos toda yo sea el equivalente a una bolsa gigante de esas que traen bolitas que sirven para proteger productos delicados y de la que suelo ser adicta a destripar.

Al menos voy cubierta de pies a la cabeza con unos jeans y sudadera negra manga larga, llevo la capucha de la misma sobre la cabeza, lentes negros y cubre boca. Parezco asesino serial.

En cuanto Leo había abierto la puerta del departamento donde se queda mientras está aquí, me quedé estática, a lo lejos oí a Phoebe saludarle alegremente, él le sonrió y me observó con suprema curiosidad y diversión.

¿Había dicho que jamás le diría Oppa a nadie?

Como una zombie quiero extender los brazos y decirle: Oppaaaaaaaaaaaaa.

Es alto, complexión media con unos increíbles hombros anchos, su torso por lo que permite ver su camisa está debidamente trabajado, su cabello negro es corto pero un mechón suele caer sobre sus ojos a juzgar por el tic que tiene de apartárselo de la cara, su piel está bronceada, por todo el parloteo de Phoebe sé que ha estado todo su tiempo libre en la playa, no tiene rostro delicado ni femenino pese a sus pómulos delineados, es tremendamente varonil, sus ojos están ligeramente rasgados pero no son pequeños, tiene pestañas largas y una boca que pide a gritos que la besen.

- ¿Nat? – Oigo que me dice Phoebe. –Creo que tiene ampollas en los oídos también. –Dice riendo y eso me hace reaccionar y lanzo un nada femenino resoplido, bien Nat, bien.

- ¿Eso es cierto? – Me dice él y doy un paso atrás. Malditos doramas, me habían arruinado para cualquiera que no fuese como los protagonistas que allí aparecen y ahora, me topo con uno salido de mis más febriles fantasías y no contenta la perra vida me lo pone enfrente con una de esas voces que derriten las rodillas y te dejan como helado al sol. Y si digo que la vida es perra es porque me lo pone enfrente justo en uno de mis peores momentos.

- Vámonos. – Atino a decir y emprendo la retirada cuando Phoebe me detiene.

- Tengo la teoría que tiene ampollas en la cabeza también. – Explica al bombón y este tira la carcajada, se me pone la piel de gallina al oírlo ¿estaré entrando en la menopausia? Solo eso explica el alboroto hormonal que tengo, pero si me faltan muchos años aun para eso, no entiendo, la medicina que tomé, eso, eso ha de ser. Debo botarla nada más llegue, no tengo tiempo ni energía para sensaciones de este tipo.

Pasen por favor.- Dice con esa voz y yo gimo audiblemente por las sensaciones que despierta en mí con ese timbre tan sexy, mientras la loca que tengo como amiga me arrastra dentro. -¿Estás bien? –Me pregunta de inmediato.

- Phoebe me lastimó.- Miento. Definitivamente quemaré esa medicina y aparte borraré de mi disco duro todos los doramas habidos y por haber que tengo allí aunque sean chocorrientos mil, me han convertido en esto ¡malditos sean!

- ¿De verdad? –Dice la aludida y veo como entrecierra los ojos sospechando. – No te quejaste hace un rato cuando me hiciste esa llave de lucha libre y me enterraste la cara contra el colchón.

Él dirige su mirada de nuevo hacia mí y trago saliva, me sonríe con esa diversión que ya había percibido desde que entramos y veo estrellitas y todo. A Dios gracias por los lentes de sol.

- Me tenía que defender aunque me doliera. – Exclamo ofendida o aparentando estarlo. Phoebe resopló de la misma manera que yo momentos antes. Y Leo era la viva imagen de estárselo pasando bien a costa nuestra.

- Siéntate por aquí, voy a examinarte. ¿No pertenecerás a la liga de lucha libre femenil verdad? – Dicho eso tropecé de la impresión, ¿examinarme? ¿Qué le dejara ver mi cuerpo cubierto de manchas? ¡Pero si soy un dálmata de manchas rojas! Y allí estoy, tropezando nada elegantemente y cayendo hacia adelante. No me doy contra la mesita de centro de la sala solo porque dos fuertes manos me detienen de la bochornosa caída. Vuelvo a gemir, solo que esta vez de vergüenza. Me levanto y me sacudo sus manos, lo sé, me veo supremamente grosera pero es que soy el colmo de todos los males, me siento tonta y fea y quiero irme.

- Gracias. – Digo escuetamente.

- Por nada. – Responde con suavidad y amabilidad infinita en la voz y me siento horrible. – Siéntate por aquí. – Me señala un banco alto y frunzo el ceño, subirme allí me hará consiente del picor en mi cuerpo.

Voy hacia donde me indica con paso lento y me quedo viendo y pensando como diantres subirme sin que se me note el esfuerzo. Phoebe no hace intento de ayudarme y me siento tentada a arrojarle el banco, ando agresiva pero es que la perra vida ya me tiene harta al menos por el día de hoy. De pronto me veo en los aires y en menos de tres segundo estoy sentada. Él me ha levantado y con sumo cuidado y rapidez me ha dejado en el banco.

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