Capítulo 17: Tecnología.
Estaba anocheciendo cuando Itachi bajaba de su habitación vestido con una americana y un pantalón vaquero. Gaara que limpiaba los platos en el fregadero con mucha tranquilidad y gran preocupación por todo lo que había ocurrido esa tarde, observó a Itachi dándose cuenta de que tenía intención de salir.
- ¿Te vas con Mei? – preguntó Gaara.
- No – fue la respuesta seca de Itachi.
- Si vas a buscar a Deidara, querría acompañarte.
- No puedo permitir eso – dijo Itachi sacando su arma reglamentaria del cajón y comprobando que estaba lista, puso el seguro y la metió tras su pantalón – va a ser peligroso.
- Sólo yo sé dónde está Deidara y no te lo diré si no me llevas contigo – sonrió Gaara secándose las manos con uno de los trapos de cocina.
- Sé dónde está. En el hotel Dolphin Island, al otro lado de la ciudad.
- Hace unos minutos que se marchó.
- No es posible. Él me dijo que fuera.
- Quizá quería dejarte algún recado, pero él ya se ha marchado.
- ¿Cómo lo sabes?
- Porque le puse un localizador a la última flor que le entregué y guardé en su libro. Lo lleva en la mochila. Sé que siempre lleva la mochila consigo, son las únicas cosas suyas personales que tiene. No se apartaría de la mochila ni de ese libro.
Itachi abrió los ojos ante aquella sorpresa. Sabía que Gaara desde que había reconducido su conducta, se había convertido en un gran científico, ¡Hasta le habían llamado para trabajar en una de las más prestigiosas empresas de tecnología del país! Pero no esperaba que fuera capaz de ponerle uno de sus localizadores a ese chico.
- No me mires así. Sólo estaba preocupado por él, no es nada más.
- En realidad... agradezco que lo hicieras, pero sigue siendo peligroso que vengas conmigo.
- No tengo miedo y tú vas armado.
- Voy sin refuerzos, sólo yo contra todos ellos. No es que vaya a poder hacer mucho precisamente. Sólo quiero ir a ese hotel y ver por qué me citó allí.
- Como te he dicho... ya se han ido. No hay peligro, quiero ir.
- De acuerdo – aceptó Itachi al final – coge tu chaqueta.
La sonrisa se dibujó al instante en el rostro del pelirrojo, quien cogió su chaqueta del perchero y siguió a Itachi hacia el coche aparcado fuera.
El camino fue tenso, ninguno de los dos se atrevía a pronunciar palabra alguna en el pequeño habitáculo en el que se encontraban. Al llegar al hotel, Itachi aparcó el coche y ambos bajaron manteniendo el silencio hasta llegar a recepción. Fue todo un asombro para ambos cuando al preguntar por Deidara nadie conseguía reconocerle, sin embargo, al decir su nombre, el chico de recepción pareció caer en la cuenta de que sí tenía algo para él. Habían llamado de una de las habitaciones para recoger algo y entregárselo a ese chico.
Itachi observó el sobre que sacaban para él y sin decir nada más, se marchó hacia el coche seguido por un intrigado Gaara.
- ¿Es que no vas a abrirlo? – preguntó.
- No aquí. Lo abriré en el coche – le aclaró.
Tal y como dijo, tan sólo cuando se sentó frente al volante, se permitió unos segundos para ver qué había en el interior. Aquellos documentos le sorprendieron, tenía todo lo necesario para encarcelar a Pain y a su banda, todos sus negocios, sus trapos sucios, todos los nombres de gente importante a la que habían chantajeado, pero entonces... algo le asaltó de golpe, una gran preocupación.
- ¿Dónde está Deidara ahora? – preguntó con suma preocupación a Gaara.
- Tengo que revisarlo. ¿Por?
- Porque creo que está en problemas. Aquí está toda la información que necesitaba para desmantelar esa banda. Si le han pillado... ese chico está muerto.
Gaara sacó su teléfono móvil y abrió la aplicación para saber exactamente dónde se encontraba. Itachi supo que algo malo ocurría al ver cómo abría los ojos con asombro.
- ¿Qué ocurre? – preguntó Itachi.
- Creo que tienes razón. Está a las afueras de la ciudad, en una mala zona, nadie entraría allí.
- Indícame. Iremos a por él.
La noche cayó en el camino. En el interior del coche se podía cortar la tensión. Ni siquiera estaban seguros de si Deidara estaría allí, o si estaba bien, o si estaría junto al resto de la banda. Itachi tan sólo pudo llamar a la oficina y contactar con sus compañeros en busca de algo de apoyo de los que estuvieran de servicio.
Para cuando llegaron a la zona, Itachi aparcó a cierta distancia. No podía entrar campo a través con el coche, así que buscó en el maletero un par de linternas y empezaron a caminar siguiendo la marca que indicaba el localizador en el móvil de Gaara.
Las frágiles ramas y las hojas que pisaban crujían ante el peso cada vez que caminaban. Alumbrados únicamente con sus móviles, les parecía imposible encontrar algo allí si no fuera por aquel localizador. Tan sólo esperaban no quedarse sin batería ni conexión para hallar a ese chico. Gaara, a unos metros de distancia de Itachi, fue el primero en escuchar aquella débil respiración entrecortada. Alumbró con el móvil a sus pies hasta que, finalmente, tras varios movimientos, encontró a Deidara en el suelo, encharcado en sangre tras uno de los matorrales.
- Joder – dejó escapar asustando entonces a un Itachi que se giró hacia él.
Gaara se acercó con rapidez hasta Deidara intentando taponar las heridas de su estómago, llenándose de aquella sangre que no dejaba de brotar. No hacía falta ser científico para saber que ese chico se moría. Estaba en las últimas. Completamente pálido, aún pudo susurrar un par de palabras que para Gaara, tuvieron demasiado sentido, pero que sabía, que no podría contárselo a Itachi en aquellas condiciones.
En cuanto Itachi apareció frente a él y puso sus manos también para tratar de bloquear la hemorragia, Gaara aprovechó para llamar a la ambulancia pese a que sabían que no llegarían a tiempo.
- ¿Qué hacemos? – preguntó Gaara asustado.
- Meterlo en el coche. Me lo llevo al hospital. Intenta mantenerle estable.
- ¿Estable? ¿Cómo quieres que haga eso? Míralo bien, yo no soy médico.
Itachi hizo caso omiso a la explicación de Gaara, simplemente cogió en brazos a un debilitado Deidara y lo llevó hasta el coche metiéndolo en los asientos de atrás. Gaara entró junto a Deidara mientras Itachi se disponía a conducir hasta el hospital.
Para cuando el coche se detuvo frente a la puerta principal de urgencias del hospital, Itachi sacó en brazos a un inconsciente Deidara desde hacía casi diez minutos. Los médicos al ver a ese moribundo chico en brazos, se apresuraron a traerle una camilla.
- ¿Cuánto lleva inconsciente? – preguntó el primer médico que había dejado de atender a una pobre anciana para encargarse del caso más grave que llegaba.
- Unos diez minutos – dijo Itachi – taponamos la herida pero sigue perdiendo mucha sangre.
- Necesitará una transfusión. Traedlo al quirófano cinco – dijo el médico a sus enfermeros – Necesita cirugía de urgencia. Lo siento, pero ustedes no pueden pasar – le remarcó el médico.
Los enfermeros bloquearon el paso de Itachi y cerraron las puertas del pasillo. Ni siquiera le dejaron pasar por la planta y eso que el quirófano no estaba ni siquiera cerca de allí, pero le harían esperar en la sala junto a los demás pacientes que esperaban la visita de urgencia de los doctores.
Ambos chicos miraban a todos lados, perdiéndose en aquellos pacientes que habían venido a urgencias por simples fiebres, por resfriados o ataques de indigestión, por alguna lesión por practicar un deporte... nada tan grave como lo que ellos habían traído. Sin previo aviso, Gaara se levantó inmediatamente en cuanto vio a una chica rubia cruzar la puerta, la conocía de sobra porque era su hermana. Seguramente había salido a llamar a alguno de sus pacientes.
- ¿Qué haces aquí? – preguntó Temari asustada - ¿Tienes fiebre o algo? – le tocó la frente comprobando que no estaba malo.
- No es por mí. Hay un chico en el quirófano. ¿Podrías hacerme un favor?
- Ya sabes que no soy cirujana, estará en buenas manos.
- Sólo... tienes que decirles una cosa a los médicos que le están atendiendo. Por favor, es importante. La vida de ese chico depende de que les digas esto si es que consiguen salvarle.
- Vale. Si es tan importante para ti. Cuéntame qué ocurre.
Las horas pasaron en silencio para Itachi. Ni siquiera quería darse paseos hasta la máquina de café por si salía el doctor con noticias. Tan sólo cuando su hermano y Naruto aparecieron por la puerta del hospital tras haber escuchado el mensaje de voz que había dejado en el contestador de la casa, es cuando pudo tomarse el primer café, y sólo gracias a que Naruto se lo había traído.
- Aún tardará en salir – explicó Naruto – las cirugías llevan su tiempo.
- Ya lleva cuatro horas ahí dentro – dijo Itachi mirando el reloj, comprobando que eran las dos de la madrugada - ¿Cuánto más voy a esperar?
- Lo que necesiten – le explicó un serio Sasuke que ni siquiera se había sentado – deberías aprovechar el tiempo e investigar una forma de pillar a esos tipos.
- Ya estoy en marcha. Mis compañeros tienen la información. Yo no tengo nada más que aportar, prefiero estar aquí para cuando salga de la operación.
Sasuke hizo un gesto con la cabeza hacia Naruto, quien entendió enseguida que prefería hablar con su hermano a solas. Con la excusa de ir a buscar más cafés para todos y aguantar aquella noche en vela, se llevó a Gaara de allí dejando a los hermanos a solas.
- Te sientes culpable, pero ya no puedes hacer nada por él.
- Se fue de la casa por mi culpa. Puedo atestiguar que Pain se lo llevó a la fuerza y que no rompió su condicional, pero... para eso tendría que vivir y... dudo que pueda sobrevivir a esto. Perdió mucha sangre, llegué tarde hasta él y... se lo llevaron por mi culpa, por simples celos.
- Hasta que reconoces lo que sientes por él – sonrió Sasuke.
- ¿Lo sabías?
- Desde que lo metiste en la casa. Tú nunca haces nada por nadie que no te importe. Estaba claro que querías ayudar a ese chico por algo. No dije nada porque era menor de edad y podías meterte en un problema muy grande.
- Si... si se muere aquí, no sé si podré perdonármelo – dijo Itachi afligido.
- Habrá que esperar, Itachi. Sólo hay que esperar. Ya no podemos hacer nada más.
Ambos estaban hablando acerca de la condición de Deidara, cuando la suave voz de Mei les hizo girarse y abandonar toda conversación posible.
- Acabo de enterarme – llegó Mei hasta ellos confusa y preocupada - ¿Cómo está? – preguntó.
- No sabemos nada – fue lo único que consiguió decir Itachi al ver aquel panorama.
- Es posible que no sobreviva – escucharon todos a Gaara a su espalda con su mirada seria – pero no es algo extraño, pocos chicos que han estado en bandas sobreviven a ellas. Habrá que esperar lo peor.
- Sigo creyendo que podrán salvarle – dijo Itachi – no perderé la esperanza.
- Deberías – dijo Gaara – tú viste cómo estaba. Ese chico no va a sobrevivir con sus heridas.
- ¿Pudisteis hablar con él? – preguntó alarmada Mei.
- No – se apresuró a mentir Gaara – estaba inconsciente cuando llegamos.
Para Itachi no pasó desapercibida aquella mentira. Él mismo había visto a Deidara todavía consciente. Respiraba con dificultad y difícilmente habría podido pronunciar palabra alguna pero... Gaara había mentido y lo había hecho por alguna razón que él desconocía. Por algún motivo, prefirió no desmentir aquello y mantener el silencio, mantener la verdad oculta de todos.
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