Capítulo 13: Cenas

Deidara observaba absorto aquella elegante sonrisa que Itachi regalaba a su acompañante. A medida que cruzaban el jardín y se apartaban de su vista, Deidara intentaba seguirles juntando cada vez su cabeza hacia el cristal intentando seguir viendo más, hasta que su frente chocó inevitablemente contra el cristal sacando un leve quejido de sus labios y obligándole a dejar de seguirles.

Llevó su mano hasta la frente frotándola con suavidad y tratando de aliviar un poco el dolor de aquel fortuito golpe cuando un par de golpes sonaron tras su puerta. El silencio se hizo presente al instante, nunca antes nadie había llamado a su puerta, simplemente entraban en busca de una cálida compañía, sobre todo Pain puesto que era su casa. Ahora empezaba a saber lo que era la verdadera intimidad.

- ¿Sí? – preguntó Deidara algo dudoso.

- La cena está lista, deberías bajar con nosotros, he preparado un estofado – escuchó a Naruto al otro lado de la puerta.

- Ahora mismo bajo – dijo Deidara bajando con rapidez de la cama y alejándose de la ventana para ponerse algo más decente, aunque no encontró nada realmente favorecedor entre la ropa que Naruto le había dejado.

Toda la ropa era bastante oscura pero no le importó, era ropa limpia y olía bien, era más de lo que podía pedir con Pain quién siempre le traía "ropa envenenada" como él solía llamarla. Podía ser una ropa elegante pero... siempre había un truco, sólo se la daba para poder seducir a sus clientes pero hoy no, Naruto le había dado todo aquello simplemente porque quería dárselo, no había trucos, ni malas intenciones tras sus actos, eso hizo que sonriera y se pusiera la primera camiseta de manga corta que encontró.

Bajó un poco cohibido y preocupado por la chica que había visto llegar con Itachi. Quería pensar que era simplemente una compañera del trabajo o algo así, pero al ver a ambos tan acaramelados, se dio cuenta que era algo más que una simple compañera. Se detuvo prácticamente en el último escalón y observó a todos los presentes allí reunidos.

- Ven Deidara, siéntate aquí a mi lado – le insistió Naruto.

Por primera vez desde que había bajado, observó cómo la sonrisa de Itachi desaparecía dejando en su lugar una mueca de disgusto y seriedad dirigida a él. Todo lo que habían vivido en aquella prisión quedaba muy atrás y lo supo con aquella mirada.

- ¿Quién es? – preguntó la mujer con una ligera sonrisa al ver al chico – es un joven atractivo – se sonrojó haciendo que Deidara se sonrojase también.

- El cliente de mi hermano – dijo Itachi sin más – necesitaba un lugar donde terminar su arresto y éste era un buen lugar para ello.

- Encantada de conocerte, me llamo Mei Terumi.

- Deidara – dijo sin más extrañando a la mujer que esperaba algún apellido.

Al no llegar, la mujer se sentó en la mesa acompañada por un caballeroso Itachi que le movía la silla elegantemente. Deidara se sentó enfrente de ambos, junto a Naruto quién le pasaba el puchero con unos guisantes por si quería ponerse. Por otro lado, Sasuke sonreía mientras cogía la fuente con el puchero para pasarlo al resto de los invitados.

Todos parecían mantener una amena conversación excepto Deidara, que se sentía cohibido y defraudado por lo estúpido que había sido al dejar que asomasen sentimientos por un hombre del que no conocía nada. Creyó que él era quién manipulaba, creyó que Itachi caería en su red y que posiblemente... pudiera enamorarse, pero no, Itachi sólo había jugado con él como hacían todos los demás. No le importaba.

Cabizbajo como estaba, comió lentamente y en silencio, escuchando a Naruto hablar animadamente. Parecían que conocían a la mujer desde hacía tiempo y finalmente, tras remover un par de veces los guisantes, se decidió por preguntar cuánto tiempo llevaban juntos. La respuesta no le gustó en absoluto.

- Dos años – dijo Itachi sin dilación alguna.

- Oh – exclamó Deidara – y... ¿Cómo os conocisteis?

- Trabajamos juntos en un caso encubierto – sonrió Mei – yo trabajaba en un club de striptease buscando información sobre una banda juvenil y él dio la casualidad que era policía encubierto y se ocupaba de recibir la información y pasarla a los compañeros. Trabajamos bien juntos – sonrió de nuevo Mei antes de darle un beso a Itachi.

- Ya... imagino que es bueno cuando formas un buen equipo.

Itachi lo observó con cautela pero sin apartar esa mirada seria de él. Habían compartido un estrecho vínculo los últimos meses, pero era algo que debía terminar por el bien de su relación y de su persona. Seguía siendo un menor de edad, metido en una banda y de ahí no podía salir nada bueno. Era mejor alejarle cuanto antes de él.

En aquella cena, Deidara aguantó que le contasen cómo se habían conocido y algunas anécdotas de sus viajes juntos o de su trabajo. A cada palabra sonriente de aquellos dos, él se apagaba más y más dándose cuenta que jamás sería capaz de igualar las cosas que habían hecho juntos, que jamás formaría parte de la historia de Itachi. Él quería estar con Mei y no con él. Tras la cena, Naruto le ofreció que fuera a la ducha antes de acostarse, seguramente le sentaría bien.

Se encaminó hacia las escaleras para subir al aseo, sin embargo, se giró una última vez viendo cómo aquellos dos tortolillos se despedían con agradables sonrisas y tiernos besos. Prefirió no seguir viendo más y se marchó de allí encerrándose en el cuarto de baño. Encendió el agua esperando a que saliera caliente pero en lugar de desvestirse, se sentó en la tapa del retrete apoyando la espalda contra la parte de atrás y lloró en silencio, dejando que el ruido del grifo impidiera que alguien pudiera darse cuenta de aquello.

Itachi cerró la puerta del coche con una sonrisa y se despidió con la mano mientras veía desaparecer el coche de su novia calle abajo. Al girarse para volver a la casa, no pudo evitar mirar hacia la ventana de la supuesta habitación de Deidara. La luz estaba apagada pero pudo ver como la cortina se movía cerrándose, como si se hubiera asomado pero ya no quisiera seguir viendo más aquel espectáculo.

Por un momento decidió subir a ver cómo se encontraba pero por otro lado, prefería no hacerlo. Ya le había dejado claro que todo se había terminado entre ellos. Tras subir a su cuarto y ponerse el pijama, trató de dormir. Dio vueltas en la cama, hacia un lado y hacia el otro... pero Deidara seguía en sus pensamientos. Se había comportado lo mejor que había sabido en aquella mesa, pero sabía que en el fondo, le había roto un pedazo de su corazón. Con aquella idea en mente, decidió salir de su cuarto y caminar hasta el del rubio, pero cuando tocó a la puerta, sintió algo extraño. La respiración de la otra persona estaba cerca y el leve sonido por el sobresalto le indicaba que Deidara estaba justo al otro lado, seguramente sentado en el suelo apoyando su espalda contra la puerta. Itachi miró bajo la ranura pero todo estaba oscuro.

- Sé que estás ahí – le dijo Itachi colocando su mano sobre la madera de la puerta como si así pudiera tocarle – ábreme, por favor.

- Márchate, no quiero hablar contigo.

- Pero yo si quiero hablar contigo. Creo que necesitas una explicación.

- No necesito nada de eso, lo tengo todo muy claro. Sólo fue un trato y ya está, aquí acaba nuestro acuerdo.

- Vamos Dei... abre la puerta. Sé que te estás guardando cosas que querrías decirme, te he hecho daño...

La puerta se abrió de golpe dejando ver a un Deidara extrañamente sonriente, con un semblante que le recordaba al primer día de la sesión. El chico arrogante y descarado había vuelto, aquella coraza que consiguió atravesar estaba una vez más levantada para él.

- Itachi... no seas egocéntrico, tú no puedes hacerme daño alguno. Era un trato y se acaba aquí. Espero que seas muy feliz con tu novia – sonrió Deidara – de hecho me alegro de no tener que volver a satisfacer tus extraños gustos.

- He visto tu rostro de esta mañana, esperabas algo más.

- Claro que sí. Llevaba casi dos semanas sin verte porque habías dejado tu puesto de director y estabas de nuevo en tu comisaría, esperaba no sé... que fueras algo más tierno o incluso más pasional, esperaba que nuestros juegos hubieran durado un poco más pero... siendo sincero, me has evitado tener que darte la patada yo mismo y ver tu sufrimiento, porque ambos sabemos que habrías acabado enamorado de mí si hubiéramos seguido un poco más. Tú novia no debe satisfacer muy bien tus gustos.

- No finjas Dei – le dijo Itachi algo molesto, cogiendo su muñeca con fuerza para evitar que se fuera.

- ¿Fingir? ¿Crees que finjo? ¿Crees que alguien como yo puede enamorarse de alguien como tú? Vamos Itachi... yo jamás podría enamorarme.

- Has disfrutado del sexo conmigo, gritabas de placer.

- Ah... sí... soy tuyo Itachi, no pares – susurró mientras se sonrojaba levemente, susurrándole al oído las palabras que tanto había lanzado en sus anteriores sesiones, molestando aún más a Itachi – puedo fingir que disfruto, no es difícil – le dijo Deidara soltándose del agarre – pero tranquilo, no le diré nada a tu novia de esas cosas que tanto te gustan. Nunca fuiste mi tipo Itachi, lo siento, no quería que te enterases de esta forma, pero no me dejas más remedio. Por favor... aléjate ya de mí, ya tengo lo que necesitaba, estoy fuera de prisión. Gracias por tu ayuda.

- Serás cabrón – gritó Itachi pero su puño se empotró contra la puerta – no vengas con que me has utilizado. Tú no me has utilizado a mí ¿Te enteras?

Deidara dejó resbalar su espalda al otro lado de la puerta. Fingir que no le amaba era difícil, lo más difícil que había hecho en la vida, pero debía mantener su mentira, no iba a ser débil frente a ese hombre, jamás volvería a estar indefenso ni a dejarse utiliza, así tuviera que volver a ser el mayor de los mentirosos como Pain le había enseñado. El amor era un asco, pero mentir... se le daba demasiado bien. Lloró en silencio escuchando las amenazantes palabras de Itachi al otro lado hasta que se cansó y volvió a su habitación. A cada palabra que dijo, un trozo de su corazón se rompía, pero estaba decidido a coger esos pedazos y afilarlos en su contra, porque no dejaría que Itachi Uchiha supiera que le había utilizado, le haría creer que era él quien se había salido con la suya así fuera la mayor de las mentiras.

Todos en su vida le habían utilizado, pero nunca había dolido como ahora. Pain tenía razón, no debería haberse enamorado y menos de alguien como Itachi. Era un hombre experimentado, un hombre demasiado inteligente hasta para él. Siempre le habían dicho que era inteligente, demasiado para su edad... pero Itachi le superaba. Ahora tan sólo debía intentar hacerle creer que jamás le importó, que jamás se enamoró, que tan sólo le había utilizado para salir de prisión y ya nada le importaba de lo que hiciera, porque había logrado su objetivo. Seguramente sería difícil engañar a Itachi, pero debía hacerlo, debía seguir sonriendo y haciéndole ver que no le importaba lo que hiciera pese al dolor que llevaría por dentro cuando le viera con su novia tan feliz.

Tan sólo en la intimidad de su habitación se permitiría llorar, tan sólo las noches sabrían el dolor tan grande que cargaba en su interior, tan sólo la luna sería testigo de aquel sufrimiento del que jamás escaparía. Con esa idea, se metió en la cama y se acurrucó entre las mantas para intentar dormir pese a sentir cómo sus lágrimas mojaban la almohada.

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