Capítulo 10: Topos.
Tumbado en el colchón de su celda, Deidara observaba el techo con detenimiento. Había pasado sólo un mes en aquel lugar y aún le faltaban cinco meses más. Aquello era inaguantable. Sus ojos observaron a través de la reja de la ventana. Pronto caería la noche pero a él le daba igual. Por suerte o por desgracia, Sasori no se había percatado todavía de sus encuentros con el director de la prisión, pero tampoco había podido librarse por completo de las garras del pelirrojo.
Más de una vez había tenido sexo con él o con alguno de sus secuaces a quien quería recompensar por sus esfuerzos, tampoco es que le importase mucho, estaba acostumbrado al sexo. No significaba nada especial para él. Pensaba en ello cuando alguien le vino a la cabeza, Itachi Uchiha. Quizá él sí había conseguido algo que los demás nunca harían, sacar una parte juguetona y morbosa en ese chiquillo alocado y descarado.
Reconocía que tras un mes manteniendo sexo con aquel hombre y hablando de varios temas sin importancia, empezaba a vislumbrar el fondo de ese chico. No era tan malo como parecía, ni tan arrogante, ni tan meticuloso, quizá se estaba enamorando de él o puede ser... que incluso el Uchiha estuviera sintiendo algo especial con aquellos encuentros. Deidara había visto ese diminuto cambio en su comportamiento. Ya no le trataba como a un cualquiera más, a veces hasta le trataba como una persona con sentimientos, era más agradable y dulce que de costumbre.
El sonrojo se hizo presente en él al darse cuenta de aquello. Que Itachi Uchiha le pareciera dulce era un gran error. Recordaba las palabras de su jefe, de Pain, ese acuerdo de jamás enamorarse pero... no podía evitarlo. Aquellos sentimientos le desbordaban, estaba fascinado con Itachi Uchiha, le quería y estaba seguro de ello, aunque jamás pensaba admitirlo. Le daría lo que quisiera y después se marcharía muy lejos de esa ciudad, donde nadie pudiera encontrarle y hacerle daño, no podía permitirse enamorarse pese a saber que estaba cayendo en los encantos de aquel hombre de profunda mirada.
- Espabila, Dei... - se golpeó las mejillas con las palmas de las manos – él jamás se fijará en alguien como tú, él no es para ti. Cinco meses... cinco meses y desapareceré de este país, podré ser libre, tengo que centrarme en mi meta, sólo en eso – se repetía como si aquello pudiera eliminar lo que estaba empezando a sentir por Itachi.
Esa noche hizo un frío espantoso. El invierno se acercaba pero no era lo que más molestaba a Deidara, sino los leves quejidos y sollozos de su compañero de celda. Desde que Sasori le había amenazado, ese chico no había sido el mismo. Se pasaba el día solo y alejado del rubio, nadie en su sano juicio se atrevería a hacerle algo a ese rubio mientras estuviera bajo la protección del pelirrojo. Deidara, sin poder aguantarlo más, se levantó de su camastro para ir hacia su compañero.
- Ey, ¿estás bien? – le preguntó Deidara al verle temblar - ¿Quieres otra manta?.
El chico al ver a Deidara tan cerca de él, intentó alejarse todo lo que pudo hasta que su espalda chocó contra la pared. Se le veía nervioso y no era para menos. Deidara sabía que todos tenían pánico a las consecuencias que podía traer con Sasori si alguien se acercaba a él.
- Lo siento – dijo Deidara intentando alejarse un poco – no pretendía...
- Aléjate de mí – escuchaba que susurraba el otro chico muerto de miedo por si le ocurría algo más por su culpa.
- De acuerdo. Me alejo, ¿vale? Pero cógela – dijo Deidara acercándole una de las mantas – vamos.
El chico le miró sorprendido y pese al terror que tenía, acabó acercando la mano para coger la manta que aquel rubio le brindaba. La tomó entre sus manos con gran rapidez y volvió a su posición tapándose con ella, volviendo a alejarse del rubio que sonreía al haber conseguido acercarse un poco. Quizá siempre le había gustado ayudar a la gente, pero pocas veces tenía la oportunidad de hacerlo. Pain le obligaba a delinquir, a hacer el mal, a mirar por sí mismo antes que por los demás, eso le hacía sentirse como una persona horrible. A veces, cuando nadie le miraba, intentaba hacer lo correcto, pero era tan difícil ayudar a los demás cuando debías sobrevivir...
Deidara volvió a la cama aunque fue despertado abruptamente a la mañana siguiente por unas manos que le colocaron una tela cubriendo su rostro. Las diferentes manos le levantaron de la cama y le arrastraron tras ellos hacia algún lado, pero él no podía ver nada. Por un momento se imaginó de qué iría todo aquello. Algo debía haber pasado con la información que le pasó hacía más de un mes a Itachi o algo con la banda. Había dado tanta información que era posible que estuvieran dudando de él, al fin y al cabo... era el nuevo.
Tras apenas cinco minutos de haber sido arrastrado, Deidara sintió un golpe en su estómago seguido por el dolor en la espalda. Supo que estaba en el suelo, alguien le había dejado allí tirado y pese a que trató de quitarse la tela que cubría su rostro, fue incapaz de hacerlo cuando sintió el siguiente golpe y cómo alguien pisaba su mano con fuerza contra el suelo evitando que la moviera.
Puede que hubiera sido un buen momento para decir que él no había hecho nada, pero tras pensarlo unos segundos, prefirió dejar que lo único que saliera de su boca fueran los gritos de dolor. Quizá si decía algo se descubriría él mismo diciendo que había sido él, así que pensó en fingir que no sabía a qué venía todo aquello.
Golpe tras golpe, los encajó como mejor pudo. No era la primera vez que pasaba por algo así, Pain no era precisamente un amante dulce. De joven se había llevado demasiadas palizas de aquel hombre que buscaba la perfección absoluta en el sexo, le había preparado para todo en la vida excepto para ser un chico independiente.
- Dejadme verlo – escuchó Deidara la voz de Sasori y al instante, notó cómo alguien elevaba aquel trapo apartándolo de su rostro, dejando finalmente ver a ese pelirrojo y a su pandilla de seguidores que se habían cebado en golpearle.
Deidara observó el suelo en el que estaba, con gotas de sangre que él había derramado. Las heridas le dolían y sabía que tendría más de un moratón que ocultar en su siguiente encuentro con Itachi pese a que no tenía ni idea aún cómo conseguiría esconder algo así. No podía quejarse de todas formas, aún estaba vivo y eso le daba una oportunidad a pensar en algo lógico que decir, algo que le exculpase de las culpas que le echarían. Más que nunca debía ser inteligente.
Trató de coger aire mientras se intentaba incorporar, aunque lo máximo que consiguió fue quedar de rodillas y escupir algo de sangre al suelo tratando de recuperarse levemente para poder hablar.
- ¿Por qué lo has hecho, Dei? – preguntó Sasori cogiéndole del cabello con fuerza para que le mirase.
- ¿Qué he hecho? – le preguntó Deidara con un tono suave y casi lastimero - ¿Es que no te he complacido lo suficientemente bien? ¿Quieres otra cosa en el sexo? Pide lo que quieras entonces – le dijo como si no supiera de qué iba la cosa.
Sasori se quedó un segundo atónito ante aquello. Pensaba que era Deidara el culpable de aquello. Creyó que era Deidara el que estaba detrás de lo que había ocurrido el día anterior, pero ese chico... estaba simplemente creyendo que tenía la culpa sobre el sexo con él.
- No es por el sexo, chico – le dijo Sasori soltándole el cabello y alejándose un poco.
- ¿Entonces por qué es? – le preguntó – yo sólo... sólo tengo sexo contigo y con los que tú me dices. ¿Qué he hecho mal? ¿Es porque anoche le di una manta a mi compañero?
Sasori observó al resto de los secuaces que encogieron los hombros empezando a creer que se estaban confundiendo de chico.
- ¿Qué se supone que he hecho? – preguntó forzándose a llorar para hacerlo más creíble.
Todos se observaban confusos sin saber muy bien qué estaba pasando. Habían dado por supuesto que Deidara estaba soltando información sobre ellos porque era el nuevo, porque nunca habían sido descubiertos en nada hasta que él llegó y sin embargo, el chico parecía demasiado "mosca muerta" para hacer algo así, era demasiado inocente, tanto... que ahora estaban confundidos.
- Anoche hubo un registro de habitaciones y los policías se llevaron a uno de los nuestros que ocultaba el cuchillo improvisado. Nunca antes habían descubierto nuestros lugares secretos – confesó Sasori – alguien ha filtrado la información y no sólo eso, han pillado a otro miembro de la banda que desde fuera nos introducía objetos al interior. Va a pasar una larga temporada en prisión, pero no en ésta, por supuesto – se quejó Sasori.
Deidara entendía algo, había destrozado un enlace directo con el exterior, un enlace con Pain y sus secuaces. Ahora todos estaban solos aquí dentro, ya no recibirían órdenes del exterior y eso había sido cosa de Itachi, porque había movido la información de Deidara para su beneficio consiguiendo separar a la banda de fuera con la de dentro de prisión.
- Ni siquiera sé quién es el enlace de fuera, ni sabía que teníamos un enlace fuera – dijo Deidara y Sasori abrió los ojos como platos al darse cuenta de algo, era cierto que él jamás se lo dijo a ese chico.
- No es él – dijo Sasori al final – este chico no sabe nada. Pero aun así... espero, Deidara... que te haya quedado claro que no nos gustan los topos, nunca debes traicionarnos.
- Nunca os he traicionado. Pain es el único que creyó en mí, el único que me dio un hogar – le dijo con firmeza, debía convencerles a como fuera que no era él quien les estaba vendiendo – estoy aquí en prisión y nunca le he delatado. Pain sigue fuera porque yo no he hablado.
- Eres un buen chico, Dei. Sigue entonces como hasta ahora y no me hagas enfadar, ¿vale?
- Yo nunca iría contra ti – le aclaró Deidara sonrojándose al ver cómo Sasori se agachaba frente a él y acariciaba con suavidad su lastimada mejilla – yo... me estoy enamorando de ti – le mintió a la cara con un leve susurro y fingiendo vergüenza de decirlo con tal de que Sasori se creyese aquello.
Sasori sonrió al darse cuenta de que aquella baza sería la mejor que podría tener a su favor. Alguien enamorado no iría en su contra, lo que no podía entender era que Deidara había pensado exactamente lo mismo. Tener a Sasori convencido de que ese enamoramiento falso era lo mejor que podía hacer para mantenerse con vida. Sasori jamás pensaría que Deidara pudiera mentir tan fácilmente, que pudiera ser tan inteligente como para idear varios pasos por delante de ellos y mantenerse a salvo allí.
- Dejadle – dijo Sasori al final a sus guardias – este chiquillo no tiene nada que ver con lo sucedido.
- ¿Está seguro, señor?
- Míralo bien. No tenía la información y además... es sólo un crío, un par de momentos de sexo conmigo y se está enamorando – sonrió Sasori – no es él quien iría contra la banda, es alguien más retorcido, alguien con un nivel de lealtad más alto, alguien que puede aprovecharse de la situación. Sabía que iríamos a por el novato y él se libraría.
- Creo que ya sé quién es – Sonrió Kakuzu.
- Tráelo aquí – ordenó Sasori.
Todos esperaron con paciencia a que Kakuzu trajese a la persona en la que todos estaban pensando ahora y que por un momento, Deidara también supo quién sería. Era cierto que Sasori jamás le habló del contacto de fuera, era cierto que tampoco Kakuzu... pero sí aquel hombre. Tan sólo una vez Sasori le había mandado a satisfacer a su secuaz y en aquella vez... Deidara consiguió que le contase las cosas. La tensión llegó a su cuerpo sabiendo que ese hombre podía destrozar su coartada, podía decir que le había dicho todo y las miradas volverían contra él.
- ¿Qué ocurre, Dei? – preguntó Sasori arrodillándose frente a él – pareces nervioso.
- ¿Qué le pasará a ese chivato? – preguntó Deidara fingiendo nuevamente que él era el inocente pese a saber que estaba vendiendo a otra persona que no era el que estaba dando la información.
- No te preocupes por él – sonrió Sasori – Tú sólo debes preocuparte de una cosa, seguir dándome placer.
- Yo... - se sonrojó Deidara nuevamente tratando de seguir convenciendo a ese hombre de que estaba enamorado de él pese a no ser cierto - ¿Qué ocurrirá cuando salga de prisión? Pain volverá a reclamarme y...
- No te preocupes por eso, no soy celoso – le acarició el cabello – sé que Pain te tendrá para él pero... cuando yo salga de prisión en unos años, estoy convencido de que Pain me dará el gusto de estar contigo algunas veces por lo bien que te he tratado aquí en prisión, por protegerte del resto – Sasori sonrió y besó a Deidara con pasión antes de escuchar los gritos del otro individuo diciendo que era inocente.
Deidara supo que aquello era un gran error. Gritar que era inocente sólo le hacía parecer culpable. Al ver a Deidara en el suelo ensangrentado y sin poder levantarse, el hombre empezó a intuir por dónde iban las cosas, sin embargo, Sasori se levantó mientras se colocaba delante de Deidara ocultándole al supuesto "topo" la visión.
- No soporto los traidores en nuestra organización – sonrió Sasori – acabad con él – ordenó a sus secuaces a la vez que ayudaba a Deidara a ponerse en pie para llevárselo.
Deidara aún pudo escuchar los gritos de aquel hombre, cómo trataba de explicarse sin mucho éxito. Lo último que supo de aquel hombre fue que unos guardias habían encontrado su cadáver en el baño de la prisión.
Ante aquella situación y la preocupación de Itachi que jamás había visto algo como aquello en su prisión mientras estaba bajo su mando, hizo llamar a Deidara de inmediato fingiendo nuevamente que era por una de sus reuniones. Por primera vez, Itachi empezó a comprender que aquello se le iría de las manos y ese chico al que utilizaba, estaba en el punto de mira. Ese chico que había salido en una bolsa de cadáveres podía haber sido Deidara. Ahora lo único que podía hacer era informarse de lo que había ocurrido, pero cuando Deidara entró por el despacho, Itachi entendió que la situación era más grave de lo que él imaginaba. Ni siquiera entraba bromeando como siempre, ni hablando, ni con el descaro habitual, estaba aterrado, lleno de heridas y temblando.
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