Capítulo 23

Tenía el día libre por las razones que menos quería, se sentía deshecho, acabado ¿De donde sacaría el valor para ver a Zero a la cara? No podría, seguramente se desplomaría con tan solo verlo cruzar la puerta.

¿Por qué? ¿Por qué lo había hecho? ¿Por qué no podía conformarse con Zero? No había nada que Signas tuviera que Zero no... Bueno, tal vez sí, pero aún así, amaba al rubio, no al azabache.

Debía dejarle en claro al Comandante Signas que lo de anoche no se volvería a repetir nunca más, aún si tomaba, jamás tomaría una sola gota de alcohol otra vez, no lo haría.

No se había levantado de la cama en aproximadamente una hora, período de tiempo en el que los que trabajaban con él comenzaron a preocuparse. Alia comenzó a enviarle mensajes en intérvalos irregulares de tiempo, X imaginó que se los enviaba a escondidas cada que el suplente se daba la vuelta.

X ¿Donde estás? Hoy
hay nucho trabajo por
hacer.

X no tenía muchas ganas de responder, se sentía abrumado con la gran cantidad de sentimientos que caían sobre él como piedras en un derrumbe.

El Comandante Signas
me dio el día libre.

Tuvo que esperar un par de minutos para recibir una respuesta de la rubia.

¿Qué? ¿Te sientes
mal? ¿Estás enfermo?

Me duele el cuerpo.

No estaba mintiendo, pero seguro Alia creería que sería por el trabajo que debía hacer todos los días, no podía darle las verdaderas razones.

Dejó su celular a un lado, no quería dar explicaciones de cómo se había enterado el Comandante o por qué no iba con Cinnamon, no estaba de humor para armar una mentira.

No quería cambiar de posición, aún dolía, toda aquella situación era extraña, su mente estaba confusa, recibiendo órdenes directas que peleaban con su subconsciente.

Por un lado, quería dejar de pensar en eso y continuar con su vida normal, hacer como si la noche anterior y cualquier cosa que lo relacionara con Signas no hubiera ocurrido, pero su conciencia no lo dejaba en paz, aún recordaba las embestidas, el dolor y el placer, parecía que en su cabeza gritaran millones de personas que era una basura, él mismo se lo repetía, no podía continuar con eso, no quería sentirse así de nuevo.

Sostuvo su rostro entre sus manos resistiendo las lágrimas, no quería llorar, quería ignorarlo todo.

Llamaron a su puerta. Levantó la mirada, su rostro parecía un poco rojo.

-¿Quién es?- preguntó sin levantarse de la cama.

-Soy yo, Sig... El Comandante Signas- dijo la voz al otro lado de la puerta.

Sus piernas comenzaron a temblar luego de que se levantara para abrir la puerta, se cubrió con las sabanas como si fuera una forma de protección ¿De Signas? Mas bien de sí mismo.

Abrió la puerta lentamente, el Comandante estaba frente a ella con una amplia y agradable sonrisa y una caja envuelta en papel negro con un moño de color dorado, esto dejó un poco confuso a X quien se rehúsaba a abrir la puerta por completo.

-¿Ya te sientes mejor?- preguntó Signas quien por el momento no tenía planeado entrar a su habitación, aunque no quería tampoco ser visto entregando un regalo a uno de sus trabajadores, era muy poco discreto y poco profesional.

-Un poco- físicamente sí, un poco, emocionalmente no.

-Que bueno- Signas contempló el rostro un poco triste del menor, podía comprender lo que pasaba por la cabeza del ojiverde y no lo culpaba -Ah, te traje esto- dijo el mayor mientras le entregaba la caja envuelta.

-¿Qué es esto?- X se separó de la puerta solo para tomar la caja entre sus manos, por supuesto, tuvo que soltar la sábana con la que se cubría dejando expuesta un poco de su desnudez, nada de lo cual preocuparse, aunque Signas volteó hacia otro lado para respetar su privacidad.

-Un regalo- dijo llevando su puño de nuevo hacia su boca para toser y sonrojándose un poco.

-¿Para mí?- cuestionó X un tanto incrédulo. No era usual que recibiera regalos sin razón, Zero se los daba para su aniversario y Axl cada que se veían, pero esta vez no había algo especial.

-Por supuesto- dijo Signas aún tratando de no observar entre los espacios abiertos de la sábana -Vas a necesitar algo que te despierte por las mañanas- en alguna otra situación, seguramente habría respondido con sarcasmo, pero no lo hizo.

El ojiverde observó la caja dudoso de si abrirla en ese instante o no. Había ignorado la última línea de Signas, o tal vez no había entendido, por lo que llevó a la caja a su oreja para ver si era algo que podía escuchar.

Tic tac, tic tac.

¿Un reloj?

-Bueno- dijo Signas -Debo presentarme a trabajar, tú sigue descansando, luego puedes decirme si te gustó o no- se despidió y se alejó rápidamente, estaba nervioso, X lo vio alejarse por el pasillo hasta que desapareció en una esquina.

Había algo diferente en él, no sabía decir qué era, no era algo sentimental, era algo físico, algo faltaba ¿Había cambiado de peinado o algo así?

Cerró la puerta y volvió a la cama, miró con detenimiento la caja luego de dejarla sobre la mesa, quería abrirla pero se sentiría comprometido si lo hacía, debió haberlo rechazado. La tomó entre sus manos, no quería arruinar lo que estaba dentro, así que quitó el listón dorado y lo pegó en la pared para guardarlo luego y comenzó a romper lentamente la envoltura para revelar una caja común.

Retiró la cinta adhesiva cuidadosamente y se topó con un lindo reloj de mesa de madera. Se sorprendió al verlo.

Lo sacó y lo sostuvo entre sus manos, era algo pesado. Lo contempló memorizando cada detalle del reloj que emitía un casi inaudible tic tac.

Le dio la vuelta para verlo desde atrás.

Ah, tenía una alarma, que reloj tan raro.

Era demasiado bonito y elegante para su habitación tan simple, no combinaba muy bien con el entorno, pero quería conservarlo. Programó la hora a la que se levantaría y lo colocó sobre su mesa de noche.

En serio, no combinaba, a X le pareció gracioso ¿Cuanto habría costado? Tal vez debería darle un regalo a Signas también, se sentía comprometido, pero apenas y podía caminar, no podía salir a buscar algo, además no sabía qué le gustaba a Signas.

Dio media vuelta en la cama, quería darse un baño pero no quería que le preguntaran por qué estaba caminando tan raro.

Volteó de nuevo hacia el reloj, sonrió al pensar que sería algo caro ¿Quién regalaría algo así?

Tal vez solo Signas, abrazó su almohada aún con una tierna sonrisa en su cara al pensar en el rostro de Signas, sin darse cuenta, había reemplazado al rubio.

×××

Bueno gente, esto es lo de hoy.

¿Damerov les agradó? He's a good boi. No apareció en este capítulo pero lo llevaremos en nuestros corazones por siempre.

Que intriga, me pregunto qué pasará con X y Zero ajajshja.

Por cierto, hice esta cosa.

Signas pan, Signas Pan.

Bueno, los dejo con esta linda foto de Signas Pan y me voy, bai.

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