Capítulo 23: Laura.

Tras pasar todo el día mandando a la asesora de interiorismo arreglar la casa para ponerla en venta lo antes posible, me puse un conjunto que si no desataba a Leighton, ya no sabía que lo haría. Me tumbé en su cama, mientras veía mi imagen perfecta en el espejo del techo.

¿Cómo podía preferir a una idiota del montón antes que a mí? Después de todo lo que había hecho por él. Acostarme con esa panda de babosos ejecutivos casados, interesarme por su idea romántica de crear salas de recuperación para niños que no tendrían ni una sola oportunidad de salir adelante y las horas que tenía que hacer por él, para ver como se iba con alguna mujer a esa cabaña que pensaba destruir.

Su teléfono móvil sonó sacándome de mis pensamientos. Una y otra y otra vez. Lo cogí y leí uno de los WhatsApp que le enviaba el imbécil de Brad. Acto seguido, una llamada entrante me hizo dudar, pero una cosa tenía clara. Si quería demostrar que estaba en la vida de Leighton de forma permanente, debía actuar como tal. Así que sin darle más vueltas, descolgué.

–¡Tú, maldito bastardo! Llevo llamándote y mandando mensajes una hora. ¿Dónde estás metido? Alma va a tener el bebé.

–Hola a tí también, querido.

–¡Venga ya! ¡No me jodas! Dile al capullo, que tienes cogido por los huevos, que venga echando hostias al hospital. ¿Crees que podrás?

–Por supuesto ¿Cuándo vas a dejar de odiarme?

–Cuando desaparezcas de su vida.

–Cielo, vamos a tener un bebé. Seré un permanente en su... En vuestras vidas. Por cierto, Leighty no está. Seguro que anda enganchado a alguna botella. Le diré que le has llamado. Oh... Enhorabuena.

–Eres una...

Colgué la llamada y sonreí. Para mi sorpresa, llegó sobrio, eso podían ser dos cosas, o que se había ido para no estar aquí conmigo, o que había estado con otra. Los celos se instalaron en mi cuerpo. Deseaba gritarle y tirarle lo primero que encontrase a la cabeza. Respiré hondo y controlé las emociones. Las hormonas del embarazo tampoco ayudaban demasiado.

-¿De dónde vienes?

-Laura. No me toques los cojones.

-Por cierto ha llamado Brad.

Dije restándole importancia.

Me miró irritado. ¿Es que ya ni me soportaba?

-¿Y?

-Creo que la bruja de su mujer está de parto. Tampoco es que me haya enterado mucho... Pero bueno...

***

Me quedé apartada mirando como  toda la familia de Leighton y de la bruja de Alma se felicitaban entre ellos. Ninguno mostró el menor interés en mí, por lo que yo no les pensaba decir absolutamente nada. Suficiente era que tuve que venir, para mostrar mi "respeto".
Pensé en la venta de la casa, por mantenerme ocupada, mientras esperaba a mi hermana. Realmente deseaba que se vendiese pronto y así poderme quitar a toda esta gente del medio.

Escuché como que Olga me llamó y me giré hacia ella con una sonrisa.

–¡Princess!

Me abrazó y me dió dos sonoros besos sin llegar a tocar mi cara.

–¡Ah, Neni! Menos mal que estás aquí. No soporto a toda esta gente.
¿Puedes creer que ninguno se ha acercado a felicitarme? ¡No se en que estarán pensando!

Bueno, para ser sinceros, Adele si se había acercado para darme la enhorabuena. Pero como siempre, tras esa fachada de amabilidad que me mostraba, sabía lo que pensaba realmente de mi. Tras darle las gracias, regresé mi atención al móvil. Aquella mujer era peor que ninguno. Tenía que conseguir alejarla de Leigthon, porque sospechaba que era la única que podría conseguir que alejarlo de mí.

Miré a mi alrededor y vi a mi futuro cuñado, mientras se reía con su padre. En esta familia eran como siameses, donde iba uno, iban todos.

¡Son tan predecibles que aburren!  Esperaba que pronto se decidiese a dar el paso con Olga. 

–¿Cómo van las cosas con Dylan?

Suspiró mientras lo miraba.

–Aún no he conseguido que me haga la gran pregunta... ¡Y no lo entiendo! Le he dado todo lo que podía desear, he cumplido cada uno de sus deseos, y sin embargo cada vez que saco el tema del futuro me cambia de tema.

Hizo un mohín con la boca y le miró con rabia. Leighton y Dylan eran dos huesos duros de roer, pero sabía que estábamos cerca de lograr nuestro objetivo. Finalmente los tendríamos a nuestros pies. O al menos atados a nosotras con un contrato de por vida.
Al menos, en mi caso.

Intenté animar a mi hermana. Ella se merecía ésto tanto como yo, habíamos luchado muy duro por tener lo que merecíamos y no los ibamos a dejar ir estando tan cerca de la meta.

–Los Carrington son más complicados de lo que parecen.
Pero estoy segura que pronto lo hará.

Me miró esperanzada.

– ¡Ay princess! ¡Ojala tengas razón! Muero por ver cómo queda un anillo de pedida en mi mano. Espero que sea un solitario… Oye ¿Y Leighton? ¿Cómo lleva lo de ser padre?

Pensé en cómo me trataba últimamente y me dieron ganas de comenzar a lanzar cosas y gritar.
Estaba prácticamente segura que andaba tirándose a alguna buscona de bar. Al fin y al cabo la tullida ya no quería saber nada de él, y para terminar de rematarlo, escuché que ya estaba con algún pobre desgraciado. Así que perfecto, un putón menos por el que preocuparme.

— ¿Sinceramente? Mal, pero no le queda otra. Como le afecte será su problema.

Su siguiente pregunta me pilló desprevenida.

— ¿Sabe ya qué...?

No la dejé terminar. Cualquiera podría escucharnos y no estaba dispuesta a ello. No, ahora que le tenía dónde quería. Así que le cogí el brazo y apreté, mientras le hablaba en un susurro.

— Aquí no.

Por supuesto no le hizo falta nada más. Tenía que hablar con ella seriamente, no podía preguntarme sobre ese tema estando rodeadas por miles de oídos. Rápidamente cambió de tema y continuamos sonriendo y hablando. 

— Bueno, hermanita ¿Qué tal el embarazo?

Dijo subiendo la voz. Ella les odiaba tanto como yo, aunque lo disimulaba a la perfección.  Conscientes que nos veían como unas caza fortunas que sólo buscaban aprovecharse de ellos, cuando la realidad era que nosotras éramos la mejor opción que tenían y no dudaríamos en hacérselo ver tarde o temprano.

Un grupo de enfermeras pasó por nuestro lado y aumentamos el volumen de nuestra risa, para que nos preguntasen que celebrabamos.

Quería que todo el mundo supiera que mi embarazo era obra de Leigthon. Tenía que lograr que llegase a oídos de las personas adecuadas. Hacer saber a todas esas mujeres que se habían acostado con él, que estaba pillado.

Rodé los ojos por la sala y vi a Leigthon con su madre. Adele tenía su vista fijan en mi mientras su hijo le decía algo. Me encantaría saber leer los labios y poder enterarme de lo que se traían entre manos aquellos dos.

En un momento dado ella apartó su mirada, y volvió a centrarse en su hijo. Lo abrazó y supe enseguida que estaban hablando de ella. Leighton sólo ponía esa cara cuando escuchaba hablar de la mosquita muerta. 

-Neni, te dejo que el llorón de mi futuro marido, debe tener algún tipo de problema. Continúa insistiéndole a Dylan con el compromiso. No podemos dejar pasar esta oportunidad.

Decidí acabar con esa conversación. Me despedí de mi hermana y me acerqué a ellos poniendo mala cara.

Cuando me acerqué a Leighton y su dichosa madre, ella le soltó y regresó con la “happy family”. Imaginé que entrarían a ver a la bruja y su pequeña ente. Yo estaba cansada ya de todo ese espectáculo, así que decidí que ya tuve suficiente por ese día.

–Cariño, no me siento bien. Quiero regresar a casa.

Por el brillo en sus ojos supe que tenía ganas de mandarme a la mierda, pero para mi sorpresa, no recibí una mala respuesta, sino un suspiro resignado. Recogió su chaqueta y me colocó su mano en la parte baja de mi espalda.

–Vamos. Te llevaré a casa.

¡Ja! ¿Quién lo iba a decir? El gran Leighton por fin estaba claudicando ante mí. Empezaba a pensar que mi final feliz estaba más cerca de lo que imaginaba.

Vi a mi hermana mirándonos y no pude evitar devolverle la sonrisa con orgullo. Por fin este hombre era mío, y nada ni nadie me lo iba a quitar.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top