Capítulo 8
Durante el jueves postcongreso, en el hospital, todo eran cotilleos.
Había algunos más interesantes que otros.
Harry se había acostado con una doctora de Harvard que casi le doblaba la edad y aseguraba que el polvo le había vuelto más inteligente. Donia no había hecho ningún comentario al respecto.
Se rumoreaba que una de las jefas del servicio de cardiología de nuestro hospital se había liado con la vicedecana de la universidad de medicina de Cambridge.
Mark, uno de los chicos a los que conocí el primer día en el hospital, lo había intentado sin suerte con Donia.
Me crucé con Andrew en el pasillo.
-¿Qué tal los últimos días del congreso?
-Bien, bien. Creo que gustó la exposición.
-¿Y aprovechasteis para salir por allí?
-Lo justo, yo soy más de acostarme temprano. Tengo que ir a cardiología, pero luego te cuento mejor.
No quería ser cotilla pero me mataba la curiosidad de si finalmente había pasado algo con Anand, aunque suponía que de ser así, sería alto secreto.
Al rato, Donia se sumó a mi curiosidad:
-Te puedes imaginar, sin beber ni una gota de alcohol y todos estos borrachos alrededor.
-Me hago una idea, sí.- rei.
-Por cierto: secreto de muerte pero ¿qué crees que se traen entre manos Andrew y Anand?
-¿Tú has notado algo?
-Aparecían y desaparecían en el baño, habían bebido bastante y se recogieron juntos a una hora demasiado razonable. En cualquier otro contexto diría que estaban ligando pero Anand tiene una novia enfermera que también es India...
-Madre mía, que culebrón. Yo si te digo la verdad había percibido algún gesto, pero podrían ser imaginaciones mías perfectamente... ¿y cómo estas tú?
-En fin. Lidiando con el "Einstein" de turno.- ambas nos reímos y fuimos a la cafetería.
Christine no dio señales de vida en toda la mañana. Me daba miedo que estuviese evitándome, ya que no había vuelto a coincidir con ella desde "el encuentro".
Fue pensar en ello y justo apareció Enri.
-Mis niñas favoritas. He traído donuts de chocolate, nos invita mi abuelo desde Murcia, que es su cumpleaños.- nos hicimos todos unas fotos comiéndolos.
Donia se excusó para ir a endoscopias y nos quedamos a solas Enri y yo.
-Nat, te quería preguntar. ¿Has visto a Chris últimamente rara? Es que desde el congreso le noto como distante y estoy preocupado porque no se si la he cagado con algo, o si lo está pasando peor de lo que cuenta con la celiaquía... debe ser una mierda dejar un congreso por encontrarte fatal.
Me atraganté con lo que quedaba de donut.
-Yo no la he visto por el hospital pero igual deberías intentar hablar con ella.- mis consejos empezaban a sonarme huecos y mis medias verdades, falsas.
-Eso haré, pero ¿puedes hablar tu con ella también? Así, de chica a chica. Seguro que se siente más cómoda contigo, sé que te aprecia mucho.
-Lo intentaré.- me sentía una mierda de persona. Insistiría a Chris para que confesase rápido.
(...)
Mi jornada laboral los días en los que tenía turno de mañana y tarde se acababa a las 9 de la noche. A pesar de ser octubre, el frío se gestaba en las calles de Manchester advirtiéndonos de que el invierno estaba cerca. "Winter is comming".
Me entretuve en el camino hacia casa dando un paseo por el centro.
Me encantaba caminar por la zona del ayuntamiento y la biblioteca central, la luz anaranjada de las farolas que iluminaban solo algunas áreas de la calle, el pasadizo que comunicaba ambos edificios y parecía foco de inspiración de Howarts. Perdí la noción del tiempo admirando los detalles y se me hizo un poco tarde.
A las 22.30 llegué del supermercado y dejé colocado en una cestita que había comprado para la mesa de la cocina, algunas chocolatinas para todos.
-Me encanta cuando haces eso.- me sorprendió Jason, que en algún momento habría entrado en el salón.
Ambos nos sobresaltamos con el ruido de la puerta de la entrada cerrándose de golpe. Jason dio un paso al frente, interponiéndose entre el posible intruso y yo.
Y fue Enri quien entró en escena, acelerado, enrojecido y con plena determinación en su mirada. Se enfrentó a su hermano y le empujó en el pecho con todas sus fuerzas.
Jason apenas se movió.
-¿Qué coño pasa contigo?- Jamás había visto a Enri tan enfadado. Sus ojos pardos, generalmente dulces desprendían una mirada de desprecio profundo hacia su hermano.-. No había más putas chicas en el mundo. Primero babeas por Nat, sabiendo todo lo que hay detrás y ahora me entero de que lo intentas con Chris. Solo quieres lo que no puedes tener. Eres un puto monstruo, como él.- No sabía a quién se refería pero no me hizo falta para descubrir el dolor que sus palabras producían en Jason.
Estaba hundido.
-Retíralo.- masculló. Estaba apretando su mano en un puño e intuí que el menor no iba a acabar bien parado.
-Te molesta porque sabes que es verdad. Nunca vas a querer a alguien y disfrutas destrozando el amor que hay al tu alrededor.- Jason le agarró por el cuello de su camisa y le levantó con el puño preparado para atizarle.- Si, así, resuélvelo con violencia, que es lo único que sabes hacer.
Antes de que le atizase intervine intentando separarles. Enri no parecía haberse percatado de que estaba allí, pero Jason reaccionó y bajó el brazo.
-Vamos, venga, ¿no eras tú el valiente que salvaba a mamá? ¿ahora te da miedo pegarte conmigo?
-Yo no la salvaba... solo intentaba facilitar las cosas. Te recuerdo que fuiste tú quien se marchó y nunca miró atrás-. La rabia y el dolor con el que Jason hablaba me dejaban sin respiración.
-Tú decidiste alejarme, no sé con qué potestad.
-Para protegerte.
-¿Protegerme? Querrás decir para poder tener algo que echarme en cara el resto de tu puta vida.- se zafó de la sujeción que tenía y volvió a empujarle, esta vez consiguiendo desplazarle unos centímetros.- Que te den por culo.
Enri salió de la casa y, tras una mirada de lo que entendí como decepción, Jason se marchó a su habitación.
¿Qué acababa de pasar? ¿Por qué se habían dicho todas esas cosas horribles?¿Creería Jason que había sido yo la que se había chivado a Enri?
Perseguí al mayor para darle explicaciones.
Llamé a la puerta pero no contestó, por lo que abrí.
Me sorprendió su cuarto. Tenía una estantería llena de libros, en los estantes de la mesita de noche podía ver una colección de discos perfectamente ordenados y la guitarra de la fiesta descansaba a los pies de su cama.
-¿Qué haces aquí?- no parecía enfadado pero tampoco agradado por mi presencia.
-Yo... perdón, solo necesitaba decirte que no he sido yo la que se lo ha contado a Enri. - sentía la necesidad de aclarárselo.
-¿Algo más?- qué frío.
-... y que siento haber presenciado vuestra pelea. Si sirve de algo, no creo que seas un monstruo. Un poco chulillo - intenté bromear. - pero no un monstruo.
Tras unos intensos segundos de silencio, decidí marcharme de la habitación. Me dirigí a girar el pomo de la puerta, pero su voz me detuvo.
-Sé que ha sido Tess.
-¿Tess? - no sabía que ella también había presenciado el encuentro. -¿Por qué?
-No lo sé. Odia a Enri desde que se fue a España... Supongo que le culpa de no haber dado la cara por nuestra madre, su tía. Además, sabe que lo que más le puede joder en el mundo soy yo.
-Se que no es de mi incumbencia pero, si quieres contarme qué pasó...- apretó los labios con fuerza. Podía notar lo mucho que le costaba tomar la decisión de contarme la historia.- o sea, no hace falta que sea ahora... me voy al cuarto, tu me avisas si en algún momento te sientes preparado....
-No... quédate.
Asentí y le dejé su tiempo para empezar.
-No recuerdo bien con cuantos años me di cuenta de lo que pasaba. Intuyo que tendría 11 o 12. Mi padre llegaba a casa cada día a las 4 de la mañana completamente borracho, entraba gritando y exigiendo a mi madre tener relaciones. Cuando ella decía que sí, podíamos escucharle llamarle de todo, que si era una puta, una zorra, que si solo valía para eso; pero como se negase...-cerró los ojos con fuerza y tragó saliva- como se negase escuchábamos golpes y gritos de desesperación. Al día siguiente mi madre sonreía como si nada, no importaba cuantos moratones tuviese, los cubría y salía adelante como si su vida, nuestra vida, fuese perfecta. En las mañanas él la acunaba, le pedía perdón y le prometía una y otra vez que la amaba y que todo lo hacía porque quería que fuese mejor. La peor forma de destrozar a alguien.
La cara de horror que debí poner hizo que no continuase dando detalles.
Me acerqué a su cama, donde estaba sentado y le acaricié la mano con la mayor suavidad posible. No podía imaginarme lo duro que tenía que ser recordar esto.
-Un día decidí intervenir. Entré en la habitación antes de que llegara mi padre del trabajo y cuando se dispuso a atizar a mi madre, me entrometí. Recuerdo como me arrastraba por los pelos y me tiraba contra la pared.
Ella entonces reaccionó, se dio cuenta de que algo no estaba bien, pero tampoco se veía capaz de dejarle, asique planeó la manera de que al menos Henrick y yo no tuviéramos que pagar por sus errores. Decidió mandarnos a vivir con nuestros abuelos a España.
-Érais uno niños...- asintió.
-Pero yo sabía lo que había y no quise dejarla sola. Aprendí a pelear, no de la mejor manera posible, y ambos intentábamos defendernos de mi padre cuando llegaba por la noche. Hasta que un día yo fui más fuerte.
Puso una media sonrisa pero la alegría no le llegaba a los ojos.
- Fueron buenos años, los del instituto. Siempre tenía mucho cuidado de no volver tarde a casa o dejar a mi madre incomunicada pero el día de la graduación me permití salir a divertirme- me imaginaba el final.- cuando llegué a casa me la encontré inconsciente en el suelo y, te prometo que jamás olvidaré la cara que mi padre tenía. Estaba completamente desquiciado. Llamé a la policía y le arrestaron por violencia de género. Y ahí sigue, pero desde ese día mi madre no me ha vuelto a dirigir la palabra.
Ambos nos quedamos callados. Me imaginaba a un Jason pequeñito intentando luchar con un loco maltratador y se me partía el alma. Se dio cuenta de las lágrimas que amenazaban por salir de mis ojos.
-Vamos, reina, no llores por mí. No me arrepiento de nada.- le abracé.
-Siento mucho que hayas pasado por esto.- susurré en su oído.
-Si llego a saber que obtendría esta reacción de las chicas lo hubiese contado antes.- me alegré de que reapareciera su sonrisa fanfarrona pero a la vez me sentía impotente. En mi afán por siempre buscar soluciones a todo, le ofrecí mi ayuda.
-...Igual hay algo que podamos hacer, me refiero, hablar con tu hermano. Yo vi lo que paso con Chris, se lo explicaré y lo entenderá, y puedes contarle tu versión de la historia.
-No te preocupes.-negó con la cabeza-. ¿y si hablamos de otra cosa? Cuéntame algo sobre ti. Me suena que sois una familia muy numerosa.
-Bueno más o menos. Tengo 3 hermanos pequeños: Juan, que tiene ahora 19, Gonzalo, de 17 y Pedro, que va a cumplir 16 en diciembre; y una medio hermana por parte de padre que acaba de cumplir los 5 años, Macarena. Todos me adoran.
-Por supuesto- elevó la mirada al techo.- ¿y no les echas de menos?
-Uf, sin duda, a los que más. Pero ya llevo dos años independizada así que tengo el presentimiento de que se han acostumbrado a vivir sin mí. Aunque seguro que agradecen que no esté allí para cocinar- se rio porque me había visto intentar hacer una tortilla y quemarla, con lo difícil que era eso.
-¿Y qué tal tus padres?
-Bueno... - hablar de ellos significaba introducirme en arenas movedizas. Él me había confesado cosas mucho más íntimas pero mi relación con mis padres era, incluso en el presente, un tema delicado para mí.- mi padre es una persona muy alegre y enérgica, tiene un millón de ambiciones e intereses y siempre está intentando recuperar parte de la relación que solíamos tener de cuando yo era pequeña.
-Eso está bien. - dijo, sonriendo. Yo asentí, sin tenerlas todas conmigo.
-Se separó de mi madre cuando yo tenía 14 años. Ya desde antes habían sido bastante exigentes conmigo pero, por separado, la presión se multiplicó por dos. Sé que siempre han querido lo mejor para mí y, en parte, estoy convencida de que si no fuera por ellos no me encontraría donde estoy hoy... pero a veces las expectativas eran, francamente, demasiado... - me mordí el labio. - suena ridículo en comparación con tu historia. Lo siento.
Entrecerró los ojos al mirarme.
-Que haya gente peor no te quita el derecho a ti a estar mal, Nat...- sentí un pellizco en el corazón.
De prontó, empezó a sonar mi móvil.
Javi videollamada.
Me incorporé de la cama al salto.
-No tienes por qué cogerlo.- me dijo pero junté las manos a modo de disculpa y salí de la habitación.
Descolgué mientras cerraba la puerta.
-¿De dónde sales?- Preguntó con el tono excesivamente serio que se estaba tornando en costumbre durante las últimas llamadas.
-Hola, estaba hablando con Jason, ha habido una pequeña discusión y quería animarle.
-¿Qué ha pasado?- Mierda. No era algo que le pudiese contar.
-Nada tonterías del piso.
No sabía si lo dejaría pasar...
- Cuéntame tú que tal que llevamos un par de días sin hablar. ¡Qué ganas de mañana!
- Precisamente de eso quería hablar.- juntó las cejas.- Cariño, no sabes cuánto lo siento pero no voy a poder ir. Tengo una conferencia en Munich y lo van a alargar para que ocupe el fin de semana... pero he pensado que puedes venir tú la semana siguiente. Puedo cambiar los billetes y comprarte los que quieras... Iré a recogerte al aeropuerto. Esto te va a encantar.
-Oh.- quise disimular la desilusión en mi voz-. No pasa nada... seguro que me encanta.
-Claro que no pasa nada.- se unió Jason por detrás.- Con lo bien que nos lo pasamos aquí.- me rodeó por el hombro y miró a Javi a través de la pantalla.- Además este viernes tenemos otra fiesta con Tess. Una pena lo que te pierdes, chaval.
En estos momentos desconocía si se estaba referiendo a la fiesta o a mí.
-¿Esa es la chica con la que te drogaste?- mierda ¿por qué soy tan bocazas? - ya te he dicho que no debes ir a esas cosas, Nat.
Podía percibir en su voz cierto enfado y recelo hacia mi compañero de piso.
-No te preocupes, no creo que lo haga.
-Bueno. Hablamos luego a solas mejor.- Recalcó el "a solas" y colgó. Supuse que estaba celoso.
No le culpaba, era la primera vez que veía a Jason y entendía la impresión que eso podía causar.
El mismo se dejó caer en la pared del pasillo, resbalándose hacia el suelo con sus ojos puestos en mí y una sonrisa triunfante.
-¿Qué ha sido eso?
-No sé de qué me hablas.- levantó las manos en señal de paz.
-Hablo de intentar poner celoso a mi novio.
-Se ha puesto celoso el solito. - su frase me recordó sutilmente a una de las primeras conversaciones que habíamos tenido.- Además, ¿cómo le dejas que te diga lo que debes o no hacer? Con lo fuerte e independiente que eres tú ...
-Muy gracioso.- le miré con los ojos entrecerrados.- solo se preocupa por mí...
-Yo solo sé que si fueras mi novia no dejaría de verte por una conferencia de mierda y, desde luego, ninguna parte de ti se alegraría de que lo hiciera... Estarías deseando verme.
-No me alegro...- no me alegraba...
-Yo creo que sí.
-¿Cómo estas tan seguro?
Se incorporó hábilmente, de un salto, asustándome lo suficiente como para que retrocediera unos centímetros. Los justos como para rozar con la pared beige que comunicaba nuestros cuartos.
Dio un paso alante y yo uno atrás, repitiendo el acto hasta que el pasillo se agotó y quedé completamente atrapada entre su cuerpo y la pared. Colocó sus manos en los laterales de mi cara y dejó caer su boca hacia la mía.
¿Qué estaba pasando?¿por qué estaba tan nerviosa? No podía respirar bien...
Desde cerca era tan perfecto que quitaba el aliento. Con la mandíbula perfectamente tallada, los labios carnosos y esos ojos que te atravesaban solo con una mirada
- Yo... no...- ¿qué iba a decir?
-Estoy bastante seguro.- Dijo con lo que probablemente fuese su voz numero 3.- pero mientras ese idiota te trate bien y tú seas feliz, no voy a hacer nada.
Se separó para dejarme pasar.
Adiós autocontrol. Hola Nat.
Le agradecía que hubiese tomado las riendas de la situación porque, por un segundo pensé que íbamos a besarnos y sospechaba que luego me hubiese arrepentido enormemente de ello.
Solo tenía clara una cosa: debía contarle a Javi cómo me sentía.
Este chico me descolocaba, tan sexi, tan divertido, tan frío, tan dulce y luego, sensible. No podía negarme a mi misma que me interesaba, era como un misterio. Y dependía de mí que se quedase sin resolver.
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