Capítulo 14
No podía ser, no podía ser...¿Cómo que Alemania? Llegué a casa hiperventilando.
Javi.
Él era el que le había pagado para que acabase en sus brazos.
No.
No era posible, tenía que ser una broma... igual Jason le había pedido que dijese eso para confundirme... Eso sería. Era más fácil de creer que un medio desconocido se intentase aprovechar de mí a que el amor de mi vida estuviese completamente demente.
Pero incluso turbada, la verdad amenazaba con ser más dolorosa que mi autoengaño. No era capaz de pensar con claridad. Respirar a tal velocidad me estaba aturdiendo y la angustia en mi pecho me impedía aclarar las razones ocultas que mi novio pudiese tener.
¿Siempre había sido así? No, él era tan comprensivo, tan atento, tan refugio cuando cosas malas pasaban... y aún así, no encontraba motivos para convencerme de que él no era el culpable.
Cómo todo había sucedido convenientemente de manera que coincidiesen mi asalto y su oferta de empleo en Alemania, la inaudita y total ausencia de celos que no caracterizaba precisamente a mi pareja... Necesitaba asimilar todo, pedirle explicaciones, y sobre todo necesitaba una estrategia para que confesase.
Sin embargo, no pude invertir más de 5 minutos en elaborar un plan. La ansiedad me estaba consumiendo.
Con las manos temblando, marqué su número y decidí salir de dudas.
-Lo sé todo.
-Hola cariño, ¿de qué estás hablando?- no vaciló.
-Javi, sé el motivo por el que me atacaron la semana pasada.
-¿Había un motivo?- creí distinguir un matiz de nerviosismo en su voz pero era tan sutil que bien podría haberlo imaginado.
-¿Cómo diste con ese psicópata?
-Natalia no sé qué estas queriendo insinuar pero me estas preocupando.
-Sé que has sido tú.- seguí con mi ataque directo.
-No se si esas ideas te las habrá metido en la cabeza el imbécil de tu vecino pero tienes que dejarte de tonterías.- o no había sido él o mi novio había desarrollado una capacidad para mentir que me asustaba.
-Javi, esto no tiene nada que ver con Jason. Esta tarde ha vuelto mi atacante, estaba sola, en la calle. Ha intentado abusar nuevamente de mí y de camino me ha contado cómo dio conmigo en primera instancia.- esta era la hora de la verdad: si se centraba en la primera parte del discurso, me tendría que plantear su inocencia.
El silencio que siguió a mi afirmación, otorgaba.
Algo se rompió en mi interior, mientras la última chispa de esperanza se apagaba.
-¿Cómo... Cómo has podido?
-Yo... no lo sé... ¿cómo ha vuelto a dar contigo?- estaba... ¿preocupado? ¿cómo se atrevía a fingir preocupación?
-¿Cómo que cómo ha vuelto a dar conmigo? Tiene que ser una broma, ¿por qué has hecho esto?- reprimía con toda mi energía las lágrimas que harían de mi discurso un relato débil. No me podía permitir caer en eso, no ahora.
-Nat, en serio, no se cómo te ha encontrado... - me debió escuchar respirando ente jadeos al teléfono- Cálmate, por favor.
-¿Que me calme?¿Me estas vacilando? Hay un puto psicópata que me acosa...
- De verdad, tienes que irte de ahí ahora mismo, por favor, no entiendo por qué ha vuelto a buscarte... no tiene sentido....
- ¡¿Sentido?! Sentido ... - nada tenía sentido ahora mismo... -¿Por qué has hecho esto?
-...Porque soy gilipollas. Porque te echaba de menos, te estaba perdiendo... se suponía que iba a ser solo un susto si decidías ir a la fiesta. No iba a intentar nada contigo... - ¿Cómo que un susto? ¿Que se suponía que significaba eso? - Lo he hecho por nosotros.
-No Javi- respondí sin poder controlar mi aversión.- lo has hecho por ti y porque te has vuelto puto loco.
-Lo siento tanto... - le escuché hundirse en el teléfono y no me produjo el gusto que esperaba. - efectivamente me estaba volviendo loco... no eras tu misma... con tanta fiesta, tantos amigos nuevos, tantos vecinos cariñosos ... no he pensado con claridad.
-Dime cómo has contactado con él.- exigí.
-Lo siento, Nat, no te lo puedo decir, me harían cómplice. Era el único requisito... acabaría en la cárcel...
-¿Qué me estas contando? Javi, ese tío sabe dónde vivo, me está persiguiendo, tengo que denunciarle. No se trata de ti.
-No puedo decírtelo, pero te prometo que lo voy a arreglar. Voy para allá y te haré entender por qué lo he hecho.... Lo solucionaré, te tienes que ir de allí, nos vamos juntos... nos volveremos a España.... Si hace falta dejo mi trabajo, buscamos algo...- me cansé de escucharle divagar.
-No existe universo en el que vaya a entender el por qué lo has hecho. Dime cómo dar con él. - repetí, usando el último aliento de autoridad que me quedaba.
-Lo arreglaré...
-Por favor, si significan algo para ti estos siete años que hemos pasado juntos, necesito que me digas como encontrar a ese hombre.- ya no era capaz de aguantar mi llanto.- por favor...
-Lo siento Natalia, de verdad. Te quiero.- y me colgó.
Me quedé descompuesta. El último escenario que me podría haber planteado jamás. No sé qué me esperaba; que lo negase con todas sus fuerzas, quizás; que fuese una broma, tal vez o que tuviera un motivo de peso para haber tomado tan desproporcionada medida.
Lo que desde luego nunca me hubiese imaginado era que fuera dejarme así, completamente indefensa frente al sicario que había contratado para dios sabe qué.
No podía dejar de pensar en los años de mi vida desperdiciados a su lado, los planes de futuro que teníamos, tantas conversaciones sobre donde vivir, cuántos hijos íbamos a tener... todo con una persona que no solo anteponía sus celos a mi seguridad; si no que no había sido capaz de sincerarse conmigo al respecto....
Me vinieron a la mente conversaciones con África: que era un poco controlador, que era
bastante celoso, que tenía doble vara de medir; pero que si yo era feliz...
¿Cómo podía haber estado tan ciega?
Debía estar hipando demasiado fuerte entre sollozo y sollozo porque la cara con la que entró Jason reflejaba preocupación extrema. Aun llevaba puesto el traje de chaqueta, a pesar de ser cerca de medianoche.
-Madre mía Nat, ¿qué ha pasado?
-Yo... no.... Te.. preo-cu- pes- intenté decir cogiendo aire entre cada sílaba.
-¿Cómo no me voy a preocupar?
Estiré la mano como seña de que esperase un momento e inicié respiraciones profundas.
No era la primera vez en mi vida que sufría un ataque de ansiedad pero este destacaba como el más intenso con diferencia.
Tengo que relajarme. A ver. Inspira lentamente. Cuenta 4. Espira. Tranquila. Otra vez.
Estuve concienciándome de la entrada y salida de aire en mis pulmones durante 5 minutos hasta que me serené. Jason se mantuvo a mi lado, sentado en el borde de la cama.
-Perdona.
-Ni se te ocurra pedir perdón. ¿te traigo algo, un vaso de agua?- negué con la cabeza mirando hacia la moqueta.- ¿quieres contarme qué ha pasado?
Se lo conté todo detalladamente: que el hombre me había encontrado, mi huida, la razón por la que me detuve, cómo escapé y mi conversación con Javi. A medida que me escuchaba sus cejas se iban juntando y se le tensaba la mandíbula.
-¿Me das permiso para cargármelo cuando le vea? - Parecía decirlo completamente en serio.
-No creo que le vayas a ver, de hecho, espero no volver a verle yo.- Pretendía expulsarle de mi vida al 100%, ya me las apañaría para recoger las cosas del apartamento.- tenías razón respecto a las relaciones amorosas... son todas una mierda.
-Ojalá no haberla tenido.- sentí como su comentario me ablandaba el corazón e hice un esfuerzo por sonreírle.- Siento que hayas pasado por esto, nadie se lo merece pero tu...
Nos miramos durante varios segundos mientras encontraba que decir. Cara a cara era tan perfecto que casi me hacía olvidar todos los problemas que tenía. Sus ojos verdes me dedicaban una atención plena haciendo que se me acelerase nuevamente la respiración. Observé su mirada dirigirse a mi boca.
-Nat, yo...- le veía morderse el labio y dudar asique tomé la iniciativa y le besé.
Ya no tenía por qué hacer uso de mi autocontrol.
Mi determinación le pilló desprevenido pero vi como no tardaba en tomar el control de la situación con una sonrisa frente a mi boca.
Me empujó a la cama mientras nuestros labios se fundían en un encuentro que ambos llevábamos esperando desde hacía ya un tiempo. Notaba un cosquilleo en la piel, una electricidad que me recorría cada vez que me rozaba con sus labios y me acariciaba con sus dedos, que subían por mi espalda para enredarse en mi pelo.
Estaba desesperada por su contacto, y sus labios eran tan suaves que se me hacía imposible despegarme. Me besaba como con insistencia que hacía que tuviese ganas de más y más.
Percibió mi deseo y acrecentó la intensidad. Rodeó mi cintura con una mano mientras con la otra me retiraba el pelo de cuello para poder besarlo. Sentía la humedad de sus labios contra mi piel, haciendo que me temblase el cuerpo.
-Mmm espera...- me salió una vocecilla consciente de la que desconocía su existencia.
-No te preocupes, tengo uno en la cartera.
-No... no es eso...- ¿qué quería decirle? - ... me vas a matar pero creo que necesito tomármelo con más calma.
Parecía confuso y, para ser justos, a mí también me sorprendió la afirmación. Pese a que me desvivía de ganas de acostarme con él, cierta parte de mi se estaba dejando llevar únicamente por despecho, y Jason estaba siendo demasiado dulce como para eso.
-Vale, pero voy a seguir besándote.
Tumbados en la cama, subió levemente la blusa que había vestido para el trabajo y deslizó los dedos por mi abdomen erizándome la piel. Encogiendo el brazo con el que me rodeaba, tiró de mi hacia él y reconocí el olor con el que había soñado las últimas noches.
-Me encanta como hueles. - susurré.
-Lo mismo digo. - le noté sonreír a un centímetro de mi boca y me planteé cuánta calma necesitaba en realidad.
Por desgracia, nos interrumpió un tono muy desagradable proveniente de mi teléfono.
-Mierda, no me lo puedo creer. Es la alarma de emergencias... Tengo que ir.- Jason levanto las cejas.
-De eso nada.- volvió a mi cuello y me estremecí.
-De verdad, no me apetece nada, pero tengo que ir.- hice uso del famoso autocontrol que había dejado escapar y le dediqué una mirada de súplica.
-Entonces te llevo.
(...)
Recordé la primera vez que me había montado en su coche, cuando me recogió del aeropuerto. En aquel momento me pareció tan maleducado que jamás pensé que pudiésemos llegar a ser amigos y sin embargo, aquí estaba, llevándome al hospital a la una de la mañana.
Me mordí el labio porque no quería decir alguna insensatez de la que me fuese a arrepentir, e interpretó mi silencio como incomodidad.
-Creo recordar que mi coche te impresionó.- Agradecí que sacase tema de conversación porque me lo iba a comer con la mirada. -Aunque no más que yo.
-Siento decepcionarte pero no tienes nada que hacer frente a esta maravilla.- acaricié la tapicería.
Los 10 minutos de trayecto se los pasó haciendo bromas para intentar liberar la tensión sexual entre nosotros y se lo agradecí enormemente.
Antes de abandonar el coche, en la puerta de urgencias, apoyó su mano en mi muslo y se inclinó hacia mí, dándome un beso en la mejilla.
-Me debes un polvo, doctora.- puse los ojos en blanco pero sonreí.
-Gracias.- y le devolví el beso, esta vez en la boca.
(...)
La emergencia no lo era tanto pero gracias a ello conseguí salir del hospital poco después. Jason había insistido en que le llamase si le necesitaba, pero Enri salía en media hora asique decidí esperarle y no molestar más.
Nos volvimos en su coche, un Volvo plateado precioso, y durante el trayecto decidí contarle una versión resumida de todo lo que había pasado, omitiendo mis besos con su hermano.
No se cuántas millones de veces se disculpó por no haberse dado cuenta, a pesar de que era imposible; pero no se relajó hasta remarcar que acudiese a él si necesitaba cualquier tipo de apoyo. Menos mal que la vida me había dado a la familia Brome en estas circunstancias, me sentía muy afortunada.
Al llegar a casa, cerca de las 3 de la mañana, nos despedimos y me fui a dormir dándole vueltas a todo lo que había pasado. ¡Vaya noche más intensa!
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top