Capítulo 11

Tras un lunes sin incidencias, el martes se presentaba más cansado.

Las noches de guardia en urgencias siempre eran impredecibles.

A veces conseguías dormir un par de horas seguidas y agradecías tu suerte, otras atendías dolores de cabeza y resfriados nocturnos; y no era raro encontrarte cosiendo algún corte, estabilizando a un politraumatizado o ajustando medicación para neumonías.

Consideraba que había conseguido integrarme a la perfección en el ambiente anglosajón. No obstante, últimamente me daba la sensación de que recibía demasiados pacientes relacionados con intentos de violación o similar, asociado a mi condición de ginecóloga.

Temía que fuese lo normal y ahora mi subconsciente le estuviera dedicando más atención que antaño, pero cada vez que alguna (solían ser mujeres) me relataba su agresión, me encontraba a mi misma luchando contra mi impotencia y mis ganas de llorar.

Conocía ya a la perfección los pasos a dar para poner la denuncia: el parte de lesiones que yo misma redactaba, la llamada al juzgado y las explicaciones que debía dar.

Sin embargo, esta noche me marcó de un modo diferente.

Escuché como llamaban a la puerta de la consulta.

- Adelante.

- Natalia.- reconocí la voz de una de las primeras conocidas que había hecho en Manchester.

Camila entraba medio tambaleándose apretando los labios con fuerza y con los brazos cruzados sobre su pecho.
Se podía percibir que había estado llorando.

Los churretes en sus pómulos, la nariz roja y brillante, el pelo alborotado y los ojos hinchados le hacían ver completamente devastada. En un primer reconocimiento, comprobé que daba pasos cortos, caminando insegura, descompuesta. Dedicó una leve mirada hacia mi acompañante, un enfermero llamado James con el que generalmente compartía las noches de guardia.

- Por favor, James déjanos a solas.

- Avísame si necesitas algo.

Asentí.

En el momento en que abandonó la habitación, me acerqué a la chica y le puse la mano en el hombro. Se me pasó por la mente la cantidad de conflictos directos en los que me había visto inmiscuida durante las últimas semanas.

- Cariño, ¿qué ha pasado?- sabía que no era muy profesional por mi parte pero también era consciente de que los protocolos estaban para saltárselos. Si alguien venía hundido, no necesitaba a una persona calculadora y sistemática, sino un apoyo.

- No… no puedo ni pensar.- se aclaró la garganta y la vi esforzándose en tragar el nudo que se le había formado - Sabía que estabas tú en la consulta, por eso he venido…. No puedes contarle nada a nadie, por favor.

- Tranquila, no lo haré. Tómate tu tiempo.- esperé a que su respiración se calmase.

- Me vas a juzgar.

- No estoy aquí para eso.

- Es que todo es mi culpa.- volvieron a humedecérsele los ojos.- soy una persona horrible. He estado un año jugando con dos hombres. Uno de ellos el chavo de la discoteca que viste el día que nos acompañaste, Antonio, y otro un hermoso moreno bastante mayor que yo que era lo más sexi y tentador que se me había puesto jamás por delante. Al principio era divertido, me escabullía para irme con el segundo a escondidas. Era un poco celoso y exigente pero cogíamos como nadie…

Tomó aire para continuar con la historia.

- A medida que pasó el tiempo se evaporó lo bueno y empezó a ser solo rudo. Me obligaba a enseñarle el teléfono, me controlaba los movimientos, me seguía con el coche… y me pilló con Antonio. No dijo nada, se esperó hasta esta noche para abofetearme como nadie lo ha hecho en la vida y me quitó la ropa a traición. Dijo que era una puta y que me merecía todo lo que me pasase.

Se remangó la blusa que traía y me enseñó su antebrazo, presentaba marcas de arañazos y moratones.

Esperaba que la gran huella que marcaba su piel no fuese un mordisco y tragué saliva porque pese a ser mi oficio nunca podría acostumbrarme a ver personas magulladas.

- Me tomó fotos desnuda y ha amenazado con mandarlas por internet si se me ocurría avisar a la policía. También dijo que confesaría a Antonio nuestra aventura. Yo solo quiero que esto sea una pesadilla porque no sé qué hacer. Y todo es por ser una guarra.

Respiré lo más profundo que pude y me tomé dos segundos en ordenar mi mente para intentar darle buenos consejos.

- Camila lo primero de todo: esto no es tu culpa. Puedes sentirte mal por haber engañado a Antonio y no me voy a meter en si eso es correcto o no, pero desde luego nada de lo que tenga que ver con el segundo hombre ha dependido de ti.

- Si nunca me hubiese involucrado…- hiperventilaba y me daba la sensación de que estaba al borde de un ataque de pánico.

- No pasa nada, no sabías lo que podía pasar, no eres culpable de esto, de verdad, no es tu culpa…- Necesitaba tranquilizarla y la miré fijamente a los ojos en un intento de imitar a Robin Williams en “Good Will Hunting”.- No es tu culpa, respira hondo.

Se mordió el labio inferior y asintió lentamente.

- Gracias.- dejé que me abrazase y le correspondí sin apretar demasiado, aún no había explorado si tenía algún otro golpe.

- Ahora vamos a resolver el problema que tenemos delante. No te preocupes, has venido al lugar correcto.- era necesario aparentar fuerza aunque por dentro te quemase el ver a alguien mal, conocía mi papel: necesitaba iniciativa y seguridad.- Respecto a sus amenazas, no podemos sucumbir ante el chantaje. Entiendo que te preocupe el que tenga fotos tuyas, lo primero es asegurarnos de que efectivamente las tiene.

- Las tiene, vi cómo las tomaba con mis propios ojos.

- En ese caso, a pesar de que temas lo que pueda hacer con ellas, el paso a dar es demandarle ante el juez. ¿Tienes alguna conversación por escrito en la que se demuestre la amenaza?

- No, no tengo nada, todo ha sido verbal- frunció el ceño pero no dejé que se desmotivase.

- No pasa nada, tu historia y mi exploración bastarían para comenzar la denuncia.- continué explicándole los motivos.- Yo tengo que describir todas tus lesiones y he de llamar a un médico licenciado en Medicina Legal para que te tome testificación. Con la demanda, la policía podrá borrar las fotos y probablemente sea encarcelado varios años: esto se considera violencia de género.

- Pero Antonio no me lo perdonará…

- Cariño, está en juego mucho más que eso. Este hombre te ha puesto la mano encima, no sabemos de lo que es capaz. No parece que vaya a darse por vencido y cuando aceptas las medidas de un chantajista, puede tenerte a su merced mucho tiempo. Siempre te exigirá más y más. No podemos dejar que llegue hasta ese punto.

- ¿Puedo al menos esperar unos días para explicarle todo lo que pasa a Antonio?

- Claro que sí, la denuncia puede esperar pero las pruebas tenemos que tomarlas hoy. Cuando te sientas preparada sin presión, me avisas, llamo al otro encargado y te exploramos como es debido.

Siempre debíamos llamar al otro médico para que las pruebas se tomasen todas de una vez, con el fin de no violentar a la persona por duplicado.

- Prefiero que me lo hagas solo tú, por favor. No me importa someterme a las pruebas dos veces, pero en un primer momento prefiero enseñártelo solo a ti.

Accedí y dejé que se quitara la blusa.

Me estremecí con lo que vi. Tenía golpes por la espalda, marcas rojas en el torso y violetas por el cuello, simulando un agarre tan fuerte que, con un poco más de presión, la habría estrangulado.

Pasamos a la camilla y, como exploración rutinaria, introduje los dedos y la ecografía vaginal para explorar signos de violación.

Justo cuando piensas que algo no puede complicarse más, la vida te da un giro de 180 grados.

- Camila, ¿has estado usando protección para el sexo?

- ¡No puede ser!- volvió a llorar y ahora sí que no sabía cómo iba a consolarla. El feto de mi pantalla de ecografía parecía de 14 semanas.- no, no, no. ¿de cuándo es?

- Calculo que alrededor de 14 semanas pero necesitaría saber tu fecha de última menstruación y medir bien las dimensiones.

- Remierda ¿por qué me pasa esto a mí? - no quería meter el dedo en la llaga por lo que me guardé la pregunta de si sabía quién de los dos era el padre, pero tampoco hizo falta.- ¿se puede saber la fecha exacta? Podría haber sido cualquiera….

- Lo siento muchísimo, solo puedo aventurar la semana.

- ¿Qué hago ahora? No puedo denunciar. Imagínate que meto al padre de mi hijo en la cárcel…. ¿podría no tenerlo? ¿qué harías tú?- esa era una de las preguntas más temidas de mi carrera.

No sabría decir que haría en su lugar respecto al niño. Desde fuera, y en la situación privilegiada de estabilidad en la que me encontraba, siempre había pensado que me costaría muchísimo abortar llegado el momento, pero la historia de mi amiga era demasiado macabra como para decirle que siguiese adelante siendo madre.

- Respecto a la denuncia 100% debes continuar con ella, es muy muy peligroso cuando empiezan a ponerse así las cosas. Puedes elegir demandarle o no, pero las pruebas físicas las tenemos ahora y no sabemos qué puede pasar en el futuro. Respecto al embarazo, como médico te diría que tienes margen de tiempo para pensar, en estos casos el límite para abortar está establecido más adelante, y por otro lado en caso de que lo tuvieras, existen familias de adopción si no te vieses capaz hacerte cargo. No obstante, si decides no tenerlo, es mejor interrumpir el embarazo lo más pronto posible.

- ¿Y como amiga?... por favor- miré la pantalla. Yo había firmado la omisión de conciencia que me “liberaba” de facilitar abortos porque, simplemente, me consideraba incapaz de llevarlos a cabo, exceptuando aquellos casos en los que corría peligro la vida de la madre.

Este era un clarísimo caso de ello.

- Creo que es una decisión muy importante y muy personal, no quiero introducir ideas en tu cabeza. No me puedo imaginar lo difícil que puede resultar elegir un camino en estas circunstancias… Yo puedo decirte que creo que no lo tendría, pero entiendo perfectamente lo contrario porque es una situación que se nos escapa de las manos. Tendría que verme en ella.

Miró la pantalla y dejó que las lágrimas inundaran sus ojos.

Cualquier decisión sería buena, tenía claro que iba a apoyarle pasara lo que pasara.

- Me has dicho lo que yo ya se... pero si te soy sincera, creo que quiero tenerlo.- afirmó.- Y por ahora no voy a denunciar.

La segunda parte me descolocó, no podía obligarle a hacerlo, pero era demasiado arriesgado.

- ¿Estás segura? Es importante que sepas que puedes hacerlo en cualquier momento. La información ya la tengo recogida en la historia clínica. Puedes pensarlo un par de días y volver por aquí, tengo consulta los lunes y los jueves.

- Estoy segura. Me mantendré en contacto. No le cuentes nada a nadie, por favor.

- Por supuesto que no pero infórmame de todo. Tienes mi teléfono… no dudes en llamar a cualquier hora. Si crees que te encuentras en cualquier tipo de peligro, avísame.

Asintió.

- Y recuerda que tengo todo explorado y registrado, si cambias de idea, estoy aquí.

- Gracias por todo.- me abrazo de nuevo, se limpió las lágrimas y abandonó la consulta.

Me dejó el cuerpo completamente cortado.

Las noches de guardia eran en si mismas difíciles en cuanto a dormir se trataba, pero el insomnio de conciliación que había ido acumulando desde mi ataque del viernes, sumado a la historia de hoy, hizo imposible que mi mente descansase un minuto completo.

El atacante nocturno, Jason, Camila herida, Javi.

Las ideas daban vueltas y vueltas en mi cabeza cual atracción de feria estropeada.

Me levanté de la cama de urgencias taquicárdica en busca de un vaso de agua y encontré a Donia en el baño, recolocándose el hiyab.

- ¿Quieres ver mi pelo? Me lo he teñido.- dijo orgullosa.

- ¿Puedo?- pregunté ilusionada.

- Claro.- me sonrió y se descubrió el hermoso cabello oscuro. Me quedé maravillada, en parte por la belleza y en parte por la confianza de haberme enseñado su intimidad.

- Es precioso.

- Gracias. A veces me da pena no llevarlo al descubierto, pero me encanta arreglármelo para mí… por cierto ¿qué haces despierta? Es tu turno de dormir.

Evité contarle el motivo principal con el fin de no preocuparle innecesariamente, y me centré en la otra causa importante de mi falta de sueño.

- ¿Quieres a tu novio?

- Muchísimo.

- Entonces creo que deberías alejarte de Jason. Es impresionante, no hay duda, pero no creo que te pueda ofrecer nada que no tengas ya…

- Se que tienes razón, ojalá fuese capaz de ser solo su amiga….

- Es posible que no debas ser ni siquiera eso.

Me dolió el darme de bruces con la verdad de sus palabras. Si quería seguir en Manchester, tenía que cortar mi relación con Jason.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top