🌹 27 🌹
Dormitorio de la duquesita
Dos días después...
El duque se despertó en la madrugada para prepararse para el duelo que tenía con Charles, como se lo había indicado el día anterior a través de una misiva.
La duquesita casi ni durmió en toda la noche. Lo sintió moverse en la cama y ella se dio vuelta para mirarlo.
―¿Por qué no te quedas? ―preguntó poniéndose encima de él.
―Elizabeth, sabes que no puedo.
―Puedes quedarte, pero no quieres.
―Debo hacer lo correcto y aunque tu oferta es muy tentadora, tengo que irme, tú duerme.
―Me preocupa de verdad todo esto, Patricien.
―Lo sé pero no deberías, todo estará bien. Mientras tanto podrías decirle a Jeffrey que te caliente la cama. ―Rio con burla.
A la duquesita le cayó muy mal su comentario desagradable y lo dejó libre.
―Vete... es mejor que te vayas ―se lo dijo molesta acomodándose en la cama y dándole la espalda.
―Elizabeth... yo...
―Déjalo Patricien... vístete y vete.
Él se acercó a ella y le besó el pelo. Salió de la cama y se alistó, trató de vestirse lo más rápido que pudo porque aparte de querer matar a Charles, ya había salido del lecho con un humor de perros. La muchacha suspiró y se puso a llorar. Sabía que lo que él le había dicho era una broma, pero se sintió una liviana porque intuyó que la estaba comparando con Roseanne.
Patrick y Sam salieron del ducado, siendo este último el padrino del duelo que presenciaría dicha situación.
🌹🌹🌹
En las afueras de Covent Garden
Cuando llegaron al lugar acordado, había un lacayo allí y Lemacks arqueó una ceja al verlo desde su montura.
―¿Dónde está Charles?
―Buen día, milord. El señor me ha dicho que le entregue esta nota ―se acercó a él y le extendió el brazo.
El duque enseguida leyó lo que estaba escrito, y azuzó su caballo para cabalgar hacia la residencia de los Smith. No le iba a ver la cara de idiota. Sam lo siguió por detrás.
―¡Milord! ¿Hacia donde nos dirigimos?
―A continuar con el duelo... en otro sitio ―le gritó.
―¿Dónde?
―En su casa, Charles no se librará tan fácil de mí. No permitiré que la deshonre y ni tampoco que le vuelva a poner una mano encima a la duquesita.
―Milord, es posible que él no tenga un padrino.
―Sam... ―lo miró desde atrás―, sabes bien lo que opino, me importa un cuerno él ―escupió con asco y seriedad.
―Lo sé, milord y lo entiendo también.
―Entonces acompáñame, aunque si quieres regresar al ducado, lo comprenderé.
―Por supuesto que no, milord. Lo seguiré.
―Gracias.
Continuaron cabalgando por unos minutos más hasta llegar a la residencia del rival. Ya estaba más que claro que era un cobarde pero no le gustaba nada cuando lo hacían esperar y peor se ponía cuando lo dejaban plantado y no iba a permitirle el descaro de faltarle el respeto a su esposa.
🌹🌹🌹
Casa de los Smith
Sin casi frenar a Misterio, se bajó de la montura de inmediato y golpeó la puerta de entrada, Sam se mantuvo alejado y sujetando las riendas de los caballos.
―¿Quiere que lo acompañe?
―No, esto es entre él y yo.
El mayordomo le abrió la puerta y él entró después de darle los buenos días.
―¿Dónde está Charles?
―Milord, el señor no se encuentra.
―No te creo ―contestó con énfasis y se encaminó directo al despacho.
Abrió la puerta de par en par y lo encontró sentado muy cómodo en su silla detrás del escritorio.
―Tú y yo teníamos un duelo, ¿o acaso te lo has olvidado? ―escupió con seriedad.
―Debo decir que hace mucho frío como para salir.
―Mi esposa vale salir con este frío y por tal motivo te pedí el duelo ―clavó la mirada apretando sus dientes de lo furioso que se encontraba.
―¿Tú crees que lo vale? Si no es más que una joven de campo con finas ropas.
―Lo dice el cornudo de la ciudad ―expresó con ironía―. No hagas que hable... ―admitió con seriedad―. No te voy a permitir que hables así de mi esposa.
―Tú y yo sabemos de dónde proviene.
―Eso no te da derecho a nada, Charles. Y tampoco tengo que explicarte mis cosas, solo vine aquí para terminar con lo que empecé.
―No te tengo miedo Patrick.
―Deberías temerme.
―No me matarías. No tengo padrinos, nada.
―Los duelos se pagan con sangre.
Dichas aquellas palabras, tomó los dos cortapapeles del escritorio y le clavó uno en cada mano ya que estaban apoyadas sobre el escritorio. Smith gritó con dolor.
―Fue mi primera advertencia, no habrá una segunda, porque directamente te pego un tiro en la frente ―lo amenazó―. ¿Te quedó claro? ―cuestionó con frialdad en su voz.
―Sí ―su voz sonó con lamento y forzada.
―Perfecto ―unió las cejas al decírselo.
El duque salió de allí y le avisó al mayordomo que debía asistir a su patrón con un inconveniente que hubo. En el camino se encontró con Roseanne.
―¿Qué le has hecho? ―preguntó preocupada.
―Va a quedar imposibilitado por un largo tiempo, así que te toca cuidar de tu marido ―contestó con sarcasmo―. Y otra cosa más... tú y Claire manténganse alejadas de Elizabeth, porque si las veo cerca, intentan hablar con ella o algo más, me veré forzado a jugar sucio. Y sabes bien que cuando comienzo, termino ganando.
―No conozco a nadie con ese nombre.
―¿Estás segura? No me veas la cara de bobalicón.
―No te conviene amenazarme ―entrecerró los ojos mientras apretaba los labios.
―Será mejor que se mantengan quietas porque no me voy a quedar de brazos cruzados.
―Sabes bien que si atacas, te puedo poner negro el panorama.
―A mí no me amenazas Roseanne. De ti y tu amante depende mi silencio, porque de saber, escuchar o ver algo en contra de mi esposa, te hundo ―su voz sonó fría.
Se retiró de allí y volvió a montarse sobre Misterio para regresar al palacio ducal donde lo estaría esperando una furiosa Elizabeth. Casi se echa una carcajada cuando la imaginó fúrica y con la boca apretada y esos ojos que intentaban asesinarlo en vano.
🌹🌹🌹
Ducado de Covent Garden
Media hora tardaron y cuando estuvieron en la puerta del castillo, Patrick se apeó y Sam llevó los caballos al cobertizo. El rostro impávido de la joven lo miraba desde la ventana de su cuarto, y él alzando una ceja y poniendo la boca de lado dándole una sonrisa socarrona la miró. Ella se ocultó detrás de la cortina para dejar de observarlo.
Estaba hecha una furia pero al mismo tiempo muy preocupada por él. Entrando y quitándose la capa y los guantes, subió las escaleras y entró a su recámara para higienizarse antes de volver a verla. La duquesita se había acostado de nuevo pero estaba despierta, cuando escuchó la puerta abrirse y cerrarse, el manojo de nervios se le instaló en la boca de su estómago.
🌹🌹🌹
Alcoba de Elizabeth
Escuchó las sábanas y el cobertor, y el peso de él hundir el colchón. Patrick la abrazó por la cintura y se acurrucó más contra ella.
―Creí que estabas despierta.
―Lo estoy y enojada también. Me sentí comparada con la fulana. ¿Me consideras igual que ella? ―cuestionó con pesadumbre en su voz―. El sábado no he coqueteado con él. Y me siento mal por saber que tú piensas eso ―confesó y trató de cambiar el tema―. ¿Cómo te ha ido?
―Bien, no lo encontré donde lo cité, así que fui a su casa, no lo maté pero con tan solo agujerearle las dos manos fue suficiente, creo que aprendió que no debe tocar lo ajeno. Y si lo vuelve a hacer, le pegaré un tiro entre medio de las cejas.
―Pareces sanguinario cuando hablas así.
―Los duelos son así, Elizabeth. Como le he dicho a él, los duelos se pagan con sangre. A veces a muerte y otras veces como hoy, con una advertencia. Y no quise llegar a tanto por ti. Porque sabía que era posible que te disgustarías. Y si quieres saber más, nunca se me pasó por la cabeza compararte con mi examante. Yo sé la clase de mujer que eres, no necesito que me lo repitas, estoy seguro de quien eres y de cómo eres. Lo que te he dicho antes de irme fue en tono irónico, ni siquiera lo dije por algo más. Estabas tan motivada en retenerme en la cama que te piqué por ese lado, mis disculpas.
―Disculpas aceptadas.
Patrick le besó el hombro y apoyó la barbilla en él. La muchacha dormitó sintiéndose resguardada entre sus brazos. Los dos quedaron dormidos y se despertaron alrededor de las nueve de la mañana.
🌹🌹🌹
Castillo ducal
El día transcurrió muy tranquilo y sin problemas, el duque un poco trabajando, leyendo y la duquesita bordando, leyendo y dando un paseo con él cada uno en su caballo.
De aquella manera pasaron casi dos semanas, en donde la francesita recibía cartas y algún que otro arreglo floral y el ambiente en Covent Garden era una hoguera por parte de Patrick quien cada vez que veía una canasta o jarrón con flores estallaba en cólera.
Lo único que se le ocurrió hacer fue opacar aquellos regalos con una preciosa joya que sabía bien su esposa no iba a despreciar. Apenas llegó de la joyería, le pidió a ella que fuera con él a la biblioteca y allí se la daría.
🌹🌹🌹
Biblioteca
―Para ti. ―Le entregó en las manos el estuche.
―¿Por qué? ―Quedó sorprendida.
―Quise obsequiarte un regalo.
Elizabeth abrió la caja y se encontró con una preciosa gargantilla.
―Muy bonita, ¿es de tu familia?
―No. La acabo de comprar, cuando la vi pensé en ti ―le dijo y la sacó del interior del estuche.
Lemacks le colocó la gargantilla. La duquesita estaba desconcertada y decepcionada porque no esperaba algo así de él, tan solo quería que después de tanto tiempo que había transcurrido, le diera cariño.
El duque pretendía que con aquel regalo, se olvidara o hasta opacara las flores y las notas que su esposa recibía de alguien más.
―Gracias por el detalle, pero no esperaba algo así ―admitió con tristeza―. Estaba creída que era una joya familiar.
―¿Qué querías? ¿Alguna otra joya?
―Es hermosa pero siento que es tan gélida como el motivo por el cuál quisiste regalármela ―giró en sus talones para mirarlo a los ojos.
Patrick la tomó de la muñeca y la tiró hacia él entre desesperado y enojado, había calado al instante su comentario.
―No te comportes como una descarada con el nieto del conde, Elizabeth. Es un jovencito busca problemas, y tú eres una joven de bien. Celoso y con rabia estoy de saber que te envía flores y notas, sé que me las escondes, pero lo sé todo ―su voz sonó ronca y frustrada.
―No sé de lo que me estás hablando... ―intentó ignorarlo.
―No te pases de lista ―su mirada era fiera.
―Bueno, tal parece que alguien más debe hacer eso, ¿no te parece? ―Lo desafió levantando la barbilla y mirándolo con atención.
―Es un tontuelo con granos.
Elizabeth rio a carcajadas.
―¿No sabía que el duque estaba celoso de él? ―cuestionó levantando una ceja.
―¿Qué es lo que quieres? ¿Joyas? Te las doy, ¿un viaje? Lo haremos, dime qué y con placer te lo daré ―dijo desesperado.
―El tontuelo con granos sabe mejor lo que quiero que el hombre que veo frente a mí.
Patrick la miró con fijeza y supo qué era.
―¿Quieres que te regale flores? ―cuestionó abriendo más los ojos y ladeando la cabeza mientras la observaba con fijeza.
―Respuesta correcta.
―Te regalaba flores en el tiempo en que te cortejaba.
―Dejaste de hacerlo apenas nos casamos. Tal parecía que solo de solteros me debías regalar ramilletes.
―Pensé que te gustarían más las joyas.
―Lo hiciste porque intentas competir con él. No te queda Patrick Lemacks ―puso los brazos en jarra―. Crees que unas flores no pueden competir con una joya cara, te equivocas. Solo lo hiciste porque te molestó su comportamiento, por lo menos llamé tu atención.
―Jeffrey es un chico con las hormonas alborotadas y tú una dama.
―Una cosa es que pretenda darte celos a través de él, otra diferente es que quiera hacer algo con él. Está más que claro que esa no es la intención.
―Si aceptas sus flores y notas, es porque le estás dando a entender algo más.
―¿Acaso leíste alguna nota de él o mía? Si por casualidad lees una de alguno de los dos, sabrás la verdad. Nunca fui más allá de un tonteo como el que viste en esa reunión, y en las notas le he dejado muy clara mi decisión, él aceptó sin problemas que solo amo a un hombre y que no lo cambiaría por nadie.
El duque quedó desconcertado y sorprendido también.
―Intenté que te dieras cuenta mediante ese actuar mío solo para saber si todavía sentías algo por mí.
―¿Por qué crees que no siento algo por ti?
―La última vez que intimamos fue hace un mes y siento que aquella vez fue solo por despecho de tu parte hacia mí. Porque por la manera en cómo lo pienso, es así. Como si en verdad me culparas por haber intentado coquetear con él ―dijo con seriedad―, me proteges y demasiado pero también quiero más cosas de ti ―confesó con tristeza―. Esperé y esperé, y nunca más volviste a tocarme, por eso actué de esa forma la semana pasada al enviarnos notas y flores. Me dio vergüenza celarte, porque no soy así, pero actué por impulso.
La duquesita desenganchó el collar y se lo entregó en las manos.
Dándose media vuelta se retiró de allí. Esperaba que con aquella actitud él hiciera algo.
🌹🌹🌹
Cuarto de la duquesita
Dentro del dormitorio, se desvistió y quedó con la enagua.
La voz ronca de un hombre se escuchó detrás de su espalda, vio a Patrick cerrar la puerta con llave, acercándose a ella con sigilo.
―A mí no me vas a dejar con la palabra en la boca después de poner en mis manos el collar, podrás engañar al bobalicón de Jeffrey pero no a mí, el duque de Covent Garden.
Elizabeth aunque tenía algo de miedo, estalló en risas ante la actitud desfachatada de él.
―Ni tú mismo te crees eso, admite que estás celoso y deja de jugar. Mírenlo a él, el duque... tan impetuoso para unas cosas y para otras...
Dejó en el aire la respuesta.
―¿Y para otras qué? ―formuló poniéndose frente a ella.
―Tú sabrás ―dijo con un tonito de voz irónico.
―No me gusta compartir y sí, estoy celoso, lo estuve durante toda la semana, echo humo por las orejas y me siento como una fiera que no puede hacer nada mientras que otro te come con la mirada y te deja notas, y flores ―dijo con voz ronca.
―Puedes hacer más que eso ―lo desafió―, y te hice saber que era lo que decían esas notas.
―Pero preferiste las notas antes que mi regalo.
―Me lo quité porque tú no comprendiste que en verdad quería flores, quería más de ti. No joyas, te quería a ti durante el mes que pasó y si no vas a hacer nada, será mejor que me dejes tranquila para poder dormir.
Patrick la sujetó de la mandíbula con una mano y con la otra de la nuca, la besó de manera salvaje. Ella se soltó y le dio un sopapo. Él volvió a besarla tratando de que esta vez no fuese tan bruto, pero la duquesita forcejeaba para que la soltara.
―Suéltame ―emitió entre sus bocas―, te enojas, me dejas a un lado sin pasar una noche juntos durante el mes que pasó, y ahora la quieres arreglar ―intentó decírselo entre besos.
―Perdón... ―siguió besándola mientras que de a poco iba llevándola hacia la cama.
La joven sucumbió a aquella boca que había sido creada para besos apasionados, y lo abrazó por el cuello.
―¿Ahora quiere intentar algo, milord? ―Lo retó con descaro―. Ahora no tengo ganas ―expresó de tal manera que casi se ríe.
―Sabes que vas a quemarte si me retas ―afirmó contundente y arqueando una negra ceja.
―Solo quiero saber porqué no tuviste la hombría de entrar a mi dormitorio cuando querías, no iba a rechazarte.
―Porque estaba celoso, mucho y porque pensé también que era posible que tú irías a morderme por cómo me estuve comportando contigo.
―Tienes un punto a tu favor, Patricien.
―Parece que no sigues más molesta conmigo.
―Puede que tengas razón en eso.
―¿Estamos bien ahora entonces? ―preguntó él.
―Sí. Pero para la próxima, dímelo en la cara, no relinches como un semental por los rincones, me lo dices y te domo ―sonrió con suficiencia.
El duque se rio por lo bajo y la tomó de las mejillas para besarla. La duquesita posó sus manos en la cintura masculina y lo besaba con pasión también.
―¿Vas a aceptar ahora la gargantilla? ―Se separó un poco de su cara para mirarla y cuestionárselo.
―De acuerdo pero con una condición.
―La escucho.
―Quiero más que dormir esta noche.
―Concedido, pimpollo rojo.
Ambos volvieron a besarse y cuando estuvieron saciados, se ayudaron a desvestirse mientras se acariciaban y se besaban otra vez. Pronto se metieron a la cama para amarse. Patrick quedó arriba de ella al tiempo que Elizabeth lo invitaba a ubicarse entre medio de sus piernas.
―Me gusta mucho cuando estás arriba mío ―confesó con picardía acercándolo a su boca con el abrazo por el cuello.
―A mí de cualquier manera, solo me importa pasar ratos contigo, Elizabeth ―expresó mientras se hundía en su interior.
La muchacha se aferró más a su cuello y lo besó una vez más para ahogar un gemido en su boca. De aquella manera pasaron gran parte de la noche hasta que la madrugada los encontró abrazados y dormidos profundamente luego de haberlo hecho dos veces.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top