CAPITULO 7

SAMADHI



"No todo es perfecto, lo perfecto nunca es bueno..."

Ese era mi mantra después de dos años. Dos años con un pasado que de mi parte, quería enterrar. ¿Por qué solo lo culpaba a él? Quería decirle, quería contarle. Pero yo misma me contradecía, diciéndome una y otra vez que nada había pasado ese día.

Los besos y las caricias de Brad seguían acechándome por las noches. Lo quería olvidar. Quería olvidar que estuve a punto de entregarme a Brad. No solo había salido corriendo cuando me di cuenta de lo que estaba haciendo. Tomé mi blusa. Y los jeans que llevaba ese día, los coloqué de nuevo y huía de ese lugar.

Aparqué el coche cerca de la acera de mi casa, para encontrarme con la persona que engañó a Clar, haciéndole pensar que Samantha era yo. Bajé a duras penas, mientras él me esperaba con un ramo de rosas frescas. Cabello castaño, piel perlada tostada y ojos verdes río.

— Brad. — lo miré por un momento a los ojos, pues no quería verlo. Sin embargo su mirada de lujuria por lo sucedido años atrás, la llevaba clavada dentro. — ¿Qué haces aquí? — pregunté.

Me miró. Una mirada fresca y lasciva.

— Vengo a disculparme Samadhi — respondió. — De verdad siento mucho lo que sucedió entre nosotros...

— Basta Brad — susurré. Me dolía aún recordar. — Disculpa aceptada, pero no quiero que te vuelvas acercar a mí. — le dije ésta último con tal seguridad.

Caminé hacia la entrada, tenía que dejarlo ahí. Pero él tan insistente me siguió.

— De verdad Samadhi, perdóname — seguía insistiendo — Tu madre y mi padre salieron un momento a cenar. Me gustaría platicar contigo.

No lo había notado, pero sus ojos se encontraban humedecidos y rojizos. ¿Qué le pasaba a Brad? Lo miré por lo que sentí una eternidad, y decidí dejarlo entrar a mi hogar.

Mientras pasaba por la puerta, me extendió las rosas que llevaba en mano. Las tomé por educación, después de todo era un regalo. Y un regalo, proveniente de quien sea, no debería ser rechazado.

Ya en el interior de mi casa, tomó asiento en el sofá blanco. Puse las rosas en un florero de vidrio transparente, rellenándolo de agua.

— ¿Y bien? — me gustaba ir directo al grano. Y más con Brad. — Espero tu explicación.

Dio un suspiro, frotándose las sienes. Lucia nervioso y sentí una presión en mi pecho. Unas ligeras bolsas moradas yacían bajo sus ojos. Se le notaba preocupado, tenso... Volteó su mirada, recorriéndome el cuerpo entero. Tragué a dicha acción. Comencé a sentirme nerviosa, mis manos me picaban por el nerviosismo que me invadió.

— Lo dije por celos Samadhi — comenzó hablar con su gruesa voz. — En ese entonces... claro. Ahora todo es diferente, siempre te había querido no sólo como amiga, no lo supe hasta que le di la oportunidad a Sony y tú comenzaste a salir con Christopher. — Se detuvo.

— ¿Por qué desapareciste Brad? — pregunté.

— Tenía que hacerlo — seguía hablando con tal seguridad, como siempre solía hacerlo Brad. —  Estuve... estuve...

— Estuviste ¿Dónde? — interrumpí.

— ¡Llegamos!

Mi madre y Falco entraron por la puerta. La cara de mi madre como siempre era alegre, pero la de Falco, al ver a Brad, cambió rotundamente.

— ¡Brad! — exclamó mi madre al verlo. — Pero que sorpresa hijo — se acercó a él para darle un cálido abrazo. Lo sabía, mi madre le había tomado cariño a Brad.

— Charlize, que gusto verte — musitó Brad solamente, esbozando una sonrisa enorme. Esa sonrisa minuciosa, que, en ocasiones me hacía temblar.

Mi madre y Falco tomaron asiento en uno de los sofás. Era extraño estar así reunido los cuatro. Mi madre nuevamente comenzó hablar, preguntándole a Brad, ¿Por qué se había ido así de la nada? Falco y Brad cruzaron miradas. Me hice la desentendida y miré a mi móvil tratando de disimular que no les estaba prestando la más mínima atención. Mientras, Brad habló diciendo que había tenido que mudarse por el último año que le faltaba en la universidad, razón por la cual, no supo cómo explicar. Tartamudeaba en ocasiones. Ese desconocido sentado en el sofá, definitivamente no era Brad.

— Me gustaría hablar contigo Brad — le hice saber. Éste último miró a su padre con disimulo, y después a mí.

Asintió.

Los dos salimos al patio trasero donde se encontraba la alberca. Me senté en una de las tumbonas que se encontraban cerca de la orilla, y él hizo lo mismo que yo. Vacilé un rato mirando hacia el agua, preguntándome en mi mente si debería preguntarle algo. Y lo hice.

— No me pasa nada — respondió tajante.

— No eres el Brad que conocí años atrás — le hice saber. — ¿Qué te sucede Brad? Te noto... nervioso, cambiado...

Lo miré a los ojos. Los de él verdes y brillosos. No me diría nada.

— Estoy bien Sam — respondió acariciando mi mejilla izquierda. Contuve la respiración y me revolví en la tumbona hasta que Brad decidió soltarme. — Discúlpame, no te quiero incomodar.

— Pues no hagas ese tipo de acciones Brad, que nuestros padres están juntos. — le hice saber.

— Desafortunadamente — me sonrió de lado, y no pude evitar devolverle la sonrisa. Sus bromas no gratas me causaban gracia.

Después de un rato Falco le habló a Brad y los dos se dirigieron a la cocina. Mi madre se encontraba en el segundo piso y yo decidí quedarme en la orilla de la alberca, metiendo mis pies en ella.

Sentí un pinchazo en el pecho. Giré la mirada a los arbustos que se encontraban sobre la cerca frente a la alberca. Otra vez sentía esa mirada. Esa mirada que no se iba, la sentí el día del asalto en casa de mi padre, la sentí días anteriores antes de marcharme. "¿Me estaré volviendo loca?" No paraba de preguntarme.

Recordé a William, y su insistencia con traer un gas pimienta a donde quiera que fuese, pero siempre me negué. Ahora que esto se intensificaba lo consideraría. Seguí jugueteando con el agua, hasta que sentí los brazos de Brad en mis espaldas.

— Eres divina Samadhi — susurró en mi oído.

Al momento y sin pensarlo me levante de ese lugar.

— ¡Brad! — exclamé con fuerza — No lo arruines ¿Quieres? — éste sonrió.

— ¡Está bien! ¿Vale? Ya, ¿hermanos? — extendió su mano para que la tomara. Di un suspiro de frustración. Definitivamente el regreso de Brad complicaría todo.

— Hermanastros. — afirmé.

Tomé su mano para hacer las paces y después me dirigí a mi habitación. Ellos ya estaban por irse así que solo me despedí con un ademan, para dejarlos en la sala de estar con mi mamá.

Me recosté en la cama, pensando nuevamente en Clarence. Mis pensamientos por las noches siempre eran para él. La tenue luz de la luna se adentraba por la ventana llegando hasta mi cama. Quería que estuviese él aquí. Recordar los besos que me había dado hoy me hacía estremecer y querer mucho más de él. Sin embargo, mi corazón aún estaba dañado, aunque por otro lado estuviese alegre una parte de mí. Pues Clarence ya sabía que no había sido yo quien se encontraba con Brad ese día en su apartamento.

Olvidar todo el sufrimiento de éstos dos últimos años no sería nada fácil. Había perdido y ganado peso a costa de ello. Ahora me encontraba en una mejor condición, y caer en lo mismo no debería ser una opción para mí. Perdonar a Clarence por lo sucedido sería difícil. Aún rondaba por mi mente ¿Qué tan inseguro de sí mismo es Clar? Pues no confió en mí.

(***)

Domingo.

Ya era domingo, y mi madre se encontraba como loca yendo de un lado para otro. Pues hoy viajaría ella y Falco. En ningún momento desde mi llegada nos habíamos sentado a platicar, y hoy, claramente no sería una opción para hacerlo.

Me encontraba en su habitación ayudándole a empacar las maletas. Se iban una semana y el clima últimamente era variado.

— Listo mamá. — confirmé, mientras veía como se maquillaba los parpados.

— Muchas gracias hija — dijo acariciando mi mejilla. Simplemente le sonreí. — Ya sabes, te presentaras mañana en la oficina con Magenta, ella ya tiene todo bajo control con los paquetes de entrega sobre los pedidos que se han realizado éstas dos últimas semanas, lo único que tienes que hacer es...

— ¡Lo sé mamá! Vete tranquila, no es nuevo lo que haré. La única diferencia es que ahora estoy aquí presente y no lejos.

Asintió. Tomó las dos maletas que le había ayudado a empacar y bajamos al primer piso juntas donde Falco y Brad la esperaban, pues éste ultimo los llevaría al aeropuerto. Me despedí de ella, decidiendo no bajar a saludar. Solo le dije a mi madre que les deseaba un buen viaje a los dos.

Después de que se fueron, la tarde la pase en total tranquilidad. No mentía, si extrañaba mi hogar, sin embargo, lo que extrañaba ahora eran los postres de Camila en casa de mi papá. Decidí ponerme un traje de baño color negro y refrescarme un rato. La tarde estaba calurosa y no sabía cuánto más podría soportarlo. Había decidido llamar a Sara para que me hiciera compañía, pero estaba ocupada con unas tareas de la universidad, así que quedó descartada. Desafortunadamente para mí la soledad era habitual, así que decidí aventarme al agua de la piscina completamente sola.

Seguía en la piscina nadando de un lado a otro, no estaba onda, pero si me llegaba a los hombros. El timbre de mi casa sonó sacándome de un momento a otro de mi concentración. Salí del agua envolviéndome en una de las toallas que había en la tumbona. Rodee el patio para ir directo a la entrada de enfrente. Los barrotes de la puerta principal eran visibles hacia afuera, dejando ver a la persona que esperaba a que le abriera. Christopher Ladera.

Me puse nerviosa, ¿Qué hacía Christopher en mi casa ahora?

No quería ser mal educada, pues mi coche se encontraba aparcado afuera, lo cual era obvio para él que yo estaba en casa. Abrí la puerta.

— Samadhi — dijo mi nombre sonriente, dejando ver consigo esa dentadura blanca — Pensé que no querrías abrirme — enarcó una ceja. Me tenía cautivada y, definitivamente sin palabras. ¿Por qué actuaba yo de ésta manera con él?

— Estaba en la piscina — respondí — Pero pasa...

Le permití la entrada. No sé si estaba bien o mal, pero lo hice. Lucia bien con su atuendo; bermuda negra, camisa ligera blanca dejando ver sus pectorales. Mi nerviosismo iba en aumento, pues tenía años de no verlo.

— Traje sushi — Vaya. A Christopher no se le escapaba nada.

— ¿Cómo es que lo recuerdas? — pregunté, enarcando una ceja. Sushi, una de mis comidas chatarra favoritas.

— Nunca me olvido de nada Samadhi.

Le sonreí. Los dos nos dirigimos a las tumbonas que yacían frente a la alberca. Por alguna razón me incomodaba volver a quitarme la toalla y quedar expuesta ante Christopher, así que no lo hice. En ningún momento me la quité.

— ¿Y bien? Cuéntame, ¿Cómo ha sido tu vida después de cinco años? — comencé a preguntarle.

Christopher me sonrió, y los dos comenzamos a sacar de la pequeña bolsa el contenido de comida que había dentro de ella. En lo que comíamos, comenzó a contarme como había sido su vida en Londres y lo poco que le había gustado. Había estudiado una carrera completa de Economía y Finanzas, pero lo que en realidad le gustaba, y según él, era su fuerte, seria siempre el haber querido recibirse como un Psiquiatra. Palidecí, pues su padre lo había "motivado" a que estudiara la carrera que ahora ejercía.

— Sigo sin comprender ¿Por qué los padres insisten en querer seguir sus pasos? — me pregunté, desafortunadamente en voz alta. Abrí mis ojos, pues la había jodido. Christopher soltó una carcajada. Que al final, terminó por contagiármela. — Discúlpame, no era mi intención...

— Está bien Samadhi, lo mismo he pensado yo.

Nos miramos por un instante, pero después voltee a otra parte. Seguimos hablando de trivialidades como las veces que habíamos salido los cuatro. Me preguntó por Sony, con quien en ningún momento se volvió a poner en contacto. Le conté que ya no éramos amigas por cuestiones personales, de las cuales no insistió. Por nada del mundo quería que se enterase del problemón que tuvimos nosotras dos.

La tarde pasó volando gracias a la charla que tuvimos los dos. El atardecer se acercaba, y el sueño amenazaba con invadirme. No quería terminar quedándome dormida, asi que decidí decirle a Christopher que me encontraba algo cansada.

— Bueno Samadhi, aún me debes ese recorrido — levantó levemente mi barbilla.

— No se me olvida — respondí. Y como olvidarlo, si lo hice solamente para provocarle celos a Clarence.

— Bien, me gustaría invitarte a salir. Claro, si estas dispuesta y desocupada. — argumentó. — Y también si es que tu novio Clarence no se enoja.

Me giré hacia él con determinación.

— Clarence y yo no somos novios — respondí tajante. ¿Qué rayos?

— Lo supuse. Verás, Clar es mi cliente, por lo tanto lo tengo que tratar, pero amigo no es, — hizo una breve pausa — Me preguntó cómo fue que te conocí así que supuse tuvieron algo que ver.

Tragué duro. No podía creer que Clarence nos expusiera de esa manera.

— Lo pasado es pasado — me limité a responder. Christopher sonrió.

— Eso espero Sam. — Sus pupilas se dilataron, y un escalofrío me recorrió la espalda.

Después de ello depositó un casto beso en mi mejilla. Musitó un "Nos vemos luego..." y lo acompañé a la puerta hasta que subiera a su coche y se fuera.

Escuché el rugir de una motocicleta, y mi corazón palpitó tan fuerte. Ese sonido era tan conocido para mis oídos. Quería cerrar las puertas si era posible con llave y poner las mil alarmas, pero mis piernas no respondieron para nada. ¡Traicioneras!

— Sol... - musitó con ternura. — Tan urgido estaba por verte Christopher ¿no crees?

— ¿Qué quieres Clarence? — pregunté molesta — Te pedí tiempo y esfuerzo de tu parte...

— Solo ésta noche Samadhi, por favor — se acercó a mí. Sentir su aliento sobre mis labios, era la perdición en vida.

— ¿Qué quieres de mí? — susurré.

— Te quiero a ti amor...

Me sujetó de la cintura pegándome a su cuerpo. Deseaba tanto sentir sus labios en mi cuerpo, pero no sería así de fácil. Lucia divinamente bien con los jeans rasgados, camiseta ajustada en color blanco y su cazadora negra. Acaricié su voluminoso pecho y después lo miré a los ojos.

No podía perdonarle aún. Las imágenes de él con Estephany aparecieron en mi mente. Ahora quien se sentía traicionada era yo.

— No puedo Clar — susurré, pegando mi frente con la suya.

Me solté con brusquedad y me dirigí a la entrada de mi hogar con Clarence siguiéndome el paso. Me tomó del brazo y me giró hacia él.

— ¿Por qué Samadhi? ¿Lo quieres a él?— ¿Qué mierda?

— ¡No Clar! ¿Qué no entiendes? ¿Cómo crees que me siento al saber que te has tirado también a Estephany? ¡Eh! — su rostro fue un poema bien redactado para mí, esos que un día leí.

Bastaron esas palabras para que me soltara. Sentí una presión en el pecho, y nuevamente esas imágenes pasaron por mi mente como si fuese una película. Sin embargo, lo comprendía. Comprendía que me hicieron quedar mal parada frente a Clarence. Y él como estúpido había caído.

— Te sigo amando Clarence – susurré apenas, mirándolo a los ojos. Esos hermosos ojos azul oscuro. — Pero eso no quita las imágenes que tengo de ustedes dos en mi mente.

— Sam...

— Basta — interrumpí. — Dame tiempo, el mismo que yo te brinde a ti Clar.

Me acerqué a él, dejando un casto beso en sus jugosos labios que extrañaba tanto.

— No me dejes — susurró después. — No lo hagas. Sácame de ésta maldita oscuridad.

Sus palabras me dolían hasta el alma. Pero no podía dejarlo pasar así nada más. Me acerqué a él y lo tomé de la mano. "¿Estaba segura de lo que iba hacer?". Bien, tal vez no. Pero le necesitaba tanto como él a mí.

— ¿Te quedas a dormir? — pregunté. Cerró los ojos, estrechándome a su cálido pecho y aspirando el aroma de mi cabello.

— Siempre que me lo pidas amor.

Un revoltijo horrible me invadió. Las libélulas permanecían ahí, revoloteando por su cercanía, como siempre esperando a por él.

Caminamos escaleras arriba, hasta llegar a mi habitación. La miró por un momento y al llegar a mí, me sonrió. Una sonrisa media y sincera.

— Solo dormir Clarence. — Asintió con una pequeña sonrisa — No cantes victoria aún Johnson.

Me quité la toalla, pues aun traía el traje de baño puesto sobre mí. Me dirigí a la ducha tomando un baño rápido.

Al salir, Clarence se encontraba cerca de la ventana mirando hacia fuera. Me extrañó. ¿Qué le sucedía?

— ¿A quién miras? — pregunté. Éste se giró.

Suspiró al verme, mirándome expectante. Pues tan solo me rodeaba una toalla. Mi intención no era provocarle, pero definitivamente era inevitable no querer ver su cara. Se rascó la barbilla y se acercó a mí. Depositó un beso en mis labios, y no pude evitar seguirle el paso. Era un beso desesperado, dulce, pero también salvaje y a la vez delicado.

— Te amo Samadhi Stone — susurró en mis labios, tomándolos después con brusquedad — Todo éste jodido tiempo ha sido una tortura — decía entrecortadamente pausando tan solo unos segundos el beso que yo disfrutaba.

No podía hacerlo, no ahora con éste pensamiento y con Estephany de por medio.

— Vete Clarence — susurré despacio — No quiero verte. — Me miró desconcertado, mientras yo seguía llorando. — Cuando salga no quiero verte aquí.

Me adentré de nuevo al baño, cerrando la puerta con candado. Estaba mal contradecirme, pero con Clarence rondando por mi mente siempre, era completamente imposible no hacerlo...





¡Perfeccionistas!

Capitulo para fin de semana, ¿Les ha gustado? 

Tranquilas, que éstos capitulos son de ternura y peleas♥ Lo mejor está por venir. Espero sigan disfrutando de Sam&Clar ♥ 

LAS AMO♥

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Brad en la imagen 👀

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