CAPITULO 43


SAMADHI




Tenía frio. Estaba recostada a una cama y sentía demasiado frio. El olor que abundaba a mí alrededor era un poco putrefacto. Éste me provocaba arcadas, pero no llegaba el vómito, y mucho menos con la cinta pegada a mi boca. Llevaba días así. Sin comer ni beber agua. Comenzaba a sentirme deshidratada, pero sobre todo preocupada.

Sentía la presencia de alguien más en aquel cuarto humedecido por la lluvia que caía afuera. La escuchaba, escuchaba la ligera llovizna que caía de afuera. Me encontraba mareada, y lo único que veían mis ojos al abrirlos, era la oscuridad del lugar.

« ¿Dónde estoy? ¿Quién me trajo aquí?», me pregunté.

Ni siquiera vi el rostro de la persona que me mantenía aquí. De la persona que, por alguna extraña razón me había estado siguiendo por tanto tiempo sin haberme dado cuenta.

Escuché los balbuceos de alguien en la habitación, pero lo único que hice fue removerme en la cama haciéndome un ovillo para después darme cuenta que estaba atada de ambas muñecas a un costado de la misma cama.

Después de unos minutos que se me hicieron eternos, alguien abrió la única puerta en aquel lugar oscuro y sin ventanas. Un insignificante destello entró por el umbral de la misma. Apenas si se veía la poca luz de afuera seguido del sonido por la llovizna.

—¡Oh! Por fin despiertas Samadhi.

Su voz. Esa voz tan familiar resonó en mis tímpanos grabándose de por vida en ellos. La había escuchado tantas veces, que al escucharla ahora en este preciso momento me causaba escalofríos. ¿Por qué me estaba haciéndome esto? ¿Por qué a mí? ¿Por qué le hacía esto a quien se suponía ser mi amigo, a quien había creído un hermano?

—Si, lo sé Sam, te has de estar preguntando « ¿Por qué a mí? ¿Por qué yo?» —contestó tratando de imitar mi voz.

Si en algún momento el sentimiento de amistad y hermandad estuvo en mi corazón, ahora que corría peligro junto a mis pequeños, se esfumó.

Comencé a temblar. Tenía miedo, porque si sabía que Brad no estaba del todo cuerdo, ¿Qué me esperaría de él?

Se acercó a mí con cautela. Comencé a temblar de nuevo y lo siguiente que hizo fue quitarme la cinta de la boca con un solo jalón. No dije nada, la voz se me había ido por lo sorprendida que estaba. Pero sin duda alguna sabía quién era. Ojos verdes, piel morena, y sus pequeños rulos en la cabeza.

—William —susurré su nombre en apenas un intento inaudible. Decir su nombre ahora me quemaba hasta la garganta.

Éste me sonrió. Una sonrisa de oreja a oreja. No era una sonrisa malévola como solía tenerla Brad, si no, una sonrisa común y cualquiera. Una sonrisa que te hacia confiar.

"Hay que tener de cerca al enemigo, es mejor visualizarlo como tu mejor amigo"

Las palabras de Christopher retumbaron en mis oídos. Mi enemigo siempre estuvo cerca de mí sin apenas darme cuenta. Clarence y yo confiamos en la persona por la quien más tuvimos que haber sospechado desde un principio. Me arrepentía tanto por haberlo defendido infinidad de veces, porque ahora veía todo más claro. Él siempre estaba cerca en las situaciones más imprevistas. Estuvo el día del asalto en la casa de mi padre consolándome porque fue a él a quien primero le di la noticia del asalto.

Quería llorar, quería gritar y salir corriendo. Temía por mi vida, y no solo por la mía. Si no por la de mis bebés y el sufrimiento de Clar.

—Sabes, todo encajó a la perfección Samadhi. Verás, al principio era el deshacerme de Hanna y Clar, obviamente, como venganza para su padre y que volviera a podrirse en el alcohol, pero el maldito de Clar la libró —soltó un suspiro, para después tomar asiento en una silla que se encontraba frente a la cama —. Después del accidente se alejó y para ser honesto hasta cierto punto se me olvidó que su hermana había matado a mi familia. Sin embargo, su padre y Falco hicieron de todo para tapar el accidente de las únicas personas que más eh amado en el mundo. Así es Sam, esos dos imbéciles cubrieron a una asesina, Hanna salió ilesa, sin un puto rasguño y... para ser honesto después de que traté de olvidarlo porque como siempre fui un imbécil, algo me decía que les tenía que dejar muy bien todo en claro —chasqueó su lengua—. En fin, la hipocresía. No debes de querer a quienes te han hecho daño Sam, y aunque tú no me hiciste ninguno, las personas que te rodean, a mí sí. ¿Qué mejor venganza no? Sobre todo cuando descubrí la porquería de Brad. Una muy buena oportunidad.

¿Brad?

No le hayaba sentido a todo esto. Si lo que quería era vengarse, ¿Por qué darle información a Clar sobre el accidente de Hanna?

—No tiene sentido William, ¿Por qué decirle a Clar todo lo que tenías en mente? ¿Por qué hacerlo sufrir de esa manera? ¡No es su culpa! —espeté molesta.

Caminó hasta la puerta y encendió una lámpara que yacía sobre un buró de madera. En realidad, toda la habitación era de madera oscura con barniz.

La luz me cegó por un instante. Apreté los ojos para que al abrirlos, los mismos trataran de acostumbrarse a la luz. Y en cuanto lo hice, sentí mi mejilla arder de dolor.

—¿Qué no te das cuenta? Esa era mi intención, que sufriera, que sintiera y se diera cuenta Sam, que confiara en mi tanto para que al final simplemente lo dejara caer como siempre había querido que toda esa puta familia cayera.

Escuché un quejido en la otras esquina de la habitación.

—Inculpé a tu querido hermanastro —dijo sin pena alguna. Volví la mirada a la otra esquina encontrándome con Brad justo al momento en el que Will encendió otra luz. Éste estaba sujeto a una silla, golpeado y con la sangre seca por todos lados. —. ¿Sabías que el maldito estaba obsesionado contigo? —inquirió —. Esa fue mi oportunidad. Una muy buena eh. ¡Te descubrí, Brad! Joder, sí que estás loco amigo.

Encendió un cigarrillo. Nunca lo había visto fumar, y mucho menos lo había visto tan ebrio como lo estaba en ese momento. Mis sentidos se alarmaron, y un estrujón en mi barriga hizo que me retorciera por un momento.

William me miró.

—Y pensar que en unos meses hubieras dado a luz —¿Hubiera?

—Por favor Will, déjame ir —imploré algo que estaba segura no me iba a conceder.

—No creo Sam, estoy metido en esto hasta el culo y para ser honesto no pienso dejar cabos sueltos —añadió —. Si les queda alguna duda a ambos, si, trabajé con Wilson todo este tiempo. El maldito me pidió una fuerte suma de dinero en el nombre de Isabela, pero bueno. Ella es una cualquiera, ¿Pero traicionar a su único hijo vivo? ¡Jamás! Así que en cuanto supe que ella no accedería, lo mejor fue decirle al imbécil de su esposo.

—¿Isabela sabia esto? — le pregunté sorprendida.

—La verdad Sam, es que no. Su esposo lo hizo todo a sus espaldas para sacarle dinero, y por supuesto, para sacarme a mi dinero —dio un suspiro mirando a la nada.

Comencé a temblar. No hacía nada, se quedaba ahí parado sin decir nada. Después, dio media vuelta para ver a Brad.

—¿Qué Brad, creías que me acerqué a Falco nada más por mero trabajo, cuando sabía perfectamente que encubrió a Hanna? No, no, no —chasqueó la lengua —. Todos tenemos una debilidad, y la mía era mi familia ¡Joder! ¡Mi hermana acababa de salir de su última quimioterapia cuando la estúpida de Hanna la mató!

William se acercó a Brad para quitarle la cinta que había en sus labios al escucharlo balbucear.

—¿Qué dices Brad? ¡No te escucho! —gritaba como loco, como si estuviese desquiciado.

—¡Fue un accidente! —añadió Brad —. Yo iba con ella ese día William, y lo que pasó ¡Fue un puto accidente! —exclamó.

Comenzó a negar y masajear sus sienes. Brad me miró diciendo algo inaudible con los labios: Todo va a estar bien. Fue lo que alcancé a leer. Pero William estaba desatado gritando como un loco. Le metió un puñetazo a Brad en el rostro para que dejara de decirle cosas.

—Me importa una mierda Brad, accidente o no, mi familia ya no está. Dime, ¿Qué se siente que tu novia maté a tus padres por andar drogada y en estado de ebriedad? ¿Qué se siente saber que todo el puto tiempo en el que estuvimos juntos supo la muy maldita que yo era el único hijo de esa familia? ¡Eh, Brad! ¡Dime! ¡Dime que mierda sientes! ¡Porque lo único que siento es rabia y rencor por todos ustedes! ¡Malditos dobles cara!

No pude evitarlo. Comencé a llorar. No sabía de lo que podía ser capaz William. Sus ojos mostraban furia, enfado y la tensión se sentía por todos lados. Temía por mi vida, porque si a mí me pasaba algo, a mis pequeños también. Porque todo lo que me pasara a mí, recaería en ellos también. Estaba asustada. Quería huir de ahí pero no podía porque estaba atada a la cama. Quería gritar desgarradoramente para que alguien más me escuchara, pero no lo hice. No hice nada.

—Will —susurré con voz temblorosa —, por favor, por favor déjame ir —imploré tratando de zafarme, pero fue en vano.

Él soltó una risilla por lo bajo negando con la cabeza.

—Sabes, me importa una mierda lo que les pase a ambos, yo no tengo nada Samadhi. Todos están involucrados, Falco, Clark, ¡Hasta tú Sam! ¿Qué mejor que arrebatarles al único hijo de Falco y a los nietos de esos dos bastados?

William salió de la habitación dejándonos aún en ese frío lugar. Estaba inquieta, y mis pequeños comenzaban a moverse en ocasiones. Tenía sed, tenía hambre, y juro por Dios que por un momento quería ahogarme. Sentía rabia, porque nosotros no teníamos la culpa de nada. Nosotros solamente estuvimos en los momentos, y quizás con las personas equivocadas.

—Lo siento tanto Sam —dijo Brad con la cabeza agachada —, pero si ese día no hubiéramos salido a beber, nada de esto habría pasado.

— ¿Qué sucedió? —le pregunté intrigada.

¿En realidad quería saber? Ya ni siquiera importaba. Estaba aquí sin ser partícipe de todo esto.

—Hanna iba conduciendo ese día, te juro que no sabíamos que era la familia de William hasta que ella comenzó a salir con él —hizo una pausa breve para tragar la poca saliva que tenía en su boca —. No sabíamos nada ¡Joder! Todo este tiempo nos estuvo engañando a todos, me inculpo de algo que cometí en el pasado y que solo Hanna sabía. Se aprovechó porque la amenacé ese día en el que ella lo descubrió todo.

—¿De qué hablas? —imploré.

—Porque yo te acosaba Sam, sin que tú lo supieras... ¡Joder! Ahora me da vergüenza, pero te juro que sólo fue una vez y hace muchos años...

—Cállate mejor Brad —se lo pedí. Era demasiado para mí. Esta situación lo era.

Pensó por un momento, y después de abrir mucho mejor los ojos logró observar bien su alrededor.

—Conozco este lugar —anunció —. Es la cabaña de mi papá.


(***)


No tenía ni idea de cuantas horas habían pasado ya. Tal vez habían pasado días y aun así no me daría cuenta de ello por la oscuridad que había en la habitación. Brad había dicho que estábamos en la cabaña de su papá. Pero si nadie sabía dónde nos encontrábamos, si nadie hallaba rastro de William estábamos jodidos.

Brad me había platicado sobre la última vez que vio a Clar. Estaba devastado, sufriendo y no salía de nuestra habitación en el apartamento. Me era imposible no llorar. Porque después de haber sido una persona demasiado fuerte, ahora lo único que quería era estar en los brazos de mi madre y de Clar.

También mencionó el día que tuvo la pelea con Hanna. Había un video de ellos dos en la estancia de su casa donde se percibía la bofetada que Brad le había dado a Hanna al enterarse de lo que hacía. A cada rato me pedía perdón por lo que hizo en el pasado, por haberse escabullido en mi casa a media noche para tomar esas fotografías. Se sentía avergonzado, quería que le diera una oportunidad como amigo y como hermano, pero para eso tendría que pasar bastante tiempo para poder asimilarlo.

—Después fui al apartamento y ahí estaba William sentado en uno sofá. Y ahora que lo pienso, estoy seguro que Christopher sabía algo más.

—¿Chris? —pregunté curiosa. ¿Qué tenía que ver Chris?

—Sí, mi padre en algún momento me dijo que la droga que encontraron en su cuerpo era una muy fuerte, y que probablemente había sido obligado a inyectársela. Según su autopsia Christopher era una persona sana. Y después recordé que William me inyecto algo que me hizo perder el conocimiento. Ni siquiera me di cuenta en realidad que iba con negras intenciones a buscarme ese día en el que salí huyendo del apartamento de Clar.

Permanecimos callados por un momento. Volví a temblar cuando se escucharon voces en el pasillo ¿Con quién más estaba William? Porque las voces no solo eran de él, también había voces de alguien más.

Brad estaba tratando de desamarrarse. Seguía sentado en la misma silla de hace unos momentos. Pero todo empeoró cuando William volvió hacer acto de presencia. Comencé a temblar. Su vestimenta ya era una más relajada, más casual. Traía consigo mismo unos platos de comida. Soltó un suspiro en cuanto nos vio a ambos. Dejó uno de los platos en el buró de a lado, mientras que el otro lo dejaba en el suelo frente a Brad.

—¿Cómo se supone comeré, si sigo atado William? —cuestionó Brad.

—Ahorita vendrá alguien a darles de comer en la boca —dijo Will encaminándose de nuevo a la puerta —, así que procuren comer pronto.

De un portazo cerró la puerta. Miré a Brad observar su alrededor, hasta que dio con la ventilación del techo.

—Tenemos que salir de aquí, no pienso arriesgarte más a ti Sam —declaró.

Después de unos minutos, un hombre alto de cabello rubio entró por el umbral de la puerta. Al principio me miró con pena, y después a Brad con hastío. El hombre se sentó en la silla frente a Brad para darle de comer. Éste no se negó, aunque si lo pensó por un momento. Después, al terminar, William volvió aparecer. Se colocó frente a mí y comenzó hacer lo mismo que el otro hombre con Brad. Lo hice sin rechistar. Y aunque en ocasiones, no sabía si tragar lo que sea que fuese me estaba dando, lo hice. No podía estar ni un segundo más sin comer ni beber nada, no solo yo era prioridad en estos momentos.

—Muy bien Sam —dijo William. Extendió su brazo un vaso de agua dirigiéndolo a mis labios, y sin dudarlo lo bebí hasta el final —. Vaya, sí que tienen hambre ¿Lo tenían amarrados? —bromeo el imbécil.

Al terminar, William le indicó al hombre algo con su mano. Éste lo obedeció, y le dio un golpe en el estómago a Brad seguido de otro puñetazo. Ahogué un grito al verlo hacer aquello. A pesar de tanto, no quería que nada malo le sucediera a Brad.

—Suficiente. —Declaró William levantando brevemente su mano derecha —Te vamos a soltar, bueno, los vamos a soltar a ambos. Así que no hagan estupideces.

El hombre soltó a Brad, para después darle otra paliza hasta dejarlo en el suelo. Solté un grito cuando le estaban haciendo aquello. Me cubrí los ojos con ambas manos. No quería ver lo que le hacían sin poder hacer nada. Mis barriga se contrajo y volvió el dolor de hace unas horas. Me retorcí nada más sentirlo.

—¡Míralo! ¡Mira lo que le podemos hacer a ambos si deciden hacer una estupidez! —espetó William tomándome de la mandíbula para que viera como golpeaban Brad.

Me soltó con brusquedad y me desató. Después, ambos salieron cerrando la puerta con cerrojo. Me acomodé primero en la cama alistándome para levantarme y ayudar a Brad, pero el dolor seguía ahí.

—No Sam, ahí quédate —ordenó Brad tosiendo.

No le hice caso. Me paré de la cama tomando toda la fuerza que aún me quedaba para levantarlo. Éste se apoyó con suavidad a mi hombro y lo recosté en la cama donde yo estaba hace unos momentos. En el buró, afortunadamente había una jarra con agua, la cual no dudé en tomar para darle a Brad de beber agua con el vaso que William me había dado a mí.

—Bebe —le ordené a Brad al llenar el vaso con el líquido vital. Éste último apenas si podía tragar, pero lo hizo.

Al hacerlo, dejé el vaso en el buró y regresé a lado de Brad. Lo abracé, pues estaba temblando y yo también. Se acurrucó en mis brazos y por un momento lo sentí tan vulnerable y débil ante la situación. Estaba golpeado por todas las partes de su cuerpo, y sentí pena por ambos. Por estar en esta situación por personas ajenas a nosotros. Pero al final, eran familia.

—Saldremos Sam —murmuró, y asentí a ello.

—Lo haremos —confirmé.

Ya ni siquiera estaba segura. Tenía la esperanza aún. Sabía que nuestra familia no nos dejaría solos por nada del mundo. Pero... ¿Cuánto tiempo más? ¿Cuánto tiempo más podía resistir yo estando en este lugar? ¿Qué nos haría William y Wilson a nosotros? Dinero no quería Will. Él estaba cegado por el dolor en su corazón y la venganza que había en su alma.

Comencé a llorar. No podía hacerme más la fuerte. No podía.

Cerré los ojos. Quise imaginarme miles de escenas que habíamos pasado Clar y yo. Quise acordarme de todo antes de que algo malo sucediera, porque lo sentía. Sentía que lo peor aún no comenzaba y tenía que estar preparada para ello. Comencé a temblar y me abracé más a Brad, para después, quedarme dormida igual que él.


(***)


Se escuchaban murmullos afuera. Brad estaba temblando, tanto eso como los bullicios a mí alrededor, me despertaron. Escuché las zancadas de alguien acercándose a la puerta, y ésta se abrió con rapidez.

—¡Levántate! —espetó William tomándome del pelo con una sola mano arrastrándome hasta él. —¡Joder! ¿Cómo mierda...

El otro hombre tomó a Brad y este con la poca fuerza que le quedaba se levantó de la cama. William me arrastró a la puerta y al salir, divisé un pasillo oscuro. Me llevó a una estancia mal iluminada de la cabaña, y volví la mirada para ver si Brad venia tras nosotros, pero no estaba.

—¿Dónde está Brad? —pregunté dudosa —¡Brad! —exclamé.

—¡Cállate Samadhi! —protestó William empujándome a un sofá que se encontraba ahí.

Caí boca abajo. Traté de caer con las manos, pero fue tan rápido que me golpeé la barriga con la orilla del sofá. Afortunadamente el golpe no fue para nada fuerte. Pero los nervios de caer en el suelo, me causaron un dolor mental.

William comenzó a temblar. Y en cuanto lo hizo volvió a tomarme del pelo con una sola mano atrayéndome de espaldas a su pecho.

—No se saldrán con la suya, no esta vez Sam —susurró en mi oído provocándome un escalofrío que me recorrió hasta la espina dorsal.

—¿De qué hablas? —pregunté apenas con un murmullo.

Pero preguntarlo, ya estaba de más. Escuché unos coches, y las torretas de las unidades de lo que suponía era la policía, aparecieron. Las podía apreciar desde adentro mirando por la ventana. Quise correr, pero la fuerza con la que Will me mantenía era tan fuerte, que me lo impidió.

—No Samadhi, tú de aquí no sales —murmuró entre dientes.

—Por favor, por favor Will —supliqué. No sabía de qué otra forma decirle.

Tenemos rodeado el perímetro —se escuchó decir a alguien afuera por un megáfono.

—¡Estamos rodeados William! —espetó el otro hombre dirigiéndose a Will.

—Mátalo —le ordenó.

Mi corazón comenzó a palpitar con fuerza, y lo siguiente que hice fue abalanzarme hacia Brad. Pero para mí mala suerte William me arrastro a la entrada del lugar. Ni siquiera me tomé el tiempo de observarlo. Estaba asustada, quería salir de aquí, pero no le veía un fin a esta situación. Afuera reinaba la oscuridad y la lluvia junto a los bullicios de personas.

—Míralo Sam, observa como muere Brad —susurró en mi oído derecho.

Comencé a temblar.

El hombre lo aventó al suelo, y después de eso le disparó.

Un sonido ensordecedor se apoderó de mis oídos. Me quedé inmóvil ante tal escena, y sentí las lágrimas recorrer por mis mejillas recordando todo lo vivido con Brad. William me arrastró de nuevo a la entrada, y como no tenía escapatoria, abrió la puerta para que al salir, me apuntara con un arma en la cabeza.

Las luces me cegaron. Había coches de policías por todos lados. Me acostumbré a la luz. La lluvia, era una ligera llovizna traicionera que te empapaba.

No dejaba de pensar en Brad. Esperaba con el alma que estuviera vivo, porque de no estarlo, no sabría cómo asimilarlo. Miré a mí alrededor. Los tenían rodeados tal como lo habían dicho, y apenas si alcanzaba a ver a los policías apuntando hacia nosotros en el perímetro.

Entonces, mis ojos observaron a un par de ojos azul oscuro junto a un coche blanco. Su rostro lucía cansado, y en estos momentos, angustiado.

—Despídete de tu querido, Sam. —Murmuró William, apuntándome aún con el arma en la cabeza.

Levanté la barbilla. Tragué duro lista para lo que se avecinaba. William no decía nada. Y lo único que hice fue susurrar un: Te amo Clar.

Lo miré a los ojos. Lo vi llorar junto a su padre, abrazándose a su madre. Una escena digna de guardar. Entonces, el dolor de no volverlo a ver jamás me pasó por la mente. Cerré los ojos, no quería verlo más. No cuando posiblemente no regresaría a él jamás.

Entonces, el sonido ensordecedor al apretar el gatillo llegó.








😶

Les amo ♥

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