CAPITULO 25
SAMADHI
—Si, acepto.
Lo dijo. Mi madre ya estaba oficialmente casada con Falco, y eso me convertía automáticamente en la hermanastra de Brad.
Nos encontrábamos en la recepción. La boda, sin duda alguna era tranquila y llena de amigos cercanos de mi madre y Falco, quien éste último me llevó precisamente a una mesa para presentarme al resto de su familia. Vergüenza que me dio al llegar y tener que saludar a todos. Por otro lado Brad, no perdía oportunidad de querer presentarme con sus primos y demás como su hermanita.
La velada era tranquila, con música de fondo suave lista para bailar entre parejas. La recepción era en colores negros y dorados, algo peculiar, pero combinado.
Clar, fue el segundo en sacarme a bailar después de mi mamá y Falco. Algo que sin duda alguna me alegró tanto. Ambos dabamos vueltas por la pista amplia, y no tardaron tanto en acercarse más invitados a bailar la música suave que sonaba.
—¿Qué hacen ellos aquí? — pregunta Clarence cerca de mi oído. Me da una vuelta breve, y logro ver a Christopher Ladera con una mujer y un hombre a su lado.
Me encojo de hombros, y le doy un casto beso a Clar en los labios. Me toma de la cintura y ambos seguimos bailando. La verdad es que Falco los había invitado. Suponía que, quienes venían acompañados de Christopher, eran sus padres. Y todo gracias a los servicios que presta Falco como un buen abogado.
La cena había estado increíble, el pastel ni hablar. Lo más chistoso fue tener que pasar con mi madre y Falco a las fotografías familiares. Y digo chistoso, por no decir patético.
—Iré al coche — anuncia Clar —, ya está fresco y no quiero que enfermes cuando salgamos allá afuera.
—Pero no he traído abrigo. — Declaro.
—Eso crees tú.
Esboza una sonrisa, y le doy un casto beso en los labios.
Mi madre y Falco comenzaron a decir algunas palabras a todos los invitados. Palabras de agradecimiento, ya estaban por irse y lo único que querían era despedirse. Por ser la recepción, un casino, todos podían quedarse y apostar en los juegos. Así que yo decidí hacerlo. Me dirigí a una de las mesas, pero al estar a punto de llegar a ella, mi móvil sonó. Lo saqué del bolso y lo que vi en ese mensaje, no me gustó.
*¿Segura que quieres seguir con Clar?*
Mi corazón comenzó a palpitar con fuerza.
—No, no, no es cierto — susurro para mi misma.
Un video insertado en el mensaje. Clarence en un bar con Stephany rodeándole el cuello y seguramente dándole un beso. « ¿De cuando era este mensaje?»
No lo dude ni por un segundo. Esperé a que mi madre y Falco salieran por la puerta, y lo siguiente que hice fue correr al estacionamiento.
Al llegar, mi corazón se desmoronó por lo que vio. La perfecta imagen de Stephany y Clarence besándose. No quise ver más. Di la media vuelta para regresar al lugar con la mirada al suelo y el corazón desecho. De pronto, sentí la espalda rígida chocar con mi cabeza, y ahí estaba él. Christopher Ladera.
Sonrió al verme, pero después esa sonrisa desapareció en un instante cuando visualizó mi expresión seguramente herida.
—¿Qué ocurre? ¿Te encuentras bien?
Negué con la cabeza.
—¿Quieres salir de aquí?
—Si.
Inquirí en apenas un susurro.
—Vamos, mi coche ya está en la entrada.
Lo seguí sin oponerme a nada. Me sentía mareada, seguramente por lo que había bebido, que al llegar a la entrada, subí al coche tan rápido como pude, saqué el móvil y tecleé un mensaje breve para Clar diciéndole: Se ha terminado lo nuestro.
Por un momento escuchaba decir a Chris que todo iba a estar bien, que sea lo que hubiese pasado, se arreglaría. Pero para mí, nada de eso tenía arreglo. Las palabras, traición, mentira y decepción estaban ganando a toda costa sobre mis pensamientos.
Después de por lo menos una hora, aparcamos en el estacionamiento de un edificio cerca de la playa. Era de noche, muy noche. Y para ser honesta no sabía dónde estaba. Guarde el móvil en mi bolso haciendo caso omiso por si sonaba.
—Vamos preciosa.
Me tomó de la mano ayudándome a que bajara del auto, y lo hice. Después, abrió la puerta de un lujoso edificio de apartamentos y al adentrarnos, el olor a nuevo y limpio me inundó las fosas nasales.
Las puertas del ascensor se abrieron justo después de que Chris aplanara el botón. Subimos, y en menos de tres minutos ya se encontraba abriendo la puerta del apartamento en el que vivía. Era un apartamento espacioso, pero mis pensamientos no dejaron que lo visualizara más a fondo.
—Ponte comoda — inquirió —¿Quieres algo de beber? — pregunta.
—Solo agua, por favor. — Respondí.
Al momento llegó con un vaso enorme de agua, la cual sin dudar, tomé toda. De pronto, «parada frente al ventanal que más se lograba visualizar», sentí las frías manos de Christopher sobre mis hombros quien, después de unos segundos me dirigió a su habitación. Me recostó en su cama, y la mirada lasciva apareció en él como si fuese un depredador.
Lo dejé. Dejé que siguiera...
Sentía sus manos recorrer mi piel, no con delicadeza como lo hacía él. Si no todo lo contrario. Nuevamente me encontraba en esta situación. Sin embargo, lo dejé ir más allá, lo dejé ir hasta mi interior. Estaba dolida ante lo que habían visto mis ojos, ante el mensaje que alguien me había mandado, dónde Clarence aparecía con ella en ese bar.
Los gemidos salían inconscientemente de mí, sin embargo, no lograba sentir el placer que sólo Clar sabía darme. Sentía los labios sobre el valle de mis pechos, en mis botones que, inconscientemente se encontraban erguidos por haberlos masajeado hace apenas unos momentos.
La había cruzado. Esa delgada línea que nos unía y nos mantenía juntos se había roto, se había hecho pedazos.
—Me fascinas Samadhi... —escuchaba la voz ronca de Christopher a lo lejos, Samadhi Stone no se encontraba ahí en ese preciso momento.
Estaba mareada, posiblemente algo ebria después de haber salido corriendo por las puertas del casino donde se había llevado a cabo la boda de mi madre. Lo miré a los ojos. Pero esos ojos no eran los azul oscuro arrebatadores de Clar, eran unos ojos verdosos dilatados por el placer que yo misma le estaba dando. Las embestidas se hacían más frecuentes, y sentí una lagrima rodar por mi mejilla. Pero la limpié al momento. Di un suspiro y Christopher musitaba algo inaudible en mi oído izquierdo. Estaba aturdida, no escuchaba nada de lo que él decía, solo pensaba y pensaba en lo que seguramente también Clarence estaría haciendo con ella.
Los vi. Me dijo que iría a su coche en busca de mi abrigo, uno que ni siquiera yo había traído, pero se encontraba ahí, con Stephany encima de él. Otra vez volvía a suceder, y las imágenes de ellos dos teniendo seguramente sexo no se iban de visión. Se reproducían una y otra y otra vez en mi mente como si de una película se tratase.
Regresé a la realidad.
Si, esa realidad. Me sentía adolorida, pero ni siquiera eso me importaba. Christopher había terminado con lo suyo y decidió recostarse un rato rodeándome la cintura mientras yo miraba por la ventana de su cuarto. Se quitó el preservativo y volvió a ponerse en su lugar.
Comencé a temblar, pues me di cuenta que no estaba del todo ebria, yo era consciente de lo que hacía, era consciente de que me había entregado a alguien que no quería. Mi cuerpo se alarmó. Mi corazón se aceleró y me paré de la cama donde yacía recostada junto a Christopher a quien esperé que se quedara dormido.
Busqué mi ropa por todos lados, y afortunadamente la encontré tirada bajo la cama. Lo que no encontraba era mi ropa interior, pero ésta yacía sobre la superficie de la misma. Sentí asco que no pude evitar meterme al baño y tomar una ducha rápida, quería salir huyendo de ese lugar. Me cambié tan rápido como pude. Tomé mi bolso y al salir del apartamento de Chris, revise mi celular. Infinidad de llamadas perdidas de Clar. Comencé a hiperventilar cuando revise la hora de cada una, pues estas eran de muchísimo antes de que yo me fuera con Christopher Ladera. Respiraba con dificultad, pues la realidad me cayó de golpe e hizo darme cuenta de que Clar no me había fallado.
« ¿Qué había hecho yo? »
Salí del ascensor con el cabello mojado y el vestido rosa pálido puesto y arrugado a mi cuerpo. La noche era fresca y el frio se apoderó de mí hasta los huesos. Volví a revisar las llamadas, y todas estas eran exactamente a esa hora, antes de salir huyendo de la boda cuando mi madre se había marchado con Falco. Pedí a la señorita de recepción un taxi, y éste, al momento llegó.
Me subí en él indicándole a donde me dirigía, y en menos de una hora llegó al lugar que posiblemente no volvería a ver jamás. Pagué al taxista y bajé tan pronto como me fue posible.
Al llegar a la recepción y oprimir el botón que me llevaría al piso número ocho, mi corazón se oprimió cuando Clar apareció dentro del ascensor.
—¡Amor! — exclama con la mirada llena de preocupación tomándome de las mejillas —Estas helada... —se quita el saco y me lo coloca sobre los hombros. Me da un abrazo y después habló —Perdóname por favor, no pasó nada entre Stephany y yo —comenzó a decir —, fui al coche y ahí se encontraba ella, le dejé en claro la relación que mantendríamos ella y yo — no dejaba de temblar ante su explicación, estaba rota por dentro, y no por lo que me estaba diciendo, si no por lo que yo había hecho —, se abalanzó sobre mí, no te voy a mentir pero si me besó, pero en cuanto pude sin lastimarla me la quité de encima y después me llegó tu mensaje y...
Seguía explicando con determinación, sin embargo la palabra engaño y traición, apareció en mi mente y mi jodido corazón. Entonces paró, se dio cuenta de algo. Me encontraba despeinada y con el cabello mojado, desaliñada, con el vestido arrugado y una pequeña marca que yo misma noté en uno de mis brazos. Sentí el corazón desbocado, comenzaba a hiperventilar y a respirar con dificultad.
—¿Dónde estabas Sam? — la pregunta tan esperada había llegado, pero yo ya me encontraba hecha pedazos —¿Quién te hizo eso? — me tomó del brazo bruscamente —Dime quien te ha golpeado para ir por ese maldito Sam.
Me miró a los ojos. Los míos llorosos, y los de él quebrados por lo que seguramente ahora mismo pasaba por su mente, dolidos y oscuros.
—Clar... —inaudible susurré su nombre. Ni siquiera sabía que decirle, mi boca no articulaba palabra alguna, la voz se había quedado atragantada en mi garganta.
—¡¿Dónde mierda estabas?! — espetó tomándome de los hombros y estrujándome para que respondiera a su pregunta. Al darse cuenta de lo que hacía, me soltó.
—Lo siento — mi voz se quebró ante esto último —. Pensé... pensé que te habías liado con Stephany.
Me quise acercar a él, explicarle y decirle que había sido un mal entendido, pero se alejó de mí. ¿Qué más le podía decir?
—¿Con quién Samadhi? — salieron las lágrimas que no me había dado cuenta estaba conteniendo —¿Con Christopher? ¿Con Brad? ¡Con quien, joder!
No podía mirarle a los ojos. Agaché la mirada y me quedé callada, pero Clarence no me dejó. Me tomó de la barbilla para que lo mirara apretándome de la mandíbula.
—¡Responde! — gritó. Asentí.
—Ladera — susurré. Me acerqué a él pero no me dejó.
—Que pasó con el hablar las cosas tal y como son ¿Eh Sam? — su mirada había cambiado, era una mirada llena de dolor.
—Lo malentendí Clar... lo, lo...
—¿Te acostaste con él Sam? ¿Te acostaste con Christopher? —preguntó esperanzado porque mi respuesta fuese un no, sin embargo, mi silencio me delató.
Se llevó ambas manos a su cabeza. Vi lagrimas salir de su rostro, lagrimas que demostraban el dolor que estaba sintiendo, el dolor que yo misma le había provocado. Una presión en mi pecho se apoderó y vi pasar las imágenes de Clarence por mi mente, y ahí se encontraba entre ellas la palabra Siempre. Me abalancé sobre él pero no me dejo, me quitó de sí mismo para no abrazarlo y no envolverlo con mis brazos que ahora mismo deseaban solamente estar a su lado.
—Perdóname Clar — sollozaba por su perdón.
La había jodido horrible gracias a un malentendido del que salí huyendo. En mí no habitaba más la perfección desde hace muchísimo tiempo. ¿Qué me había pasado? ¿En quién me había convertido después de todo éste tiempo? Ésta no era yo, hace muchísimo dejé de ser yo misma.
—Lárgate de aquí — murmuraba cerca de mi rostro. Sentí su aliento y quise abalanzarme de nuevo sobre él, pero como hace unos segundos, tampoco me dejó —Me has roto — susurró apretándome de las mejillas y pegando mi frente con la suya —, no soy perfecto Samadhi, no lo niego —hizo una breve pausa y me miró con odio —, pero yo nunca te hubiera hecho algo así, porque yo te amaba sólo a ti.
Besó mi frente, un beso que duro segundos para mí, pero a la misma vez era eterno.
—No te quiero volver a ver — dijo mirándome a los ojos.
Me soltó bruscamente y se dirigió fuera de la recepción. Salí corriendo tras él, pero como siempre, Clarence era mucho más rápido que yo. Se subió a su coche que se encontraba aparcado en el estacionamiento privado del edificio, y a toda velocidad huyó. Me tiré de rodillas llorando por la estupidez que había hecho. Por un estúpido malentendido que para mí se había convertido en tragedia. Quería que me perdonara, que me besara y me dijera que todo iba a estar bien. Pero nada de eso sucedió. No sabía qué hacer, tampoco quería que hiciera una locura, así que llamé a Sara sin dudarlo ni un segundo. Le conté todo, e insistí en que Lucas fuese a buscar a Clar.
Me volví al apartamento. Me sentía sucia y destruida por dentro. Quería que la tierra me tragase y dejara de existir por un momento. Mi corazón estaba destrozado como el de Clar. Lloraba a mares sin parar. Sin pensarlo ni un segundo me metí a la ducha de nuevo. Quería quitar cualquier rastro de caricias y besos de Ladera sobre mi cuerpo, me daba asco el tan sólo recordar aquello.
Duré por lo menos una hora ahí dentro. Al salir me puse ropa seca y cálida con aroma a Clar, y otra vez comencé a llorar. Cada cinco minutos llamaba a Sara para saber dónde estaba Clar, si Lucas lo había encontrado o no en algún lugar, pero Clar no estaba. Me tumbé en la cama hecha ovillo, y me quedé por un momento dormida.
Sentí que pasó una eternidad cuando escuche la puerta del apartamento abrirse de golpe. Salté de la cama y salí corriendo a la estancia. Tenía que hablar con Clar, pero la persona que estaba frente a mí, me miró mal.
—¡Lárgate de aquí! — exclamó con fuerza dirigiéndose a mí. Sus ojos mostraban dolor y furia, su perfecto rostro se encontraba molido a golpes rojizos. Comencé a llorar y me acerqué a él con cautela —¡Que te largues!
Gritaba con furia hacia mí.
—Vete Sam, es lo mejor en estos momentos —explica Lucas, mientras veo como Clarence se frota las sienes.
—Clar...
—¡¿Qué no entiendes?! —me tomó de la muñeca izquierda enfurecido, pero Lucas, tomándolo del hombro le dijo que se tranquilizara. Dio un suspiro y lo hizo. —No te quiero volver a ver aquí Stone.
Escupió esas palabras con veneno. Lo miré, sentía mis ojos hinchados y la nariz congestionada por estar llorando. Sin pensarlo ni un segundo más se adentró a la habitación que en algún momento fue nuestra, y de un portazo se encerró.
—Si no llego a tiempo Clarence hubiera molido a golpes a Christopher —comenta Lucas —. No sé qué pasó entre ustedes tres, pero sea lo que haya sido Sam, lo mejor ahora es alejarte de Clar.
Asentí y salí del apartamento. No quería irme, no así. Pero... ¿Qué podía hablar con Clar? ¿Qué podía decir yo a mi favor? La había jodido, jodido de verdad. Lo había engañado de la peor manera en la que se puede engañar a la persona que dices amar.
Me adentré al ascensor, y al salir del mismo ahí se encontraba Will. Corrí sin pensármelo dos veces hacia él y lo abracé. Me rodeó con sus brazos en un cálido abrazo y me desarmé. Lloré como nunca lo había hecho junto a él. Estaba desesperada, sentía un vacío en mi pecho, en mi corazón. Ese vacío de perdida en mi interior no sería fácil de reparar ni siquiera con el mejor doctor. Sentía que me ahogaba, que el aire se me iba cada vez que recordaba a Clar, cada vez que recordaba que no estaría a su lado más.
William, sin articular palabra alguna me llevó hasta su coche. Abrió la puerta del copiloto y me ayudo a subirme en él. Sin decir nada más nos adentramos a la carretera para irnos a casa, y al llegar estaba de nuevo ese sentimiento de pérdida. Suspiré, mi corazón estaba roto gracias a mi estupidez. Quería regresar el tiempo y no haber hecho lo que hice, pero el tiempo es irreversible. El engaño se encontraba ahí. Había traicionado a la única persona que siempre estuvo para mí.
No me di cuenta, pero ya estábamos fuera de mi casa.
—¿Quieres que me quede Sam? —pregunta Will. Niego a su petición. —No sé qué pasó entre ustedes, pero, sea lo que sea Sam, su amor es mucho más fuerte que cualquier muro de acero.
—No creo que esto tenga arreglo Will — respondo en apenas un susurro, pues las palabras me salen con dificultad.
—Lo tendrá Sam, ya lo verás.
Me da un casto beso en la mejilla, y bajo del coche. Afortunadamente aun llevaba el pequeño bolso conmigo en cuanto salí. Abrí el portón de la entrada y William espero a que ya estuviera adentro de mi casa para irse.
El silencio reinaba en la estancia y en toda la casa. Hoy no sentí esas miradas que había sentido días atrás. Sabía que algo andaba mal. Que la muerte de Hanna no había sido un accidente y que, la persona que provocó su muerte rondaba a mí alrededor. No sospechaba de nadie. Para ser honesta la mayoría del tiempo ignoraba mí alrededor.
Prefería estar pensando mil veces en eso y no en Clar, pero eso era imposible. Me senté en el sofá favorito de mi madre y me di cuenta que la necesitaba como nunca. Sin embargo, ella no estaba aquí para consolarme como lo había hecho años atrás.
Ya era tarde, el reloj de la entrada marcaba las tres en punto. Llamé a Sara para que por favor me hiciera compañía, y al momento llegó. En cuanto abrí la puerta me abalancé a ella abrazándola. Lloré de nuevo, y Sara trataba de consolarme como pudiese. Nos adentramos hasta mi habitación y nos recostamos en la cama mientras yo seguía abrazándola con fuerza tratando de mitigar aunque sea un poco mi dolor en el corazón.
—No volverá Sara — sollozaba entre lágrimas y con la voz entre cortada. Sentía una presión en el pecho como si estuviese muriendo por dentro. Me ahogaba a cada momento al recordar lo que había hecho.
—Tranquila Sam — Sara acariciaba mi cabello, por un momento la escuché sollozar por mi sufrimiento —. Todos cometemos errores, errores con los que tenemos que vivir y aprender de ellos. Su amor es más fuerte que eso Sam. Tal vez no lo vea él en este momento por la herida ocasionada, pero hay que salir adelante con o sin él Sam.
El tan solo pensarlo de esa forma hace que vuelva a llorar. Pues yo no veía mi futuro sin Clar. Había visto mi futuro con él, y ahora, ahora solamente era ver un futuro alejada de él. Donde no existía un nosotros, donde ya no existiría un querer.
¡HOLA!
Ahora si, que se armen los fregadazos 😂👀
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