CAPITULO 21
CLARENCE
Nos dirigíamos a casa mientras le iba contando a Samadhi la terquedad de mi abuelo. Mi padre había llamado alarmado pensando que al abuelo le había pasado algo. Sin embargo no fue así, él estaba exagerando ya que se encontraba bien. Lo único a lo que se estaba negando era a tomarse las pastillas que le tocaban.
Sin embargo, la conversación que tuve con mi padre después de haberse dormido el abuelo me hizo pensar demasiado. Isabela había hablado con él y lo mantuvo al tanto de todo lo que William y yo estábamos investigando por la muerte de Hanna.
Su semblante hacia a mi cambió de un momento a otro. Ya no me veía de manera acusatoria o amenazante, lo pude notar en su mirada. Ahora me veía con melancolía, sabía que mi padre sufría por la pérdida de Hanna, por no haberle puesto la atención necesaria, así como Isabela también lo hacía. Pero el pasado no se puede cambiar. Es pasado y sólo hay dos opciones: aceptarlo, o quedarse en él atrapado. Y sin duda alguna, yo estaba tratando de dejarlo atrás.
Llegamos al apartamento y los dos nos dispusimos a cambiarnos de atuendo. Me quedé expectante mirando como Samadhi se quitaba la ropa. Le había hecho el amor en el auto sin importarnos nada, sin pena alguna en el estacionamiento del hotel.
— ¿No piensas cambiarte? — pregunta arrugando la nariz y asiento. Después miro como se mete al cuarto de baño.
Espero a que salga, pues toma una ducha rápida, y después me meto yo.
Al salir me cambio, y al voltear a la cama veo que Sam ya se encuentra dormida. Me acerco a ella sentándome en la orilla de la cama y dejo un casto beso en su frente. Me he cabreado demasiado con ella hoy. Y aún más el haberla encontrado bailando con Ladera, mirar como la tomaba de la espalda, como rosaba sus zarpas en ella... ¡Joder! Me volví loco cuando le beso los nudillos. Quería molerlo a golpes, pero actué lo más maduro posible frente a ese imbécil que no desaprovechaba para nada la oportunidad de estar por un momento con Sam. A donde sea que fuese ella sola, estaba él ahí. Algo sospechoso en realidad, y mucho más porque me comenzaba a fastidiar.
Pasaba de media noche y yo seguía sin poder conciliar el sueño. Decido que lo mejor es adelantar el trabajo para no tener que estar revisando pendientes los siguientes días. Sobre todo en navidad. Estábamos a menos de cuatro días y la quería pasar con el abuelo y Sam.
El sonido de mi móvil hace que me despierte, pues no me había dado cuenta que me estaba quedando dormido en el escritorio de mi despacho. Miro la pantalla divisando el nombre de William en ella. Contesto sin rechistar.
—¡Joder! ¿Dónde te has metido Cooper? — espeto molesto.
—Yo también te extraño Clar — responde con una risa, pero estoy que me lleva la que me trajo por no haber tenido noticias de él en todo el día.
—No estoy para bromas...
—Lo sé, relájate y agárrate de lo que sea que tengas a la mano.
—Ve al punto William — respondo fuerte y conciso.
—Las huellas que han encontrado en esas fotografías son de Hanna. Wilson las sigue analizando, pero la mayoría son de ella y...
Suelto un bufido ignorando lo demás que comienza a decir, y las dudas que vuelan en mi mente me sacan de quicio y me doy cuenta que no conocía a mi hermana. Tenía que hablar con alguien sobre ello. ¡Joder! Sentía que me estaba guardando tanto que me sentía frustrado. Quería contarle y decirle a Samadhi sobre esas fotografías que encontraron de ella en la motocicleta de Hanna, ¡Pero ni siquiera yo sabía porque las tenía mi hermana!
En algún momento tendría que decirle a Sam por qué no quiero que salga sola precisamente en estos momentos. Sabía que estaba mal ocultarle algo así, pero por el momento así la mantendría.
Masajeé mis sienes para tratar de controlar mi enfado. Me recargué en el respaldo de la silla repasando todo lo que mi mente escondía. Si quería hablar con alguien sobre Hanna tenía que ser con alguien que le haya visto antes de su muerte, y esa persona, sin duda era Isabela. Sin embargo, mi actitud hacia ella no era la más amigable que digamos en estos momentos, así que quedaba descartada de ello.
Bufé, y le hice saber a William que estaba cansado y hablábamos después. Colgué la llamada y decidí irme a dormir con Sam enlazando mis piernas con las suyas. Tenerla sólo para mi me hacía sentir completo. Me había enamorado de ella como un tonto, y comenzaba a darme cuenta, que no podría vivir en un mundo, donde no existiera ella. Pasase lo que pasase, mi alma y mi corazón, ya le pertenecían.
(***)
Los días habían pasado y la cena que mi abuelo había organizado solo para nosotros tres era fascinante. Mi padre y Rachel habían decidido irse de viaje así como Falco y la madre de Sam. De Brad no sabíamos nada, ni siquiera Samadhi que había hablado con él hace unos días, sabia en donde se encontraba. Lo cual agradecí, no es que me gustase tenerlo por aquí. Él siempre había sido así, escurridizo entre la gente, pero reservado a su manera.
Estábamos a 25 de diciembre. Nos habíamos quedado a dormir en casa de mi abuelo. Ya que habíamos pasado la noche buena aquí. Y ahora mismo nos encontrábamos en la habitación que en algún momento fue mía cuando era apenas un adolescente.
Ya había amanecido, pero el fresco que hacia nos impedía a Samadhi y a mi levantarnos de la cama. Ella fingía estar durmiendo, pero desde hace un rato la había pillado viéndome.
—Deja de babear o te traigo un vaso — le digo. Suelta una risilla y abro los ojos.
—Ni siquiera te miraba — responde sonriendo.
—¿A no? Que extraño, sentía tú mirada clavada en mi hermoso rostro.
Me da un golpe en el hombro y se levanta de la cama.
—¡Pero que arrogante eres Johnson! — exclama.
El pijama que lleva puesto me da ternura, pues es uno de ese pijama completo en forma de conejo. La miro hasta que desaparece en la puerta del baño. Decido pararme de la cama, ponerme un pantalón de chándal y bajar al primer piso donde seguramente mi abuelo ya está despierto. Voy al baño de invitados, lavo mis dientes y cara para despertar del todo. Tomar una ducha con éste frio y en estos momentos no es muy agradable que digamos, sin embargo, lo hago.
Al salir, Samadhi ya se encuentra en la cocina preparando el desayuno con la ayuda de mi abuelo. No sabía que había tardado tanto tomando una ducha. Por ser un día de descanso las personas que ayudan en la casa no se encuentran en estos momentos, y eso parece no importarle a ninguno de los dos, pues están tan ensimismados en lo que hacen que no se dan cuenta que los estoy mirando yo.
No me había percatado, pero la música que sonaba de fondo era agradable y pegadiza. "Hold On, We're Going Home" de Arctic Monkeys. Sin dudarlo un segundo tomo de la mano a Samadhi y la acerco a mí. La tomo de la cintura y comienzo a intentar bailar con ella, suelta una risilla y me fascina que me siga el juego cuando hago algo como eso. No le importa nada, no le importa el qué dirán o qué pensarán los demás al vernos hacer el ridículo juntos. Con ella podía ser yo mismo, y la persona seria que era en el trabajo se iba a la mierda cuando estaba cerca de ella, cuando me encontraba a su lado.
Le di una última vuelta, y como nunca se puede quedar callada, habló.
—Clar si no vas ayudar, no vengas a molestar.
Me encogí de hombros y escuché a mi abuelo rechistar y decir que yo era un desastre en la cocina, él por supuesto no lo era, mi abuela lo había inducido a cocinar desde que se casó con ella. Y sí que lo era, yo era un desastre para ello, pero aparentaba que no. Me gustaba ayudar pero no siempre lo hacía, mi abuela era quien nos consentía.
Me dirijo al sofá y tomo asiento. La chimenea eléctrica está encendida y la televisión igual mostrando los videos musicales que estaba seguro, había puesto Sam. Después de unos minutos, ambos me hablaron para que fuera a desayunar. Fui a la cocina y tomé asiento en uno de los taburetes de la isla junto a Sam. Los pancakes que habían hecho tenían forma de pino navideño. Solté una carcajada por ello.
—¡No te rías Clarence! — inquiere Sam molesta pero a la vez divertida.
—¿Recuerdas cuando Hanna te los hacía, Clar? — argumenta mi abuelo, y de mi sale una sonrisa con melancolía.
Asiento a ello. Sam aprieta mi hombro y nos disponemos a desayunar.
Claro que lo recuerdo. Recuerdo todo lo que mi hermana había hecho por mí. Recuerdo a veces que tuvo que estudiar a diario los temas de todas las materias, para poder explicármelos a mí. Recuerdo todo de ella, y a la vez me doy cuenta que no la conocía nada. No sabía que tenía problemas con la bebida, sabía que era una rebelde con causa pero no que quería quitarse la vida. Todo esto lo sabía gracias a William. Nunca me di cuenta de su mirada triste, no sabía el peso que llevaba consigo misma cuando ocurrió el accidente con los padres de William. Si, tal vez todo se escucha increíble, pero eso fue lo que ocurrió.
«¿Alguna vez has sentido que conoces tanto a alguien, y a la vez no lo conoces nada?», ese recuerdo me llega como si nada. Y es que, ella tenía razón, a Hanna no la conocía para nada.
Al terminar nos levantamos, ayude a lavar los platos que habíamos ensuciado y percibí el aroma fresco de Sam a mis espaldas.
—¿Estás listo? — pregunta, y me pongo nervioso ¿listo para qué? Me pregunto a mí mismo.
Frunzo el ceño y me volteo hacia ella cuando he terminado de fregar. Me mira divertida y se comienza a reír.
—¿Listo para qué? — articulo la pregunta.
—Para conocer a mi papá.
¡Joder!
Me había olvidado de eso. En realidad no quería ir a conocerlo, no aún. En algún momento lo haría pero en este momento no me apetecía.
—¿Y cómo se lo diré? ¡Oh! Sabe que Joshua, me he robado a su única hija — inquiero con cinismo. Sam se carcajea.
—Espero lleves zapatillas de deporte para ello — suelta sin más. —Tienes razón, tal vez sea demasiado pronto para soltarle algo así. Omitamos esa parte, ¿bien?
—De preferencia.
Sam se encoge de hombros y a continuación, nos encaminamos a la sala donde yacía el pino navideño. Comenzamos abrir los regalos, y los dos le dimos uno a mi abuelo. Él en algún momento había mencionado que era fanático de la música de Los Beatles, así que decidimos buscar por cielo mar y Tierra uno de los discos de vinilo de ellos. Al abrirlo, ver la mirada de sorpresa nos alegró tanto que por un momento sentí un nudo en mi garganta por ello. El abuelo dijo que él no tenía nada para mí, puesto que ya me había dado prácticamente todo lo que tenía. Solté una carcajada, pues hasta cierto punto era cierto lo que decía, aunque más bien la razón era que a él no le gustaba ir de compras.
La mañana se nos pasa volando. Sam había sacado una caja donde se encontraba una remera en color azul con mi nombre y la imagen de mi rostro en la misma. Solté una carcajada al ver aquello, pues mi rostro en un suéter, lo hacía lucir gracioso. Ella y yo habíamos quedado en regalarnos algo así. Queríamos deshacer los estereotipos de los demás regalándonos cosas graciosas y sencillas. Cuando abrió mi regalo para ella, no le fue imposible que los ojos se le llenaran de agua al ver su rostro en una remera blanca. Era ella tal y como la recordaba aquel día en la playa donde se llevó a cabo la Neon Party, en la que sin darme cuenta de ello, me enamoré. Era su rostro manchado de pintura azul.
—Se suponía que tenía que ser gracioso — me encogí de hombros —. Me encanta, gracias.
El abuelo mencionó lo feo que me veía sobre mi remera y comenzamos a reír. Este día junto a ellos dos, las únicas personas que me hacen feliz, son lo mejor. Y es que es la primera vez desde que partió Hanna, que en realidad me sentía en casa.
(***)
Estábamos a un día de año nuevo y podía sentir la emoción. Habíamos decidido pasar ese día en el apartamento. Al principio Samadhi insistía en ir a casa de su padre, pero al final, el vuelo que él y su mujer tenían de regreso a California, se atrasaría por las temperaturas que había en el lugar donde se encontraba. Sentí un alivio, no estaba preparado para ver a su papá. Al menos no mentalmente.
Abrí la puerta y el aroma a lasaña me inundo. No me había dado cuenta que estaba hambriento, tanto trabajo que había tenido durante el día me había olvidado de comer. Sobre todo Lucas, quien se encontraba revisando planes de negocios con compañías extranjeras. Algo que agradecía de Lucas era lo insistente que era con ello. No le gustaba conformarse, en eso si éramos parecidos, siempre aspirábamos a más, no quedarnos con lo que tenemos. Simplemente queríamos avanzar.
Me encamino a la cocina y logro ver la silueta de Sam moviéndose de un lado a otro por todo el lugar. Por un momento la visualizo con una pancilla diminuta en la espera de un pequeño. ¡Joder! Pero que pensamiento, sé de sobra que ella aún es joven para eso, y para ser honesto, no estamos listos para ello.
—Hola Sol — le digo acercándome a ella. Le rodeo la cintura con mis brazos y la apego a mí aspirando el aroma de su cabello.
—¿Tienes hambre? — pregunta con voz picarona y gruño en su cuello —De comida Clarence.
—También.
Niega y después me pide que ponga la mesa. Ésta es pequeña y para un aproximado de seis personas. Hago lo que me pide, y en cuanto está todo listo coloca la lasaña en la misma. Después toma asiento y los dos nos disponemos a comer. Hablamos de trivialidades y cosas de trabajo. No lo negaré, el trabajo para Lucas y para mi últimamente ha estado demasiado pesado. Sin embargo, eso no nos pone en ningún impedimento para seguir avanzando.
—Podríamos invitar a William — menciona Sam.
—Podría ser, él la pasará solo ya que Sara y Lucas se irán con los padres de él.
La miro de reojo, y sé que algo le preocupa, pero no dice nada, simplemente se queda callada y no puedo evitar preguntarle si se encuentra bien. Ella niega diciendo que es una estupidez, sin embargo, la animo a que me la diga.
—Es sólo que, es triste ¿No? Alguna vez William me contó la manera en la que murieron sus padres y... —Me puse tenso ante aquello —Sólo, creo que no debería pasarla solo.
Asiento y le digo que lo llame para invitarlo a la cena de mañana. Sólo seriamos nosotros tres, así que no habría problema con ello.
Después de un rato Samadhi decide irse a la cama. No me resisto, voy tras ella para dormir a su lado. ¿Cómo es posible esto? El sentirse amado y pleno por un pedazo de gente que llegó a mi vida así de la nada. Quería decirle, decirle porque trataba de protegerla tanto, no quería que hubiese secretos entre nosotros, pero a veces, sentía que en nuestra relación, era necesario.
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