SIETE
Canción en multimedia—Break my baby de Kaleo
MORRIGAN DANKWORTH
Camino por todos lados tratando de pensar qué hacer, no puedo negarle la entrada por más que lo odie, tenemos un acuerdo que se rompe en dos años, maldigo el día en el qué me enamoré de ese idiota Italiano.
—Le puedo decir que se vaya, hace meses que no venía, ¿por qué ahora?—comenta Marco con un claro enojo, que comparto.
—No, si niego su entrada me declara la guerra y si él lo hace a la fuerza yo le declaro guerra, ni él ni yo queremos eso—digo negando varias veces viendo un punto fijo en el suelo.
—No, Morrigan, ¿qué hace aquí?, se le ha enviado lo que ha pedido y la junta es hasta dentro de seis meses, no tendría que estar haciendo nada en este lugar—veo directo a los ojos por el comentario de Henri.
Tiene razón. No tiene nada que hacer aquí, pero debo hablar con él y saber qué es lo que quiere.
Empiezo a caminar decidida y con la frente en alto sintiendo los pasos de todos detrás mío, en eso noto como Sander viene junto a Celeste, ambos con una expresión furiosa, con Shannon y Aurora detrás de ellos con una expresión de extrema confusión.
—Ni se te ocurra hablar con ese Italiano—expresa Sander con un tono amenazante pero lo ignoro y sigo con mi camino ignorando los llamados, reclamos y ruegos.
Todos estaban presenciando aquello y algunas personas también se veían enojadas.
Sebastian Wells, lo conocí cuando tenía tan solo 18 Años y él 23, nos enamoramos perdidamente y mantuvimos una relación muy linda, un año después de relación yo tomé el mando de la mafia y ambos decidimos tener una alianza, por nuestra relación qué yo, como una verdadera ingenua, creí que duraría por muchos años más, la alianza era simple, duraría seis años y en cuanto pase ese tiempo se decide si se quiere seguir o renovar.
Todo fue maravilloso al principio, fueron dos años y medio de relación en noviazgo, uno muy hermoso, en serio estaba tan enamorada de él, al ya estar para llegar al tercer año, él me pidió matrimonio, una propuesta qué acepté. Todos lo adoraban y mis padres lo habían aceptado desde que lo conocieron por primera vez, supongo que por eso papá no dijo nada de su promesa con el señor Cullimore, porque si yo ya estaba casada, no tendría que cumplir ninguna promesa después.
Estuve dos meses planeando todo de la boda hasta que quise sorprenderlo en su país, Italia, fui hasta su casa, sus guardias ya me conocían y me dejaron pasar sin ningún problema, antes de poder entrar a su habitación se escuchaban gemidos y jadeos por parte de una mujer, sentí que me estaba muriendo en ese momento, me sentía horrible.
——————
Abro la puerta y mis ojos se cristalizan al presenciar aquella escena, la chica cuando me ve sonríe y Sebastian parecía no notar mi presencia hasta que entrecierra los ojos hacia mí y después los abre como platos, sus ojos estaban rojos y trata de quitar a la chica que está encima de él, niego continuamente y me largo de ahí antes de perder lo poco que me quedaba de dignidad.
—¡Morrigan!—grita Sebastian pero lo ignoro mientras apresuro mis pasos sintiendo los suyos detrás mío—. Morrigan per favore, smettila, d'amore.
"Por favor, espera, amor."
Me detengo y doy media vuelta hasta que ambos quedamos mirándonos fijamente.
Doy un paso y sin qué él se lo espere, mi mano impacta contra su mejilla provocando qué su cabeza gire hacia un lado con fuerza, se toca la zona afectada viéndome con los ojos saliendo de sus órbitas.
Sin apartar mi vista de él, llena de dolor y sin poder evitarlo, dejo que las lágrimas salgan sin ningún control, me quito el anillo de compromiso y se lo aviento al pecho, veo una pizca de dolor en su mirada pero me importa más el mío, me importa más mi dolor.
—Questo matrimonio è annullato, continueremo con l'alleanza, Cassian ti invierà le date in cui ci vedremo, che sarà il più breve tempo possibile, ti odio Sebastian—digo, para después dar media vuelta con el corazón hecho pedazos, un dolor horrible en el pecho y con mis ojos dejando salir esas lágrimas qué demuestran qué lo amaba y que su traición, me ha destruido.
"Este matrimonio se cancela, seguiremos con la alianza, Cassian te mandará las fechas que nos veremos, lo cual será el menos tiempo posible, te odio Sebastian."
——————
Han pasado diez meses después de eso, estuve destrozada los primeros dos, no salía de casa y todos lo entendían, Eris se encargaba de la mafia en ese tiempo y lo hizo excelente, me comentaba todo y yo—si mi humor me apoyaba—la ayudaba en algunas cosas, hasta que mi madre dijo que era tiempo de que demostrara qué todo estaba y estaría bien.
Cassian y Aleksander le dijeron a Sebastian por un mensaje de correo que tendríamos juntas cada seis meses para checar asuntos de nuestras mafias y de la alianza, la última junta la tuvimos hace tres semanas y yo estaba en una misión en Rusia, no pude estar presente y Celeste junto a Henri se encargaron de ella ya qué ellos podían mantener el control de no intentar matarlo, en cambio Sander no, él cada vez que escucha su nombre se vuelve loco al igual que Cassian.
Toda la mafia me demostró apoyo y eso lo agradecí demasiado, saber que tengo el aprecio de todos, el respeto, no temor, no odio, muy bien saben que los errores no me gustan, es claro que no quiero que aquel equipo qué está encerrado muera de hambre y sueño, pero debo imponer castigos, porque pensarán qué nunca tendrán sanciones, cuando no es así, siempre hay consecuencias.
—Necesito que me expliques todo lo que está pasando, ¿cómo que tu ex-prometido es Sebastian Wells?, ¿por qué no nos dijiste nada?—pregunta Lucien y suspiro, sé que debo darle respuestas, debo darle confianza y quiero hacerlo, pero no ahora que estoy a punto de explotar.
Son diez meses desde que no lo veo y aunque ya ese amor va disminuyendo, ese amor, fueron tres años de una relación, tres años de momentos inolvidables, tres años la relación más larga qué he tenido en mi vida.
—Te explicaré todo, lo prometo, pero ahora mantente al margen, tú y tus hermanos, por favor—dicho esto camino más rápido y ambos guardias de la entrada me ven con admiración y sonríen para después abrir las puertas para mí.
Camino y me encuentro con un hombre que no es el Sebastian qué vi hace diez meses, esté hombre frente a mi se veía más pálido de lo normal, su cabello completamente desordenado, bajo sus ojos hay bolsas negras no tan notables pero ahí están, sus ojos se ven sin vida y vacíos, va vestido como siempre, limpio y elegante, pero su aspecto lo arruina todo.
—Amore—dice con un suspiro acompañado sin dejar de verme.
—Señor Wells—saludo mirándolo a los ojos y notando como un destello de dolor se refleja, tanto en su gesto.
Hace una pequeña mueca para después de sonreír, aunque no le sale como espera.
—Morrigan, necesito hablar contigo—dice con su excelente acento americano mientras trata de tomar mis manos, pero doy un paso atrás antes de que pueda hacerlo.
—Claro, pasa, sólo pueden entrar cuatro de tus guardias—digo a lo que él asiente sin quejarse o contradecir.
Él junto a los cuatro guardias me siguen al interior del lugar donde las miradas llenas de odio y resentimiento hacia el jefe de la mafia Italia, el cuál, las trata de ignorar pero lo conozco tan bien que noto como mete sus manos en los bolsillos, esa señal de que se siente nervioso.
Veo como Henri habla con Sander hasta que ambos nos ven y el segundo tenía intenciones de acercarse pero con un movimiento rápido le quito su arma a un guardia de Sebastian, apunto hacia mi amigo con total seguridad.
Todos me ven sorprendidos ante mi acción pero saben perfectamente que yo nunca le dispararía, no me atrevería a lastimar al mejor amigo de mi hermana, a mi amigo.
—Ni lo pienses Sander, es enserio—demando con un tono duro y él solo da unos cuantos pasos hacia atrás sin dejar de verme y puedo notar qué Henri ve como si quisiera matar a Sebastian.
Se supone que la que debe matarlo soy yo, si yo puedo demostrar más control es obvio que ellos también pueden, y deben, más que nada.
Abro la puerta de la sala de conferencias dejando que ellos entren primero y después yo, pero antes de poder hacerlo siento la mano de alguien posarse en la mía.
—Entraré contigo, después de todo, ambos somos un equipo ahora y debo estar enterado de todo—no tenía ganas y no tenía ni la intención de discutir con Lucien en este momento, así que solo asiento y ambos entramos.
Sebastian sigue con la mirada a Lucien con el ceño ligeramente fruncido.
—¿Quién es él?—pregunta el Italiano, antes de que yo pueda responder,
—Lucien Cullimore, soy el prome...
—Hijo del mejor amigo de mi padre, amigo mío junto con sus hermanos, pero no viniste a hacer un interrogatorio, ¿qué necesitas Sebastian?—inquiero mientras me siento y trato de controlar mi enojo cuando noté que Lucien iba a decir que era mi prometido.
Sebastian se aclara la garganta, fija su mirada a la mía, ambos sin pesateñar hasta que alzo una ceja interrogante por su silencio, suspira, baja la mirada y ve a sus guardias quienes sin rechistar salen de la sala.
—Quiero hablar contigo, a solas.
—Claro que n...
—De acuerdo, Lucien retírate, esto no es asunto de la mafia, no tienes nada que hacer aquí—digo sin verlo y se escucha como bufa, el chillido de la silla cuando se levanta de ella y el golpe de la puerta cuando la cierra con más fuerza de la debida.
Más tarde hablaré con él de esto, se está comportando como un bebé haciendo berrinche porque no lo dejaron ver televisión.
Junto mis manos viendo a Sebastian.
—¿Qué quieres Wells?—inquiero y él hace lo mismo que yo.
—¿Estás saliendo con el idiota de Lucien Cullimore?, ¿sí recuerdas lo sanguinarios qué son ellos?, veíamos las noticias y decíamos cosas de ellos...
—Sin haberlos conocido antes, no los conozco aun del todo, pero aun así mantengo a esperanza de una confianza absoluta con ellos, a su tiempo, claro esta—me inclino un poco hacia adelante entonando mis ojos hacia él—. Porque tal parece que puedes confiar en una persona por años y al final, te termina decepcionando—puedo notar como pasa saliva sin dejar de mirarme y después rasca detrás de su oreja con nervios.
—De eso quería hablar amore...
—Morrigan, basta de amore—frunzo el ceño ya enojada—. Ese derecho de llamarme como quisieras lo perdiste en el mismo momento qué te encontré siendome infiel—expreso con mi voz un poco más gruesa y contenida para no gritar.
—Morrigan, por favor, eso fue un malentendido, yo no estaba consciente de lo que hacía, esa chica que viste, era Valentina Boomer—mi ceño se frunce aun más.
—¿Tu ex novia loca?—pregunto aun más confundida por todo.
Recuerdo la vez que Sebastian me habló de esa loca, nunca la conocí personalmente, sólo supe que él terminó con ella dos años antes de conocerme y que las cosas no terminaron muy bien, ella se volvió una loca posesiva qué hacia qué lo siguieran a todos lados, por respeto a ella y a la familia de esta, Sebastian jamás les hizo algo en contra, pero cuando cruzó la raya fue cuando los primeros meses que empezamos a salir, casi me atropellan y Sebastian la pudo reconocer, en cambio yo, no pude ni verla.
Ella fue insistente los años que estuvimos juntos, él siempre me decía que le pedía que se fuera a su casa o la mayoría de las veces no permitía qué entrara a su propiedad, me juró qué ya no la amaba más y le creí.
—¿Qué hizo?—pregunto en un susurro mirando hacia el suelo.
—Ella dijo que ya había encontrado a alguien y que estaba feliz por nuestro compromiso, yo creí en ella por los años de amistad qué tuvimos antes de la relación, tomamos una copa y en el tiempo que fui al baño... Estoy seguro que le puso algo a mi bebida porque después de eso, mi cuerpo parecía no hacerme caso, recuerdo que me llevó a la habitación y yo le preguntaba que, qué pasaba, le pedía que no hiciera nada, me aventó a la cama y se desnudó, me quitó la ropa y...
—No quiero que me describas todo lo que pasó...
—Me violó, ella misma estaba haciendo todo, el efecto de la droga estaba acabando justo cuando te vi, mi cuerpo antes de eso no me hacia caso y no pude quitarla, le decía que parara, en serio que lo hice, estoy seguro que ella sabía que tu vendrías a verme y por eso hizo lo que hizo, está loca, Morrigan, yo nunca te engañaría y menos con una mujer a la cual dejé de amar hace muchos años atrás—con cada palabra me doy cuenta de que se ha levantado de su asiento y viene caminando hacia mí con pasos lentos y cautelosos, temiendo a que yo lo detenga.
No lo haré, tiene lógica lo que dice, los ojos rojos, la escena viene a mi mente y recuerdo verlo acostado pero no movimientos por parte de él, sólo estaba ella, ¿cómo no me di cuenta antes?, se supone que debí indagar más antes de haber hecho lo que hice.
—¿Qué hiciste con ella?—curioseo, Sebastian no es sanguinario, el tiene gente que se encarga de eso ya qué no le gusta, pero cuando en verdad se enoja, no hay quien lo detenga.
Él parece dudar un poco antes de contestar.
—La maté yo mismo, me acosó por años, me molestaba cada día, no aceptaba mi felicidad, aguanté todo eso, empezó a cruzar el límite cuando intentó matarte, cuando me drogó y violó, cuando hizo qué nuestro matrimonio no se llevara a cabo—se acercó a mí y se agacho hasta estar a mi altura y puso sus manos en mis mejillas dando más contacto entre nuestros ojos—. No iba a dejarla viva después de lo que nos hizo, lo que te hizo a ti, deja de lado lo mío, te necesito Morrigan, recuerda nuestro amor, nuestros momentos felices, recuerda todo, por favor—se empieza a acercar a mí y yo no evito eso.
Fui una tonta por creer que él me había engañado, pero también tuve mi derecho al sentirme y al haber actuado como lo hice, al final de todo, creí que me había engañado. No sé que pensar ahora.
—Ti amo così tanto che fa male, ti amo così tanto che ucciderei chiunque, per favore stella, torna da me—y sin más, sin aviso, estampa sus labios con los míos, siento sus lágrimas con las mías, entrelazandose llenas de dolor y sufrimiento.
Ambas cosas que nos guardamos por mucho tiempo, no sabía que había empezado a llorar hasta que limpia con su pulgar estas sin dejar de besarme, pide acceso y se lo doy, empezamos a besarnos con más intensidad.
"Te amo tanto que duele, te amo tanto que mataría a quien sea, por favor estrella, vuelve conmigo."
Seguimos besandonos hasta que el sonido de la puerta abriéndose nos obliga a separarnos, me encuentro con mis hermanos, Cassian y Aleksander, ambos rojos, con la respiración agitada viéndonos al Italiano y a mí con el ceño fruncido y los ojos abiertos como platos.
Se encontraban detrás de ellos todos, pero la mirada de Lucien era inexpresiva, llevaba consigo a Meridia, me levanto mientras limpio mis lágrimas y tomo a mi hija ante las miradas acusatorias de todos.
No sabría describir la forma en la que me ve Lucien, pero se nota que no está feliz.
Camino con Meridia entre mis brazos hasta Sebastian.
—Ella es mi hija, Meridia, la abandonaron y le di mi apellido, mi amor y...
—Y es verdaderamente bella—toca sus mejillas con una sonrisa, después ve a todos los presentes—. Morrigan les explicará todo, yo debo irme, quería que supieras la verdad amore, ahora que la sabes te daré el tiempo que necesites, espero tu llamada—me da un beso en la frente y luego a Meridia, quien le sonríe y él a ella.
Camina sin perder la confianza y va hasta la salida.
Todos al ver que se ha ido cierran la puerta voltean la cabeza como la niña del exorcista y se acercan hasta donde estoy.
—Habla, ahora.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top