EPÍLOGO
13 AÑOS DESPUÉS
Aquella sedosa y brillante cabellera castaña iba caminando por los pasillos del castillo curiosa y algo nerviosa, hoy era el día en que su querido amigo, el amor de su infancia, el hombre que no deja en paz sus pensamientos, se iría para cumplir con el entrenamiento para que sea su mano derecha, su protector.
—Princesa, la están esperando fuera del castillo para que esté en la despedida de los próximos guardias reales—dice una de las señoras que trabajan en el castillo hacia la castaña.
Ella sólo se limita a asentir en agradecimiento y una pequeña sonrisa, emprende su camino a la salida principal tratando de ocultar sus nervios.
En su cabeza rondan aquellos pensamientos que no la dejaban dormir desde hace semanas.
«Es lo mejor»
«Cinco años servirán para olvidar lo que siento»
«Tengo trece años y el veintidós... debo olvidarlo»
Sin dejar de pensar eso, ella camina hasta ponerse a lado de sus padres, los reyes de Italia y sus hermanos, Raven y Ezekial.
—Cariño, ya que ellos serán tus próximos custodios, es tu deber despedirlos—dice su padre, Sebastian Wells, con una sonrisa y ella asiente más confiada.
—De favor salta a Enzo, no creo que sea necesario despedirte de él...
—Lucien, dije todos, será de todos—le corta Sebastian al otro padre de la castaña, Lucien Cullimore.
—Anda cariño, ve—la anima su madre, su bella madre pelinegra de ojos grisáceos.
La castaña más confiada en sí misma levanta la mirada y camina hasta aquellas personas que pronto sería su guardia real, pero solo uno de ellos, Enzo D' Angelo sería su mano derecha, el que estará a su lado en todo momento, siempre.
Ella hace una corta y linda reverencia, aquellos hombres le contestan y cada uno pasa a darle un beso en la frente o en la palma de la mano.
Cada uno sube al avión privado que los llevará a aquel lugar de entrenamiento, cuando todos entran excepto Enzo, sus padres les dan algo de privacidad, aunque su padre Lucien no les da tanta ya que se mantiene serio viendo cada movimiento del chico.
Enzo le sonríe a Meridia y ella trata de no sonrojarse, lo logra, pero no cree aguantar mucho tiempo antes de ser un jitomate andante.
—Hagamos una promesa, ¿Quieres?—le dice él en voz baja para que ella sólo escuche.
La princesa asiente levemente.
—Regresaré a tiempo para que te ayude a prepararte todo un año para ser reina, estaré todo ese año antes de que cumplas los diecinueve y los que seguirán a tu lado. Te prometo regresar... No, te juro que siempre estaré ahí...
—Y yo te juro esperar.
Ambos saben qué significa ese juramento, solo ellos dos saben que significan esas palabras, esas miradas, ese momento...
—Se que lo harás—dice él con una pequeña sonrisa detallando el fino rostro de Meridia.
Se acerca y se agacha a su altura para darle un beso en la comisura de los labios, al ángulo en el que están sus padres se podría ver cómo un simple beso en la mejilla, pero ambos sabían lo que había pasado, solo ellos.
—Hasta pronto Meridia, nos vemos en cinco años—se despide y sube al avión.
Un avión que no tarda en despegar y encontrarse en el aire en cuanto Meridia suspira y asiente al aire.
—Hasta pronto Enzo, nos vemos en cinco años.
FIN.
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