DOCE

Canción en multimedia—Watch me burn de Michele Morrone

LUCIEN CULLIMORE

Cuando Morrigan se va dejándonos solos a Sebastian y a mí hago una mueca de fastidio al verlo tan interesado en Meridia, ¿quién se cree que es?

Él juega con la hermosa castaña a no sé qué cosa, solo se ve como hace caras graciosas hacia ella y provoca hermosas carcajadas, una en particular sucede cuando toma sus piecitos y de hace hacia atrás provocando que su cuerpo le gane y caiga de espalda, pero eso no detiene su alegría de seguir riendo, tanto así que hasta Sebastian ríe y yo con ellos.

—Tan diferente pero tan parecida a tu madre—le dice a la pequeña que ahora empieza a jugar con sus manos—. Sé que te gusta Morrigan, sé que a ella también le gustas, pero ella me ama y yo aún la amo, estoy seguro que nunca dejaré de hacerlo—dice, lo veo fijamente y él unos segundos después hace lo mismo—. No quiero que seamos inmaduros y la hagamos elegir, no quiero que nos vea pelear por ella como si fuera un objeto, yo la amo, tu la quieres, ella te quiere y me ama, está confundida por sus sentimientos y aunque me ame, ella siente correcto aclarar su mente antes de decirme algo, por eso es especial, no tiene intención de jugar con nosotros, no le hagamos la vida más complicada de la que tiene ahora por estás situaciones de la mafia Boomer, ¿qué dices?, se nota que pasó algo entre ustedes en su habitación, no me pondré mal porque sé que de esa forma ahora ella sabe que siente algo fuerte por ambos, seamos unos hombres maduros capaces de demostrarle nuestro amor sin pelear, ¿entonces?—lo pienso unos momentos antes de responder.

Me parece muy maduro de su parte decir todo aquello, aquello que yo pienso igual que él.

—No me caes mal.

—Tu tampoco me caes mal—contesta—. Por eso, si en todo caso, ella decide que sus sentimientos son tan fuertes por ambos, que nos quiere tener a ambos pero pensará que no puede tenernos a ambos al mismo tiempo...

Lo corto al saber las intenciones de sus palabras.—¿Hablas de...

—¿Una relación poliamorosa nosotros tres?, sí—abro la boca impresionado.— Haría cualquier cosa para tenerla feliz y como no te odio aprendería a tener una amistad buena por ella.

—¿Tú crees que acepte?—se encoge de hombros—. Yo también quiero que sea feliz, aceptaría lo que ella quiera, hasta una relación poliamorosa que te incluya—sonrie y yo hago lo mismo mientras  vemos a la pequeña que ahora empieza a sacar su labio inferior en forma de puchero.

Nos miramos entre ambos sin saber qué se aproxima, sus ojos se ponen llorosos y nuestros rostros se ponen alarmados por la situación que no sabemos si podremos controlar.

—¿En serio acaban de hablar sobre tener una relación poliamorosa con Morrigan?—musita mi hermana Maia y Shannon, Aurora, Allison y la hermana de la mencionada, Eris, nos ven con el celo fruncido y ambos nos ponemos nerviosos .

—No...

Y ahí llega, el llanto de Meridia y las chicas ponen los ojos en blanco al ver nuestro desconcierto pero antes de que Allison la cargue yo tomo a la pequeña entre mis brazos y empiezo a moverme con ella y Sebastian le muestra a su peluche de león.

No tarda en acabar su llanto y suspiramos aliviados, cuando la bajo a su alfombra vuelva a llorar y esta vez Sebastian la carga y se detiene, fruncimos el celo ante su cambio de humor.

—¿Qué le hicieron?—pregunta Morrigan llegando a la sala pero parece estar en otro lugar ya que no ve directamente a Meridia si no a un punto fijo en el lugar.

—Solo empezó a llorar así como así, ya Sebastian y yo pudimos calmarla—asiente distraídamente mientras camina hasta sentarse en uno de los días individuales y suspira echando su cabeza hacia atrás y puedo ver todo su cuerpo como se tensa.

Yo podría ayudarla con eso...

Sé que Sebastian piensa lo mismo ya que no deja de verla de arriba a abajo, no le diremos nada de lo que hablamos él y yo, cuando ella decida qué siente por cada uno o si en el caso de que nos quiere a ambos, se hablará en su debido momento.

—¿Qué opinan de ir a alguna discoteca y calmarnos solo por hoy?—propone Aurora, veo a mi hermana con una ceja alzada por la razón de que tenemos hermanas menores que no pueden tomar aún.

Ni de chiste dejaré que tomen antes de que sea el momento indicado.

—Sabes que nosotras no tenemos problemas de quedarnos en casa, es mejor la verdad, así podemos adelantar un poco de nuestra serie—comenta Maia con una sonrisa.

—Exacto, a parte quedaríamos al cuidado de los viejos—la apoya Allison y ambos sonríen hasta que esas sonrisas se borran en el momento de que los “viejos”  entran con coma ceja alzada con clara afirmación de que escucharon.

—Más respeto, podemos quebrarte en un segundo y no lo verías venir—contesta con altivez la señora Selene y su esposo la apoya.

Mi padre se ve divertido por la situación al igual que mi madre.

Avery siempre estuvo para nosotros, ella llegó a mi vida cuando tenía doce años y me ayudó en muchos momentos en los que yo solo quería acabar con todo, en momentos que me sentía frustrado hasta conmigo mismo. Ha sido mi mamá, nuestra mamá, no tenía porqué ganarse el amor de los otros seis hijos de su esposo pero aún así lo hizo. Nos ama y nosotros a ella.

—Vayan a divertirse por hoy chicos, nosotros cuidamos a las chicas, Meridia podrá pasar más tiempo con nosotras así—veo que Morrigan lo piensa por un momento hasta que asiente lentamente y entrega a la pequeña hacia su madre.

—¡Genial!, hay que arreglarnos, la discoteca abre en una hora—dice Sebastian y todos asentimos—. Lucien, ¿me prestas ropa?—asiento hacia él y vamos juntos a mi habitación bajo la mirada confusa que nos da Morrigan.

Mientras caminamos noto que no nos dijo nada sobre Meridia y que nos ha permitido traerla con nosotros, cuando entramos a mi habitación dejamos a la pequeña en medio de la cama con almohadas a su alrededor para que no pase nada que nos asuste o nos ponga en alerta, como también para que Morrigan no nos mate.

—Ten—le paso un atuendo y él me agradece mientras sigue tocando y dándole besos a Meridia, viéndolo de esta forma parece un hombre normal, no tiene pintas de mafioso peligroso y poderoso que es.

—¿Puedo usar tu baño?—pregunta y asiento distraído viendo a la castaña.

Veo como entra y cierra la puerta, segundos después el agua corre y yo ahora me acuesto con Meridia esperando que el italiano salga de bañarse y yo pueda hacer lo mismo, no llevamos prisa así que sea lo sea de tiempo estará bien después de todo.

Diez minutos después Sebastian sale con una sola toalla tapando de su cadera hasta abajo de sus rodillas.

Tapo los ojos de Meridia y él empieza a reír.

—Ten más respeto hacia la princesa—le digo y él solo niega con diversión—. Cuídala, voy a bañarme—el me dice que okey y yo me baño lo más rápido posible hasta que después de unos minutos termino e igualmente enredo la toalla en mi cintura mientras salgo viendo a Sebastian ya vestido.

Yo agarro mi ropa y entro al baño cerrando de esta para empezar a cambiarme escuchando la risa de burla por parte del hombre que está en al habitación.

—No creo que tengas algo que yo no Lucien—expresa con diversión y pongo los ojos en blanco por su comentario, tiene razón, pero creí que ya sería mucha confianza cuando en sí este es el primer día que hablamos realmente, nunca habíamos entablado una conversación, realmente nunca habíamos hablando, ni nos habíamos visto hasta hace una semana que llegó a la mafia pidiendo por Morrigan.

—Nunca se sabe querido Sebastian—le contesto de la misma forma y ambos reímos, termino de abrochar mi pantalón y camisa para después salir descalza y darle unos calcetines y zapatos para que ambos terminemos de cambiarnos.

Voy hacia mi cajón de accesorios y noto que él ya tres sus cadenas y anillos con los que lo ví llegar.

—¿Quieres alguna otra cosa?—niega mientras hace un revoltijo su cabello y hago lo mismo que él.

—Bueno, ¿tendrás una loción que me prestas por hoy?—asiento y se lo doy.

Ambos nos ponemos de este y cuando ya estamos listos llevamos a Meridia hasta la sala donde nos esperan los padres de Morrigan.

Selene nos ve con una sonrisa que no sé muy como descifrar qué es lo que pasa por esa cabecilla suya mientras que Nicholas nos ve con los ojos entrecerrados y alza las manos con clara intención de que le demos a su nieta.

—Se ven bien—nos elogia Selene y le sonreímos agradecidos—. Como madre no debería decirles esto, pero hagan que Morrigan deje de estar tan tensa.

Oh, ahora con esa clara indirecta y el obvio permiso por parte de su madre, claro que la ayudaremos a quitarse la tensión.

—No te preocupes Sel, haremos todo lo posible—pude notar su doble sentido en las palabras de Sebastian, ambos sonreímos cómplices y no puedo creer lo mucho que pueden cambiar las cosas solo con haber hablado.

—¿Qué se traen entre manos ustedes dos?—nos ve desconfiado Nicholas y negamos tratando de que nos crea—. Más les vale guardar las manos, la lengua, el...

—Papá, se cuidarme sola, ya no soy una adolescente para que tengas que asustar a los chicos que me gustan—se acaba de echar de cabeza ella solita.

—Oh. Por. Dios—exclama alguien a nuestra espalda y puedo divisar a Eris con una gran sonrisa y la boca abierta de par en par—. Lo acabas de admitir, ¡te gustan!—la mayor solo pone los ojos en blanco y camina hasta mí, ya que yo traigo a la pequeña entre brazos.

Le da varios besos en el rostro con una sonrisa y la castaña empieza a reír. Hasta ese momento me detengo a verla mejor.

Lleva un hermoso vestido corto ajustado de color negro, que le llega por los muslos, es de tirantes y tiene una gran abertura en su espalda cosa que sin evitarlo, me hace sonreír.

Inevitablemente veo su cuello adornado de un collar que dice Bella, veo al italiano que parece sorprendido por ver ese objeto descansar sobre el cuello y clavícula de Morrigan.

Sus tacones la hacen ver más alta, me parece tierno que aún así no nos alcance.

No es que quiera competir con Sebastian, ya quedó claro que no vamos a pelear, pero me gustaría ver algo mío sobre el cuello de ella.

—¡Ya estamos listos!—avisa Harry con una sonrisa y ve de arriba a abajo a la menor de los Dankworth.

Morrigan va hacia Sander y Henri quienes vienen con una sonrisa y al verla le dicen un sin fin de halagos.

Pero ella se mantiene seria y les susurra algo, ambos borran sus sonrisas y van con ella hasta la terraza dejando a todos confundidos.

—Sea lo que sea que hablen, debemos ir a los autos para que esperar ahí—comenta Aurora y todos asentimos mientras caminamos hasta los autos.

Estuvimos por unos minutos esperando hasta que los tres llegan pero Sander y Henri se veían más pálidos de lo normal y sus ojos algo rojizos, Morrigan se veía enojada pero su expresión cambia en cuanto entra y sonríe.

El camino es silencioso y algo incómodo, tanto así que al llegar todos bajamos con rapidez para presenciar la inmensa cantidad de gente que se encontraba en la entrada de la discoteca y la música se alcanzaba a escuchar.

Todos entramos gracias a Sebastian que al parecer conoce al guardia, al entrar el calor de siente así que abro un poco los dos primeros botones de mi camisa y subo las mangas.

Todos vamos hasta la parte de VIP, nos sentamos y llega un mesero que nos trae las bebidas que pedimos, algunos empiezan a hablar y me parece genial que mis hermanos se lleven bien con todos, la única que veo fuera de conversación es a Morrigan, quien solo niega a lo que le dicen Celeste y Eris.

—Bueno, iremos a bailar, ¿Quién viene?—pregunta Shannon agarrada de la mano de Aurora y Eris.

Harry, Dorian, Sander, Henri, Celeste, Aleksander y Cassian se levantan con ellas y van a la pista de baile no muy lejos de nosotros.

Noto como Celeste empieza a bailar con un chico de ahí y Cassian baila con otra chica pero ambos sin apartar la mirada del otro. Vaya drama, me interesaría en saber más pero ya tengo el mío propio.

Veo hacia Sebastian quien alza una ceja en mi dirección y ambos , como si nos comunicaramos telepáticamente, nos sentamos cada uno a los lados de Morrigan quien nos ve con el ceño fruncido.

—¿No van a ir a bailar?—pregunta viendo su bebida intacta—. Desde aquí puedo ver varias chicas dispuestas a bailar con ustedes, no apartan la mirada desde que llegamos—bebe de su trago mirando hacia en frente provocando a que ambos hagamos lo mismo y notamos a un grupo de chicas mirándonos.

A su lado se encontraban otras y a la de estas igual, tampoco es para tanto y no es con ellas con las que queremos bailar.

—Sabes muy bien que no quiero bailar con ninguna de ellas, no son tú—comenta Sebastian y yo asiento lentamente, ella medio sonríe.

—Entonces estarán toda la noche aquí, no voy a bailar—ambos nos vemos ya algo cansados por su actitud pero no nos rendimos.

Seguimos dándole opciones e invitaciones pero se negaba a todo así que no nos dejó más opciones que nos hizo levantarnos e hicimos lo que nos dijo al principio.

Fuimos al grupo de chicas y Sebastian habla antes de que lleguemos con ellas.

—¿Crees que se enoje?, Aunque no lo parezca, ella es muy celosa, una vez...

Dejo de hablar cuando estamos frente a las chicas, les sonreímos y yo invito a bailar a una pelirroja de ojos marrones mientras Sebastian invita a una rubia de ojos azules oscuros o tal vez solo sea por la luz de la discoteca que sus ojos se vean así.

Vamos con ellas a la pista del baile y veo de reojo a Morrigan quien nos ve fijamente mientras toma de su bebida, aparto la mirada y veo como Sebastian está algo nervioso pero no deja de bailar con la chica que se mueve muy provocativa contra su ingle, él parece no importarle pero yo lo veo con cara de «“enserio"»

Suspira y asiente levemente para después sonreír y bailar provocativamente con la chica, acercan sus rostros y yo sonrío satisfecho por ver qué ya se metió en el papel, hago lo mismo con la chica con la que bailo.

Agarro sus caderas y la pongo a espaldas mío, ella pone una mano en mi cuello y empieza a bailar en círculos con su cintura, aunque no siento ni una pizca de placer al sentir como se frota contra mi miembro, acerco mi boca a su cuello y empiezo a besarlo posando mi vista en Morrigan pero me sorprendo al no verla en aquel lugar, detengo mi baile y veo como Sebastian hace lo mismo, ambos caminamos al lugar dejando a las dos chicas quejándose de que las dejamos.

No nos interesa, solo queremos saber dónde se ha metido esa pelinegra de ojos grises.

Buscamos entre toda la gente del lugar hasta que damos con ella, se encontraba bailando en medio de un lugar y varios hombres la veían con lujuria, el movimiento de sus caderas, como acomoda su cabello que a veces en otras mujeres se ve ridículo en ella se ve extraordinario, como si de un ángel se tratara.

Un hombre se acerca a ella y no lo evita, no evita que él bese su cuello y toque su trasero provocando que su vestido se levante un poco más y que deje a la vista la mitad de una nalga.

Siento una opresión en el pecho y antes de poder hacer algo noto como Sebastian camina hasta ellos y lo sigo para acabar con esta tortuosa escena.

Jalo de la camisa al chico dándole un puñetazo que lo envía al suelo de inmediato y Sebastian toma la mano de Morrigan para después estampar sus labios con los de ella, lo raro es que cuando los veo a ambos ya no siento celos ni enojo, solo ganas de que me toca a mí ahora besarla.

Sebastian la separa de él y hace un gesto con la cabeza invitandome a hacer lo mismo, camino hasta Morrigan quien parece impresionada hasta que estampó mis labios con los de ella y suelta un jadeo entre el beso, tomo su cuello y antes de que pueda su lengua entrar a mi boca.

Sebastian y yo nos ponemos delante de ella con los brazos cruzados y ella sonríe dejándonos confundidos, se acerca ladea la cabeza.

—Gané—dice, sin decir nada más besa a Sebastian quien no tarda en poner sus manos en su cadera pegándola más a él.

Ella se separa y después jala de mi mano juntandome a ellos y me besa, yo la agarro del cuello y siento a Sebastian junto a nosotros y veo como besa el cuello de Morrigan mientras yo sigo saboreando su boca.

La música sigue sonando y ella empieza a moverse, yo delante de ella y Sebastian detrás, con una mano toma mi cuello y con la otra el cuello del italiano, empieza a moverse dejándome sentir su zona contra la mía, echa su cuello hacia atrás para besarse con Sebastian dejándome paso libre a su cuello, el cual ataco chupando y mordiendo y escucho como gime contra la boca de él haciéndome prender cada vez más.

Seguimos bailando con roces, besos, caricias hasta que el calor nos inunda y vamos a sentarnos sin dejar de besar a Morrigan quien se sienta en medio de ambos y seguimos en nuestro mundo hasta que perdemos la cuenta de los tragos, de los besos, de los bailes, de todo.

Hemos perdido el control.


















































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