Sesenta: el número perfecto
La mujer de cabello corto y negro remueve la cucharita con gracia, formando un pequeño remolino en el café, su sonrisa ladina no desaparece en ningún momento mientras observa fijo al par de adolescentes uniformados sentado frente a ella, al otro lado de la mesa.
—¿Y bien? —La pregunta es escueta. Pese a que las mesas de alrededor se encuentran vacías, y que la cafetería en general no parece recibir mucha clientela, es preferible ser precavido.
—¡Por supuesto que queremos formar parte de esto! —Exalta Misa, alzando los brazos.
Sin embargo Light no luce nada emocionado.
—Disculpe, señorita Takada, mi amiga no me informó de esta reunión —observa de reojo a la rubia, reprochándole con la mirada—, aún estoy intentando asimilarlo todo. Sin embargo, dudo mucho que él realmente nos necesite.
—No he dicho que lo haga —clarifica antes de darle un sorbo a su taza de café—, de hecho no está al tanto de esta reunión, pienso decírselo si llegamos a un acuerdo. Si bien es cierto que él puede continuar sin ayuda, considero que seríamos más sólidos si sus seguidores comienzan a unirse de a poco.
—¿Como una organización? —pregunta Misa con una amplia sonrisa, sus ojos brillando.
—Esto no tiene sentido... —murmura Light, meneando la cabeza y aflojandose la corbata del uniforme—, si se ha mantenido en el anonimato, ¿no cree que haciendo esto va a dejarlo expuesto?
—Nunca dije que verán su rostro, toda comunicación sería a través de mí —encoge los hombros a la vez que se retira el flequillo de la frente con gracia—. Tampoco planeo decírselo a muchos, pienso ser muy selectiva, de hecho ustedes dos son los únicos que llaman mi atención.
—¿¡En serio!? —Misa pega un brinquito emocionada.
—Sí, la señorita Amane captó mi atención y esto que todo en su blog, hasta las entradas de ella son anónimas, lo que significa que aunque su nombre no esté implícito, tiene un carisma especial para atrapar a la gente —Kiyomi sonríe, viendo a la chica y luego desviando la mirada hacia el castaño— Y tú... —saca un recorte de periódico que guardó en su bolso y lo extiende sobre la mesa, un artículo donde aparece el rostro de Light—, veo que eres un chico muy inteligente.
Kiyomi guarda silencio tras sus palabras, manteniendo una pose segura y confiada. Siempre fue una mujer refinada y por eso quizá congenió tan bien con Kira la primera vez que lo conoció hace años en la universidad. Es cierto que planeó esta reunión sin consultarle pero le prometió que siempre le sería útil y en algún momento necesitará apoyo. El tal Light es muy inteligente, con un impresionante historial académico que lo avala pese a su corta edad, Misa mientras tanto se queda atrás en ese aspecto pero tampoco es tonta, y su fama puede ser usada a favor para que cada vez más gente apoye a Kira.
—Lo siento pero no creo que nosotros tengamos algo que ofrecerle a su amigo. —Responde Light tras unos segundos, llevando la mano hasta la mesa de forma casual para tomar el pedazo de periódico y hacerlo puño, acto seguido se pone de pie.
—Pe-Pero, ¿de qué hablas, Light? —Misa se arrastra sobre el asiento y logra tomarlo de la muñeca a tiempo.
—Ya la escuchaste —voltea por sobre su hombro, viéndola con cierta decepción. Adora esa chica pero a veces también lo saca de quicio—, él realmente no nos necesita, no hay motivo para que nosotros seamos parte de esto.
—¡Pero ya lo somos! —contesta apresurada— Además sí que podemos aportar algo extra, nosotros tenemos acceso a archivos que quizá ellos no.
Light se tensa al escuchar lo último, no es como si no fuera obvio que algunos nombres salieron directamente de archivos policiales, a los cuales él puede acceder a través de las credenciales de su padre pero sin dejar rastro. Sin embargo no era necesario decirlo en voz alta.
—Eso era entre tú y yo, Misa. —Responde al mismo tiempo que mueve el brazo para soltarse, procediendo a salir de ahí.
La chica se disculpa con Kiyomi y le pide que se reúnan después, acto seguido también se pone de pie mientras busca algo en su bolson, un celular que deja sobre la mesa antes de ir tras su amigo.
—¡Light! —lo llama al verlo cruzar la puerta, sin embargo éste no se detiene— ¡Light, espera!
—¿Qué quieres, Misa? —Da media vuelta de pronto, haciendo que ella de un sorpresivo paso hacia atrás antes de chocar contra él.
—¿En serio estás molesto?
—Yo ya te había dicho que no me interesaba conocerlo, ¿para qué me trajiste?
—Pero ella ni siquiera es él, y lo hice porque pensé que estábamos juntos en esto. ¿O por qué aceptaste que publicaramos esos nombres?
—¡Lo hice por ti! Porque tú me pediste que te ayudara a publicar información del asesino de tus padres.
—Pues fuiste tú el que sugirió publicar el nombre de otros criminales para no ser muy obvios. —Responde inflando los cachetes de forma infantil.Light pone los ojos en blanco.
—Una cosa es que yo haya accedido a información clasificada sin autorización, y otra muy diferente es que acepte trabajar al lado del hombre que mi padre está investigando —murmura, procurando que la conversación se mantenga entre ellos dos pero transmitiendole con la mirada su molestia—. Tú sabes que mi padre está en este caso.
—Pero siempre hemos hecho todo juntos —hace un puchero, usualmente logra que la perdone cuando lo hace—. Sabes que para mí sería un sueño hecho realidad conocerlo, él hizo verdadera justicia por mis padres. Es mi ídolo y lo admiro mucho.
Light suspira, intentando calmarse.
—A veces es mejor apreciar a los ídolos de lejos, de cerca puede ser que no sean lo que esperabas. —Dice, poniéndole las manos en los hombros y dándole un leve apretón.
—¿De qué hablas?
Guarda silencio unos segundos para ordenar sus ideas, las cuales a veces hacen eco en él. Entiende a su amiga y quisiera poder sentir esa misma emoción. Quizá de estar en sus zapatos también quisiera conocerlo, pero por él nadie ha hecho justicia... aún no.
—Que si bien Kira está eliminando criminales, hay que recordar que tiene el poder de matar. Y basándonos en el mundo que vivimos, la gente con poder siempre abusa de él para subyugar a los más vulnerables, sin tener consecuencias porque la justicia es para unos cuantos.
—¿Insinúas que Kira es así? — Murmura, entre asustada e incrédula.
—No, no —menea la cabeza, retrocediendo unos cuantos pasos—, no estoy insinuando nada, sinceramente no lo sé pero toda mi vida he preferido ser precavido, así que si es tu sueño conocerlo yo lo respeto y te apoyo pero déjame fuera, ¿sí?
Misa asiente, un poco atribulada. Sin embargo Light la detiene al colocarle las manos sobre los hombros de nuevo.
—Por hoy prefiero regresar solo —dice, soltandola—. Ya perdí las clases extracurriculares que estoy tomando por las tardes, así que creo que iré a casa y avanzaré con algunos proyectos. Nos vemos mañana. —Sacude la mano de forma escueta antes de dar media vuelta.
Amane se queda en el sitio por unos minutos, viéndolo alejarse. Son pocas las ocasiones que han discutido, por lo que quisiera ir detrás de él, pero lo conoce tan bien que sabe que a veces es mejor dejarlo solo.
oOo
Light no tiene que pensar ni preocuparse por nada mientras se apegue a su rutina, por algo existe, para que todo esté controlado por él.
Luego de haber estudiado y haber ayudado a su hermanita con sus tareas, se encierra en la habitación para realizar una rutina de ejercicio, mucho más extensa a comparación de la que realiza por las madrugadas. Usualmente le dedica a ella una hora y media... o en ocasiones hasta casi desfallecer, todo depende de cómo haya sido su día y de cuánto estrés necesite liberar.
Termina una nueva serie de pechadas y se deja caer en el suelo, respirando agitado y viendo borroso, por lo que decide quedarse unos segundos ahí hasta que sus ojos logran enfocar correctamente de nuevo. Estira un brazo con dificultad sobre el piso hasta alcanzar su celular que dejó a un lado, ve la hora en él y aún le falta cinco minutos para completar la hora y media que realiza cada noche. Le cuesta respirar, está sudando y se siente helado, sin embargo debe continuar, solo un poco más. Se pone de pie y toma una cuerda de saltar, mantiene la vista enfocada en un punto incierto de la habitación, el cansancio es mental, solamente no debe pensar en ello, solo un poco más...
La alarma suena, avisando que lo ha logrado y al instante se detiene, jadeando de forma agónica mientras se acerca a la pared más cercana para apoyarse en contra de ella. Pese a lo mareado que pueda sentirse, no se preocupa, no es la primera vez, solo debe controlar su respiración, así su pulso irá descendiendo gradualmente.
Una vez que logra controlar su cuerpo, se retira los tenis como si nada hubiera pasado y se desplaza por la habitación hasta detenerse a un costado de la cama y acuclillarse para sacar de debajo una báscula digital. No es algo de todas las noches pero verifica su peso constantemente, la báscula no puede marcar más de sesenta kilogramos, nunca.
Sin embargo, antes de poder poner un pie descalzo sobre ella, alguien toca a su puerta.
—Light, hijo, ¿podrías abrir, por favor?
El aludido suspira mientras camina hacia la puerta.
—¿Qué sucede, mamá? —Pregunta tras abrir.
—No quería molestarte pero allá abajo está esa muchachita... Misa. —Dice el nombre con notable desagrado, algo que el castaño pasa por alto ya que la presencia de su amiga en su casa le parece extraño debido a la hora.
—¿Misa?
—Sí. Ya sabes que ella no me agrada pero es que estás no son horas para que una chica ande visitando a un muchacho.
Light le sostiene la mirada a su madre, como esperando o retandola a que diga algo más.
—Dile que en un momento bajo. —Es lo único que dice antes de cerrar la puerta.
Va al baño que está dentro de su habitación y abre el lavabo para echarse un poco de agua en la cara, luego con algunas toallitas se retira el exceso de sudor. Se dirige al ropero y saca una chamarra deportiva y los mismos tenis para no bajar descalzo ni solo con la musculosa blanca con la que estaba haciendo ejercicio.
Camina escaleras abajo, encontrándose en el recibidor con la mirada poco amigable de su madre.
—La hice pasar a la sala —murmura con una sonrisa mal fingida—. Espero no tarde mucho, ¿ya viste la hora?
No es ningún secreto que Misa jamás ha sido de su agrado, todo por no encajar en el ideal de "chica decente" para ella.
—Gracias, mamá. Será rápido, lo prometo. —Le dedica una sonrisa a fin de tranquilizarla. Pese a que muchas veces es distante con sus padres en general, ha hecho cosas por complacerlos como lo haría cualquier hijo, pero Misa es su única y mejor amiga de siempre, y les guste o no así seguirá siendo.
Sachiko se adelante a entrar en la sala, cambiando por completo su semblante.
—Misa, Light está aquí —dice, llamando la atención de la chica, quien sentada en el medio del sofá más grande revisaba su celular—. Cualquier cosa estaré en la cocina, si necesitan algo no duden en pedírmelo, ¿sí? —Finaliza sonriente, juntando las manos.
—No se preocupe, señora Yagami —responde la chica con su característica voz jovial—. Estaré poco tiempo, y una vez más disculpe la hora de mi visita. —Se pone de pie, haciendo una leve reverencia hacia la mujer.
—Oh, tonterías, sabes que eres bienvenida. —Sachiko se despide, haciendo énfasis en que estará en la cocina por si necesitan algo.
—Tu mami siempre tan dulce... —Comenta, dirigiendo la vista hacia su amigo.
El castaño menea la cabeza y le hace un gesto con la mano, invitándola a tomar asiento de nuevo. Jamás le diría lo que sus papás de verdad piensan, su forma de protegerla es evitar llevarla a casa.
—¿Sucedió algo como para que vengas a esta hora? —Pregunta, quedándose de pie frente a ella.
—¿No gustarías sentarte para que hablemos? —Se remueve un poco en el sofá, palpando con la mano el espacio vacío al lado de ella.
—No puedo, estoy sudado y...
—Oh, ¿hacías ejercicio aún a esta hora?
—Sí, ¿qué tiene? Siempre hago. —Se cruza de brazos y encoge los hombros.
—No, nada. No vengo hace tanto que lo había olvidado. De nueve a diez y media sin falta, ¿eh? —ríe, meneando la cabeza— Ya quisiera tener tu fuerza de voluntad.
Light pone en blanco los ojos. —¿A qué viniste, Misa?
En otra ocasión la adolescente haría un puchero y le reclamaría por ese tono de voz, sin embargo en esta ocasión suelta un suspiro, como intentando armarse de valor.
—Es que... lo que pasó en la tarde... —se rasca una mejilla con el índice, sonrojandose— yo... lo siento por no haberte consultado y...
—¿Estás aquí por qué pasó luego de clases? —La interrumpe, frunciendo el entrecejo.
—Sí, bueno, luego de eso tenía una sesión de fotos y terminé hasta hace poco.
—De todas formas, sabes que no me duran los enojos contigo. Ya ni siquiera lo recordaba.
—Pues... estoy segura que ahora sí me matas... —Se muerde los labios y se inclina hacia adelante para tomar la bolsa de papel que dejó a sus pies, la cual le entrega.
—¿Qué es esto? —Murmura, separando la bolsa desde los agarraderos para ver qué es lo que hay dentro.
—Un celular —suelta el aire, bastante tensa al verlo sacar el aparato—. Sé que no quieres ser parte de esto y lo respeto, pero por favor acéptalo. Ya sabes que por mi trabajo la agencia me da diversos teléfonos, algunos también son regalos de fans. En ese solo está agendado un número mío y el de Kiyomi, úsalo si necesitas algo de nosotras.
Light vuelve a poner los ojos en blanco mientras regresa el celular a la bolsa.
—¿Si lo acepto, podemos dejar este tema de una vez?
—¡Lo prometo! —Exalta, alzando una mano en son de juramento a la vez que se pone de pie demasiado rápido.
—Está bien... —murmura suspirando.
Misa pega un brinquito dando aplausos cortos. Si su amigo no fuera tan arisco para el contacto físico se lanzaría a abrazarlo, no es algo que la detenga en otras ocasiones pero por hoy prefiere no hacerlo enojar de nuevo. Eso y que además sabe por boca de él que está sudado.
—Bueno, me alegra saber que no te habías arrancado aún nuestra pulsera de amistad para prenderla en fuego y mandar todo al tacho. —Comenta, balanceándose de un lado a otro mientras observa el hilo negro que rodea la muñeca de Light, el cual tiene un pequeño dije de plástico con una diminuta letra M en el medio.
El castaño menea la cabeza, sonriendo. —¿Por qué siempre tan dramática?
—¡Hey! He aprendido del mejor —le guiña el ojo, soltando otra risilla.Se siente de nuevo tranquila que todo esté bien entre ellos—. Me marcho satisfecha.
—Te acompaño a tu apartamento. —Se apresura a decir Light antes de que dé un paso.
—No, ¿cómo crees? Vivo cerca, además ¿ya viste la hora?
—Eso mismo te pregunto, ¿ya viste la hora? Ni creas que te dejaré marchar sola. Me ducho y te acompaño, ¿sí?
—Light, te tardas como mil horas en bañarte, anhelo llegar antes del amanecer, ¿sabes?
—Ay, no seas exagerada. No me tardo tanto —la toma de la mano para llevarla con él —. Esperas en mi habitación mientras me ducho y ya.
—Light —ambos adolescentes se detienen al escuchar la voz de Sachiko, y voltean hacia ella—, ¿Me ayudas a bajar algo en la cocina, por favor? Esta muy alto para mí.
—Claro, mamá. Misa, ¿subes? Te alcanzo en un momento.
La chica asiente y se dirige hacia el recibidor en busca de las escaleras. Light camina hacia la cocina detrás de su madre.
—Light, ¿cómo que vas a estar con ella en tu habitación? —Suelta Sachiko afligida una vez que cierran la puerta de la cocina.
—Mamá, ya sabía que ibas a decir esto y por eso le pedí a Misa que se adelantara...
—No es nada en contra de ella pero mira como se viste —junta las manos nerviosa—, ¿qué va a pensar la gente de que estén solos en tu habitación? ¿que la vean salir de mi casa a esta hora?
El famoso qué dirán, un virus del que nadie de la familia se salva, por lo que Light no contesta de inmediato. Aunque no lo quiera, es algo que ha estado presente toda su vida.
—Escucha, mamá, no sé que vayan a decir los demás pero no dejaré que Misa se vaya sola. —No espera otra palabra, tan solo da media y sale de la cocina.
oOo
Misa camina despacio por la habitación, hace mucho no había estado en ella pero pareciera que todo sigue igual. Libros por todas partes, todo en su lugar, sin rastro de polvo y con pocas fotografías sobre los estantes; algunas son de Sayu y Light, otras de ellos dos en diferentes etapas de su vida, ninguna con sus padres. La cama de su amigo sigue en el medio de la habitación, alineada a la puerta de vidrio corrediza que lleva al balcón, nunca entendió por qué colocar la cama en un lugar donde entra la luz de la calle. Lo siguiente que llama su atención es el escritorio de madera ubicado a un lado de la misma puerta de vidrio, se pregunta si eso también seguirá igual. Camina hacia él y abre la primera gaveta superior, hay algunos post-It, tijeras y una regla, nada fuera de lo normal, sin embargo se enfoca en el fondo, el cual intenta levantar sin éxito.
Voltea hacia la puerta del baño, asegurándose que el agua sigue corriendo antes de regresar su atención al escritorio que tiene enfrente. Toma un lapicero que está encima y lo desarma para usar solamente el carga tinta, hasta donde recuerda el fondo tiene un seguro que solo puede ser desactivado por debajo con algo fino.
No lo hace en busca de algo que no sepa, es simple curiosidad de saber si ese seguro sigue funcionando como lo recuerda. De hecho lo primero que salta a la vista cuando levanta el fondo es un cuaderno de pasta oscura cuyo contenido ya conoce, Light lo ha llevado a su apartamento cuando revisan juntos el blog, aún así lo toma para ojearlo. La primera mitad es la lista en el mejor orden posible de todos los criminales que han sido juzgados por Kira, no entiende por qué su amigo decidió llevar ese registro, como tampoco entiende por qué en la segunda mitad del cuaderno aparecen los nombres de todos los criminales extraídos directamente de los archivos policiales, muchos de ellos tachados al no haber sido tomados en cuenta por Kira.
El cuaderno no contiene nada que no haya visto antes, quizá por eso algo más logra captar su atención sin dificultad. Hasta el fondo de la misma gaveta yace otro cuaderno, el cual luce viejo y hasta olvidado. Sin dudarlo lo toma porque no lo había visto antes, las páginas lucen un poco amarillas lo que confirma que no es reciente.
«Últimamente olvido cosas, no lo entiendo, de repente me despierto y no recuerdo lo último que hice. Por eso anotaré todo para no volver a olvidar nada.»
Misa termina de leer las primeras líneas que dan inicio a ese cuaderno, seguido de un listado que se repite una infinidad de veces, todas inician con levantarse y finalizan con ir a dormir, entre ellas la mayoría incluye lo mismo: desayunar, ir al colegio, practicar tenis, estudiar; sin embargo en algunas comienzan a aparecer signos de interrogación. En ese momento la puerta del baño se abre y ella da media vuelta de inmediato, ocultando el cuaderno tras su espalda y dejándolo en la gaveta disimuladamente.
—¿Qué haces? —Pregunta Light, ya con jeans y una camisa manga larga que llevó con él antes de encerrarse en el baño. Tan solo terminando de secarse el cabello con una toalla pequeña.
—¡Nada! —Menea la cabeza, empujando con su cuerpo la gaveta para cerrarla despacio.
—Solo me pongo zapatos y nos vamos.
—Supongo que el llegar antes del amanecer ya no será posible. —Comenta solo para disimular sus nervios.
—No exageres, tampoco me tardé tanto.
Light se termina de poner los zapatos y se dirige al espejo de cuerpo completo para peinarse. Ya realizó su cuidado de la piel en el baño, nada más debe asegurarse que cada hebra de su cabello esté en su lugar.
—Tú no exageres, solo irás a dejarme y luego regresar para dormir, ¿qué tanto te peinas?
—Ya voy. Y no hables tan fuerte que vas a despertar a Sayu.
Una vez está listo, toma un sobretodo color crema antes de salir de la habitación y al llegar abajo le dice a su madre que volverá pronto. Ella sonríe y les pide que tengan cuidado, aunque él sabe que por dentro debe estar diciendo otra cosa.
Salen juntos y de inmediato el aire helado de la noche los recibe. Light vive en un barrio muy tranquilo, por lo que la mayoría de las casas que acompañan el camino tienen las luces apagadas, dándole más quietud al lugar.
—¿Tienes frío? —Pregunta él, quitándose el sobretodo para colocarlo sobre los hombros de su amiga al verla abrazándose a sí misma.
—Un poquito —toma las solapas de la prenda para cubrirse con él, al llevar falda corta y escote el frío le cala más—. No estaba tan helado cuando llegué a tu casa.
—Podrías haberme pedido el abrigo desde que salimos.
—Tampoco es para tanto, estamos a unas cuantas cuadras.
Light no responde, continúa caminando en silencio por unos segundos, llevándose las manos a los bolsillos para mantenerlas en calor.
—Estabas revisando mi gaveta, ¿cierto? —Suelta de pronto, vista fija al frente.
Misa se tensa al instante.
—¿Eh? Uhm... sí. —Admite por acto reflejo, después de todo no cree que existiera otra respuesta coherente.
—¿Y por qué actúas como si hubieras hecho algo malo? Yo mismo te mostré el secreto de ese cajón, eres la única que lo sabe.
—Sí, pero... nunca me habías hablado de ese cuaderno, ¿era tu diario?
—Ah, eso... —Light desvía la mirada, manteniendo su porte firme—, no es nada.
—Nunca me dijiste que olvidabas cosas, ¿qué edad tenías? —lo observa de reojo, atenta a cualquier reacción, pero su amigo se muestra estoico.
—Diez. Y ya te dije, no era nada, luego me di cuenta que era por el estrés de los exámenes y todo volvió a ser normal.
—¿Diez? —Frunce el entrecejo, quedándose con ese detalle como si el castaño no hubiera dicho nada más.
—¡Mira, llegamos al puente! —Exalta, tomando a la chica de una mano mientras con la otra señala hacia enfrente. Light la jala y con ella corre hasta quedar a la mitad del corto puente de arco, bajo el cual pasa un pequeño río— ¿Recuerdas que nos gustaba venir acá y tirar piedras para ver quien la lanzaba más lejos?
Misa suspira mientras apoya los codos en la baranda de roca, absorta en cómo brilla el reflejo de la luna en el agua.
—¿En qué momento crecimos tanto, Light? —Murmura con nostalgia, sus rubios mechones moviéndose con el viento. Desde la muerte de sus padres su trabajo como modelo y actriz se duplicó para no morir de hambre, no lleva la vida de una adolescente normal por más que a diario intente convencerse de lo contrario— Teníamos nueve años cuando nos conocimos, había terminado mi primer comercial en aquel parque donde tú estabas, tu tío los había llevado ahí a ti y a Sayu, ¿recuerdas? ¿No te gustaría volver a cuando teníamos esa edad? Todo era más fácil, ¿no crees?
La sonrisa de Light desaparece, algo que ella no nota al tener la vista hacia el frente.
—Deberíamos seguir, es tarde.
Misa asiente, apreciando la vista una última vez antes de enderezarse y continuar.
Luego del puente el camino se vuelve corto, uno que además es hecho en silencio. Llegan a la recepción y se dirigen a los ascensores, el apartamento de Misa está en el tercer nivel, uno que alquila por cuenta propia.
—Espera te entrego tu abrigo —comenta ella mientras intenta abrir la puerta—, y creo que el otro día me quede una bufanda tuya. Está en mi habitación.
Light entra después de ella, siguiéndola porque la recámara de Misa no es un lugar donde no haya estado antes. Amane palpa la pared, en busca del interruptor para iluminar el lugar.
—Siento que cada vez que vuelvo hay algo nuevo en el tablero. —Murmura él, entrando a la alcoba con los ojos fijos en una pizarra de corcho, la cual tiene muchos artículos sobrepuestos, todos hablando de Kira.
—¡Aquí está! —Exclama enderezándose con una bufanda roja en la mano, tras haberse inclinado para rebuscar en los cajones de su mesita de noche.
—Gracias. —Responde tras recibirla junto al sobretodo.
Se despiden en la puerta y Light debe emprender el camino de vuelta, en esta ocasión solo. Vuelve a detenerse frente al puente pero no lo hace por mucho tiempo cuando la conversación que tuvieron se reproduce en su cabeza. Cierra por completo el abrigo y retoma el andar, procura hacerlo rápido porque andar solo en la calle a estas horas no es parte de su rutina.
Llega a casa e intenta abrir despacio, si tiene suerte y su mamá está dormida no quisiera despertarla, lo menos que quiere es que siga con la misma cantaleta. Sin embargo desde el recibidor logra ver la amplia espalda de su progenitor sentado en uno de los sofás.
—¿Papá...? —Murmura sin poder disimular su sorpresa, deteniéndose bajo el umbral que divide al recibidor de la sala.
—Light, tu madre me dijo que saliste con Misa —comenta, negando con la cabeza en señal de desaprobación mientras sujeta la mano de su esposa, quien está sentada al lado de él—. Pasa de la medianoche, no son horas para andar en la calle y menos con una muchachita como esa.
—¿Qué haces aquí? —Pregunta, como si todo lo anterior no hubiera existido.
—Me dijeron que podía tomarme el día libre pero preferí quedarme trabajando y terminé hasta hace poco.
—Qué raro... —murmura, poniendo los ojos en blanco y cruzándose de brazos.
—¿Perdón? —Soichiro alza una de sus cejas pobladas, retándolo a repetir lo que dijo.
Light no pretendía hacer dicho gesto, pero no puede deshacer lo que ya está hecho, solo queda afrontarlo.
—Que te dan el día para regresar a casa y tú prefieres tu trabajo. —Responde, sin elevar la voz pero viéndolo a los ojos.
—Estoy cansado y no tengo porqué darte explicaciones pero sabes que mi trabajo requiere ciertos sacrificios...
—Y nosotros lo entendemos —interrumpe Sachiko, apretando la mano de su esposo—, ¿verdad, Light?
El aludido hace un sonido con la garganta en son de confirmación mientras mira hacia abajo y apoya el costado de su cuerpo contra el marco.
—Como sea, ya que están los dos aquí quisiera hablar con ustedes, aprovechando que Sayu sigue dormida —Soichiro suspira notablemente exhausto a la vez que se levanta un poco los anteojos para hacerse un masaje en el puente de la nariz con dos dedos—. Mañana será un día importante para todos, un avance significativo para el caso en el que estoy trabajando. Sé que no se los he dicho pero creo que es necesario hacerles saber que estoy trabajando en el caso Kira. —Dice con el mayor cuidado posible, viendo a uno y luego al otro en espera de sus reacciones.
Sachiko se cubra la boca con una mano de inmediato, meneando con la cabeza. —Pe-Pero... ¡es muy peligroso, cariño! ¡Kira es un asesino!
Si bien es algo que Light ya sabía de manera no autorizada, el que su padre lo diga lo vuelve más real. Aún así sabe mantener la calma, pese a que su corazón se haya acelerado con un ligero aleteo de preocupación.
—¿Es todo? —pregunta el joven, mostrando desinterés— ¿Puedo retirarme para subir a mi habitación?
Soichiro asiente, sin parecer afectado por la actitud de su hijo, más bien enfocado en calmar a su esposa.
Light da media vuelta y sube despacio, para nada perturbado. Cierra con llave la puerta y apoya la espalda en contra de ella. Suspira mientras camina hacia el escritorio, sabe que Misa debe haber dejado todo mal acomodado con tal de no ser descubierta, por lo que él debe dejar todo tal y como estaba. Sin embargo, al abrir la gaveta no puede evitar tomar el cuaderno negro, ojeandolo un poco pero prestando mayor atención a la segunda mitad, enfocándose en un nombre en específico, uno incompleto. Un nombre que jamás se atrevió a escribir y mucho menos a publicar.
Se muerde los labios y con la mente en blanco procede a encender la computadora sin dudarlo. Un impulso al que ha sucumbido muchas noches. Abre el blog guiado por la adrenalina y se dispone a crear una nueva entrada; adjunta una fotografía, ya solo queda escribir el nombre.
S...h...
Su dedo se paraliza sobre la siguiente letra, intenta obligarse a continuar pero su cuerpo no responde. Comienza a temblar, respira agitado, ¿¡por qué no puede hacerlo!?
—¿Por qué...? —Murmura, sin percatarse que en algún momento un par de lágrimas salieron sin pedir permiso.
Ha publicado a algunos criminales, muchos de los cuales desconocía sus rostros antes de verlos entre los archivos, pero ¿por qué con ese específico se paraliza? ¿Por qué no puede ver su rostro sin ponerse a temblar? Aparta la mirada de repente y cierra los ojos con fuerzas mientras estira una mano buscando a tientas el botón de la computadora y apagarla, luego se pone de pie e inhala una bocanada de aire como si se hubiera privado de él por mucho tiempo.
Se pasa las manos por el rostro y camina de un lado a otro por la habitación, buscando concentrar su atención en otro sitio, sin éxito. El corazón le galopea con fuerza y al pasarse una mano por la frente comprueba que está sudando, se retira el sobretodo y lo lanza a la cama, pero eso no ayuda mucho
En ocasiones como ésta, cuando siente estar perdiendo el control, suele hacer más ejercicio hasta que su cuerpo no aguanta más, sin embargo no tiene fuerzas, está cansado por la rutina anterior. El problema es que sabe que si se acuesta no podrá dormir, no mientras su mente siga dándole vueltas a cosas y situación en las que no debería estar pensando, combinándolo con pasado que no debería estar removiendo.
Camina hasta su mesita de noche y abre el último cajón, de donde saca un bote de vitaminas, que más bien contiene inductores del sueño. No suele acudir a ellas porque él debe ser capaz de mantener todo bajo control, aún así abre el bote y deja caer dos tabletas en su mano, porque es preferible eso a caer en un estado que lo haga sentir patético y vulnerable.
Sabe que el efecto no es inmediato, sin embargo se siente mejor tras tomarlas, algo psicosomático quizá. Es tal vez el alivio de saber que pronto harán efecto aunque por el momento su corazón siga latiendo agitado.
De pronto ve la báscula que quedó ahí a un costado de su cama y como si estuviera en modo automático camina hacia ella mientras se quita los zapatos para subirse, sonriendo al ver el número que marca. Sesenta kilogramos, y con eso todo está bien.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top