Él sabe lo que hace

Raye pasa la página del periódico, fingiendo que lee sentado en una banca, viendo de reojo a aquel lugar. Es lo más cerca que puede llegar mientras espera a su objetivo. La espera se le hace eterna, pero levanta más el preiódico cuando el chico que ha estado siguiendo sale de dicho sitio... un motel.

Ve a Light mirar hacía ambos lados como lo haría alguien que oculta algo, luego toma camino como si quisiera alejarse pronto de ahí. ¿Extraño? Tal vez. Tomando en cuenta su perfil de muchacho correcto nadie pensaría que frecuenta esos lugares, y lo ha hecho dos veces en los ocho días que lleva siguiéndolo, pero al fin y al cabo no es más que un adolescente y a esa edad los muchachos suelen dejarse llevar por las hormonas. Sin embargo, su trabajo es registrarlo todo, así que anota en su libreta la hora de salida mientras se pone de pie para no perderlo de vista.

Lo sigue con cautela y a una distancia prudente, mezclándose con la gente como un transeúnte más, hasta que llegan a un sitio donde tendrá que esperar de nuevo desde afuera, y que es donde Light suele pasar su poco tiempo libre: el edificio donde vive Misa Amane, lo cual es conveniente tomando en cuenta que ella también está bajo vigilancia.

No es la primera vez que L acude a los servicios del FBI, pero si es la primera vez que él es asignado para trabajar con L, o más bien para él, para ese hombre sin rostro que es reconocido como el mejor detective del mundo. Su rendimiento en esta ocasión debe ser excelso.

Oooo

L le da un sorbo a su café azucarado mientras se remueve en el suelo. Últimamente es su lugar preferido para trabajar. Puede sentarse como le plazca y tiene más espacio para sus papeles que en un escritorio común.

Sus enormes pupilas dilatadas reflejan la luz de la pantalla frente a él, la cual observa con una leve sonrisa. Lleva casi toda la mañana revisando un fragmento de vídeo, no es muy largo y la calidad es mala, pero ha revisado minuciosamente cada detalle.

—¿Has encontrado algo nuevo? —Pregunta Watari mientras irrumpe en la habitación, con portafolio en una mano y un folder lleno de papeles en la otra, éstos últimos los deja en el suelo, a un lado del detective.

—Aún no... —murmura sin apartar la mirada de la pantalla, mordiéndose el pulgar mientras vuelve a deslizar el dedo medio de la otra mano sobre el panel táctil de la laptop, volviendo el vídeo al inicio— ¿Cómo estuvo todo?

—Bien —dice con su voz calmada a la vez que se retira la bufanda y gabardina, colocándolas en un perchero que está en la esquina de la habitación—. Es agradable trabajar con la policía japonesa, todos están más que dispuestos a colaborar. No creo que se tomen a bien cuando se enteren que todos están bajo investigación.

—No tienen porqué enterarse —comenta sin mucho interés, retrocediendo de nuevo el vídeo—, y si lo hacen deberán entender mis razones. Hubo víctimas cuyos nombres no fueron revelados al público, solo existían en los archivos policiales debido a lo antiguo del caso o lo complicado del mismo.

Watari hace un sonido de aprobación con la garganta a la vez que asiente, acto seguido camina hacia el detective y se queda de pie a su lado, con su impecable saco y su porte firme.

—¿Gustas que te traiga algo mientras continúas con eso?

—No es necesario —niega con la cabeza, apartando por primera vez la mirada de esa pantalla y dirigiéndola a su ayudante—. No hay mucho más que pueda deducir con este fragmento.

—Si lo revisaste tantas veces es porque algo llamó tu atención.

L suspira, volviendo el rostro hacia la laptop.

—Es un hombre quien dejó caer el sobre que te entregaron, su complexión... la que se logra ver en el vídeo: alto y delgado pero va completamente cubierto —vuelve a deslizar el dedo y detiene el video en un punto en específico, al cual le hace acercamiento—. Aquí... el único rasgo físico que se logra apreciar en los cincuenta y seis segundos de vídeo es una parte de su cabello: crespo y oscuro.

—¿Sí? —Watari se acomoda los anteojos y se agacha un poco para prestar atención a ese detalle.

—Pero lo que más me intriga... —L se muerde el pulgar, frunciendo un poco el entrecejo— la estación de policía está rodeada de cámaras y ninguna logró captar su rostro. Volteó hacia otra parte, agachó la cabeza o usó su gabardina para cubrirse con ella —enumera con los dedos—, pero en todos los ángulos evitó ser captado.

—Como dijiste, parece ser alguien que sabía lo que hacía, ¿no?

—Ese hombre conoce el lugar, sabía la ubicación de cada cámara, significa que no es la primera vez que estaba ahí. Pero las únicas personas que estarían con tanta frecuencia en una estación de policías como para conocer dichos detalles son los mismos oficiales —pasa una mano abierta sobre los papeles que tiene en el suelo, esparciéndolos para que los rostros de algunos miembros sean más claros—. La pregunta es: ¿quién?

De forma inconsciente su mirada se dirige a uno de los archivos que tiene muy cerca suyo, con la fotografía de Light Yagami impresa en la esquina.

oOo

Kiyomi se desplaza con gracia por el lobby del hotel, la danza de sus prominentes caderas en esa falda entallada hipnotiza al sexo opuesto, quienes sin quitarle la mirada de encima le abren la puerta o la acompañan hasta el ascensor para presionar por ella el número del piso al cual se dirige. Sus labios maquillados de rojo les agradece con una sonrisa antes de caminar por el pasillo del quinto piso, dirigiéndose hacia la puerta que está al final de éste.

—Perdón la tardanza. —Dice tan pronto abre la puerta, acto seguido deja su cartera de cuero en el buró que está a un lado.

Las luces de la habitación están apagadas, cosa que no le sorprende, siempre es así. Solamente iluminada de forma tenue por la luz de una lámpara sobre una mesita y lo que se cuela por la puerta corrediza de vidrio que lleva hacia la terraza del lugar.

—Podría estar haciendo algo mejor —responde Kira mientras mueve la copa de vidrio que tiene en la mano para que el vino dentro de ella dance—, pero ya me habías citado.

Kiyomi no dice nada, tan solo camina con parsimonia entre las semi penumbras, sus tacones resonando en el silencio del lugar mientras se acerca al bar para servirse un trago. Ella opta por un coñac.

—Consideré importante que nos viéramos —su taconeo vuelve a resonar, esta vez caminando hacia la mini sala montada en la habitación que consta solamente de dos sillones individuales y una mesita de centro—. Light me pidió de nuevo que nos viéramos. —Añade tras tomar asiento.

Kira sonríe, una sonrisa burlesca mientras le levanta una ceja a la mujer sentada frente a él.

—¿De nuevo? No sabía que tenías esos gustos, Kiyomi... —arruga la nariz antes de darle un sorbo a su copa— ¿Que no tiene como diecisiete años?

—Casi dieciocho. Y es él quien insiste en que nos veamos en ese motel. —Aclara, poniendo los ojos en blanco.

Él vuelve a soltar una breve risa, pero cesa al ver la expresión de su compañera.

—Sí, sí ya sé —menea la cabeza—, porque no le piden identificación, ¿no? ¿Y qué quería? ¿No que había decidido no ser parte de esto?

—Lo mismo que la otra vez —responde, luego le da un largo sorbo a su vaso, lo necesita—. Está inusualmente preocupado. Asegura que alguien lo está siguiendo, a ambos.

—¿Y sabe de quién se trata?

Kiyomi niega con la cabeza. —Dice que no tiene idea.

—Por favor —suelta un bufido, apartándose el flequillo de cabellos negros de la frente—, su padre está involucrado en la investigación, ¿cómo no va a saberlo?

—Parece ser que no hay ningún registro. Lo que me hace pensar que la policía no está al tanto.

—L no confía en ellos. —Susurra Kira con una sonrisa ladina, su mirada perdiéndose en el brillante color carmesí del vino.

—Puede sernos de ayuda, ¿no crees?

—¿Ah, sí? —voltea a verla, alzando una ceja de forma incrédula y hasta burlesca.

—L ha dirigido su atención a otro sitio, es conveniente para nosotros.

Kira suspira con cierto hastío antes de ponerse de pie y caminar hacia el bar para rellenar su copa de vino.

—¿Realmente crees que me importa L?

—Pareció importarte cuando no pudiste soportar que te confrontara en televisión frente a todos. —Suelta con saña, volteando a verlo hacia atrás por sobre su hombro.

Kira se detiene ante esas palabras y por acto reflejo tensa la mandíbula y cierra con más fuerza los puños con los que sostiene la botella y la copa. Sin embargo, recobra su entereza y termina de servirse más vino para dejar la botella en la cubeta con hielo.

—L no iba a poder rastrear a alguien cuyas huellas no existen en la escena del crimen —encoge los hombros mientras camina con parsimonia hasta situarse detrás de ella en el asiento, poniéndole una mano sobre el hombro—. En cambio con esos... chiquillos, a mi parecer son más un inconveniente que una ayuda.

—Sigues molesto, ¿verdad? —Pregunta con voz suave, todo lo contrario a la imagen de mujer fuerte que siempre proyecta.

Kira le da un largo y lento sorbo a su copa para no responder por impulso. Sí, está molesto. De haber sabido que la libreta era real, jamás se lo hubiera contado a nadie, ni a ella aunque sea su amiga. No necesita a nadie, mucho menos a dos escuincles, él por su cuenta tiene acceso a mucha más información confidencial que ese muchachito, ¿y la tal Misa? Solo basta con ver sus entrevistas para darse cuenta que no es más que una chiquilla tonta.

—Tomaste una decisión apresurada sin ni siquiera consultármelo. —Dice con voz suave pero ejerciendo cierta presión en el hombro de la mujer para mandar un mensaje claro. Es algo que no puede volver a ocurrir.

Kiyomi no dice nada, porque si lo hiciera, opinaría que asesinar a alguien ante miles de televidentes solo porque su ego fue dañado también podría considerarse como una decisión apresurada. Sin embargo, a veces es conveniente fingir un papel sumiso.

—Lo siento... —murmura agachando la cabeza.

Kira la ve desde arriba con cierto desprecio antes de rodear el asiento para volver al suyo.

—Tú no viniste aquí a convencerme que la ayuda de estos dos niños nos conviene —cruza la pierna tras sentarse en el sofá y la mira directo a los ojos—. Lo que tú quieres es que te ayude a salir de esta.

Ella lo mira extrañada, frunciendo levemente el entrecejo. Kira sonríe de lado, sabiendo que dio en el blanco.

—Dices que ese muchachito está "inusualmente" preocupado —suelta una breve carcajada antes de darle otro sorbo a la copa—, para haberte citado desesperado dos veces en un feo motel ya lo creo que sí. Y tú estás preocupada que tu mala decisión nos complique las cosas, que el niño que tú creíste nos ayudaría a construir nuestro mundo ideal no sea más que un cobarde —continúa con una leve sonrisa acusatoria y sus palabras llenas de saña pese a lo sereno de su voz y lo grácil de sus movimientos—. Después de todo él conoce tu identidad, ¿verdad? Yo tampoco dudaría en entregarte si me encuentro en peligro.

De nuevo hay silencio, Kiyomi traga saliva disimuladamente mientras alza el mentón para no mostrarse intimidada. Aunque le ha jurado lealtad, si ella cae él caerá con ella, no obstante prefiere mantener esa verdad consigo. Tampoco es necesario que la diga, Kira lo sabe, puede verlo en sus ojos. Aunque él se ha esforzado en hacer crecer esa pizca de amor que ve brillar en ellos, aún puede notar su autonomía, cosa que no le sirve. Necesita a alguien entregado por completo a él. Sin embargo, considera que lidiar con una mujer con el corazón roto puede ser peligroso, por lo que decide dejar su copa de vino sobre la mesita de centro y ponerse de pie.

—Kiyomi... —se acerca hasta ella y le ofrece una mano. La mujer frunce el entrecejo por la sorpresa, pero unos segundos le bastan para que sus finos falanges sujeten la mano del hombre y se ponga de pie— Por supuesto que me encargaré —le asegura mientras le rodea la angosta cintura con un brazo y la pega a él, sujetándole la barbilla con un par de dedos—, jamás dejaría que te ocurra algo.

—¿Lo dices en serio...? —pregunta ella casi con un jadeo, sus pupilas brillando por un segundo. La cercanía la sonroja.

Kira sonríe con galantería, mirándola a los ojos a la vez que acorta la distancia para darle un breve beso en el que apenas y le roza los labios.

—Me molestó lo que hiciste —responde en un susurro—, quizá porque soy egoísta, porque la grandeza a la que aspiramos quiero compartirla solo contigo, con nadie más —le enmarca el rostro con ambas manos, hablándole muy cerca, casi robándole el aliento con nada palabra—. Por lo mismo no dejaría que te hagan daño, te necesito conmigo —una de sus manos baja por el cuello de ella, la punta de sus dedos rozando camino abajo por su espalda—. Yo me haré cargo pero necesito que me prometas que algo como esto no volverá a ocurrir.

—Lo prometo... —Kiyomi responde de inmediato, sus manos aferrándose a los hombros del contrario mientras su mirada brilla de la forma en la que a Kira le gusta, de la única forma en la que debería brillar.

—No los necesitamos, querida. No necesitamos a nadie mientras nos tengamos a nosotros.

Se hará cargo como lo acaba de prometer, pensará en algo. No les hará daño, no ve necesario deshacerse de ellos, después de todo tiene que ser condescendientes con sus fieles seguidores, y si son tan inteligentes como Kiyomi dice, con una advertencia les quedará claro. De quien sí va a deshacerse llegado el momento será de ella.

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Notas de autor:

Hoy quitaron los mensajes de wattpad xdn't

Capítulo lento pero necesario. Espero aún recuerden qué pasó en el anterior jajaja, yo tuve que releer. 

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