Capitulo 8: ¿Y a este que le sucede?
—Creo que deberías parar.— Recomendó Bet mientras me sacudía el hombro.
—¿Por qué nadie me dijo que sabía tan bien?
—Vale, detente ya...
—¿Podrías servirme una más?— Mark asintió y me sirvió.— ¡¿Por qué nadie me había dicho que sabía tan bien?!
—¡Ni tanto! ¡Basta ya!
—Pero Bet, ¿cuál es el problema?— Cuestionó Shadow.
—¡Eso!— Le seguí la rima, él comenzó a reír.
—Si se quiere emborrachar pues que lo haga.— Continuó diciendo mientras se encogía de hombros.
—¡Genial! Otro más.— Rodó los ojos.
—Ya vale amiga, toma asiento, no sucederá nada, te lo prometo.— Sonreí con complicidad.— Aparte... ¿Cuál es el problema? ¡Yo estoy bien!
—Si a estar bien le llamas a eso... Pues la verdad debo de ser yo la que no sé.— No entendía por qué me señalaba.— Estoy muy segura de que no te puedes ni levantar.
—Puff, valla, ¿Así de mal estas? Mira nada más.— Coloqué la botella en la mesa y con ayuda de la silla me levanté.
—No te recuestes.
—Muy bien ¿Algo más?— Pregunté victoriosa.
—Comienza a caminar.— Me retó y yo por supuesto acepté.
Había dado mis primeros pasos y todo estaba bien, sentía su mirada y la de los presentes sobre mí.
Cómo tenía planeado echarle esto en cara caminé, pero de un modo diferente, como sí estuviese en pasarela. Y como intuí todo me fue bien.
Aunque claro no conté con que un pequeño charco de agua interviniera en mí camino y me hiciese caer de bruces al suelo.
Creo que caí por cuándo Axel no calló.
Todos una vez más se comenzaron a reír de mí a carcajadas y yo les seguí, si les distraída lo suficiente Betany no tendría tiempo para burlarse de mí.
Error de cálculos diría yo.
—¡Te lo he dicho!— Se burló entre risas.
—¿Estás bien?— Jeremy se llegó junto a mí.
—Creo que sí... ¡Auch!— Sentí un fuerte dolor en el tobillo.
—¿Dónde te duele? Perdóname.— Le resté importancia y le señalé.— Muy bien, te llevaré dentro.
Sin esperarlo Jeremy me tomó en sus brazos y me cargó mientras me llevaba a una habitación.
—Aquí hay vendas ¿Crees que ayudarían? De este ámbito mucho que digamos no sé.
—Sí, aunque también me ayudaría un paracetamol.— Asintió y salió fuera.
La habitación era algo diferente a la de Betany, un poco más pequeña y mucho más ordenada.
—Aquí tienes.— Afirmó mientras me tendía un vaso de agua y la pastilla. Cuándo la tomé el continuó hablando.
—Betany tenía razón, no debiste de tomar tanto.— Me observó con culpa. Yo tomé su rostro.
—Cariño, no te preocupes ya sanará.— Él asintió dudoso.
—Muy bien, pues ahora te toca descansar.— Lo observé confundida.
—¿Eh?
—¿Qué pasa? ¿No te querés quedar?
—Si, si claro... Pero no quiero estorbar es tú habitación y...
—Por eso no te preocupes, para mí es un honor. De todas formas te llevaría a casa pero ahora mismo no creo que pueda ser. Quizás me ves completamente activo pero he tomado a más no poder.
Reí por la graciosa mueca que adornó su rostro.
—El punto es que no podría conducir, ni tampoco Axel con el cuál te pensaba enviar.
—¿Qué soy? ¿Un paquete?— Enarqué una ceja. El rápidamente negó.
—Claro que no. Es solo que Axel vive a una calle de ti, por ende debe de saber dónde es. No le es para nada complicado acercarte pues como sabes vive por allí. De todas formas ya no es problema pues te quedarás aquí.
Mi mente quedó en blanco.
—¿Él vive por allí?— Cuestioné sorprendida.
—Si. ¿No sabías?— Parecía más confundido que yo. Negué.
—Lleva viviendo allí desde que regresó de Italia.— Murmuró pensativo.
—¿Dónde?— Cuestioné aún sin creerlo.
—Dos edificios después de tu apartamento en un segundo piso.— Murmuró con una mueca mientras se forzaba a recordar.
Asentí.
—Valla y... ¿Ustedes son muy amigos?
—Yo diría que sí, de hecho podría hasta llegar a llamarle hermano.— Se abrió a mí con una sonrisa.
La había jodido pero bien, de paso le había sido infiel con su según él, casi hermano.
Me quería morir.
—Y por qué la pregunta ¿Eh?— Indagó con curiosidad.
—No es nada, solo quería saber.— Respondí lo más creíble posible.
—Bueno ahora ya sabés y por cierto, debes de dormir.
—Tu no me mandas.— Refunfuñé como todo un bebé. Parecía que el licor me volvía rebelde.
Él se echó a reír.
—Tu también deberías dormir.— Le dejé en claro. El asintió y se levantó dirigiéndose a la puerta.
—Buenas noches.— Me deseó mientras la abría.
—¿A dónde vas?— Cuestioné confundida.
—Al sofá, a dormir.
—Claro que no, ven aquí— Sentencié mientras rebotaba mi mano sobre la cama pidiéndole que viniese.
—No creo qué...
—Solo ven.
Él luego de dudarlo unos segundos finalmente se acercó. ¿Era a causa del alcohol o este chico se veía cada vez más guapo?
—¿Por qué me decidiste a mí cuando eres uno de los chicos más populares y como plus, guapísimo?
—¿Eh?
—Has entendido Jeremy, ¿Por qué? ¿Qué viste en mí?
El suspiró.
—¿Te digo la verdad?— Asentí girando mi cuerpo por encima de la cama para fijarme en él.— La verdad Khloé, es que eres una de las chicas más guapas de toda la universidad, tienes las cosas claras en tu vida. Trabajas, vives sola, eres madura y divertida a la vez. Y siempre mantienes una alegre sonrisa en tu rostro ¿Lo mejor? Eres alguien en quien se puede confiar.
Toda una ola de culpabilidad me inundó llevándose consigo hasta mí última gota de felicidad. ¿Por qué lo tuve que haber hecho? Aunque bueno, solo fueron besos ¿no? Ni tan mal.
Sigue estando mal.
Puta conciencia.
Notando que me quedaba sin palabras Jeremy sonrió y besó mi frente.
—Buenas noches, linda.
—Buenas noches amor.— Murmuré antes de darle un último beso en los labios.
El con algo de sorpresa lo recibió, fue tierno, algo suave e íntimo, profundo.
—Te quiero, Jeremy.— Susurré suavemente intentando terminarlo de creer. Así es la psicología, si te sientes feo exprésate todo los días lo bonito que eres y si estás triste piensa en lo bueno y no dudes en sonreír.
Y si eso no funcionaba, me obligaría a hacerlo funcionar.
(...)
Mis párpados me pesaban y mi cuerpo aún estaba sin fuerzas. Sentada en la cama no sabía ni pronunciar mi propio nombre.
—Si estás muy cansada no es necesario que nos acompañes a entrenar.— Aseguró Jeremy mientras de colocaba una de sus camisas.
—¡Obviamente voy a ir!— Afirmé con las pocas fuerzas que me quedaban.
—Bueno si realmente quieres ir, te debes de levantar.
Tenía una resaca de mil demonios, no recordaba nada, lo único que sé es que caí la noche anterior y me hice un leve esguince en el tobillo. Claramente palabras de Jeremy.
Eso no es exactamente recordar
—¿Por cierto te sigue doliendo?— Preguntó acercándose a mí.
—La verdad no.— Respondí mientras lo movía en prueba.
—Perfecto, bueno, lo primero es que debemos de desayunar así que no tardes más.
Ya me había colocado la ropa de la noche anterior y estaba lista.
Cuándo Jeremy terminó con su cabello nos llegamos a la mesa.
—¿Cómo que hoy hay muchas caras nuevas, no?— Shadow tenía razón.
Sin verme sabría decir que mi rostro detallaba a alguien maltratada por la vida, Penélope cómo es normal, muy feliz, y bueno, el resto existiendo.
—Si...¿Pero sabes qué Shadow?— Cuestionó Christ. Me sorprendí al notar su presencia pues ayer apesar de su disposición no llegó a ir a la piscina, según sus palabras tenía que salir.
—¿Qué?— Preguntó el susodicho.
—Eso no evitará que te patee el trasero como la última vez.— Aseguró con burla.
—¡¿Pero qué dices?! Si llegaste a meter hasta un autogol.
—Uhh, eso es verdad.— Aceptó Jeremy entre risas.
—¿Ves?— Comentó Shadow provocandole.
—Eso no es cierto y tengo a alguien que te lo puede confirmar.
Me estaba entreteniendo está supuesta pelea.
—Ah sí, ¿Quién?
Mark me señaló.
—¿Eh?— Pregunté aún metida en mí mundo.— ¿Yo?— Murmuré en pregunta mientras yo misma me señalaba.
Él asintió.
—Si tú, el viernes nos viste jugar ¿no?
Eso sí que lo recordaba y oh Dios, ¿Por qué?
—Sólo ví los pases.
—Da igual, los hice mejor ¿A qué sí?
Me quedé muda y sin palabras, no recordaba.
—Chicos ella no debió de haberos visto, solo tiene ojos para su novio.— Comentó Axel con fingida inocencia.
¿Cuál era su problema?
—Sí, es cierto, no me fijé.— Acepté con dobles intensiones.
De la nada me surgió una abrumadora curiosidad, ¿de que hablarían Axel y Penélope? ambos estaban sentados juntos.
—...Si a mí también me gusta el fútbol, de hecho he visto varios partidos de...
¡Eso no era verdad! Ella aborrecía el fútbol, y no se había visto en su vida un puto partido.
Rodé los ojos y desvíe mi atención hacia mí desayuno.
Estaba comiendo una tostada con mermelada de frambuesa y un panqueque, acompañado por una chocolatada.
Y aunque simple, también delicioso.
Para llegarnos al campo nos dividimos en grupos de cuatro.
Betany, Shadow y yo fuimos con Jeremy en su auto, y Penélope, Cristh y Mark fueron con Axel.
Al llegar me pude fijar en las grandes gradas que lo cubrían por fuera. No se podía ver nada de su interior.
Cuándo entramos lo primero que hice fue sentarme en la primera fila mientras observaba como los chicos conformaban los equipos.
—Me llevo a Axel.— Aseguró Cristh.
—Pues yo elijo a Shadow.— Afirmó Jeremy mientras chocaba los puños con el nombrado.
—Me llevo a Mark.— Volvió a elegir Cristh.
—Pues yo... Joder, ¿Dónde está Carel?— Preguntó Jeremy pareciendo estresado.
—Al parecer a vuelto a faltar.— Comentó Shadow.
—Mierda... ¿Ahora quién podrá jugar?
—¡Jeremy! ¡Ella podría jugar!
—¿Eh?
—¿Eh?— Preguntamos ambos al mismo tiempo.
Yo observé a Betany con una expresión de horror notando como me señalaba.
—¡No, claro que no!
—¿Pero qué dices Khloé? Ayer mismo no paraste de hablar sobre lo maravillosa que eres.
—¿Qué yo qué?
—Ah sí, recuerdo.— Asintió Jeremy.
—¡Es cierto, ven Khloé, demuestra lo que según tú sabes hacer!— Exclamó Shadow.
¿Él también había escuchado lo que supuestamente se hacer?
—He dicho que no...
—Khloe, por el amor de Dios. Solo ve.
Betany parecía ser una chica de poca paciencia.
Un poco intimidada asentí.
Planteándome mi decisión por cada paso bajé las gradas y me llegué junto a mí novio.
—En mí equipo será.— Asentí hacía él sintiendo la intensa mirada de Bet en mí espalda.
Y sí, indirectamente había sido amenazada.
—Ok. Ahora decidiremos quién a de ser nuestro queridísimo portero.— Habíamos formado un círculo de información.
—¡Última! ¡He dicho!— Exclamé al segundo. Ellos me miraron sorprendidos.— Ehm, lo siento, costumbres, solía decirlo cuando jugaba con mi padre y amigos.
—No te preocupes.— Jeremy le restó importancia.— De hecho, ¡Penúltimo!
—¡¿Qué hacéis chicos?!— Preguntó Shadow perdido.
Me reí por la expresión de su rostro.
—No es nada, solo que te toca hacer de portero por esta ocasión.
—¿Perdona? Claro que no.— Negó inmediatamente.
—¡¿Qué tanto hablan?!— Intervino Mark en la conversación al detenerse a nuestro lado.
—Joder, deberías de bajarle un poco a tu tono, eh...
—Ya hemos terminado.— Respondí por Jeremy.
—Muy bien. ¡Chicos es hora de posicionarse, esto va a comenzar!
Todos le hicieron caso y se posicionaron.
Cuándo empezó el partido al principio no sabía muy bien que hacer. Recibía los pases con algo de miedo debido a mí falta de práctica. Pero finalmente anotamos el primer gol.
Fue muy épica la manera en la que mediante pases la pelota llegó a mí, por lo que corriendo logré esquivar a Mark con un suertudo caño que se utilizó como pase, la pelota llegó a Jeremy quién esquivando a Shadow logró meter el primer gol.
—¡Joder Axel pero muévete tío!— Exclamó Mark enfurecido.
Él lo ignoró. Sí, el gol se había realizado, pero porque Axel siquiera se había movido.
Axel no le prestó la mínima atención, como suele hacer con todo, y antes de encaminarse de nuevo a la portería me dedicó una mirada furtiva.
¿Qué le sucedía? O más bien ¿ Qué sucedió?
Pues sí, andaba un poco paranoica, solo me había emborracho una vez en mí vida y tengo muy malos recuerdos. No quiero volverlos a repetir.
Pronto nos anotaron el primer gol por lo que Jeremy tuvo que cambiar su puesto con el anterior portero.
Luego Shadow con ayuda de algunos de mis torpes pases pudo anotar otro gol.
Entre ambos equipos la diferencia era que no había cambio de posición por lo que Axel seguía de portero.
¡No detuvo tan siquiera una!
¿Lo peor? parecía hacerlo a propósito.
No soportaba más su falta de dedicación.
—¿Qué te sucede?— Pregunté intentando sonar empática.
—¿Acaso te importa? Hasta donde sé no.
Mi mente procesaba continuamente esa oración intentando suprimir todo otro tipo de trabajo para centrarse en su pregunta, pero finalmente lo único en lo que pude pensar fue en; ¿Eh?
—¡Claro que me importa!— Me parecía absurdo que pensase algo como eso.
—Pues bien, genial, porque no es mutuo.— Aseguró mientras con sus palabras sin darse cuenta lentamente me hería.
—¿Tienes algún problema conmigo?— Cuestioné enarcando una ceja. La tarde anterior Cristh había comentado que Axel no siempre era así. Aveces era menos frío, y con aveces se refería a cuando no estaba yo.
—¿Por qué tendría algún problema contigo?— Preguntó burlesco mientras me observaba de arriba a bajo con una mirada juiciosa.
—No paras de demostrar que no te agrado o... ¿me equivoco?— Pregunté con su misma firmeza.
Él comenzó a reír, se comenzó a reír de mí. Era la primera vez en mucho tiempo que le veía reír, aunque no como esperaba. Era como si la sonrisa de niño que siempre lo caracterizaba desapareciese y se convirtiese en una recopilación exacta de todos los villanos de esas muchas películas que vi de niña. Cuándo se recompuso se volvió a dirigir a mí.
—Es exactamente como dicen, acosadora, es un sentimiento muy grande como para sentirlo por alguien como tú.
Con esas palabras se retiró del campo dirigiéndose a las gradas donde le esperaba Penélope.
No sabía que decir. No entendí si era bueno o malo pero de todas formas no dejaría que me llegase a afectar.
Por cierto.... Él me había llamado ¿Acosadora?
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María__As2009
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