Capítulo 6: La amistad
El tiempo con Caleb pasó volando y sin darnos cuenta actuabamos como conocidos de toda la vida. Me había contado todo sobre su hermanito Jackie, quién cursaba los estudios de la escuela primaria en segundo año. También supe que en sus tiempos libres iba a clases de pintura y que se le daba bastante bien. Caleb me había enseñado una foto y con tan solo siete años era una primicia que pudiese llegar a pintar tan bien. A mi también me encantaba la pintura, estaba segura de que podríamos congeniar.
Caleb tenía diecisiete años mientras cursaba su tercer año de preparatoria. Pronto entraría a la universidad. Me dijo que su sueño era convertirse en un gran veterinario algún día y apoyar a todos los perros y cachorros sin hogar ni apoyo.
Como había dicho antes, todo un amor.
Por mí lado le comenté sobre que me mantenía en mí primer año de universidad, mi trabajo en la cafetería Dreams y mi sueño de algún día llenar un museo con todos los cuadros que pudiese pintar.
Había decidido estudiar derechos pero eso no era a lo que realmente me quería dedicar.
Puede que amase el fútbol, la gimnasia y todo lo que tenga relación con deportes o bailar, pero aún así mi verdadera meta y ocupación favorita era la de pintar.
Mi madre era una pintora muy conocida por el nombre de Gabriela Senk, mi sueño desde niña era algún día era poder llegar a su nivel. Colocar mis obras en los mejores museos. Vivir de ello y disfrutar de una vida haciendo lo que tanto amo y me gusta.
—Lo siento Khloe, es hora de buscar a Jackie.— aseguró apenado.
—No hay problema.— murmuré sonriente mientras me levantaba, llevaba más de cuarenta minutos sentada.
—Ahora que lo pienso...— Otra vez había comenzado a jugar con su anillo.
—¿Si?— Cuestioné, tenía curiosidad por saber a dónde quería llegar.
—Me has caído realmente bien y quería saber si te molestaría... Pasarme el número de tu celular.
Caleb me había caído muy bien y sin apenas conocerle ya lo sentía como un gran amigo.
Luego de intercambiar contactos nos despedimos. Llegué al departamento en un santiamén.
Una vez guardadas todas las compras en el refrigerador tomé una soda, palomitas y luego reproduje Netflix.
Habían sacado uno de los capítulos de la serie que tanto esperaba.
Era una serie de romance colegial. Protagonizada por mí actor favorito del cual poseía algunos póster.
Pero quedaron solo las ganas pues en ese momento alguien me llamó
Era Jeremy. Rápidamente le atendí.
—Hola.— Murmuré sonriente luego de llegarme a la mesa y tomar el celular.
—Hola linda ¿Cómo estás?— Su voz sonó con dulzura.
—Bien, ¿qué tal tú, amor?
—Mucho mejor desde que he comenzado a hablar contigo, amor.— Reí y como siempre me sonroje.
—¿Y que sucede, me llamas por algún motivo en especial?
—Ahora que lo mencionas, la verdad es que sí.— Por el tono que utilizó parecía aliviado. ¿Qué me tendría para decir?— La verdad es que en unos momentos pensaba llegarme a casa de Cristh y me preguntaba si te interesaría ir conmigo, probablemente está semana no tenga tiempo para mucho pues el campeonato y los parciales me mantienen muy ocupada. Así que en fin ¿Te vienes conmigo?— Añadió interrogante.
—Claro que sí. ¿Vienes por mí?— Cuestioné mientras me levantaba del sofá.
—En quince estoy allí.— Colgó sin decir nada más.
Diez minutos después ya me encontraba lista. No tenía pensado arreglarme mucho, solo me coloqué una falda y top que hacían conjunto con un corto abrigo.
Jeremy llegó unos minutos después.
—Estás hermosa amor.— Instantáneamente me sonrojé.
—Gracias.— Susurré mientras me depositaba en el auto.
El viaje fue tranquilo, Jeremy me permitió elegir la música reproducida por lo que nos pasamos el viaje cantando canciones de Taylor, Ed Sheeran y Shawn Méndez.
No sabía que tenían planeado hacer pero pensaba aprovechar el tiempo, ya mañana podría pasar el día en la cama.
Una vez nos llegamos Jeremy se bajó primero para tomar mi mano para ayudarme a bajar como todo un caballero. No pude evitar sonreír.
—Muy bien, hemos llegado, esta es la casa de Cristh.— Aseguró Jeremy mientras me impulsaba a la entrada.
La casa era enorme y con un portal realmente grande. Su altura era tanta que parecía tener dos pisos y aunque eso resultase común era raro que un chico de veinte años viviese en una casa o mansión como está. Estoy completamente segura de que probablemente ha de poseer una piscina.
—Asombrosa ¿No?— Jeremy no parecía tan sorprendido como yo. Probablemente debe de haber venido unas muchas veces ya.
Yo asentí dándole la razón.
Justo cuando nos detuvimos en la puerta de la entrada Jeremy tocó con una abundante confianza, y segundos después la puerta de abrió.
Cristh nos recibió con una sonrisa.
—¡Ya han llegado!— Exclamó en dirección a la sala.— Pasen.— Parecía animado.— Los estábamos esperando.
Al principio la puerta al ser de madera fina y clara me sorprendió, pero viendo el interior la puerta era lo de menos. Era una casa completamente moderna con sus mesetas grises y suelo pulido más brillante que el sol, con extensas habitaciones y pasillos adornados algunos por grandes televisores y variados equipos eléctrodomesticos.
—Han llegado.— repitió Cristh.
—Ya te oímos.— Dijo Shadow con sarcasmo.
De un momento a otro alguien me abrazó.
—¿Pero qué...?— No era muy fan del contacto por lo que unido eso con mi sorpresa mis palabras sonaron algo rudas.
—Hola, Khloe.— Detrás mío salió Penélope con una radiante sonrisa en el rostro.
¿Qué hacía ella aquí?
—Te noto sorprendida.— Murmuró mientras reía.
—Lo estoy.— afirmé aún intentando reponerme mientras mantenía una de mis manos en la zona del corazón.
—Acercate te tengo algo que decir.— Murmuró mientras con un mano me hacía un gesto para que la siguiese.
Los pasillos eran grandes casi pensé que me perdería.
Habíamos llegado al baño, uno amplio.
—Y bien. ¿Qué me tienes que decir?— indagué con curiosidad.
—¿Sabes quién me ha invitado a venir?— Parecía emocionada pues podía notar en sus acciones y ojos un brillo de emoción.
—Claramente.— Murmuré con ironía.
—¿Enserio?— Preguntó mientras me miraba sorprendida.
—No. Ve al grano idiota.
Rodó sus ojos mientras bufaba.
Carraspeó su garganta y ahora sí con la misma emoción lo chilló.
—¡Ha sido Axel! ¡Axel me invitó!
—¿Enserio?— Cuestioné confundida.
—Sí. Hace menos de una hora me llamó y me planteó que viniese y obviamente dije que sí.
Mis pensamientos se encontraban perdidos. ¿Por qué haría algo así? Soy consciente de que Penélope es hermosa y divertida pero... ¿Por qué?
¿Será verdad que lo ocurrido esa noche no fue real? O más bien qué, ¿no significó nada?
Mi mente daba vueltas y mis sentimientos parecían una montaña rusa estancada en la cima y sin salida.
—Estoy segura que le debo de gustar.— Declaró mientras observándose a través del espejo se arreglaba.
—Quizá.— Debo aceptar que eso me molestó.
¿Solo a partir de una simple invitación quién creería que le podría llegar a gustar? Es absurdo.
Aunque si ese fuese el caso no habría nada más que pensar. Todo sería mucho mejor pues cualquier duda con relación a Axel se terminaría por borrar.
Soy feliz con Jeremy por lo que no necesito de nadie más. Y si Axel me está causando dudas lo único que debo de hacer es buscar una forma de dejarle de pensar.
¿Y que mejor idea qué ayudar a Penélope a que se puedan enamorar? Estaba decidido, Penélope le terminaría por gustar, y si ya es el caso pues juntos de cualquier forma tendrán que terminar.
Me miré al espejo y noté mi sonrisa un poco delirante. ¿Cómo era posible que alguien pudiese causar algo como eso en mí?
Suspiré. No permitiría que una simple suposición me hiciese llevar mis pensamientos a una zona prohibida. Lo ocurrido esa vez no fue nada y tampoco debe significar nada.
Él no me gusta, no me atrae y no me puede gustar.
Alzando mi vista nuevamente al espejo sonreí. Esto no es más fuerte que yo.
—¿Estás bien?— Indagó Penélope mientras me observaba.— Chica, das miedo.— Aseguró mientras hacía una asustada mueca con su rostro. Reí.
—Volvamos con los chicos ¿si?— Se giró hacia mí y asintió. Fui la segunda en salir.
¿Cómo es que conoce por donde debemos de ir?
Me preguntaría eso y mucho más para justificar mi mala memoria.
Cuándo llegamos nuevamente a la sala todos los chicos ya se encontraban sentados en un respectivo lugar, mi sorpresa fue grande cuando ví a Betany parada detrás.
A lo largo de esta semana había podido conocer facetas de ella que no esperaba que tuviese. Y aunque suene extraño y mucho más de mí parte la siento como una gran amiga.
—Hola, Khloe ¿En qué momento has llegado?— Cuestionó mientras se llegaba hasta mí.
—Estoy aquí hace unos momentos, solo que me encontraba en el baño. Aunque de igual forma no te ví.— Respondí mientras le dedicaba una sonrisa.
—Estaba en la cocina preparando unas hamburguesas ¿Te apetece?— Preguntó mientras me extendía una bandeja. Asentí.
—Y bien ¿Qué te parece?— Indagó con esperanza.
—¡Están buenísimas! Me ha encantado.— Afirmé, las hamburguesas de Betany, mi nueva obsesión.
—¿No hay para mí?— Preguntó Penélope detrás mío.
—No.— Negó Betany dedicándole una mirada de lástima.— He olvidado prepararte la tuya ¡Lo siento tanto!— Exclamó con fingida pena.
—La verdad no importa, está bien.— Comentó Penélope encogiéndose de hombros.— No vaya a ser que me dé una infección...
—¿Qué has dicho?— Cuestionó Betany alzando una ceja en su dirección mientras le dedicaba una mirada despectiva. La cosa no iba nada bien.
—Bueno, bueno, es hora de calmarse ¿A que sí Cristh?— Murmuré intentado que me ayudase a guardar el orden.
—Supongo que sí.— Le dediqué una desafiante mirada.— ¿Qué?
—Penélope, si te apetece puedo brindarte un trozo de pan.— Se ofreció Axel mientras le tendía un trozo de su hamburguesa.
Penélope disimulando su emoción lo tomó y segundos después de tan solo saborearlo lo devolvió.
—Gracias Axel, pero no me gustó.— Murmuró provocativamente Penélope mientras miraba a Betany con desaprobación.
Cuándo noté las intensiones de Betany me llegué a su lado y la tomé de la mano. Una vez nos alejamos un poco de los chicos le hablé.
—¿Qué te sucede con ella Bet?— Indagué sin entender su nada silenciosa guerra.
—¡¿En serio preguntarás?!— Exclamó alterada.
—Pues sí. Quiero entender.
—Muy bien, si insistes... En primer lugar; Es una indeseable, ¿cómo puedes soportarla por las más de diez segundos? En segundo lugar; Se cree la última puta gaseosa en todo el desierto. Y por último; No para de opinar. Y ahora Axel invitándola. ¿En qué carajos estaba pensando?
—La primera vez que la ví me pareció una chica agradable pero al entender que todo su supuesto mérito lo gana al opacar ¿Qué quieres que llegué a pensar? ¿Crees que no me he dado cuenta de la despectiva manera en la que te incluye en cada conversación? ¿Cada vez que cuenta algo vergonzoso sobre ti? Porque lo ha hecho estando o no tú ahí ¿Cómo me podría ella agradar?— Añadió segundos después.
Mi mente estaba confusa. Sí, todo aquello era cierto pero de esa manera nunca lo miré. Solo ví a una chica de poca autoestima a la que por motivos de amistad debo de cuidar. A una frágil persona de la cuál se más de lo qué debería y a una niña a la que toda su vida no pararon de menospreciar.
—Y se lo que debes de estar pensando. Estoy sacando ideas apresuradas y cosas de contexto pero no es así. Sabes la manera con la que se refiere a ti. Aburrida, tonta, introvertida y falsa. Pocas definiciones resumiendo todo lo dicho. ¿Crees que no nos contó la manera en la que te hacían bullying en secundaria y todo lo que llorabas? Y créeme al decirte esto no intento hacerte sentir mal solo mostrarte la verdad. No quiero imaginar la manera en que probablemente te ha hecho sentir en algún momento pero estoy segura de que no ha de haber sido una sola vez...
—Se que romper una amistad es díficil y más una de años pero en serio no te recomiendo continuar. Y si crees que no podrías alejarte de ella porque te quedarías sola o tal vez porque necesitás alguien con quién hablar créeme. Estoy aquí para ti. Y recuerda, todo tiene límites, y tú también.
No sabía que pensar, decir o hacer. Yo entendía y conocía de lo que Penélope era capaz, pero jamás pensé que alguien me pusiese todo en una perspectiva tan diferente, grave y real.
Sin decir una palabra la abracé. Lágrimas corrían por mis mejillas y aunque fuesen pocas y disimuladas no las podía evitar. Por su parte ella un poco sorprendida me devolvió el abrazo mientras pasaba su mano por mí espalda en signo de consolación.
—Creo que me he pasado, perdón yo...— Murmuró arrepentida.
—No, está bien, lo necesitaba.— Me separé.— Dame tiempo y se lo diré.
Ella entendió a que me refería por lo que asintió. Limpié mis lágrimas y una vez más tomándola del brazo la guíe, pero esta vez devuelva con los chicos y mi mejor amiga.
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