Capítulo 5: Menudo día

Hoy era jueves, un nuevo día. Dentro de poco comenzarían los parciales por lo que debía de centrarme en estudiar. La universidad se iba complicando cada día más.

Mientras iba de camino a la escuela podía notar la acera llena, muchos de los chicos y chicas estudiantes de la universidad como ya había dicho antes, vivían por aquí. Por lo que todas las mañanas eran iguales.

Cuando llegué ya Penélope me esperaba cerca de la taquilla.

—¡Hola Khloe! ¿Qué tal estás?— Se notaba animada y risueña. Una vez se apartó, tomé mis libros del casillero y luego lo cerré.

—Bien... ¿Y tú? Te noto animada— Murmuré mientras alzando una ceja observaba su exagerada sonrisa.

—¡Claramente debo de estarlo! ¡En unos días son las olimpiadas!— Exclamó mientras aplaudía sutilmente.

Estaba confundida— ¿Olimpiadas?

—Espera... ¿No lo sabes?— Su expresión había cambiado drásticamente mientras me miraba como si fuese una extraña.

—¿Qué debo saber?— Necesitaba una explicación.

—Dios... ¡Tienes de novio a Jeremy Thompson, el capitán del equipo de fútbol, y no sabés de que te hablo!— Parecía sumamente ofendida.

—Oh... Esas olimpiadas...— Lo había olvidado, Jeremy me lo había comentado cuando fuimos al restaurante, tenía tantas cosas en la mente qué no lo había recordado.

El timbre sonó, ya era hora de comenzar.

Luego de despedirme de Penélope me dirigí a clases. Una vez entré a la sala me dirigí a las últimas mesas. No era muy fan de la atención, prefería sentarme detrás, donde podía apreciar el paisaje a través de la ventana con una vista detallada del campo.

Mi primera materia fue español, cada día era más complicada. ¿Por qué simplemente no nos quedábamos en leer y escribir? Lo básico, o tal vez formas de escritura, no era necesario nombrar los verbos, las expresiones escritas ni tampoco las irregularidades verbales. Solo relleno y contenido.

Mientras la clase seguía yo prestaba total atención porque aunque no me gustase tenía claro que no me debía desviar.

—En tan solo unos meses comenzará el verano y por ende los parciales, aún no hemos llegado a completar todos los objetivos así que hoy nos centraremos un poco más.— La profesora de español Margaret siempre se ha caracterizado por encantarle adelantar. ¿Por qué simplemente no dejaba que todo tocase a su tiempo? ¿Tan difícil era?

Sin poderlo evitar apesar de saber la importancia de esta materia mi mente viajó al recuerdo de la noche anterior, era imposible que Axel llegase a hacer algo como eso, pasé la mitad de mí vida queriéndole y ahora que por fin encontré a alguien como Jeremy, esos extraños sentimientos tenían que volver.

Mis sentimientos estaban cambiando y no entendía el porqué. Desvíe mi vista a la ventana.

Mi sorpresa fue grande al notar que el campo estaba ocupado. Probablemente el equipo de Jeremy debía de entrenar muy duro todas estas semanas. El campeonato era muy importante para la institución, Jeremy y Shadow habían hecho un gran trabajo durante estos tres años. Era uno de los equipos más grandes del país el cuál poseía variados premios y reconocimientos, tanto así que hay en la actualidad una zona reservada para sus trofeos y diplomas.

Notaba sus risas y caras de concentración, como pude ver estaban haciendo pases aéreos. No todos los oponentes pueden responder a estos. Todos eran sumamente buenos, su cordinacion y dominios me provocaban envidia.

Desde pequeña siempre había amado el deporte, en especial el fútbol. En secundaria y preparatoria pasaba todas las tardes y horarios de  recreación jugando con mis amigos. Y aunque suene egocéntrico era sumamente buena. Sentía el futbol más que un simple deporte, lo sentía una pasión.

—¡Señorita Bennet...!

Lo único que mi mente logró decir fue:

Mierda.

Había dado un brinco en mi lugar. A mi lado se encontraba la Señora Margaret. No era buena señal.

—Me parece señorita que usted no está atendiendo mí clase. Si no le interesa puede compartirlo en dirección, estoy segura que a la directora sí que le interesará.— Se había inclinado hacia mí. Sentía un nudo en la garganta. A dirección no, por favor.

—Valla con que eso es con lo que se entretenía usted...— Ella también se encontraba observando a través de la ventana.—Que sorpresa Bennet no esperaba eso de usted. Debería controlarse la hormonas señorita, ya podrá mirar a su novio sin camisa en otra ocasión.

Mi rostro se desfiguró. ¿Qué? En ningún momento había visto a ninguno de los chicos sin camisa. Y se lo iba a confirmar a punto de señalar la ventana pero la verdadera sorpresa me la llevé yo.

Era obvio que antes no podían haber estado así. Todos se encontraban sin camisa a excepción de Axel. Al cuál se lo agradecí.

Mostraban su pecho y abdomen. ¿Era legal esa tipo de exhibición? Ya sabía que Jeremy era algo así como un Dios pero esto no era más que una confirmación.

Sus cabellos estaban mojados y pegados a sus rostros lo que los hacía ver más atractivos e irresistibles.

Y aunque a un principio pensé que no sucedería había llegado el turno Axel el también se había quitado la camiseta.

Era probable que sin darme cuenta estuviese babeando en mi lugar, era completamente deslumbrante.

¡Prefiero echarle la culpa de las hormonas!

—¡Khloe!— Cristh me había notado y me estaba saludando con su mano mientras avisaba a los demás de mi lejana presencia.

—...Señorita...

Todos alzaron su mirada y la dirigieron hacia mí. Estaba segura de que me había puesto como un tomate.

—Señorita...

Jodido Cristh.

Alcé tímidamente mi mano y les saludé.

—¡Señorita Khloe Bennet espéreme en dirección!— Exclamó la profesora mientras con su mano golpeaba la mesa.

—¿Qué...? ¡No, no perdone! ¡No volverá a ocurrir!— Me giré hacia ella con los ojos como platos. Lo había hecho otra vez y en esta ocasión en su propia cara.

¡¿Porque tenía que interrumpir?!

No entendía que me pasaba, estába completamente distraída.

—¡Vé, ahora!— Todos se encontraban mirándome atentamente, la vergüenza me carcomía. ¿Cómo había podido llegar a ser tan idiota? ¡Juro que no la escuché!

Tomé mi mochila y cabizbaja salí del salón con la mirada de todos sobre mí.

Quedé sentada fuera de la entrada de dirección durante un cuarto de hora. Lo bueno fue que al revisar mi expediente académico finalmente solo me dieron una advertencia viendo esto como algo de una simple ocasión y no una mala conducta que podría volverse diaria. ¡Qué día!

La siguiente clase era gimnasia. Siempre había amado esta actividad, desde que era solo una cría buscaba todos los videos y tutoriales de bailes y trabajos para la elasticidad.

La universidad era realmente grande, ya que poseía distintas ramas como serían las ciencias medicinales, el arte como un todo y la economía entre otras muchas más.

Cuando me llegué a gimnasia todas estaban allí paradas en frente de una señora un poco mayor con una expresión seria.

—Buenos días.— todas fuimos correspondientes.— Soy Luisa, su nueva guía.— Ya nos habían avisado sobre la llegada de otra maestra, el profesor anterior poseía sus años y no se encontraba en las óptimas condiciones.— Se qué anteriormente con su antiguo profesor no hicieron más que un par de saltos, correr y algo de estiramiento pero a partir de ahora las cosas aquí dentro cambiarán. En primer lugar, las clases ya no se tomarán a la ligera, soy consciente de que muchas aspiran a más que solo mantenerse al margen y no resaltar, así que he coordinado con la jefa de la institución y está confirmado, ¡habrá grupo de porristas en la universidad!

Muchas de las chicas saltaron de alegría, siempre se había esperado un cambio como este y aunque no lo demostré me encontraba igual de animada.

No era abierta a mostrar cómo me sentía, me daba rasgos de debilidad.

—Ya sabéis que el campeonato de fútbol va a ser en unas semanas, los otros equipos tienen a su grupo de animadoras y nosotras no podemos quedarnos atrás.— añadió mirándonos a cada una fijamente.— Sonia, Cristina, Reily y Khloe. Vengan aquí delante.

Estaba confundida ¿Por qué me había llamado a mí?

—Muy bien, ahora que estáis aquí puedo advertirles que he revisado sus expedientes y sus notas en gimnasia son sumamente altas. El problema aquí es que una representante de clase aún no he podido decantar.— Comenzaba a entender a dónde quería llegar.—Así que a partir de ahora esto será una competición. La que más destaque especialmente de ustedes no solo estará dentro del equipo, sino que también lo guiará.

Todas nos miramos entre nosotras sonrientes. Era aliviante saber que en este pequeño grupito no se trataba de rivalidad ni envidia. Si no más bien de orgullo en sí misma y felicidad.

—¡¿Perdona?! ¿Por qué ellas?— Cuestionó una de las chicas no seleccionadas. Obviamente almenos una tenía que haber.— ¿Y qué si yo soy mucho mejor que ellas solo que comencé a mejorar en recientes cursos?

—Primeramente cariño, no me alces la voz. Solo por algo como eso podría ya sacarte de la lista a audición.

La chica rápidamente negó y pidió perdón. Era una señora estricta.

—Y segundo, no es mi culpa querida que no te hayas esforzado más y que ahora quieras reclamar. No obstante a eso en ningún momento dije que solo serían ellas. Si mediante las clases muestras mayor rendimiento y elegancia es probable que la guía, termines siendo tú. Por otra modo no creo que puedas llegar. Una cara bonita no te ayudará a ganar.

El comienzo solo trató de hacer algo de ejercicio físico, sentadillas, abdominales y planchas. Perdimos mucho tiempo solo en la introducción por los que no nos dió tiempo a comenzar con la gimnasia en general.

El día en sí fue largo y atareado, Axel no había podido asistir, al parecer había hablado con la jefa y pedido un día libre para entrenar.

El recreo con los chicos había transcurrido normal gracias a Dios. No soportaría que me sacasen el tema de hoy

(...)

El fin de semana había llegado y con eso mis ganas de descansar. Mucho había esperado este día.

Sábado.

Era de esos días en que te levantabas a tu aire, desayunas a las diez y dejabas de ocupar el pijama si al caso, quizás al medio día.

Había desayunado un vasito de yogurt y una tostada con pasta sentada en la meseta de mi cocina. Amaba sentarme ahí. Desde niña siempre lo hacía.

La señora Steven esta mañana me había dejado un mensaje en el que me decía que ya me había transferido el dinero a mí tarjeta y mirando mi Freezer me parecería no haber nada que pensar. Estaba completamente vacío tan solo con una botella de agua dentro. Era obvio que ya era hora de la compra mensual.

Tomé un top blanco junto con unos pantalones anchos y colócandomelos salí. Como ya dije las tiendas y mercados estaban en medio de la ciudad.

No fue mucha mi espera antes de que un taxi llegase y me recogiera. El tráfico dependía del horario. Todo un rollo.

Una vez se detuvo cerca de la tienda solo debía de caminar unos pocos pasos para llegar hasta allí. Tomé filete, carne, aceite, vegetales, frutas para un mixto de merienda, y obviamente no podían faltar algo de dulces.

Me encontraba de camino a casa cuando algo me detuvo o más bien alguien. En frente mío había un pequeño cachorro, le aproximaba solo unos siete meses. Era realmente adorable y hermoso con su combo de color entre carmelita y blanco.

Siempre había sido fiel amante de los animales, en especial de los perros. Extendí mi mano hacia su cabeza y con un continuo movimiento de cola me respondió. Me sentía muy feliz mientras le proporcionaba caricias. Su felicidad me contagiaba.

—¡Crema! ¿Dónde estás?— Era la voz de un chico, y eso no tenía nada de raro, lo raro era el hecho de que el pequeño perrito entre ladridos llegase hasta él.— ¡Con que aquí estabas! ¿Eh, rufián?

Ya me encontraba de pie mientras los observaba, el chico lo tenía envuelto en sus brazos mientras con una sonrisa observaba al cachorrito.

—¿Es tuyo?— Aunque era obvio no me resistí a preguntar. El chico alzó su mirada fijándose en mí.

—Si, Es mío ¿Por qué?— Indagó mientras me repasaba con la mirada.

—Nada, simplemente curiosidad, es muy lindo. Oh, por cierto. He oído que has dicho... ¿Crema?— Con una tímida sonrisa el chico asintió.

—Ese es su nombre.— Murmuró mientras lo acariciaba.

—Oh vaya, que original.— Dije mientras reía.

—La verdad, no se lo puse yo.— dijo mientras mirando hacia un lado sonreía.— El nombre se lo puso el carnicero.

—¿Perdona?— Me parecía chistoso. Era raro que un carnicero le pusiese un nombre a tu perro y más ese en especial

—Es chistoso pero también cierto. Antes de ser mío era callejero hasta que bueno enterándome que no tenía dueño y convenciendo en ese entonces a mis padres me lo pude quedar, hoy no puedo estar más agradecido.

—Una historia muy emotiva, quisiese tener una igual. Lo cierto es que mis padres jamás me permitieron tener una mascota o un animal en casa, me decían que era mucha responsabilidad para una niña de tan solo diez años.— Recordaba eso con lástima pero lo cierto era que tenían razón. No estaba preparada para cargar con esa responsabilidad.

—Al principio los míos fueron igual de recios pero finalmente aquí está. Y soy el más afortunado de tenerle.— Se notaba la alegría y orgullo en sus gestos y voz. Yo sólo podía contemplar todo el amor que compartían, era sumamente lindo. Parecía un gran chico.

Y aunque nos encontremos parados en medio de la acera estaba disfrutando esta conversación.

—Oh, perdona que tonto. Soy Caleb.— afirmó apenado mientras me tendía su mano. Sin titubear la tomé.

—Un gusto Caleb, soy Khloe. Por cierto.— sonreí.— Me encanta tu nombre.

Mis mejillas estaban sonrojadas. Era común en mí que por cada muestra de afecto ya sea mía o de alguien más podía llegar a sonrojarme en tan solo unos segundos.

—Muchas gracias el tuyo también es realmente lindo.— Para mi sorpresa el también se sonrojó. Era súper adorable y mono.

—No te molestaría alargar un poco esta conversación ¿no? Mis padres no están en casa y debo esperar cerca de una hora a qué mi hermanito salga de sus clases para irle a buscar. Es que me has parecido una chica muy interesante y me interesaría saber un poco más de ti.— añadió mientras jugaba con el anillo de uno de sus dedos.

—No, no me molesta para nada. De hecho tenía planeado luego de comprar estas cosas....— Alcé las bolsas.— Llegarme a ese parque.— señalé la zona botánica con asientos y individuos una calle delante en la que siempre me solía sentar.— ¿Te parece bien?

No sabía si era yo o el chico pero sentía una extraña confianza, era agradable hablar con él. Y más me agradaba el hecho de qué la conversación fluyera de tal manera.

—Vaya, justo iba a decirte si te gustaría irte a sentar.— Parecía cómicamente sorprendido.

—Ya sabes lo que dicen. Grandes mentes piensan iguales.— Reí mientras caminaba. Él me siguió.

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