Sobre decisiones apresuradas
La semana de exámenes pasó bastante rápido, entre estudio y desvelo. El profesor Zacharias suspendió los ensayos de buena voluntad, lo cual todos los miembros del equipo lo agradecieron.
Mikasa ya cumplía seis días en casa de los Springer–Blouse y debía admitir que había sido una gran paz a su mente atormentada. Solo había mantenido comunicación con su padre vía telefónica… y para pedirle dinero. Bueno, las malas costumbres no se iban tan fácilmente.
El día sábado, Mikasa recibió un mensaje de Levi, citándola a beber algo en un local elegante del centro. Nada de lo que ella solía frecuentar con sus compañeros de universidad. Menos iría con sus padres a un bar elegante.
–¿Hay un trago más mariposón que eso? –se burló Mikasa al ver llegar el trago de su primo, una copa de espumante para ella.
–El cosmopolitan –respondió Levi.
Mikasa asintió dándole la razón. Estar junto con Levi, solos, no era algo común. Quizás cuando era más niña pasaba largas tardes con él, yendo a los juegos y a tomar helado. Pero cuando Levi "salió del closet" hacía unos seis años, todas las salidas se vieron interrumpidas. Quizás porque su mamá no vio que fuera buena influencia, o porque Mikasa ya en su adolescencia disfrutaba más el tiempo con sus amigos.
–Vamos a hablar con la verdad aquí, mocosa –Levi tomó un sorbo de su tequila margarita –Nadie te va a decir puta mierda, algo que odio son las mentiras. Suficiente tuve con Kuschel escondiéndome quién era mi padre por quince años y sabiendo que su amante pagaba mi manutención. Perdón, sus amantes –corrigió, Mikasa le dirigió una sonrisa pacífica –No me quejo, lo tuve todo. Pero no soporto la mentira. Así que aquí va.
Mikasa sabía que esta reunión era para tratar el tema de la salida de la casa de sus padres. No había otra razón, su primo y ella no tenían nada, pero absolutamente nada que ver.
–Si me fui de casa no fue por la discusión que tuvimos… no completamente –dijo la chica sin tomar su copa aún, pero sí unos maníes que llevaron a la mesa.
–Todo adolescente se va alguna vez de su casa –desestimó Levi –No es algo por lo que te crucifique. De hecho, creo que te servirá para ver las cosas desde otra perspectiva.
–¿Ah sí? –preguntó sorprendida.
Levi asintió con seguridad.
–Tendrás que volver en algún momento –continuó el mayor de los Ackerman –Pero no creo que ahora sea el momento –caviló –Tus padres también tienen que arreglar sus cosas… –hizo una pausa –No están pasando por un buen momento tampoco –se llevó la copa a la boca –Algo que veía venir de todos modos –bebió.
–¿Se van a divorciar? –balbuceó aterrorizada.
Levi frunció los labios antes de responder.
–No lo sé –respondió con honestidad –No creo que seas tan tonta y egocéntrica como para no haberte dado cuenta que las cosas entre los dos no están en los mejores términos. Claro que Bertie es un idiota que le encanta esconder la mugre debajo de la alfombra –se refería al padre de Mikasa, un apodo familiar –Todo con tal que su pequeña princesa no note nada –agregó en tono burlón.
Mikasa bebió de su copa.
–¿Cómo está mamá? –preguntó algo reticente.
–No sé más que tú, pero tu papá está preocupado. ¡Dios bendiga a ese buen hombre!
–Levi, eres ateo…
–Agnóstico –corrigió jugando con un par de gotas que mojaban su copa –Pero lo que yo crea o deje de creer no es el tema acá.
Mikasa asintió.
–Mira, preciosa –la actitud de Levi cambiaba drásticamente –Los problemas de tus padres vienen desde… casi el comienzo –se alzó de hombros –Lo que sucio comienza, sucio termina.
Mikasa sintió un escalofrío recorrerle desde el espinazo hasta los dedos.
–No me digas que no soy hija de papá –escondió su rostro entre las manos.
–¡Ay, no! ¿En qué novela turca crees que estamos? –exclamó divertido, Mikasa retiró sus manos del rostro, algo más aliviada –Tu mami de casó obligada con tu papi porque se embarazó. Eso le pasa a mucha gente, ¿y qué? Si realmente hubiese habido amor ahí, nada de esto hubiese pasado.
–¿Entonces?
–Disculpa por lo que voy a decir, pero tu madre es una maldita zorra. A veces me sorprende lo muy bien que te aleccionó en zorrismo –suspiró mirándola con lástima.
–Di lo que tengas que decir, mugroso pigmeo –Mikasa tomó el cuchillo frente a ella amenazante –Pero no nos llames así. Ten un poco de respeto.
Levi soltó una carcajada burlesca, Mikasa bajó el cuchillo frente a las miradas asombradas de un par de personas en las mesas de los costados. Levi la miró serio.
–Te voy a contar una preciosa historia de amor o, como me gusta llamarla a mí, la historia de las crónicas de una muerte anunciada.
–Muy literario, ¿no? –se burló Mikasa.
Levi se sonrió un segundo y bebió nuevamente. El garzón les trajo una tabla de quesos y jamón, adornado con algunos frutos del bosque. La dejó al centro de ambos. Se retiró, no sin antes retirar los cuchillos.
Levi retomó la conversación.
–Cuando tu padre salió de la universidad decidió hacer un viaje por el mundo. Se lo podía permitir, tus abuelos siguen estando forrados en dinero.
–No te quejes –advirtió Mikasa –Pagaron tus estudios.
–No lo hago –exclamó Levi –Sin ser mis abuelos fueron muy buena gente… –se acercó a ella cómplice –Sigo teniendo mesada. Digamos que tu abuela me tiene lástima porque "salí torcido" y tu abuelo dice que es culpa de Kenny. A saber –se rio –Siempre he creído que tu abuelo es medio rarito.
–¡Por Dios, Levi! –exclamó ahora Mikasa.
–¿Qué? Si gay se nace, no se hace. Dicen que es genético. Quizás por eso no les extrañó tanto que yo saliera maricón si Kenny ya andaba con Uri –Mikasa se alzó de hombros –Pues bien, ¿dónde iba? ¡Ah, sí! Bertie haciendo de mochilero –bebió de su copa, Mikasa lo imitó y luego tomó un trozo de queso de la tabla –Recorriendo el mundo por un año completo –hizo memoria –De todos los lugares que visitó, fue Japón el que más le gustó. Eso y haber conocido a un par de sujetos que lo motivaron a tomar unos cursos en la universidad. Y como Bertie siempre fue un cerebrito, lo hizo de maravillas. Sin pedir un peso de sus papis pagó todo, trabajó en lo que pudo y convalidó su título universitario extranjero. Tu abuela creía que había "salido del closet" en Japón. Eso fue tan gracioso –carcajeó –Bueno, esta historia realmente comienza cuando Bertie ingresa a trabajar a una empresa nacional, pero en su sede en Tokio. El idioma y su simpatía natural se lo permitieron. Si es un pan de Dios –suspiró –En fin, llevaba ya un par de años allí cuando se hizo muy amigo de Toshi Nakamura, un compañero de trabajo.
–Nunca he escuchado de él –murmuró Mikasa intrigada.
–Eso es lógico, preciosa –suspiró Levi –Verás, Toshi tendría unos treinta años, tu padre un par de años menos. Toshi era un tipo exitoso y comenzaba a avanzar rápido en la empresa, se ayudaban mutuamente y pasaban mucho tiempo juntos. No sé qué tanto sepas de Japón y su cultura, pero a los treinta un joven que se respete ya debería tomar una esposa. Y si no aparece ninguna chica correcta, pues sus padres la eligen. Medievo total –volvió a reír –Así es como entra Maika a esta historia. Maika era la novia de Toshi –Mikasa abrió los ojos cuanto podía sorprendida –En sus tempranos veintitantos, recién graduada de la universidad, hermosa y de buena familia. Eran simplemente la pareja ideal.
Mikasa no salía de su asombro. En su mente se urdió con rapidez el resto de la historia. Seguramente su madre se dio cuenta que ese matrimonio arreglado no era lo que quería, que se enamoró de su padre perdidamente, que terminó su compromiso abruptamente y se casó con su papá contra el deseo de sus abuelos… Eso explicaría el porqué sus abuelos maternos nunca pasaron demasiado a su papá.
–Entonces mamá dejó a Toshi por papá… Es hermoso –sus ojos brillaban ilusionados.
–¿Quién te dijo que no se casó con Toshi? –Levi la miró displicente –Se casó con todas las de la ley, Bertie estuvo invitado de hecho. Recuerdo que telefoneó a Kenny para comentarle lo grandiosa que era una boda nipona y lo muy afortunado que se sentía de haber sido invitado. En ese tiempo yo ya vivía con él –hizo un gesto de desagrado –No sé que fue peor, vivir con Kuschel y sus cosas, o vivir con Kenny… –hizo una pausa y volvió a beber –Con Kuschel –confesó.
–¿Mamá le fue infiel a su esposo con papá?
Levi negó.
–Toshi tenía un amorío con una chica de la oficina. Esas cosas no son extrañas en los matrimonios arreglados… –Mikasa enarcó una ceja –Es otra cultura, a mí no me mires. El tema acá es que Toshi y Bertie eran buenos amigos, ¿verdad? Tan buenos amigos que Bertie compartía constantemente con él fuera de horarios laborales y muchas veces eso incluía a Maika. Y como Bertie siempre ha sido un gran tonto… se enamoró de Maika. Hasta ahí todo bien, él entendía que era la mujer de su amigo y que nada podía hacer contra eso. Ya pasaría, ¿verdad?
–No me gusta el rumbo que está tomando esto… –murmuró Mikasa.
–Me alegra, porque no sigue mejor. Te lo advierto –continuó Levi –Cuando Maika descubrió el amorío entre Toshi y la otra chica… se vino abajo. Todo su perfecto sueño se hizo mierda. Pero… ¿con quién podría hablar que la entendiera? –Mikasa parpadeó –Con Bertie, claro. Las mujeres japonesas tradicionales comprenden esas situaciones, pero Maika decidió que no lo toleraría. Ahí entra Bertie –volvió a beber –¿Te imaginas lo difícil que debe ser en una sociedad así, ser divorciada? El asunto es que Maika continuó en ese matrimonio por un año o un poco más. Por su lado, Bertie trataba de hacer entrar en consciencia a Toshi como lo haría todo buen amigo… occidental. Las cosas allá son diferentes, nadie se mete en las cosas de pareja. En fin, aquello comenzó a resquebrajar la amistad entre ambos.
–¿Entonces papá salvó a mamá de ese horrible matrimonio de mentira?
–Define "salvar", preciosa –suspiró y volvió a beber –Bébete eso –indicó a la copa de Mikasa –Vas a necesitarlo.
–Ya lo necesito –respondió Mikasa y se bebió la copa de una sola vez. Se volteó hacia el mesero y le pidió otra con un gesto –Continúa.
Levi asintió.
–No voy a contarte un cuento de hadas, porque acá no hay princesas ni príncipes encantadores –hizo una pausa y vio a Mikasa comer otro queso con ansiedad –A veces lo único que se necesita es un hombro en el cual llorar… y eso confunde. Maika vio en tu padre la posibilidad de salir de ese matrimonio funesto. Vio a un hombre bueno, que la amaba profundamente. Por lógica, terminó metiéndose con él. Fue en el momento preciso. Toshi fue transferido a otra ciudad y Maika presentó el divorcio. No pasó un mes y se embarazó de ti. ¡Fue una hecatombe que ni te imaginas! Divorciada y embarazada de otro hombre. Casarse era la mejor solución… volverse a casar. Aun cuando, a mí ni a nadie nos engañó, ella seguía enamorada de Toshi y todo el sueño de princesa que tenía y debía tener –Mikasa estaba de piedra –Bueno, Bertie juraba que Maika se casaba enamorada… pobre buen hombre.
–Momento –Mikasa negaba con la cabeza rápido –¿Estás queriendo de decirme que mi mamá…?
–Vamos a aclarar algo –la interrumpió Levi –No culpo a tu madre por divorciarse, ni menos por refugiarse en Bertie. ¡Quién no lo hubiese hecho! Digamos… estar en un matrimonio sin afecto, que podía ser idílico en todo aspecto, pero que no resultó como ella soñaba. Ver frente a ella a un hombre que daría todo por ella sin pensarlo siquiera. ¿No es lo que querría toda chica? ¿Ser rescatada de una situación horrible por un príncipe extranjero? –suspiró –Pero ya te dije, en esta historia no hay princesas ni príncipes. Solo personas corrientes en situaciones, también, corrientes.
Mikasa recibió su segunda copa de champaña y la tomó de un sorbo hasta la mitad.
–Tu madre fue una víctima de las circunstancias… y arrastró a tu padre con ella –continuó Levi –Quizás tu madre no habría tenido que tomar una determinación tan drástica si no se hubiese embarazado, pero ser divorciada en una sociedad tan conservadora, hace veintiún años era cosa diferente. Para todos ella estaba dañada, nadie la querría… sino alguien muy moderno, o un extranjero donde los divorcios fuesen pan de cada día. Bertie era una buena solución, ¿no crees?
Mikasa solo podía pensar en los eternos y redundantes discursos de su madre. En el como los jóvenes solo buscaban aprovecharse de ella, que debía dedicarse y entregarse completamente a ese gran y perfecto amor. ¿Acaso su mamá creía que ella misma no había puesto suficiente de su parte en su relación con Toshi? ¿O que él se aprovechó de sus buenos e inocentes sentimientos para hacer lo que quisiese? ¿Quizás que debió tolerarlo todo solo con tal de no vivir en la deshonra eterna?
–Como sea –retomó Levi –Maika logró meterte toda esa mierda en la cabeza, sus propios traumas. Ser perfecta y no dar un paso en falso. Ahora ya sabes que ella también tiene un pasado…
–No me tranquilizas precisamente –bufó Mikasa para darle otra bebida a su copa y terminar con el contenido.
–Te dije que sería sincero, no que traería consuelo a tu frágil corazón de hielo, princesita de papá.
La muchacha suspiró. Cansada, triste, desilusionada. Toda su vida, todo lo que creyó de sus padres… todo era una mentira. Una perfecta mentira… que terminó por salir a la luz.
–¿Mamá… no me quiere?
–¡Pero, qué burra! Claro que sí, tonta –exclamó Levi con liviandad.
–Entonces, ¿para qué me cuentas todo esto? –murmuró con la voz húmeda –¿Para hacerme sentir culpable, vil sabandija?
Levi negó suavemente.
–Solo te cuento porque debes saberlo. Porque todos debemos saber lo que hay tras de ciertas actitudes de nuestros padres... y de ciertas situaciones en las que podemos vernos inmiscuidos sin tener mayor protagonismo en ellas. Así, cuando los veas la próxima vez, sabrás que hablas con seres humanos, como tú y como yo. Llenos de historias, errores y culpas. No tienes ninguna historia que copiar, ningún héroe a quien imitar. Solo te tienes a ti misma, intenta ser mejor cada día, solo midiéndote por tu propia vara. ¿Me entiendes?
Mikasa asintió lento. El mesero se acercó a ella con la botella de champaña. Levi fue quien le indicó que volviera rellenarle la copa mientras él degustaba su tequila a medio beber.
–El mayor error de Maika fue tratar siempre de cumplir con un estándar que no estaba predestinado para ella. De hecho, no debía tener muchos más años que tú cuando todo esto pasó.
–Tenía veinticuatro cuando se casó con papá precisamente –afirmó Mikasa y suspiró viendo las burbujas ascender en su copa. Sonrió algo perdida –Es curioso… que todo esto explote justo ahora –Levi la miró con curiosidad –Con lo de Eren, el video… lo de Jean…
Levi caviló.
–Karma –sentenció –O constelaciones familiares. Lo que quieras. Pero sí, es curioso… –estuvo pensativo un momento –No conviertas a ese chico en otro Bertie.
–¿Ah? –murmuró la chica y miró a su primo a los ojos –Tengo el implante –se indicó al brazo.
Levi se rio suave y negó.
–No me refiero a eso. Quiero decir que no vuelques todo hacia él. Ni tu amor no correspondido por Eren, ni menos tus frustraciones. Ese chico es una persona y, tal y como tú, también tiene sus cosas. No viene a salvarte ni a rescatarte de nada. Solo te quiere mucho… trata de corresponderle. Y si, a la larga, sientes que no puedes… Termina con la relación.
–Momento… fuiste tú quien me dijo que le diera una oportunidad.
–Te dije que dejaras que te enamorara. Si para eso había que darle una oportunidad, es lo que debía hacerse, ¿no crees?
Bebieron y comieron en silencio. Levi había dicho cuanto tenía que decir, Mikasa pensaba en sus palabras. De pronto ella quebró el silencio.
–¿Crees que mis padres se divorcien?
Levi guardó silencio un momento.
–No lo sé. No sé qué está pasando entre ellos ahora. Solo sé que Bertie no la soltará tan fácil y que Maika no soportaría un segundo divorcio. Pero nada es seguro… Kenny habló con Bertie hace un par de días, ya sabes como es todo con él. Siempre todo está perfectamente bien. Siempre con ese maldito buen humor y su manera positiva de ver las cosas. ¿Qué has sabido tú?
Mikasa suspiró pesado.
–Papá dijo que mamá no estaba bien. Que eran cosas de ella, que no era mi culpa…
–En eso tiene toda la razón.
–¡Pero no puedo dejar de pensar en ello! Sobre todo después de lo que me dijiste.
–No tienes la culpa de nada, mocosa –suspiró cansado –El mundo no gira en torno a Miki–chan –se burló –Nadie culpa a Miki–chan, nadie aborrece a Miki–chan, pero tampoco Miki–chan merece más que cualquiera de nosotros. Pero… lo bueno de todo esto es que nadie puede decir ahora qué es lo que debe o no debe hacer Miki–chan. ¿Se entiende? –Mikasa asintió –¿Cuándo planeas volver a casa?
–Papá me pidió que pasara navidad con la familia… ya sabes, mis abuelos, Kenny, tú y mis padres.
Levi asintió y bebió nuevamente, dando por finalizada su copa.
–Me parece una buena medida, volver para Navidad –afirmó Levi –Aunque… ¿no has pensado dar un cambio drástico? –Mikasa lo miró intrigada –¿Conseguir un trabajo y vivir sola? O con tus amigos… estaría bien.
–Sería llevar todo a un extremo, creo –respondió Mikasa –Todo se salió de control, pero no como para romper a mi familia…
–No es una medida de castigar a tus padres por sus idioteces, sino una manera de madurar –tomó un queso solitario en la tabla –Creo que te vendría bien, a ver si valoras la vida que has tenido hasta ahora.
–Lo dice quien aun recibe mesada de los abuelos…
–Si quieres mesada, vuélvete lesbiana –bromeó Levi –Ah, verdad que no se puede. Te gusta demasiado la poronga de tu novio –se largó a reír. Mikasa lo miró con odio –¿Y cómo vas con eso de la abstinencia? ¿Hay o no tensión sexual?
Mikasa se volvió completamente roja.
–Fantástico –aplaudió Levi sin esperar respuesta de Mikasa –Te felicito, no es fácil. Y si hay tensión sexual es porque realmente te gusta. De otro modo hubiese decantado a una pura y casta amistad… o a querer asesinarlo como era lo usual.
–¿Y cómo sabes tú que quería asesinarlo…? –gruñó Mikasa y a su mente solo vino una posibilidad –Sasha debería aprender a callarse la bocota.
–Ey, tranquila. Yo solo pregunté con justa preocupación. Sasha es una buena amiga y sabe que soy 100% confiable.
Mikasa bufó y bebió lo que quedaba en su copa. Se sintió un poco mareada. Sin duda una botella de champaña no era comparable con las cervezas que compartía con sus amigos ni esos tragos baratos.
Levi miró a su reloj.
–Pasaré a dejarte donde tu amiga –dijo alzando la mano para pedir la cuenta –Tengo una cita con un bombón que ni te imaginas –comentó deleitándose de antemano.
Mikasa miró al reloj, era ya medianoche.
–No te preocupes, pediré un taxi. Entonces nos veremos en un par de días para la cena de Navidad.
–Así es… –afirmó el mayor de los Ackerman –Entonces le diré a Erwin que nos encontremos acá.
Mikasa asintió. Pidió un vaso de agua antes de retirarse del lugar. No cruzaron más palabras. Levi estaba concentrado en su móvil, mientras ella pensaba en todo lo que habían hablado.
No necesitaba ser perfecta. No necesitaba cumplir con las expectativas de nadie.
Recordó cuando llevaba poco más de un mes en ese país. Cuando Armin y Eren fueron un día a jugar con ella. En lo mucho que hablaba de ellos y como veía la emoción crecer en su madre cada vez que ellos iban a casa o le comentaba que iría a pasar la tarde con ellos. Luego, cuando tenía trece o catorce años y comenzó a tener sentimientos por Eren que distaban de los que tenía por Armin. Cómo su madre la animaba a seguir firme a ellos, aun cuando nunca notó algo en Eren que le diera luces que debía perseverar en ello. Pensó también en cómo sus padres la increparon la primera vez que llevó a un amigo de la universidad a casa… a Jean. Su padre que no le gustó su pinta, pero su madre… para ella Jean era una amenaza frente al cuento que se habían armado por años. No era él ni las miles de reticencias que su madre pudiese tener, sino que… su sueño se despedazaría, que no tendría su final perfecto de cuento de hadas. Ese final que implicaba enamorarse de un solo hombre, que fuese el primero en todo aspecto, que fuese perfecto… aunque, pensándolo bien… a Jean solo le faltaba ser perfecto. Eso le valía verga, a ella le gustaba así e imperfecto. Tal vez, no terminaría con una gran y perfecta boda, y solo sería otra historia que contarle a sus nietos, como su enamoramiento por su mejor amigo, ese que nunca pudo ser. Simplemente eso. O tal vez terminara con una simple boda firmando en las oficinas del registro civil solo con sus más cercanos. Eso si lograban tratar de no matarse mutuamente… Se sorprendió riéndose. Sería un final bastante ad hoc.
Decidió salir del local pocos minutos antes que llegara su taxi, pasó junto al Sr. Smith, quien no la notó siquiera. Por simple curiosidad lo siguió con la mirada para notar que se sentaba en el lugar que ella antes ocupó. Wow… esto sí sería un notición. Pero, ¿quién era ella para divulgar rumores si esos mismos le habían causado tanto daño? Bueno, tal vez solo le diría a Jean.
Se subió al taxi una vez se detuvo frente a ella. Volvió a mirar su móvil.
Jean (0.23): ¿Cómo estuvo tu cita con Levi?
Mikasa (0.23): Intensa. ¿Ya estás en casa?
Jean (0.23): Sí. ¿Me estás controlando, preciosa?
Mikasa (0.24): Te encantaría xD
Mikasa guardó el móvil.
–Vamos a la avenida Los Lirios, frente a la gasolinera.
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Jean terminaba de sacar la ropa de las cuelgas y la tiraba sobre la silla mientras escuchaba música a todo lo que daba su lap top… al que le tenía conectado un parlante que resaltaba los bajos. Aprovechó de sacar su paga semanal y dejarla dentro de uno de los cajones del escritorio.
Eld y Gunther saldrían de la ciudad por Navidad, por lo que el café se encontraría cerrado un par de días. Oficialmente estaba de vacaciones. Su madre y Roger, su novio, llegarían mañana por la noche para pasar las fiestas con él. Sí… esperaba eso con ansias. Sí, es sarcasmo. Adoraba a su madre y Roger era buena onda, no en vano llevaba con su madre desde que él tenía quince años. Pero tenerlos diez días en su apartamento…
Tan fuerte tenía la música que no sintió el timbre. Él seguía poniendo pantalones sobre camisas, sobre camisetas y dejando los calcetines y ropa interior descuidadamente sobre el si sintió el timbre, si parecía que se habían colgado en él.
Bajó la música rápidamente.
–Demonios, Truddy, no son ni la una de la mañana –vociferó hacia la puerta, pero no dejaban de tocar –¿Qué? ¡Eres la vecina más odiosa de la vida! No tengo hierba si eso es lo que –abrió la puerta –quieres… ¿Mikasa?
La chica se le lanzó encima, logrando que Jean retrocediera un par de pasos alejándose de la puerta. Cerró la puerta con el pie mientras le comía la boca y sus brazos lo apresaban por el cuello. Por reflejo la atrajo hacia él por las caderas.
Mikasa no sabía cómo terminaría su historia con Jean ni tampoco quería pensar en ello. Ya no tenía expectativas que cumplir ni nadie a quien imitar. Solo se tenía a ella misma.
Se apartó de pronto, algo brusco.
–¿Jean?
–¿Uh?
–¿Me hablarías sobre tus padres?
El muchacho se la quedó mirando extrañado.
–¡Qué manera de enfriar el ambiente, princesa! –se rio y pasó una mano por el pelo de Mikasa –¿Te he dicho que me gusta mucho tu cabello? Es tan oscuro y suave…
–No… pero… gracias –sonrió con inocencia.
Se apartó más y caminó hasta el refrigerador, agachándose para buscar algo. Jean se le acercó por atrás y le pasó una mano por el trasero. Mikasa le alcanzó una cerveza y sacó una para ella. Caminó hasta el sofá y se sentó cual dueña del lugar. Jean se sentó junto a ella.
–¿Y bien…? –preguntó Mikasa antes que Jean comenzara a tratar de meterle mano –Habla…
Jean retiró aquella mano que le estaba colando entre las piernas. Abrió su cerveza con algo de decepción.
–¿Qué quieres saber?
–¿Es romántico? –volvió a preguntar –El como se conocieron y todo eso…
–¿Quieres vomitar arcoiris? –cuestionó Jean bromeando –No sabía que lo romántico fuera lo tuyo… –Mikasa enarcó una ceja –No estoy juzgando, pero tú eres más bien… física, ¿no? –la chica continuó en silencio –Vale… a ver… Mis padres se conocieron el primer año de la universidad. No eran compañeros, fue por la hermana de papá. Mi tía Daisy… ella y mamá eran compañeras y muy amigas. Lo siguen siendo hasta ahora. De hecho, tía Daisy es una fan de Roger, el novio de mi mamá… –Mikasa lo miraba con atención, retomó la idea principal –Pues bien, se conocieron, se enamoraron y fin.
–¡Eres el peor contando historias! –exclamó Mikasa –Quiero diabetes.
–Ay, Mikasa… –se quejó y se rascó la cabeza –Hace unos minutos lo único que podía pensar era en llevarte a la cama y ahora me sales con esto. Me descontextualizas, con escándalo.
–Sigo esperando…
–¿Qué tengamos sexo?
–¡No! ¡Pedazo de animal! –exclamó ella nuevamente y lo golpeó en el brazo –Que mejores tu narrativa –Jean bufó –Por favor…
Dejando por descartado que Mikasa quisiera intimar, algo que venía siendo la tónica de un tiempo hasta ahora, espiró pesadamente y volvió a beber de su lata de cerveza.
–Si mal no recuerdo… –retomó Jean –No fue hasta que estaban en tercer años que pasó algo entre ellos –trataba de hacer memoria –O ya casi saliendo de la universidad. No recuerdo bien, de verdad –Mikasa chasqueó la lengua –Pero lo que sí recuerdo fue algo que mamá me contó después que papá muriera. A mamá se le llenaban los ojos de lágrimas, pero a mí me parecía de lo más lógico. No entiendo a las mujeres… –masculló –Papá le dijo a mamá que buscara a otro hombre y rehiciera su vida. Que él sabía que ella decidiría bien. Pero que no se quedara sola, que aun era joven y no debía quedarse rindiéndole culto a un muerto… Solo que ese hombre no solo la quisiera a ella sino que también fuese un buen padre para mí.
Mikasa hizo un puchero.
–Es hermoso…
–Es lógico. Si estuviese en su situación creo que también lo haría. Los muertos ya no están y quién sabe qué pasa con ellos. No soy especialmente creyente, pero creo que si alguien muere ya nada lo ata a este mundo… ¿no crees? Lo mínimo es dejarle el camino despejado a quienes quieres y se quedan aquí.
–¿Si amas a alguien, déjalo ir?
–Algo así –volvió a beber –Nadie es dueño de nadie, ni nadie debe esperar nada del otro, salvo que sean felices… eso creo.
Mikasa asintió.
–¿Lo extrañas? ¿A tu papá?
Jean se alzó de hombros.
–A veces. No es que me ponga a llorar ni tampoco melancólico ni nada de eso. Es lo que me tocó vivir y no voy a echarme a morir por ello. Pero creo que todo hubiese sido más sencillo si él estuviese aun. Algunas cosas fueron bien graciosas también… Roger tuvo que darme la charla cuando tenía quince y tuve mi primera novia. No quise decirle que papá ya lo había hecho –se rio –Solo trataba de ser un buen referente. Es un buen tipo. Pero nunca dije esto –advirtió serio –Mi labor es ser el palo en el culo de ese hombre que vino a quitarme a mí mamá –agregó en tono mimado, Mikasa se rio.
–Eres un gran tonto, Jean.
–¿Qué? Si me soporta quiere decir que realmente ama a mi mamá. Es sumar dos más dos.
Mikasa asintió suavemente.
–¿Puedo hacerte otra pregunta?
–¿Sobre mis padres? –preguntó Jean. Mikasa negó.
–¿Por qué te gusto? No me mal interpretes… No digo para nada que no debas hacerlo. De hecho, te exijo que lo sigas haciendo –continuó la chica, Jean se sonrió –Pero… fui realmente desagradable contigo. Creo que te debo una disculpa.
–No es necesario, eso ya pasó… Pero, gracias de todos modos –respondió el muchacho –También fui muy molesto contigo, pero no me voy a disculpar –bromeó, ahora Mikasa le sonreía dulce –Te lo dije alguna vez, eres muy guapa… y me pareces muy adorable, cuando quieres serlo, claro –bebió –Cuando comenzamos las clases, en primero año… Si me preguntaran cuál es el recuerdo más claro que tengo, es verte entrar y sentarte justo al lado mío. Adelante, frente al pizarrón.
–¿Me senté a tu lado? –preguntó Mikasa sorprendida, Jean asintió.
–En ese minuto creí que la suerte estaba de mi lado. Sentado al lado de la chica más linda que hubiese visto jamás… Eso es tener suerte, ¿no crees? Traté de hablarte, algo más que para pedirte si tenías corrector. Pero al verte la cara de "piérdete, me distraes" se me achicaron las bolas. A veces no mides tus gestos –bromeó –Ya luego nos designaron compañeros de laboratorio y si no hubiese sido por Sasha y su carácter más amigable, creo que jamás te hubiera vuelto a hablar.
–En tu historia parezco una bruja –masculló Mikasa.
–Un poquito… Pero, al conocerte mejor, me di cuenta que no se te podía distraer en clases, que eres bastante tímida y que no confías en la gente. Eso me hizo valorar más la cercanía que teníamos entonces. Me dije: "debes ser especial, Kirstein".
–Lo eres –afirmó Mikasa peinándolo con los dedos, más como mimo que porque estuviese tan desaliñado –Eres mi chico especial.
–¿Ves que sí puedes ser muy tierna cuando quieres… Miki–chan? –dijo lo último con voz de animé.
Mikasa le jaló el cabello y lo soltó, él se quejó.
–Mi bestia está de regreso –sonrió embobado –Si eres tan linda.
–Y tú un masoquista.
–Culpable –afirmó risueño.
Mikasa bebió de su lata y se acurrucó contra Jean. El silencio era agradable, salvo un par de autos que se sentían pasar afuera, nada más era perceptible. Eso y la respiración de ambos.
Había algo en Jean que la hacía sentir tranquila. Como si todos sus cuestionamientos familiares se hubiesen quedado fuera de la puerta. No realmente, pero no la afectaban tanto como cuando hablaba con Levi.
–¿En qué piensas? –preguntó Jean de pronto.
Mikasa soltó un suspiro.
–En que me gusta estar contigo –respondió con sinceridad –Antes de llegar tenía tantas cosas en la cabeza y ahora… es como si se hubiesen evaporado de pronto.
–Vaya… supongo que eso está bien.
–Supongo que sí –dijo Mikasa sin salirse de su cómoda situación. Dejó la cerveza a medio beber sobre la mesita –Estoy un poco mareada…
–¿Bebiste mucho con Levi?
–Un poco –caviló –Mucho, la verdad.
Jean se levantó del sofá tomó su cerveza y la de Mikasa. Bebió la de él hasta acabarla y dejó la de ella en el mesón de la cocina.
–Te prepararé un café y luego a la cama.
Mikasa lo seguía con la mirada, algo doble en realidad.
–¿No tienes una sopa por ahí? ¿De esas instantáneas individuales llenas de sodio?
–Me extraña, es parte de mi dieta. Todo estudiante universitario conoce el milagro de las sopas instantáneas.
Mientras lo veía poner el hervidor y sacar un sobre de una de las gavetas, Mikasa seguía afirmando que todo esto había sido una buena idea. No solo aparecerse en el apartamento de la nada. Sino todo. Y sobre todo, haber escuchado el consejo de Levi y darle una oportunidad a Jean.
–¿Jean?
–¿Quieres vomitar? –preguntó asustado apareciéndose tras el mesón.
–No… –respondió abrazando un cojín –¿Crees que si no nos hubiéramos distanciado antes… hubiésemos sido novios antes?
–No lo sé… ¿tal vez?
Volvió a lo suyo y Mikasa lo seguía mirando. Quizás sí, si no hubiese escuchado las palabras ácidas de sus padres, tal vez ella y Jean hubiese comenzado una relación mucho antes. Le agradaba, cuando no era un total imbécil pervertido… bueno sí le gustaba cuando era pervertido, pero no cuando actuaba como idiota. Era lindo, atento y muy dulce… cuando se le conocía bien. Bueno, en eso ambos se parecían. Había que conocerlos bien para darse cuenta de lo bueno en ellos.
–Una sopa para la señorita –Jean dejó un tazón frente a ella –Te la bebes toda. Vas a tener una resaca horrible mañana…
–Dormiremos hasta tarde –dijo Mikasa con liviandad bebiendo un sorbo de la sopa –Viva el sodio –suspiró agradada –Gracias.
Jean encendió el televisor y cambió los canales rápidamente hasta dar con uno en particular. Dejó el control remoto a un lado.
–¡Alienígenas ancestrales! –exclamó Mikasa animada –¡Me encanta!
–¡A mí también!
Mikasa se rio suave.
–¿Sabes algo, Kirstein? Creo que vamos a llevarnos muy bien.
–Yo también lo creo –le palmoteó suave el muslo –Tómate tu sopa.
Mikasa obedeció mientras en la tele hablaban sobre los moais de Isla de Pascua y su relación con los alienígenas.
–¿Jean?
–¿Mm?
–Tengamos sexo…
–Bébete la sopa de una vez –dijo con algo de desespero –Lo otro lo vemos después. Si se te quita un poco la borrachera. No vaya a ser que después me acuses de violación –lanzó medio en broma medio en serio.
Mikasa frunció el ceño, pero continuó bebiendo su sopa, mientras en la tele ahora hablaban de Mesopotamia.
–¿Crees que los annunakis extraían oro de Mesopotamia? –preguntó Mikasa.
Jean la miró de reojo y pasó un brazo por sus hombros.
–Paciencia hay que tenerte, princesa –la besó en la sien –Pero tienes suerte, paciencia es mi segundo nombre.
–Bastante esotérico si me preguntas.
–Ya, tómate esa bendita sopa.
Mikasa se llevó el tazón a los labios. Sí, definitivamente se llevarían muy bien.
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