Me avergüenzas
-Odio el comedor de la facultad -gruñó Mikasa jugando con las verduras en su plato.
-Bienvenida a la vida de los pobres, princesa. No se te vaya a caer la corona -la bromeó Jean -No todos pueden comer en las cafeterías de concesión.
-¡Está rico! -dijo Sasha metiéndose una papa asada en la boca -Y comes gratis.
-Auspicia el gobierno -Jean sacudió la tarjeta de la beca frente a sus compañeras -Los chicos inteligentes deben alimentarse bien. Aunque me gustaba más cuando podíamos cobrar la beca en el supermercado. ¿A quién puede ocurrírsele comprar cerveza con la tarjeta?
-¿A ti? -canturreó Mikasa.
-Pero qué fea imagen tienes de mí, princesa.
-¡No me llames "princesa"! Lo odio más que "muñeca" o "bebé". Mi papá me dice así.
-Uys, ¿disfrutas tu complejo de Electra? ¿Qué otras perversiones quieres que cumpla para ti? ¿Quieres que me vista como tu papi? Una chica me pidió eso una vez -bromeó, pero no era tan en broma tampoco -Fue divertido.
Mikasa ariscó la nariz.
-Me repugnas.
Sasha miró a su amiga fijamente y alzó las cejas. Mikasa bufó y besó a Jean en la mejilla. Breve y de malas ganas. Al menos cumplía las reglas de Sasha. Un insulto, un mimo. Jean siguió como si nada.
-¿Y cuál es el plan para la cena? -preguntó Sasha.
-Sí -dijo Jean mirando a Mikasa -¿A qué hora debo estar en tu casa?
-Cenamos a las siete, si llegas un cuarto de hora antes será bien visto -respondió dándole un vistazo severo -Y cámbiate esa ropa. No quiero que piensen que mi novio es un okupa.
Jean bajó la vista a su ropa. ¿Qué tenía de malo? Eran solo un par de vaqueros negros desgastados y una camiseta del mismo color.
-Yo creo que estoy bien así. Negro con negro combina -dijo despreocupado.
-¿Al menos está limpia? -preguntó Mikasa tomando el borde de la manga -Pareciera que la sacaste del tacho de la ropa sucia y la sacudiste -soltó la tela.
-Pues a mí me parece limpia -dijo Sasha -Eres tú la tiquismiquis.
-Que me guste estar impecable no es ser tiquismiquis, Sasha. La gente basa sus impresiones en el aspecto. Si luces bien y ordenada, la gente pensará que eres confiable y eficiente.
-¿Cosmopolitan? -preguntó Jean limpiándose la boca con la servilleta -Tiene buenos tips para la cama.
-¿Es en lo único que piensas? -saltó Mikasa con un bufido.
-Normalmente pienso en la deuda externa, el producto interno bruto y las políticas sociales asistencialistas. Pero después de eso pienso en sexo -sonrió pícaro, Sasha se rio y Mikasa bufó otra vez -¿Qué? ¿Acaso tú piensas en temáticas profundas y contingentes todo el día?
-No -respondió Mikasa y lo indicó en el tenedor -Pero no pienso en sexo todo el día. Es más, casi no pienso en ello.
-Aburrida -la bromeó Jean, Mikasa le hizo una mueca de desagrado.
Mikasa sacó su móvil para chequear la hora, 14.15. Tan Jean como Sasha tenían el laboratorio de inglés. Ella se había eximido, lógico.
Le dio una última mirada a lo que quedaba en su plato, unos apios trozados demasiado grandes y con hilachas. Tomó su bolso de tras el asiento.
-Pasaré a la biblioteca antes de ir a la clínica -dijo tomando su bandeja.
-Vale -respondió Jean y Sasha asintió con la boca llena -¿Entonces 18.45 en tu casa?
Mikasa tomó la bandeja y se quedó viendo a Jean fijamente. Si se aparecía así por su casa ardería Troya sin duda. Su madre esperaba a alguien que le hiciera el peso a Eren, mientras que su padre se conformaría con alguien decente. Tenía que apostar a ganador.
-¿No tienes algo mejor que vestir? -preguntó aun con la bandeja en sus manos.
-¿Es en serio? -preguntó Jean algo desconcertado -Tengo los trajes para rendir exámenes y ya -dijo de sopetón -¿Quieres que me aparezca por tu casa vistiendo como ejecutivo de seguros?
Mikasa negó. ¿Cómo podía ser que solo vistiera así? ¿Acaso tener mala pinta era parte de su código?
-Nos veremos en el centro comercial que queda cerca de la Clínica, el del cine 4D.
-¿Para qué? -preguntó Jean ya evidentemente molesto.
-Para vestirte como la gente.
-No tengo dinero para andar cumpliendo tus gustos -respondió seco -No me veo mal. Es ropa limpia y quizás no es de marca, pero es de tienda y no de ropa usada americana. ¿No es suficientemente bueno acaso?
-No, no lo es -alzó la voz -Quizás para la universidad, ir a un antro o ir a trapear el piso en el café. Pero no para ir a una casa decente.
-¡Casa de pijos querrás decir!
Oh, oh. Esa frase salió demasiado fuerte de la boca de Jean y varios chicos de las mesas cercanas se voltearon. Mikasa lo miraba fijo con una cuota de angustia.
-Mejor diles que estoy enfermo del estómago -retomó bajando la voz.
-Pensarán que tengo algo que esconder -murmuró Mikasa y Jean enarcó una ceja.
Claro que tenía algo que esconder, a él. ¿En qué minuto se metió en este lío?
-Vale -bufó Jean -A las cinco, en el centro comercial.
Ni siquiera la miró, lo dijo con la vista al frente, claramente estaba ofendido. Siendo honestos no había nada malo en cómo se veía, pero… no era lo que utilizaría Eren. Y Jean tenía que lucir como Eren o incluso mejor.
-Gracias -dijo Mikasa.
Jean no respondió.
-Que te vaya bien, amiga -se despidió Sasha con una seña -Mándame un whatsapp cuando salgas del médico.
-Sí… Nos vemos.
Al ver que Jean no se volteaba a verla ni nada simplemente se retiró llevando su bandeja hasta la rejilla, la dejó junto con las otras desechadas y salió del casino de la facultad, entre todos los estudiantes que charlaban esperando en la fila para comprar el almuerzo.
Bajó a la biblioteca y revisó un par de libros. Se llevó dos para revisar en casa y partió a tomar la locomoción para llegar a la Clínica. Cuando eran las 15.20 ingresaba a la sala de espera, su madre estaba sentada revisando su móvil.
-Hola, mamá -saludó cuando estuvo junto a ella y la besó en la mejilla -¿Cómo estuvo tu mañana?
-¿Aparte que tuve que suspender una importantísima reunión para acompañarte? -preguntó enarcando una ceja -Todo bien.
-Lo siento, mamá. Podía venir sola si estabas ocupada.
-¿Sola? ¿Y arriesgarme a que dijeras que viniste y no lo hicieras?
-Mami… iba a venir igual.
-No te creo, ya no te creo nada -dijo Maika severa -Nos ocultaste a mí y a tu padre que Eren tenía una novia hace un año -Mikasa bajó la vista a sus rodillas -Nos dijiste que te retirarías del equipo de baile porque querías cuidar de Eren y tus estudios. ¿Y ahora sacas un novio de la nada? ¿Qué otras cosas me ocultas, Mikasa?
-Nada, mami, nada -respondió atemorizada por la actitud de su madre.
-Dijiste que esperarías por Eren. Eren es el chico para ti, no ese Jean. Vi las fotos en facebook… ¡Tuve que crearme un facebook para saber que mi hija se anda besuqueando en la universidad! ¡Y esa Sasha lo aprueba!
-Era un beso en la mejilla y no es "esa tal Sasha" es Sasha, mi mejor amiga.
-Pues es una mala influencia. Ya transamos mucho con tu padre en que salgas con ella y te quedes a dormir. ¿Quién sabe qué cosas haces cuando te quedas allí? Seguro estás bebiendo y fumando yerba.
-¡No! Solo una que otra cerveza… Tú me dejas beber vino los domingos.
-Porque estás en casa -interrumpió Maika -¿Sabes lo que pasa cuando las niñas beben? Los hombres se aprovechan de ellas, y luego nadie las toma en serio. Se hacen la fama de borrachas y fáciles. ¡Eren jamás te mirará como a la futura madre de sus hijos!
Mikasa apretó los labios mientras sentía que los ojos se le llenaban de lágrimas.
-Mikasa Ackerman -dijo la mujer del mesón -Box 3.
Maika se puso de pie y Mikasa la imitó en completo silencio, simplemente la siguió hasta la puerta donde una mujer de lentes y un descuidado recogido las saludó atentamente.
-Muy bien -la Dra. Zoe se sentó tras el escritorio y revisó la ficha en el computador -Cuéntame, en que puedo ayudarte, Mikasa.
La chica se la quedó mirando sin saber qué responder. La doctora la tenía una amigable sonrisa y su aspecto despeinado le daba un aire a científica loca.
-Verá, Dra. Zoe -habló Maika -Mi hija tiene un novio nuevo.
-Ah -exclamó asintiendo -El amor, ¿verdad? ¿Necesitas hacerte un chequeo? Siempre es bueno ver si todo está en orden antes de comenzar una relación. ¿Cuándo fue la última vez que te hiciste los estudios?
Mikasa bajó la vista. Se sentía tan mal de no poder ser honesta. De hecho, debía hacerse exámenes de todas formas. O un chequeo rápido dado su comportamiento del fin de semana.
-No, no, doctora -exclamó Maika casi risueña -Verá, mi hija es virgen.
Hange levantó las cejas y miró a Mikasa, quien seguía con la vista en sus manos sobre el escritorio.
-Quiero que le hable sobre métodos anticonceptivos y las implicancias del sexo sin protección.
-Me imagino que Mikasa debe saberlo -respondió la doctora y Maika frunció el ceño -Bueno -respiró profundo.
Comenzó a hablar sobre el coito de manera muy biológica y de lo que implicaba, las enfermedades de transmisión sexual y sus consecuencias. Cada tanto Maika le alzaba las cejas a Mikasa como diciendo "¿Ves?", la chica mantenía silencio.
-El riesgo de las relaciones sexuales sin protección no es solo el embarazo, eso es lo de menos. Son las enfermedades, como ya te comenté. ¿Tienes alguna duda, Mikasa? -preguntó la doctora logrando que la chica alzara la mirada y negara suave -Genial. Pasemos a revisarte -miró a la madre de Mikasa -Si nos da un segundo, señora Ackerman…
Maika iba a oponerse, pero algo en el aparente rostro amigable de la doctora Zoe la hizo retirarse sin chistar. En cuanto cerró la puerta Mikasa hizo el amague de ponerse de pie.
-Muy bien, señorita -dijo la doctora risueña -Vamos a hablar con la verdad ahora que tu madre no está -tecleó en el computador -En la Clínica todo está en línea -miró a Mikasa -Todo. Y si no está malo este sistema, tienes diez estudios que incluyen papanicolau, muy responsable, ¿eh? Y exámenes de sífilis, gonorrea, VIH… O tu ficha está errada y se cambió por la de otra persona, o alguien no está siendo honesta.
-No soy ninguna prostituta -gruñó Mikasa amenazante.
-Y si lo fueras, no es mi tema -declaró Hange -No juzgo a nadie, mi función es que estés sana. Nada más -su rostro era sumamente amigable -¿Es un error de la ficha?
Mikasa dejó su actitud defensiva y su rostro se cubrió de un visible sonrojo.
-Es mía -respondió con voz bajita.
-Muy bien. Entonces…
-Mi madre cree que soy una persona que no soy -dijo Mikasa acelerada -Yo… yo no quería…
Hange la miró fijamente.
-Acaso… ¿alguien abusa de ti? ¿Es eso? Porque puedes decírmelo. ¿Es alguien que tu madre conoce y por eso no quieres hablarlo con ella? ¿Alguien de tu familia? Puedo ayudarte…
-¿Abuso? -preguntó Mikasa con los ojos clavados en la de la doctora -No, claro que no -se sonrió divertida al escuchar esas palabras en boca de alguien que no fuese ella -De hecho, siempre he estado con la misma persona -Hange asintió -Lo de los exámenes es… nos cuidamos, tengo el implante y él utiliza preservativos. Sé que el evitar un embarazo no es lo mismo que evitar las enfermedades de transmisión sexual. Lo de los exámenes es… porque no éramos pareja estable hasta ahora y no sabía si estaba teniendo relaciones con otras chicas. Supongo que sí. Es que… Jean no es un puto, no crea. Pero… Nunca se puede estar segura. Sé que es algo obsesivo lo de los exámenes…
-No, para nada -negó Hange -Si te sientes insegura del comportamiento sexual de tu pareja, realizarse los chequeos es más que necesario y una sabia decisión -pasó la vista al computador -¿Cuál es la fecha de tu última regla?
-El 10 de este mes -respondió sacando un calendario de bolsillo que del otro lado tenía una fotografía de unos conejitos en una canasta -Me dura solo un día o dos, máximo. Antes del implante me duraba una semana.
-¿Cuánto tiempo llevas con el implante?
-Casi un año -respondió Mikasa mirándose al brazo por inercia -No he tenido ninguna molestia. Quizás fue algo exagerado, si mi novio usa preservativo.
-Los preservativos pueden romperse e incluso salirse durante el coito. Muy bien -dijo la doctora poniéndose de pie -Ahora sí vamos a revisarte. Pasa tras el biombo. Me imagino que no debo explicarte el procedimiento.
-No, claro que no -sonrió Mikasa poniéndose de pie.
Tras el biombo, la muchacha se desnudó de la cintura para abajo dejando la ropa sobre una banqueta. Se subió a la camilla y se acomodó en las pierneras. ¿Hay una posición más humillante que esa? Ese era el precio del sexo. Se cubrió con una sabanilla.
La doctora Zoe ingresó con unos guantes y una mascarilla. Acomodó la luz para poder ver mejor. ¿Cómo sería la vida de alguien que solo mirara vaginas todo el día? Sin quererlo una frase se le vino a la mente: sería la gloria. Sí, la escuchó con la voz del pervertido de Jean… y recordó lo mucho que ese degenerado le gustaba pasárselo entre sus piernas… y lo mucho que a ella misma le gustaba.
-Todo bien por aquí -dijo la doctora -Ahora relájate, cariño.
Ésta era la parte más humillante después de que su entrepierna estuviese expuesta al mundo: el tacto vaginal.
Sintió una mano de la doctora sobre su bajo abdomen mientras realizaba el procedimiento, que para quienes no lo conozcan, consiste en introducir un dedo… ya saben dónde.
-Relájate, cariño -volvió a repetir mientras palpaba con presión sobre su abdomen. Retiró su mano de dentro -Todo bien por acá también. Te tomaré la muestra del papanicolau y la mandaré al laboratorio. Puedes pasar a pagarla más tarde, cuando tu madre no esté presente. Eso si quieres no decirle nada. A veces los padres esperan mucho de nosotros, ya pasé por eso. Deben entender que uno es un individuo que piensa por sí mismo. ¿No crees?
Mikasa sintió el molestó jaloncito de la toma de muestra del pap. La doctora retiró los adminículos y se retiró los guantes para dejarlos en el tacho de la basura.
-Vamos a ver como están tus chicas -dijo la doctora con su buen humor.
Mikasa se levantó la ropa. Mientras le revisaba las lolas, pensaba que le agradaba esa mujer, era simpática. Y en algo tenía razón, los padres a veces esperan mucho de sus hijos.
-Todo en orden, muchacha. Puedes vestirte.
La doctora se retiró dejándola sola tras el biombo. Se bajó la ropa y acomodó sus pechos en el sostén. Se puso de pie, aliviada de dejar esa posición de piernas abiertas. Se colocó la ropa y salió de tras el biombo. La doctora estaba sentada tras el escritorio. Mikasa volvió a sentarse.
-¿Puede… puede darme la orden para los exámenes? -preguntó la muchacha con voz suave.
-Claro.
Comenzó a anotar en el computador y pronto salió una hoja impresa. La tomó y se la entregó.
-Tener una vida sexual activa no es algo malo, es algo natural -dijo la doctora con la misma actitud amigable -Si estás tan insegura sobre tu novio, podrías traerlo la próxima vez, cuando me traigas los resultados de tus exámenes. Hablaremos los tres. ¿Sí?
Mikasa guardó la orden de exámenes en su bolso.
-Gracias, doctora Zoe.
-Fue un gusto, Mikasa.
La chica salió de la consulta, su madre la esperaba sentada revisando su móvil.
-Te dejaré en casa -dijo con voz seca. Seguramente aun molesta porque la doctora la hizo salir -Vamos.
-No… veré a Jean en el centro comercial -respondió.
-Espero que te haya dado la píldora al menos -bufó su madre -Me avergüenzas.
Y sin decirle siquiera adiós, salió taconeando de la sala de espera. Mikasa se sentó en una de las sillas de la sala de espera. Suspiró pesado y sintió que los ojos se le llenaban de lágrimas. ¿Acaso si Eren fuese su novio habría sido lo mismo? La tildaría de puta sin decirlo explícitamente, porque conocía a su madre y eso era lo que ahora pensaba de ella. Sin embargo se consolaba pensando que, de saber la verdad, sería peor.
Sacó su móvil. 16.00 hrs. Se puso de pie para salir de la clínica e ir al centro comercial, eran 15 minutos caminando. Pasaría a tomar un helado, eso la confortaría.
Pidió uno de tres sabores cuando llegó a la heladería de yogurt natural. Fresas, menta y melocotón. Se sentó a ver la gente caminar y a quienes estaban sentados por ahí. Sacó su móvil e ingresó a facebook.
La fotografía de la mañana ya llevaba más de cien "me gusta" y "me encanta". La miró con detención, sin duda era una fotografía muy dulce. Ella sonreía sonrojada, sus ojos cerrados. Apenas se veía algo del perfil de Jean y su pelo desordenado.
Debía hacer algo con ese pelo. Salió de facebook y busco en sus contactos. "George" marcó.
-Hola, soy Mikasa Ackerman. Necesito una hora con George, es urgente.
-Tengo una hora disponible a las 18.00, Mikasa -se escuchó del otro lado -¿Qué vas a hacerte?
-No es para mí, es para… mi novio. Corte y lavado. Solo eso.
-Estupendo, lo anoto a tu nombre entonces. Nos vemos más tarde.
-Gracias.
Terminó la llamada. Le llevaría a sus padres el mejor novio que pudiesen imaginar. Aunque jamás sería tan bueno como Eren para su madre, pero le demostraría que tenía buen gusto, que sabía elegir… y que sabía llevar su vida sola.
Ingresó a whatsapp. Varios mensajes entraron cuando abrió la aplicación. Maldito aparato, ya estaba dando problemas. Pediría que se lo cambiaran para navidad.
Sasha (16.05): ¿Y? ¿Cómo te fue?
Mikasa (16.36): Fue horrible amiga. La doctora un encanto, pero mi mamá estaba hecha una furia. La doctora la hizo salir del box…
Sasha (16.37): Ay, amiga… Lo lamento.
Mikasa (16.37): No lo dijo, pero piensa que soy una puta…
Sasha (16.37): No eres una puta! Solo pasa que tu mamá no quiere verte con nadie que no sea Eren. Le debe arder el hoyo.
Mikasa (16.38): Si tan solo supiera la verdad…
Sasha (16.38): La verdad no saldrá a la luz. Para tus padres estás saliendo con Jean y nada más. Es un buen chico, les agradará. Estoy segura.
Claro, quizás al padre de Sasha le gustaría alguien como Jean. Sasha no tenía madre, o sea, la tenía, pero se fue de la casa cuando ella tenía doce años tras un amante. A veces Sasha hablaba con ella. Decía que no le afectaba no tenerla a su lado, pero sabía que lo hacía. Pero tenía a su padre, y el padre de Sasha era genial. Tenía una empresa de jardinería y ornamentaba casas elegantes y empresas. No pasaba mucho en casa, según Sasha contaba, pero era muy cariñoso. Recordaba cuando fue con ella de visita una vez, a Trost. Era un hombre agradable.
Mikasa (16.40): ¿Jean sigue molesto?
Sasha (16.40): No, ya se le pasó.
Sasha (16.40): Mika, te quiero. Eres mi mejor amiga. Pero tienes que tratar de ser más amable con él. Pudo dejarte sola en esto y no lo hizo.
Mikasa (16.41): Lo sé… Pero lo hago por él. Si se presenta en casa con esa pinta…
Sasha (16.41): Lo haces por ti.
Sasha (16.41): Sé lo que puede implicar que tus padres desaprueben a Jean. Adiós campeonato y adiós permisos para tener un novio que no sea Eren Jaeger hasta los 60 años.
Sasha (16.42): Pero… Jean no debe pagar por eso. No todos nacieron con tus comodidades. Tus padres deberían saberlo.
Mikasa (16.42): Ellos solo quieren lo mejor para mí.
Sasha (16.43): ¿Y qué es lo mejor para ti? ¿Esperar que Eren te de bola? No, Mikasa. Hoy es Jean. Y gracias a Dios es mentira.
Sasha (16.44): Pero luego puede ser cualquiera.
Jean, mensaje entrante.
Jean (16.44): Ya llegué. Te espero en la entrada.
Mikasa (16.44): Estoy en la heladería, al fondo.
Jean (16.45): Voy.
Mikasa miró a lo que quedaba de su helado y lo terminó. Un par de minutos más tarde Jean llegaba hasta su sitio y se sentaba frente a ella. Un mesero se acercó a tomar la orden.
-No, gracias. Solo vine por ella -dijo Jean. El mesero se retiró.
-¿No quieres algo? -preguntó Mikasa con voz dulce, las palabras de Sasha le habían afectado, ser amable.
-Tomé un café antes de venir -respondió de malas pulgas -Vamos. Tenemos poco tiempo.
Mikasa asintió y se puso de pie.
-Sí… a las seis tienes hora con el peluquero.
Jean solo la miró un segundo. No dijo nada, solo se puso de pie. Ambos salieron de la heladería para pasar caminar por el corredor mirando las vitrinas.
Mikasa guiaba la marcha, Jean solo la seguía con las manos en los bolsillos y su bolso en el hombro. La chica ingresó en una tienda y se orientó en ella hasta la escala mecánica. Jean continuaba tras de ella, ahora revisaba su móvil y tecleaba algo. Mikasa dio un vistazo con disimulo.
Mamá (16.56): Que tengas buena tarde, pimpollo. Hablamos a la noche.
Jean (16.56): Buena jornada! No pelees con tu jefe. Te quiero.
Mamá (16.57): Y yo a ti, pimpollito.
Jean guardó su móvil en el bolsillo del pantalón. Caminaron por el segundo piso de la tienda hasta llegar a un sector de ropa de pijos o eso diría Jean. Se detuvieron y el muchacho miraba a todos lados ariscando la nariz.
Mikasa lo miró fijamente, de brazos cruzados y semblante analítico. Dio una vuelta a su alrededor y comenzó a buscar en los colgadores.
-Toma éste -le pasó unos vaqueros oscuros -Y estos -pasó varios más revisando las tallas -Y estos también.
Jean miró a la etiqueta.
-Son muy pequeños.
-No son pequeños -aclaró -Tú usas dos tallas más de lo que corresponde -lo empujó por el hombro -Ve al probador. Cuando encuentres unos que calcen mejor, me avisas. Iré por unas camisas.
-¿Camisas? Odio las camisas. Son duras y me raspa el cuello.
Mikasa suspiró.
-Solo piensa que vas a dar un examen de fin de semestre, ¿de acuerdo?
-¿Me estoy jugando una asignatura? -respondió burlón y Mikasa frunció el ceño -Ya, vale.
Se perdió dentro del probador. Mikasa comenzó a recorrer los aparadores. Miró a un maniquí. Tenía una camisa y un sweater muy bonito. Buscó lo mismo entre los colgadores. Fue hasta el probador de varones.
-Te traje algo -anunció en la entrada.
Jean salió a recibir la ropa. Vestía uno de los vaqueros.
-¿Éste está bien? -preguntó con las manos en las caderas.
-¿Y los otros?
-Este me aprieta menos las bolas -respondió de mala gana -Pásame eso.
Se devolvió al probador y Mikasa le dio un vistazo por atrás. Razón 1 para salir con Jean Kirstein: buen culo.
Esperó afuera retomando su charla con Sasha y hablando sobre cómo escogía un atuendo para la cena. Sasha se reía de solo imaginar la cara agria de su amigo de verse convertido en un señorito.
-Mikasa.
La chica se volteó hacia la entrada del probador al escucharse nombrar por su compañero. Era un cambio rotundo… era como verlo vestido de Eren. Se sonrió agradada.
-Te ves muy bien.
-Fantástico -dijo Jean, su malhumor no mejoraba -Terminemos esta tortura.
Volvió al probador. Mikasa envió un mensaje a Sasha y se reía mientras su amiga la regañaba que porqué no le tomó una foto para inmortalizar el momento. Jean salió del probador sin siquiera esperar que lo siguiera. Pasó a una de las cajas. Solo había una persona antes. Mikasa lo alcanzó y buscó su billetera dentro del bolso. Sacó una tarjeta y la alzó frente al rostro de su compañero.
-Yo pago -dijo con una gran sonrisa.
-Está bien, yo lo hago -respondió Jean sacando una tarjeta de su propia billetera.
El cajero recibió las cosas. El muchacho deslizó la tarjeta por la máquina e ingresó la clave. Mikasa veía como el vendedor doblaba la ropa y la introducía en una bolsa.
-De verdad te veías muy bien -comentó Mikasa alegre. Sus padres estarían felices, se vería como lo que ellos esperaban -Te queda bien el color de la camisa.
-Es solo una camisa -respondió Jean tomando la bolsa que le extendió el vendedor -Gracias -no fue a Mikasa fue al hombre.
Salieron de la tienda, aun faltaban veinte minutos para ir a la peluquería, tiempo que Mikasa se dio para pasear por la sección de mujeres. Jean la esperó fuera de la tienda revisando su móvil.
Cuando faltaban cinco minutos para las cinco, Mikasa salía de la tienda con una bolsa pequeña.
-Compré una polera.
Jean guardó el móvil en el pantalón. No dijo nada. Mikasa lo miró intentando saber qué le ocurría, o más bien tratando de saber porqué parecía tan enfadado si ella estaba siendo amable.
Caminaron hasta la peluquería. Mikasa ingresó primero, Jean tras de ella.
-Hola, tengo hora a las seis con George -dijo a la chica del recibidor -Mikasa Ackerman.
-Hola, Mikasa -respondió saliendo de tras del mostrador -Iré por George. Tomen asiento, por favor.
Mikasa se sentó, Jean continuó de pie mirando el lugar. Pudo ver a varias personas en los sillones al fondo de la peluquería, un par de hombres.
-¡Cariño!
Mikasa se puso de pie en cuanto escuchó la voz de George. Era un tipo regordete, vestido de negro, con una camisa claramente homosexual -o eso dijo Jean en su cabeza- zapatos brillantes en punta y cabello tinturado… ah! Y cejas depiladas.
-Pasa, pasa -dijo acelerado.
-No soy yo. Es él -Mikasa indicó a Jean.
-Sí, ya veo -dijo poniendo una mano en su barbilla -Vamos. Veremos que puedo hacer.
Pasaron al interior. Mikasa sostuvo la bolsa de Jean cuando tomó asiento y se sentó en un sofá tras el sillón de corte. George miró a Mikasa por el reflejo del espejo.
-Convierte ese nido de pájaros en un cabello decente -dijo Mikasa en tono impositivo -Eres el mejor, George. No podría confiar en nadie más que tú.
George pasó una mano por el pelo de Jean e hizo un gesto de desagrado. Tomó el rociador y comenzó a humedecer el cabello.
-¿Cómo está tu novio? -preguntó George a Mikasa.
Jean miró a Mikasa por el reflejo. Notó una mueca de incomodidad en ella. ¿Podía ser que el peluquero se refiriera a Eren? El silencio de Mikasa le dijo que sí… ¿Acaso Mikasa le contó a George que Eren era su novio?
-¿Y por qué no me preguntas a mí? -dijo el muchacho.
Mikasa se sorprendió. Prácticamente no había escuchado la voz de Jean desde la hora de almuerzo.
-¿Qué cómo estás? -preguntó el peluquero algo perdido.
-No… -dijo Mikasa con voz suave -O sea, sí -corrigió -Jean es mi… novio.
George enarcó una ceja.
-Pensaba que era ese chico guapo, el de los ojazos verdes -comentó con entusiasmo -Debo haberme confundido -se disculpó y miró a Jean por el reflejo -No pareces del tipo de chicos con los que saldría Mikasa.
-Sí… ya lo he notado -respondió Jean.
Fue lo último que escuchó de parte de él. Mikasa observaba el siempre cuidadoso trabajo de George con fascinación. Jean mantenía la mirada perdida en algún lugar. Ni siquiera se quejó por algo George hubo terminado. No dijo nada.
-Impecable -comentó Mikasa dichosa al ver a su compañero con un buen corte de pelo y bien peinado -Te queda muy bien.
-Que bueno.
Solo eso dijo Jean. Se puso de pie y fue hasta la recepción. Sacó la billetera del bolsillo y entregó la tarjeta a la señorita.
-Yo pago -dijo Mikasa.
-Déjalo -respondió Jean.
El monto salió en la máquina y el chico pensó que podría comprar cervezas para todo el mes con lo que costó ese corte. Salieron de la peluquería. Eran las 18.20.
-Pediré un uber -dijo Mikasa sacando su móvil.
-No hace falta. Solo acompáñame a un lugar antes.
Mikasa se extrañó, pero se dejó guiar hasta el estacionamiento. Se subió a la motocicleta sin chistar. Jean andaba de malas pulgas y se notaba. Las palabras de Sasha seguían dando vueltas por su cabeza.
En cinco minutos estaban en el café junto a la clínica.
-Hola, Eld.
El mesero se volteó hacia la barra al escuchar a Jean. Se quedó mirando a Mikasa reconociéndola como la pija rompe tazas.
-¿Tienes turno? -preguntó Eld con curiosidad -¿Qué tal, té verde? -saludó a la chica.
-Necesito un favor -dijo Jean sin rodeos -Préstame tu auto. Solo un par de horas. Lo tendrás de regreso para tu hora de salida.
Eld enarcó una ceja.
-Mi auto no es un motel, Kirstein... ¿Te cortaste el pelo?
-¡Cómo te atr…! -alcanzó a exclamar Mikasa antes que Jean le tapara la boca.
-Tengo una cena y no puedo ir en la moto -respondió Jean -No es adecuado -repitió las palabras de Mikasa -Vamos, Eld. Lo cuidaré como a tu cocina.
-Vale. Pero si le haces un solo rasguño me quedo con tu moto en parte de pago por las reparaciones -advirtió. Jean asintió y dejó las llaves de la motocicleta sobre la barra. Eld las guardó en su bolsillo y sacó las de su auto entregándoselas a Jean -¿Dónde es esa cena tan importante como para hipotecar a tu bebé?
-Es una cena familiar -respondió Mikasa -De mi familia.
-Ah -exclamó como si todo cobrara sentido -Tú eres la novia de Kirstein. Ya me parecía que te había visto antes… Digo, cuando vi la foto en face, te me hacías conocida.
-Voy al baño.
Jean se perdió en el estrecho pasillo con las bolsas. Eld le indicó a Mikasa que se sentara en uno de los taburetes frente a la barra.
-¿Así que no solo quiebras tazas, sino que lo usas para ligarte a mis empleados?
Mikasa se sobresaltó.
-No. Jean y yo somos compañeros de la universidad.
-Ah.
Mikasa sacó el móvil, más que nada para no tener que entrar en conversación con ese tal Eld. No era la persona más agradable que pudiese conocer.
Pronto Jean estuvo de regreso vistiendo como…
-¡Me lleva satanás! ¡Te convertiste en un maldito pijo! -exclamó Eld y se volteó hacia Mikasa -¿Qué le hiciste a mi empleado?
-Lo convertí en persona -respondió Mikasa cruzándose de brazos y admirando a su compañero -Te ves bien.
-Ya, vámonos -dijo Jean apresurado.
Salieron el café con rapidez hasta llegar al estacionamiento y se subieron al coche de Eld. No era gran cosa, pero era un modelo promedio. Un auto que podría tener un estudiante. Subieron dentro.
Jean puso las llaves y encendió el motor. Iba a arrancar cuando sintió una mano de Mikasa sobre su muslo.
-Gracias, Jean. De verdad.
El chico la miró un momento.
-Me lo voy a cobrar en sexo, ya verás -respondió pícaro.
-Sí, claro -dijo Mikasa, había liviandad en su voz, cierta jugarreta.
Jean ya no estaba enfadado y eso la hizo sentir bien… muy bien. Bueno, quizás sí se merecía una recompensa. Ya buscaría la manera de agradecérselo de una forma no sexual. Aunque si le preguntara a Sasha, le diría que bastaba con ser amable.
-No quise ofenderte, de verdad -dijo con delicadeza y total honestidad -Pero mis padres… Ellos se fijan mucho en las apariencias. No quiero que… bueno… que me recriminen cosas o te hagan sentir mal.
Jean asintió aun sin poner en marcha el auto.
-La vida da muchas vueltas, princesa. Un día estás arriba y otro abajo. Si crees que puedes vivir la vida agradando al resto y darles la imagen que esperan de ti, estás equivocada. La vida, tu vida es tuya, no es lo que los demás quieren que hagas con ella -Mikasa lo miraba con atención -Solo reflexiona sobre eso.
La chica iba a responder, pero Jean emprendió la marcha fuera del estacionamiento. En la radio sonaba una canción de los ochenta que Jean tarareaba. Mikasa perdía su vista en las calles.
-Mis padres creen que soy perfecta…
-No saben cuan equivocados están -dijo Jean doblando en una calle.
-¡No porque le acueste contigo soy un caso perdido!
Jean se sonrió.
-No hablaba sobre eso. Si crees que puedes ser perfecta, si crees que hasta antes de acostarte conmigo lo eras, estás tan equivocada como tus padres.
-¿Qué quieres decir? -preguntó Mikasa sin entender.
Llegaron hasta la casa de la chica, Jean se estacionó al frente y apagó el motor.
-¿Te parezco perfecto?
-Absolutamente no -exclamó Mikasa.
Jean se rió.
-Te demostraré lo que es ser perfecto y luego retomamos el tema, princesa.
Se bajó del auto y pasó a abrirle la puerta. Justo a tiempo, su madre salía al antejardín a fingir que recogía el correo. Seguramente había notado el auto estacionado al frente.
-¿Lista? -preguntó Jean en voz baja.
-Solo no me digas ningún apodo rancio -rogó.
-De acuerdo.
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