Donde se acaba el dolor
Carla acompañó a Mikasa hasta la habitación de Eren.
-Pasa -indicó abriendo la puerta luego de un par de golpes para anunciarse -Annie acaba de llegar.
El rostro de Mikasa se enserió de pronto, Carla lo notó de inmediato. La conocía tan bien, como si fuese la hija que siempre quiso tener. La empujó suave por el hombro como animándola a ingresar.
Apenas traspasó el umbral Eren la miró con una gran sonrisa desde su cama y la pierna en alto con todos esos fierros. Annie enarcó una ceja denotando la molestia que le ocasionaba la presencia de la mejor amiga de su novio.
-Feliz navidad -dijo ella a ambos manteniendo la distancia del abrazo que usualmente le hubiese dado a su amigo y que ahora debía ahorrarse -¿Cómo se portó Santa?
-Fantástico -exclamó Eren con entusiasmo -Tengo mi nueva consola de juegos -agregó con triunfo -¿Y qué crees? Annie se alió con mis padres y me trajo la última versión del fifa.
-Súper -dijo Mikasa mirando a Annie quien siquiera la miró.
Eren le indicó a Mikasa que tomara asiento en la silla del escritorio mientras Annie, quien antes ocupó el espacio pasaba a sentarse a los pies de la cama.
-No esperaba verte hoy... -comentó Eren -¿Andabas dónde tus padres? -Mikasa asintió -¿Las cosas están mejor?
Ciertamente no era un tema que Mikasa quisiera tratar frente a Annie, así que volvió a asentir.
-Entonces volverás a tu casa -continuó Eren dando aquello por sentado -Me alegro, Mika. Todo es conversable. O sea, yo también tengo discusiones con mis padres, es lo normal, ¿o no? -miró a Annie buscando apoyo y la chica asintió -Pero irte de casa es algo extremo. Lo que no significa que no te entienda, igual la discusión fue súper fuerte. Pero tu mamá va a tener que asumir que estás con alguien que no le gusta.
Mikasa volvió a asentir tratando de mantener su rostro lo más neutro que podía, pero se sentía muy incómoda. ¿Por qué Eren lo hablaba con tanta liviandad frente a Annie? Ella no era su amiga, hasta hace nada era su rival. Pero bueno, eso Eren no lo sabía... no explícitamente al menos. Mikasa jamás le había confesado sus sentimientos y, aunque hubiese querido aclarar aquello, parecía que sería imposible.
Por otro lado, cuando había hablado del tema con Eren y Armin hacía un par de semanas les expuso que lo menos preocupante para ella era el tema de Jean. Que lo que la acongojaba era su situación familiar y lo que sentía en relación a la historia de sus padres. Lo de Jean solo fue un detonante para que todo saliera a la luz... pero parecía que nadie podía leer la profundidad de aquello. Al menos no Eren.
No era que lo culpara tampoco. No tenía porqué entenderlo, no cuando él siempre fue algo... bueno, poco centrado en el resto y más bien... centrado en sí mismo.
-¿Armin habló contigo? -retomó Eren.
-No, iba a llamarlo cuando saliera de acá -respondió Mikasa -¿Pasó algo con su abuelo? ¿Malas noticias?
-Para nada -exclamó Eren, el rostro de Annie se endulzaba -Su abuelo salió del hospital al fin -Mikasa sintió alivio inmediato -Pero dijo que no vendría a pasar año nuevo. Así que seremos solo los tres...
Los tres. Eren, Annie y Mikasa. La última miró a la rubia de reojo y notó una mueca de desagrado en sus labios. Claramente Eren tampoco leía bien a su novia, o tal vez sí lo hacía, pero no quería herir a su mejor amiga y decirle que suspendieran su reunión.
-Oh... -la voz de Mikasa sonó desilusionada, pero de inmediato se alivianó -Me alegro por Armin, lo llamaré luego. ¡Debe estar muy feliz! -hizo una pausa -Y por año nuevo, no te preocupes. Pásenla bien ustedes dos, tengan una cena romántica -ideó de buen humor -Los padres de Jean me invitaron a la costa y ya que no estará Armin... aceptaré la propuesta.
-Espero que lo pases fantástico con tu novio -comentó Annie antes que Eren pudiese decir algo para negarse. Hubo cierto énfasis en 'tu novio' que Mikasa captó.
Eren se quedó mirando a Annie un instante antes de alzar la voz:
-Supongo que la próxima vez podríamos hacer algo en conjunto, una cita doble.
Mikasa sonrió dulce ante la propuesta. ¿Juntar a Jean y Eren? ¡Ni en sueños! Al menos no todavía. Conociendo a Jean, a la primera situación que malinterpretara saltaría encima de Eren y le reventaría la cara sin importarle que tuviese la pierna partida en trece mil trozos.
-Sí, tal vez -respondió Mikasa. Se puso de pie -Bueno, ya me voy.
-¿Tan pronto? -preguntó Eren.
-Adiós -dijo Annie de inmediato.
A Mikasa le causó gracia. A partir de ahora las cosas cambiarían, al menos de su parte. El tema estaba cerrado. La campaña 'Emancipación de Eren Jaeger' estaba finalizada... y cómo era un alivio poder verlo con otros ojos al fin.
-Adiós -se despidió Mikasa ya desde la puerta con una pequeña seña.
Cerró y bajó las escaleras. Carla se asomó en cuanto sintió sus pasos, el doctor Jaeger también estaba en el recibidor, al parecer saliente de turno en el hospital. Se despidió de ambos dejándolos algo perplejos que la visita solo durara unos minutos. 'Visita de médico' había bromeado Mikasa al salir.
Sus pasos la llevaron hasta el pequeño parque infantil donde solía jugar de niña con sus dos mejores amigos. Se sentó en una banca y sacó su móvil.
"Armin, llamando..."
-Hola, Mika. Feliz navidad.
-Feliz navidad para ti, Armin. Me alegro muchísimo por lo de tu abuelo.
Y en esa conversación se concentró dejando atrás la nostalgia y la preocupación por su actuales problemas. Su mente y corazón debían estar con sus amigos, no solo en ella. Ya tendría tiempo para hablar con Armin... y sabía que él la entendería.
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-Con que finalmente te fuiste de casa.
Levi le traía una taza de café. Mikasa sentada en la sala del apartamento de su primo. La chica vertió unas gotas de endulzante en el café y revolvió pensativa.
-No sé si fue lo mejor, Levi -respondió meditabunda -Pero no podía permanecer ahí. Ellos tienen problemas que solucionar... más bien, saber qué harán con ellos mismos si no estoy ahí -acercó la taza a sus labios y sopló suave -Iba a pasar tarde o temprano... eso quiero creer.
Bebió un sorbo mientras Levi ordenaba sus ideas. Primero que nada, era extraño estar teniendo más contacto con su prima ahora que hasta hace unos meses. No era que le desagradara en lo absoluto, era su única prima. Segundo, no era que quisiera azuzarla, pero él mismo era un partidario de la emancipación paterna. Consideraba que parte de crecer es tomar responsabilidad por sí mismo. Pero, en tercer lugar, tenía miedo que Mikasa no estuviese preparada para ello.
-¿Quieres... quedarte aquí? -preguntó en un arranque de afecto y empatía.
-¡No, qué va! -exclamó Mikasa -Solo... quería hablarlo con alguien. Y sé que eres cien por ciento confiable -hizo una pausa para ver el rostro enorgullecido de Levi -Eres tan desagradable que nadie habla contigo, a quién vas a poder contarle mis cosas -bromeó.
Levi no respondió. Solo siguió bebiendo de su café en silencio. Esperaría a que Mikasa quisiera hablar en lugar de bromear. Sabía que tenía mucho que decir, pero no sabía cómo hacerlo sin derrumbarse. No era sencillo, claramente.
La vio beber su café con la mirada perdida y solo suspirando cansada cada ciertos momentos.
-Hiciste bien, Mikasa -dijo Levi rompiendo el silencio -No era saludable para ti.
Mikasa asintió aun con la mirada perdida, sus labios muy presionados.
-¿Qué va a pasar ahora, Levi? -su voz era un murmullo -No puedo evitar pensar que todo fue mi culpa.
-¿Vas a seguir con eso? -preguntó Levi dejando su taza en el platillo -No hiciste nada malo. Es tu madre la que está mal. No digamos que tu novio es lo que toda madre querría, pero no es despreciable tampoco. Es un chico completamente normal. No es por Jean, lo sabes... Habría pasado con cualquier decisión que tomaras y no le agradara. Claro que este tema la tocaba más en sus propias experiencias.
Mikasa suspiró por enésima vez. Extrañamente, no sentía ganas de llorar. Su tristeza era de esas tan profunda que ni todas las lágrimas del mundo la podrían desahogar. Se sentía como un agujero en el pecho.
-Me llamó prostituta -comentó Mikasa bajando la vista a sus manos sosteniendo su taza.
-Me parece una bajeza llamar así a alguien que ni profita del sexo -bromeó Levi al verla desolada, Mikasa soltó una pequeña risa -Deberías comenzar a cobrarle a tu novio.
-Serás bobo -respondió la chica y soltó otro suspiro -¿Crees que algún día mamá logre entender?
Levi se hizo hacia atrás en el sofá y se cruzó de piernas.
-Eso pasará el día que tanto tu madre como tu padre entiendan que ella tiene problemas que solucionar que no pueden meterse bajo la alfombra. Ni menos que se curan con lotes de pastillas y las excusas de tu papá -miró al reloj -¿Segura que no quieres almorzar? Ya son las tres de la tarde.
-No, gracias.
-¿Otro café? -insistió Levi.
-Eso sí.
Levi tomó la taza de Mikasa y se perdió en la cocina. El móvil de la muchacha comenzó a repicar.
"Papá, llamada entrante"
-Hola, papi.
-¿Dónde estás? ¿Estás bien? -se escuchó del otro lado de la línea.
-Estoy bien, con Levi.
Hubo un silencio del otro lado. Tal vez su padre estaba tan sorprendido como ella que buscara refugio donde su primo. Pero, quizás era lo más adecuado en ese momento.
-Mikasa, debemos hablar seriamente. Y no, no voy a pedirte que vuelvas a casa. No con las cosas como están, no con tu madre en este estado. Pero quiero que te pongas un poco en su lugar... no la odies.
-No odio a mamá. No podría. Solo, de momento, necesito distancia. A ninguna de las dos nos hace bien estar juntas -hizo una pausa -¿Tú también crees que soy una prostituta?
Albert guardó silencio un momento.
-Solo sé responsable, ¿sí? -se escuchó un ruido del otro lado y una voz -Me avisas si necesitas dinero o hablar. Siempre voy a estar para ti.
-Te quiero, papi.
-También te quiero.
La llamada se cortó y Mikasa dejó el móvil sobre la mesa. Levi traía su café y lo dejó frente a ella.
-¿Y bien? -preguntó Levi viendo a Mikasa con la mirada perdida en el móvil. Vio que sus labios tiritaban y los ojos se le volvían vidriosos -Ven aquí -la abrazó -Avergonzaremos a la familia juntos. El marica y la golfa. ¿Eh? Suena bien, ¿a que sí? -Mikasa se sorbió los mocos -No llores, Miki-chan. Al menos piensa en esto, ya no hay forma que los sigas decepcionando. Vas a continuar la universidad y les demostrarás que eres toda una mujer. Hecha y derecha.
Mikasa asintió y se alejó leve para ver a su primo a la cara.
-¿Tú también crees que soy una puta?
-No, ya te lo dije, no cobras -bromeó y le entregó una servilleta para que se sonara los mocos -No eres una puta. Solo eres una chica empoderada de su sexualidad.
-Eso digo yo -le sonrió aun triste -¿Es tan feo?
-Miki-chan... mi Miki-chan -la tomó por las mejillas -Hay cosas feas en la vida. La envidia, el robar, hacer el mal y disfrutarlo. Acostarte con tu novio no tiene nada de malo -le acomodó el pelo -Puede que para Albert no era lo que esperaba... pero, en serio, ¿qué esperaba? ¿Qué te mantuvieras virgen hasta el matrimonio? Bobadas. ¿O te comprarías un vestido sin probártelo?
-¡Jamás! -exclamó con mejor ánimo.
-Lo que sí puedo decirte es, sé responsable. Pero por sobre todo, pásalo bien. Disfruta, prueba cosas divertidas. Y si algo no te gusta, dilo. Pon límites. Así como también pide lo que te gusta. La comunicación es muy importante.
Mikasa asintió. Levi tenía toda la razón. Podía ser que su madre la odiara y su padre estuviese decepcionado. Pero tenía a Levi de su lado. Le reconfortaba haberlo recuperado.
Llamaron a la puerta y Levi se puso de pie. Mikasa probó su café e hizo una morisqueta al comprobar que no le había puesto endulzante. Estaba en ello cuando escuchó una voz familiar:
-¿Dónde está mi ángel?
Sin saber cómo ni en qué momento, pero se encontraba envuelta en un asfixiante abrazo de tío Kenny.
-Miren nada más ese par de desnaturalizados de dejar a mi Miki-chan desamparada y sin hogar -la apartó ligero para verla a la cara -¿Estás bien mi angelito? No escuches nada de lo que diga la loca de tu madre.
-El burro hablando de orejas -bufó Levi cerrando la puerta.
Kenny lo ignoró.
-Nadie toca a mi Miki-chan. Miren que ponerse así porque le rellenan la pava.
-¡Por Dios, Kenny! -exclamó Levi y Mikasa miraba a su tío espantada.
-¿Qué? -dijo el hombre sin darle importancia a sus groserías -Pero si es verdad. Mi angelito es toda una mujer y una muy linda. Ese novio tuyo tiene suerte. Mírenla nada más si salió toda una pícara. Toda una Ackerman, no como ese pusilánime de Bertie -pellizcó la mejilla de Mikasa -No estás sola, mi vida. Tienes a esa escoria -indicó a Levi -y tienes a tu maravilloso tío Kenny que te ama -la soltó de pronto y sacó un sobre de la chaqueta -Tus abuelos te mandan dinero.
Mikasa lo recibió extrañada. Miró a Levi.
-Eres oficialmente una paria familiar -suspiró Levi -Tenemos que brindar.
Su primo se perdió por la puerta de cocina.
-¿Por qué brindamos? -preguntó Mikasa sin salir de su embotamiento cuando Levi volvió con tres copas de champaña.
-Por los maricas y las golfas -aclaró Kenny con entusiasmo -Tu tía Kuschel estaría tan orgullosa de ti.
-No le des ideas -gruñó Levi.
Los tres sentados alrededor de la mesita del café en la sala del apartamento de Levi. Él fue el primero en alzar la copa.
-Por la familia -dijo Levi -Por el lado incorrecto de ella.
-Por nosotros -continuó Kenny.
Chocaron las copas y cuando estuvieron las tres sobre la mesita, Kenny sacó su móvil.
-Selfie -anunció enfocando a los tres.
La tertulia continuó. Mikasa finalmente quiso probar bocado y Levi improvisó unas tapas. Mientras tanto, la última publicación de Kenny iba sumando reacciones en facebook.
"A Albert Ackerman le encanta tu fotografía"
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Levi la dejó en casa de Sasha pasadas las nueve de la noche. En realidad Mikasa quería dejar de pasar el menor tiempo a solas. Sabía que la soledad la dejaría al libre ataque de sus emociones... y no quería eso aun. Además, prefería estar acompañada para cuando eso sucediera.
Su móvil repicó justo cuando ingresaba al apartamento. Buscó el aparato y dejó la cartera sobre la mesa del comedor.
"Sashita más bonita, llamada entrante". Debería dejar de pasarle su celular a su mejor amiga.
-Feliz navidad -dijo Mikasa al contestar.
-Feliz navidad para ti, amiga. ¿Cómo lo pasaste?
Mikasa se dejó caer en el sofá. El solo escuchar la voz de quien era su confidente y su salvadora, la quebró completamente. Armin estaba lejos, también Sasha... y ella estaba en este maldito agujero oscuro y frío. No se refería al apartamento, sino a la sensación de desolación que la invadió. Hablar con Levi y tío Kenny había sido agradable, pero no eran su mejor amiga, no eran con quien ella era completamente transparente, quien la conocía tan bien, hasta sus más oscuros y perturbadores pensamientos.
-Mamá me echó de la casa... -su voz salió apretada y húmeda. Sasha no dijo palabra, solo esperaba que continuara -Ayer fui donde los abuelos, todo parecía bien. Papá me dijo que fuese a casa... y todo estaba bien hasta que mamá perdió el sentido. Se volvió loca...
-Pues que se vaya a la mierda, puedes quedarte conmigo todo el tiempo que quieras. Yo cuidaré de ti. Cuido de Connie y aun no muere -bromeó y Mikasa soltó un suspiro -Llora tranquila, estoy aquí. Te estoy escuchando.
-Trato de entenderla, lo juro. Pero se me hace tan difícil -continuó Mikasa mientras se limpiaba la cara de las lágrimas -Papá dice que me ponga en su lugar... te juro que trato. ¡Pero es tan injusta! Estoy lidiando con tantas cosas que me es difícil... y tú no estás.
-Ya voy a volver -la consoló -No me hagas tomar el primer bus de regreso para ir a vestirte de zorra y salir por unos tragos, ¿ok? -Mikasa se sonrió entre lágrimas -Mika... no he estado en tu lugar, pero solo puedo decirte que tú no eres la que está mal. Tu papá lo sabe, pero tu mamá...
-¿Sabes qué es lo más horrible de esto, Sasha?
-¿Estar sin mí? Lo sé, debe ser horrible...
Mikasa soltó una risita.
-Partiendo por eso -dijo con voz algo más alegre, Sasha siempre sabía la fórmula correcta -Lo más horrible es saber que por años he tratado de dar el ancho con algo que es imposible. Y que mi mamá ha vivido toda su vida en ello... Tratando de ser perfecta, de no equivocarse, de hacer ver que todo está bien cuando no lo está. Y yo... creyendo que eso está bien. No puedo ser ella... y no quiero ser como ella. Pero tampoco sé quién soy. Me dejé llevar por lo que mis papás siempre dijeron y ahora... ahora me siento a la deriva. Solo... solo quiero que alguien me diga qué hacer -la voz le tembló -Porque no sé qué hacer... ¡y me siento tan perdida! -la angustia la invadió -¿Qué hago Sasha? Porque mi mamá no puede tener razón, ¿verdad? Ella no está bien... pero yo tampoco lo estoy. ¿Qué tal si estoy tan mal como ella? Si también estoy loca...
-No estás loca. Solo estás perdida, tranquila, ya pasará. Te lo prometo. Es muy difícil dar un paso fuera de la zona de confort, de lo que estamos acostumbradas... solo tienes miedo. Pero tranquila. Estoy contigo y todo saldrá bien.
-A veces pienso... -continuó Mikasa -Anoche pensaba, cuando me fui a la cama, pensaba en cómo pudieron ser las cosas de otra manera. No sé... si hubiese podido entender esta situación antes -hizo una pausa -Si en lugar de ensoñarme con las ilusiones que mi mamá insistía en meterme en la cabeza... me hubiese fijado en las cosas que estaban pasando. Que me hubiese plantado frente a mis padres cuando comencé a darme cuenta que sus decisiones sobre mí me hacían daño. Pero...
-Mikasa, todos pensamos que nuestros padres siempre tienen la razón. Pero, a veces no es así. Por eso tenemos que aprender a pensar por nosotros mismos y hacernos nosotros responsables -hizo una pausa -Las cosas tuvieron el rumbo que tuvieron y tienen. Le pregunta es: ¿qué rumbo quieres que tomen ahora?
-Bueno, lo primero es buscar un trabajo para ayudarte con la renta. No quiero pedirle dinero a papá aunque me lo ofreció. Creo que es suficiente con que no me haya amenazado con dejarme de pagar la universidad -bromeó -Lo segundo... -tomó aire profundo -Dejarme de culpar y comenzar desde cero a partir de ahora. Va a ser difícil, pero creo que no he hecho nada malo, ¿verdad? Salvo ser una zorra borracha.
-Bienvenida al club -Sasha dijo animada al notar que Mikasa estaba más tranquila y de buen humor -Sé que es difícil, Mika. Pero es algo de tu mamá en lo que no tienes ninguna injerencia. Si las cosas mejorarán o no, no lo sé. Pero sí sé algo, y eso es que eres una buena chica. Estarás bien, te queremos y te adoramos. Solo comienza este camino con la seguridad que nadie espera nada de ti, salvo que seas feliz y estés tranquila.
-Gracias, Sasha. Necesitaba hablarlo contigo.
-Lo sé, soy la mejor.
El timbre del apartamento sonó.
-Tengo que dejarte, es Jean -informó Mikasa.
-Pásalo bien. Usa mi cama y cambias luego las sábanas, ¿vale? No se puede tener buen sexo en una cama chiquita.
-Tonta -gruñó Mikasa -Nos vemos pronto.
-Nos vemos. Te quiero. Besos.
Terminó la llamada y fue hasta la puerta. Abrió para ver a Jean con una bolsa en la mano que alzó frente a ella.
-Santa me dijo que te trajera esto -le dijo al tiempo que Mikasa tomaba la bolsa -¿Qué hacías?
-Hablaba con Sasha -respondió -Gracias.
Lo besó breve y cerró la puerta. Jean no era tonto ni poco observador, notó que Mikasa traía los ojos rojos y también su nariz. La vio dejar la bolsa sobre la mesa y abrirla. Sacó de dentro un libro.
-Sé que te gusta leer y me dijeron que era muy bueno -dijo Jean mientras Mikasa leía el resumen en la tapa posterior -Yo no sé de esas cosas, pero dijeron que era un bestseller de cosas de mujeres...
-Es perfecto -le sonrió -Se nota que me conoces. Nada como perderse en el mundo de las letras donde los finales son siempre buenos.
-Toda princesa merece su final feliz -la abrazó por la espalda y la besó en la mejilla -Solo que mi princesa no parece muy feliz. Puedes contarme lo que pasa... lo sabes, ¿verdad?
Mikasa dejó el libro sobre la mesa. Jean la soltó suave, ella se giró para quedar frente a él. Le tomó las manos entre las propias y lo jaló para que la siguiera hasta el sofá. Tomó asiento, Jean a su lado.
-Las cosas no resultaron bien, ¿verdad? -preguntó Jean y Mikasa negó -¿Quieres hablarlo?
Mikasa lo miró un segundo antes de hablar.
-Sabes que esto no es por ti, ¿verdad? -Jean caviló -Bueno, un poco. Pero es por mí y por mis decisiones. La verdad es que no sé si puedo hablarlo contigo sin que te sientas responsable de esta situación. Porque la responsabilidad es mía. Esto no es porque mamá crea que no eres bueno para mí, se trata de ella no respetando mis decisiones. De ella no entendiendo que ya crecí y no quiero seguir siguiendo lo que ella diga ni que maneje mi vida a su gusto. Ella... ella no está bien... y me duele.
La voz se le quebró. De verdad que no quería involucrarlo, pero era difícil no hacerlo. Y se sentía tan tonta de no poder dejar de llorar.
Jean la rodeó con un brazo y ella lloró oculta en su pecho. ¿Acaso dejaría de llorar en algún momento? ¿Dejaría de dolerle tanto? Recordaba los maravillosos momentos vividos con sus padres. Lo feliz que había sido con ellos. Y se cuestionaba si sus decisiones valían tanto como para romper con ello. Si tan solo hubiese podido ser como esperaban que fuese. Pero no podía.
-¿Qué hago, Mikasa? -preguntó Jean en un susurro -¿Qué hago para que dejes de llorar?
-Tengo tanto miedo... -murmuró Mikasa -Y me duele tanto...
Se aferró a él mientras sentía que el corazón se le partía en dos. Él la abrazó con fuerza y de un preciso movimiento la sentó en su regazo para poder envolverla entre sus brazos. Mikasa lloraba contra su hombro y aquello le rompía el alma.
-Eres fuerte, Mika. Eres la chica más fuerte que conozco. Todo va a estar bien... -susurró -No estás sola... no tengas miedo. Estoy contigo, ¿sí? No voy a dejarte sola.
Jean no podía evitar sentirse culpable de la situación. Pero también entendía que esto era más grande que una pelea por un novio inadecuado. Esto era sobre Mikasa tomando sus propias determinaciones. Era Mikasa rompiendo con los esquemas a los que acostumbraba y arrojándose a un mundo que desconocía. Un mundo en el que ni siquiera sabía manejarse sin la celosa vigilancia de sus padres. Era ella emprendiendo el vuelo y creciendo.
-Cuando mi papá murió tuve mucho miedo -susurró Jean acariciando la espalda de Mikasa -Era un niño que se convirtió en el hombre de la casa. Sentía que ahora todo dependía de mí. Que tenía que cuidar de mí y de mi mamá... y estaba solo. ¿Sabes que pasó? -hizo una pausa y escuchó a Mikasa respirar profundo -Supe que era más fuerte de lo que creía. Entendí que el mundo sigue y que siempre tenemos la fuerza para ponernos de pie, sacudirnos la tierra de las rodillas y seguir adelante. Sé que ahora no puedes verlo así, pero eres mucho más fuerte que yo.
Mikasa soltó un suspiro trémulo contra su cuello.
-¿Vas a quedarte conmigo? No me dejes sola...
-Nunca, amor. Nunca. Te lo prometí una vez y siempre cumplo mis promesas -la besó en el hombro, que era lo que tenía más al alcance -Estoy contigo ahora y siempre.
Se quedaron así, abrazados un momento. Mikasa pensaba en cuan afortunada era, a pesar de las circunstancias. Tenía alguien a su lado que la respaldaba, que la quería. Aun cuando ella no había sido una buena persona. Pero que la entendía. No creía ser merecedora de aquello, pero prefirió no cuestionarlo. A veces, la vida da esos pequeños regalos.
Se apartó suave del abrazo.
-¿Vamos a la cama? -propuso con voz suave -Hace frío.
-Sí, está algo helado -afirmó Jean soltando el agarre de sus brazos.
Mikasa se puso de pie, Jean la imitó y se quitó finalmente la chaqueta. Dejó las llaves y el móvil sobre la mesa, antes de volver a tomar el aparato.
-Sasha dijo que podíamos quedarnos en su habitación. La tele tiene netflix.
-Cuanta generosidad -bromeó Jean.
Mikasa lo tomó de la mano y lo guio hasta el dormitorio principal. Una vez ahí cada uno tomó un lugar a cada lado de la cama. Mikasa estaba descalza, Jean se quitó las zapatillas. Ella encendió el televisor y esperó que cargara el netflix.
-¿Qué quieres ver? -preguntó Mikasa volviéndose hacia Jean, quien estaba tendido en la cama.
-Me da igual... lo que tú quieras.
Pero Mikasa no sabía qué ver, esa era la verdad. Lo único que quería era meterse bajo las tapas, abrazarse a él y olvidarse de todo.
Puso cualquier cosa, que salió de sugerencia, en este caso fue un documental sobre el calentamiento global. Jean no dijo nada, ni a favor ni en contra. Mikasa abrió su lado de la cama. El que era de Connie. Odiaba dormir al lado de la ventana, así que no pidió el lado de Sasha.
-Métete dentro -le dijo a Jean.
-Sí... claro...
No iban a meterse con ropa dentro, eso era obvio. Pero nunca había sentido aquello, el desnudarse, tan tenso. Parecían un par de críos quitándose la ropa dándose la espalda. Cuando finalmente estuvieron ambos dentro de la cama, fue Mikasa quien lo abrazó, apegándosele para sentirlo calientito piel con piel. Él la rodeó con un brazo y ella descansó la cabeza en su pecho.
-¿Quién es este tipo? -preguntó Jean con los ojos fijos en la tele.
-Al Gore -respondió Mikasa -Era candidato a la presidencia de Estados Unidos.
-Ah...
El hombre en la televisión seguía hablando mientras Mikasa sentía la respiración de Jean contra la coronilla y el latir acelerado de su corazón. Alzó la mirada para verlo con los ojos fijos en la tele.
-¿Pasa algo? -le preguntó preocupada al verle cierto gesto tenso en la cara.
-¿Honestamente? -preguntó él.
-Claro...
-Lo único en que puedo pensar es en hacerte el amor, pero con todo lo que pasó hoy creo que es un completo desatino. Seguro es en lo último que estás pens...
Mikasa lo calló de un beso. Lo atrajo hacia ella con firmeza, pasando una mano por su espalda, sintiendo su piel suave y tensa. Adoraba el tacto de su piel. Siempre se sentía cálida, pero fresca. Lo sintió pasarle una mano por las caderas y apegarla a él por el trasero, la palma de su mano firme contra ese espacio donde la espalda se perdía entre sus nalgas.
Erótico, todo entre ellos era erótico. Desde el sabor de sus besos, la forma en que se miraban cuando los besos acababan y justo antes de volver a comenzar. Eróticas eran las caricias que buscaban recorrer cada espacio de piel disponible.
Quizás no era lo que debía suceder. No cuando había sido un día tan intenso. Pero así había sido aquel día que los sueños de Mikasa se habían roto. La primera noche que pasó con Jean. De alguna forma su cercanía, el calor de su cuerpo y las caricias que dejaba en él lograban alejarla del dolor. Jean lograba anestesiar su corazón y llenar el vacío en su alma.
Lo sentía mimar cada espacio de su cuerpo y le arrancó un par de risitas cuando sus labios dejaban húmedos rastros en su abdomen.
-Eres preciosa -le dijo con una sonrisa.
-Y tú -Mikasa pasó una mano por su cabello -Eres todo lo que podría pedir... y más.
Jean abandonó su abdomen para quedar a su altura y le acarició la mejilla antes de besarla profundamente. Ella lo atrajo hacia su cuerpo con necesidad. Le permitió acomodarse entre sus piernas mientras se aferraba a su espalda.
¿Era malo desearlo así? Porque cuando recordaba las acusaciones de su madre no hacía más que cuestionarlo. Pero sentirlo cerca, de esa manera, fundidos el uno contra la otra... no podía haber error en ello. No cuando jamás se había sentido más plena, más libre ni más feliz que cuando estaba entre sus brazos en ese erótico encuentro. Básico y animal, pero colmado de sentimientos. ¿Podía haber algo más mágico que volver un acto tan instintivo en la entrega completa a otro? Sin razonamiento, sin prejuicios, sin nada más que la carne ansiosa.
Aquella deliciosa sensación comenzaba a nacer desde su sexo hasta invadirla por completo al vaivén de sus caderas y la unión completa de sus cuerpos. La tensión momentánea que la inmovilizó en ese estado de éxtasis al ritmo de los jadeos de su amante en el oído. El tacto de las uñas contra la piel de su espalda, la sensación húmeda de sudor, los sonidos ahogados en la garganta. Ese segundo en que el placer la colmaba y el relajo que luego trajo a ambos cuerpos. Pesados, cansados, plenos. Repletos de esa sensación que quisieran durara para siempre, pero que era pasajera. Deliciosamente pasajera.
Y si eso no era correcto, que el castigo de todos los cielos cayera sobre ella. Porque no había nada más exquisito que aferrarse al cuerpo que ahora descansaba sobre ella., rodearlo con sus piernas y sentir ese calor que emanaba.
Lo escuchó susurrarle algo al oído, casi imperceptible. Era algo que siempre hacía, una frase que moría en algún lugar entre sus labios y su oído. Una frase que terminaba ahogada en un beso que le robaba el aliento.
De pronto el resto del mundo volvía a ser perceptible. La voz de Al Gore, el ruido de los vehículos pasar por la calle, el frío que la invadió cuando Jean se retiró de sobre ella para dejarse caer en el colchón. Mikasa lo rodeó con un brazo y apoyó la cabeza en su pecho escuchando el latir acelerado de su corazón. Jean la acomodó entre sus brazos y depositó un beso en su cabello.
-Iré a la playa... si aun está en pie la invitación -dijo Mikasa con voz suave.
Jean no respondió de inmediato, solo porque se preguntaba el porqué Mikasa había cambiado de planes. Pero si ella quería pasar año nuevo con él y sus padres...
-Eres siempre bienvenida, princesa.
Mikasa lo besó en el pecho y dejó escapar un suspiro.
-¿Nunca vas a dejar de llamarme de esa horrible manera? -preguntó bromista.
-Nunca -enredó sus dedos en el cabello de la chica -Princesa... muñeca... bebé...
Mikasa se incorporó rápido y retiró su propia almohada para lanzársela a Jean sobre la cara. Él se la retiró y se la lanzó a Mikasa.
-Mi pequeña bestia -suspiró Jean al tiempo que Mikasa volvía a arrojarle la almohada. Jean se la retiró veloz de la cara -¿No tuviste suficiente, reina?
Mikasa se le subió a horcadas y atrapó ambas muñecas del muchacho entre sus manos para llevarlas por sobre su cabeza.
-Solo Mikasa -dijo reclinándose sobre él -'Amor' también está bien -tomó la almohada para abrazarla contra ella -Suena bien...
-Puedo hacer eso, amor -respondió en son de paz y con una boba sonrisa que Mikasa correspondió -¿Vas a dejar de golpearme y vas a recostarme aquí pegadita para que te haga cariño?
Mikasa se bajó de sobre él y se le volvió a apegar.
-Sí, amor -respondió logrando que aquella sonrisa boba de Jean se volviera aun más amplia -¿Cuándo nos vamos a la playa?
-Mañana después de almuerzo. Te encantará. La cabaña es genial. Aunque es mejor en verano, pero el clima tampoco es tan frío. Pero lleva ropa abrigada.
Mikasa asintió suave contra su pecho.
-¿Me mantendrás calientita por la noche?
-Sí, amor. Así tal cual. Bien pegadita. El pijama es opcional. Pero te recomiendo que lleves uno. Ya te diste cuenta que ni mi mamá ni Roger tienen conciencia de la intimidad.
-Sí, lo noté -respondió alzando la mirada para luego acomodarse en la almohada, pero aun apegada a Jean -Entonces... mañana nos vamos a la playa -hizo una pausa y se acomodó contra él -Es extraño decidir las cosas por mí misma sin tener que pedir permiso... ni mentir.
Jean pasó una mano por el cabello de Mikasa.
-Sería prudente que le avisaras a tus padres. Eso si quieres.
-Le diré a Levi -respondió Mikasa -Y a tío Kenny. Les gustará saber que nos vamos de vacaciones. Y... pueden decirle a papá también. Para que sepa dónde estoy...
Su voz volvió a temblar. Era tan difícil... tan difícil. Jean la abrazó con fuerza, la suficiente para sentirse contenida, pero delicado para no sofocarla. No quería que Mikasa volviese a romper en llanto, pero sabía que, dadas las circunstancias, era difícil que se mantuviese estoica. Podía entenderla. Su princesa era frágil como pocos podían notar.
-¿Quieres algo? ¿Un té? ¿Un vaso de agua? -preguntó Jean para sacarla de aquel estado taciturno al que peligraba en caer -¿Algo de comer? Puedo intoxicarte con fideos salados.
Mikasa rio bajito.
-No, estoy bien. Solo quiero quedarme así, contigo.
Finalmente Mikasa comenzó a poner atención al documental. De hecho, lo retrocedió para poder verlo con Jean de almohada. Se le apegaba y cada tanto se acomodaba junto a él. Estaba tan calientito y rico. Poco a poco comenzó a pestañear pesado hasta que se durmió. Jean tomó el mando del televisor y lo apagó. Cerró los ojos para sumarse al sueño de Mikasa.
Y este era solo el comienzo...
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