Decisiones - 2
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Fue en una temporada fría y de lluvia cuando sucedió aquello que marcó mi vida, habían pasado años y yo ya me había graduado de Edén, de asistir a salones de estudio y bibliotecas, pasé a ir a los salones de eventos y asambleas.
Todo iba conforme a lo que mi padre quería, pero aquello no era todo lo que sería mi vida cotidiana como pensaba, todavía me faltaba mucho por conocer, y aquello fue justamente lo que me hizo desear renunciar mi «vida de ensueño» que todos envidiaban.
—Señorito, debe ir. Su padre lo espera —dijo Jeeves como de costumbre, ya me había acostumbrado que interrumpiera mis lecturas diarias en mi tiempo de ocio.
—Iré —contesté para luego dirigirme donde mi padre esperaba por mí, aquella oficina fría y silenciosa que tanto me agobiaba.
|Tak, Tak, tak|
—Padre.
—Toma asiento, Demetrius —ordenó dándome la espalda, al parecer encontraba más interesante el jardín que la visita de su hijo—. Lo estuve pensando, y creo que es momento que te nombre sucesor oficial.
—¿No lo era? —pregunté confundido.
—Eso aparentas a los ojos de las demás personas, pero para mí no —contestó todavía en ese tono frío y estricto que lo caracterizaba—. Todavía no puedes ser mi sucesor si no pasas la última fase de selección.
«¿Una prueba final? Esto es...», pensé.
La reunión que tuve con padre ese día desde un comienzo sabía que no sería como las demás, la dichosa prueba final constaba en conocer los secretos de la familia, o mejor dicho poner fin a mi ignorancia.
Ser un heredero de la familia Desmond conlleva a no solo cargar con las responsabilidades que poseía el título, sino que tenía que lidear con la manera de pensar y las acciones de mis antecesores; tuve que enterarme de la verdad de todo por obligación.
—Demetrius, es hora de que sepas la verdad sobre nuestra familia y nuestros planes—, habló con su voz grave y autoritaria como de costumbre mientras me miraba fijamente, como si estuviera evaluando mis expresiones, aunque sabía que no mostraría ninguna—. Nuestro legado es más que la simple política. Hemos trabajado incansablemente para asegurar que Ostania prevalezca, no solo en tiempos de paz, sino también en preparación para la guerra. La paz que declaré en mi primer mandato no fue más que una fachada, un paso necesario para ganar el favor del pueblo. Ahora que me he ganado su confianza, estoy preparando la siguiente fase. Mientras la gente cree que estoy retirado, en realidad estoy...
Sentí una oleada de náuseas al escuchar sus palabras. La frialdad con la que hablaba de usar seres humanos como herramientas me repugnaba, pero mantuve mi exterior imperturbable, agradecí por primera vez mi «condición».
—No importa lo que tenga que hacer, Demetrius. El fin justifica los medios. Nuestra familia ha entendido esto desde siempre. Ahora tú, como mi hijo y heredero, debes continuar este legado.
Estuve en silencio unos segundos hasta que contesté con otra pregunta, todavía me resultaba incómodo y extraño que padre me esté contando todo esto en un día tan tranquilo, y peor aún, que se esté abriendo hacía mí, como si yo hubiese querido comprenderlo, tal vez de niño, pero ahora era diferente.
—¿El fin justifica los medios? ¿Así es como piensas, padre? —pregunté con la mirada perdida en el escritorio de caoba mientras cerraba con algo de fuerza mis puños, era de esperarse que estas insignificantes acciones despertara interés en mi padre que entrecerró los ojos y con una mirada intimidante suspiró cansado.
—Por supuesto, por mi causa lo es. Y no me mires así, Demetrius; mi padre, tu abuelo, tenía un pensamiento más radical que el mío, míralo de esta manera, yo buscó la paz absoluta en Ostania poniendo a salvo la mayor cantidad de vidas, la guerra solo trae muertes sin sentido, es por eso que cuando fui presidente hice lo posible para «detenerla», estoy en busca de nuevos métodos para lograr la victoria.
«Fingió ser un salvador», pensé.
—Bien, te daré más tiempo para que aclares tu mente, si tienes dudas o curiosidad, te permitiré ir a la biblioteca del anexo o preguntarme a solas, hay más cosas que debes conocer, pero lo importante es lo que te mencioné ahora. Espero tu colaboración cuando estés listo.
«¿Listo? Para nada, nada está bien», pensé presionando los labios.
El contenido de los libros de ética que había leído resonaba en mi cabeza. Todos estaban muy en contra de lo que hacía mi padre. Fue en ese momento cuando comprendí la razón por la que a él no le gustaba que tratara de entender a los demás y que leyera determinados libros. No quería que empatizara con nadie ni que supiera que estaba bien o mal.
«Así que así era, casi lo logra».
—Demetrius, ¿No dirás nada? —Su voz era una mezcla de impaciencia y expectativa.
Pude haberme ido y renunciar a todo en ese momento, había entregado tanto a la familia para una despreciable sorpresa al final, tenía toda la intención escapar y vivir en un lugar tranquilo con mis ahorros y un plan para mi nuevo futuro, pero por más que tenía la intención no podía, en cuando más pensaba en abdicar, la imagen de Damián venía a mi mente.
Él era un niño frágil, y con una admiración absurda hacia padre, estaba seguro que él no soportaría tanto como yo. Fue por él que ese día decidí convertirme en su escudo hasta que hallara la manera de salir o huir del problema con Damian.
—Perdón, es mucho para procesar, pero sí, padre, todo está bien, cuenta conmigo en un futuro, no te defraudaré. Me criaste para esto —respondí tratando de seguir con mi semblante monótono habitual.
—Por supuesto, lléname de orgullo, Demetrius.
—Lo haré —dije, sintiendo el peso de mis palabras mientras salía de la oficina. Sabía que había tomado una decisión difícil, pero necesaria. Ahora solo quedaba esperar y proteger a Damián hasta que pudiera encontrar una salida para ambos.
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«No debería, pero...», pensé, mientras seguía mi camino a lo que yo sabía que no encontraría nada bueno.
No había estado en la biblioteca del anexo desde que era un niño. Siempre me pareció un lugar sombrío y lleno de secretos, un reflejo perfecto de nuestra familia. Pero después de la conversación con mi padre, sentí una extraña atracción hacia aquellos registros y libros antiguos que tanto él intentó que yo evitara.
Caminé entre las estanterías, iluminadas por débiles lámparas. Mis pasos resonaban en el silencio sepulcral del lugar. Al llegar a una sección dedicada a los archivos familiares, me detuve frente a un grueso volumen encuadernado en cuero desgastado con el emblema de los Desmond grabado en oro. Con manos temblorosas abrí el libro y comencé a hojear sus páginas amarillentas. Los registros detallaban la historia de mi familia: victorias en la política, fortunas acumuladas, pero también menciones vagas y veladas de tácticas cuestionables y decisiones morales discutibles.
Fue entonces cuando encontré los documentos más antiguos, escritos a mano con tinta desvanecida. Hablaban de estrategias militares implacables, de alianzas traicionadas y de sacrificios humanos en aras del poder y la dominación.
«¿Qué iba a hacer Damián con esto solo?» me pregunté mientras cerraba el libro con un suspiro. Me volví culpable por haber considerado escapar como un cobarde en un principio. Mi hermano me necesitaba más que nunca.
Fue por él que decidí soportar todo lo que viniera después. Decidí comportarme como un verdadero hermano mayor, protegiéndolo de la oscura verdad que envolvía a nuestra familia. Debía mantenerlo en la ignorancia por el momento, guardando la esperanza de que algún día las cosas mejorarían y podría abrirle los ojos poco a poco.
—La verdad—, murmuré para mí mismo, sintiendo el peso de las revelaciones sobre mis hombros.
La verdad de que todo lo que habíamos tenido, desde la comida hasta la casa y los lujos, se sostenían sobre los cimientos de la corrupción de generaciones pasadas. Y no solo eso, también había secretos oscuros que rodeaban las acciones de mi abuelo y de nuestro propio padre.
La familia Desmond había tomado un camino manchado de sucias mentiras y del sufrimiento de otros. Era un camino del cual yo quería desviarme y que no quería que mi hermano Damián siguiera jamás.
«Es suficiente por hoy. Mi familia es una basura», me dije para luego retirarme del lugar, no importaba lo mucho que buscará, encontraría más decepción si seguía así, debía enfocarme en ordenar mis pensamientos y pensar en un plan seguro.
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El tiempo transcurrió y las cosas no parecían mejorar, cierto día madre se fue de casa y me abandonó junto con Damián; padre trató de convencernos que fue por una enfermedad pero yo sabía que no era así.
Investigando, y gracias a Jeeves me enteré de lo que en realidad sucedió. Mi madre sabía mucho más de lo que pensaba y terminó siendo un obstáculo para padre, era comprensible que padre la enviará lejos para que no interfiera en su camino.
—Jeeves, ni una palabra de esto — indiqué.
—Mi silencio es parte de mi lealtad a mi único señor —respondió con una leve inclinación hacía mí, dando a entender de qué lado estaba. Fueron las palabras más satisfactorias después de tantas malas noticias hasta ese día—. No está solo, señorito Demetrius. Jamás lo estará —esta última oración resonó en mi mente y se sintieron como un gran apoyo, Jeeves jamás me defraudaba, siempre sabía qué decir.
—Gracias por todo, Jeeves.
—No hay de qué —culminó bajando la mirada, se notaba las ojeras en sus ojos, sabía que de forma indirecta estaba compartiendo mi carga y para mí era suficiente.
—Jeeves, vamos por té.
—Como ordene.
Ahora contando con la absoluta lealtad de Jeeves sentí los días más tranquilos, lo único con lo que tenía que lidiar en casa era con las preguntas de mi hermano, tuve un dejá vù nostálgico debido a eso.
—Hermano. ¿Madre estará bien? ¿Sabes qué enfermedad tiene? —preguntó Damián con preocupación en sus ojos.
—Mejorará, no te preocupes. Sigue estudiando y date descansos de vez en cuando —respondí, intentando mantener mi semblante sereno mientras observaba la extraña expresión de mi hermano—. ¿Qué pasa?
—Pfft, perdón. Es gracioso que tú lo digas. Demetrius, también deberías dormír, tus ojos parecen cansados.
—Ugh, está bien. Mañana retornas a clases, buena suerte —dije, notando que Damián parecía estar de mejor ánimo.
—Gracias.
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Pensé que al estar en la escuela no le pasaría nada, pero tal como aquella vez cuando secuestraron su bus cuando estaba en primer año, Damián casi fue herido, de no ser por sus amigos todo salió bien.
«Amigos», pensé mirando a los fieles compañeros de mi hermano, charlar en el jardín de la mansión. Los había invitado para agradecerles por cuidar de Damián aquel día, no pensé que fueran tan ruidosos y la mansión se llenará de risas.
—Jajajaja, qué más podemos esperar de la plebeya.
—¡Con orgullo!
—¡Eso Anya, contéstale!
Tenía curiosidad por ellos. Los había visto antes, pero nunca me había tomado el tiempo para hablar con ellos de manera sincera, especialmente con la peculiar niña que mi hermano parecía adorar.
Anya Forger fue un pequeño problema con patas que mi hermano amaba.
—¡Serás bueno en todo, pero eres pésimo hermano mayor!
De inmediato supe el por qué. Irónicamente ella podía amarlo y protegerlo pero también podía herirlo. Y lo hizo, unos días después de la tormenta que padre inició la luz en los ojos de mi hermano disminuyó.
—Estoy bien, hermano. ¿Cómo está padre? ¿Crees que salga inocente? —preguntó Damián con una expresión preocupada.
Al final ella lo lastimó, y yo también. Comprendí que Damián merecía conocer la verdad completa, por dolorosa que fuera. Así que, decidí quitarle la venda antes de lo planeado, esa venda simbólica que había prometido mantener sobre sus ojos.
—Damián, tengo algo importante que decirte —le dije mientras miraba su triste rostro con sutiles lágrimas sin caer de sus ojos.
Hice lo correcto y no me arrepiento hasta el día de hoy. Me costó decirle al principio lo que sucedía pero a medida que fui explicándole y mostrando pruebas supe que él me creería, no había por donde defender a nuestro padre.
—Entonces los experimentos humanos... Anya...
—Ella no solo forma parte de esa organización de Westalis, sino que también fue víctima de padre. ¿Qué harás, Damián? Por mi parte ya no apoyaré a ese hombre, podrá ser mi progenitor, pero eso es todo. Deberías pensar lo mismo.
Esperé la respuesta de Damián y vi la decepción en su mirada, sentí lástima por él.
—Pero, padre se preocupaba por nosotros. El iba a la escuela, y había ocasiones que él me... —intentó defenderlo, pero lo interrumpí.
—No seas tonto el solo iba a ver cómo estaba mi reemplazo —expliqué, y fue suficiente para dejarlo sin palabras. Finalmente parecía haberse rendido—. Para él, éramos objetos, Damián. Incluso yo.
Nuestra relación pasó por momentos de profunda incertidumbre. Después de ese encuentro y revelación Damián se recluyó en su habitación durante varios días, pidiendo tiempo para reflexionar en silencio. Sentía su dolor y su confusión desde la distancia, preguntándome si podría perdonarme por revelarle la verdad tan abruptamente. Cada día que pasaba sin verlo, sentía la pesada carga de la responsabilidad que había asumido al destapar los oscuros secretos de nuestra familia.
Finalmente, una mañana, noté que la puerta de su habitación se abría tímidamente. Damián salió con paso vacilante, sus ojos mostraban una mezcla de tristeza y determinación. Nos encontramos en el pasillo, sin palabras al principio, solo mirándonos mutuamente como si buscáramos respuestas en los ojos del otro.
—Lo siento, Demetrius —fue lo primero que dijo, rompiendo el silencio pesado que nos envolvía.
—No tienes por qué disculparte, Damián —respondí sinceramente, sintiendo el peso de las circunstancias sobre nosotros.
Nos sentamos en el salón, hablamos durante horas, compartiendo nuestras preocupaciones. Fue la primera conversación que disfruté con mi hermano, solo éramos él y yo; parecíamos congeniar bien. Ese momento con Damián se sintió como un merecido descanso que necesitaba desde hace tiempo.
—¿Qué haremos ahora, Demetrius? —preguntó Damián, su voz llena de determinación renovada. No pude evitar soltar un quejido de agobio, Damián me hizo volver a la realidad otra vez, pero estaba bien, no podía dejar de lado lo que estaba pendiente.
—Nos mantendremos unidos, Damián—respondí con firmeza, decidido a no dejar que nuestro legado oscuro dictara nuestro futuro.
Desde ese día, mi relación con Damián mejoró considerablemente. Los días transcurrían con una calma relativa, pero sabía que la tranquilidad después de la tormenta no duraría mucho.
—¡Demetrius! ¡Espérame! ¿Qué pasó? ¿Malas noticias? —Damián me alcanzó en mi oficina, gritando desde atrás mientras me detenía en seco, consciente de que ya no podía ocultarle más secretos.
—Escapó —mencioné.
—¿Qué?
—Él escapó —expliqué cabizbajo—. Damián, a partir de hoy te quedarás en casa, ¿sí? Hasta nuevo aviso. Si me llega a pasar algo en estos días o si la mansión ya no es segura, cuenta con Jeeves para escapar en cualquier momento.
—¿De qué hablas? Nos iremos los dos —dijo.
—Soy un traidor a los ojos de ese hombre, estoy seguro que cobrará venganza especialmente conmigo. Si estás junto a mí...
—¿Cómo me puedes decirme eso? ¡No puedes dejarme también! —exclamó Damian con lágrimas asomándose en sus ojos—. Primero mamá, y luego «ella» —sabía que se refería a Anya Forger—. No me abandones también. No me dejes solo.
—Confía en mí Damián —respondí con firmeza.
—Es injusto, esto no nos pasaría si fuéramos Desmond, y si tampoco fueras el heredero. Odio nuestra familia, la odio.
—Yo también, Damián, pero es lo único que podemos hacer ahora. Quédate aquí hasta que escuches noticias mías —le ofrecí un pañuelo, pero en lugar de tomarlo, se dio la vuelta y cerró la puerta con fuerza.
—Puedo hablar con él, señor Demetrius —mencionó Jeeves, mirando hacia la puerta por la que había salido Damián.
—No, está bien. Lo comprendo —respondí.
Así es, lo comprendía a pesar de ya saber que su condición no cambió, seguía bajo el control de alguien, como un pájaro encerrado en una jaula de oro y yo era el que lo mantenía cautivo.
«No, no seré como padre. Espera un poco más, Damian», pensé.
Yo me había prometido liberarlo cuando todo acabará. Quería ver a Damián vivir una buena vida, una donde pudiera decidir por sí mismo, incluso si es lejos de mí o de la familia.
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La tormenta dejó un rastro de devastación, pero finalmente el cielo azul se abrió sobre nosotros.
Padre fue capturado y los acontecimientos tumultuosos quedaron atrás, relegados a los rincones oscuros de nuestros recuerdos. Fueron tiempos duros, llenos de incertidumbre y peligro, pero logramos superarlos. Fue un buen cierre que dio inicio a una nueva era para los Desmond y para Ostania.
—Fue un gusto conocerte, Demetrius —dijo Loid Forger estrechando mi mano—. Sin tu cooperación no pudo ser posible.
—Era lo que debía de hacer, señor —mencioné sin muchas ganas de seguir la conversación, jamás me gustaron las visitas, pero esta vez era necesario, Loid Forger era un agente muy especial que fue mi socio para solucionar el caso de mi padre, sin la organización de espionaje de Westalis no hubiese podido lograr mi cometido, ambos necesitábamos nuestra ayuda. Juntos, logramos desentrañar las verdaderas conspiraciones que alimentaban el conflicto entre nuestras naciones.
—Ah, hay algo más que necesito mencionar —habló el señor Forger nervioso—, mi familia residirá aquí, y espero su comprensión, si se revela algo...
—El secreto de su familia no me incumbe, no se preocupe —respondí con sinceridad a lo que el hombre frente a mí se sorprendió, parecía incrédulo.
—¿En serio?
—Sí, pero me preocupa más eso —mencioné señalando a mi hermano y la niña de pelo rosa a unos metros, ambos parecían estar en una conversación intima.
—Debió afectarle el secreto de Anya, lo entiendo. No solo sus poderes, sino su familia y la misión —dijo cabizbajo el espía parecía sentirse culpable.
—Sí, pero ya pasó, él en serio la aprecia —dije mirando la calidez de los ojos de Damián a la chica frente suyo.
«Si los sucesos se hubieran desarrollado de manera diferente, tal vez ella hubiera sufrido más, o Damián. Ambos tuvieron suerte, tienen a personas aptas para su cuidado», me dije mirando de reojo al señor Forger y luego a la adolescente que cierta vez me crítico. «¿Ahora soy un buen hermano mayor?»
No espera que ella me escuchara, pero lo hizo, cuando cruzamos miradas ella sonrió y mientras tomaba la mano de mi hermano con un ademán me dio su aprobación.
—¡Oye! ¡Todavía no estoy preparado! —exclamó mi hermano avergonzado.
«Qué descarada», pensé.
—Ugh, los jóvenes de ahora —Loid Forger parecía incomodo al ver a su hija en esa situación—. Y dígame, usted se molestaría si Anya...
Al espía parecía costarle seguir hablando, pero lo interrumpí para terminar con su sufrimiento de padre.
—Para mí son personas útiles y peligrosas, pueden ser buenos aliados como no si es que un día cambian de parecer. Estoy en duda todavía si confiar en ustedes, pero da igual, Damián es terco, incluso si le digo que no se acerque a esa niña, él lo hará de todas formas. Es como una abeja buscando miel.
—O-Oiga, quitemos el ejemplo de la abeja.
—¿Por qué?
—S-Señor Demetrius —Jeeves interrumpió exaltado, él pareció entender la referencia del señor Forger—, es la hora del almuerzo, su madre y la señora Forger deben estar esperándonos.
—Claro. Señor Forger, acompáñenos —sugerí y él asintió.
—Llamaré a los chicos —dijo para reunirse con los adolescentes que parecían acercarse todavía tomados de las manos.
—Pobre del señor Forger —oi murmurar a Jeeves pero no le di mucha importancia mi atención estaba en el rostro de mi hermano que parecía tener una tonalidad roja.
—¿Y mi hermano? —pregunté de la nada a lo que Jeeves tras unos segundos de silencio respondió con una sonrisa.
—Debe irse acostumbrando al rostro del señorito Damián, presiento que veremos a la familia Forger muy a menudo —declaró mi fiel mayordomo, él jamás se equivocaba.
—Tienes razón. Bueno, no es tan malo, yo no creo que pueda tener hijos más adelante, alguien tiene que dar un sucesor —dije a lo que Jeeves me todo del hombro con un poco de fuerza y con una sonrisa forzada.
—Señor Demetrius, aún necesitamos hablar sobre más cosas sobre las relaciones.
«¿Se enojó?» Me pregunté mientras suspiraba resignado, pero daba igual no quería agobiarme y preocuparme de más ese día que se sentía relajante, el clima era diferente, era menos pesado y fresco. «Calma al fin».
—¿Hermano, qué haces parado allí?
Miré a Damián un rato y respondí.
—Te estaba esperando —no sé que estaba pensando Damián, pero vi como su estado de ánimo mejoró más de lo que estaba. «¿Dije algo bueno?»
—Pufff. La mente de mi cuñado es más simple de lo que pensaba —dijo entre risitas la niña de cabello rosa.
—¿Qué? —musité.
—¡Anya! —exclamaron al unísono el señor Forger y mi hermano.
«¿Me dijo cuñado?»
—Jajaja. ¡Vamos a comer! —la niña cambió de tema y del brazo de mi hermano y su padre ingresaron a la mansión.
«Siento que agota mi energía. Bueno, por lo menos solo es una, será una excepción en los Desmond», pensé sin tomar en cuenta que en el futuro habría otro ser como ella rondando en la mansión.
—Jeeves, vamos —indiqué para entrar con él adentro donde mi nueva familia espera.
Había pasado por tanto, esto debía ser una recompensa adicional tras haber soportado tanto. Ahora con mi nuevo rol de cabeza de familia tenía otra tarea más sencilla pero no menos importante, debía enmendar los errores del pasado y restaurar el honor de nuestro linaje mediante acciones concretas y correctas, me prometí a trabajar para reparar el daño hecho, utilizando el poder que tenía y recursos para apoyar a los más necesitados y fomentar la verdadera paz.
Ahora, más que nunca, creo firmemente en que la verdadera paz no es simplemente la ausencia de guerra, sino la presencia de justicia, equidad y compasión entre todos los pueblos. Debemos aprender de nuestros errores del pasado y trabajar juntos para construir un futuro donde la cooperación y el entendimiento mutuo prevalezcan sobre el conflicto y la desconfianza de la que tanto hablaba mi padre.
La verdadera victoria no radicaba en dominar a otros, sino en crear un mundo donde todos pudieran vivir con dignidad y respeto. Esa era la lección que había aprendido, y era la lección que me aseguraría de que mi familia y yo nunca olvidaríamos.
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