veintinueve

— ¡Estoy en casa!. — exclamaste al momento de entrarás a tu hogar, así que comenzaste a quitar tus tenis deportivos.

— (T/N), querida. — tu abuela mantenía una mirada de gratitud, mientras se acercaba a ti dispuesta a darte un gran abrazo. — que alegría.

— ¿Has estado bien?. — le preguntaste después de aquel afectuoso gesto.

— Muy bien ahora que estas conmigo. — responsio con una gran sonrisa. — llegas en un bueno momento, acabo de terminar de hacer un pastel. — generó la mayor, para nuevamente acercarse a la cocina principal. — ve a darte una ducha, te prepararé algo más.

— Muchas gracias. — murmuraste para después acercarte hacia las escaleras dispuesta a dirigirte a tu habitación.

  Rápidamente habias llegado habias llegado al segundo de tu hogar, observando una habitación en especial. Siempre que llegabas de algún lugar, veías aquella habitación esperando atentamente la voz de tu padre y que su presencia aún estuviera en esa habitación. Habían pasado cinco años muy duros, primero tu abuelo quien murió cuando tenías cinco y después tu padre, aunque tenías a tu abuela contigo sabias que ambas aún no lograban superar la muerte de ambos.

  Tomaste el picaporte de aquella habitación, abriendola por completo, en esa habitación se encontraban muchos recuerdos gratos junto a tu padre. Nuevamente y como siempre solías hacer, te dirigiste hacia la fotografía en donde se encontraba un joven rubio de orbes verdosos.

— No sabes lo que daría por volver a abrazarte. — suspiraste mientras sentías como es que unas gotas de agua salada caían por tus mejillas.

— Yo también lo extraño. — anuncio una segunda presencia, provocando que de forma rápida retiráras tus lágrimas.

  Colocaste aquella fotografía en el pequeño mueble en el que se encontraba, para después inhalar un poco de aire. Querías ser fuerte, más con tu abuela ya que ella tenía antecedentes de depresión, sabias que si ella sabía que a ti ya no te afectaba mucho aquella situación, ella trataría de alejar su condición psicológica.

— Estaba por ir a mi habitación. — murmuraste en voz baja, para después ejercer una diminuta sonrisa.

— Pequeña, yo entiendo que te duele, tanto como a mi. — observaste sus orbes verdes con un toque de melancolía. — por favor no trates de ser fuerte frente a mi, ya superé mis problemas querida.

  Hacia mucho tiempo que no habias derramado lágrimas por tu padre, simplemente te mantenía feliz por tu abuela y porque lo estabas. Solo que en ciertas ocasiones lo extrañaba demasiado, querías uno de sus consejos, un abrazo y hasta quizás unas palabras de apoyo comos siempre solía darte. Tu abuela había hecho un buen trabajo criandote sola pero, estabas creciendo y en esas etapas necesitabas a alguien de tus padres.

— Lo extraño mucho. — admituste mientras nuevamente las lágrimas caían sobre tus mejillas, tu abuela sonrió con amargura mientras te tomaba entre sus brazos.

— Él lo sabe. — la mayor retiro algunos cabellos de tu rostro, para besar tu frente con sumo cariño. — estaría realmente orgulloso de ver en lo que se ha convertido su pequeña hija y te diría que les enseñes a esos extraterrestres que eres alguien fuerte. — tu abuela retiró todo rastro de lágrimas en tus mejillas.

— Muchas gracias por esto abuela. — agradeciste mientras retiraba un mechón de tu cabello hacia tu oreja. — sabes que también puedes contar conmigo ¿verdad?.

— Claro que lo sé, querida. — revolvió tus cabellos con suavidad. — ahora ve a darte un baño.

— Si. — murmuraste para después acercarte hacia su habitación.

  Tu abuela observó el camino que hiciste, para después cerrar la puerta de tu habitación. Después observo con ausencia aquel lugar, sabia que no arreglaría nada estando triste, eso lo descubrió cuando estuviste en depresión. Ahora debía ser fuerte por ti y por tu futuro.

— En serio te extrañamos Akihiro. — murmuró Nozomi, tu abuela, para después cerrar aquella habitación.

────────────────────

— ¿Y como te ha ido en el equipo?. — cuestiono tu abuela probando el pastel que había preparado con anterioridad. — ese chico Endo, ¿sigue animando al equipo?.

  Un día habías invitado a todo el equipo a tu hogar, debido a que tu abuela había hecho diversos tipos de postres en su pastelería los cuales ya no entraban en el refrigerador de su pastelería, por lo que decidió que sería mejor que invitarás a tus compañeros por un postre. Ese día habías ensamblado una gran amistad con todos, debido a que en esos monentos eras muy reservada para hablar.

— Así es. — murmuraste con una ligera risa. — es un gran capitán.

— Me lo suponía. — afirmó la mayor para después ver como que bebias un poco de té. — ¿cómo te ha ido en el equipo? ¿Ya tienes novio?.

  Ante aquella pregunta te habias sorprendido demasiado por lo que simplemente aquella bebida se había atorado en tu garganta.

— ¿Qué?. — preguntaste después de aquel pequeño incidente, viendo una sonrisa traviesa por parte de la mayor.

  Ella había visto el partido anterior contra Epsilon, justamente se había percatado del momento en el que te habias acercado a un albino con una gran preocupación, mientras lo llevabas a las bancas observándolo de reojo. Aquella acción no será muy normal de tu parte y eso causó sospechas en la mayor.

— Si, un novio. — afirmó nuevamente. — ¿tienes uno?.

— No abuela, no tengo. — formulaste con las mejillas sonrojadas, después de evadir la mirada nerviosa.

— Esa mirada me dice que si. — tu abuela intento sacarte algún tipo de información. — sabes que puedes confiar en mi, aunque solo debo decir que aún eres un poco joven para esas cosas.— recalcó Nozomi por último.

— No hay nadie. — respondiste al instante.

— ¿Estas segura?. — cuestionó observadote de manera atenta, pretando atención a cada uno de tus gestos.

  Aquella mirada que te había lanzando, provoco que tus nervios aumentarán.

— Y-yo, si. — murmuraste.

— Algo me dice que mientes. — te señaló con su tenedor, después de comer la fresa de pastel.

— Bueno, es que...

— ¿Si?. — Nozomi te invito a seguir.

— Hay alguien. — pronunciaste en voz baja, la mayor escucho con una sonrisa satisfecha.

— ¿Quien es?. — preguntó con ansias.

— Es que no sé... — bajaste la mirada hacia la rebanada de pastel de fresa, mientras bebias un poco de té.

— ¿Que es lo que sientes por él?. — te cuestionó Nozomi.

— Bueno, es un poco difícil de expresar. — tu abuela ladeo la cabeza con una sonrisa juguetona. — es un buen chico, me gusta su forma de ser con los demás, es alegre, positivo y me gusta mucho su sonrisa. Pero, no me gusta verlo decaído y no sé cómo ayudarlo en eso.

  Tu abuela escuchó con suma atención, mientras que una suave y conmovedora mirada aparecía sobre su rostro. Conocía perfectamente esas sensaciones, aunque por lo que escucho sabía que solo era la primera fase.

— ¿Te gusta Endo?. — se dignó a preguntar, ya que la única persona que sobresalió de sus pensamientos tras escuchar tus descripciones fue el de cabellos castaños.

— No. — respondiste rápidamente, confundida por aquello. — se llama Fubuki.

  Tu abuela hizo memoria, había escuchado aquel nombre en algún lado. Fue allí cuando ella se había percatado que él jugador al que estabas ayudando en aquel partido, se llamaba de la misma manera.

— Él te gusta y acabas de afirmarlo. — explicó con una sonrisa juguetona.

— ¿En serio?. — murmuraste probando un bocado de pastel, mientras tus mejillas aún se sentían calurosas. — esto es difícil de comprender.

— Lo sé, cuando me enamore de tu abuelo sabía que no quería alejarme de él por ningún motivo. — suspiro creando una atmósfera melancólica. — me gustaría conocerlo, algún día traelo a cenar con nosotras.

— Si. — murmuraste con una sonrisa.

────────────────────

— Espera (T/N). — de forma rápido, tu abuela había bajado las escaleras con una pequeña libreta.

— ¿Que sucede?. — preguntaste con un toque de sorpresa tras verla de aquella manera.

  Estabas a unos cuantos metros de la salida, tomando tu mochila ya que estabas por dirigirte hacia donde se encontraban tus compañeros de Raimon. Ya te habías despedido de Nozomi, por lo que te confundió el hecho de que ella apareciera rápidamente por las escaleras llamando tu atención.

— ¿Estas bien?. — formulaste después de escuchar su respiración agitada.

— Si. — la mayor inhaló una gran cantidad de aire. — hace días estaba limpiando mi habitación cuando encontré esto. — alzó una libreta, aún seguras sin entender. — es como un pequeño proceso para utilizar el último recurso, ya que sabía que lo necesitarías. — lo dirigió hacia tu dirección.

— Esto me ayudaría mucho. — pronunciaste después de tomar aquella libreta. — muchas gracias abuela. — la tomaste entre tus brazos para formar un cálido abrazo.

— Cuídate mucho.

— Tu también.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top