ocho

(T/N) necesito que vengas a la secundaria. pronunció rápidamente una persona conocida, después de que contestaras tu teléfono.

— Voy para allá, entrenadora. — fórmulaste para después finalizar la llamada y colocar el teléfono celular en uno de tus bolsillos.

— ¿Tu entrenadora?. — cuestionó de repente tu abuela, pregunta que respondiste asintiendo. — ya te iras, ¿cierto?. — afirmo la mayor para si misma.

— Sí abuela. — comentaste con una sonrisa forzada, puesto que no querías que tu abuela se sintiera triste.

— (T/N), no hay manera de que te deprimas. — murmuro tu abuela para después tomar de tu mentón, elevando tu mirada. — después de todo siento que esto esta apunto de terminar. — comentó para después sonreírte cálidamente. — enseñale a esos extraterrestres que no son rivales para tí, y para tu equipo. — gestionó de forma orgullosa.

— Lo haré, abuela. — tomaste tu bolso para después acercarte a la mayor. — adiós. — tomaste a la mayor en un ligero abrazo, al momento de cruzar de la puerta principal.

— Adiós cariño. — escuchaste que había pronunciado, justo antes de que cerraras la puerta completamente.

  A decir verdad te parecía algo extraño el que la entrenadora se tomara un tiempo para hablarte por teléfono, aunque eso no era todo, su voz sonaba algo más seria de lo común, o por lo menos quizás eran alucinaciones tuyas.

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  No te había costado mucho el llegar al instituto, sino que lo más sorprendente fue el hecho de que el campo de futbol se encontraba deshabitado. La entrenadora Hitomiko yacía en una de las bancas para espectadores esperando de forma pacífica.

  Cuando finalmente habías aparecido frente a ella, Hitomiko solo se había dedicado a suspirar, como si tratará de relajarse.

— ¿Tu apellido es Koizumi?. — cuestionó de repente causando sopresa en tí.

— ¿Como sabe eso?. — le preguntaste.

  No es como si aquello fuera realmente importante. En las presentaciones con personas nuevas, solo utilizabas tu nombre, algo que pidió tu abuela.

— Yo necesito saber toda la información de mis jugadores. — expuso de brazos cruzados. — tu padre fue Koizumi Akihiro y abuelo Koizumi Hideo, grandes futbolistas en sus tiempos.

— No se a que quiere llegar con esto. — tu rostro mostraba lo molesta que te encontraban. — supongo que usted como yo, tenemos vida privada y debería de respetar eso.

— Solo que este es un asunto más importante. — respondió sin más. — ambos tuvieron un don en el campo de fútbol, una fuerza indescriptible que los salvaba en incontables ocasiones.

— ¿Que?. — cuestiónaste sin entender.

— Y eso lo ví en tí, en el partido contra el verdadero instituto imperial. — mordiste el interior de tus mejillas.

— No se a lo que se está refiriendo entrenadora. — murmuraste tratando de comprender la situación.

— Los Koizumi siempre se han caracterizado por tener una fuerza y resistencia en los partidos. — te observo con detenimiento. — tú estás incluida. Debes de decirme que clase de legado tiene.

— Se lo diría si lo supiera. — Hitomiko alzó una ceja.

— ¿No sabes de que se trata?. — cuestionó la mayor con cierta seriedad.

— No se mucho al respecto. — la mayor se cruzó de brazos.

— Te escucho.

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« — (T/N), ven. — un adulto mayor había llamado a una pequeña, de aun cinco años.

— ¿Que pasa abuelo?. — cuestionó la joven dirigiéndose al mayor.

— Hay una historia que te debo de contar. — la menor rápidamente se había sentado alado del mayor, cosa que causó risa en él.— siempre tan atenta.

— ¿De que es esa historia?. — cuestionó la joven, quien observaba a su abuelo con curiosidad.

— Bueno, ¿sabes que se hereda en esta familia?. — el mayor observó a la pequeña, quien negó la cabeza. — nosotros los Koizumi, heredamos un poder.

— ¿Poder? ¿Tenemos poderes?. — cuestionó de forma rápida la joven de cabellos dorados.

— Más o menos. — respondió Hideo, el abuelo de la pequeña. — nosotros tenemos un don que heredamos. Tu tatarabuela se lo dio a su hija, quien sería tu bisabuela. Hikari, mi abuela, fue quien creo ese poder.

— ¿Como lo hizo?. — el de cabellos blancos, observo con ternura a la menor.

— Eso es algo que no sé. — mintió. — ese poder es utilizado, más por nuestra familia, como un último recurso para el fútbol. Ahora mismo yo no lo tengo, sino tú padre, así que pronto tú tendrás ese poder. — golpeo la punta de la nariz de (T/N).

— ¿En serio? ¿Yo tendré poderes?. — la menor comenzo a juguetear con sus manos.

— Papá ¿que estas haciendo?. — alguien había entrado al lugar, aquella persona se trataba del padre de la menor. — no me digas que ya le estas contando «esa» historia.

— No tuve elección, tú aun no se la haz contado. — pronunció el de cabellos blancos.

— Tiene cinco años. — respondió Akihiro, el padre de (T/N).

— Con más razón, ella debe se saber sus raíces. — agregó el mayor.

  La pequeña se había acercado a su padre, con una gran sonrisa.

— ¿Es verdad que tienes poderes, papá?. — cuestionó la menor, dirigiendo la vista hacia arriba, debido a su pequeña altura.

— Más o menos. — la joven sonrió, para después observar como es que su papá tomaba asiento en un sofá individual.

— ¡Eso es fabuloso!. — exclamó la menor con entusiasmo.

— Toma asiento (T/N). — su abuelo palmeo un lugar a su lado. — como dije hija, tendrás ese poder. Pero debes entender que no debes de cometer crímenes con él, depositamos una gran confianza en tí, para que no suceda algo como eso.

— No te preocupes papá, nosotros estaremos allí si comete alguna falta. — Akihiro guiño un ojo.

— P-pero, yo no voy a hacer algo malo. — aclaró la pequeña, Hideo acarició los cabellos de la niña.

— Lo sabemos. — él antes mencionado sonrió.

— (T/N), también debes de sabes que aquellos dones se desarrollan debido a su portador, es decir, que con cada portador que haya tenido su poder aumentó. — explicó su padre.

— Así es. Cuando Hikari, tú tatarabuela lo tenía, no tenía la misma fuerza que tiene con tú padre. — resumió él mayor.

— ¿Como se pasa ese poder?. — cuestionó (T/N).

— Buena pregunta. — aduló su abuelo. — este don se hereda gracias a una técnica especial del fútbol, en donde no hay límite de personas.

— Muchos de mis tíos intentaron quedarse con el don, pero el único que logró hacerlo fue mi papá. — explicó Akihiro.

— Fue una lucha larga, la técnica consta que el único en tener el balón de fútbol es el ganador. — agregó el de cabellos blancos. — tú padre no tuvo que competir con nadie y tú tampoco lo harás. »

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— Mi abuela no sabe mucho. — explicaste. — lo único que sabe, es que este don, es como un último recurso para ayudar en los partidos.

— Entiendo. — Hitomiko pensó la situación. — ¿como funciona, exactamente?.

— Mi cuerpo solo reacciona, cuando mi energía desaparece. — le explicaste, a lo que ella asintió.

— ¿Puedes hacer que este último recurso pueda ser utilizado por más tiempo?. — cuestionó causandote sopresa.

— N-no lo se, quizás se pueda desarollar. — admites bajando la mirada.

— En ese caso, no estarás en los próximos partidos hasta que logres controlarlo. — ordenó, aquello simplemente aquello se había tus esperanzas de no molestarte.

— ¿Porque?. — cuestionaste de forma molesta, pensaste en que quizás ella no podía hacer eso.

— No puedo arriesgarme a que gracias a ese don, pierdas el control y estalles contra tú propio equipo. — expuso, a lo que la observaste de forma ofendida.

—  Eso nunca a sucedido. — atacaste, segura de tú respuesta.

— Entonces, ¿quieres decirme exactamente que sucedio en el partido contra Zeus?. — dirigiste nuevamente tu mirar hacía otra parte.

  Aquello lo habías olvidado, aquel día había sido uno de los peores. El equipo Zeus había sido el más fuerte de todos, tus expectativas bajaron igual que tus esperanzas de ganar. Estabas realmente frustrada porque su equipo estaba acabado con el tuyo, así que en un arranque de enojo habías intentado meter un gol, cosa que no funcionó.

  Así que nuevamente querías hacer otro intento, pero esta vez tus compañeros no «estaban dispuestos» a cederte el balón, debido a que tú había cambiado. Como tú equipo no te lo dio, decidiste tomar el balón por la fuerza. Aquello lo recordaban y por supuesto ye habías disculpado.

  Sabía de tí y de eso sucesos de los cuales querías olvidar. Eso comenzaba a asustarte, por primera vez en la vida te sentías completamente desnuda con una persona.

— ¿Como es que voy a controlarlo?. — le cuestiones a la entrenadora con un ánimo bajo, cosa que no paso desapercibido por ella.

— Necesitamos comprobar donde esta el interrumptor para encender ese poder. — explicó, sosteniendo su barbilla de una forma pensativa.

  Hitomiko no tenía muy bien claras las ideas sobre el tipo de entrenamiento al que te someterías, así justamente antes de que llegarás estaba practicando algunas ideas que tomaría en cuenta.

— Necesito que me digas ¿cuál fue la primera vez que lo experimentaste?. — cuestionó Hitomiko, una vez que tomarás asiento a su lado.

— Tenía seis años, recuerdo que ese día había sido uno de los más tristes en mi vida. — murmuraste en voz baja, al instante ella comprendió aquello así que no hablaría más acerca de esa pregunta.

— ¿Quien sabe esto?. — cuestionó nuevamente, sabias que debías de contestar con sinceridad, ya que tú, al igual que ella, querías tratar de controlar ese don.

— Solo Goenji. — respondiste casi al instante.

— Eso es todo lo que quería saber, sigueme. — ante aquello comenzaste a seguirla con algo de inseguridad.

— ¿A donde nos dirigimos?. — cuestionaste de forma curiosa, a su lado.

— Entrenarás en este lugar. — levantaste las cejas, el lugar al que te había traido era la primera sala de entrenamiento en la que se había sometido tú equipo, para fortalecerse por los primeros partidos. — supongo que ya lo conoces. — se cruzó de brazos. — no saldrás de ese lugar hasta que lo controles. — frunces los labios.

— ¿Como se supone que haré eso?. — la observaste, cosa que ella imitó.

— Alguien adentro te explicara eso. — Hitomiko se había alejado del lugar.

  Cuando habías entrado a la cámara de entrenamiento, recuerdos te habían a inundado.

— ¿Estas lista (T/N)?. — una voz familiar provocó que me diese media vuelta para ver a aquella persona.

— ¿Entrenador Hibiki?. — cuestionaste algo confundida tras ver al hombre mayor de vestimenta morada.

— Te ayudaré con tu entrenamiento. — expuso al momento de sostener un balón de fútbol.

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