O9; CUMPLEAÑOS

❧ PERFECT FAMILY

CUMPLEAÑOS ಌ

MARATÓN 3/3

Los días habían pasado y era el cumpleaños de Crystal. Cada cumpleaños lo sentía especial y no por los costosos regalos de Taehyung, sino por el tiempo que compartía con él y su hija. El castaño siempre los hacía especiales tanto como los de su hija, como los de ella, llevándolas a lugares donde tenía toda la sorpresa preparada. Eso había hecho que se despertara emocionada, pero al no ver a su esposo, bajó las escaleras tratando de reprimir la sonrisa, pensando que quizás estaba preparándole el desayuno y al no verlo por ningún rincón, no pudo evitar decepcionarse.
Recibió una llamada de su mejor amiga que la felicitó haciéndola sonreír y distraerse, por lo que estaba agradecida con ella por levantar su ánimo. Pero al saber que estaba en Busan con los padres de Jimin y con su hijo porque su suegra tuvo un accidente, su ánimo volvió a disminuir ya que creyó que podría pasar su día con ella.

Dejó a su hija en el colegio que parecía más emocionada que ella por su cumpleaños, y trabajó siendo sorprendida de que tantas personas fueran a su cafetería, pero debía esperárselo porque Taehyung se había ocupado de darla a conocer.
Durante esas horas, no dejó de observar su celular por momentos, esperando aunque sea algún mensaje de su esposo, pero no pasó y llegó la hora de ir a retirar a su hija.

Al llegar comenzó a esperarla pacientemente, saludando a algunas familias que también esperaban a sus hijos.

―Feliz cumpleaños, preciosa Crys.

Cuando escuchó esa voz cerca de su oído, volteó sorprendida encontrándose con Jeon Jungkook. Llevaba una camisa blanca que se apegaba un poco a su pecho, un pantalón de vestir café y zapatos marrones. Su cabello caía por su frente y como siempre llevaba aretes, por lo que no pudo evitar admirarlo por un instante, sintiendo sus latidos acelerarse.

―Te has acordado ―murmuró sorprendida.

―Por supuesto ―sonrió.

―Gracias, Jungkook.

―¡Papá! ―Daehyun se acercó corriendo, tomando las correas de su mochila―. Me saqué un diez en matemáticas.

―Muy bien. Hay que celebrarlo, campeón ―sonrió orgulloso, acariciando su cabello―. ¿Ves que ha valido la pena pasarse toda la tarde estudiando en vez de jugar?

―Sí ―sonrió chocando sus manos.

Crystal observó a su hija que hizo una mueca, por lo que se puso en cuclillas, acariciando una de sus trenzas que caía sobre su hombro.

―¿A ti cómo te ha ido en el examen?

―No importa ―se encogió de hombros, restándole importancia― ¡Hay que celebrar tu cumpleaños, mamá!

―Dime, Sunhee.

―Saqué un cinco de diez ―murmuró cabizbaja―. Lo siento.

―Tranquila. Te ayudaré a estudiar más, ¿está bien? ―levantó su barbilla y le sonrió de manera tranquilizadora―. O le diremos a papá que es muy bueno en matemáticas.

―¡Sí!

―¿Vas a festejar tu cumpleaños ahora? ―preguntó Jungkook, bajo la atenta mirada de los niños que luego miraron sonrientes a Crystal.

Sacó su celular pendiente de saber si su esposo había tratado de comunicarse, pero al no ver ninguna llamada, como tampoco ningún mensaje, hizo una mueca volviendo su concentración al pelinegro.

―No. Supongo que esta vez no haré nada.

―Perfecto, porque tengo planeado que hagamos algo los cuatro, ¿qué dices?

Al ver el brillo de ilusión en su mirada mientras una sonrisa se dibujaba en sus labios, y cómo los niños parecían rogantes para que dijera que sí, soltó una risilla por lo bajo y asintió.

―Está bien, vamos. ¿Qué tienes pensado?

―Ahora llevar a los niños a comer algo y lo siguiente es sorpresa ―respondió guiñando el ojo.

―¡Sí, vamos! ―aplaudió emocionada, Sunhee.

―Vamos en mi coche ―Jungkook señaló el Mercedes Benz, y ella asintió estando de acuerdo.





























Tal como dijo llevó a los niños a tomar batidos y comieron un trozo de pastel, por lo que ellos pidieron lo mismo y comenzaron a conversar animadamente. Las miradas al igual que las sonrisas no faltaron entre ellos, mientras que por momentos se unían a la conversación de sus hijos, disfrutando de verlos tan contentos.

Estuvieron bastante tiempo así, y Jungkook notó como cada cierto tiempo revisaba su celular, por lo que comenzó a preguntarse si lo hacía por Taehyung, porque podía llegar controlar su tiempo o cuál motivo.

Cuando ya los niños decidieron que era momento de irse, Jungkook sorprendió a los tres llevándolos a un parque de diversiones. Ellos saltaron emocionados, chocando sus manos y dando pequeños gritos mientras que Crystal entreabrió sus labios y luego sonrió mirando a su alrededor, pues hacía mucho tiempo que no iban junto a su hija.

―¿Te gusta? ―se acercó sonriente a ella.

―Claro que sí. Venir aquí cuando sigo envejeciendo se siente genial ―rieron―. Me gusta tu idea.

―Entonces, vamos ―pasó la mano por su espalda y ella no puede evitar estremecerse, pero aún así lo siguió.

Cuando comenzaron a pasear, los pequeños no dudaron en correr a donde se encontraba el carrusel, por lo que Jungkook pagó para que se subieran. Por más que ella quiso pagar por su hija, él no se lo permitió, llevándose algunos reproches, pero sonrió cuando no le quedó más que aceptar porque el hombre los observó algo incómodo, lo que logró incomodarla también a ella.

Mientras el carrusel daba la vuelta, sus hijos los saludaban emocionados, disfrutando de la música y de lo divertido que se les hacía.
Crystal quiso sacar su celular para fotografiar a su hija, pero Jungkook comenzó a fotografiar a ambos.

―Luego te las paso. No te preocupes ―mencionó observando las fotos de su hijo―. Se las pasaré a Sunmi, aunque dudo mucho que las vea ―suspiró guardando el celular en su bolsillo, pero al ver a su hijo pasar nuevamente moviendo su mano en forma de saludo, sonrió―. ¡Hey!

Crystal se acercó a él haciendo una mueca, pues no era capaz de comprender cómo Sunmi podía ser capaz de provocarle un dolor tan grande a su hijo, decidiendo desaparecer. Apoyó la mano en su hombro y él le medio sonrió, pasando su mano por la parte baja de su espalda.
La castaña al ver a su hija, se alejó rápidamente y le sonrió, para luego tirarle un beso, por lo que ella fingió atraparlo y comerlo, causando que largara una carcajada.

Cuando el carrusel terminó, los niños bajaron algo decepcionados porque querían seguir, pero al pasar por los carritos chocones, los cuatro no pudieron evitar emocionarse. Decidieron también subirse, aunque sus hijos se burlaron diciéndoles que estaban grandes para eso.

El objetivo en todo momento de Jungkook era Crystal, y el de ella era él, por lo que no dejaban de lanzarse miradas asesinas fingidas, y otras veces de forma divertida.
Observaban como sus hijos se chocaban y también a otros niños, divirtiéndose, Crystal al estar observándolo se distrajo y chilló al sentir un choque. Al voltear y ver que se trataba de Jungkook que sonrió triunfante lo miró fingiendo estar molesta, pero al ver como su hija lo chocó, festejó emocionada, igual que Sunhee, hasta que Daehyun chocó a la pequeña, haciendo que esta vez festejaran él y su padre.
Pocos segundos después todos soltaron una carcajada por la cadena de choques, y tuvieron que bajarse algo decepcionados ya que el tiempo había terminado.

Pasaron dos horas en las que estuvieron jugando, y Jungkook se acercó a un juego de lanzamiento de anillos, junto a su hijo y Sunhee que quisieron participar para ganarse algún peluche.
Crystal los observó atentamente como competían, y trataba de darle ánimo a su hija que falló todos los tiros, por lo que hizo puchero ya que quería ganarse un peluche como hizo su padre casi un año atrás.

―Lo siento, Sunhee ―se acercó, Daehyun―. No soy bueno para ésto.

―Está bien.

―Felicitaciones, señor Jeon ―habló el hombre―. ¿Qué quiere llevarse?

El pelinegro observó las pelotas, peluches y demás, pero luego señaló un peluche de unicornio que notó que era por el que estaba interesada la niña.

―Yo quería ese ―murmuró angustiada, tirando de la chaqueta de su madre.

―Ten, Sun ―se acercó Jeon, entregándole el peluche de unicornio blanco con arriba colores y cuerno lila.

―¡¿En serio?! ―preguntó ilusionada.

―Sí, es para ti ―asintió riendo al ver su emoción.

La niña tomó el peluche rápidamente y no dudó en darle un abrazo, provocando que él se sorprendiera por un instante, pero luego le correspondiera con una gran sonrisa. Crystal observaba la situación con una sonrisa, ya que si no ganaba ese peluche la hubiese visto angustiada hasta el día siguiente.

―Tengo hambre, papá.

―Yo también, Jungkook ―comentó Sunhee, sorprendiendo a su madre por la repentina confianza.

―Bien, vamos a comer algo ―habló comenzando a caminar―. ¿Tú tienes hambre?

―Todavía no.

―Yo tampoco, pero vayamos a un puesto.

Al llegar a un puesto de Hot Dogs, los niños comenzaron a esperar ansiosos mientras Jungkook compraba, y al ver que se trataba de una compañera de secundaria, no pudo evitar sorprenderse al igual que ella.

―Creí que seguías en Estados Unidos ―comentó entregándole las brochetas con Hot Dogs.

―Todos piensan lo mismo ―mencionó riendo y se los entregó a los pequeños.

Ambos comenzaron a comer y se sentaron en una de las mesas junto a Crystal, que no dejaba de observar como Jungkook conversaba con la mujer del puesto, por lo que no pudo evitar tensarse.

―Tienes unos lindos niños.

―Daehyun es mi hijo.

― Oh, lo siento, creí que la niña también. Son diez mil wones.

―No te preocupes ―sonrió. entregándole el dinero.

El pelinegro mientras guardaba la cartera, volteó a ver hacia donde estaban ellos, pero al ver la rueda de la fortuna, no pudo evitar sonreír.

―¿Puedes hacerme un favor, Wonhee?

―Claro, dime. Aún recuerdo que me ayudaste en el examen final, así que te debo una ―bromeó haciéndolo reír.

―¿Puedes cuidar a los niños por unos pocos minutos?

―Pero...

―Por favor, tienes dos compañeros que pueden encargarse del puesto, y si quieres te doy más dinero.

―Sólo por el dinero.

Jungkook le estiró tres billetes de diez mil wones, por lo que ella los tomó satisfecha para salir del carro, y luego acercarse a la mesa llamando la atención de Crystal, que se levantó sorprendida de ver a Wonhee luego de tantos años.

―Crystal, ¡tantos años! ―exclamó quitándose el delantal rojo.

―¿Cómo has estado?

―Muy bien. Trabajando, ya sabes ―hizo una mueca―. ¿Y tú?

―Oye, quiero llevarte a un lugar ―Jungkook la tomó del brazo.

―¿Y los niños? ―preguntó preocupada.

―Wonhee los cuidará. Es de confianza, no te preocupes ―le regaló una sonrisa tranquilizadora―. Sólo serán unos pocos minutos.

―Pero...

―Vamos.

La castaña volteó a ver cómo con toda confianza, Wonhee se sentó frente a ellos comenzando a conversar, por lo que suspiró y asintió.
Jungkook, con una sonrisa, empezó a dirigirse hacia la rueda de la fortuna, sorprendiendo a Crystal.

El pelinegro se acercó a pagar emocionado de que aceptara, y se subieron a la cabina donde ella se aferró a la silla con algo de temor.

―¿Estás bien? ―preguntó riendo algo desconcertado por su reacción.

―Nunca te lo dije, pero le tengo algo de miedo a las alturas ―confesó atemorizada.

―Respira conmigo, ¿sí? ―giró a verla―. Inhala y exhala...

Cuando la rueda giraba de manera lenta provocando que su cabina comenzara a subir, soltó un chillido causando que Jungkook riera, pero empezó a respirar como él lo hacía, por lo que a los pocos segundos sus nervios fueron disminuyendo.

―Mira el paisaje...

―¿Acaso quieres que muera de miedo?

―Lo siento. Mira las estrellas ―las señaló.

Al estar por completo arriba la vista era realmente hermosa, por lo que Crystal al verlas no pudo evitar quedar maravillada por el cielo oscuro estrellado, por la gran luna que parecía más hermosa que nunca.

―Es hermoso ―murmuró sin apartar la mirada.

―Lo sé. ¡Oh, mira!

La castaña al ver unos fuegos artificiales, no pudo evitar sonreír. Eran naranja, rosa y amarillo, se veían increíbles.

―¿Por qué hay fuegos artificiales? ―preguntó desconcertada.

―Por tu cumpleaños —volteó a verlo sorprendida y él soltó una carcajada― En realidad, no lo sé. Pero digamos que es porque hoy es un día especial para ti.

―Gracias, Jungkook ―murmuró cuando la rueda comenzó a moverse nuevamente.

―¿Por qué?

―Porque desde que estás aquí nos has hecho pasar días increíbles a Sunhee y a mí ―confesó tímida―. Y hoy fue, simplemente... maravilloso. Gracias.

―Gracias a ti, Crys ―colocó la mano sobre la suya.

―¿Por qué? ―frunció el ceño.

El pelinegro comenzó a acercarse peligrosamente a ella, provocando que sus respiraciones se mezclaran. Crystal sentía su corazón agitarse, y por más que algo dentro de ella gritara que debía alejarse porque no era para nada correcto, se sentía paralizada.

―Por seguir haciéndome feliz ―murmuró llevando la mano a su mejilla. Ella al sentir su tacto cálido que seguía logrando quemar su piel, apoyó aún más su mejilla, cerrando los ojos al disfrutar de las sensaciones tan intensas que le provocaba―. Eres hermosa.

Abrió los ojos sintiendo la respiración de él chocar contra su rostro por la cercanía, y cuando sus narices se rozaron, volvió a cerrar los ojos dejándose llevar sin importar nada más, pero para su sorpresa, los labios de él se posaron en su mejilla.

―No lo haré hasta que tú me lo pidas ―aclaró en su oído provocando que se estremezca. Pasó la lengua por el lóbulo de su oreja, para luego darle una pequeña mordida que la hizo jadear.

Crystal volvió a abrir los ojos al sentir un vacío, ya que la mano abandonó su mejilla, pero sin dudas sentía cómo estaba ardiendo por lo que se sacó la chaqueta con algo de cuidado.

―Vas a enfermarte porque hace frío, preciosa ―mencionó divertido.

Sentía sus mejillas arder porque estaba segura de que él sabía lo que había provocado, pero aún así decidió no decir nada al respecto, sólo esperar a que bajaran, lo que quería que pasara de una vez porque seguir junto a él la ponía más nerviosa.

No pasó mucho cuando regresaron donde estaban sus hijos con Wonhee, que estaba riendo junto a ellos, y al verlos regresar se sorprendió.

―Te has tardado más que unos minutos ―se levantó estirando su mano.

Este suspiró rodando sus ojos mientras sacaba la cartera extendiéndole más billetes, lo que hizo sorprender a Crystal.

―Era la única manera ―sonrió inocente.

Sunhee se acercó corriendo a Jungkook, tomándolo de la mano para alejarse unos metros, lo cual la desconcertó y se acercó a Daehyun que se levantaba.

―¿Ahora tienen secretos? ―preguntó cruzándose de brazos, Crystal.

―No lo sé ―se encogió de hombros.

A los pocos segundos la niña se acercó a su madre extendiéndole un estuche negro, por lo que ella la miró desconcertada.

―Feliz cumpleaños, mami ―sonrió―. Ábrelo.

Con una sonrisa lo abrió, encontrándose con un brazalete que tenía su inicial, pero al notar que tenía también unos diamantes diminutos y que era de oro, observó a su hija sorprendida.

―¿De dónde has sacado tanto dinero?

―Le he estado pidiendo a papá por unos dos meses para juntar para tu regalo ―respondió por lo bajo y cabizbaja.

―Pero aunque juntaras por cuatro meses el dinero que te damos, jamás te alcanzaría para ésto, Kim Sunhee ―habló molesta.

―Le he pedido a Daehyun y a Jungkook que me ayudaran ―confesó sonriendo inocente.

Crystal volteó a ver al pelinegro que se acercaba junto a su hijo, ambos con una sonrisa.

―Feliz cumpleaños, señora Crystal.

―Muchas gracias, pequeño ―acarició su mejilla y dejó un beso en su frente.

Luego de eso tomó del brazo a Jungkook, haciendo que se alejaran unos metros, por lo que los niños hicieron una mueca al saber que iba a reprocharle.

―¿También vas a darme un beso en la frente? No tienes que preocuparte. Puedes hacerlo frente a ellos, porque no tiene nada de malo ―bromeó.

―¿Cuánto te ha costado ésto, Jungkook? ―inquirió alzando una ceja.

―Quizás unos cincuenta mil dólares ―murmuró pensativo.

―¡Jungkook! ―golpeó su brazo.

―¡Es broma! ―soltó una risotada―. Sunhee me dio emocionada el dinero que ahorró por un tiempo porque quería comprarte un brazalete, así que no iba a negarme a ayudarla. Es un regalo de parte de los tres ―tomó el brazalete entre sus dedos―. Por favor, no nos rechaces así el regalo. El dinero es lo de menos, tú vales muchísimo más de lo que gastamos.

Crystal sentía un nudo formarse en su garganta por sus palabras, porque sí, estaba indignada por la cantidad de dinero, pero también sabía que Jungkook tenía el suficiente.
Pensar en que su hija estuvo juntando por semanas, hizo que su corazón diera un vuelco, porque casi nunca era tan demostrativa con ella como lo era con Taehyung, por lo que quería llorar, abrazarla y decirle cuánto la amaba.

Sonrió con sus ojos cristalinos y permitió que el pelinegro le colocara el brazalete.

―Listo ―sonrió―. Feliz cumpleaños, preciosa.

―Gracias, Jungkook.

Sin dudar se aferró a él, pasando los brazos alrededor de sus anchos hombros, aspirando el aroma a su colonia que provocaba un cosquilleo en su estómago.
Al comenzar a tener un impulso, se separó rápidamente logrando desconcertarlo, y se dirigió hacia donde estaban los niños, colocándose en cuclillas frente a su hija.

―Gracias por el regalo, princesa ―la abrazó―. Me haces muy feliz, ¿sabes?

―¡No vayas a llorar, mamá! ―exclamó riendo.

Al ver que Daehyun las observaba, estiró su otro brazo y el niño con una sonrisa se unió al abrazo.

―Gracias a ti también, Daehyun.

―De nada, señora. Es muy agradable ―murmuró haciéndola reír.

Jungkook al verlos no pudo evitar sonreír, sintiendo un nudo en la garganta, pues esa era, en realidad, la familia que siempre quiso, pero no pudo ser. Aún así, haría lo que fuese necesario para que se hiciera realidad.


























Habían regresado pasadas las diez de la noche con Sunhee, por lo que la niña sólo quiso darse un baño y descansar.
Ella se dio un baño luego, se colocó la pijama y se recostó sin poder dejar de pensar en que a pesar de no pasarlo como imaginó, había sido completamente diferente, pero maravilloso.

Crystal estaba sentada con su espalda apoyada en el respaldo de la cama, llevaba un camisón blanco y acariciaba su mejilla sintiendo un cosquilleo en su vientre.
No podía evitar sonreír deseando volver a ese instante, aunque cuando lo estaba viviendo sólo quería huir.

Al escuchar unos pasos soltó un suspiro recostándose dando la espalda, porque se había olvidado por completo de su esposo, y no quería verlo para nada. Escuchó como entró sin cerrar la puerta y se acercó rápidamente subiéndose a la cama, permitiéndole escuchar su respiración agitada.

―Mi amor, por favor, perdóname ―suplicó apoyando la mano en su brazo―. Tengo la cabeza ocupada con otras cosas, por favor, perdóname. No sé cómo pude ser tan idiota para olvidarlo.

―No me toques, Taehyung.

―Amor, entiéndeme. He estado tan ocupado con el trabajo que se me ha pasado por completo. Soy un idiota, lo sé ―recalcó tratando de acercarse más, pero ella se alejó.

―¡He dicho que no me toques!

―¡¿Por qué nunca puedes entenderme?! ―cuestionó molesto, sentándose.

―¡¿Qué dices?! ―se sentó volteando a verlo también molesta―. Espero que estés bromeando, Taehyung.

―¡No lo estoy! ―exclamó levantándose―. ¡Me la paso en la maldita empresa, y tú no puedes entender que se me ha pasado tu cumpleaños porque estoy exhausto de tanto trabajo, maldición!

―¡Pues, ve de nuevo a esa empresa de porquería y déjame en paz! ¡No te quiero aquí, idiota! ―se levantó bruscamente.

―¡¿Por qué últimamente sólo buscas hacerme enojar?!

―¿Yo te hago enojar? ―soltó una risa cínica―. ¡Tú me haces enojar con tus mentiras!

Taehyung sentía cómo la rabia comenzaba a consumirlo de una manera que nunca antes había pasado. Trataba de respirar para mantener la calma porque no quería llegar al punto de decirle cosas hirientes solamente para lastimarla, ya que nunca habían llegado a eso, pero temía que al estar pasando por momentos difíciles llegaran a ese punto.

―¡No te soporto, Taehyung!

―No digas eso ―se tomó el puente de la nariz y cerró los ojos, inhalando y exhalando para mantener la calma―. Hablemos bien como adultos que somos, ¿sí?

―No puedo hablar bien contigo porque no soporto verte ―escupió furiosa―. ¡No te soporto a ti!

―¡Nunca te pones a pensar cómo me siento yo al pasármela en la empresa! ¡Sigues siendo como siempre una puta egoísta! ―gritó furioso aún dándole la espalda.

―¿Siempre has pensado que soy una egoísta y hasta ahora me lo dices? ―cuestionó indignada.

―Crystal, no...

― ¡Tú eres un maldito egoísta, Taehyung! ¡Tú y sólo tú! ―apuntó enfurecida, marchándose de la habitación.

―¡Vuelve aquí, Crystal!

―¡Vete a la mierda!

Salió dando un portazo que lo hizo sobresaltar, y sentir como el miedo de que ya no lo amara comenzaba a carcomerlo porque nunca creyó que pudieran discutir de esa forma.
Un nudo se formó en su garganta, mientras se cubría el rostro con las manos porque el dolor se instalaba en su alma, y en lo profundo de sus ojos cristalinos se encerraban los quejidos de la soledad que lo invadía de a poco.

























Jungkook conducía tranquilamente hacia el colegio de su hijo mientras cantaba la canción que pasaban por la radio. Sin dudas se sentía demasiado feliz por la tarde y noche que había compartido con Crystal y sus hijos.
Sentía la necesidad de seguir pasando días iguales de increíbles, porque eso lo llenaba. Completaba su felicidad.

Al levantar la mirada y ver por el espejo retrovisor como su hijo observaba su celular algo angustiado, se preocupó.

―¿Qué pasa, Daehyun?

―No es nada.

―Vamos, dime. Soy tu padre y si algo te sucede, debo saberlo para ayudarte.

―Es que esta vez no puedes ayudarme.

―Claro que sí.

―No me pasa algo a mí, sino a Sunhee.

―¿Qué sucede con ella? ―estacionó el coche a un costado y volteó a verlo preocupado―. ¿Está bien?

―Está triste.

―¿Por qué?

―Me escribió durante la medianoche ―respondió cabizbaja―. Sus padres se gritaron mucho anoche y la despertaron. No ha podido dormir bien luego de eso.

Jungkook al escucharlo se sorprendió y no pudo evitar preguntarse si habían discutido por su culpa, por lo que comenzaba preocuparse, teniendo la necesidad de verla. Para él, Crystal era la mujer que rompía corazones cuando se la veía sonreír por otro motivo, por otra persona, y lo sabía porque lo vivió cuando la vio junto a Taehyung.
Así que en ese momento podía entender perfectamente que se haya molestado, pero le preocupaba que fuese posesivo con ella. La había visto revisando su celular en el colegio y cuando comían, antes de ir al parque de diversiones, donde se lo olvidó por completo, por lo que quería saber cómo era Taehyung con ella.


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