O2; SORPRESAS

❧ PERFECT FAMILY

SORPRESAS ಌ

―J-Jungkook...―tragó con dificultad, tratando de seguir sosteniéndole la mirada―, que sorpresa.

Jungkook no podía dejar de mirarla, estaba completamente maravillado, porque no podía creer que luego de tantos años luciera aún más hermosa de lo que siempre le pareció. La observaba de pies a cabeza, llevaba un top marrón con mangas, jeans, y zapatillas blancas, por lo que rápidamente notó que seguía manteniendo su figura. Pues, luego de verla embarazada por una fotografía, no quiso seguir stalkeando porque le había dolido y sabía que ya no era correcto. Ambos tenían que hacerse cargo de la familia que formarían, dejando el pasado atrás para siempre.

La castaña hacía lo mismo, pero tratando de no ser evidente. Él llevaba una camisa celeste, pantalón de vestir negro y zapatos del mismo color. Al notar sus anchos hombros, y como llevaba los primeros dos botones desprendidos, que dejaba notar un poco su pecho, no pudo evitar soltar un suspiro tembloroso al darse cuenta que su cuerpo lucía aún más fornido.
Desvió rápidamente la mirada al darse cuenta de lo que estaba haciendo, pero es que verlo después de tantos años, su cabello corto, oscuro y lacio, su rostro con las facciones más maduras, aún conservando los aretes en sus orejas, y más atractivo, no pudo evitar admirar su belleza masculina. Había aumentado con los años, lo cual era sorprendente para ella, porque nunca creyó que pudiera lucir aún más atractivo.

―Luces... luces...

―¿Vieja? ―bromeó, frunciendo el ceño y ambos rieron.

―No. Hasta pareces más joven ―se acercó a paso lento―. Estás preciosa, Crys.

―Crys. Había olvidado que siempre me llamabas así ―murmuró desviando la mirada, sintiendo su corazón agitarse por escucharlo salir de sus delgados labios rosados―. Tú no luces nada mal.

―Gracias, supongo ―bajó la mirada, sintiendo los nervios a flor de piel por la tensión que comenzaba a formarse.

―¿Tú eres el padre del niño nuevo? ―preguntó curiosa―. Pues, nunca te había visto antes por aquí.

―Lo soy. Decidí volver a Seúl hace apenas unos días.

―Oh, no me lo esperaba para nada.

―Ni yo, pero han pasado demasiadas cosas que me han hecho volver ―explicó haciendo una mueca.

Notó en su mirada la curiosidad que le pedía que siguiera hablando, pero no era el momento correcto. No sentía que fuese correcto reencontrarse y a los dos minutos hablarle sobre lo mal que le había ido, que quizás podría llegar a decir que fue su karma.
Además, no se sentía listo para hablarlo con alguien más que no fuese su mejor amigo, Kim Namjoon, que siempre lo comprendía.

―Bueno. Yo vine a traer mi hija ―sonrió nerviosa―. Ya tiene ocho años. El tiempo pasa muy rápido.

―Entonces, no pasó mucho cuando te embarazaste. Pues, mi hijo en tres meses va a cumplir sus nueve años.

―Ya debo irme, Jungkook.

Al notar su incomodidad, se maldijo mentalmente, pues no tenía esa intención, pero esas palabras escaparon de su boca, aunque intentara evitarlo por más que ya estaba enterado de los pocos meses de diferencia que tenían sus hijos, por lo que ahora que la había visto, sabía que estaban en el mismo salón. Eso despertaba la curiosidad de saber si se llevaban bien, si se habían hablado, si era parecida a Crystal, si tenía su misma escandalosa risa, sus pecas, sus ojos claros, su gran sonrisa.

―Está bien. De todos modos yo debo ir a trabajar ―presionó los labios por un momento―. Lamento si te he incomodado.

―No te preocupes ―le regaló una sonrisa tranquilizadora que provocó la suya.

―Espero volver a verte, Crys.

―Adiós, Jungkook.

El pelinegro se quedó en el mismo lugar, observando como se subía a un coche berlina negro. Una parte de él deseaba que se bajara y se acercara para seguir hablando, porque necesitaba seguir escuchando su voz, seguir admirándola para saber que todo era real.
Pero la otra parte necesitaba huir a otro país, ya que haberla vuelto a ver le recordaba a su error que dejó de considerarlo así, por más que le hizo perder a la mujer que amó más que nada, que le hizo sentir por primera vez, que le hizo darse cuenta que a pesar de que le gustaba joder vidas, por primera vez quiso hacer algo completamente distinto.

Tomó una bocanada de aire y comenzó a dirigirse a su coche, porque sabía que se le estaba haciendo tarde para ir a la empresa, donde sólo estaría unas pocas horas hasta que su hijo saliera del colegio y él seguiría trabajando desde su casa.

Al llegar tomó la chaqueta negra que dejó en el asiento trasero y se la colocó para estar más presentable.
Entró saludando a algunas personas, pues en los tres días que llevaba allí habló con algunos y se le hicieron agradables, se mostraron educados como también amables, por lo que se sentía cómodo y más teniendo a su mejor amigo como su Jefe.
Jungkook se encargaba de la parte administrativa, como también hizo en una pequeña empresa de bienes y raíces en Estados Unidos.

Sacó de su maletín la carpeta con documentos sobre las pérdidas y ganancias del mes que no estuvo presente él, y tocó la puerta de la oficina de Namjoon. Al escuchar su voz, entró, sorprendiéndose de verlo con una sonrisa triunfante.

―Si vienes con malas noticias, dímelas luego.

―¿Qué sucede? ―tomó asiento frente a él, mirándolo con curiosidad.

―Jeong Sungcheol dice que quiere firmar con nosotros ―explicó con una sonrisa de satisfacción―. Al parecer le ha interesado más nuestra propuesta que la de la otra empresa Kim. Debe estar furioso ese idiota ―rieron.

―¿Por qué tanto odio?

―Oh, creo que nunca te lo dije. Al principio cuando estaba su padre a cargo, mi empresa no era nada porque no nos permitía crecer, pero hace dos años su hijo quedó a cargo, y así fue como esta empresa fue creciendo hasta volverse una de las importantes. El problema es...―apoyó los brazos en el escritorio, inclinándose hacia adelante― que al parecer nos estamos volviendo un gran problema para él, porque somos la principal competencia.

―Oh, no quiero imaginarme cómo debe estar.

―Esa ubicación nos conviene. Es un buen lugar para poner un gran hotel cinco estrellas ―sonrió―. ¿A ti que te sucede? Te noto algo distraído.

Jungkook llevó las manos a la nuca, mientras inclinaba su cabeza hacia atrás, soltando un gran suspiro al sentir como las sensaciones volvían a invadirlo al recordarla.

―¿Recuerdas la mujer de la que tanto te he hablado? ¿Mi... amor inolvidable?

―Sí. Tu primer amor, JK ―rieron―. La que me presentaste hace años cuando aún estabas en el instituto.

Namjoon y Jungkook se conocieron cuando él tenía dieciséis, gracias a sus familias que eran mejores amigas. A pesar de que Namjoon era tres años mayor, se hicieron muy buenos amigos. Desde entonces mantuvieron una gran amistad, que con la distancia no se acabó, al contrario, y ahora que estaba de regreso se fortaleció.
Estaba realmente agradecido con él, porque fue quien le aconsejó sobre darle el fin a su matrimonio que sólo causaba que su casa fuese un caos, y angustiara a su hijo. También le consiguió una casa donde vivir en Seúl, y como si fuera poco, le dio un lugar en su empresa.

―Volví a verla, Namjoon ―murmuró perdiéndose en los recuerdos por un momento―. Y Diablos, está hermosa, aún más de lo que lo era en el pasado.

―¿Y qué hablaron?

―En realidad, casi nada. Pero necesito volver a verla.

Jungkook sentía ganas de buscar a su hijo para volver a verla, que sea la siguiente mañana. Eran las mismas ilusiones de cuando era un adolescente torpe en el amor, que le hacían sentir realmente vivo y eso le agradaba.
Tenía la necesidad de saber de ella, pero no quería volver a stalkearla en sus redes sociales porque temía decepcionarse, así que iba a esperar que ella se lo dijera. También para ver si se sentía cómodo hablándole sobre lo que vivió junto a Sunmi, aunque temía que se riera en su rostro y que le dijera que fue su karma por la persona que era en el instituto, lo cual comprendería, pero, de todas maneras, lo decepcionaría.

―Ya quita esa sonrisa que me da miedo.

―Es que desde que la vi me siento más vivo que nunca, Namjoon ―admitió aún con una sonrisa.




























Crystal dejó el bibimbap sobre la mesa, notando cómo su hija observaba decepcionada mientras movía sus pies al no llegar al suelo.
Sabía que se sentía decepcionada de no ver a su padre como había prometido, ella también lo estaba, aunque intentaba reprimirlo y se repetía que debió esperárselo porque, a veces, sólo una vez al mes cumplía con su palabra de llegar temprano.

―¿Qué sucede, princesa? ―acarició su cabello―. Debes comer. Te preparé tu comida favorita.

―Pero papá no llega. Lo esperaré.

―Lo llamaré, ¿te parece?

―Sí, por favor ―pidió emocionada juntando sus manos―. Y pásame con él. Estoy segura de que lo hará feliz escucharme.

Crystal sabía que tenía toda la razón, y el ver su sonrisa emocionada provocaba que ella también sonriera. Dejó un beso en la coronilla de su cabeza, y tomó el celular que dejó sobre la mesa para marcar el número de su esposo.
Esperó impacientemente unos pocos segundos, rogando que le contestara para no seguir viendo la angustia en los ojos de su hija, y al escuchar la respiración de su marido, no pudo evitar sonreír.

―Cariño...

¿Qué quieres? Estoy ocupado.

Al escuchar el tono de molestia en su voz, sintió cómo su corazón daba un vuelco, pero aun así habló.

― Estamos esperándote para comer.

―No iré. Lo siento.

―¡Mamá, pásame con papá! ―exclamó su hija, levantándose para acercarse rápidamente.

Al escuchar como colgó, observó completamente sorprendida la pantalla del celular donde indicaba que había finalizado la llamada. No podía creerse que le haya hablado de esa manera, siempre que estaba ocupado le hablaba bien de todas formas, disculpándose, pero ahora fue demasiado evidente la molestia, por lo que la angustia se volvió parte de ella.

―¡¿Por qué colgaste?! Quería hablar con él ―reprochó molesta la niña.

―Princesa...―se colocó en cuclillas―, papá está ocupado y no podrá venir, ¿sí?

―Pero él me lo prometió ―murmuró decepcionada.

―Quizás otro día ―acarició su cabello―. Está con mucho trabajo. No es que no quiera verte.

Luego de comer, tratando de conversar con su hija para que olvidara lo sucedido, al estar exhausta estuvo al pendiente de que fuese al baño y se lavara los dientes antes de recostarse. La arropó y se quedó a su lado hasta que se durmiera, abrazando el peluche de oso que le regaló su padre una noche hace unos meses que las llevó al parque de diversiones.

Una vez que se colocó el pijama que era un camisón de seda lila, cepilló su cabello, para luego recostarse, sin apagar el velador que tenía en la mesa de noche a su costado.
No podía evitar recordar a Jungkook, provocando que sintiese un cosquilleo en su vientre. Estaba aliviada de haber ido antes a retirar a su hija para no volver a verlo, porque una parte de ella creía que no era correcto y le seguía teniendo rencor.

Tomó su celular de la mesa de noche y decidió escribirle a su mejor amiga.

¿Jimin está contigo?

Hyeyoon

Acaba de llegar.
¿Taehyung no lo hizo aún?
Seguro se tarde un poco más.
Jimin me ha dicho que estaba realmente molesto.

Al leer ese mensaje, soltó un suspiro pensando en qué contestarle, pero al escuchar unos pasos, dejó el celular a su costado, para luego cubrirse con la manta y fingir dormir, porque las ganas de volver a verlo desaparecieron.
Escuchó como se quitó su traje, colocándose su ropa de dormir que era una camiseta gris y un pantalón negro, para luego pasar al baño.

A los pocos minutos escuchó nuevamente sus pasos y sintió el colchón hundirse a su lado, soltando un suspiro de alivio.

―¿Amor? ―habló con suavidad, acariciando su brazo―. Oye, sé que no estás dormida.

―¿Qué quieres, Taehyung?

―Mírame, por favor.

Crystal cerró sus ojos con fuerza por un momento, maldiciéndose porque sabía que con sólo ver su rostro, sus ojos que demostraban arrepentimiento, iba a caer y todo el enfado desaparecería.
Aun así, volteó notando en su rostro lo agotado que estaba y lo realmente angustiado por no haber cumplido con su palabra.

―Sunhee está triste.

―Voy a verla ―se sentó rápidamente, pero la castaña lo tomó del brazo para impedirlo.

―Está dormida. No es necesario que la despiertes.

―De todos modos mañana hablaré con ella, y haré que se le pase.

―Siempre nos convences con mucho cariño y obsequios ―rodeó los ojos.

Crystal estaba cansada de que quisiera enmendar sus errores de esa manera. A Sunhee podía convencerla fácilmente, porque su padre era su adoración y lo sentía perfecto, pero a ella ya no lograba convencerla como antes.
Cada día estaba más agotada de no poder compartir momentos con su esposo al que amaba demasiado y lo extrañaba más que nada.

―En verdad lo lamento, Crystal.

―Lo sé, lo sé ―recalcó frustrada―. Te dejé comida, así que deberías comer algo porque sé que no lo has hecho.

―Sólo quiero dormir abrazado a ti ―confesó pasando los brazos por su cintura, apegándola a él.

―¿Por qué estás molesto? Me has hablado muy mal.

―También lamento eso...

―Ya, dime.

―Jeong Sungcheol ha rechazado mi oferta. Realmente necesitaba que firmara conmigo ―suspiró pasando los dedos por el cabello rizado―. Invertir en eso nos convenía demasiado, pero seguro la competencia tuvo una mejor oferta.

―Ya, relájate, cariño ―acarició su mejilla.

―Cuando mi padre se entere va a querer matarme y me preocupa que alterarse le haga mal ―giró la cabeza para verla―. Él confió en mí y no en mi hermano...

―Él ya tiene su vida hecha en Europa. Dudo que lo llame para que se encargue de la empresa, porque sabe que va a rechazarlo.

―No lo sé. Soy un imbécil.

―No digas eso.

―Casi perdemos la empresa cuando comencé, ¿lo olvidas?

―No tenías tantos conocimientos como ahora. Has logrado que vuelva a levantarse, a estar en orden.

―Ya, pero ésto era demasiado importante.

―A veces se pierde y a veces se gana, Taehyung.

―Pero contra la competencia debo ganar.

―Ya, relájate, cariño ―pidió abrazándolo.

―Ésto es todo lo que necesitaba ―le correspondió por un momento―. Te amo tanto, mi amor ―sonrió observando su rostro con detenimiento.

―Yo te amo más.

Dejó un beso en la punta de la nariz, haciéndole sonreír mientras la apegaba a su cuerpo. Cuando observó sus ojos claros que desbordaban pasión y lujuria, supo rápidamente lo que quería, por lo lo estaba dispuesto a intentar dárselo después de semanas, aunque se sentía demasiado exhausto.
Su mano subió por la mandíbula de ella, después por su mejilla hasta posicionarse en su nuca, y sin dudarlo estampó sus labios.

Al apegar sus cuerpos, ella buscó la fricción sintiendo como el suyo colapsaba cuando la lengua de él se deslizó sobre la suya, queriendo obtener el dominio. El contacto que tenían en ese momento era como una corriente eléctrica, mientras jadeaban antes los roces que mantenían, pero cuando la fémina buscó posicionarse sobre él, sentía como el beso de su parte se volvía torpe, por lo que se separó desconcertada.
Al ver que no abría los ojos, suspiró pasando la mano por su frente, tratando de mantener la calma.

―No me digas que te estás durmiendo.

―Amor, no sabes cuánto desearía tener la misma energía que a los veinte, que no importaba cuánto estudiara y trabajara, siempre tenía energía para hacerte el amor ―murmuró con algo de dificultad―. Pero, últimamente, estoy realmente agotado y no tengo energía para nada. Lo siento.

Asintió rodando los ojos, para voltear a apagar la luz y recostarse dándole la espalda, sabiendo que iba a ser otra noche más donde se quedaría con ganas de sentirlo. Pensaba que, quizás, debía acostumbrarse a que sólo pasara una vez al mes, aunque ella siempre lo deseara de gran manera.
Cerró los ojos con fuerza, tratando de quitar esos pensamientos de su cabeza y dormir frustrada como también molesta, pero al sentir el brazo de Taehyung rodearla, no pudo evitar sonreír, porque la paz la envolvía al escuchar su respiración tranquila.

―Te amo, Crystal —soltó en un murmuro casi inaudible.

―Te amo más, cariño.



























Taehyung a pesar de no haber dormido lo que necesitaba, se levantó más temprano que de costumbre, para así prepararle el desayuno a su esposa y a su hija, a pesar de que tenían a quien se encargara de eso. Quizás se debía a la culpa, pero sentía la necesidad de consentirlas antes de irse al trabajo y frustrarse.
Al escuchar unos pasos rápidos, no pudo evitar sonreír y más al ver a su hija parada sobre la silla, con una camiseta rosada que tenía el dibujo de un gato negro, un pantalón rosado y su cabello miel revuelto.

―¿Cómo amaneció, mi princesa? ―preguntó con dulzura mientras dejaba el vaso con leche, con un plato con waffle y fruta picada frente a ella.

―No viniste temprano ―se cruzó de brazos, frunciendo un poco los labios.

―Perdóname, ¿sí? ―llevó la mano al pecho mientras fingía que era capaz de llorar―. Si no lo haces juro que lloraré.

―No. Bo llores, papá ―se aferró a él haciéndole sonreír―. Te perdono.

―Come bien, hija. Iré a llevarle el desayuno a tu madre para que me perdone. Cuando termines prepárate rápido para que te lleve al colegio.

―¿En serio me llevarás tú?

―Sólo si te preparas pronto.

―Está bien ―sonrió antes de tomar un sorbo de leche.

Taehyung sonrió y dejó un beso en su mejilla regordeta y pecosa, para luego buscar el desayuno que le hizo a su esposa que era lo mismo que a su hija, pero en la charola había un vaso de jugo de naranja, café, y una rosa.
Completamente satisfecho se dirigió a la habitación, donde la veía aún dormir plácidamente, lo que le hizo desear dejarla descansar, pero quería hablar con ella antes de irse porque no le gustaba no compartir tantos momentos.

―Despierta, mi amor ―habló sentándose a su lado―. Oye...―movió suavemente su brazo, escuchando como un quejido escapaba de sus labios―. Mira lo que te preparé, dormilona.

Crystal se sentó refregando sus ojos y bostezando, lo cual hizo reír a su esposo que la observaba con dulzura.

―Te ves hermosa aún con tus ojos hinchados ―murmuró antes de dejar un pequeño beso en sus labios.

―Deja de sentirte culpable. No es necesario que hagas todo ésto.

―Me gusta hacerlo. No es por la culpa.

―Si no fuese así, ya estarías de camino a la empresa.

―No discutamos, Crystal.

―Ya, está bien.

―Me quedaré aquí contigo unos minutos, y luego llevaré a Sunhee al colegio.

―¿La llevarás tú?

―Eso dije.

Crystal llevó un trozo de frutilla a la boca de su esposo que masticó tratando de no sonreír al darse cuenta de que ella ya no se encontraba molesta como antes, por lo que siguieron comiendo y conversando a la vez.
La castaña se sentía realmente aliviada al saber que no iba a tener que volver a ver a Jungkook, porque de sólo pensarlo el cosquilleo volvía a aparecer en su vientre, como también los mismos nervios que siempre le causó, pero ahora parecían intensificados.

Al terminar, Sunhee ya con el uniforme puesto, corrió a la habitación de sus padres haciéndolos reír, y Crystal trenzó su cabello con paciencia. Taehyung las observaba con dulzura, admirando la belleza de la mujer y la niña que ocupaban su corazón, que lo hacían realmente feliz.
Cuando la pequeña ya estaba lista, el castaño se acercó a dejar un pequeño beso en los labios de su esposa, para luego tomar la mano de su hija, y caminar hacia su coche.

Durante el camino hablaron un poco, pues Sunhee le contó emocionada que el día anterior aprobó su examen de matemáticas, y Taehyung la felicitó orgulloso.

―Pues, si aprobaste, entonces, te mereces un regalo.

―¡Sí! ¿Qué me regalarás? ―preguntó quitándose el cinturón de seguridad del asiento trasero.

―¿Qué te parece otro vestido de princesa? ―la observó con una sonrisa por el espejo retrovisor.

―¡Sí! Quiero otro más, pero que sea rosado.

Sunhee aplaudió emocionada mientras sonreía, por lo que él sonrió satisfecho, para luego bajarse y abrirle la puerta.
Tomó la pequeña mano de la niña y comenzaron a caminar hacia la entrada del colegio.

―¿Por qué no hay casi nadie?

―Me has traído más temprano que de costumbre, papá ―explicó haciendo una mueca―. Oh, ¡Daehyun!

―¿Por qué dices el nombre de un niño?

―No seas celoso. Es mi amigo ―soltó una risilla, corriendo hacia donde se encontraba el niño por entrar―. ¡Daehyun!

―¡Dulce Sunhee! ―volteó a verla con una sonrisa.

Al ver eso no pudo evitar sonreír, pues si era algo celoso con Sunhee, pero sabía que era normal tener un primer amor de pequeños, por lo que hacía los celos a un lado. Esperaba que fuese un buen niño que no la hiciera llorar, porque sino debería enfrentar a su padre por no haberle dado una buena educación sobre cómo tratar a una niña.
En cuanto volteó suspirando al darse cuenta de que estaba creciendo, lo cual no le agradaba demasiado ya que no estaba compartiendo con ella como le gustaría, no pudo evitar sorprenderse al ver a un hombre a unos pocos metros, observando también a los niños.

―¿Eres tú, Jeon Jungkook? ―preguntó acercándose, sorprendiéndolo.

―Oh, Kim Taehyung ―alzó una ceja, observándolo de pies a cabeza.

―¿Tú eres el padre de Daehyun?

―Sí, lo soy. ¿Por qué?

―Sunhee es mi hija. Y por lo que veo se llevan bien.

―Vaya, muchas sorpresas ―murmuró incómodo.

―¿Por qué has regresado, Jeon?

―¿Tienes algún problema con eso? ―examinó acercándose mientras endurecía sus facciones.


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