14; ALGUIEN MÁS
❧ PERFECT FAMILY
ALGUIEN MÁS ಌ
Taehyung se encontraba en un restaurante de comida rápida, tenía un plato con jajangmyeon frente a él, pero sus pensamientos le habían quitado por completo el apetito, lo que le hacía sentir el estómago revuelto.
Es complicado concentrarse en hacer las cosas del día y mantenerse de pie cuando se está sufriéndose una batalla de emociones que no se logra comprender, pero que hacen querer a uno derrumbarse. Eso estaba pasando con Taehyung, por lo que decidió salir de la empresa en el horario del almuerzo, ya que no podía seguir encerrado en esas cuatro paredes, soportando las preguntas de su mejor amigo.
Se sentía perdido en sus pensamientos, hasta que una voz femenina lo hizo volver a la realidad. Una mujer rubia estaba hablando con el mesero, y al ver su rostro no pudo evitar sorprenderse porque no se esperó jamás volver a verla.
Jang Yoona rodeó la mesa que estaba a su lado, pero al sentir la penetrante mirada del castaño, volteó con el ceño fruncido y abrió los ojos a la par.
―Buen provecho, señor Kim ―hizo una reverencia y él sonrió.
―¿Por qué no te sientas aquí? ―preguntó señalando la silla que estaba frente a él―. Ambos estamos solos.
―No quiero ser una molestia ―se sentó acomodando su abrigo en la silla.
―La verdad es que no me vendría mal la compañía de alguien.
Al escucharlo, asintió para tomar nuevamente sus pertenencias y luego caminar hacia la mesa de él, sentándose al frente, dejando notar un poco sus nervios.
―¿No tiene amigos, señor Kim?
―Los tengo, pero ahora prefiero la compañía de alguien que no conozco.
―¿Le sucede algo? ―indagó curiosa y cuando el mesero dejó una taza de café frente a ella, agradeció con una sonrisa.
―¿Ese es tu almuerzo? ―inquirió alzando una ceja.
―Exacto. Usted debería comer eso que se ve delicioso.
―¿Quiere compartir? ―acercó el plato, pero ella hizo una mueca.
―La verdad es que no tengo apetito.
―Estamos iguales.
―¿Qué le sucede? No se ve bien.
―Vaya, usualmente, una mujer cuando me ve, no duda en hacerme saber lo atractivo que soy, pero tú desde la primera vez que me has visto no has dudado en decirme que luzco terrible ―bromeó haciéndola reír.
Ver como sus ojos se cerraban al reír, le recordaba a su mejor amigo Jimin. Se le hacía realmente agradable aunque era sólo la segunda vez que la veía, pero sentía que era alguien confiable, por lo que quería conversar más con ella, olvidando por completo el plato de comida que estaba frente a él.
―¿Tienes marido, Yoona? ―preguntó curioso y tomó un sorbo de agua.
―Tenía ―desvió la mirada, endureciendo las facciones de su rostro.
―Oh, lo siento. No debí preguntar...
―Ya no importa.
―¿Él...te engañó?
En ese momento se sentía un idiota por seguir tocando ese tema cuando se daba cuenta que le seguía afectando, pero necesitaba más que nunca alguien que lo entendiera, y que le dijera cómo sobrellevar eso. Sentía que su alma estaba cayendo, ¿y cómo no? Si estaba cayendo a pedazos ante la traición de la mujer que amaba con su vida, y con la que siempre se imaginó envejecer.
―No, pero a veces deseo que esa hubiera sido la causa por la que me dejara.
―¿Y por qué lo hizo? ―preguntó desconcertado.
―No puedo tener hijos ―una sonrisa de angustia se dibujó en sus labios―. No puedo darle la familia que siempre ha deseado.
―Pero...pero hay otras opciones, como la adopción.
―Ya no importa ―suspiró.
―Es un imbécil, Yoona ―apoyó la mano sobre la de ella que no pudo evitar sorprenderse, y él al darse cuenta la quitó rápidamente.
―¿Usted por qué luce tan terrible, señor Kim? ―interrogó divertida.
―Ya no me digas señor Kim, mejor dime Taehyung. Háblame con confianza.
―No sé si podré hacerlo...
―Si puedes. Necesito un consejo.
―Claro, pero no es gratis.
―¿Quieres dinero?
―Sólo que comas ―observó su almuerzo sin tocar, y luego a él que relajó las facciones.
―Oh, está bien.
―Dime qué sucede.
―¿Qué harías si descubres que la persona con la que llevas casada por años, te engaña?
―¿Tu esposa te engaña? ―preguntó sorprendida.
En ese momento Taehyung no pudo evitar sentir temor, pues siendo una persona reconocida por su gran empresa, por tener una familia perfecta, por su dinero, no podía confiarse en hablar con cualquier persona, porque esta podría aprovecharse y tratar de arruinar su imagen esparciendo rumores, ganando dinero al respecto.
―No. Claro que no. Mi esposa y yo estamos felizmente casados ―aclaró rápidamente.
―Ya se me hacía extraño. He visto las fotografías y realmente son como una familia perfecta.
―Lo somos ―tragó en seco, tratando de deshacer en el nudo en la garganta que se había formado al escucharla―. Pero mi mejor amigo está pasando por esa situación y...no sé cómo ayudarlo.
―Pues, yo creo que lo mejor es divorciarse. Cuando una relación se arruina, uno al estar tan aferrado trata de arreglarla sin darse cuenta que sólo logra forzar algo que ya no tiene arreglo, y terminan lastimándose más ―hizo una mueca—. A veces hasta odiarse.
―Pero la ama demasiado...
―Debe amarse más él.
―No lo entiendes, Yoona ―habló molesto―. Tienen una hija.
―Ni siquiera por ella tienen que seguir forzando ese matrimonio que ya está arruinado por una infidelidad. Si su esposa buscó a alguien más es porque ya no lo ama.
―No es así. Sé que ella está arrepentida. No contesta sus mensajes.
―Quizás ese hombre le dio algo que su esposo no podía...
―¡Cállate! ―exigió levantándose con los ojos cristalinos, haciéndola sobresaltar y logrando llamar la atención de los presentes.
―No se trata de tu amigo, se trata de ti, ¿verdad? ―lo observó afligida.
―Yo le daba todo, hasta podría haberle dado el mundo entero si me lo pedía ―expresó con la voz débil mientras las lágrimas comenzaban a brotar. Entonces, reaccionó bajando la cabeza y tomó una bocanada de aire, tomando la chaqueta que dejó sobre la silla―. Lo siento.
Sin más salió del restaurante aún sintiendo la mirada de algunas personas, pero el sólo hecho de pensar en lo que había dicho Yoona, le hacía sentirse tan insuficiente que provocaba que su sangre hirviera porque estaba seguro de que siempre le había dado todo.
Sentía que el dolor de un corazón roto era abrumador, la inseguridad que provocaba como ver los ojos de quien amaba y que ellos no lo miraran, no ser su primer pensamiento a pesar de estar acostado a su lado, lo torturaba, por lo que necesitaba saber quién era ese hombre que le estaba arrebatando a su esposa.
Crystal estaba en la cafetería, puso frente a la pareja de jóvenes sus cafés y cupcakes, por lo que le agradecieron con una sonrisa que ella no dudó en devolver, para luego volver a su lugar observando con atención que nadie necesitara algo.
Su celular comenzó a sonar indicando una llamada, por lo que lo sacó del bolsillo del jean y al notar que se trataba de su esposo, sonrió.
―¿Qué sucede, cariño?
―Escucha, sé que hoy estarás ocupada con el pedido que te han encargado para la fiesta, pero no podré buscar a Sunhee...
―Taehyung...
―Lo siento. Tengo una junta y sabes que no puedo estar ausente.
―Si la traigo aquí se aburrirá de estar viéndome hornear y hornear.
―Como la niñera está ocupada, puedes llevarla a casa de mis padres.
―Sabes que no es una buena idea.
―Haz eso, Crystal. Yo la buscaré cuando termine la junta. Adiós.
Al ver que había colgado luego de hablarle con frialdad, no pudo evitar sorprenderse. Pues, había notado que se encontraba algo extraño, lo cual no comprendía, pero no quería seguir insistiéndole en saber. Antes él siempre le contaba todo. Todo lo que pasaba por su cabeza, sus inseguridades, lo que le molestaba, hasta lo más mínimo, por lo que se le hacía extraño que por primera vez no le dijera lo que le sucedía.
Se sentía frustrada por su comportamiento, y porque de nuevo no podía cumplir con su palabra cuando ella tenía algo importante que hacer que ya no podía cancelar, ya que debía presentarle a un cliente los cien cupcakes antes de las nueve y media de la noche.
Sólo faltaba media hora para que su hija saliera del colegio, por lo que suspiró frustrada porque podría llamar a su mejor amiga para que ella le hiciera el favor, pero Minho estaba enfermo y no quería que su hija se contagiara.
Comenzó a pensar y pensar, y cuando una idea llegó a su cabeza sintió estremecerse, pero aún así tomó el celular, leyendo los mensajes que ignoró el día anterior hasta que decidió llamar ese número. Fue cuestión de segundos para que atendiera y escuchara esa voz que provocó un cosquilleo en su estómago.
―Vaya, hasta que te has decidido por llamar y escucharme...
―Voy a escucharte con una condición, Jungkook.
―¿Cuál?
―Necesito que cuides a mi hija por unas horas, ¿puedes?
―Sabes que nuestros hijos son mejores amigos y me gusta pasar tiempo con ella, así que lo haré.
―Por favor, cuídala.
―¿Luego la llevo a tu casa o la buscas tú?
―La buscaré.
―Cuando vengas a buscarla, no escaparás de mí, Crystal. Necesito hablar contigo algo importante que...
―Debo colgar. Adiós.
Crystal no quiso seguir escuchando su voz porque no podía evitar recordar esa noche en la bañera, y cuánto deseó poder sentirlo, lo que hacía que la culpa apareciera nuevamente. Sabía que lo mejor era mantenerse lo más alejada posible de él, y que pidiéndole que cuidara a su hija no estaba cumpliendo con eso, pero no era capaz de llevarla a la casa de sus abuelos, donde lo más probable es que Seongjin la pudiera llegar a hacer llorar.
Prefería que pasara tiempo con Daehyun que era su mejor amigo, y con Jungkook, que parecía que se había logrado encariñar, lo que no le agradaba demasiado, pero sabía que era su culpa.
Cuando los minutos pasaron y no quedó ningún cliente, decidió cerrar para así ponerse a hacer el pedido. Cupcakes, algunos de chocolate con distintos rellenos, igual que los de vainilla.
Debía apresurarse para buscar antes a su hija y que Taehyung no supiese que no cumplió con lo que le ordenó.
Taehyung salió de la junta con una carpeta en su mano, y comenzó a dirigirse hacia su oficina mientras sacaba el celular del bolsillo de su pantalón gris. Buscó entre sus contactos el número de su madre y apretó llamar deseando que contestara rápido, pues siempre solía tardarse demasiado y ahora que no estaba de humor todo le frustraba.
Deseaba más que nada llevar a su hija a algún restaurante, cenar y conversar más con ella. Aprovechar el tiempo que había perdido.
―Vaya que sorpresa que llames, mi niño. ¿Estás bien? ¿Estás comiendo bien? ¿Necesitas algo? ¿Taehyung...?
―Ya, estoy bien. No te preocupes ―la interrumpió masajeando su frente, y observó entrar a Jimin a su oficina―. Sólo quiero saber si mi hija está bien.
―¿Sunhee? ¿Y yo qué voy a saber de ella? Deberías llamar a tu esposa.
―¿Cómo? ¡¿Sunhee no está allí?! ―preguntó exaltándose, ganándose toda la atención de su mejor amigo.
―¿Dónde está Sunhee? ―preguntó curioso.
―Mamá, mi esposa quedó en llevarla allí porque ambos íbamos a estar ocupados...
―No lo sé, cielo. Crystal nunca apareció a traer a Sunhee. Yo te dije que esa mujer...
Taehyung no quiso seguir escuchando a su madre, porque sabía que sólo iba a decir barbaridades acerca de su esposa, como hizo cuando le pidió hablar, interrumpiendo la situación en el baño donde se encontraba con Crystal.
Colgó la llamada y empezó a marcar el número de su esposa, sintiendo sus manos temblar de impotencia.
―¿Dónde está Sunhee? ¿Qué pasó con Crystal? ―preguntó preocupado.
―¡No lo sé, maldición! ¡Déjame escuchar si atiende! ―ordenó apoyando la mano en el escritorio, tratando de mantenerse, ya que sentís su respiración pesada y sus nervios no lo dejaban pensar con claridad―. ¡Contesta, carajo! ―golpeó el escritorio al escuchar el buzón de voz, por lo que volvió a llamar.
―Taehyung, tranquilízate. Quizás la llevó a la cafetería...
―¡¿Cómo carajos quieres que me tranquilice si puede estar revolcándose con otro, sin importarle nuestra hija?! ―escupió volviendo a golpear el escritorio, sintiendo sus ojos arder por las lágrimas acumuladas.
Cuando volvió a sonar el buzón de voz, colgó pasando los dedos por las hebras de su cabello, tirando de este y soltando un grito de rabia.
― ¿Qué carajos acabas de decir, Taehyung? ―cuestionó atónito.
Cerró los ojos con fuerza, sintiendo sus lágrimas caer porque la rabia y el dolor lo estaban dominando, hasta que su celular vibró en sus manos, por lo que abrió los ojos viendo que se trataba de una llamada de un número que no tenía agendado. A pesar de que podía tratarse de alguien que sólo quería hacerlo molestar, o chantajearle como solía pasar, decidió atender.
―¿Papá?
Al escuchar la dulce voz de su hija, sintió cómo la calma volvía a él y sus latidos se normalizaban, por lo que cayó sentado en la silla y sonriendo aliviado.
―Princesa. Mi princesa, ¿dónde estás? ¿Estás bien?
―Estoy en la casa de Daehyun.
― ¿Daehyun? ¿Quién rayos es Daehyun? ―preguntó desconcertado, masajeando su frente.
―Papá, no hables así. Él me agrada. Es el hijo de Jungkook, ya los conociste ―reprochó y él frunció el ceño, bajando la mano, mirando desconcertado a Jimin, que lo observaba desesperado por no saber lo que sucedía.
―¡¿Qué rayos pasa?! ―apoyó las manos en el escritorio, inclinándose hacia el frente.
―Pásame la dirección ahora mismo, Sunhee ―apretó su mandíbula, sintiendo cómo su respiración volvía a ser pesada.
―¿Vendrás a buscarme ahora? Estoy muy cansada y mamá no me contesta ―habló angustiada.
―Pásame la dirección. Voy ahora mismo.
Sunhee le pasó la dirección que Taehyung anotó en un papel, aunque dudaba olvidársela por la rabia que sentía al saber que estaba allí.
―¿Me dirás que rayos está pasando? ―repitió como si estuviese sufriendo.
―¡Sunhee está en casa de Jungkook, Jimin!
―¡¿Qué rayos hace allí?!
―Eso mismo me pregunto yo, pero Crystal va a escucharme ―aseguró caminando rápidamente hacia la puerta―. Juro por Dios que lo hará.
―¿A qué te refieres con que está revolcándose con otro? ―indagó tomándolo del brazo para que volteara a verlo.
―Olvida eso. Ahora debo irme.
―¿Te irás así como si nada? No puedes...
―¡Me importa una mierda esta empresa! ―exclamó soltándose bruscamente, provocando que Jimin se alejara asustado―. Diablos, no puedo más ―admitió con un hilo de voz y pasó las manos por su rostro.
―Taehyung, tienes que calmarte. No puedes conducir estando así y menos si vas a llevar a tu hija ―murmuró acariciando su brazo.
―Van a escucharme ―aseguró observándolo con sus ojos cristalinos, para luego salir.
El castaño no entendía qué rayos hacía su hija en la casa de Jungkook, cómo Crystal estuvo de acuerdo cuando actuaba como si todo lo relacionado a él le molestara.
Cuando en la cena vio a su hija hablarle y sonreírle a Jungkook, al igual que él con ella, provocó sus celos, su rabia, porque ella no actuaba así con alguien que no conocía, por lo que empezaba a creer que quizás había algo de lo que él no estaba enterado, y eso lo enloquecía.
Condujo a gran velocidad sin importarle escuchar algunos claxon, pues sentía su sangre hervir y apretaba sus manos en el volante provocando que sus nudillos se pusieran blancos.
No pasó mucho cuando llegó a la casa de Jungkook, la cual era grande, de dos pisos, con un estilo minimalista que se destacaba por las paredes blancas, las maderas y los ventanales, donde lograba ver como reía Jungkook, por lo que empuñó las manos tratando de mantener la calma mientras se acercaba a tocar la puerta.
Pasaron unos segundos y cuando lo tuvo en frente, este no pudo evitar sorprenderse al ver a Taehyung, mientras que él no escondía su rabia al tener las facciones endurecidas.
―¿Vienes por Sunhee? ―preguntó tratando de sonar normal.
―No te quiero cerca de mi hija, Jungkook.
―¡Sunhee! ¡Vinieron por ti, cariño! ―alzó la voz, ignorándolo por un momento, por lo que creyó que eso sería suficiente y lo tranquilizó de cierta manera. Pero al verlo apoyarse luego en el umbral de la puerta, con una sonrisa socarrona en su rostro, se sorprendió―. Vaya, creí que te agradaba y éramos amigos.
―¡Papá! ―escuchó la voz de su hija que lo abrazó al verlo.
―Adiós, Sun ―dijo sonriente, Jungkook.
―Adiós, Jungkookie ―volteó a verlo moviendo su mano.
―Sube al coche, Sunhee ―ordenó Taehyung, por lo que ella no dudó en obedecerlo―. Escúchame bien, idiota ―se acercó enfrentando su mirada burlona―. No soy el mismo de hace ocho años que creías que podías pasar por encima...
―Ya, Taehyung, sigues aburriéndome. Adiós ―le guiñó el ojo y cerró la puerta en su rostro.
Taehyung se mordió la lengua para no gritar y hacer un show. Cerró los ojos por un momento, tomando una bocanada de aire y volteó para caminar hacia el coche.
Se subió dispuesto a comenzar a conducir hacia la cafetería de su esposa, que agradecía que estuviera a siete cuadras porque sentía tanta rabia que estaba seguro que cuando la tuviera en frente iba a explotar. Trataba de controlarse y más porque su hija estaba presente. Pues, nunca lo había visto realmente enojado, pero es que tampoco lo había estado alguna vez, porque su enfado sólo duraban unos minutos y habían sido por situaciones que con sólo hablar un poco pasaban.
―¿Me llevarás a casa?
―No. Iremos a ver a tu mamá.
―Tengo hambre, papá. Llévame a comer.
―¿No comiste allí?
―Jungkookie estaba por darme de cenar, pero llegaste.
―No lo llames así ―ordenó tratando de mantener la calma.
―Pero él me dijo que puedo hacerlo.
―No. No puedes y se acabó, Sunhee.
―¿Me llevarás a comer? —volvió a preguntar, logrando que este tuviese que esforzarse más para calmarse.
―Luego. Ahora iremos al trabajo de tu madre.
―Él iba a darme tteokbokki. Quiero tteokbokki. Mamá nunca nos lo hace porque tú no soportas el picante ―habló rápidamente―. Quiero tteokbokki. ¡Papá, llévame a comer!
―¡Ya basta, Sunhee! ―alzó la voz frustrado.
Al escuchar el llanto de su hija, aparcó el coche a un costado reaccionando a lo que había hecho. Nunca actuó así con ella, pero su cabeza lo traicionaba creando escenarios imaginarios que lo enloquecían, por lo que el escuchar a la niña encaprichada, lo hizo explotar.
―Lo siento, princesa. Lo siento ―habló arrepentido―. Te llevaré a comer tteokbokki y luego vamos a la cafetería, ¿sí?
Crystal ya había llevado el pedido a donde era el evento. El hombre no dejó de agradecerle y decirle lo deliciosos que se veían los cupcakes, lo que causó que ella se emocionara. Pues, nada le gustaba más que halagaran su trabajo, la hacía sentirse orgullosa y satisfecha.
Luego de eso tuvo que volver a la cafetería, ya que le pidió a Jungkook que llevara a su hija allí, por lo que al estar los niños, él no podría hacer nada que luego la hiciera arrepentir. Además, debía ordenar todo porque había llevado el pedido sin limpiar lo que había utilizado al temer entregarlo tarde.
Cuando terminó pasó la mano por su frente sudada y volvió a atar su cabello en una coleta, ya que algunos mechones habían logrado escaparse. Luego volvió a tomar el trapeador, pero el sonido de las campanas le hicieron levantar la mirada, y en ese momento sintió sus latidos acelerarse.
Jungkook se encontraba frente a ella, llevando una camiseta blanca, una camisa verde y azul de a cuadros, jean con un cinturón negro, y zapatillas blancas.
Su flequillo caía por su frente y este la miraba tan fijo que se le hacia hasta intimidante, pero se relajó al bajar la mirada y ver a Daehyun.
―Quiero ir al baño, papá ―murmuró tirando de su brazo, pero al ver a la mujer, sonrió―. Buenas noches, señora Crystal.
―Buenas noches, jovencito.
―¿Puedo usar su baño? Por favor.
―Claro. Tienes que abrir esa puerta y vas a encontrar dos más. La de la derecha es el baño ―explicó con suavidad, acariciando su cabello.
―Gracias, señora Crystal ―sonrió agradecido y apresuró su paso hacia el baño.
La castaña volteó a verlo con una sonrisa, por la gran ternura y lo respetuoso que era. No podía creerse que realmente fuera el hijo de Jungkook, ya que recordaba cuando años atrás se creía mejor que todos, que podía manejar a las personas a su antojo y pisotearlos como si nada.
Su ego siempre fue tan grande que causaba un gran desagrado, pero aún así ella siempre vio algo bueno en él.
Al sentir un cálido tacto en su mano, se alejó rápidamente chocando contra una de las mesas, lo que hizo que casi cayera y que soltara el trapeador.
―Deja de alejarte, Crystal ―exigió volviendo a acercarse peligrosamente, haciendo que se sentara en la mesa y él pasara su mano por su cintura para apegarla a su cuerpo―. ¿Cuánto más crees que vas a poder ignorar ésto? ―examinó rozando sus narices por un momento, pero ella giró a ver a su costado―. Mírame, maldición.
Jungkook llevó la mano a su barbilla para conectar sus miradas, y ella al encontrarse aquellos orbes oscuros que a la vez deslumbraban por el brillo que contenían, se sentía enloquecer, hasta su estómago se revolvía y sus sentidos se dispersaban. Aquellos orbes siempre la habían manipulado con una gran facilidad, y era feliz cumpliendo sus deseos, hasta los más oscuros que se guardaban allí dentro, todo por ver una sonrisa que le prometía el cielo. Ahora temía volver a ser manipulada porque sabía que no era lo que quería.
Lo sabía porque no podía dejar de pensar en su esposo, en su hija, y que Jungkook seguía sin ser correcto.
―Por favor, déjame tranquila ―pidió apoyando las manos en su pecho, sintiendo los latidos acelerados de su corazón, por lo que este apoyó la mano sobre la suya.
―Siente cómo me tienes. Sigues acelerando los latidos de mi corazón, Crystal ―expresó desesperado―. Esta podría ser nuestra oportunidad de estar juntos. Deja a ese maldito infeliz aburrido con el que no dejas de pelear. Estoy más que seguro que esa familia perfecta no es más que una farsa.
―¡Basta! ―exclamó empujándolo―. ¿Dónde Diablos está Sunhee? ―reaccionó mirando a sus costados, sintiéndose una idiota por olvidarse de todo cuando lo tenía en frente.
―Taehyung la buscó.
―¡¿Qué?! ―preguntó exaltada.
―Estaba demasiado molesto...
―Oh, Dios ―se cubrió la boca con la mano―. ¿Qué voy a hacer?
―Eso no es todo, Crystal ―alzó una ceja acercándose y ella lo miró asustada―. Misuk está dolida, así que me amenazó con empezar a esparcir rumores sobre nosotros.
―Jungkook, tienes que volver con ella ―lo tomó de la camiseta, mirándolo rogante―. Por favor...
―No puedo, carajo. Te quiero a ti. Te necesito a ti ―murmuró acariciando su mejilla. Acercó sus rostros al punto que sus respiraciones se mezclaban, y al ver como cerraba los ojos, una pequeña sonrisa apareció en sus labios―. Déjate llevar, preciosa.
―Jungkook...―musitó jadeante.
El pelinegro llevó bruscamente las manos a su trasero, apegándola más a él, provocando que un gemido escapara de sus labios y rozaran los suyos. Sentía que ella lo incitaba, lo excitaba, y luego lo torturaba al alejarse, por lo que estaba cansado de eso.
Deseaba más que nada devorar otra vez sus labios y hacerla suya por primera vez, para que luego no quisiera irse nunca más de su lado.
Para su mala suerte, cuando iba a juntar sus labios, una luz hizo que ella se alejara para cubrirse por un momento los ojos con la mano, pero al ver el coche, alterada lo empujó rápidamente.
―¡Escóndete!
―¡¿Qué?!
―¡Hazlo, maldición! ―lo empujó hasta la puerta.
Jungkook siguió el camino, y al abrir más la puerta que estaba entreabierta, se encontró con su hijo que rápidamente supo que estuvo espiándolos, por lo que abrió los ojos a la par por un momento. Cuando el pequeño quiso pasar, lo tomó del brazo y llevó el dedo índice a los labios para indicarle que hiciera silencio.
Taehyung apagó el motor y volteó a ver a su hija que se encontraba dormida en el asiento trasero, por lo que no podía evitar sentirse mal por ella. Se suponía que debería estar descansando en su cama, pero estaba allí dormida en el coche porque él ya no podía soportar más la situación que lo enloquecía, y estaba dispuesto a enfrentar a su esposa.
Soltó un suspiro para luego bajar del coche y comenzar a caminar hacia la cafetería, sin poder evitar ver por un momento el coche que estaba estacionado al frente. Pues, se le hacía conocido, pero en ese momento no podía recordar de dónde, así que decidió ignorarlo y abrir la puerta de la cafetería.
Al verla aterrada sin poder mantenerle la mirada, y cómo parecía estar temblando con las manos apoyadas en la mesa, frunció el ceño por un momento. Era como si supiera lo que se venía de su parte.
―¿Por qué demonios no llevaste a nuestra hija a la casa de mis padres, Crystal? ―interrogó acercándose peligrosamente, notando cómo cada paso que daba la ponía aún más nerviosa.
―S-Sabes que a nuestra hija no le agrada estar allí porque se aburre...
―Me importa una mierda. Te dije que la llevarás allí.
―Tu madre la hace sentir mal, Taehyung.
―¡¿Y por esa puta razón tuviste que llevarla a la casa de Jungkook?! ―alzó la voz, provocando que se sobresaltara―. ¿Por qué? ¿Por qué allí? ¡Quiero la verdad!
―¡Sabrías que Daehyun y nuestra hija son mejores amigos, si tan sólo pasaras tiempo con ella! ―escupió furiosa―. Ellos fueron a casa y ni siquiera así fuiste capaz de notar que son mejores amigos, ¿esa es la atención que le das? ¿Esa es la maldita atención que le das a tu familia?
En ese momento, Taehyung se sentía en parte mal porque sabía que era cierto sobre que no tenía idea de que Daehyun y su hija eran mejores amigos.
En los últimos meses no había sido un padre presente, más que media hora por la mañana, lo cual le daba culpa. Pero luego recordó los mensajes, la manera en la que a su esposa le molestaba todo de él, y cómo se atrevió a pedirle el divorcio.
―¿Quién es, Crystal? ―examinó alzando una ceja y acercándose más―. Dime quién es.
―¡¿D-De qué hablas?!
―¡Dime quién carajos es el imbécil que quiere arrebatarte de mi lado! ―ordenó tomándola del brazo, observando sus ojos claros donde se reflejaba el miedo―. ¿Acaso creías que soy tan estúpido como para no darme que mi perfecta esposa tiene a alguien más?
¡Hola!
¿Será que Taehyung va a descubrir que se trata de Jungkook? ¿Creen que ahora su matrimonio llegó a su fin?
Espero que les haya gustado el capitulo, no se olviden de votar y comentar
¡Nos leemos pronto!
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