Epílogo
KyungSoo se removió en su cama. Había una manta cubriendo penosamente su cuerpo desnudo y una extremidad se enredaba posesivamente con su pierna derecha. Bajo su cabeza, una superficie dura y cálida -pero no menos cómoda- se movía acompasadamente, de arriba hacia abajo, y en su cintura, una mano descansaba para brindarle protección y afecto. No puede evitar una sonrisa, así como tampoco puede pasar el contacto por alto y se aferra y apreta más contra el gran cuerpo desvestido de JongIn.
Pronto está hecho bolita con la mitad de su cuerpo echado encima del de su alfa, abrazándolo por el pecho y dejando castos besos adormilados sobre la piel sedosa y bronceada que tanto amaba admirar.
Entre sueños, JongIn sonrió y lo abrazó más fuerte, sus dedos se hundieron deliciosamente en su piel y su pierna subió hasta que, de forma inconsciente, su muslo estaba contra su intimidad. KyungSoo se mordió la esquina del labio inferior y alzó la cabeza para admirar a su compañero, absolutamente embelesado con su belleza masculina alejada de la consciencia.
El cabello sedoso de JongIn se hallaba más largo, mucho más, tanto que el flequillo tendía a cubrir sus ojos si no estaba engominado, también estaba desordenado, exponiendo así la amorosa y pasional actividad nocturna compartida hace tan sólo unas pocas horas. Los labios hinchados y rojos estaban entreabiertos, los ojos cerrados con tranquilidad y paz y las mejillas suavemente sonrojadas por el calor. Él era tan fascinante, tan precioso, que su corazón no podía evitar encontrarse afectado ante la dulce imagen de su alfa en reposo.
Su cuerpo se movió por impulso, borracho de la apariencia adorable y sexy de su pareja, y pronto se encontró besándolo suave y cariñosamente en los labios, importándole poco o nada el aliento mañanero o el ligero hilo de saliva seca en una esquina de la boca de JongIn. Habían pasado por tanto y había transcurrido tanto tiempo desde que estaban juntos, que esas pequeñeces no evitarían darle un beso o disfrutar de su hombre. Muy lejos habían dejado las inhibiciones y vergüenzas, sepultadas bajo fuertes muros de confianza que se tomaban la tarea de fortalecer con cada nuevo día. JongIn se encargaba de ello, él era su maestro y KyungSoo su gustoso aprendiz.
Los labios del menor se hallaban secos, pero bajo su toque, fueron un oasis en medio del desierto infernal. KyungSoo exhaló por la nariz y sus dedos acariciaron delicadamente el pectoral de JongIn, sintiendo su corazón agitado dando tumbos contra sus costillas y a su omega liderando sus instintos y deseos; pronto tuvo una mano en la mejilla y un el par de labios bajo su boca moviéndose dulcemente contra los suyos, un toque gentil, cariñoso y perezoso que no podía ser nada más que perfecto.
JongIn dejó ir su boca con un chasquido húmedo y pronto se dedicó a acariciar sus narices juntas con una sonrisa adormilada que KyungSoo admiró con fascinación.
—Buenos días —la alianza fría contra su mejilla ayudó a aliviar el calor de sus pómulos cuando la voz grave y sedosa de JongIn salió para acariciarle los oídos. KyungSoo desenredó sus piernas y pasó el muslo por encima de la cintura del menor, y de esta forma se hallaba acostado sobre su pecho, entre sus piernas, apoyado en sus duros pectorales con marcas rosadas y apasionadas sobre la piel y las manos de JongIn descansando en su espalda baja. No tardó en acercarse a su rostro de nuevo, friccionando sus cuerpos apretados, para besar una vez más su boca—.
JongIn lo recibió con un suspiro y un apretón en su agarre firme y posesivo. Prolongó el contacto labial cuando sus manos se colaron bajo la sábana escurrida y la apartaron de su cuerpo, lo tomó de la nuca cuando se hallaron desnudos una vez más y acarició sus nalgas exhaustivamente al encontrarlo inevitablemente entusiasmado con la idea de sexo perezoso y mañanero para comenzar el día.
A KyungSoo le encantaba hacer el amor con su pareja. Siempre estaban llenos de intensidad, de pasión, erotismo, cariño, afecto, adoración. Se unían íntimamente de forma complementaria, encajando a la perfección, disfrutaba de los asaltos rudos e impacientes y de aquellos tiernos y cuidadosos por igual. Hacer el amor en la mañana era más que agradable. Normalmente JongIn tendía a hacerlo lento, lo atendía como a un rey y le susurraba lindas palabras al oído con cada nueva arremetida. ¿Cómo no amanecer sonriente entonces? JongIn se llevaba todo el estrés que podía acumular y le daba paz y relajación con una íntima atención dedicada.
JongIn hizo presión sobre el cabello de su nuca y alejó su rostro de su boca con firmeza, sin perder la amabilidad ni lastimarlo. KyungSoo lo miró con los párpados ligeramente caídos y las mejillas sonrojadas, sintiendo endurecerse la intimidad de su compañero contra su abdomen de forma inevitable.
—¿Quieres llevar las riendas?
KyungSoo negó y se inclinó para buscar otro beso. JongIn no se lo impidió y correspondió con gusto.
—Hoy hazte cargo tú, amor.
—De acuerdo.
JongIn los giró en la cama de un rápido movimiento, provocando que su cuerpo rebotara sobre el cómodo colchón y que una risita se escapara de la boca de KyungSoo, y pronto estuvo entre sus piernas, muy sonriente y también muy amoroso, repartiendo besos sobre su abdomen, sus costados, sus costillas, pecho, pezones y cuello. KyungSoo cerró los ojos y disfrutó de sus atenciones, permitiendo que JongIn lo marcara cuando succionaba o mordía tentativamente su piel pálida, llenándola de color y del arte que era su amor.
Se estremeció bajo su cuerpo grande y musculoso cuando la boca cálida y suave del menor conectó cada uno de sus lunares -bastantes, si es honesto-; suspiró, entregado por completo a su compañero cuando la lengua caliente y húmeda de JongIn dibujó patrones abstractos sobre su cuerpo y apretó las piernas alrededor de las caderas de JongIn cuando éste se entretuvo en sus hinchados y duros pezones, listos para amamantar sobre los pectorales levemente hinchados por la leche ya almacenada en ellos.
—Me encantan tus pechos temporales —lo picó el menor con una sonrisa divertida, la boca contra su duro pezón brillante e hinchado, y KyungSoo le frunció el ceño y hundió los talones en su trasero a modo de regaño—.
—No son pechos, soy un hombre que está a punto de ser padre y necesita almacenar leche para amamantar a su bebé.
JongIn alzó una ceja y tomó en sus manos las protuberancias muy pequeñas en su torso. Sus pezones se dejaron ver con más intensidad, oscuros ante las atenciones del moreno, y las montañitas suaves y pálidas se reunieron para mostrarle la apariencia parecida a un par de pequeños pechos femeninos. KyungSoo se sonrojó cuando JongIn hundió el rostro en ellos y gimió cuando se frotó entre ambas protuberancias temporales y sensibles. Llevó una mano al cabello del menor y suspiró cuando este emergió de sus "pechos" con una sonrisa victoriosa.
—Siguen pareciendo pechos, pero no te preocupes, amor, los amo de igual manera porque forman parte de ti.
—A veces creo que los amas más de la cuenta. ¿Qué vas a hacer cuando ya no estén?
—Seguir adorando todo tu hermoso cuerpo, por supuesto. Con o sin pechos, eres el hombre más sexy y caliente que he visto en mi vida.
KyungSoo sonrió, sintiéndose avergonzado y con las mejillas ardiendo con bochorno y gratitud ante sus halagos. Chasqueó la lengua, sin perder la diversión del momento, y le acarició una mejilla con sus nudillos.
—Como si hubieras visto a otros hombres desnudos.
—¡Oye! He visto a todos los chicos de EXO desnudos por una u otra razón de supervivencia, así no puedes decir que no lo he hecho —se defendió mientras besaba amablemente sus delicados pectorales y lamía, gustoso y animado, sus pezones sensibilizados. KyungSoo volvió a cerrar los ojos y soltó un suspiro agradecido—. Hermoso —lo halagó JongIn un momento después y luego dejó ir sus pechos para pasar a su cintura, bajar por sus muslos y acunar sus glúteos en sus grandes manos—. Muy hermoso.
KyungSoo echó sus manos en su espalda y pronto estuvo asaltando su boca con lentitud y sensualidad, con sus lenguas reconociéndose de inmediato y sus manos jugueteando sobre los músculos flexionados de la espalda amplia del menor. KyungSoo le acarició los costados y se aferró a sus nalgas, sabiendo que a JongIn le gustaba que hiciera aquello, antes de apretarlos y volver a subir a sus omóplatos y hombros. JongIn se alejó con un chasquido y ladeó el rostro para hundirse en su cuello y probar la piel de la zona, atento, como el buen amante que era.
Hubo una nalgada en su glúteo izquierdo y KyungSoo saltó, sorprendido, para crear una fricción no intencional en sus intimidades más que erectas. Gimió y hundió los talones en la espalda baja del menor, sus caderas se alzaron y entonces obtuvo lo que estaba buscando. JongIn gruñó contra su oído, con su lóbulo atrapado entre sus dientes, y volvió a besarlo, fuerte, apasionado, consumido por el erotismo, la lujuria, el amor y la sensualidad del acto.
KyungSoo fue consciente del aumento del olor mezclado de la miel y bosque y el jazmín fresco, combinado magistralmente con el aroma de sus fluidos íntimos; también fue admirador en primera fila de la temperatura ascendente del cuerpo de JongIn, la ligerísima capa de sudor comenzando a cubrir su suave piel bronceada y el aumento de tamaño del pene de su alfa con cada nueva arremetida de su miembro apretado contra el suyo.
Las protuberancias en su envergadura venosa y pesada fueron un elixir de placer indudable para su propia carne íntima endurecida y húmeda, y el hecho de que JongIn lo haya abrazado por la cintura para subir su cuerpo y apretarse muy juntos, muy fuerte, todo duro e intenso, hacía el contacto aún mejor, más intenso, más satisfactorio.
Se estremeció cuando la lengua del alfa tanteó su marca de emparejamiento y los vellos de su cuerpo se erizaron por el contacto tan íntimo y amoroso en su cuello. KyungSoo jadeó en el oído de su hombre antes de imitar la acción, lamiendo, besando y mordiendo la zona prohibida para el contacto de alguien que no fuera él, arrastrando los mimos hacia su hombro, sus clavículas y sus brazos fuertes. JongIn gimió, bajo y ronco, y hundió sus caderas contra las suyas con fuerza. KyungSoo arqueó la espalda y sus piernas temblaron.
—¿Así? ¿Te gusta así, bebé? —grave, la voz de JongIn le provocó un espasmo eléctrico que viajó por todo su cuerpo hasta asentarse en sus testículos inflados y pesados. Su pene dio una sacudida, palpitante, mojado y caliente, y sus uñas se hundieron en los omóplatos de su amor, intenso y entregado por completo a él—
—Sí... me gusta así... me encanta.
JongIn continuó con más ímpetu sus fricciones, de arriba hacia abajo, en círculos perfectos que le arrebataron el aliento, lento y duro, apretado, intenso. KyungSoo estaba delirante de placer, su pene duro como roca contra el miembro grande de su amor, llenándose y marcándose con venas hinchadas y jugosas, sus testículos colgando, pesados, arrastrándose contra los de JongIn, las manos abarcando su piel, pellizcándola, sosteniéndolo, hundiéndose en él, marcándolo, enloqueciéndolo. La lengua imparable humectando su cuerpo caliente y tembloroso, el aliento cálido chocando contra su cuello abusado, los graves gemidos en su oído. Era enloquecedor, era dulce pasión encantadora que lo deleitaba.
—Me encanta como hueles a mí —admitió JongIn entre embestidas sinuosas y contactos íntimos—. Me encanta la forma en la que tu pene moja el mío, como estás tan húmedo para mí, como tu piel se siente tan caliente bajo la mía. Me encanta sentirte, me encanta mirarte y tocarte... mi amor... eres tan fascinante y exquisito. Quiero tenerte así por siempre.
KyungSoo lo tomó de las mejillas y buscó su mirada, encontrándola no mucho después para luego sumirse en un fogoso e intenso beso que le arrancó el alma del cuerpo, que lo hizo flotar y sumirse en un deleite pesado, en una bruma de placer interminable que lo envolvía y no lo dejaba escapar nunca.
JongIn lo agarró con firmeza y los alzó entonces, sin romper el contacto de sus bocas, y lo sentó sobre sus muslos duros. Rápidamente, KyungSoo envolvió sus piernas en sus caderas estrechas y se abrazó a él sin reparos, aprovechando la nueva cercanía con aquella posición más íntima, más amorosa, alcanzando a acariciar gran parte de su espalda fuerte, sus costillas y sus pezones. JongIn lo tomó de la nuca, tomando el control y dominio del beso, y KyungSoo succionó su lengua al tiempo que lo abrazaba por el cuello y ponía en contacto sus torsos, con sus sensibles pechos contra los duros pectorales entrenados de su alfa.
Echó su cabeza atrás y la curva de su cuello fue expuesta para el menor, que no tardó en besarla y lamerla como si la vida dependiera de ello, llegando a sus clavículas y subiendo nuevamente para mordisquear amorosamente su barbilla y besar la línea de su mandíbula. KyungSoo apretó sus piernas a su alrededor y gimió más fuertemente, volviendo a llevar su rostro a su posición inicial para mirar a su alfa directamente a los ojos.
—Entra en mí, amor. Te necesito tanto... quiero sentirte, por favor.
Como respuesta, JongIn lo besó de nuevo y lo alzó por un segundo. KyungSoo lo abrazó con fuerza y jadeó en su boca cuando el duro glande con fugas del menor entró en contacto con su entrada chorreante de líquido, palpitante y ansiosa. JongIn abrió sus glúteos y, aprovechando el estiramiento de la noche anterior, se hundió en él lentamente, constante, cuidadoso. KyungSoo se alejó de su boca para gemir a gusto, sintiendo como el aire se escapaba de sus pulmones y la lengua del alfa se prendaba de su lóbulo. Se sujetó fuertemente de los hombros de JongIn, su espalda se arqueó perfecta y atractivamente y mordió el labio de su amor con fuerza cuando este se hubo clavado por completo en su interior.
JongIn gimió, más excitado que adolorido por el ataque de sus dientes, y permaneció amablemente quieto en su interior, dándole un momento para recuperar el oxígeno perdido por la penetración. Pronto KyungSoo movió sus caderas y, mirándolo a los ojos, le pidió que se moviera. JongIn obedeció, lo abrazó por la cintura, encontró sus labios y comenzó a moverse placenteramente para él, entrando y saliendo, embistiendo con deliciosa lentitud, llenándolo por completo de él, de su carne, con sus paredes internas apretándose a su alrededor.
La cama comenzó a moverse bajo ellos, los vellos púbicos de JongIn le hacían cosquillas al friccionarse contra su trasero en cada nuevo embate, las manos recorrieron las pieles sudorosas y sonrojadas, los labios se mantuvieron juntos, probándose, amándose, acariciándose con pericia mientras las lenguas se encontraban y reconocían una y otra vez.
Tan delicioso. KyungSoo se sentía en el cielo con las ricas sensaciones llenándolo, embriagándolo acaloradamente mientras su sexo hinchado y furioso se apretaba entre sus abdómenes y sus pezones eran atendidos por la boca incansable de JongIn.
Sus caderas se ondearon sobre las de JongIn, encontrándose en cada nuevo movimiento, profundizando la penetración, buscando su próstata, apretando de forma consciente el pene de su amor en su interior, disfrutando de las crestas acariciando sus paredes sedosas y calientes.
JongIn los acostó de nuevo en la cama, se dejó caer sobre él y mantuvo sus manos sujetas a cada lado de su rostro, como cada vez que hacían el amor; KyungSoo no perdió el ritmo de sus movimientos, no dejó de apretar a JongIn, tampoco de besarlo, pero sí que gritó y se estremeció cuando la punta del pene de su alfa dio con su manojo de nervios internos y comenzó a abusar de él una y otra vez, lento, profundo, enloquecedor. Apretó los párpados y mordió su labio; JongIn besó su hombro, mordió su pezón izquierdo, succionó sus pequeños pechos y la sensibilidad fue explosiva.
—¡Aah! ¡JongIn! —exclamó, entregado y lleno de sus caricias, de sus besos, de su pene entrando una y otra vez sin descanso en su interior, de su aroma, de todo—
—Te tengo, cariño, te tengo —un gruñido escapó de sus labios ante un nuevo espasmo de su parte y una presión más fuerte en su pene como consecuencia—.
Entonces hubo un aumento en su velocidad, los talones de KyungSoo se hundieron con más fuerza, los ojos de JongIn temblaron entre el café y el azul y su mano se dirigió a su cuello, apretando ligeramente, sin asfixiarlo, pero manteniendo un claro dominio en el agarre firme. KyungSoo creyó que podría enloquecer entonces ante los múltiples enfoques en él, en su próstata, en sus paredes internas, en su pene apretado contra sus vientres, en el roce constante a sus sensibles pezones, en la mirada enfebrecida de JongIn, los besos recurrente sobre su cuello, encima de su marca erógena de emparejamiento y el agarre sobre su cuello.
Soltó un sollozo, sobrepasado con tantas emociones, con tantas explosiones bombardeándolo de todas direcciones, y su cuerpo vibró por completo cuando una ráfaga de placer lo sacudió con fuerza, con los ojos apretados, bajaba por su columna y finalmente explotaba en una fuente de hilos blancos, cremosos y calientes que salpicaron todo a su paso. Tembló cuando la fuerza de su orgasmo lo enfrentó mientras gemía el nombre de su compañero, cuando dejó el plano terrenal y ascendió directamente al nirvana, inconsciente de lo que ocurría a su alrededor, ajeno a los gruñidos roncos y guturales de JongIn antes de que este estallara en su interior segundos después y se desplomara a su lado con la respiración hecha mierda.
Una mano fuerte de su alfa lo tomó y pronto estuvo bien abrazado contra su pecho sudado y agitado. KyungSoo se acomodó una vez más sobre su torso, echando una pierna encima de su cintura y abrazándolo por el pecho como lo hizo al despertar, y sonrió, agotado, cuando JongIn comenzó a besarle la frente y la coronilla.
—¿Estás bien? —preguntó por lo bajo y KyungSoo no tardó en asentir, entrando en la consciencia nuevamente—
—Excelente. Extraño tu nudo —comentó con un puchero que JongIn besó con una sonrisa y prolongó un poco el toque cuando hizo su cabeza hacia arriba para atrapar sus labios contra los suyos, rojos e hinchados—.
—Pronto vendrá tu celo. Podemos solucionarlo en un par de semanas más.
—Huum, supongo que podría esperar un poco.
—Claro que puedes, señor impaciente.
—Señor Kim me gusta más.
Ambos sonrieron tontamente, como el par de idiotas enamorados que eran, y se fundieron en un abrazo y un beso renovador, cariñoso y afectivo en exceso. JongIn se alejó luego de un chasquido de labios y le besó la frente amorosamente.
—Te amo, pequeño.
—También yo, grandote. Mucho. Muchísimo.
—Lo sé —susurró JongIn con una amable sonrisa, sin dejar de mirarlo a los ojos, los suyos tan brillantes y expresivos que podría hundirse en ellos incansablemente, por toda la eternidad—.
Embobado, estaba a punto de hacer un comentario excesivamente cursi, sin embargo, el gruñido de su estómago hambriento cayó cualquier intento de parloteo de inmediato. JongIn rió con buen humor y dejó una nalgada indolora sobre su trasero.
—Creo que es hora de comer realmente ahora. Iré a hacer el desayuno mientras tú te das una ducha, ¿de acuerdo? —tontamente KyungSoo asintió y dejó que el menor se reincorporara; sin embargo, antes de que se fuera por completo, se levantó del colchón y saltó en su dirección—
JongIn lo atrapó gracias a sus buenos reflejos y lo abrazó por la cintura para mantenerlo seguro en su lugar. KyungSoo se sujetó a su cuello y se inclinó para besarlo una vez más, apretado contra él, en contacto con su cuerpo, con su alma y su corazón. JongIn suspiró y correspondió de inmediato.
—Te adoro —dijo KyungSoo sin aliento luego de alejarse una vez más y JongIn sonrió, mirándolo a los ojos y acariciando sus narices con amor y mimo—.
—Te adoro también, Soo.
ೃ࿔๑ . ⸙. ͎۪۫ ೃ࿔๑ . ⸙. ͎۪۫ ೃ࿔๑ . ⸙. ͎۪۫ ೃ࿔๑ . ⸙. ͎۪۫
KyungSoo se encontraba lavando los trastes sucios ese viernes por la tarde con excesiva tranquilidad. Del reproductor salía una melodía tranquilizante que, junto al cantar de las aves fuera de la casa, armonizaban su estado de ánimo.
BaekHyun había llamado hace un par de horas echándole el drama del siglo porque, según sus propias palabras exageradas, se había dejado vencer por su maldito instinto y ahora era un hombre joven enlazado con un acosador demasiado gigante e idiota que no lo dejaba en paz. KyungSoo sólo había reído de forma paternal y había dicho que era algo inevitable, pues ambos eran una pareja destinada y tarde o temprano aquello ocurriría. Ahora su amigo estaba envuelto en una semana y un poco más de mucho afecto, sexo y atenciones amorosas. KyungSoo esperaba que los dioses bendijeran a su amigo con un huevo, pues había notado el anhelo en su mirada cada vez que lo visitaba y veía a su futura cría bien envuelta y calentita dentro de la incubadora, mientras KyungSoo hacía limpieza.
BaekHyun merecía ser feliz, y esperaba que con ChanYeol a su lado lo fuera para siempre.
JongIn se encontraba en ese momento en Tōtem. Los entrenamientos de EXO se habían reanudado hace un tiempo y todos los alfas que lo componían debían reincorporarse a sus actividades acostumbradas. KyungSoo aún recuerda con una sonrisa el ofrecimiento de Kris para que él fuera parte del equipo luego de evaluar sus habilidades en el campo de batalla, hace algunos meses atrás, para ser rechazado por el pequeño. Si bien aquello llevaría gran renombre a su apellido y lo llenaría de orgullo y honor, KyungSoo no pensaba renunciar a su puesto de maestro en la escuela. Jamás podría dejar a sus pequeños por revolcarse en la tierra todos los días con Kris, en eternas peleas que lo estresarían tarde o temprano, así que amablemente declinó la oferta y aseguró su lugar como docente con YiXing, cuyo puesto ocuparía cuando tuviera a su bebé.
JongIn se había mostrado contento con su decisión, consciente de su amor por su profesión y por los niños, y como recompensa lo había mimado toda una noche, dándole muchos besos en el rostro, un masaje en los hombros y susurrando palabras dulces en su oído.
Su alfa, por otro lado, debía seguir cumpliendo con su deber, por lo que no había nada que hacer más que dejarlo ir a entrenar, aunque quisiera que estuviera a su lado todo el día hasta que su huevo rompiera. Afortunadamente, Kris había permitido que acabara su turno a las tres de la tarde para no descuidar su papel como alfa de familia y brindarle el apoyo que KyungSoo necesitaba, cosa que había ordenado explícitamente ZiTao mientras cargaba a su pequeño bebé en brazos. Por supuesto, la inflexión tuvo que extenderse a JongDae y SeHun, que también tenían un par de huevos que cuidar.
KyungSoo no se había sentido solo, sin embargo, porque sus padres, suegra, cuñada e InSung se dejaban caer de vez en cuando en su casa para hacerle compañía, hablar o entretenerse con el futuro miembro de la familia Do-Kim, dándole todo el amor y cariño que podrían ofrecer.
KyungSoo no podía quejarse; habían sido buenos días donde disfrutaba de sus amigos y su familia, donde podía sentirse pleno, feliz y satisfecho con todo lo que tenía en su vida más brillante que nunca.
Terminó de secar los platos húmedos y recién lavados y luego los colocó todos en su lugar. Secó también sus manos mojadas, se deshizo del delantal y luego de colgarlo donde correspondían, se acercó a su huevo, dejando la comida ya lista para cuando JongIn volviera a casa. El huevo mediano y verdoso, fuerte, sano y duro, se encontraba tranquilamente en su almohadita dentro de la incubadora, tan hermoso y perfecto que KyungSoo no podía reprimir una sonrisa amorosa en su dirección.
Cuidadosamente lo sacó de su lugar calentito y lo colocó sobre su abdomen cuando se encontró bien acomodado en el sofá. Acarició las escamas casi impenetrables con la punta de sus dedos, de arriba hacia abajo sobre la superficie ovalada, recordando claramente la sensación y el sentimiento experimentado al llevarlo en su interior; su omega chilló, feliz, excediendo amor por aquel pequeño o pequeña que aún no nacía.
—Hey, bebé, ¿todo está bien allá adentro? ¿Cuánto tiempo más vas a dejarnos sin verte? Ya quiero tenerte en mis brazos, besarte y mimarte. Papá también está ansioso porque llegues ya, ¡y qué decir de tu abuelo Do! Ese hombre no me deja dormir, siempre preguntando por ti. ¿Estás bien? ¿Estás sano? ¿No quieres vernos aún? Parece que te gusta el misterio, ¿hum? Te estoy anhelando muchísimo estos días, cariño, también te estoy amando mucho, ¿lo sabes, verdad? Te amo muchísimo, pequeñito.
Su bestia volvió a chillar, una vez, dos veces y una vez más, en alerta y atención, y KyungSoo frunció el ceño y se incorporó un poco para mirar con atención a su huevo, su corazón latiendo rápidamente contra sus costillas.
—¿Bebé?
Entonces sintió un movimiento firme y contundente proviniendo del interior del huevo y su corazón dio un vuelco durísimo dentro de su pecho como respuesta. Sus ojos se ampliaron con sorpresa y esperó por un momento, sintiendo como el aire quedaba atascado en su garganta. Hubo un nuevo golpecito y KyungSoo se encontró enviando mensajes continuos a través de su conexión con JongIn desesperadamente.
Su compañero apareció tres segundos después con la respiración agitada, el cuerpo bañado en sudor, sucio y con una expresión preocupada, y no tardó en correr hacia él, desesperado y ansioso por checar su estado.
—¡Pequeño! ¿Estás bien, mi amor? ¿Sucede algo?
—Va a nacer, Jong, ya está moviéndose —contestó, absorto en la superficie verdosa del huevo en sus piernas, y JongIn amplió su mirada, sorprendido y con el aliento siendo arrebatado por la dichosa noticia—
—¿Qué? ¿Es en serio?
KyungSoo ni siquiera se molestó porque JongIn se sentó todo sucio y sudoroso en su sofá limpio, ni mucho menos que lo envolviera en un medio abrazo cálido después de haberse bañado hace poco, todo lo contrario, se sintió protegido y apoyado al tenerlo ahí, tan cerca, aguardando por la llegada de su cría con ansias y emoción mal reprimidas. Se inclinó hacia su pecho, buscando su calor y su aroma para tratar de calmar a su corazón y a su omega ansioso, y juntos, con el corazón en la garganta, fueron testigos de cómo la cáscara dura del huevo comenzaba a agrietarse, poco a poco, sin detenerse.
KyungSoo sintió sus ojos calentándose ante la presencia de un par de lágrimas que consiguió reprimir y aceptó con una sonrisa los besos esparcidos en su sien y coronilla, tan amorosos y gentiles como el propio JongIn lo era.
Apretó sus labios cuando la punta del huevo estuvo casi fuera y JongIn se atrevió a ayudar a su pequeño, acercando una mano para despegar el borde faltante. Dejó el trozo a un lado y juntos fueron desarmando el huevo lentamente, con cuidado, con un par de grandes sonrisas en los labios y unas cuantas lágrimas resbalándose aquí y allá. Finalmente el caparazón fue deshecho y ahí, en las piernas de KyungSoo, estaba su bebé aguardando por ellos.
KyungSoo no reprimió un sollozo al verlo, tan hermoso, tan perfecto, con su piel rojita y suave llena de unas cuantas escamas que desaparecían en un par de días, con una pelusa de cabello sobre la cabeza y rasgos dulces que lo enamoraron en un segundo. La boquita rosadita y delgada estaba fruncida en un pronunciado puchero adorable y los ojitos estaban entrecerrados, demostrando un par de cuencas azuladas heredadas de ambos padres. No tenía cejas pronunciadas, de hecho, tenía muy poco cabello, su piel era muy suave al tacto y era portador de ese dulzón aroma a bebé del que ningún recién nacido se escapaba.
Sin duda, era la cosita más perfecta y preciosa que JongIn y él pudieron haber creado.
Siguiendo el ritual de reconocimiento, y siendo guiado por su instinto, KyungSoo lo llevó a su pecho para que lo oliera, se familiarizara con él, lo sintiera y lo observara. El lazo comenzó a crearse cuando JongIn colocó una de sus manos en la espalda desnuda de su cría, abarcándolo casi por completo debido a su pequeño tamaño, y los ojos del pequeñito se posaron en él. Ahí estaban, una pequeña familia formándose entre lágrimas y sonrisas, unidos, juntos, llenos de amor que no iban a reprimir jamás.
KyungSoo miró a su compañero con lágrimas rodando libremente en sus mejillas sonrojadas y JongIn rió, hechizado por el momento, agradecido con su omega, orgulloso al tener a su bebé por fin ahí, con ellos, reconociéndolos y uniéndose a ambos sin problemas. No besarlo fue imposible. JongIn estaba desbordando gratitud y afecto en ese momento y sus labios colisionaron tiernamente sobre los de KyungSoo para transmitirle todo aquello que llenaba su corazón.
El mayor lo recibió de inmediato, con una que otra lágrima volviendo salada la íntima unión y los prontos sollozos de su hijo sonando adorablemente en sus oídos, antes de separarse para que KyungSoo pudiera alimentar al nuevo miembro de la familia, con el enlace completo e ininterrumpido ya establecido.
KyungSoo expuso su pecho para el pequeño y este no tardó en buscar su pezón, cerró su pequeña boquita a su alrededor y pronto se encontró chupando de él para extraer la leche que lo alimentaría durante meses enteros. El tirón fue doloroso, aunque soportable, y KyungSoo miró a su cría con adoración absoluta mientras le acariciaba la suave mejilla gordita y lo fundía con su calor natural.
—Es verdaderamente hermoso. Tan bonito y pequeño. Oh, KyungSoo, estoy tan enamorado de él. Hiciste un buen trabajo, mi amor, muchas gracias por cuidarlo y traerlo al mundo —susurró JongIn en su oído, sin dejar de mirar la dulce escena, atento a su hijo, cautivado por su esposo, siendo un alfa verdaderamente completo, con una familia perfecta que él protegería de todo y todos—. Gracias por darme este regalo tan precioso, mi amor.
—Gracias a ti también, JongIn, jamás lo hubiera logrado sin ti. Esto... tú, nuestro hijo, nuestro hogar, una familia, no lo hubiera conseguido sin ti. Gracias, gracias, gracias.
En ese punto KyungSoo verdaderamente estaba llorando, sobrepasado por sus emociones desbordantes, y JongIn juntó sus frentes con los ojos cerrados y lo besó una vez más en la boca, suave, atento, acariciando dulcemente sus labios temblorosos llenos del sabor salado de las lágrimas, pero siendo invadidos por la dulzura del momento. KyungSoo agradeció la caricia en su mejilla y la extracción de la humedad sobre la misma, también las caricias en su cabello y su cuello. Fue un momento perfecto, estaban en su burbuja impenetrable donde nada más que ellos importaba.
Un pico tras otro pico y otro más fue dejado en su boca, insistente, afectuoso e íntimo, hasta que JongIn le hubo arrancado una sonrisa y una risa baja posterior. Sus narices se encontraron en algún punto para acariciarse mutuamente, tan amorosos como podrían serlo, antes de desviar la atención hacia el producto de la unión más pura de amor entre dos personas. El pequeño dormía tranquilamente, con una mano empuñada apoyada en el pecho caliente de KyungSoo, ajeno al mágico momento experimentado por sus padres. JongIn le acarició la cabecita delicada y pequeñita con cuidado y delicadeza y dejó un pequeño besito sobre su manita. El bebé suspiró y los adultos sonrieron como acto reflejo.
—Es realmente precioso... ¿cómo lo llamaremos? —preguntó suavemente, volviendo a abrazar cuidadosamente al hombre más pequeño, y KyungSoo pensó por un momento hasta que una sonrisa llenó sus labios y sus ojos se enfocaron en su pareja—
—¿Qué te parece InSoo? Es una mezcla de nuestros nombres, así como nuestro hijo es una parte de ambos.
JongIn sonrió al escucharlo y asintió, posando su cabeza sobre la de KyungSoo, con su mano alrededor de los delgados hombros de su esposo acariciando delicadamente su brazo.
—Es perfecto... más que perfecto, cielo. Bienvenido a casa, pequeño InSoo.
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