Capítulo VII
KyungSoo se removió en la cama, acomodándose y haciéndose un pequeño bollo oculto entre sábanas frías, preparándose para caer nuevamente en su profundo y relajante sueño, cuando un cosquilleo agradable y un calor especial colocado en el centro de su espalda lo hizo fruncir los labios con confusión y entreabrir los ojos, extrañado y descolocado en extremo porque no era natural ni normal sentir algo así con apenas despertar.
Fue entonces cuando dio de lleno con el pecho de JongIn bajo su cara y fue consciente del brazo rodeándolo, la mano conocida acariciando su cabello y la respiración suave chocando contra su cuello; las mejillas se inundaron con color, su corazón se aceleró contra su caja torácica y su dragón casi ronroneó debido al placer incontrolable que sentía al despertar junto a JongIn, a quien consideraba ahora su pareja (a pesar de no haber una marca que lo distinguiera como tal). Reprimió una sonrisa mordiendo su labio inferior al recordar todo lo ocurrido la noche anterior, desde la confesión de JongIn hasta las risas, la cena y la invitación a dormir juntos. Había sido bueno, realmente bueno compartir cama con JongIn, dormir abrazado a su cuerpo y apoyado sobre su pecho cálido y protector, era una de esas cosas que se gozaban y encantaban todos los días, de las cuales no te cansabas aunque quisieras y que morirías por repetir una y otra vez.
KyungSoo había podido cumplir una de sus más grandes fantasías, y no podía hacer más que sentirse feliz y emocionado por ello y por el panorama aparentemente prometedor que pintaba para ambos.
Suspiró y se acurrucó un poco más contra su cuerpo caliente, colocando una mano sobre su pecho, seguro y con las mejillas escarchadas en un tono dulce de rosa, y suspiró con calma, inundando sus fosas nasales con su aroma concentrado bajo su nariz. Las caricias en su espalda se reanudaron un segundo después y el otro brazo de JongIn lo rodeó por la cintura, ocultándolo entre sus fuertes y musculosos brazos, y en ese momento fue realmente consciente de lo pequeño que era comparado con el menor.
—Buenos días, Soo. ¿Has dormido bien? —preguntó JongIn con cariño y KyungSoo apretó los labios al sentir el aroma mentolado de su aliento contra su nariz—
Asintió con la cabeza, avergonzado porque sabía que su higiene bucal no era la mejor en ese momento y no quería hacerlo pasar un mal rato oliendo su aliento, y JongIn los rodó en la cama hasta estar cara a cara, reposando sobre sus laterales y enfocando su mirada completamente despierta sobre la suya aún adormilada. Su mano gigante se posó sobre su mejilla caliente y comenzó a pasearla por la superficie con delicadeza, sin dejar de sonreír, probablemente sintiéndose tan satisfecho como el mismo KyungSoo (o eso quería pensar). El mayor se hundió en su cuello descubierto gracias a la musculosa negra que tenía puesta y JongIn dejó un beso en su frente con suavidad.
—Gracias por dejar que me quedara. Por mucho ha sido la mejor noche que he tenido en mi vida —confesó con seguridad y KyungSoo sonrió y se abrazó un poco más a su pecho, aunque aún negándose a hablar. JongIn no tarda en notar esto, y por ello se aleja ligeramente y lo mira con una ceja arqueada, acercándose peligrosamente a su rostro con una mirada aguda en sus ojos oscuros y curiosos—.
Rápidamente KyungSoo lo detiene, colocando una de sus manos sobre su nariz y boca y abre muy grande los ojos, niega con fervor y se separa un poco antes de hablar, asegurándose de que su "hedor" pase desapercibido por su nariz sensible —estúpidos beneficios sobrenaturales—.
—¡Alto! No es momento para arrumacos demasiado cerca, ¡debo lavarme, así que espérame aquí por un momento! —exclamó y JongIn rió con diversión, pero de igual manera lo dejó en libertad y permitió que saltara fuera de la cama y corriera al baño para higienizarse—
—¡He sentido tu aliento mañanero antes, cuando éramos niños, KyungSoo! —gritó desde la habitación, luego de escuchar la puerta del baño cerrándose, y KyungSoo soltó una sonrisa con buen humor y contestó de la misma forma, más relajado por el conocimiento de que no iba a avergonzarse por las cosas más naturales del cuerpo y el organismo—
—¡Antes no habíamos formalizado una unión a futuro, JongIn!
Y el alfa dijo otra cosa para replicar, pero KyungSoo no fue capaz de escucharlo, así que procedió a lavarse los dientes, la cara y vaciar su vejiga llena, no en ese orden, precisamente. Se lavó las manos luego de esto último y salió del cuarto para encontrarse con JongIn en el marco de la puerta. Un jadeo y un chillido salieron de sus labios cuando el más alto lo tomó en el aire y lo llevó directamente al cuarto, sosteniéndolo por la parte posterior de las rodillas y la espalda y riendo entre dientes como un pequeño niño feliz cuando lo dejó caer nuevamente sobre la cama. Se acomodó a su lado de inmediato, los cubrió hasta la cabeza con la sábana que habían compartido toda la noche y lo abrazó con posesión y firmeza por la cintura, como si acabasen de despertar y trataran de ocultarse en su propio mundo perfecto bajo las mantas que censuraban el exterior.
Entonces, felizmente, KyungSoo se dejó acariciar y atender por las manos mimosas y tiernas de JongIn, permitió que sus frentes descansaran una contra la otra, que sus labios se rozaran mínimamente, entre sonrisas y caricias, y sus piernas se volvieran un lío muy junto, apretado y seguro. Estaban en su burbuja inquebrantable, con su dragón chillando y batiendo sus alas como muestra de aceptación y felicidad máximas y sus miradas conectadas con la más pura adoración.
Y es que se sentía bien dejar de lado el título que por tantos años portaron para referirse al contrario, que los etiquetaba como algo demasiado simple cuando en sus miradas decían más, cuando sus palabras significaban tanto y el instinto los dominaba y empujaban a ir más lejos, porque ellos naturalmente no eran lo que decían ser y sus bestias lo sabían. Era algo nuevo y liberador, como si hubiese encontrado la paz que necesitaba luego de haber aceptado a JongIn en ese momento de abrumadoras emociones que lo golpearon una sobre la otra, con la llegada de aquel beso inesperado, pero indudablemente anhelado desde hace más de cuarenta años.
KyungSoo aún tenía dudas, aún se sentía un poco insuficiente y sin gracia junto a JongIn como una posible pareja, pero JongIn era su mejor amigo, su confidente, y él conocía la manera más perfecta e indicada para hacerlo feliz, para hacerlo sentir seguro y en paz en medio de una tormenta abrasadora e imparable. JongIn era su cable a la tierra, quien lo había animado y nunca hizo a un lado por ser diferente, todo lo contrario; si se ponía a analizar el comportamiento del menor desde los inicios de su relación afectiva, puede notar destellos que iban más allá de un simple cariño de amigos.
JongIn siempre lo cuidó tanto, lo protegió y lo instó a seguir adelante y cumplir sus sueños... él era su todo y su nada, lo que siempre deseó y que ahora podía tener al alcance de sus manos. Todo parecía un sueño, uno muy hermoso y del cual no quería despertar.
KyungSoo iba a aprovechar cada segundo, cada momento, cada instante. No sabía si su corazón se rompería al final de todo aquello, pero valdría la pena intentarlo. JongIn lo valía absolutamente todo.
—Te quiero —susurró, sobrepasado por sus sentimientos y sus pensamientos alrededor de aquel maravilloso y fascinante hombre, y JongIn sostuvo el borde de su labio inferior con su pulgar, sonriendo y mostrándose complacido al escucharlo decir aquello de una forma tan natural y espontánea—.
—También te quiero, pequeño —correspondió sin dudarlo y KyungSoo mordió la esquina de su labio, llevando la atención del menor a estos—.
JongIn suspiró y abrió su mano para dejarla sobre su cuello, se inclinó un poco hacia él y KyungSoo se atrevió a eliminar el espacio que los separaba para fundir sus labios con los contrarios. Un gruñido abandonó la garganta de JongIn cuando sus bocas juntas comenzaron a moverse una contra la otra, aferrándose al calor y las suaves texturas de los labios esponjosos y carnosos que bailaban de forma experimental, con la menta en el paladar y en el aliento compartido entre exhalaciones fusionadas.
El apretón de las piernas envueltas entre las ajenas se intensificó y ambos se acercaron un poco más, curiosos de sentir la anatomía del contrario de esa manera, por primera vez, con los chasquidos placenteros de sus bocas retumbando en sus oídos y las manos acariciando la piel de los cuellos expulsando olor para la seducción de las bestias ansiosas.
KyungSoo se sintió sonrojar cuando la lengua de JongIn paseó tentativamente sobre sus labios, buscando la aprobación para una exploración más a fondo en su cavidad bucal y se separó por un momento para tomar aire y mirarlo a los ojos, acariciándole la mejilla con nerviosismo y bochorno.
—¿Pasa algo? ¿No te gustó? —preguntó JongIn con curiosidad, sin sentirse dolido por su repentina separación y KyungSoo negó de inmediato y volvió a acercarse a su rostro atractivo. Besó sus labios con un ligero toque y luego dejó que su cabeza descansara sobre su almohada mullida y llena del olor del más alto, lo que, de cierta forma, le dio algo de paz—
—No es eso, es sólo que yo... yo no sé hacerlo, no sé cómo besar así, de esa forma.
Y, oh, ancestros, estaba tan avergonzado en ese momento. Cincuenta y ocho años y no sabía cómo dar un beso con lengua, ¿se podía ser más patético y torpe en la vida?
JongIn, sin embargo, no se rió ni dijo algo desagradable al respecto —lo cual dudaba que hiciera, porque recordemos que el chico era perfecto y ampliamente amable—, simplemente repartió mimos dulces sobre su mejilla con ayuda del pulgar y le dio una sonrisa calmada, de esas que le serenaban el alma y le recordaban que todo estaba bien siempre y cuando JongIn estuviera a su lado. Entonces su rostro volvió a acercarse hasta que sus labios estuvieron a milímetros escasos de separación, y susurró contra su boca, bajo y amable.
—No tienes que preocuparte por nada, Soo, sólo relájate y déjate llevar. De igual manera, no soy mucho más experto que tú —su confesión trajo mucho más calor a sus pómulos ya sonrojados y su mirada reflejada en los ojos de JongIn se mostró brillante, incrédula y anonadada, y es que ¿cómo era posible? Sin duda alguna, JongIn y su corazón eran algo fuera de este mundo. JongIn besó la punta de su nariz por un segundo y luego volvió a murmurar, rozando su boca con cada nueva gesticulación y enloqueciéndolo en el camino—. Dejemos que los dragones se encarguen de todo, ¿te parece bien?
La bestia en su interior rugió y chilló, sacudiéndose para que le permitiera dirigir lo que el "tonto humano" no podía y KyungSoo simplemente asintió y lo dejó tomar el control. Sus írises y las de JongIn cambiaron a distintos tonos de azules y sus rasgos se embellecieron de forma etérea con el mandato de sus naturalezas ocultas. Los rasgos faciales se endurecieron y endulzaron respectivamente, la mandíbula de JongIn se mostró aún más definida, su nariz un poco más recta, sus labios colorados y ligeramente hinchados y su cabello alborotado y castaño fue la imagen más impactante y fascinante que había recibido ese día. Era hermoso, tan hermoso que lo enceguecía y encantaba con la más mínima de las acciones.
La separación se acabó una vez más y los labios se reencontraron, más ansiosos, exigentes y voraces que las veces anteriores. Belfos estrellándose con anhelo en su más pura y concentrada presentación, las manos se aferraron a las cinturas y los cuellos con necesidad enfermiza, y los gruñidos y chasquidos húmedos los incentivaron a continuar con aquel enfrentamiento bestial lleno de instinto primitivo y básico.
JongIn introdujo su lengua en su boca, sin interrupciones esta vez, y KyungSoo se aferró a su cabello, lo sujetó con fuerza y siguió el ritmo sensual y sugerente del menor, del alfa dragón que lo guiaba de la forma correcta, que le enseñaba a través de suspiros y gruñidos qué estaba bien y dónde debía intentarlo mejor. Fue bueno, húmedo y ruidoso, fue majestuoso y sublime, caluroso y significativo. Estaban ahí, en su estado más puro, entre lo salvaje y lo humano, demostrando por fin aquel deseo reprimido durante tantos años por un par de humanos estúpidos y lentos que no entendían de la simpleza de los planes del destino, que preferían complicarlo todo antes de dejarse llevar de una buena vez por lo que dictaban sus bestias sabias e intuitivas, domando y siendo domado de una forma dulcemente avasalladora y primitiva, tan adecuada y agradable que desearía tener por toda la eternidad.
KyungSoo descubrió entonces lo que significaba el sentido de pertenencia y entrega absolutos.
Le pertenecía enteramente a JongIn, y JongIn era suyo por siempre, su dragón alfa se lo había demostrado y su omega lo había aceptado de buenas a primeras. Todo estaba bien, todo encajaba.
Era correcto.
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—Hola mamá, ¿cómo han estado?
Movió los vegetales que comenzaban a dorarse en la sartén junto a la carne y apretó un poco más el teléfono contra su hombro para que este no cayera mientras ocupaba sus manos en el mango del sartén y la cuchara de madera.
—¡KyungSoo! ¡por fin llamas, niño! Habíamos comenzado a pensar que te habían secuestrado o algo por el estilo —KyungSoo sonrió al escucharla, acostumbrado a su exageración, y soltó la cuchara para sostener el teléfono contra su oreja mientras la comida terminaba de cocerse—.
—Vamos mamá, te llamé hace tres días, no me iba a pasar nada en ese tiempo, además, he visto a papá y él sabe que estoy bien.
—Aún así, crío, nunca se sabe. ¿Tú cómo estás? ¿qué tal la escuela? —KyungSoo sonrió y apagó la hornilla que estaba ocupada por la arrocera, luego volvió a checar la carne y al ver que le faltaba un poco decidió apoyarse en la encimera con aspecto distraído—
—Bien, mamá, ya sabes cómo son los niños conmigo.
—Cierto, tienes madera para ser padre.
Las mejillas no tardaron en llenarse de color y una sonrisa involuntaria invadió su boca, olvidando por un momento que debía quejarse con su madre por haber dicho aquello. Y es que después de haber aceptado la propuesta de JongIn para cortejarlo adecuadamente, no le parecía tan descabellada la idea de tener una cría, mucho menos si era de JongIn también. En realidad, era algo que anhelaba sin reparos ni filtros que se encargaran de dejar a un lado su deseo antiguo: formar una familia con el amor de su vida.
Por supuesto, la falta de quejas llamó la atención de su madre, que no tardó en apuntar con una exclamación sorprendida y curiosa.
—¡Ajá! Estás muy callado respecto al tema. ¿Hay algo que no me has dicho, jovencito?
KyungSoo parpadeó dos veces y luego rió con suavidad; apagó la hornilla bajo la carne y tapó la sartén para que la comida conservara su calor, luego mordió la esquina de su labio inferior y comenzó a juguetear tontamente con la cadena del collar de reclamo de JongIn alrededor de su cuello. Ladeó el rostro y sin dejar ir su sonrojo o la emoción que hervía en su pecho, le contestó en un susurro avergonzado:
—Bueno... puede que hayan pasado un par de cosas en los últimos días...
—¡Lo sabía! ¿Es ese chico, JongIn, el niño guapo de los Kim, verdad? ¡Sabía que algo se traían entre ustedes! Es que la mirada de una madre nunca falla. ¡Donde pongo la sospecha, doy al tiro!
KyungSoo rió un poco y comenzó a mover sus piecitos de lado a lado, un poco azorado pero indudablemente feliz.
—No creo que el dicho sea así, mamá, y sí, se trata de JongIn. Digamos que existe la posibilidad de que estemos en medio de un floreciente cortejo.
—¡Oh! Eso definitivamente no es un floreciente cortejo, es algo que ya tiene mucho tiempo de haberse iniciado pero que hasta ahora se toman la molestia de formalizar. ¿Creen que no nos dimos cuenta? Están en esto desde que eran unas crías, siempre mirándose, tocándose y siendo amorosos el uno con el otro. Cuando cumpliste dieciséis y te transformaste, comprobamos que eran parejas destinadas al ver la mirada repleta de adoración que JongIn te dedicó al ver a tu dragón, la protección intensiva que desplegó hacia ti y esa manera tan cariñosa y especial de tratarte a pesar de ser menor. En ese momento tu padre y yo supimos que era tu alfa.
Escuchó con atención cada una de sus palabras, borrando un poco su sonrisa para dedicarse a oírla plenamente, usando todos sus sentidos porque era algo que necesitaba experimentar para poder liberarse completamente y continuar sin arruinar las cosas en el camino. Juntó sus piernas y se lamió los labios antes de llevar una mano a su cuello y que su madre retomara la palabra.
—HyeJin también lo sabía, por supuesto, JongIn no era para nada disimulado contigo y fue feliz al saber que su hijo había conocido a su pareja impuesta por el destino siendo tan joven, ver su instinto a flor de piel, todo siendo hermoso —hizo una ligera pausa durante un par de segundos, donde se escuchó la tetera chillando de fondo, y luego continuó—, sin embargo, ambos sabíamos que eran demasiado jóvenes para unirse. JongIn se había transformado y sus instintos los dominarían al punto de que sus acciones serían nada más que primitivas y llevadas a cabo por sus dragones. Se unirían, formarían una familia y luego no tendrían tiempo real para surgir y ser "alguien" en el Clan. Tuvieron que irse para que esto no ocurriera, porque los dos tenían que seguir estudiando, debían esperar, aún eran un par de niños y no era justo para ninguno de los dos cambiar sus futuros. Fue una buena decisión al final, tú te convertiste en un maestro increíble y JongIn en un miembro valioso para EXO, ambos son maduros, tienen estabilidad y están en la edad correcta y con el dinero necesario para acoplarse y tener crías si así lo desean... ¡querido, el té ya está listo, baja!
Saber todo esto lo había dejado verdaderamente avergonzado. Todos sabían que esto pasaría tarde o temprano, que JongIn y él estaban destinados, y a pesar de eso él se había empecinado en no unirse, luchar contra sus instintos —que siempre eran tan sabios respecto a estos temas, joder—, ignorando los anhelos y mandatos de su dragón conocedor y creer que JongIn siendo más que un amigo era un pensamiento erróneo y prohibido, que sus sentimientos jamás podrían ser dichos mental o verbalmente porque sería una violación a lo natural. Se había vuelto un mezquino, todo un necio sin remedio que había complicado las cosas y se había aferrado a una idea equivocada simplemente por no seguir su corazón y sus corazonadas constantes.
Había sido un verdadero idiota por no querer ver lo más obvio, por aferrarse a su tonto ideal de que no era digno y era menos que menos, que no merecía a JongIn cuando el mismísimo destino así lo había querido y él no era absolutamente nadie para contradecirlo o cambiar sus planes perfectos.
¿Cuánto tiempo más hubiera durado está situación por culpa de su necedad? Haciendo esperar a JongIn, provocándole dolor por no querer darse cuenta del lazo precioso que los unía íntimamente, postergando algo que había deseado desde que era una cría... era un verdadero estúpido.
—¿Hola? ¿Cariño, sigues ahí...? "¿Es KyungSoo?" Sí, me acaba de decir que por fin JongInnie y él han formalizado su cortejo. ¿Te imaginas cómo se vería con su collar de pertenencia, mostrándose orgulloso, todo sonrojado y feliz?
Se espabiló al escuchar a sus padres hablando de él como un par de adolescentes en medio de un chisme caliente y la sonrisa anterior volvió a sus labios mientras negaba con la cabeza. Ellos eran los únicos que podían volver a hacerlo feliz sin siquiera esforzarse. Sus padres eran como un par de niños enamorados y entusiasmados por cualquier cosa, y ser envuelto por sus buenas vibras y buen humor eternos no era algo realmente difícil. Ambos eran agradables y amables, infinitamente abnegados a su familia, por eso KyungSoo los amaba tanto, le ayudaban a abrir los ojos cuando era necesario y lo hacían sentir bien luego de sus pensamientos tormentosos y llenos de culpa. Eran los mejores.
—Oigan, aún los puedo oír, ¿saben? Tengo un excelente sentido del oído.
—Ah, es cierto. Estos dones que nuestra naturaleza nos da, cuanta suerte tienen los humanos de ser tan siemples... "De igual forma, hijo —agregó su padre con tono suave, aunque sin perder su alegría debido a las nuevas noticias—, ambos estamos muy felices por tu cortejo. Sabemos que JongIn es un buen muchacho, va a cuidarte y será un buen compañero para ti, además de un gran padre (sí, lo hemos visto un par de veces con RaeOn), por lo que no podemos estar más que satisfechos con tu elección. Esperamos que de aquí en adelante todo sea felicidad y buenas cosas para los dos; los amamos, te amamos, y queremos lo mejor para ti, y ambos sabemos que con JongIn lo tendrás, cariño."
Fue inevitable que sus ojos se llenaran de lágrimas emocionadas y llenas de paz ante las palabras conmovedoras y sinceras de su padre; saberse apoyado y liberado de aquella carga que lo mantenía acojonado y triste durante tanto tiempo era lo más liberador y satisfactorio que había experimentado desde la llegada de JongIn. Al fin se sentía libre, pleno, completamente feliz, un alma nueva y renovada que buscaba a su complemento y que ahora, al hallarlo, no quería hacer otra cosa que unirse a él y no dejarlo ir nunca.
Secó un delgado hilo húmedo que escapó de la esquina de su ojo derecho y sorbió por la nariz antes de soltar una pequeña risita feliz y complacida, después mordió su labio inferior y pasó una mano por su cabello antes de contestar con gratitud, sinceridad y liviandad.
—Muchas gracias, a ambos, por sus palabras y su aceptación. En serio son los mejores del mundo. Los amo infinitamente.
Su madre rió dulcemente desde la otra línea y KyungSoo pudo visualizar sin ningún tipo de problemas la sonrisa idéntica a la suya, los ojos luminosos y las mejillas arreboladas. Su madre brillando al completo por haber encontrado su razón de vivir, por convertirse en un adulto en toda la palabra, por abrir los ojos. Fue algo fascinante.
—No tienes que agradecernos nada, cielo, son los designios del destino y es tu felicidad, nuestro deber es apoyarte y darte todo lo que mereces después de haber pasado por tanto en estos últimos años. Está bien... sin embargo, no estoy dispuesta a aceptar un fin de semana más sin tenerlos a ambos aquí para cenar, así que dile a JongIn que aparte el viernes en la noche y vienen los dos a vernos, ¿de acuerdo? Les prepararé la receta de carne que acabo de aprender a hacer... "No van a arrepentirse, es divina"... Como todo lo que hago, por supuesto... "Cielo, no frente a KyungSoo"...
KyungSoo rió y retiró el resto de lágrimas de sus ojos con diversión, ignorando las palabras con doble sentido de parte de su madre y la vergüenza de su padre por verse expuesto en sus intimidades y cosas de pareja que KyungSoo no debería saber, pero que tampoco le incomodaba escuchar, de igual manera, esas cosas eran algo natural en todo ser viviente, ¿qué más daba si a su madre le gustaba azotar a su padre? Eran gustos suyos y, si había placer en medio, entonces estaba bien.
—Bueno, lamento interrumpir su conversación sobre juguetes sexuales y sabores de lubricantes, pero ya debo colgar. Voy a comer y no quiero que nada se enfríe.
—Ah, está bien, Soo, no te preocupes por eso, ve a alimentarte y a hacerte un chico fuerte... "¡Y no olvides traer a JongIn el viernes!"
—No lo haré, papá, los amo.
—También te amamos, hijo.
—Lo sé.
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—El llamado ha sido hecho. Los Clanes del Sur y del Oeste han aceptado ayudarnos con la condición de proveerles omegas. Para nadie es un secreto que están superpoblados de alfas y necesitan reproducirse o enloquecerán, sus bestias estarán en completo descontrol y eso los llevará a la destrucción inmediata. Creo que es un buen trato, nosotros nos quedamos con el territorio y les donamos una buena cantidad de chicos y chicas para que tengan sus huevos.
—Sin embargo, no creo que sea tan fácil hacer eso, líder —murmuró una voz desde el fondo de la habitación oscura y fría, en aquel ático abandonado lleno de creencias y supersticiones, y el más alto miró con atención a su subordinado, permitiéndole la palabra—. Quiero decir, hemos enviado a ese alfa descontrolado y poderoso que teníamos encerrado al Clan Diamond y éste fue derrotado por un simple omega, uno defectuoso, de hecho. ¿Que ocurriría si un alfa o un omega más fuerte lucharan? Sé que somos mayoría, pero ellos han estado entrenándose durante muchos años, es el Clan más fuerte que conozco y tomar su territorio no será algo fácil.
El líder de aquel grupo silencioso y ansioso de dragones se paseó por el espacio vacío en la sala, con un aire glorioso, inmutable y superior. Un aura segura lo rodeaba, invencible y determinado, era un hombre de armas tomar, filoso, calculador, que actuaba luego de tener todas las piezas de su juego donde quería, en su lugar, y entonces recordaron por qué era el dirigente del Clan. Él se atrevía a hacer las cosas que a los demás le asustaban, actuaba en beneficio al Clan y a su gente, ellos siempre estarían por encima de los lazos y la humildad entre las demás civilizaciones de dragones. Era un hombre firme y duro, que luego de tomar una decisión no se arrepentía.
Sí, debían tener cuidado con él y temerle de ser necesario.
Llevó una copa con vino a su boca y le dio un sorbo elegante y corto, luego lamió sus labios y soltó una pequeña sonrisa.
—Por supuesto, nada lo suficientemente valioso es fácil de obtener (los tesoros son la viva prueba de ello), pero si ponemos el empeño suficiente y actuamos con sigilo y sutileza, entonces todo saldrá a pedir de boca y tendremos las montañas de Lóngshān en nuestras manos. Pongamos a nuestra gente a entrenar en conjunto con los guerreros del Clan del Sur y del Oeste, practiquemos las tácticas de combate que les he preparado y aprovechen a los hombres y mujeres que tengan habilidades y estén en nuestras filas.
—¿Y qué haremos con el líder de ganar esta batalla? —preguntó una voz femenina en una esquina de la habitación y su dirigente se volvió hacia ella y sonrió de lado, una curva segura y tan atractiva como peligrosa y letal—
—Lo encerraremos en las mazmorras, donde no pueda usar su habilidad ni volver a ver a su pareja destinada.
Y así, con la promesa y la añoranza bailando en los alrededores de aquella fría estancia, con los ojos reluciendo con cosas no dichas y el aire de la decisión definitiva tomada, la reunión fue finalizada.
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