Capítulo V

Luego de comer el helado y caminar por un rato más, ambos habían decidido regresar, pues ya era algo tarde y KyungSoo debía trabajar al día siguiente, mientras que JongIn tenía que cumplir con su deber como integrante fundamental de EXO. El menor lo había llevado a un lugar solitario y vacío y ahí lo abrazó para teletransportarse en la dirección que le había dado el omega y que pertenecía a su hogar.

JongIn conocía el sitio, ya que solían jugar justo ahí cuando eran niños, por lo que no pudo evitar sonreír con nostalgia y cariño al enfocar su mirada por todo el lugar. Lo había acompañado hasta la puerta de su casa, y aunque KyungSoo lo invitó a entrar, este se negó, ya que no quería seguir postergando su momento de descanso e interrumpir sus rutinas de sueño. Entonces se habían mirado a los ojos, ambos apoyados en el marco de la puerta con los brazos cruzados y las manos en los bolsillos respectivamente, bastante cerca y con un par de sonrisas cómplices en los labios rojos. JongIn no había dudado ni un segundo cuando estiró la mano para acariciar su cuello adornado por el collar que le había obsequiado el día de la ceremonia de la luna, tampoco lo hizo cuando subió su mano por su mandíbula, acariciándola de forma delicada con su índice hasta acunarle la mejilla y mimar su sien y parte del cabello que caía sobre la zona explorada.

KyungSoo simplemente se había dejado hacer, había cerrado sus ojos y apoyado el rostro contra la palma grande que se abría para él, sosteniéndolo con una delicadeza ridícula y afectiva que le revoloteaba el corazón y lo hacía sonrojar, sobrepasado de sensaciones y sentimientos que sólo JongIn podía ser capaz de activar y provocar en él. Se sentía jodidamente bien, era un sentimiento familiar tan bueno y delicado que lo hacía suspirar con gusto y anhelo cumplido.

Lo próximo que sintió fueron los labios fríos y esponjosos de JongIn chocando contra su mejilla y luego su frente, donde prolongó el contacto por un par de segundos de más antes de separarse definitivamente, alejando su aroma a miel y bosque y el contacto cómodo y protector sobre su rostro. Sus ojos se abrieron de nuevo y lo enfocaron exitosamente, suspirando ante su imagen sonriente y hermosa, pulcra y masculina. JongIn robaba el aliento y alborotada corazones con sólo sonreír.

—Descansa, pequeño Soo —había murmurado con dulzura y KyungSoo sonrió ante el apodo cariñoso que utilizaba con él cuando eran niños—.

—Descansa igual, Nini —correspondió de igual manera y sus ojos relucieron bellamente al oír aquel mote otorgado por KyungSoo hace más de cuarenta años—.

Una sonrisa grande se abrió paso en la boca sensual del moreno y éste asintió; se quedó de pie en el mismo lugar por un par de segundos más y luego suspiró, rió y negó con la cabeza antes de girar y encaminarse hacia el acantilado. Ahí volvió a mirarlo y le dijo con seguridad, con el brillo persistiendo en su mirada y la sonrisa imborrable dominando su rostro guapo y varonil.

—Nos vemos pronto... ¡y KyungSoo! Mi collar se ve realmente hermoso en ti —le guiñó un ojo y tan pronto como había parpadeado, JongIn desapareció del lugar, dejándolo atrás con el corazón acelerado y una sonrisa tonta en los labios—.

De eso habían pasado cuatro días. KyungSoo no lo había vuelto a ver, ya que, según el susurro bajo de BaekHyun en medio de una reunión de docentes ese viernes, las actividades de EXO dentro de la aldea se habían reanudado adecuadamente, por lo que los chicos estarían más activos en sus deberes y no tendrían demasiado tiempo para hacer de vagos. También había dicho algo como que se alegraba de aquello porque no tendría que soportar al "idiota ChanYeol-insistente-rompebolas" durante esos días, sin embargo, KyungSoo no podía estar más en desacuerdo con aquello.

Si bien era consciente de la importancia de EXO para su gente, KyungSoo había deseado pasar más tiempo junto a su amigo, junto a JongIn. Lo habían pasado muy bien en aquella salida para cenar del lunes, fue agradable todo al respecto, además, se sentía bien a su alrededor, tomar su mano sin tapujos, mirarlo a los ojos, dejarse envolver por sus brazos y su aroma dulce y fresco... KyungSoo quería un poco más de eso, pero ambos tenían responsabilidades muy grandes que no podían ignorar, así que verse como lo deseaba era algo prácticamente imposible.

Optó entonces por llevarlo con él portando el collar que le había regalado sin falta. KyungSoo no se lo quitaba ni siquiera para dormir, y es que de esa forma sentía a JongIn con él, lo recordaba, lo tocaba cuando ansiaba un mínimo contacto de su piel contra la suya y anhelaba su aroma fusionándose con el propio. KyungSoo se preguntó cómo era posible tenerlo tan a flor de piel en su sistema con apenas unos días de haber vuelto, teniendo en cuenta los cuarenta años de separación entre ambos. Era algo bastante impresionante, un lazo fuerte que los unía de forma perfecta e irrompible, y era por eso, por esa conexión especial, que KyungSoo no podía dejar de pensar en él, de quererlo a su lado, de verlo otra vez. Sus sentimientos también influían, pero ese era un tema diferente del que no quería pensar o hablar.

RaeOn se había despedido en la puerta de la escuela tomado de la mano de Yuna, le había sonreído de manera preciosa y luego los había visto marchar para luego ir él mismo a su hogar a comer y descansar. Hizo la limpieza con sólo entrar. Se había cambiado de ropa y colocado algo cómodo que luego lavaría, tomó una aspiradora y comenzó a pasarla por todo el lugar de forma maniática y determinada.

KyungSoo odiaba la suciedad, le gustaba mantener todo limpio y en orden, pulcro, reluciente. Había tenido algunas discusiones con sus padres por ello cuando era más joven, ya que ambos eran bastante relajados y no entendían sus mañas y modos, pero una vez hubo conseguido su independencia, KyungSoo no tenía ningún tipo de compasión por el polvo.

Se amarró una pañoleta en la cabeza y comenzó a pasar un plumero por las paredes para deshacerse de las posibles telarañas. Agradecía tener ojos con doble retina que lo hacían inmune a las molestias provocadas por las partículas de polvo sobre ellos, luego había comenzado a trapear, un poco sudado y agitado, con los muebles fuera de lugar y todo siendo exterminado por su paso seguro y la música incentivadora, cuando el timbre de su hogar resonó en sus oídos.

Parpadeó con sorpresa, ya que no esperaba a nadie, y caminó con el trapeador en la mano hacia la puerta, la abrió y tiró de ella para encontrarse cara a cara con un sonriente JongIn, y Dios, ese hombre debía dejar de verse tan guapo cuando sonreía o se apoyaba de forma relajada en el marco de su puerta porque el corazón de KyungSoo no podría soportarlo por mucho tiempo.

Inmediatamente su rostro se llenó de calor, sus ojos se ampliaron y una curva en su boca imitó a la ajena, siempre tan bonita y atrayente de todas las maneras posibles. Se abrazó al palo del trapeador y cruzó los pies a la altura de los tobillos, haciendo un poco el cuerpo a un lado para no perder el equilibrio mientras lo miraba cálidamente a los ojos.

—Hey.

—Hey... ¿asesinas arañas? —respondió como saludo, bastante divertido al observar su ropa y su arma de combate, y KyungSoo rió y ladeó un poco el rostro para mirarlo de forma risueña—

—Polvo, a las arañas sólo las sacudo... te extrañé.

JongIn suspiró largamente y pellizcó con suavidad la punta de su nariz antes de acariciarle la mejilla y tomarlo de la nuca para luego atraerlo a su cuerpo y abrazarlo apretadamente. KyungSoo se dejó hacer con los ojos cerrados y se apoyó en su pecho duro y cálido, con su aroma a miel y bosque y jabón siendo aspirado por su nariz. Su dragón chilló, complacido y cómodo con el menor, y KyungSoo frotó su mejilla contra su pectoral para llenarlo de su olor, muestra de posesión sutil impulsada principalmente por su bestia y siendo aprobada por su humano.

La mano de JongIn comenzó a acariciar su nuca, enredando los dedos en su cabello, y los meció de un lado a otro con suavidad, provocando una ampliación en la sonrisa del mayor.

—También te extrañé, Soo. Siento no haber venido antes, he estado ocupado con los muchachos y no podía dejar mi trabajo a un lado, por más tentador que me resultase.

—Lo sé, y no tienes que pedir disculpas, Jong, tienes un oficio importante para el Clan y debes cumplir con tus obligaciones. Lo entiendo perfectamente —respondió y luego se alejó para mirarlo a los ojos, tranquilizándolo con una caricia delicada en su mejilla y dejando a un lado el trapeador—. ¿Has estado muy al tope? ¿es muy pesado?

—Seguramente no tanto como cuidar de tantas crías. Estoy un poco cansado, pero no lo suficiente como para desfallecer. ¿Y tú? ¿cómo te tratan los niños? —los pulgares del alto hicieron círculos en su cintura y KyungSoo apoyó la barbilla en su pecho, sin dejar de mirarlo—

—Ellos me aman, no me dan problemas. La parte menos divertida de todo es recoger las cosas desordenadas, pero me manejo bien con eso.

—Cierto, eres un obseso de la limpieza.

—¡Hey!

—Era un halago —dijo con diversión antes de inclinarse y dejar un beso en su mejilla—.

Se alejó luego de eso, para su pesar, y KyungSoo se hizo a un lado para dejarlo entrar en su desordenado hogar. El alfa alzó una ceja en su dirección y KyungSoo levantó el puño como amenaza para que cerrara la boca y no dijera algo como "¿lo ves? Un obseso". JongIn rió entre dientes y luego fue hasta el armario de los productos de limpieza, como si esa fuera su casa y supiera dónde estaba cada cosa, lo que no lo disgustó para nada, y de él extrajo otro trapeador y se acercó a la cubeta para mojarlo y pasarlo por el suelo bajo su atenta mirada.

—¿Vas a dejarme limpiar solo? ¡Eh! Deberías ayudarme —le reclamó con buen humor y KyungSoo rodó los ojos y lo acompañó en su exterminio de suciedad prácticamente inexistente—.

Estuvieron un buen rato limpiando entre risas y cantos, siguiendo las letras de las canciones de la radio y bailando de vez en cuando (o al menos de parte de JongIn, KyungSoo prefería admirarlo y maravillarse ante su cuerpo en movimiento), pulieron la cocina y los pasillos, lavaron la vajilla, las encimeras y los estantes, sacudieron el polvo y lo reacomodaron todo nuevamente antes de dejarse caer, exhaustos, uno al lado del otro en el sofá.

JongIn lo tomó del brazo y lo tiró sobre su cuerpo y KyungSoo se dejó hacer, se acurrucó contra su pecho y pasó un brazo alrededor de su cintura mientras el alto le acariciaba los hombros y el cabello con atención delicada y deliciosa. Su cuerpo se relajó de inmediato y permitió ser arropado por la calidez sin igual del menor, dejó que su cuerpo fluyera y se juntara al suyo de la forma más perfecta. Y es que absolutamente todo junto a JongIn resultaba ser perfecto, KyungSoo no cambiaría nada de ninguna forma.

—Tu voz ha mejorado mucho. Ahora es perfecta para arrullar crías y llevar calma a cualquier alma alterada. Apenas comenzaste a cantar llevaste paz a mi dragón, lo serenaste y lo hiciste feliz. Tienes una voz realmente única... me gusta mucho, me hace sentir cómodo y tranquilo como hace mucho no lo había estado. Canta para mí más seguido, por favor.

KyungSoo se sintió sonrojar ante sus palabras y como toda respuesta se acurrucó un poco más bajo su barbilla, abrazándolo más notoriamente y cerrando los ojos con suavidad para disfrutar del momento, de ese segundo de paz y armonía que se vivía entre ambos.

Sí, ahora lo recuerda, esa era una de sus cosas favoritas en el mundo: estar abrazado a JongIn y sentirlo verdaderamente cerca de él, tocarlo, olerlo, acariciarlo y ser acariciado con semejante ternura, dulzura y delicadeza. Era lo que KyungSoo necesitaba para ser feliz, para sentirse completo y pensar que todo estaba en orden, de forma correcta. Jodido infierno, realmente lo había extrañado tanto.

Soltó un suspiro suave y perezoso ante las atenciones de JongIn en su cuero cabelludo, las cuales comenzaban a dejarlo adormilado, y subió la mano que lo abrazaba para dejarla reposando en su pectoral derecho, el izquierdo siendo arremetido una y otra vez por su acelerado y duro corazón.

—Tú también tienes una bonita voz, JongIn, a mí me ha encantado. Me traes calma y una sensación indescriptible de familiaridad que me deja extasiado. Es hermosa y me cautiva por completo.

—Mi voz es nasal, Soo, ¿cómo puedes decir todo eso cuando es tan defectuosa? —su tono no fue duro ni molesto, simplemente siguió siendo susurrante y pacífico sobre su cabello desordenado a causa de sus dedos insistentes. KyungSoo sonrió, se acomodó mejor entre sus brazos y alzó la mirada para verlo, sin darse cuenta de lo cerca que se encontraban ambos en primer lugar, por lo que sus narices rozaron la una con la otra y las respiraciones se mezclaron hasta formar una sola compartida. No se movió, sin embargo, y le contestó de la misma forma serena y tranquila al estado anímico de JongIn—

—Tu voz no es defectuosa, es hermosa, es limpia y dulce, también resulta ser muy adorable y sutil, tanto que pasa a través de mis oídos como una caricia sedosa llena de ilusiones aniñadas y transparencia inigualable. Es perfecta, como tú, y me encanta tal cual es. No cambiaría absolutamente nada de ella, me fascina así como es.

—¿Si no supiera cantar también te gustaría? —le preguntó con una sonrisa mientras acariciaba sus narices dulcemente y KyungSoo rió y le devolvió el gesto con suavidad, sintiéndose incapaz de romper ese contacto y ese momento tan hermoso compartido por ambos—

—Por supuesto que sí, sin embargo, te diría que eres pésimo y te ayudaría a mejorar. Ahora mismo no lo necesitas, tienes una buena voz, a pesar de ser nasal, y me resulta indudablemente perfecta. Soy sincero, así que debes creerme.

Los ojos de JongIn brillaron cegadoramente, como un par de estrellas fugaces navegando por el firmamento de la manera más bella y natural del mundo, explorando cielos y llenando de luz a los ojos que las explorarán con curiosidad y fascinación; sus labios rojos y carnosos se ampliaron en una sonrisa más llena, más viva, que le robó el aliento y le provocó un vuelco en el corazón, además, su mano se había movido a su nuca para mantenerlo en su lugar y él se hizo adelante, acariciando su mejilla con la punta de su nariz, bajando luego por su mandíbula y su cuello para tomar en dicha zona una bocanada larga y profunda de su aroma. KyungSoo se estremeció entre sus brazos como una gelatina (o Bambi empezando a caminar) e hizo el rostro a un lado para darle más acceso a su cuello, disfrutando de ello, de la intimidad y la profundidad del gesto instintivo del alfa, del movimiento exclusivo para parejas y cortejantes en una zona tan significativa y delicada como lo era su cuello, mostrándose sumiso, confiando en él, en como su bestia le pedía a través de chillidos insistentes y emocionados, lleno de éxtasis.

KyungSoo suspiró y acarició el cabello de la nuca de JongIn mientras éste aún continuaba inhalando su olor, se relajó contra su cuerpo y se atrevió a inclinarse también para tomar una cantidad considerable del aroma del alfa. Nuevamente sus esencias se mezclaron, tanto por la cercanía, como por lo dictado por sus voluntades, y KyungSoo se apoyó contra él, prácticamente sentado sobre su regazo, mientras lo abrazaba por el cuello y era abrazado por la cintura y la nuca.

—Te creo, KyungSoo, cada palabra que dices la creo, cada mirada que me das la creo, cada "te quiero" del pasado y el que me confesaste hace cuatro días lo creí, cada caricia, cada abrazo, todo lo que proviene de ti lo creo, porque no hay nadie más sincero y puro en el mundo como lo eres tú... jamás habrá nadie en mi vida tan preciado, importante y querido como lo eres tú. Realmente te quiero con todo mi corazón. Te adoro —se alejó de su escondite para mirarlo a los ojos y KyungSoo lo tomó de las mejillas suaves y un poco rasposas por la barba que comenzaba a crecer en su mandíbula, le acarició la piel con los dedos con adoración y delicadeza máxima y le sonrió con cariño, con unas ganas indescifrables de inclinarse y besarlo como siempre deseó hacer, como su dragón tanto quería, porque JongIn estaba viendo sus labios y él los suyos y no quería hacer más que acortar los centímetros de lejanía entre sus rostros y ponerle fin a la pequeña tensión eterna sobre ellos, y KyungSoo sabe que lo hubiera hecho, joder si no, si la puerta de su hogar no se hubiera abierto de par en par en ese mismo segundo para darle la bienvenida a un agitado y jadeante BaekHyun—.

Se alejaron definitivamente al ver al recién llegado, que tan pronto como había entrado en la vivienda del más pequeño había cerrado la puerta con frenesí y desesperación, y KyungSoo y JongIn se pusieron de pie de forma sincronizada, ambos preocupados y alertas debido al ajetreo inusual de BaekHyun y su invasión poco normal en el hogar del mayor de los tres.

KyungSoo se acercó a él, no sin antes lanzarle una mirada de reojo a JongIn, y antes de poder hablarle al omega, este lo había tomado del brazo y alejado de la entrada para llevarlo a la sala, luego había rodeado el mueble y se había escondido rápidamente detrás de éste, desesperado y frenético. Los amigos cruzaron una mirada confundida y KyungSoo se arrodilló sobre el asiento del sofá para mirar al menor desde arriba, olvidándose por un segundo de la escena que había compartido momentos antes con JongIn.

—Oye, BaekHyun, ¿qué tienes? Jamás pensé que serías así de tímido ante las visitas —dijo refiriéndose a JongIn y BaekHyun le lanzó una mala mirada y lo mandó a callar con el ceño fruncido—.

—¡Shhh! ¡no digas mi nombre tan fuerte, te puede oír!

—¿Oír? ¿quién? ¿te encuentras bien? —le preguntó con amabilidad el alfa y BaekHyun le frunció los labios en un puchero y movió la cabeza de lado a lado en una negativa enfurruñada y adorable—

—Por supuesto que no me encuentro bien y todo es culpa de tu amigo, ese molesto Park ChanYeol. ¡Aún me acosa! Ese tipo no se cansa, ya no sé cómo más decirle que me deje en paz. ¡Tuve que venir aquí al verlo en mi casa con un ramo de rosas y un collar de oro! Va a provocarme un infarto un día de estos... un momento, ¿eres JongIn, cierto? Ése JongIn, quiero decir. Creo que no nos han presentado correctamente, así que lo haré ahora mismo. Soy Byun BaekHyun, amigo de KyungSoo y acosado de tu amigo de escuadrón. Es un placer conocer al hombre de... al amigo de mi amigo —y luego formó una sonrisa encantadora, a pesar de la metida de pata que había hecho. KyungSoo lo miró furibundo y él soltó una risita nerviosa a pesar de la curva amable en los labios del más alto y moreno de todos, que invitaba a la calma y a relajarse—.

—También es un gusto conocer a un amigo de Soo, es agradable saber que contó con alguien cuando yo no estuve para él. Por favor, cuida bien de mi pequeño siempre —BaekHyun amplió la mirada y abrió la boca con impresión, KyungSoo se sonrojó y desvió sus ojos al suelo, como si este fuese lo más interesante del mundo, y JongIn estiró su mano para estrecharla amigablemente con el pequeño—.

Aún anonadado y rebosante de emoción interna, BaekHyun correspondió al saludo y agradeció, perturbado, que el alfa lo ayudara a levantarse, pues ahí no tenía porqué seguir huyendo. Se sacudió la ropa (del uniforme de la escuela, por cierto), y los miró a ambos con picardía mal disimulada. KyungSoo supo que sería su fin. BaekHyun iba a avergonzarlo, sacaría sus secretos al exterior y lo pondría en evidencia porque él era muy estúpido y no tenía un filtro cerebro-boca cuando se necesitaba. Estaba jodido... no literalmente, pero de esa no iba a escapar tan fácilmente.

Su vida era tan dura.

—Oh, claro, yo podría cuidar de tu pequeño Soo, pero creo que eso lo harás tú perfectamente, ¿no es cierto? Quién mejor que un gran alfa como Kim JongIn para proteger a mi mejor amigo, ¿verdad? Eso no sería un gran problema para ti, dada la relación tan estrecha y especial que los une, ¿correcto? —el doble sentido a sus palabras fue más que evidente y KyungSoo sólo deseó con todas sus fuerzas que BaekHyun se callara y dejara de avergonzarlo—

Por Dios, JongIn y él sólo eran amigos (para su pesar), amigos de por vida y nada más, él no le daría gloria y honor a JongIn, sólo lo haría reconocido entre los dragones por haberse emparejado (de ser posible) con un omega defectuoso, raro, pequeño y feo, y KyungSoo no quería eso, joder, no lo quería para alguien como JongIn, que se merecía el mundo entero en un cofre de cristal y oro. Él era tan increíble, tan bueno y amable que debía tener algo mejor, debía aspirar a algo más que KyungSoo, no era justo para JongIn,

JongIn fue su mejor amigo, la única persona que había sacudido su corazón y su vida y que no había podido superar a pesar del tiempo y la distancia, JongIn lo hacía derretirse y le daba una razón preciosa para vivir, y por eso, porque era tan importante para él, no quería que BaekHyun dijera tonterías, le metiera ideas ridículas en la cabeza y lo instara a estar con un dragón tan fofo como él. Su bestia se había sentido dolida con el pensamiento, pero ambos sabían que tenía razón, que JongIn era demasiado bueno para ambos y que se merecía algo mejor. Dolía, pero era cierto. Le estrujaba el corazón, pero no podía vivir eternamente de ilusiones. Así eran las cosas y KyungSoo no podía cambiarlas.

—BaekHyun, basta, nosotros...

—Tienes razón, Baek, sin embargo, no siempre podré estar con él, así que te pido que lo protejas en mi ausencia. No quisiera que le ocurriera nada a la persona que más me importa en el mundo, fuera de mi familia, claro está —lo interrumpió JongIn con su eterna sonrisa y una mirada que iba dispuesto a desarmarlo y KyungSoo sintió cómo sus hombros se hundieron, cómo sus ojos se aferraban a los suyos con insistencia y cómo su alma tiraba en su dirección, como si quisiera complementarse con la de JongIn hasta volverse una, como si ellos fueran...—.

—De acuerdo, vaquero, cuidaré de tu omega. Oye, Soo, ¿hiciste comida? Muero de hambre, no pude comer nada por culpa del idiota... iré a usar tu cocina.

Esas fueron las palabras necesarias para sacarlo de su ensimismamiento ante la mirada intensa de JongIn. Parpadeó tres veces y frunció el ceño con terror cuando vio a su amigo dirigiéndose a su amada y muy limpia cocina. ¡Si tocaba algo lo dañaría, rompería, ensuciaría o cambiaría de lugar y KyungSoo no lo iba a permitir! Por eso corrió hacia el pequeño, lo tomó de la camiseta y lo arrojó fuera de su espacio vital con los labios muy apretados y los ojos más grandes de lo normal.

—¡No te acerques! ¡yo cocinaré para los tres, pero mantente alejado de la cocina! Quédate ahí y acompaña a JongIn mientras tanto, o ve la televisión, ¿de acuerdo? Sólo quédate apartado.

—Uh, qué buen amigo eres, ¡muchas gracias, Soo! Ahora ven, JongIn, hablemos un poco mientras tu hombre trabaja.

KyungSoo se alejó con un suspiro resignado y se dispuso a ponerse manos a la obra para preparar algo delicioso en honor a sus invitados. Quería hacer algo rico para ambos (más para JongIn, si es sincero, a BaekHyun le haría una simple sopa instantánea no muy bien condimentada y sosa, quizás algo fría y pasada de un par de días), así que mientras más rápido empezara más pronto terminaría.

Decantó por filetes. Era fácil y rápido de hacer, además, el resultado era delicioso y en conjunto con un poco de arroz y ensalada sería suficiente para llenar sus estómagos bastante amplios. Fue hasta la nevera y extrajo sendas bandejas con la carne, condimentó las que iba a cocinar y las dejó reposar en tanto preparaba el arroz con semillas germinadas y un poco de color amarillo. Comenzó con la ensalada cuando el arroz estuvo en la hornilla y para el final colocó a freír la carne.

Mientras estuvo trabajando fue capaz de escuchar las carcajadas de BaekHyun en la sala, también los cuchicheos incomprensibles y las palmadas y risitas de JongIn, aquellas que soltaba cuando realmente se estaba divirtiendo. KyungSoo enrojeció porque sabía que muy probablemente estaba siendo dejado en vergüenza por su amigo y no podía defenderse en ese momento. Frunció el ceño y volteó la carne chisporroteante con un tenedor, pero en ese momento BaekHyun soltó tal carcajada que lo sobresaltó y dejó caer el filete en el sartén nuevamente, haciendo un caos de aceite caliente volando por todas partes y que alcanzó a quemarle la muñeca y la mano.

—¡Auch! Rayos —exclamó cuando grandes gotas gordas de aceite tocaron su piel delicada, enrojeciéndola de inmediato—.

Apretó los ojos ante el dolor y antes de darse cuenta, tenía una mano alrededor de su cintura, el aliento de JongIn en la muñeca y un beso sobre la piel dañada.

—Hey, ¿estás bien? Deja que me encargue de esto, tú ve a ponerte agua fría, ¿de acuerdo? —le pidió con su voz sedosa llena de cariño, a pesar de mostrarse genuinamente preocupado, y KyungSoo asintió, dejó que sus labios le besaran la frente y se alejó a regañadientes para humedecer la quemadura—

BaekHyun se quedó solo en la sala, demasiado sorprendido ante la rápida reacción de JongIn al escuchar el pequeño quejido de KyungSoo desde la cocina, y una sonrisa conocedora se prendó de sus labios antes de acomodarse en el sofá. Los dejó solos mientras encendía la televisión para darles un momento juntos y comenzó a silbar con felicidad al pasearse por la lista de canales disponibles. Su amigo era tan estúpidamente ciego a veces. BaekHyun quería pegarle, sin embargo, los dejó estar. Ya notaría las cosas en algún momento y por su propia cuenta, y cuando eso sucediera él estaría ahí para decirle "te lo dije, idiota".

Por otra parte, JongIn había sacado los filetes de la sartén, había apagado las hornillas encendidas y se había acercado al mayor para mirar su mano lastimada. La piel estaba considerablemente roja y tenía burbujitas de agua bien pronunciadas por toda la zona de la muñeca y algunas partes de sus dedos. Fue algo que odió completamente y no pudo hacer más que tratarlo cariñosamente, dejando besos pequeños y delicados en las quemaduras. KyungSoo suspiró debido a sus atenciones cuidadosas y apoyó la frente en su pecho, sonrojado hasta las orejas y con una tímida sonrisa en los labios; entonces JongIn le acarició la mejilla derecha y susurró muy bajito, tanto que su voz sonó grave y estuvo lejos de los oídos curiosos de BaekHyun.

—Voy a lamerlas, de esa manera sanarán más rápido, ¿de acuerdo?

KyungSoo mordió su labio inferior y asintió, separándose ligeramente de su pecho para poder ver lo que hacía con más claridad.

Para nadie era un secreto que la saliva de un dragón alfa u omega con el don de la sanación era de gran ayuda para las heridas, quemaduras o sarpullidos, incluso enfermedades más serias y delicadas como la diabetes, la hipertensión y las defensas bajas, es por ello que la mayoría de los medicamentos que se ingerían en la actualidad estaba hecha a base de saliva o sangre de dragón, pues éstas eran un gran combatiente y funcionaban muy bien como ayuda al sistema inmunológico, tanto del ser humano como para otros dragones. A pesar de ello, conseguir estos dos componentes no era cosa sencilla, no todos los alfas estaban dispuestos a regalar su saliva a los demás, tampoco a sanar a las personas ajenas a su familia, por lo que era un tipo de medicina costoso.

Mayormente quienes donaban su saliva (o sangre) eran médicos omegas o alfas emparejados, ya que estos eran influenciados por los deseos de sus compañeros de ayudar a los demás, por eso, y aunque JongIn era su amigo, no pudo evitar sentirse un poco sorprendido y abrumado al notar que el menor había decidido curarlo de buena gana y sin habérselo pedido anteriormente. JongIn definitivamente era algo, un hombre muy especial y único en su mundo.

JongIn inclinó su rostro y subió su mano al mismo tiempo, sus movimientos fluidos llenando su anatomía grande y atlética y dándole esa gracia y porte que tan bien le quedaba; guió su muñeca a sus labios y abrió su boca lentamente, sacó su lengua y luego la pasó dulcemente por encima de sus quemaduras. El toque ardió los primeros dos segundos debido a los componentes medicinales de la saliva, después de ese corto lapso de tiempo pasó a sentir frescura pura, tan agradable que fue capaz de alejar el dolor casi de inmediato.

Un gemido involuntario escapó de su boca y los ojos de JongIn fueron directamente a su rostro de forma inmediata, atentos, relucientes, con una mota clara de interés y sigilo que lo hizo estremecer. Sus pupilas oscuras se dilataron ligeramente, fijas en las suyas, en sus mejillas sonrojadas, mientras su lengua barría su piel lentamente, a conciencia, sin dejar un sólo espacio maltratado lejos de su saliva refrescante, y mierda, eso era lo más erótico y caliente que KyungSoo ha experimentado en su vida.

JongIn lamió también sus dedos con la misma lentitud y deleite, repartiendo besos sobre sus dígitos antes de acariciarlos con su lengua aterciopelada. Su corazón dio un salto, su rostro se calentó a niveles insospechados y su dragón se retorció en su interior, inquieto, agradecido, deseoso de más, de todo lo que JongIn estuviera dispuesto a darle en ese momento, en ese instante intenso y lleno de pensamientos poco adecuados.

Finalmente, con todas las heridas cubiertas de una fina capa de saliva que no tardó en secarse, con la piel prácticamente curada y cualquier dolor olvidado, JongIn alejó su boca de su mano y se incorporó, igual de cerca que antes, con sus pechos rozándose y las palmas juntas, unidas por un contacto suave e íntimo que se negaban a romper.

El más alto le acunó el rostro con ternura luego de algunos segundos en silencio y le dio una de esas sonrisas bonitas y tan suyas, justo del tipo que lo hacía suspirar y desvelarse cuando era un adolescente. KyungSoo tomó sus manos sobre sus mejillas y sonrió al sentir el suave beso en la punta de su nariz. La mirada abrasadora de antes había desaparecido.

—¿Mejor?

—Mucho. Ya no duele... gracias, Jong.

—Oh, no lo agradezcas, Soo, quería hacerlo. Odiaría que sintieras dolor cuando podría ayudarte. De verdad te quiero.

KyungSoo rió y JongIn lo abrazó, en medio de esa necesidad incesante de tenerlo cerca, de tocarlo y de sentir su calidez a través de su ropa, sin ser realmente consciente de que eso era justamente lo que pensaba y sentía KyungSoo. Era maravillosa la sensación de sentirse protegido, amado, cuidado y atendido, era lindo tener a alguien tan importante preocupándose genuinamente por ti. KyungSoo lo quería tanto, Dioses, tanto.

—¿A pesar de que ha pasado tanto tiempo? —no pudo evitar preguntar contra su pecho y JongIn apoyó la mejilla en su coronilla—

—Como si nunca me hubiese ido de tu lado. Sigues siendo igual de importante para mí que en ese entonces.

—¡¿Siguen coqueteando allá adentro?! ¡Oigan, de verdad tengo hambre! ¡Denme comida y juro que me voy para dejarlos solos de nuevo!

Ambos se alejaron riendo por lo bajo y JongIn le besó la mejilla antes de separarse por completo para buscar los platos que utilizarían para servir la comida, tan natural que pareciera que estuviera en su hogar. KyungSoo lo miró por un momento de más, admirando su sencillez y sus movimiento simples y seguros y luego se le unió, encargándose de llenar los platos de arroz con los grandes pedazos de filete y JongIn llenó tres cuencos a rebosantes con ensalada y los vasos con jugo de maracuyá. Una vez listo, lo colocaron todo en la mesa del comedor y llamaron a BaekHyun para que se reuniera con ellos.

El tipo apareció como si tuviera un petardo en el culo (sí, así de veloz fue), y no tardó en sentarse junto a KyungSoo para comenzar a comer, halagando en todo momento la sazón sin igual del mayor. Entonces todo fueron comentarios llenos de elogios, conversaciones tranquilas y amenas, recuerdos colectivos y anécdotas graciosas por parte de los maestros y sus pequeños alumnos. Rieron también, se llenaron de un ambiente agradable y cómodo y KyungSoo llegó a pensar que ellos hubieran sido muy buenos amigos si se hubiesen conocido al mismo tiempo. Ahora serían inseparables.

Luego de comer y lavar los trastes (JongIn y BaekHyun se encargaron de eso), BaekHyun decidió que era suficiente de estar huyendo de ChanYeol y se dispuso a ir a su casa. Se despidió de ambos en la entrada del hogar de KyungSoo y luego se transformó en su espectacular y gran dragón antes de partir definitivamente, volando entre nubes y montañas. El mayor había mirado entonces al alfa que lo acompañaba y éste le devolvió la mirada con una sonrisa suave y bonita; KyungSoo se cruzó de brazos y también sonrió.

—¿Te vas también? Ya es algo tarde y debes descansar. Seguramente ha sido un día bastante agotador para ti —le preguntó en voz baja y JongIn asintió, metiendo las manos en los bolsillos del vaquero que tenía puesto—.

—Sí, la verdad es que estoy un poco cansado. Gracias por la comida y por recibirme, a pesar de haber llegado de improvisto. Me he divertido mucho hoy.

—No tienes nada qué agradecer, siempre vas a ser bienvenido aquí, JongIn.

Sus sonrisas se ampliaron y el menor asintió, se incorporó y comenzó a caminar fuera de la casa, no sin antes inclinarse y besarle la mejilla como despedida.

—¡Oye, pequeño Soo! ¿te gustaría ir a mi entrenamiento de mañana? Vas a verme luchar con los chicos, ¿qué dices? —preguntó antes de irse muy lejos y KyungSoo lo miró con sorpresa antes de reír y asentir con ánimos— ¡Bien! Entonces te veo en el campo Tōtem. Estaré ahí a partir de las diez de la mañana.

—De acuerdo, ahí me verás sin falta —prometió y JongIn le mostró los dientes en una sonrisa amplia y excesivamente brillante, llena de ánimos y emoción—.

Se despidieron con una agitación de manos y KyungSoo suspiró cuando el cuerpo del alfa desapareció en cuestión de segundos. Se había ido hace apenas un momento, pero ya lo extrañaba. Definitivamente no podía esperar a verlo mañana.

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