Capítulo IV

KyungSoo volvió a su rutina acostumbrada el día lunes.

Iba a la escuela a impartir sus clases con una sonrisa dulce en los labios, consentía a sus alumnos, los llenaba de información de una manera fácil y efectiva para que ellos la absorbieran sin dificultad alguna, como una esponja llenándose de agua, natural y sin complicaciones, les leía historias como lo requería su cronograma educativo, los dejaba practicar sus capacidades motoras e incentivaba a la imaginación, a sus sueños, a contar aquello que los emocionaba y llenaba de dicha.

KyungSoo era feliz dando clases, y ahora que sus niños parecían verlo como una especie de héroe todo había mejorado de forma significativa. Era tratado con un amor aún más pronunciado por parte de los pequeñajos, también tenía un poco más de respeto en el Clan porque, a pesar de ser defectuoso, cumplió un buen trabajo al cuidar a todas esas crías bajo su tutela. Por primera vez en mucho tiempo se sentía en plena paz y armonía consigo mismo, con su dragón y con su papel en la manada.

Había algo lo suficientemente bueno en su vida que lo mantenía con una sonrisa y un sentimiento satisfactorio siendo constante en su pecho, algo que le aseguraba que ser una irregularidad natural no era tan malo porque aún así podía conseguir lo que se propusiera. Era un sentimiento realmente agradable, y agradecía a todos los cielos poder sentirlo, experimentarlo en carne propia y encontrarse un poco más liberado emocionalmente.

A parte de todo eso, KyungSoo había notado un ligero cambio en el comportamiento de RaeOn. El pequeño se mostraba aún más apegado a él, le sonreía con un aire cómplice a su alrededor, uno que aún no podía entender de dónde venía o qué significaba; también parecía un poco más protector, abrazándose siempre a su pierna y preguntándole si se encontraba bien de salud. Tenía algunos rasgos característicos de los alfas en sus comportamientos peculiares, y estos sólo se habían dejado ver con más claridad a sus ojos atentos y curiosos.

Quizás se trata de JongIn, no pudo evitar pensar mientras lo miraba trabajar en conjunto con Liz y JongSoo.

La presencia de otro alfa en su círculo familiar pudo haber influido en su nuevo comportamiento afectivo y atento, a pesar de sólo haber convivido con su tío un par de días. Así de increíble y maravilloso era el instinto dragón y su naturaleza.

Recibió con una sonrisa la montaña de dibujos hechos por sus estudiantes y los dejó sobre el escritorio, dispuesto a verlos todos y cada uno de ellos cuando los niños se fueran a sus casas y él tuviera que quedarse a recoger el desorden; también fue muy feliz cuando Liz y RaeOn llegaron a su silla para besarle las mejillas en medio del recreo (el pequeño se había colgado a su cuello y lo había impregnado con su aroma de forma adorable y cautivadora), antes de salir del salón para jugar con los demás niños fuera de la escuela, en el espacio recreado para ellos con juegos y distracciones.

El resto de los profesores se encontraban ahí, vigilando, atentos, alertas a cada recoveco del lugar. Después del ataque del dragón desconocido, todos parecían más pendientes de los niños, de la escuela y de la aldea misma. Nadie quería que ocurriera un evento desafortunado, y aunque ahora contaban con la protección directa de EXO, ningún dragón quería bajar la guardia con las crías o los huevos.

Inmediatamente después de verlo, BaekHyun se acercó a él con una expresión malhumorada y paso rápido y apretado. KyungSoo le sonrió a SeokJin antes de dejarlo ir a jugar y recibió a su amigo con una mueca divertida y las manos en la cintura, bastante entretenido con su ceño fruncido y su puchero característico tomando férrea posesión de su boca normalmente sonriente. Al tenerlo lo suficientemente cerca subió un brazo y le dio un golpecito en la frente con el índice para que borrara la tensión en la zona, sin embargo, fue un movimiento inútil porque la mueca frustrada jamás abandonó su hermoso y juvenil rostro.

—A ver, Baek, ¿qué es lo que ocurre?

Y entonces explotó. ¡Boom! KyungSoo creía que se veía muy gracioso y adorable.

—¡Park ChanYeol, eso ocurre! ¡Ese alfa estúpido no me deja en paz! ¡Me acosa, KyungSoo, me acosa! ¡Estoy harto!

¿ChanYeol? ChanYeol, ChanYeol, ChanYeol... ¡oh, claro! ¡ChanYeol! El chico que había intentado cortejar a BaekHyun en el día de la celebración, el tipo alto, guapo y de apariencia fuerte que trabajaba junto a JongIn en EXO y que había quedado completamente prendado del menor.

No pudo (ni quiso) evitar reír.

La situación era bastante ridícula. BaekHyun había rechazado al tipo incontables veces, alegando que aún era muy joven para aparearse y que apenas estaba comenzando a trabajar, pero el alfa definitivamente era algo; obstinado, persistente y paciente, era un hombre digno de admirar, porque no se había quedado con el rechazo de BaekHyun y decidió darlo todo por conquistar a su amigo, no para aparearse definitivamente, sino mas bien para intentar establecer un lazo a largo plazo, algo que los uniera hasta que el pequeño omega estuviera listo y quisiera sentar cabeza.

Era algo posible, aunque no se viera muy seguido en sus especies. Podría decirse que se trataba de algo parecido a un sello de pertenencia lleno de infinita exclusividad. Si BaekHyun aceptaba, ChanYeol jamás tendría un amante, lo respetaría y lo esperaría hasta que le diera el sí definitivo y el mismo caso se aplicaba a BaekHyun. A KyungSoo le parecía algo bastante razonable. ChanYeol parecía ser un buen tipo, era fuerte y le daría a BaekHyun el honor suficiente como para ser reconocido en la aldea por estar "comprometido" con un integrante de EXO; el pequeño no tendría la misma suerte y oportunidad con nadie más, así que sería bueno que aprovechara lo que sus ancestros habían deparado para él, pero por supuesto, BaekHyun era un cabeza dura que no quería dar su brazo a torcer, a pesar de que se sintiera atraído por el alfa.

Era un torpe, pero era su amigo y por eso había recibido un pellizco del menor.

—¡No te burles, Do KyungSoo! ¡No es gracioso! Ese gigantón no se rinde, ¡está en todas partes! Ya no sé cómo más podría decirle que no lo quiero como pareja —dio un pisotón en el suelo y KyungSoo se acarició la zona maltratada, sabiendo que le saldría una marca roja ahí; calló sus risas y se cruzó de brazos, mirándolo con una ceja arqueada—.

—No lo quieres como pareja pero te gusta y atrae a tu dragón. ¿Eso tiene sentido? —de inmediato las mejillas de BaekHyun se llenaron de color y KyungSoo supo que le había ganado en ese punto cuando el pequeño no dijo nada para refutar aquello, pero sí cambió de tema para no ser dejado más en evidencia—

—¿Y qué me dices de ti y del tío de RaeOn? Se veían muy juntos y coquetos el día de la reunión, ¿hum? Explícame.

KyungSoo formó un puchero y rodó los ojos. Suspiró largamente y luego enfocó su mirada en sus niños, que jugaban felizmente en el parque, entre toboganes y columpios.

—JongIn y yo éramos buenos amigos cuando niños. Nos separamos cuando sus padres se mudaron y cada uno buscó su propio camino. No lo veo desde que era un adolescente y cuando apareció en la ceremonia no pude evitar recordar todos los momentos que pasamos juntos. Él realmente me apreciaba y estuvo conmigo en mi primera transformación, no le importó que fuera pequeño o no tuviera color alguno, JongIn siempre me aceptó por como era y me defendió de todos. Yo lo quise tanto. Verlo el sábado fue maravilloso, nosotros siempre fuimos muy unidos y cercanos, así que no es de extrañar que se mostrara así conmigo esa noche, BaekHyun. No era coqueteo, definitivamente.

BaekHyun deshizo entonces su expresión enfurruñada y lo miró con más atención, relajado medianamente y con la curiosidad bailando en sus ojos pequeños de cachorro. KyungSoo le devolvió la mirada con una ceja enarcada y una pequeña sonrisa ciertamente incómoda y le preguntó por lo bajo, sintiendo cómo su corazón daba un vuelco ante su escrutinio visual.

—¿Qué pasa? ¿Por qué me miras así?

—¿Sabes? Soy un hombre bastante perspicaz a pesar de ser tan joven, y sé perfectamente cuándo una persona gusta de otra, por lo que puedo casi asegurar que entre ustedes dos hay un lazo más apretado que el de la amistad. Ustedes se gus...

—BaekHyun, no digas tonterías. JongIn es mi amigo, el tío de Eonnie, sólo eso. No somos ni sentimos nada más allá de una buena amistad.

—Pero, Soo...

—No, BaekHyun.

Pidió con contundencia, mirándolo a los ojos, y BaekHyun cerró los ojos con una sensación vaga de haber sido regañado. Se sumieron entonces en un silencio espeso y KyungSoo bajó la mirada.

No quería escuchar eso, no quería oírlo, porque KyungSoo... KyungSoo sentía más de lo que debería sentir respecto a JongIn y no quería ilusionarse y decepcionarse después. Había vivido toda su vida con la idea clara de que jamás se aparearía, que jamás tendría pareja y que JongIn sería sólo una bonita fantasía y un amigo incondicional, porque no había nada en el jodido infierno que le asegurara que el alfa sentía lo mismo a pesar del pasado, a pesar de la unión que los mantenía conectados, y sencillamente tenía miedo al rechazo del más alto, temía que su corazón fuera roto precisamente por él, quien lo había sanado tantas veces en el pasado y tratado con tanto cariño y atención.

KyungSoo no quería ilusionarse al pensar que sentía una sensación eléctrica recorrerle el cuerpo entero al tener un mínimo contacto físico con el moreno, no quería pensar que sus corazones latían acelerados el uno por el otro o que sus aromas combinaban muy bien juntos. KyungSoo no quería pensar que los ojos de JongIn resplandecían al enfocarse en los suyos, porque si al final del día todo eso era producto de su imaginación alterada por la emoción y la avalancha de sentimientos reconocidos que habían vuelto a él con el regreso del alfa, entonces su corazón definitivamente dolería y él sufriría como si estuviera en el séptimo círculo del infierno.

El pequeño ya había hecho un plan de vida, sabía cómo acabaría todo, por eso no quería alteraciones; no podría soportarlo y BaekHyun no debía darle esperanzas que destruirían ese plan. De esa forma sería todo más fácil y llevadero.

Luego de algunos pocos minutos, sintió la mano amable del menor sobre su hombro y un apretón amistoso que buscaba ser reconfortante. Volvió a mirarlo y en sus labios reposaba una sonrisa suave y tranquilizadora que ayudó en gran medida a que sus hombros de destensaran significativamente, también le dio el ánimo suficiente como para devolverle la sonrisa y alejar la incomodidad que los había envuelto en ese lapso corto de tiempo.

—Hey, está bien. Yo no he dicho absolutamente nada sobre JongIn, ¿de acuerdo? Por otro lado, ¿ya te dije lo molesto que es ChanYeol? ¡Dioses y ancestros dragones! ¡quiero apuñalarlo con un lápiz!

Ambos rieron ante esa última exclamación y pronto se vieron envueltos en más risas, comentarios divertidos y reclamos dirigidos a cierto dragón. Así lo prefería KyungSoo, así se sentía mejor.

.
.
.

En la hora de salida de la escuela, ese mismo lunes en la tarde, KyungSoo ya había recogido todas sus cosas y acomodado el salón de clases del desastre que había dejado sus pequeñajos. El espacio de educación inicial de su sección estaba pulcro cuando lo abandonó para salir fuera de la escuela y dirigirse a casa. Estaba agotado y tenía un poco de hambre, así que llegaría a su hogar directamente a cocinar y a descansar para estar de buen humor al día siguiente y poder seguir dando lucha con sus alumnos... o al menos ese era el plan. No esperaba para nada encontrarse a JongIn apoyado en el tronco de un árbol bastante cercano a la escuela, esperando por él.

Se detuvo en seco mientras el alto moreno le sonreía de esa manera tan atractiva capaz de robarle el aliento a cualquiera y sintió un golpe en su espalda, según el olor, se trataba de BaekHyun.

—¡Hey! ¿por qué te detuvis...? Oooh... bueno, claro, yo... nos vemos mañana, Soo... ¡Oh, no, no, no! ¿ese es ChanYeol? ¡tengo que irme antes de que me encuentre! ¡hasta mañana! —exclamó de forma atropellada antes de correr lejos de ahí, dejándolo con la palabra en la boca, y sonrió sin poderlo evitar al ver a un enorme dragón aterrizando bastante cerca de ellos y adoptando la forma de un ChanYeol desesperado que corría en busca de BaekHyun, exclamando su nombre y llevando en su mano un enorme ramo de flores—

—Es un tonto —susurró, viendo cómo BaekHyun escapaba del alto incansablemente y una risa divertida se hizo escuchar a su lado, un sonido melódico y masculino que le erizó la piel al completo—.

—Son adorables. Hola, Soo, ¿qué tal estuvo tu día? —se sobresaltó al sentir una mano amplia y amable rodeando sus hombros con cariño y comodidad y sus mejillas adquirieron un tono ligeramente rosáceo al ser consciente de la cercanía, del aroma que desprendía el moreno, de lo bien que se sentía su toque. Fue imposible no disfrutar de aquello en silencio—

—Hola, Jong, estuvo muy bien. Eonnie se ha portado de forma muy buena hoy y los demás niños son bastante agradables conmigo, así que no tengo nada de qué quejarme. ¿Y tú? ¿qué haces aquí? Pensé que estarías ocupado con EXO estos días ahora que han vuelto a la aldea.

La mano abierta sobre sus hombros subió lentamente, acariciando aquella zona de su cuerpo hasta dar con su cuello, el cual masajeó con sus dedos índice y pulgar durante algunos segundos antes de pasar a enredar su cabello en sus dígitos, un movimiento reconfortante y cómodo que solía hacer mucho durante su adolescencia, antes de partir lejos.

KyungSoo soltó un suspiro gustoso y cerró los ojos por un momento, disfrutando del delicado toque reconocido y aprobado por su dragón ansioso de más. Actuando por una costumbre perdida por el transcurrir del tiempo y el alejamiento de ambos, KyungSoo rodeó su cintura delgada con uno de sus brazos y JongIn lo apretó un poco contra su costado, llenándolo de su calor y comodidad espectacular. Se sentía tan bien, tan correcto, y su bestia mansa no hacía mas que agradecer tan hermoso contacto del cual había sido privado en todos esos años.

—He acabado mi turno junto con los muchachos. Las actividades del grupo han terminado, al igual que la reunión con el líder, así que estamos libres, por lo que quería venir a verte y a invitarte a comer algo, ¿qué dices? ¿te animas?

—¿Ir a comer, juntos? —repitió, sorprendido, y JongIn hizo un sonido desde su garganta como afirmación, acomodando un mechón de cabello que caía sobre sus ojos y acariciando la piel de su frente en medio del movimiento—

—Síp. Supuse que tenías hambre, así que pensé que sería una buena idea invitarte. ¿No quieres? ¿estás muy cansado?

—¡No! No, no, me refiero a que no... es decir, no estoy cansado y no me vendría mal, quiero decir, yo —KyungSoo no era un omega que balbuceaba, pero demonios, JongIn hacía algo en él, lo hacía sentir tan nervioso y desarmado con su presencia, con su toque, con su cercanía, que era imposible no estar en modo estúpido teniéndolo tan cerca. Ahora se encontraba verdaderamente avergonzado y quería enterrar la cabeza en la tierra como las avestruces—.

JongIn rió suavemente, sin embargo, y lo giró para mirarlo de frente, lo tomó de las mejillas calientes y le alzó el rostro para mirarlo directamente a los ojos con su dulzura y cariño característicos, con esa curva en su boca tan preciosa que era capaz de robarle el aliento mientras le acariciaba los pómulos con los pulgares lenta y delicadamente. Su bestia soltó un abrumador chillido y él entrecerró los ojos y se estremeció entre sus manos, deseando por un momento ser abrazado y acariciado de esa manera durante muchos años, por toda la eternidad de ser posible.

JongIn siempre era tan bueno y agradable, especial y cariñoso con él. KyungSoo lo apreciaba tanto.

—Hey, tranquilo, Soo, respira. No quiero que te desmayes —murmuró con una sonrisa amable y acunó su rostro por completo en sus manos amplias y rústicas por el esfuerzo y las luchas constantes. KyungSoo sonrió también, sintiéndose un poco tonto por mostrarse de esa manera con el hombre que una vez había sido tan unido a él, y dejó caer la cabeza en una de sus manos mientras el moreno le acariciaba debidamente la otra mejilla, la sien, la nariz y el cabello con la punta de su dedo índice—. ¿Entonces? ¿aceptas? —susurró, entregado por completo a las atenciones que dejaba sobre su rostro, y KyungSoo asintió con simpleza para no balbucear de nuevo frente a él— De acuerdo. Vamos entonces —dejó un beso en su frente y luego se separó a una distancia significativa—.

A pesar de la gran separación entre ambos, KyungSoo fue capaz de ver a la perfección la manera en que su cuerpo vibraba y comenzaba a transformarse de una forma maravillosa y espectacular. Su cuerpo atlético le dio paso a un gigantesco ser lleno de amenaza visible, de garras gruesas y afiladas y una cola larga y fuerte cargada con púas letales llenas de veneno. Tenía dos cuernos en la cabeza triangular, patas gigantes, alas majestuosas que creaban ondas de aire impresionantes, un par de ojos azul eléctrico y colmillos filosos que no tenían nada que envidiarle a sus garras. Era bello, tan hermoso e intimidante. KyungSoo se sentía completamente atrapado en su bestia gigantesca, y sus grandes y duras escamas negras con destellos azules gracias a los rayos del sol parecían mejorarlo todo. Era adecuado. Tan propio para una persona tan increíble como JongIn. Sin duda sus padres debían estar genuinamente orgullosos de él.

JongIn se acercó y cada paso fue retumbante en la tierra, que tembló de forma conocida, y cuando estuvo parado, muy quieto frente a él, con sus fosas nasales destilando una ligera capa de humo, KyungSoo no pudo evitar sonreírle porque sabía que él estaba luciéndose y pavoneándose, haciendo alarde de su imagen con el pecho inflado y los ojos llenos de orgullo. Su cabeza bajó entonces a su alcance y lo miró a los ojos, los suyos tan brillantes como los diamantes más pulidos del mundo, y KyungSoo alzó una mano para acariciarle el hocico de forma cuidadosa, pasando su palma abierta por encima de las pequeñas escamas en forma de una caricia dulce que le hizo cerrar los ojos por un par de segundos.

—Eres increíble, JongIn. Has crecido muchísimo desde la última vez que te vi... tan asombroso. Eres fascinante —como respuesta, JongIn inclinó más su rostro hacia él, complacido, y KyungSoo rió, tomando lo que podía de su cara con sus manos (lo cual no era mucho, porque sólo su rostro podía ser del tamaño de un autobús) e inclinándose para dejar un beso sobre una de sus escamas lisas—. ¿Debo montarte, verdad? —un gruñido salió de su garganta como respuesta y KyungSoo asintió y se acercó a su pata delantera, acariciando en el camino su cuerpo escamoso; subió sobre uno de sus dedos y se aferró a él con fuerza, sabiendo que JongIn jamás lo dejaría caer—

Se acomodó en su lugar y dejó un par de palmadas en su pata para que supiera que estaba listo. Entonces él abrió sus enormes alas, que revolotearon dos veces, y antes de darse cuenta ya se encontraban en el aire, siendo golpeados por el viento agradable y surcando amplios espacios de cielo despejado. KyungSoo cerró los ojos y dejó que el aire golpeara su rostro, sintiendo la conocida sensación de libertad acariciando su alma, volviéndose uno con el firmamento que lo hacía sentir en confianza y en armonía con su naturaleza salvaje y paranormal.

A los dragones les encantaba estar en el cielo, adoraban batir las alas, sentirse libres y conectados con sus bestias; ellos eran amantes del cielo, los conquistadores primerísimos de las nubes y las estrellas. Era como correr en el bosque para los lobos, saltar para los canguros y hacer carreras para los cheetas. Era placer puro en sus venas.

JongIn soltó un chillido lleno de júbilo y KyungSoo rió, siguiéndolo en esa sensación espectacular que se adueñaba de su cuerpo. En el cielo habían unos cuantos dragones planeando, jugando, o simplemente yendo a sus casas luego de una jornada de trabajo o estudios, todos disfrutando del momento, del lugar, de sus naturalezas.

Sobrevolaron Lóngshān con simpleza, y es que la altura no era ningún impedimento para la determinación de un verdadero dragón, y dejaron atrás las montañas que componían su aldea, las casas construidas fuera de ella, en relieve, y el valle que rodeaba su hogar. KyungSoo se maravilló con la visión colorida de las flores bajo ellos, de las colinas y los bosques llenos de verdor, del aroma a limpio tan agradable, de la compañía de JongIn. Todo era tan perfecto y emocionante que su corazón retumbaba en su pecho y oídos, cantando para él con felicidad y dicha.

Volaron por minutos enteros, barriendo y explorando nuevos terrenos, mirando hojas, nubes, nuevas montañas, todo bajo sus cuerpos, y KyungSoo amplió sus ojos al ver, un poco más cerca, una pequeña ciudad iluminada por las luces de los edificios, las casas, los postes y los autos. Subió la mirada para buscar los ojos de JongIn y pedirle alguna respuesta pero él siguió con la mirada al frente, determinado y seguro. Se recostó de su pata y se abrazó a ella, sintiendo un poco de repelús ante lo no acostumbrado, ante lo nuevo.

Hacía mucho tiempo que había visitado la ciudad infestada de humanos. No le agradaba ese sitio lleno de gente contaminadora, grosera y egoísta, pero podría soportarlo si estaba con JongIn, con él se sentía seguro y sabía que todo estaría bien. JongIn descendió un poco antes de llegar a la ciudad, en un espacio abierto no habitado por humanos, y bajó su pata para dejarlo en el suelo sin aterrizar, ya que si lo hacía crearía un gran temblor en la tierra y no querían alertar a las personas.

Finalmente aterrizó gracilmente frente a él, sonriendo y con las manos en los bolsillos del pantalón. Su cabello estaba desordenado y sus ojos resplandecían cuando lo hubo tomado de la mano y acercado a él en medio de un movimiento sutil que KyungSoo permitió de buena gana, lo miró a los ojos y quitándole el bolso para colgarlo en su propio hombro, le preguntó con su voz sedosa y llena de matices masculinos e infantiles.

—¿Qué tal el viaje? ¿te ha gustado?

—Fue increíble. Hay que hacerlo más seguido —dijo con una sonrisa que el más alto no tardó en imitar—.

—Por supuesto, sin embargo, para la próxima vez me gustaría ver a tu hermoso dragón, Soo —y entonces se perdieron en la mirada del otro, ajenos al mundo que los rodeaba se fundieron entre cafés claros y un poco más oscuros, entre pestañas largas y rizadas y otras cortas y delgadas, se llenaron de la maravillosa esencia de aquellas cuencas ajenas, grandes y pequeñas, llenas de un universo propio capaz de maravillar y cautivar a cualquiera—.

JongIn acarició el dorso de su mano con lentitud y suavidad y la desocupada fue directamente a su rostro para tocarlo y recorrerlo con lentitud, pasando por sus mejillas, su frente, su barbilla, la línea de su mandíbula, su nariz, su oreja, el borde de sus labios y el lunar colocado de forma discreta sobre su labio superior. El toque en su boca perduró y le llenó las mejillas de un color vivo y fogoso, hermoso y adorable, y JongIn suspiró y lo tomó de la nuca para atraerlo a su cuerpo y abrazarlo con amabilidad, enterrando su nariz en su cabello y sosteniéndolo dulcemente por la cintura y los hombros.

—Te extrañé mucho en este tiempo, KyungSoo, como no tienes una idea. Realmente te extrañé en demasía. Tanto, tanto que dolía en mi corazón cada día. Ahora estoy tan feliz de verte de nuevo, Soo, tan feliz. Por favor, quédate siempre aquí, no te vayas nunca —susurró contra su cabello y KyungSoo cerró los ojos y se dejó invadir por el aroma de JongIn, dejó que su olor se impregnara en su cuerpo, en su ropa, en su piel y en su olfato, que penetrara su alma y llegara a su dragón para cautivarlo y llenarlo de la octava maravilla del mundo, haciéndolo feliz, complaciéndolo al compartir algo tan significativo con JongIn de una forma tan natural—.

Jamás pensó que sus aromas saldrían de su control y se enredarían y fundirían juntos por su propia voluntad, creando una mezcla agradable y adecuada, buena y correcta mientras sus cuerpos se abrazaban y se juntaban, compartiendo calor y sensaciones nuevas, palpitaciones veloces y caricias dulces por encima de la ropa que se caracterizaban por ser inocentes y especialmente amables. KyungSoo jamás lo hubiera imaginado porque ellos eran sólo amigos, los mejores en un pasado lejano y no tenían ningún otro tipo de lazo más profundo a parte de sus propios sentimientos ocultos e insuperables.

Compartir aromas de esa manera, con esa tranquilidad y fluidez, no era algo normal entre amigos, no lo era; era exclusivo de parejas, era algo normal en el cortejo o en medio de un compromiso porque ambas partes necesitaban sentirse, olerse, tener la seguridad que el otro brindaba, y una de las formas correctas de conseguirlo era bañarse en el olor ajeno. Eso que estaban haciendo no les correspondía según el título que los unía, sin embargo, se sentía tan malditamente bien, tan bonito y agradable. KyungSoo quería quedarse así para siempre.

—Estaré aquí siempre, JongIn, pero por favor, tú tampoco vuelvas a alejarte porque mi corazón, mi alma y mi ser también te han extrañado demasiado. Te necesito tanto aquí, Jong,  así que no vuelvas a irte, no me dejes atrás otra vez —susurró en su pecho, rodeando su cintura con sus brazos, y el más alto suspiró audiblemente y se aferró más a su cuerpo pequeño y curvilíneo—.

—No lo haré, KyungSoo, no lo haré nunca más. Te lo prometo.

╭┈─────── ೄྀ࿐ ˊˎ-
- ̗̀❀࿐྄ྀ ◦ *_❏❦Perfect Dragon❦❐_*
╰────┈➤ ❝❁❤️❁❞

—Sujétate fuerte, Soo, y no te sueltes ni por un segundo.

KyungSoo abrió los ojos al escucharlo y alzó la mirada con curiosidad para enfocarse el rostro sonriente del alfa que aún no lo dejaba ir, luego apoyó la mejilla en su pectoral y alzó una ceja con confusión.

—Pensé que iríamos a comer... ¿quieres quedarte aquí toda la noche? —JongIn rió y su risa vibró satisfactoriamente bajo la mejilla del omega, que no pudo evitar reír con él porque sus carcajadas eran lo más contagioso que había en el mundo—

Una vez calmados, JongIn negó y besó su coronilla con suavidad, sin dejar de abrazarlo en ningún momento.

—Aunque me encantaría seguir así por mucho tiempo, no, no tengo planeado quedarnos aquí toda la noche. Sólo quiero enseñarte algo y para eso debes mantenerte firme y bien sujeto a mí, ¿de acuerdo?

KyungSoo simplemente asintió porque confiaba en él ciegamente. Se abrazó aún más fuerte a su cuerpo, sin llegar a ser asfixiante, y JongIn suspiró, le sonrió y lo rodeó por los hombros en un movimiento conocido y natural.

—Muy bien, hagámoslo a la cuenta de tres. Uno, dos...

El tres nunca llegó, y es que fue imposible porque en el segundo correspondiente todo había desaparecido y se había transformado en una bruma de humo llena de grises, amarillos, negros y blancos danzando entre ellos, fusionándose, llenando el espacio donde antes hubieron árboles y montañas. Su boca se abrió con sorpresa cuando sus pies dejaron atrás el camino hundido de la tierra y se llenaron del asfalto plano de la acera, en un callejón oscuro y disimulado entre dos edificios. El pitido de los autos resonó en sus oídos y a su alrededor llegaron vistazos de altos edificios y locales de comida, tiendas de ropa, restaurantes y clubes. Habían desaparecido del lugar en donde estaban y aparecido nuevamente en la ciudad humana en menos de un chasquear de dedos... ¿cómo...? Entonces su mirada viajó a JongIn, que le sonreía bastante cerca de su rostro, y su boca se abrió con sorpresa, provocándole una risita divertida.

—Tres. Ya hemos llegado, Soo.

—¿Tú... tú...? ¡JongIn, tienes habilidades! ¡Dios, te acabas de teletransportar! ¡eso es increíble! ¿por qué nunca me lo dijiste? ¡fue tan genial! ¡teletransportación, Jong, teletransportación! —exclamó con genuina sorpresa y emoción y JongIn rió y lo apretó a su lado antes de salir del callejón y ponerse en marcha en la acera concurrida e infestada de humanos ajenos a su naturaleza y peculiaridad—

KyungSoo no podía dejar de mirarlo, ¿y cómo hacerlo? ¡JongIn era impresionante, un gran alfa! No sólo contaba con un tamaño de bestia inmenso, una apariencia que derretiría a cualquiera y la capacidad de producir fuego, también era parte de EXO y tenía una habilidad particular. ¿Podía ser incluso más perfecto? Era, sin duda alguna, todo lo que quiere un omega, es el orgullo y el honor andante. No podía creerlo, no podía creer que semejante hombre estuviera ahí, con él, caminando en busca de un restaurante con una sonrisa calmada en los labios y su mano bien colocada sobre su hombro, pudiendo estar con algún omega igual de increíble que él para cortejarlo y tener crías poderosas que llevarían renombre a su apellido. Era algo bastante surreal, pensaba KyungSoo mientras se adentraban en un local de comida abarrotado y de buen olor en busca de una mesa vacía, surreal y un poco ridículo, pero era, sin dudas, lo más hermoso que ha podido experimentar.

Creerse importante o relevante en la vida de JongIn se sentía muy bien.

A pesar de lo lleno que estaba el establecimiento, fueron lo suficientemente afortunados como para encontrar un lugar vacío para los dos. La mesa estaba bien ubicada junto a la ventana y podría verse el exterior, además, no estaba lejos del mostrador, por lo que les pidieron la orden casi inmediatamente después de llegar.

Como era natural en los de su especie, decidieron comer carne. Era algo esencial en su naturaleza, la carne jugaba un rol fundamental en su alimentación y podía ser acompañada de algunas verduras que necesitaba ingerir el humano (aunque no a todos les gustase). La chica que había tomado sus órdenes asintió y luego de anotarlo todo se retiró para llevar el pedido a la cocina y que así comenzaran a prepararlo, dejándolos solos para poder mirarse fijamente entre sonrisas.

—Supe lo de mi habilidad cuando entré en EXO, en medio de mis entrenamientos y preparación, sin embargo, no tenía permitido utilizarla antes de haberla perfeccionado, por esa razón nunca pude venir a verte. Terminé de dominarla hace un par de años y siempre he estado tan ocupado con las cosas del escuadrón que no había parado un momento a respirar hasta ahora. Quisiera habértelo dicho o mostrado antes —susurró, extendiendo su mano para acunar la suya con deliciosa ternura y KyungSoo le sonrió y negó, apretando su palma cariñosamente antes de comenzar a acariciar su dorso con su pulgar—.

—Ya eso no importa, lo que sí es de importancia es que me lo has mostrado por fin y que estás aquí. Eso es lo mejor de todo, JongIn.

Comieron entre risas, miradas y recuerdos expuestos con emoción, anécdotas recolectadas con el pasar del tiempo y la separación de ambos y un poco de su vida y pensamientos actuales. KyungSoo descubrió que JongIn seguía siendo el mismo chico de dieciséis años que tanto quería, con un toque más maduro y varonil. Aún poseía esa agradable amabilidad y ternura a la hora de tratar con él, sus ojos seguían mostrándose sinceros y resplandecientes al enfocarse en los suyos y sus labios se curvaban de la misma manera hermosa de antaño. Era realmente tranquilizador saber todo eso, porque JongIn seguía siendo el mismo, no había cambiado su manera de pensar, seguía siendo su amigo y el hombre más importante en su vida luego de su padre. Era maravilloso y llenaba su alma de paz.

—¿Y qué hay de las parejas, JongIn? —le preguntó una vez hubieron terminado de cenar y dejado el restaurante con una promesa silenciosa de volver ahí juntos para comer, sosteniendo un helado con la mano izquierda mientras era sujetado por la derecha con la mano de JongIn. Él lamió el helado sobre el cono con tranquilidad y lo miró de reojo— ¿no tienes pensado unirte a alguien, cortejar a un omega y esas cosas? —él mismo lamió su helado lentamente para que no se cayera la bola de dulce, sin dejar de verlo, y JongIn arrugó un poco la nariz y afianzó el agarre en sus manos—

—Sí, claro, ¿qué dragón no piensa en eso? Sin embargo, creo que ahora mismo estoy lejos de una pareja. Debo gustarle realmente a alguien en primer lugar, Soo —dijo con una sonrisa y el más pequeño lo miró con curiosidad—.

—Pero... es más que seguro que le gustes a alguien, JongIn, ¿a quién no le gustarías? Es algo tonto, eres más que perfecto —JongIn rió y se inclinó para besarle la sien con cariño—.

—Aún no has visto mi tesoro como para saber si soy perfecto o no, recuerda eso... y sobre lo otro, bueno, sí, tal vez le guste a algunas personas, pero eso no quiere decir que me sienta interesado por ellos. Yo sólo estoy esperando a que la persona indicada me mire como yo lo miro y me ame tanto como puedo amarlo yo, en ese momento podría darse cuenta del cortejo que podría estar llevando a cabo en silencio, ese es mi estilo de conquista, sí.

—¿Entonces te gusta actuar sin que nadie lo note? Ow —susurró su exclamación cuando, sin darse cuenta, se llenó la mejilla de helado al pisar una baldosa floja en el suelo y desnivelarse al caminar—.

JongIn se detuvo un momento y le dio su helado para tomar su rostro y limpiarlo concienzudamente, con una sonrisa divertida y los ojos relucientes. Extrajo el helado de su piel con la manga de su suéter de cuello tortuga negro sin importarle mancharlo en lo más mínimo y luego lamió su pulgar para pasarlo sobre la mejilla pegajosa, tratando de borrar el dulce bajo su atenta mirada y el sonrojo notorio en sus pómulos. Una vez hubo acabado, JongIn volvió a tomar su helado, cogerlo de la mano y siguieron caminando tranquilamente por las calles más o menos concurridas.

—Siempre he quiero actuar de forma disimulada, pero es un completo fracaso para mí, soy demasiado obvio para mi gusto, así que no pasaría desapercibido para nadie cuando corteje a mi omega.

Bueno, al menos KyungSoo notaría cuando JongIn encontrara a alguien y estuviera dispuesto a formar una familia para sellar definitivamente su corazón y mirar a otro lado. Mientras tanto él podría acostumbrarse un poco a esto, a su presencia, a sus dedos enredados con los suyos, a su aroma impregnado en él y su cuerpo tibio. Le dolería, por supuesto, pero sería el dolor más hermoso que ha existido, porque antes de experimentarlo viviría esos sentimientos que llenan y hacen vibrar su alma y alteran su ritmo cardíaco. Sería un placer sentir dolor a causa de JongIn, sería un placer que JongIn le rompiera el corazón.

—¿Y tú, KyungSoo? ¿no has pensado en aparearte? —preguntó tranquilamente el alto, mirándolo de reojo, y KyungSoo sonrió muy pequeño y negó con suavidad—

—Trato de no pensar en eso. Ya sabes, Innie, no soy un dragón normal, no soy un buen partido y nadie me tomaría como una opción válida de cortejo, así que no pienso en apareamientos para que no me afecte. No quiero vivir de fantasías y sueños que no se cumplirán, después de todo, ¿quién querría a una anormalidad, a una extrañeza de la naturaleza como yo?

—Yo, KyungSoo, yo te quiero justo así.

Volvieron a detenerse en medio de la acera y KyungSoo lo miró con agitación, las mejillas sonrojadas y el corazón lleno de vitalidad; era un remolino de sentimientos que acababan con su cordura y los muros protectores alrededor de su corazón frágil, un remolino que sólo Kim JongIn podía provocar desde la niñez y la inocencia infantil con suma facilidad.

—Te quiero, Soo —repitió en voz baja, sincero, seguro, y KyungSoo sonrió y bajó la mirada, avergonzado y débil ante la observación fija del más alto sobre su rostro—.

—También te quiero, Jong.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top