CAPITULO 27


CLARENCE



¿Se podía odiar tanto a una persona que no estuvo contigo cuando más le necesitabas?

Me quedaba claro que sí. Isabela nos abandonó, y lamentablemente esa sensación no se iba de mi interior por más que quisiese.

Quería que Isabela se esfumara de mi vista.

No solté a Samadhi en ningún momento. Quería sentir su calidez, justo al lado de la rabia y la furia que emanaba por dentro.

— Te lo dije hace dos semanas, y te lo vuelvo a repetir nuevamente — espeté — ¡Lárgate de mi casa!

— Hijo, por favor, solo te pido unos minutos, solo eso, yo neces...

— ¿Qué necesitas Isabela? ¿Hablar de cómo nos abandonaste? — estaba furioso, estaba consciente de lo que tenía que decirle — Ah no, no, no espera, necesitas fingir que te importaba ella ¿Eso era?

La miré a los ojos, no se lo merecía pero lo hice, de alguna manera tenía que enfrentarla en algún momento, y con Samadhi a mi lado me hacía sentir completamente seguro de ello.

Me miraba con los ojos llenos de lágrimas.

— ¡¿Ahora si lloras?! ¡¿Ahora si sientes su partida?! — la voz se me quebró.

No quería romperme, no frente a esa mujer quien se paraba el cuello diciendo que su único hijo varón sería un exitoso arquitecto. No frente a ella que nos abandonó por completo, dejándonos con un padre alcohólico, decaído y sin ningún proyecto.

— Lo siento tanto — se rompió en llanto.

— Yo lo siento más, sabes, desde que tenía cinco años la llamaba mamá, desde que tenía cinco años tenía que hacerse cargo de mí gracias a tu maldita irresponsabilidad. ¡Gracias a tu puta ambición la cual pudo más que tus propios hijos! ¡Ella apenas tenía ocho años! Dime, ¡¿Qué hace una niña de ocho años criando a uno de cinco?!

— No sigas, por favor...

— ¡Se murió! ¡¿Que no lo ves Isabela?! ¡Hanna se murió! Y no estuviste ahí para verla crecer, no estuviste ahí cuando se hizo una señorita, no estuviste ahí cuando se hizo mujer, no estuviste ahí cuando se dañó por amor ¡En ningún lado apareces tú! Así que no vengas a querer pedir perdón, cuando mi única hermana se murió, y no estuviste tú — la furia se había apoderado de mí, que en ningún momento me di cuenta que Samadhi estaba atrás de mí escuchando nuestra conversación.

— Siento no haber estado esa noche — sollozaba cada una de sus palabras —, siento no haberme despedido de ella...

— No lo sientas, Hanna y yo no te necesitábamos para nada.

— Clarence... — murmuró.

— No, yo no te perdono — espeté con enojo —. Si te sirve de consuelo, William si la perdonó. Hasta se enamoró de ella y la perdió.

Abrí tan rápido como pude la puerta del apartamento, y me adentré en él con Samadhi tomándome de la mano.

De un portazo la cerré.

Sentí agua recorrer por mis mejillas, no sabía que había derramado lágrimas, lágrimas con las que había luchado por contener.

Me senté en el suelo, recargando mi espalda en uno de los sofás que tenía atrás de mí.

— Clar... — la dulce voz de ella salió de la nada. La miré a los ojos, había llorado igual que yo — No sabía que Hanna era tu hermana — murmuraba, mientras se hincaba frente a mí.

Acarició mi mentón. Su cálida piel me estremeció. Era hermosa, sus ojos estaban rojos por haber llorado mi dolor, esto hacía que sintiera un inmenso amor.

Sus tiernas pecas que siempre se asomaban para cualquier situación permanecían intactas sobre su delicado rostro, y por más que me odiase a mí mismo, ella había encontrado algo bueno en mí.

No la merecía, no merecía sentir este amor que ahora crecía por ella en mí. El miedo a perderla era inmenso. Yo no podría vivir sin ella nada más así...

— Fue mi culpa Samadhi — le sostuve la mirada. Con ella, ya me era imposible no expresar mi culpa, no expresar mi dolor.

— No Clar, no lo fue — sollozó —. Todos nos vamos por una razón, entiende eso...

— Yo iba manejando esa motocicleta — comencé, y ya no había vuelta atrás...

Los recuerdos de esa noche llegaron como luces artificiales en año nuevo. Eran claros y concisos, que en un segundo, comencé a contarle a Sam...

Las llantas de la motocicleta chocaban a cada instante con el asfalto húmedo de la carretera, la noche era agonizante, pues una precipitada lluvia había aparecido de la nada en medio del paseo habitual que dábamos.

¿Le llamas paseo, a lo que en realidad hacemos? — decía en mi oído izquierdo la cálida voz de mi hermana Hanna, quien siempre solía burlarse de mi — ¡Se le llaman carreras, Clarence!

Una Hanna divertida apareció, deje de sentir su cálido agarre que rodeaba mi cintura, para después alzar los brazos al aire, disfrutando de la velocidad.

Le encantaba la velocidad. Era la típica chica rebelde con el grupo de mis amigos, todos la querían, pues era impertinente, testaruda y alegre.

Sentía mi corazón latir con fuerza, pues estábamos a punto de llegar a la meta donde todos nos esperaban, William y Samantha en segundo plano — como siempre — Hanna y yo en el primero, como de costumbre...

En la curva, aquella curva que visitaba a menudo se dejó ver por completo. Y de un momento a otro, lo vi todo completamente negro...

Perdí el control de la motocicleta, pues ésta no frenó, solamente derrapó...

Me encontraba boca arriba, esperando la ambulancia que me llevaría al hospital. Las gotas de lluvia caían en mi rostro pero no permanecían por tanto tiempo, pues éstas lo recorrían y caían al suelo.

Escuchaba los gritos y jadeos de Samantha que pedían ayuda, escuchaba a William gritándome para que reaccionara y lo ayudará con la búsqueda. Estaba en shock, quería correr y buscar a Hanna, pero mi cuerpo no era mío ese momento, mi cuerpo no reaccionaba.

Hablar de Hanna era ponerle limón y sal a la herida, hablar de ella era retroceder el tiempo y volver al pasado que quería oculto para mi vida. Me culpaba, siempre me culpaba por su muerte. No sólo yo, mi padre también lo hacía.

— Era 12 de julio, un día común como cualquier otro. Habíamos decidido hacer unas carreras con la moto, pues siempre complacía a Hanna, y como no hacerlo si era mi hermana mayor — tragué duro —. Pasé dos días en el hospital sin reaccionar apenas, y cuando lo hice... solo fue para darme cuenta que Hanna, ya estaba muerta.

Vi la mirada, la mirada que indicaba la lástima que me tenía en este momento. Odiaba ese maldito sentimiento.

— Yo... yo — balbuceó sorprendida —, lo lamento tanto — musitó —. Pero no puedes culparte Clar, fue un accidente.

— Pude haber dicho NO, ese día — la voz se me quebraba nuevamente.

— Tu no lo sabias — susurró cerca de mí —, tú no sabías lo que sucedería. No te puedes estar culpando toda la vida.

Cerré los ojos, no podía hablar más de ello. Samadhi se percató de eso, y agradecí profundamente que guardara silencio.

Sentí su pequeña palma sobre mi pecho. Su cercanía me ponía nervioso ahora más que nunca. La necesitaba, necesitaba de ella para olvidar mi furia.

— Te quiero, Clarence.

¡Joder!

Esas palabras me estrujaron por completo el corazón. ¿Por qué Samadhi? ¿Por qué tienes que ser tú?

No le respondí, y vi en su mirada un atisbo de decepción.

La tomé de la barbilla acercándola más hacia mí, para después depositar un tierno beso en sus cálidos labios que me hacían feliz.

— Perdóname cariño por no responder a eso — le dije, pegando mi frente con la suya —.  Dame tiempo Samadhi, tiempo para sanar éstas heridas que llevo clavadas dentro.

Un par de lágrimas recorrieron sus mejillas. Yo también era el culpable por ello.

Asintió solamente. Y yo como siempre fui un estúpido. Samadhi siempre se abría a mí entregándome su alma por completo. Y yo apenas si podía responderle a ello.

— Yo te esperaré Clar — susurró sobre mis labios.

La besé, un beso intenso, un beso liberador, de esos que utilizas para liberar la tensión que hay alrededor.

Como si de agua se tratase me sentía sediento, pero no de su cuerpo, si no de su alma, de su alegría, de lo buena que era ella para mi vida...

La senté a horcajadas sobre mí, inundándome de lleno en el dulce aroma de su cuello. La miré a los ojos, unos ojos bellos y hermosos, que me cautivaban y me volvían loco...

— Sol — murmuré.

— ¿Sol? — se preguntó.

— Eres el sol de mi vida — hice una pequeña pausa, para llenarle de besos las pecas que habitaban en ella —. Eres la luz que me ilumina, tú Samadhi Stone, me traes de vuelta a la vida...

Esbozó una enorme sonrisa en su rostro, sonrisa que me contagió de lleno en el mío.

— Sí que lo soy ¿verdad? — negué inconscientemente.

— No lo arruines, por favor.

Se abalanzó sobre mí, y con sus brazos rodeo mi cuello. Así éramos nosotros, expertos en arruinar momentos.

— No lo arruino — declaró —. Gracias por confiar en mi Clar.

— ¿Y porque no hacerlo? — respondí — Vayamos a la cama.

Los dos nos paramos del frío suelo, para dirigirnos a mi habitación.

— ¡Tomaré una ducha! — exclamó alegremente — Así que no puedes entrar hasta que termine.

— Dios, ¡Que voy hacer contigo Samadhi Stone!

— ¡Quererme! — respondió.

Tomé una ducha en el otro baño que teníamos de visitas. Después de ello, me dirigí a la habitación con solo un pantalón de chándal puesto. Samadhi ya me esperaba sobre la cama, con uno de mis calzoncillos puestos a juego con una de mis playeras.

— Se te está haciendo hábito ponerte mi ropa — le dije, mirándola expectante. Se veía demasiado sexy con mi ropa puesta en ella.

— Me luce mejor a mi ¿no crees? — confirmó.

Se arrodilló en la orilla de la cama, para acercarse a mí. No perdió su tiempo, con sus manos tocó mis firmes pectorales desnudos, ocasionando mi excitación.

La tomé salvajemente del cabello y le estampé un apasionado beso.

— Joder Samadhi — digo entre jadeos —, me vuelves loco...

Enlazamos nuestras miradas por unos segundos, y una sonrisa pícarona invadió su bello rostro.

No me contuve por nada del mundo las inmensas ganas que tenia de hacerla mía. Después de contarle un poco de mi pasado, tenía que deshacerme de esa tensión.

La tomé de la cintura, para subirme sobre ella, pero la sorpresa me la llevé yo, cuando Samadhi tomó las riendas, subiéndose encima de mí. Me sujetó de las muñecas con una sola mano colocándolas sobre mi cabeza, con la otra tocaba y acariciaba mi abdomen. La sensación era increíble, pero sobre todo, placentera...

Frotó su parte íntima con la mía, haciendo ligeros y exquisitos movimientos. No me resistí, así que me solté y le arranqué la camisa que llevaba puesta. A estas alturas ya era un estorbo. La tenía semidesnuda y a mi merced, para hacerla mía otra vez. La tomé de sus expectantes y firmes senos, para acariciarlos, lamerlos y regarlos de besos. Soltó un gemido placentero, que me fue suficiente para continuar con lo que estaba haciendo...


(***)


Un delicioso aroma me inundó de lleno. Miré al otro lado de mi cama, y Samadhi no estaba.

¡Joder! La noche había sido intensa con los incesantes gemidos de Sam en mi oído.

Decidí levantarme, lavar mis dientes y mi cara para después dirigirme a la cocina frente a la estancia. Al llegar, visualicé a un intruso que se encontraba cocinando en ella.

— Buenos días — da un respingo a mi inoportuna aparición —. ¿Ahora me preparas el desayuno? — le pregunté solo para molestarla.

— Me lo preparo a mí, tus ronquidos no me dejaron dormir — se quejaba alegremente mientras servía el desayuno en uno de los platos para después dejarlo en la isla de mármol —. Así que me dio hambre y vine aquí.

— Si claro — me acerqué a ella —. Ven aquí preciosura andante.

Se veía preciosa aún con mi atuendo puesto sobre ella. Solo esperaba que no llegara Lucas y la viera. La besé introduciendo mi lengua en ella. Un sabor a moras me invadió.

— A desayunar — dijo mientras se separaba de mí —, que mi madre ya sospecha que no estoy en casa de Sara — de verdad que Samadhi siempre me llenaba de sorpresas.

Sirvió mi desayuno y el de ella, pancakes con moras y huevos revueltos.

Desayunamos tranquilamente.

Los hechos de ayer volvieron a mi mente de nuevo. Isabela en la entrada de mi casa, y Samadhi musitando un "Te quiero".

«Te quiero Clar»...

La miré de reojo. Hacía nuevamente ese gesto cuando no le agradaba algo, y no, no era el desayuno. Era algo más que eso. ¿Por qué me era tan difícil expresarle mis jodidos sentimientos?

Quería hacerlo, pero algo me lo impedía por dentro. Solo esperaba esto no afectara después de un tiempo.



*****

¡MIS PERFECCIONISTAS BELLAS!

Me he llenado de sentimiento con este capitulo :') espero les haya gustado tanto como a mi ♥

Diganme ¿Que les ha parecido?


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