CAPITULO 2

SAMADHI STONE

Mi madre era una experta cuando de moda se trataba, y lo demuestra cuando se pone guapa.

Rebusqué en el armario trajes de baño diseñados por ella. Decidiendo después ponerme uno completo en color blanco. Si, el blanco nefasto. Éste tenía dos tiras que rodeaban mi cuello, y la espalda completamente descubierta.

—Dijo que llevara traje de baño, así que supongo habrá una alberca —me dije en voz alta.

Entre mis manos tomé un short roto de mezclilla que yacía en el armario con unas sandalias a juego, colocándome el atuendo en segundos. Di un suspiro, era un atuendo sencillo, muy descubierto para mi gusto, pero agradable para el calor del momento.

Me miré en el espejo de cuerpo completo que yacía frente a mi cama. El cabello tan desaliñado y reseco «un asco por cierto», de un color castaño combinado con ligeros mechones rojizos. El color era extraño. Maquillé mis ojos color miel a un tono un poco más oscuro para resaltar su brillo y la claridad de estos, al menos ese tono he creído hasta el día de hoy que los resalta un poco más. Me pinté los labios, juntándolos uno con otro para dispersar el bálsamo labial sabor cereza. Después suspiré al ver mis pecas. Pecas, pecas por donde fuera; en el puente de mi nariz, y en los pómulos de mis mejillas. Nunca me habían gustado las pecas. Pero no las ocultaría con maquillaje ¡Eso jamás! Había visto infinidad de chicas que lo hacían y el resultado siempre era fatal.

Al terminar de arreglarme, escuché el claxon que me indicaba habían llegado a por mí. Tomé el móvil y la tarjeta de crédito que con mucho esfuerzo había tramitado meses atrás, para después salir corriendo mientras colocaba ambas cosas en el bolsillo delantero de mi short.

Al encontrarme fuera de la acera divisé a una esplendorosa Sony con una falda ligera color blanco transparente hasta el suelo y el sostén de lo que parecía ser un traje de baño floreado color blanco y rosado.

—¡Lista! —exclamó al verme —. ¿Blanco? Creí que odiabas el color blanco —dijo sorprendida.

—Si, bueno, me agradó la combinación —respondí a su pregunta.

—¡Di-vi-na! —exclamó entre silabas mientras iba subiendo al coche de Brad en el lado del copiloto.

Abrí la puerta trasera de la camioneta de Brad.

—Hola Brad —saludé a la persona que en ocasiones me hacía suspirar.

—Hola Sam, las dos se ven hermosas.

Sonreí al verlo.

Brad me miró por el retrovisor esbozándome una sonrisa ladina, la cual devolví con amabilidad. Después, desvió la mirada concentrándose en la carretera, mientras yo me dedicaba a simplemente contener la respiración por él. No me agradaba para nada la idea de lo que aún sentía por Brad. Nunca le confesé que había estado — o que estaba — enamorada de él, era algo que lo mantendría en el anonimato. No es que me gustase ir ventilando mi vida privada a los demás.

Doy un suspiro, uno de muchos que he dado por él.

—Amiga, guárdate tus suspiros para algún bombón —comentó Sony al verme, sin saber que mi suspiro iba directamente para su bombón.

—Dudo mucho que haya uno para mi Sony —le respondí, justo cuando ya estábamos acercándonos a la enorme mansión —. ¿Qué no sería una reunión? — pregunté seria.

Sony se rio a carcajadas, y Brad respondió con entusiasmo...

—¡Querrás decir un fiestón!

Los tres nos reímos, pero yo con nerviosismo, ahora me arrepentía del atuendo que había elegido. Éste resaltaba tanto mis pechos...

Después de estacionarnos, bajamos del coche y nos encaminamos cerca de la entrada. Las miradas que me lanzaba Brad me ponían de nervios, sentía que me sonrojaba con su mirada hacia mí a cada momento. «¿Lo sabrá?» Era una pregunta que me hacía constantemente. La manera en la que me hablaba, y la forma en la que se acercaba a mí no era propias de un amigo.

Brad le rodeó con un brazo por el cuello a Sony, mientras yo me quedaba justo atrás de ellos mirándolos derramar tanta miel. Miel que yo quería derramar junto a él...

¡Dios, pero que patético!

Chicos y chicas, todos ellos universitarios llegaban caminando, otros en motocicleta, unos cuantos se bajan de camionetas Jeep y coches. La mansión se encontraba a reventar, y no solo de hombres y mujeres, si no de alcohol y música por todos lados. Era un ambiente al que no estaba acostumbrada, pero que Sony siempre terminaba arrastrándome hasta ahí, y como buena amiga, siempre estaba ahí.

Seguimos el camino de luces que rodeaban en algunos árboles, hasta llegar a la parte trasera. "Lean On" sonaba por todo el lugar, donde un DJ tocaba frente a la piscina que había justo en el patio trasero. No conocía al dueño de la fiesta, y tampoco quise preguntar, pero seguramente era de algún amigo universitario de Brad.

Miré a mi alrededor sorprendida, el lugar me agradaba, o al menos todos parecían divertirse bailando alrededor de la piscina, otros cuantos jugando dentro de ella, y algunos escondidos entre los arbustos...

¡Creo que vi demasiado! ¡Dios, deberían taparse, o mejor aún, rentar un cuarto!

—Vamos a ir a saludar —dijo Brad acercándose a mi oído.

La acción provocó en mí una sensación extraña en todo el cuerpo. Lo miré a los ojos, asintiendo despreocupadamente con una media sonrisa en los labios. Me encantaba verlo.

Mi amistad con Brad ya era diferente, pero en ocasiones sentía que yo misma le coqueteaba con la mirada, ¡Lo cual no me gustaba! Puesto que no podía estar coqueteándole al novio de mi mejor amiga.

Di otro suspiro, uno de muchos que él me ocasionaba. Miré a los alrededores, inspeccionando el lugar, tratando de encontrarme con algún conocido y... ahí estaba él. Jeans azules y camisa blanca, todo él al completo estilo de James Dean en "Rebelde sin causa". Me agradaba, no lo puedo negar. Su estilo cincuentero y su esencia de chico malo no le quedan mal. Se encontraba recostado en la tumbona azul junto a la alberca, mirando a la nada. Suspiré, volviendo la vista nuevamente a mí alrededor. Entonces, decidí acercarme a él dispuesta hablarle.

—Hola — saludé tomando asiento en la tumbona que se encontraba justo al lado de él. Pero éste, no respondió. Tenía puesto unos lentes oscuros de sol, y me dí cuenta que estaba dormido por sus leves ronquidos. ¿Quién rayos se queda dormido en medio de una fiesta y de tanto ruido? Lo moví levemente del hombro, haciendo que mi acción lo despertara —. ¿Quién rayos se duerme en medio de una fiesta? —pregunté cuando por fin se removió en la tumbona.

—Yo, claramente lo has visto —respondió con la voz adormilada.

—La pregunta es: ¿Por qué? ¿Que no te agrada pasarla bien?, la fiesta es eso.

—Tú no te ves muy divertida que digamos —respondió tajante, aún con los ojos cerrados bajo sus gafas de sol. Decidí quitárselas de encima, siempre he odiado que las personas no me pongan atención cuando les estoy hablando —. ¡Que rayos te pasa! —exclamó.

—¡Pon atención!, es grosero que alguien te esté hablando y no lo mires ni siquiera a los ojos — contesté molesta.

Suelta un bufido, enderezándose después en la tumbona azul, sentándose después en ella acercando su rostro al mío. Contengo la respiración al sentir su aliento fresco chocar en mi cara. Lo miré a los ojos. Un par de ojos azul oscuros me hipnotizaron por un momento, eran hermosos...

Tragué en seco.

—¿Qué quieres, señorita "Perfección"? —preguntó sin apartar su mirada de la mía.

—Yo no... —tartamudeé.

—¡Sh! —susurró, colocando su dedo índice en mis labios, causándome cierto desconcierto —. El que hace las preguntas aquí, soy yo —esbozó una sonrisa, alejándose de mi retomando su lugar en la tumbona —. ¿Qué quieres Samy?

— ¿De ti? — respondí mirándolo de arriba hacia abajo —. Obviamente nada. ¡Y no me digas Samy! No me gusta...

—¡Oh vamos nena! Estas en una fiesta, donde no conoces a nadie, tus "mejores amigos " te han abandonado para seguramente liarse un rato, dejándote aquí sola con completos desconocidos.

¡Wow! Todo eso era cierto, abrí mi boca para articular una respuesta ingeniosa, pero él prosiguió.

—Y vienes a precisamente, para no querer nada. Patético ¿no crees?

Endurecí el rostro. No había dicho nada que no fuese cierto. Clarence tenía fama de malvado por ser directo.

—¡Clar, un chapuzón! —le gritó una chica de cabello oscuro y curvas perfectas en traje de baño a dos piezas que yacía en la alberca.

Clarence se puso de pie junto a la tumbona, y sonriéndome se alejó para después dar un salto directamente al agua...

Bien, eso fue verdaderamente humillante, incluso para mí que no me agradaba hablar con los chicos de su tipo. Son crueles y groseros. Volví la mirada a todos lados, tan solo para percatarme que no me hubiese visto alguien, pero no era así, a lo lejos Brad se encontraba con Sony burlándose de mí. Ambos juntos negando lo que habían visto.

Sin dudarlo, caminé hasta ellos arrastrando los pies. Estaba molesta, y esa molestia se debía a él.

—¿Pueden creerlo?, el maldito me humilló —dije al llegar junto a ellos.

—Es un completo imbécil, y lo sabes —respondió Sony, dándole un trago a la bebida que tenía en un vaso.

—Toma —dijo Brad, acercándome un vaso color rojo. Lo sostuve con una de mis manos y lo primero que hice fue olerlo antes de beberlo.

¡El aroma era horrible!

—¿Qué es esto?, ¡Huele horrible! —exclamé haciendo una mueca al fuerte olor a licor.

—Es un poco de alcohol —respondió Brad riéndose —. ¡Vamos! Dale un trago —me animó, y lo peor fue que me convenció en milisegundos para ver el contenido amargo del vaso.

—¡Maldita borracha! —gritoneó Sony con una sonrisa dibujada en los labios —. No acepto sabanas vomitadas, ¿entendido Sam?

Hice una mueca de disgusto, pero al final se me olvidó. Y lo peor de todo, es que en ese momento me gustó la sensación relajada que mi cuerpo tomó después de beber alcohol.

—¡Fondo, fondo! —exclamaron al unísono Brad y Sony.

Después de un rato, me ofrecieron un trago más, y otro, y uno más... Haciendo que llegase a la embriagues. Recordé las palabras de mi madre al decirme que no tomara alcohol. Palabras que deseche al momento de darle un trago más al vaso, ahora con otro tipo de bebida con sabor a cerezas.

Una hora después, ese par desapareció de mi vista. Tomé asiento junto a las escaleras de la entrada pensando en cómo regresar a casa. Era tarde. Me adentré a la casa en búsqueda de un baño. Tantos tragos en mi sistema habían hecho efecto que tenía que ir hacer mis necesidades. Me sentía mareada, nunca en mi vida había tomado una pizca de alcohol, y justamente ese día tenía que haber accedido a ello. Dejé el vaso en una encimera de la cocina, y caminé después escaleras arriba.

Yo no era así. En mí solo habitaba la perfección, y no hablo de solo querer ser perfecta en todo, si en el saber comportarme. No era de hacer deporte, pero si mantenerme saludable, y con esos tragos que me habían tomado, seguramente lo había arruinado. Mi sistema ya no funcionaría igual, inclusive tenía temor de enfermar por ello.

Busqué el baño abriendo puerta tras puerta en el primer piso sin éxito, hasta subir al segundo. Habitaciones ocupadas, a excepción de la última puerta, la cual se encontraba entre abierta. La abrí sigilosamente, sin hacer el más mínimo ruido, pero el sonido de unos gemidos hicieron que me detuviera al querer adentrarme. Tragué duro.

Ver a Sony desnuda saltando encima de Brad, me partió el corazón en mil pedazos. Mi corazón palpitó con fuerza, y poco a poco cerré la puerta de la habitación en donde se encontraban los dos, sin hacer el más mínimo ruido para que no vieran quién había sido la persona que los interrumpió.

—Ven, salgamos de aquí.

Escuché a Clarence Johnson susurrar tras de mi...

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